📏Little alfa📏
¿Cuál fue tu estatura a los nueve años? ¿Lo recuerdas?
Jimin sí, medía 1.24 metros en aquel entonces. Oh, cuánto le martirizó ser tan pequeño. ¡Todos sus compañeros de la escuela le trataban como si fuera un bebé! Algunos otros hasta le hacían bullying con ello; la mayoría, de hecho.
"¿Necesitas cambiar de pañal, Jimin? Yo le cambio los pañales a mi hermanito, puedo ayudarte".
"Oye cachorro, ¡estás en el grado equivocado!".
"Los bebés son insoportables".
"Los niños chiquitos no pueden jugar con nosotros, Jimin".
Esos son los comentarios que más recuerda. Ah, y tampoco puede olvidar que todo el mundo le trataba como un frágil bebé, ¡era un niño grande y fuerte! De baja estatura aún, pero fuerte al fin de cuentas. Incluso los docentes le daban más atención de la que él quería, cosa que no le gustaba, pero que también muchas veces usó a su favor.
Recuerda que siempre le pedía consejos para ser más alto a su abuelito cada que lo iba a visitar. Una vez, después de un mal día en la escuela, hasta le pidió que le amarrara los piecitos a la defensa de la camioneta y las manitas al poste de la luz para que le estirara el cuerpecito, lloriqueando de coraje e impotencia por las burlas que recibía.
Claramente el abuelo Park se negó.
El cachorro pensaba que todo se debía a que su estatura era muy pequeña, que solo debía ser igual a los demás y todo acabaría, pero entonces llegó un niño nuevo a la escuela, uno que era muy alto.
¡Pero no se rieron de él!
Al contrario, todos querían ser sus amigos, todos querían hablarle, nadie le hacía burlas.
Oh, el pequeño Jimin se puso rabioso ese día. No lo entendía, ese niño también era diferente a los demás, también era un muy, ¡¿cuál era el punto entonces?!
Y sin tener culpa alguna, el niño tímido que prefería tener unos cuantos amigos y no toda la atención de los demás, se ganó el odio de aquél niño pequeño de cachetitos esponjosos que siempre en la hora del recreo le miraba como si quisiera aventarle su lonche a la cabeza, solito en su mesa.
Que por cierto, se preguntaba por qué no se juntaba con nadie en el recreo. Siempre le veía almorzar solo, para luego irse a la parte trasera y solitaria del patio, donde una vez le espió jugando energético a treparse y columpiarse en los árboles.
Él también quería subirse a los árboles, pero mamá le decía que era muy peligroso, pues siendo un niño de huesitos tan largos para su edad, podía fracturarse más fácil.
La duda se resolvió cuando un día que llegó más temprano a la escuela, vio a todos aquellos niños que eran súper agradables con él, siendo muy groseros con Jimin, haciéndole feas burlas sobre su bajita estatura y golpeándole la cabecita.
Aquel momento fue en el que aprendió que a Jiminnie no le gustaban los golpes en la cabeza, parecía ser más delicado en ese aspecto.
—¡Oigan!— gritó el niño más alto de todo cuarto año, haciendo que los otros seis niños que molestaban al más pequeño del grado le voltearan a ver asustados de ser descubiertos como los bullys que eran.—¡¿Qué le hacen?! Dejen de golpearle la cabeza, le duele.
—Yah, al bebé no le duele, ¿verdad?— habló el niño que parecía ser el líder de los abusadores, mirando a Park, quien aún sobándose la cabecita parecía querer arrancarle la nariz de un mordisco.
—Jimin no es un bebé, ¡es tu hyung! Naciste en diciembre, respétalo— demandó con los puños apretados, adentrándose más al salón hasta llegar junto al castaño.
—¡¿Cómo crees que llamaré hyung al enano?!— chilló indignado el niño líder.—Él es quien debe decirme hyung a mí, es tan pequeño que todos parecemos mayores que él.
El más alto resopló enojado, tomado sorpresivamente la manita del castaño.
—No quiero volver a hablarles ni a juntarme con ustedes hasta que se disculpen con Jimin— declaró el pálido con ceño muy fruncido, jalando al otro niño pequeño para que se levantara de su silla, llevándoselo fuera del salón mientras gruñía bajito como el cachorro que aún era.
El castaño adivinó que el niño alto le estaba llevando a la parte trasera del patio de la escuela, aún sorprendido por haber sido defendido por él. En serio, pensó que se uniría a los demás y que también le haría burla.
—Oye— jadeó Jimin.—Caminas muy rápido, me vas a arrancar el brazo~— se quejó, exhausto.
El pálido se giró a mirarlo, notando que iba muy atrás en el paso. Uh, el no estaba caminando rápido, estaba caminando normal; quizás era culpa de sus piernas largas.
—Lo siento— Se disculpó y comenzó a dar pasitos cortos, esta vez siendo alcanzado sin problemas por el más pequeño.—¿Por qué dejas que te peguen en la cabeza?
—Es difícil para mí alcanzarlos y regresarles los golpes.
—Oh— murmuró el niño de cabellos negros, guiándolos a ambos a las banquitas que estaban en la parte trasera del patio.—Bueno, no es necesario que regreses los golpes, ¿le has dicho a la maestra?
—Cuando le dije que me molestaban ella los regañó, entonces comenzaron los golpes en la cabeza— explicó.—Además, no quiero decirle a ningún maestro, se volverán locos y me tratarán como un bebé desamparado que necesita ser cuidado por todos todo el tiempo— dijo enfurruñado, cruzándose de brazos mientras se sentaba en la banca.
El pálido se sentó a su lado. También, notó que los pies de Jimin, a diferencia de los suyos propios, no alcanzaban a tocar el suelo. Sus piecitos quedaban suspendidos en el aire.
Comprendió entonces que Jimin no solamente era excluido por los niños groseros, sino que él solito se alejaba porque no quería ser tratado como un bebé por los demás.
—¿Le has dicho a tus papás?
El castaño negó serio.—Querrán cambiarme de escuela y sé que eso cuesta mucho dinero, solo alcanza para pagar aquí.
El de ojitos finos torció los labios.
—Me llamo Yoongi— le dijo.—Seamos amigos. No dejaré que nadie te trate como un bebé y te prometo que yo no te trataré como uno, ¿vale?
De repente, para Jimin, el niño Yoongi era muy cool. Santa Luna, ya quería invitarlo a jugar en su casa y comer muchos dulces con él.
El más bajito sonrió en grande mientras sentía las cosquillas de una burbujeante felicidad en el pecho y las mejillas, no pudiendo evitar soltar una risita.
—Vale...
Yoongi sonrió también, emocionado.—Bien, ¡ahora enséñame a trepar el árbol!
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El señor Park no podía estar más contento.
Su cachorro era feliz, él lo sabía, sin embargo solo cuando estaba en casa, con su padres, su hermanito menor y su abuelo. De ahí en fuera, a pesar de que su pequeño no se lo dijera y fingiera que todo iba de maravilla, sabía que en la escuela no era igual.
O al menos antes, porque de un día para otro Jimin había llegado de la escuela con una sonrisa de oreja a oreja, preguntándole cuándo podría invitar a un amiguito a la casa, incluso antes de saludarle con un abrazo como de costumbre.
Honjeong estuvo contentísimo ese día, ¡su cachorro al fin mencionaba querer invitar a un amiguito a la casa! Eso nunca había sucedido antes, ni siquiera en sus cumpleaños, pues en estos siempre pedía festejar con su abuelo y sus primos. Por supuesto no tardó en contarle a su alfa, quien se llenó de emoción por completo.
Y cuando los señores Park conocieron al pequeño-no-tan pequeño Yoongi no cupieron en sus cuerpos de la ternura, ¡el niño era un pastelito dulce! Era tan lindo como lo era de alto, quedaron maravillados con la amistad que demostró tener con su hijo mayor. Juntos eran una explosión de carcajadas y bromas divertidas.
Quizá por eso no se sorprendieron mucho cuando Jimin comenzó a gritar a los cuatro vientos lo mucho que le gustaba su mejor amigo. Y tampoco parecía importarle mucho el hecho de que el mismo Yoongi le haya dado a conocer que no sentía esa clase de cariño por él en su corazoncito, claro, siendo lo más amable posible con el menor porque odió la idea de lastimar sus sentimientos y dejar de ser amigos por ello.
El pálido cachorro crecía en tamaño, al igual que la confianza de Mimi por hacerle saber a toda hora lo que sentía su joven corazón.
—Yoonie hyung, me gustas mucho.
Gi apretó los labios, parpadeó varias veces en silencio mientras le cosquilleaban las mejillas, y siguió girando la cuerda de saltar para Jimin.
—Gracias.
El castaño soltó una risita y comenzó a saltar de nuevo.
Para este entonces, Yoongi medía 1.46 metros y Jimin... bueno, Jimin seguía midiendo 1.24 metros.
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¿Recuerdas la primera clase sobre reproducción sexual que recibiste?
Jimin sí, estaba en quinto año, y ese día regresó a su casa enojado.
Esa mañana se le enseñó a él y a todo el grupo las tres clasificaciones en las que podrían presentarse al llegar a la edad de doce o trece años. Alfas, betas y omegas.
Por ser la primera clase en la que se exponía el tema, la maestra explicó a grandes rasgos las características de cada uno, centrándose en las físicas y las fisiológicas, es decir, sus órganos sexuales internos.
Para cuando llegó a casa, Jimin ya no recordaba con exactitud lo que la maestra les dijo, tenía el vago recuerdo de las palabras "otarios" y "perzetamoidez", pero sí que recordaba muy bien otra cosita.
La mayoría de sus compañeros lo molestaron diciéndole que él sería un omega al presentarse.
¡Jimin no quería ser omega! ¡Oh por Luna, no!
Que no le mal entiendan, pensaba que los omegas eran geniales, su papá omega era muy cool. Los omegas eran rápidos y ágiles, olían muy bonito, eran lindos y podían tener cachorros; cosa que a él le maravillaba porque había sido testigo del embarazo de su papá y amaba muchísimo a su hermanito. De por sí su papá era hermoso, ¡creó a una criaturita súper hermosa en nueve meses! Le parecía muy interesante, era como esos juguetes de huevo de dinosaurio que metes en el agua y en la noche el dinosaurio ha salido del cascarón. O como un pokemón sorpresa que se abre a los nueve meses.
Pero los omegas también eran otra cosa en la mayoría de los casos: eran de baja estatura.
Y Jimin quería crecer, no le gustaba ser bajito, le fastidiaba muchísimo tener que jalarse una silla para alcanzar la caja de cereal en la alacena, y aborrecía cuando desconocidos en la calle le hablaban como si fuera un niño de cinco o seis años. Oh, sin evitar mencionar que batallaban para comprarle ropa y zapatos, pues debían conseguirle de edades más pequeñas y muchas veces no le agradaban los modelos.
Por otro lado, por supuesto que señalaron a Yoongi al decir que él muy posiblemente sería un alfa, por su gran estatura.
El niño pálido, sin embargo, expresó que no le interesaba mucho y que le daba igual en qué jerarquía se presentaría.
O eso hasta que, dos semanas después, su madre alfa murió.
Era increíble lo fácil y rápido que la vida cambiaba, el pequeño Yoon aún no asimilaba nada de lo que sucedió. Una mañana se despedía de su madre con un abrazo y un beso tronador en la mejilla, y a la tarde noche le notificaban a su padre omega el incidente sucedido en el trabajo.
Un derrame cerebral. ¿Qué rayos era eso exactamente?
Durante el velorio, Yoongi no supo quiénes estuvieron presentes, o cuánto tiempo estuvo ahí antes de que su padre le enviara a pasar la noche en casa de Jimin, pero sí estuvo muy consciente de algo.
Quería presentarse como un alfa. Debía proteger a su papá tal y como hizo su mamá.
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—Hyung, ¿por qué no me quieres?
Ante la pregunta, Yoongi miró hacia abajo a su mejor amigo. Quiso abrazarle pero se contuvo.
—Yo solo quiero a mi papá.
Jimin era una de las personas más conscientes de lo mucho que había cambiado Gi en cuestión de meses, después de que su madre alfa falleciera. Constantemente actuaba con mucha seriedad e indiferencia, o trataba de mostrarse como un niño muy maduro. Así era su mamá y le parecía muy cool, un día le dijo.
A pesar del gran cambio, Mimi sabía que su mejor amigo sí le quería, sin importar que últimamente le diera ese tipo de respuestas. El caso era que el pálido no le quería de la misma manera en la que él; eso era lo que a veces le entristecía, no la manera de actuar que había adoptado.
—Si crezco, ¿me vas a querer como yo te quiero?— propuso.
El pálido soltó una risilla, tanto incrédula como enternecida, y le acarició los cabellos castaños con cariño.—Si terminas siendo más alto que yo, hasta me caso contigo— Estaba demasiado seguro de que aquello no sucedería.
Jimin abrió sus ojos en grande y sonrió como si se hubiera conseguido el boleto ganador de la lotería.
—Te lo apuesto... ¡e-es una apuesta!— Le advirtió y el otro asintió fanfarrón.—¿Incluso si resultamos ser omegas los dos? ¿O ambos alfas?— habló emocionado el más pequeño.
—Ajá sí, lo prometo.
Dos días después, Jimin le llegaba con la noticia de que se había inscrito en una pequeña escuela de danza. Según que con ello tendría oportunidad de estirarse.
Con el paso de los meses, Gi crecía más y más a una velocidad sorprendente, tomando el puesto del estudiante más alto de toda la escuela y ya no solo de su grado. Era incluso más alto que los niños de sexto año.
Su padre estaba que lloraba de la frustración, a su nene no le duraban las prendas ni los zapatos. A ese paso se quedaría sin poderse comprar calzones por la cantidad de veces que necesitaba renovar el guardarropa de su hijo por una talla más grande, lo cual tampoco era fácil, porque la ropa le quedaba bien de largo pero no de ancho; a Yoongi se le caían los pantalones seguido y usar cinturón para evitarlo era pan de cada día.
Y Jimin ya había crecido también, solo que terminó estancándose de nuevo en la estatura de 1.38 metros. Mientras no practicaba danza hacía toda clase de estiramientos que pudieran ayudarle a aumentar su estatura, pero para su tristeza y decepción, no habían cambios.
Yoongi iba a extrañar que su mejor amigo se midiera con él todos los días, esperando a que llegara ese en el que sería más alto que él y el pálido tendría que cumplir la apuesta, casándose con él.
Para cuando pasaron a sexto año, los padres de Jimin habían recibido una gran oferta de trabajo hasta la otra punta de la ciudad, por lo que tendrían que cambiar de vivienda e inscribir a su hijo mayor en una institución más cercana.
El par de amigos lloró en medio de su abrazo de despedida, aún más sabiendo que ya no entrarían a la escuela secundaria que habían planeado juntos, por el mismo tema de la distancia. Empero, se prometieron ponerse de acuerdo para escoger una preparatoria y estar juntos de nuevo.
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Tal y como habían predicho sus compañeros de la primaria y como él anhelaba, Yoongi se presentó como un alfa a los doce años.
Jimin por su parte, como tanto deseó que no sucediera, al final sí terminó presentándose como un omega. Él, a diferencia de su mejor amigo, tuvo su presentación a los trece años.
Cuatro largos años habían transcurrido desde que los amigos se separaron, sin embargo, no hubo día en el que no mantuvieran contacto por medio de las redes sociales, e incluso llegaron a reunirse dos o tres veces en sus cumpleaños.
Pero ahora, siendo el primer día de la escuela preparatoria, al fin volverían a estar juntos.
Si se lo preguntan, Yoongi estaba muy emocionado por ver a su mejor amigo otra vez. En su cumpleaños no pudieron verse, y tristemente el año pasado tampoco, al igual que el anterior a ese.
Las personas podían ver al alfa de 1.76 metros de altura sostener inquieto las correas de su mochila, torciendo los labios mientras miraba en todas direcciones, buscando con la vista. Su aroma delataba que estaba feliz.
Habían acordado encontrarse en la entrada a la cafetería de la escuela.
Y al cabo de tres minutos, con la boca abierta, Yoongi vio a su mejor amigo en persona otra vez.
—¡Yoonie hyung!— Había gritado Jimin con una resplandeciente sonrisa en el rostro, caminando más rápido hacia él para abrazarle.
Aún dentro de su sorpresa, el alfa aspiró por primera vez el aroma del castaño y le correspondió el abrazo. Santo cielo, ¿por qué olía tan bonito?
Era... era una mezcla de lirios, durazno y fresas. Fresco y dulce.
—¿Te gusta mi aroma?— preguntó risueño el omega al sentirse ser olisqueado por el otro. Yoongi, con la nariz enterrada en su hombro, asintió.—A mí también me gusta el tuyo, hyung— Ambos se separaron, aunque no del todo, solo lo suficiente para que el de labios pomposos sostuviera las mejillas del mayor.—Hojas secas, mandarinas y pan.
—¿Cuándo me ibas a decir lo mucho que creciste?
Jimin sonrió.—Era una sorpresa.
—Y vaya que me sorprendiste.
Justo entonces la campana resonó por todos los pasillos y tuvieron que irse de inmediato al salón para tomar su primera clase -literatura-, esquivando a la multitud de alumnado. Por suerte, los dos amigos habían quedado en el mismo grupo.
Si es que tener suerte significa que el director sea primo de tu papá y te haya dado palanca a quedar en el grupo de tu elección.
Durante las primeras horas de la mañana estuvieron muy ocupados entre presentaciones, explicaciones e introducciones, por lo que no tuvieron oportunidad de charlar mucho entre clases, así que les fue necesario esperar hasta la hora del descanso.
—Por Luna, ¿cuánto mides ahora?
Por vez primera, era Yoongi quien se colocaba hombro a hombro contra Jimin para comparar estaturas.
El omega soltó una risita.—Un metro con setenta centímetros.
—¡Solo nos diferenciamos por seis centímetros!— exclamó el pálido con una sonrisa sorprendida.—Recuerdo que cuando íbamos en la primaria no alcanzabas a tocar el piso cuando te sentabas.
El castaño volvió a reírse.—Ahora mis piernas son largas— Y con un perfecta postura, balance y fuerza, alzó la pierna derecha en alto, como todo el bailarín que era.
Santa Luna, Yoongi pensaba que se le iba a trabar o romper su propia pierna si intentaba levantarla así de alto. La admiración que sentía era real.
En realidad, convivir el resto del descanso no fue tan extraño o nuevo, lo sintieron como si lo hubieran estado haciendo así desde siempre, a pesar de que sus conexiones siempre habían sido por mensajes o llamadas en los últimos cuatro años.
Lo que sí fue nuevo, al menos para Yoongi, fue notar el gran cambio del Jimin que conoció en la primaria y que vio por última vez hace dos años y medio, al Jimin de ahora.
Claramente era muy distinto. Presentarse como un omega le había brindado cambios que no podía ignorar, era todo un adolescente, un joven. Eso sí, seguía siendo igual de encantador y risueño que siempre.
Se sintió un poco raro por prestarle atención a ello, no creía que Jimin estuviera dándole la misma atención a él en ese sentido, así que paró de analizarlo y lo dejó pasar.
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Un mes había pasado y Jimin había crecido dos centímetros más.
Ahora tenían varios amigos más, habían dejado de ser un dúo para convertirse en un grupo. Al principio fue difícil, no estaban acostumbrados a ello, pero ya no podían imaginarse estando sin uno de sus nuevos amigos.
Y así como habían sucedido cambios durante ese mes, Yoongi no podía evitar sentirse extraño ante Jimin. Se sentía diferente.
Ah, no podría explicarlo, incluso no se permitía pensarlo, solo lo sentía y estaba consciente de ello, pero ahora era incapaz de no prestarle más atención de lo normal a Jimin cuando platicaba y sonreía con Taehyung, uno de los nuevos amigos que tenían.
Era diferente que con él, pero no le molestaba, al contrario, le gustaba poder ser espectador de cómo chismeaba con el otro omega de piel canela, de como de pronto los dos eran tan espontáneos. Le gustaba ver a Jimin desenvolviéndose con el resto de sus amigos, el cómo tenía una emoción distinta para hablar con cada uno, como si tuviera un cuidado y atención que había sido moldeado de acuerdo a cada persona.
Y le gustaba que el omega planeara con él hacerle bromas a los demás.
Para cuando dos meses habían transcurrido, Jimin se había estirado otros tres centímetros. Min seguía midiendo 1.76 metros.
En este punto en el que volvían a estar juntos resultaron ser más mimosos entre sí de lo que alguna vez llegaron a ser cuando eran cachorros. Les resultaba algo tan natural. Uno simplemente llegaba y abrazaba al otro mientras éste hacía lo que sea que estuviera haciendo, incluso charlando con otra persona.
Es decir, no era como si acapararan la atención del otro, simplemente se acercaban a abrazar en silencio. Ya las personas de su entorno estaban acostumbradas a ello.
Por alguna razón, Yoongi no podía dejar de tocar a su mejor amigo. Así fuera solo agarrarle el cuello, el hombro, acomodar su cabello o sentir la textura de su playera; no podía mantener sus manos alejadas de él. Como si fuera un imán. Todo el tiempo quería contacto físico, mimos, abrazos, tomarse de las manos, lo que sea, pero hasta el momento se limitaba a lo anterior y a los abrazos.
No entendía por qué le parecía tan atrevida y descabellada la idea de tomar su mano.
También, a pesar de que ya estuvieran juntos otra vez, las llamadas y mensajes diarios no se habían detenido. Muchas veces solo estaban haciéndose compañía a través de una videollamada mientras ordenaban sus habitaciones y soltaban uno que otro comentario, pero era algo tan de ellos que ni vueltos a reunir lo habían dejado.
Se habían vuelto más cercanos que antes. El alfa acompañaba al menor todos los días a sus ensayos de danza, no importaba que regresara más tarde a su casa. No le molestaba ya no sólo llegar y tirarse a dormir en su cama como solía hacer antes en la secundaria.
Y era lindo cómo sus familias preguntaban por el otro.
Para el tercer mes, Jimin había vuelto a crecer tres centímetros más. Medía 1.78 metros, finalmente era más alto que Yoongi.
Y entonces, Gi ha caído en la realidad de que le gusta su mejor amigo, que le gusta mucho.
Park era mucho más confianzudo que antes, por lo que solía jugarle varias bromas. El caso es que ni una le molestaba, no importaba qué tan pesada fuera. Había descubierto que tenía una debilidad por el de labios pomposos, una peligrosa.
Quizá por eso ahora se sentía más torpe en su presencia, o se ponía nervioso ante actitudes y acciones que, en realidad, Jimin siempre había tenido con él.
¿Por qué de repente se interesaba mucho en que el castaño usara sus sudaderas? ¿Por qué se ponía nervioso cuando acercaba mucho el rostro al suyo? ¿Por qué ardía en la necesidad de tocarlo? ¿Por qué se fascinaba tanto al verlo en sus ensayos? ¿Por qué su corazón latía fuerte cuando lo escuchaba reírse? ¿Por qué su lobo se regocijaba cuando el chico se apoyaba en su hombro repentinamente? ¿Por qué ahora los abrazos repentinos los sentía tan especiales?
No había otra explicación, Jimin le gustaba.
Sin embargo, esa no era la única novedad que había acompañado al de labios pomposos rebasando la estatura de su mejor amigo.
Ahora resulta que recibía burlas por, irónicamente, ser alto.
Para su edad, Jimin era un omega más alto que el promedio, y aunque en un principio eso lo hizo sentir bien y después dejó de importarle, ahora le causaba una gran inseguridad.
En todos lados vendían la idea del romance, y sus hormonas no ayudaban mucho, así que sí, él quería sentirse enamorado y sentir lo que era ser el enamorado de alguien más, ¿y qué? Lo aceptaba, su lobo quería una pareja y muchos mimos. Por lo que sentirse rechazado por alfas y betas a razón de su estatura le desanimó mucho. Ser tan alto le hacía sentirse desnudo y expuesto en un mar de gente.
Una vez, mientras estaba junto a sus amigos en la cafetería, un alfa se acercó para ligarle, y cuando Jimin se levantó, terminó diciéndole cosas hirientes al notar que era más alto que él.
"¡Wow, eres todo un Gulliber! ¿Sabes qué? Olvídalo. Los alfas no preferimos salir con omegas más altos que nosotros, son raros. ¡Pero nada personal, eh! Adiós, gigante".
Park quiso fingir que no, pero aquello le había decaído mucho. De pronto no podía dejar de darle vueltas.
Esa fue la primera vez que Yoongi sintió ganas de golpear a alguien. Desafortunadamente, hubieron más ocasiones en las que deseó hacerlo.
Todo el mundo, fueran alfas, betas u omegas, le soltaban comentarios pasivo-agresivos a su mejor amigo, ¡incluso los de último semestre! Santo cielo, ya no eran unos niños para hacer ese tipo de cosas, pero ahí estaban, comportándose como una bola de inmaduros y crueles.
Min, junto a los demás amigos, solía defenderlo de los comentarios, y trataba que Jimin no los escuchara o se enterara de ellos, pero era imposible, claro que el omega se daba cuenta.
Una de las cosas que Yoongi no pudo evitar o cambiar, fue que a Jimin ningún alfa o beta le invitó al baile que se hacía cada año en la escuela. Y armándose de valor, se propuso a hacerle la propuesta más atenta y ridícula que se le pudo ocurrir.
Llegar en traje formal a la escuela en un día común de uniforme con una corona de flores, bailarle y cantarle cómicamente con un cartel en manos a mitad del pasillo había sido vergonzoso, más aún cuando a Hoseok se le cayó la caja en donde venía el traje que Jimin usaría, uno que combinaba con el suyo. Empero, malditamente había valido la pena.
La risotada encantadora que Jimin había soltado con su propuesta hizo que valiera la pena, sin evitar mencionar el abrazo que le dio.
A pesar de todo y de lo tímido que era para hacer esa clase de cosas en público, el alfa se había decidido por hacer tal propuesta en presencia de todo el alumnado porque quería que todos vieran que él había invitado al baile a Park Jimin. ¡Mierda, claro que sí!
El problema fue que, un día antes del baile, Yoongi se cayó en las escaleras de la escuela y se torció el tobillo.
Nunca antes tuvo tantas ganas de golpearse a sí mismo.
Y nadie tenía que saber que se había distraído al bajar las escaleras porque vio a Jimin vestido como un dios griego a final del pasillo. Literalmente. El omega había interpretado a Eros en un proyecto teatral y, oh santa Luna, debía ser ilegal que alguien se viera así de precioso.
Claro que en el baile Hoseok, Nam, Kook, Jin y Tae lo habían levantado de la silla para que fuera a bailar con ellos en la pista, pero Jimin terminaba regresando a su lado porque no quería acaparar a sus amigos para que bailaran con otras personas y porque no quería dejarle solo.
Viendo a Jimin aguantándose estar cabizbajo y escondiendo el semblante decepcionado, mirando con ojitos anhelantes al resto bailando, Yoongi nunca antes se sintió tan miserable que en ese momento por no poder bailar.
En serio, ni siquiera le gustaba mucho, era bueno haciéndolo aunque no lo prefería, y en esos momentos odiaba tanto no poder bailar.
Ah, ¿qué importa?
Se levantó de su silla junto con las muletas y le tendió la mano al omega, éste le miró confundido.
—Ven, vamos a la pista.
—Hyung, no puedes bailar, estás lastimado del tobillo— le dijo con preocupación brillando en su mirada, extendiéndole las manos para que las tomara y hacerle volver a sentarse.
—Claro que puedo. Mira...— Dejó las muletas apoyadas en la silla y le miró sonriente.—, tengo un movimiento nuevo que tú no te sabes, se llama "El paso del lisiado".
El pelinegro hizo balance sobre su tobillo sano y cuando estaba por inventarse algún paso tonto que sacara una risotada a su mejor amigo, el equilibrio le falló y para evitar caerse se apoyó... en su tobillo lastimado.
Por suerte, el quejido desgarrador de dolor que Yoon soltó fue opacado por la fuerte música que sonaba en el salón.
Jimin se levantó rápido para abrazarle y ser su apoyo, haciéndole dejar suspendido en el aire el pie derecho. Entonces, con el alfa lloriqueando como un cachorro en su hombro, soltó una risotada por lo torpe y dulce que le parecieron sus acciones e intenciones.
El castaño sí se había reído, así que Yoongi había cumplido su cometido de todos modos. Ahora no podía importarle menos el tirón de dolor que aún sentía en su tobillo.
Al final, ambos se quedaron en esa posición, abrazados, y se balancearon ligeramente al ritmo de la música.
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Después del baile y la recuperación del tobillo de Yoongi, habían ocurrido cambios importantes en la relación de los mejores amigos. Eran pequeños, pero ahora parecía que para Jimin las acciones también ya tenían un significado más profundo.
Por ejemplo, Yoongi sabía que el omega no solía saludar o despedirse de besos en la mejilla, incluso han habido ocasiones en las que le cuenta cuando alguien lo ha hecho y cómo se ha sentido incómodo con ello. No era algo suyo, simplemente no lo acostumbraba, pero de un momento a otro había comenzado a hacerlo con él.
El pálido recuerda que, la primera vez que sucedió, todo el mundo le preguntaba por qué estaba todo colorado, que si estaba enfermo o algo por el estilo.
También, el omega le miraba y le hablaba diferente, no sabría explicarlo, pero era más confidente, más suave, más dulce de lo que ya era su personalidad.
Eran detallitos, como juguetear con las manos ajenas, acariciar de más el cabello del otro, sonrisas y susurros cómplices; pero ahí estaban. Incluso habían adoptado la maña de acariciarse las mejillas y el cuello con la punta de la nariz en medio de un abrazo.
Estaban aterrados, claro que sí. Temían decirle al otro lo que sentían y saberse no correspondidos, odiaban la idea de que su amistad se rompiera.
Sin embargo, fue Jimin quien se armó de valor primero.
Llevaba días dándole vueltas en la cabeza, y justo en esos momentos, estando sentados en la silenciosa biblioteca, de la nada le había llegado la duda de qué pasaría si le contara cómo se siente, y la valentía acompañada de la curiosidad le cosquilleó en las yemas de los dedos.
—Hyung, ¿hay alguien que te guste?
La pregunta le había tomado por sorpresa, había sido demasiado repentina, Min supo que el castaño se dio cuenta de ello en su mirada nerviosa.
—¿Por qué preguntas?— Intentó sacarle palabra.
Jimin se encogió de hombros y jugueteó con la pasta del libro que tenía a su lado.—Estaba recordando que ayer vi a una chica declararse a otra a la hora de salida, por las jardineras que están en la puerta— comenzó a decir.—Me puse a pensar cosas y me he dado cuenta de que nunca me has dicho que alguien te gusta. Solo es curiosidad.
Pff, mentira.
—¿Y a ti?— Jimin alzó las cejas, sin comprender.—Tampoco me has dicho si alguien te gusta.
—Oh, claro que sí te he dicho— reprochó.—¿Recuerdas? Desde chiquito me la pasé gritándote "¡Yoonie hyung, me gustas!~"— dijo con voz aguda, imitándose a sí mismo cuando era niño.—Papá decía que no tenía vergüenza, y como no sabía qué significaba eso, yo estaba súper orgulloso.
El de ojos finos soltó una risilla por lo bajo, asintiendo de acuerdo con el recuerdo.—Pero eso era cuando estabas chiquito... ¿o sigue siendo igual?
—Ah no, ¡no me has contestado!— le dijo en cambio, quizás en un volumen más alto del que debería, porque una de las prefectas que andaba rondando le chistó.—No me has contestado. ¿Te gusta alguien?
Yoongi se aguantó una risa de lo tan interesado que el menor se veía al respecto, y asintió.—Sí, me gusta alguien— dijo al fin.—Hicimos una apuesta de casarnos si él terminaba siendo más alto que yo. Creo que es culpa de eso el que ahora me guste tanto.
Jimin dejó de lado la mueca juguetona y se sonrojó. Le miraba casi como si le preguntara si estaba hablando en serio. Yoongi asintió otra vez.
Sin decir ni una palabra, ambos se levantaron de la mesa en la biblioteca y salieron juntos del lugar, encaminándose rápidamente hacia el cuarto de enfermería.
Se adentraron al lugar, se dirigieron a la báscula con medidas incluidas, y fue el alfa quien primero consultó su estatura.
1.76 metros todavía.
Luego siguió Jimin, se subió a la báscula y con ayuda del pálido se colocó la regla sobre la cabeza.
1.78 metros con 5 milímetros.
—Esos dos punto cinco centímetros son los culpables de que me gustes tanto.
El omega, estando encima de la báscula, se giró a mirar al pálido y este ya estaba estirándose a sostenerle el rostro suavemente para juntar sus labios con los suyos.
Entonces la enfermera de la escuela entró repentinamente, acompañada de una alumna que se notaba no se sentía bien. La mayor les miró con una ceja alzada, reprobatoria.
Ambos coincidieron en querer reprimir una sonrisa al morderse el labio inferior y se disculparon avergonzados antes de salir de ahí con las manos entrelazadas.
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Al principio de su relación todo había sido lindo, lleno de sonrisas apenadas, sonrojos y primeras sensaciones.
Sin embargo, ahora había que enfrentar algo que ya habían enfrentado antes, pero de manera distinta.
—Amor, ¿te duele la espalda?
Jimin miró a su novio con el ceño fruncido en confusión mientras iban caminando lado a lado en el centro comercial, sus manos estaban unidas flojamente.
Sin comprender bien a qué se refería, el castaño negó confundido. Aunque no estaba siendo sincero.
El alfa detuvo el paso, haciendo por consiguiente que el otro también dejara de caminar.—Es que llevas todo el rato con la cabeza agachada, ¿sucede algo? ¿He dicho algo que te ha incomodado? ¿Hay algo que te preocupa?
El más alto de inmediato se irguió con normalidad y negó.—No, no. Todo está bien— le dijo. No quería que se preocupara o se hiciera ideas erróneas.—Solo... me he estado distrayendo con las líneas del suelo.
Yoongi hizo un "Aaah" en entendimiento. Conocía bien a su novio, y sabía que eso solía suceder, por lo que no hubo lugar a cuestionamientos.
Siguieron caminando hasta que llegaron al kiosco de los helados y malteadas.
Unos momentos más tarde, abandonando a Yoongi en la fila para comprar, el castaño miró algo magnífico en la vitrina de la tienda que estaba justo a cuatro metros a la derecha de distancia y se acercó a ella como si se tratara de polilla hacia la luz.
—¿Jimin?
Pero el omega no le escuchó, no cuando unos preciosísimos botines negros de tacón alto se habían vuelto todo su centro de atención.
El chico se desconectó de todo, imaginando lo genial que sería ponérselos. Imaginando cómo sería tenerlos entre sus pequeñas manos.
Solo volvió a prestar atención a su entorno cuando un helado de galleta se atravesó en su campo de visión.
—¿Te gustan?— preguntó Yoongi a su lado, lamiendo su helado de fresa tranquilamente.
—¿Eh? Oh, no. No, claro que no— Negó de inmediato, muy insistente, en tanto tomaba su helado.
El alfa dio una última lamida a su cono y lo dejó de lado, apoyando su peso en la pierna derecha y mirándole acusatorio con la ceja alzada.—A ver, ¿qué sucede? Has estado actuando extraño, y no es reciente. Todo el tiempo estás encorvado a mi lado, te la vives usando pantalones a la cadera cuando los detestas y adoras los de tiro alto, ya no usas tus Converse favoritos de plataforma, y a nadie engañas, tus ojos casi sueltan estrellitas al mirar esos botines— Jimin se mordió el labio inferior, mirando fugazmente a través de la vitrina.—Si tanto te gustan, vamos a comprarlos— dijo el alfa antes de girar el cuerpo con las intenciones de entrar a la tienda.
—¿Qué? ¡No!— El omega le detuvo.
—¿Entonces no te gustan?
—No es eso, me encantan, pero... ya sabes, los zapatos altos no van con gente alta.
—¿Y por qué no? Si algo te gusta te lo pones y ya.
—Hyung, soy un omega que mide 1.83 metros, los botines no se me verán bien. Solo los alfas se ven bien intentando parecer más altos.
Ah, con que eso era.
Yoongi alzó la mano para peinar su flequillo detrás de la oreja con dulzura.—Amor, ¿quién te dijo eso?
El castaño desvió la mirada.
—No me gusta ser un omega más alto que el promedio, hyung. Los alfas me miran raro cuando pasan a mi lado y se dan cuenta de que mido más que ellos— le confesó.
—¿Acaso yo te he mirado raro, cielo?— El otro negó rápidamente.
Jimin sabía que Yoongi jamás le había juzgado y que jamás le juzgaría por su estatura, pero aún así existía en su interior una pequeña pero muy fastidiosa y puntiaguda inseguridad.
—Es que...— Suspiró, intentando pensar mejor.—Sé que me amas, pero...
—Lo hago— afirmó Min en medio de las palabras ajenas.
El omega sonrió minúsculo y prosiguió.—Pero no puedo evitar armarme la tonta idea de que un día conozcas a alguien más, alguien que mida mucho menos que yo— Se sinceró.—Y... no lo soportaría. No solo perdería a mi alfa, sino también a mi mejor amigo. ¿Comprendes?
—No es una tonta idea— le consoló.—Te incómoda y es importante, no tonto— Le sostuvo la mano libre, entrelazando sus dedos con seguridad.—Y te digo algo...— Se puso de puntas para alcanzar acercarse a su oreja derecha y susurrar ronco:—, tu gran altura me parece tremendamente sexy.
—¡¿Qué?!— Apenas pudo exclamar Park cuando un ataque de risotadas apenadas le golpeó, sintiendo cómo el calor corría a sus mejillas a una velocidad impresionante. La risa fue tanta que se echó unos pasos hacia atrás y le soltó la mano.
—¡Lo digo en serio!— insistió risueño el pelinegro.—¿Te has mirado las piernas? Santa Madre Luna, por favor no dejes de usar tus pantalones favoritos por querer simular que son más cortas— habló con tono exageradamente dramático, causando más carcajadas en el otro. Luego le abrazó la cintura con su brazo libre.—El día que yo te deje por alguien más, preocúpate, porque ese no seré yo, será mi clon malvado— Cambió el enfoque de la conversación, siendo un poco más serio en su tono.—Y en el caso hipotético de que eso suceda, nunca olvides que jamás te voy a abandonar. Tú y yo somos mejores amigos, si nos besamos o no, no lo cambiará nunca.
Jimin sonrió con las mejillas aún rojas y su aroma se endulzó. Se inclinó a besar los labios del alfa, suave y lento, enamorado.
Yoongi soltó un bajo gruñido de gusto y dio un contacto más.
—Ahora nos vamos a terminar los helados para poder entrar a la tienda y compraremos esos botines de tacón alto. Te verás grandioso con ellos.
📏
¿Cuál fue la última apuesta que hiciste? ¿Cuál fue la más grande e importante?
La de Yoongi, fue apostar casarse con su mejor amigo si éste resultaba ser más alto que él. Y vaya que Jimin terminó siendo más alto que él, pues ahora medía 1.93 metros.
Apenas terminaron la universidad la apuesta fue saldada, literalmente. Solo había pasado una semana desde la ceremonia de titulación cuando celebraron su unión matrimonial, todo había sido tan lindo en un lugar pequeño, lleno de lirios y hojas secas.
Algunas personas chismosas especularon que se habían descuidado y que el omega había quedado en cinta por accidente, pero no podrían estar más lejos de la realidad. Los ahora esposos simplemente no quisieron esperar más, y demostraron que las bocas que se llenaban de puros rumores estaban equivocadas, cuando los meses pasaron y pasaron sin presencia de un cachorro.
Jimin había terminado su licenciatura en danza y ahora era profesor, mientras que Yoongi también había logrado lo que más le gustaba: el diseño de interiores.
La parejita vivía feliz en un departamento sencillo, eran un equipo y las discusiones solían ser en bromas. Todas las parejas tenían dificultades, y ellos siempre trataban de enfrentarlas lo mejor posible, mejorando como personas y en su matrimonio.
Aparte de sus profesiones tenían un negocio ocasional de ropa, Jimin la diseñaba y Yoongi la confeccionaba.
No solo eso. Debido a su estatura, Jimin tenía dificultades para conseguir ropa de su talla. Si la ropa le quedaba de largo, era demasiado grande de los lados, y si le quedaba de ancho no le daba del largo. Por lo que Yoongi solía encargarse de confeccionar las prendas de su esposo.
El omega pensaba que su alfa no podía ser más atractivo hasta que eso sucedió, y luego se sumó el hecho de que decidió inscribirse a clases de boxeo. ¡Oh, Santa Luna!
No había nada más lindo que un par de esposos que babean por el otro.
—Sin duda tomas alcohol como si fuera agua.
Jimin soltó una risita cuando dejó el tarro de cerveza vacío sobre la mesa.—Creo que yo también voy a pasar al whisky. Pediré el mismo que tú, hyung.
—Si quieres voy yo por él, hoy tuviste varios ensayos seguidos y seguro te han de doler mucho los pies— Se ofreció el alfa, ya en proceso de ponerse de pie.
—No te preocupes— Le detuvo el de labios pomposos.—Quiero ir al baño antes de pasar a pedir, de todos modos. No voy a tardar.
—Okay, ve con cuidado— Asintió Yoon antes de jalar el hombro de su esposo para besarle los labios una vez.
El castaño sonrió sobre los labios ajenos y finalmente se alejó, caminando con un coqueto y juguetón balanceo en sus caderas, mirándole sobre su hombro antes de soltar una carcajada acallada por el alto volumen de la música en el club y seguir su camino.
En el baño, después de hacer sus necesidades, se retocó su imagen frente al espejo y se tomó un par de fotos, enviándoselas a Taehyung para que le ayudara a escoger. Unas dos las subió a sus historias de Instagram, seguidas de un par de fotos y videos junto a su alfa.
Una vez ya en la barra de tragos y después de pedir, solo le quedó esperar a que el bartender regresara con la botella.
—Hola, precioso.
El castaño sintió un cuerpo apegándose a su espalda, su omega se erizó y una corriente eléctrica recorrió todo su sistema, poniéndolo alerta ante el desagradable acercamiento de un alfa desconocido.
Jimin se giró de inmediato, topándose con un hombre más alto que él quizá por cuatro o cinco centímetros, pero no por eso le intimidó.
—Aléjate. No me interesas en lo más mínimo— le dijo directamente, interponiendo sus manos para sacarlo de su espacio personal.
—Por favor precioso, vi cómo movías tu culo para mí.
Jimin arrugó el gesto con desagrado.—Ni siquiera te estaba mirado a ti, imbécil— Aclaró sin saber de dónde había sacado tal tontería. Hasta ese momento era consciente de su patética existencia.—Estaba mirando a mi alfa, ¿qué no ves que estoy casado y marcado?
—Ow, estoy seguro de que no le importará— refutó sonriente y Jimin arrugó la nariz incómodo al percibir el aroma ajeno potenciándose en un tonto intento de seducirle. No le gustaba para nada su aroma.—A mí no me importa que seas casado o que lleves una marca en tu bonito cuello, yo puedo hacerte varias mejores... ¿qué opinas, uh?
—Opino que te vendría bien lavarte los dientes, y que a mi alfa no le gustarán nada las cosas que dices con tu patético intento de voz ronca.
—Y tiene razón, no me gustan.
El desconocido se giró a enfrentar a la voz a sus espaldas, sin embargo, tuvo que bajar un poco la mirada, y entonces se carcajeó.
—¿En serio, dulzura? ¿Estás con este enano?— Se rio el hombre al dirigirse a él de nuevo, señalando a Gi con su dedo pulgar.—Eres toda una perra que merece que la satisfagan bien, y dudo que este enano te joda como puta.
Y con una mirada de desagrado, Jimin observó cómo su pequeño alfa se le aventaba a la yugular al idiota frente suyo.
📏
—¿Qué tendrán los alfas que piensan que piropeando a un omega con insultos, va caer rendido a sus pies?
—Yo qué sé, pero es ton-... ¡ay!~— Lloriqueó Yoongi cuando el pelirrosa le presionó la herida en su labio con el algodón humedecido en alcohol etílico.
—Sh. Aguántate— chistó con el entrecejo fruncido y una trompita de labios abultados.—Sabes que no me gusta que te pelees, hyung— Le regañó cuando regresó con su labor.
—Ese desgraciado te llamó de esas horribles maneras y eso no lo iba a permitir— Recordó el alfa con los puños apretados.
"Nunca de los nunca, jamás, insultes a un omega. Mucho menos le llames puta, perra o zorra".
Eso le había enseñado su madre alfa hace mucho tiempo, quizá tenía como seis años; luego de que ésta defendiera a una omega en la calle que había recibido tales comentarios obscenos por parte de un idiota.
—Ajá, pero no eres un hombre de las cavernas— contradijo Jimin y se separó un poco para mirarle a los ojos.—Dime, ¿lo eres?— inquirió con su ceja derecha alzada.
El alfa bajó la mirada como niño regañado y negó.—No...
—Eso pensé— Asintió y volvió a presionar el algodón.
—Como quiera le gané— murmuró berrinchudo.
Jimin se aguantó una sonrisa presionando sus labios entre sus dientes. Ver a Yoongi pelear contra tipos de uno ochenta o más a veces era como ver a un gatito atacar. Reconocía que era divertido pero no dejaba de ser una pelea.
Por suerte no les habían vetado del lugar. No a ellos, solo al idiota acosador.
—Sí, yo sé que te crees mucho con tus clases de boxeo, y también te hacen más sexy de lo que ya, pero no significa que debas usarlas— Volvió a regañarle pellizcando su mejilla con su mano libre, ganándose un quejido dramático.—Además, yo bien podía con ello, alfa. No necesitaba que me defendieras.
—Amor, yo te defiendo porque quiero, no porque lo necesites.
El omega rodó los ojos y le tomó el rostro con ambas manos, abultando un poquito las mejillas pálidas con la fuerza gentil de sus dedos.
A Yoongi le parecía curioso que su omega midiera un metro con noventa y que sus manos fueran tan pequeñas y rechonchas aún así.
El menor le soltó un gruñido exasperado.—Me caes mal. Cuando dices cosas como esas no puedo enojarme contigo por mucho tiempo— exhaló con el ceño fruncido y luego juntó sus bocas para un beso.
Beso que se vio interrumpido por otro quejido adolorido del mayor.
—Uy, cierto. Lo siento, hyung— se disculpó con una risita apenada el más alto, acercándose para dar un besito muy delicado sobre el labio inferior roto de su esposo.
Yoongi sonrió encantador y Jimin se preguntó cómo es que aún herido se veía tan malditamente atractivo.—Disculpa aceptada.
Una vez que el más alto terminó de hacer las curaciones al otro, el joven matrimonio salió del baño de la habitación y se dirigieron a la cama, metiéndose bajo las mantas y acurrucándose para dormir, compartiendo un par de besos sosos y cariñosos hasta que el sueño les venció.
En la calle aún habían personas que les miraban indiscretos, señoras murmurando, alfas betas y omegas sonriendo burlescos por las diferencias de estatura fuera de lo socialmente aceptado, gente envidiando la seguridad del castaño al no querer simular ser más bajo.
Pero a Min Jimin no le importaba nada, no mientras era feliz con su pequeño alfa.
Holaaaa💕
¿Cómo han estado? Yo llevo unos días enferma de gripe pero ya estoy saliendo y estoy por acabar mi temporada de semestrales, ya casi tengo mis vacaciones c:
¿Cómo vivieron el comeback de los chicos? Yo lo amé, todo fue muy hermoso y emotivo, me encantaron las referencias y me la re viví con los demos, ¿cuál fue su favorito?
Pues esta es la celebración por los 300 seguidores, bastante atrasado de hecho, pero el fin de semestre me tuvo de su esclava y no tuve mucho chance xd
Ayuda, entré al mundo de la lectura omegaverse y no hay salida JAJSJJAHS
En fin, espero les haya gustado este One Shot, muchas gracias por el apoyo que me han dado, y no olviden mencionarme con confianza si ven algún error c:
¡Cuídense muchoo!💕
—Adem📏
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