Precisamente ese viernes Barcode no estaba de buen humor, un catarro le imposibilito dormir bien. Aun así, su madre le despertó, él rogo por no ir a la escuela, aún tenía sueño y solo quería ser arrullado mientras tomaba leche caliente, su madre no cedió ante las quejas, pero si llegaron a un acuerdo. Él iría a la escuela sin llorar y al llegar a casa podría ir a la tomar leche caliente con sus galletas de chocolate preferidas para luego dormir o ver caricaturas el tiempo que quisiera. Lo convenció, pero no le quito el mal humor ni la cara de enojo que portaba.

El entrar al salón de clases con los brazos cruzados y el ceño fruncido llamo la atención de los demás niños, el sol nunca llegaba enojado. Siempre tenía sonrisas en la cara o tarareaba una canción de Barney, no olvidemos que al llegar siempre gritaba un sonoro "buenos días". Barcode llamaba la atención a dónde fuera por su angelical aura. Pero ese día todos temieron ante el rostro enojado. Una pobre alma decidió saludar con un beso en la frente a Barcode que soltó un gruñido (sí, Jeff le enseño a grunir) haciendo huir al pobre chico. Inteligentemente nadie más se le volvió a acercar.

Mientras tanto el día anterior Jeff salió a comprar con su madre, aprovechando la ocasión pidió una caja de crayolas nueva. Sus ojos brillaron al entender que la caja tenía 100 crayolas y no fue porque podría escoger cualquier tono, sino que brillaron al pensar en la carita de su Barcode al poder disfrutar esos tonos. Así que ese viernes se dedicó a buscar al dueño de sus cosas a toda costa.

Vislumbró a Barcode solo en unos columpios, aferro la caja contra su pecho y preparo su mejor sonrisa. Usualmente Barcode no le devolvía las sonrisas a menos que le hiciera cariñitos en el cabello o le diera ciertas cosas y para Jeff eso estaba bien, haría lo que sea por ver a ese pequeño castaño sonreír, su instinto se lo pedía.

Por su parte el ojimiel se apodero de los columpios solo para irritar a los demás y empezó a dar vueltas una y otra vez. Por fin estaba solo, sin miradas interrogantes y otras de miedo. Todo iba bien hasta que un cuerpo tapo el sol que le daba en la cara, al alzar la vista vio a Jeff sonriente con una caja grande de crayolas, eso le hubiera alegrado en otros momentos, pero no en ese.

-Aléjate y vete lejos cara de rana.

Jeff frunció el ceño por el carácter del niño, sabía que ese nuevo artículo le haría feliz de solo verlo, observo a Barcode una vez más y, al darse cuenta que este ya se había dado la vuelta caminando hacia otro lugar decidió ir tras él, quería saber que tenía su pequeño. Necesitaba verlo feliz.
burbujeando felicidad como siempre.

-Barcode, por favor para.

Gritó Jeff con algo de esperanza para que le hicieran caso. Como imagino, este siguió su camino.

Realmente Jeff no estaba seguro de lo que iba a hacer, era su última opción nunca había visto al pequeño de ese humor y eso le hacía sentir impotencia. De un tirón tomo el brazo del chico y le propicio una mordida.

Esa fue la gota que derramo el vaso para Barcode. Extendió los brazos simulando querer un abrazo del mayor, pero cuando este quedo a su altura sucedió algo que a todos les dejo perplejos.

Barcode había mordido en la nariz a Jeff

Jeff tenía una gran marca roja e hileras de dientes en su nariz. Decir que su orgullo había sido dañado ese día era poco.