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╰ ➤ LEVI ACKERMAN ; safe and sound

ONE SHOTS | SHINGEKI NO KYOJIN
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Se utilizará como base de escritura mi fanfic "Bleeding Out" que está centrado en el personaje de Levi.

Se utilizarán el diseño de Akame de "Akame Ga Kill" para el personaje de Izaro.
Inspirado en la canción "Safe And Sound" de Taylor Swift.

dedicado a -daniix
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SAFE AND SOUND

Izaro tenía su rostro manchado de sangre.

No era algo raro para ella, en realidad, se había acostumbrado incluso al sabor de la sangre en sus labios. Prefería no saber de quién pertenecía esa sangre, su mente ya estaba lo suficientemente perturbada como para conocer otros detalles que le harían más mal que bien. Simplemente se quedó mirando los restos de titanes y de sus compañeros que habían en el suelo, mutilados y que juntos formaban un baño de tintes carmesí, similares a sus ojos.

Ella sencillamente se quedó sentada de rodillas, con la espalda firme y sus músculos tensarse hasta el límite. Cuatro años habían sucedido desde que formó parte de la Legión tras su graduación como cadete, pero todavía seguía sintiendo aquel vacío en su estómago tras una misión que, en general, podría considerarse un fracaso. No debía sentirse así, pero era inevitable. Y no era tanto por su lado como soldado, de eso se había medianamente acostumbrado a través de tácticas para obligar a su mente en aceptar la realidad; se sentía así por ese maldito legado que había prometido en la tumba de su bisabuelo, aquel donde dijo que sería el siguiente orgullo de los Xion y la que daría paso a una siguiente generación de leyendas como la que creó Isaac, si bisabuelo.

Oh, este tipo de cosas le hacían desear haber nacido en otra familia, con otro apellido. Probablemente el noventa y cinco por ciento de sus problemas se solucionarían con eso.

Su mirada solo se enfocaba en el campo de batalla: cuerpos desplomados de ambos, humo que daba a entender que los titanes se estaban evaporando tras sus respectivas muertes y un nauseabundo olor que a más de uno revolvería el estómago. Era desolador, desesperanzador y, para su desgracia, era el pan de cada día en un mundo como aquel donde vivía. Oh, y eso que había visto cosas peores detrás de las paredes de su hogar.

—Están muertos todos... —murmuró a sí misma, sin percatarse de que Levi Ackerman aterrizaba con precisión a escasos metros de ella. Su mirada afilada recorrió el escenario.

—¿Estás herida? —preguntó mientras sacaba su pañuelo, limpiando la parte superior de sus ojos para asegurarse de que no existiera cortadas en su frente. No la miraba directamente, tampoco cambiaba su expresión fría, era simplemente su manera de mostrar su preocupación por ella sin necesidad de evidenciarlo.

—Sí —Izaro decidió mirarlo para mostrar esa perfecta sonrisa falsa que todos creían, una dulce y hasta sensual, que pretendía disimular una faceta despreocupada de la mujer con tal de exponer que no importaba la situación, era una Xion que otorgaría orgullo y satisfacción a todos que la rodearan. Si ella se mostraba bien ante lo sucedido, sería suficiente.

—Sí —Izaro decidió mirarlo para mostrar esa perfecta sonrisa falsa que todos creían, una dulce y hasta sensual, que pretendía disimular una faceta despreocupada de la mujer con tal de exponer que no importaba la situación, era una Xion que otorgaría orgullo y satisfacción a todos que la rodearan. Si ella se mostraba bien ante lo sucedido, sería suficiente.

Pero a Levi le costaba a veces creer en esa sonrisa. Todo por culpa del tiempo que llevaba conociéndola. ¿Alguien podría culparlo? La respuesta era no. Las veinticuatro horas del día le permitieron notar pequeños rasgos que se ejecutaban en su femenino rostro cuando había algo que ocultaba: un acelerado y repetitivo parpadeo, una leve tensión en su mandíbula y un ladeo en su cabeza. Ah, las señales finalmente aparecieron y dieron al clavo.

Izaro Xion era una mentirosa patológica, pero el mundo lo desconocía; nadie, ni siquiera el propio Levi, sabía a qué nivel se encontraba ella en el talento de mentir. Pero tenía una falla: cuando mentía sobre estar bien, por alguna razón, se delataba la mentira.

Bajó la mirada por unos segundos, sus verdaderas emociones parecían amenazarla con exponerla y prefirió ocultarlas apenas las vió manifestadas. Agradeció mentalmente que había comenzado a llover, ya había aprendido cómo disimular lágrimas y hacerlas pasar por simples gotas de agua que caían sobre su rostro, aunque al final no lloró por más que sus ojos se nublaran por culpa de ellas. Los años le hicieron aprender a realizar buenas fachadas, forjadas con elegancia y buena precisión para calcular el segundo ideal para dar con la falsedad. Era una excelente armadura para esconder qué realmente sentía, pero cuando estaba frente a Levi y su calmada personalidad fría, por alguna razón, su armadura se oxidaba a los segundos y no tenía otro escape que sostener una temblorosa sonrisa.

Luego, un cañón con cierta señal de humo apareció. Eso le trajo paz a ella.

—Hora de irnos —murmuró, forzando más la sonrisa mientras daba una media vuelta antes de irse. Fingió seguir estando bien ante la vista de los demás soldados y cuando llegó donde su caballo Mikaela, simulando que le haría una muestra de cariño, dejó derramar un par de lágrimas—. Soy una Xion, Mikaela... No debería llorar...

—Esas cosas que te enseñaron los Xion por culpa de tu bisabuelo... no sirven de nada si aquello te termina lastimando, ¿no lo has pensado? —Levi estaba detrás de ella, la había seguido. Izaro dio un brinco de sorpresa apenas escuchó su voz y tensó su mandíbula pensando que era lo ideal para sacar como mentira.

Él guardó silencio por un momento, su mirada seguía firme en la de ella, como si intentara excavar hasta su interior para descifrar qué era lo que estaba atravesando sin necesidad de hostigarla para que le dijera la verdad. Dio unos pasos hasta quedar cerca de ella, la diferencia de altura, aún si era mínima, se vio a la perfección. Los ojos de Izaro bajaron tratando de evitar los de él, pero era imposible seguir sintiendo su mirada sobre ella.
Por fortuna, la lluvia ya había ocultado su tristeza a través de su húmedo rostro.

—Ser un Xion no siempre es un privilegio —dijo ella—. Tal vez en otra época, a mi familia no le hubiera importado que hubieran decesos en el campo de batalla. A sus ojos, los demás son simples personas inferiores a ellos. Pero conmigo, veo a esas personas como amigos... quizás incluso como una segunda familia. Y este maldito mundo me los arrebata como si tuviera derecho.
Sintió un peso menos al soltar esas palabras. Aunque su instinto decía que había cometido un error al verse por unos segundos como una mujer vulnerable, pero lo dejó pasar. Se permitió por un instante sentir algo de paz, aunque fuera por unos segundos, pero que sabía que valdría la pena. También cerró sus ojos, dejando que su imaginación por un momento la hiciera fantasear con la libertad, que desde su percepción, sería aquella donde no existía ese legado sobre su hombros, hasta imaginaba haber nacido en una familia ajena a la que le tocó. Sin el apellido Xion en su nombre, no habría expectativas por leyendas de la historia de los muros. Oh, si realmente fuera afortunada, ¿por qué había más lágrimas por derramar?

—No es fácil ignorar que muchos esperan de ti una figura imponente mientras otros mueren —Izaro volvió a suspirar, dejando atrever a los ojos de Levi que existía un enorme cansancio en su interior que pocas veces , por no decir nunca, dejaba mostrar. Luego su expresión cambió, y nuevamente estaba aquella sonrisa—. Tienes una amiga tan popular, tan admirada, tan... idealizada. Debes sentirte privilegiado.

Levi no respondió al instante.

Después de unos segundos, finalmente separó sus labios para hablar.

—No lo consideraría un privilegio si eso implica verte aguantar el dolor que sientes..., y sé que soy el menos indicado para decirlo —dijo él—, pero a veces mostrar una apariencia seria o feliz no siempre será el mejor escape de lo que uno realmente siente.

Nada se te escapa... Siempre sabes cómo hacer caer mi teatro. Pensó Izaro, aún con su sonrisa presente.

Ninguno dijo algo más, tan sólo quedaron inmersos en un silencio rodeados de un desolador escenario que debían atravesar como simples soldados de la Legión del Reconocimiento. Envueltos entre la muerte y la sangre, evidencias de una célebre guerra que dejó aquel precio sin piedad. Pero entre ellos dos, si bien las cosas salieron así, sabían que ambos estaban sanos y salvos.

• • •

La noche no fue para nada placentera para Xion, aunque era algo que sabía de primera mano que sucedería. La idea de un exquisito descanso, de sueños reparadores que la desconectarían de la realidad, era tan solo una ilusión que solo podía anhelar, porque la realidad era otra cosa completamente distorsionada. Era algo que arrastraba desde su primera expedición, cuando esos dulces sueños se habían desvanecido para nunca volver a su mente, ahora eran sustituidos por pesadillas sangrientas donde la muerte y la tragedia eran los protagonistas de cada noche. Y también esos malditos titanes que habían matado a sus camaradas, la mente de Izaro se encargó de memorizar a cada titán que ella vió comerse a un colega de trabajo.

Era, por decirlo en palabras bonitas, una rutina macabra de la que ya se había adaptado: se acostaba y envolvía su cuerpo entre las sábanas, dejaba que la fatiga le ganara hasta arrastrarla al sueño, para después tornarse oscuro. Había veces donde veía rostros conocidos, algunos eran otros soldados y en otros sus propios padres; en otras ocasiones, era ella sola frente a los titanes que mataron a los ganadores de un espacio en su corazón, mirándola fijamente con sus ojos huecos y fríos. Y después, despertaba bajo una capa de sudor y lágrimas.

Esa ocasión no fue ninguna excepción, en realidad, fue increíblemente cruel la pesadilla que su subconsciente tenía preparado para Izaro. Era ella en medio del prado mientras llovía, sentada sobre un charco de sangre mientras en sus brazos sostenía el cuerpo moribundo de Levi, rogándole que se quedara con ella hasta que el destino los llevará juntos a ese lugar que se les promete a los vivos estar en paz después de cumplir con su propósito en la tierra. Levi respiraba con dificultad, tenía una enorme herida en su pecho. La azabache no sabía qué hacer, así que solo lloraba en la espera de que algún titán la matara también o que ocurriera un milagro.

Y la última fase llegó: Izaro despertó de golpe, jadeando y con las lágrimas brotando de sus ojos. Llevó sus manos al rostro para limpiar la evidencia de la supuesta debilidad que su familia tanto despreciaba, intentando recuperar la calma, tratando de recordar que estaba en su habitación bajo las sábanas, a salvo, lejos del peligro... al menos en lo que cabía esa palabra dentro de su mundo.

—Izaro.

La voz baja de Levi la hizo girarse de inmediato hacía la entrada de su habitación. Ahí estaba él, parado en el marco de la puerta, con una taza de té caliente en la mano. La expresión de él era calmada, como siempre, pero a ella le transmitía paz a pesar de notar la preocupación en los ojos grises del hombre. Levi ya estaba acostumbrado a la dinámica nocturna de ellos; su insomnio le permitía estar preparado para estar ahí para ella cuando lo necesitaba. Era una ventaja tener esos problemas y simplemente levantarse para ir a la cocina con el único propósito de preparar una buena taza de té.

Tal cual como su madre le enseñó para cuando tenía pesadillas por la noche, cuando dormir era un lujo que tenía en su miserable infancia.

—¿Otra pesadilla? —preguntó Levi, aunque era evidente lo que Izaro respondería.

—Nada fuera de lo normal —dijo, tratando de soltar una risa, pero fracasó en el proceso mientras limpiaba las lágrimas que salieron de repente—. Pero fue horrible esta vez.

—Todas las pesadillas son horribles, Iza...

—No todas las pesadillas te involucran a ti...

Levi la miró en silencio mientras le extendía la taza de té. Ella lo aceptó, sin atreverse a mirarlo directamente a los ojos. Sabía que él estaba notando cada pequeño detalle: la forma en que su mano temblaba al sostener la taza, el leve parpadeo nervioso, y cómo evitaba hacer contacto visual. Era como si, sin palabras, ambos entendieran que no hacía falta decir la verdad completa.

—¿"No todas las pesadillas te involucran a ti"? —repitió Levi, acercándose al borde de la cama mientras la miraba fijamente.

Izaro, por un instante, sintió que él había podido leer los pensamientos que atravesaba su mente.

—Lo siento, no quería preocuparte... —dijo, tratando de sonar tranquila mientras daba un sorbo al té, sintiendo el calor reconfortante que descendía por su garganta.

Levi la miró.

—No te disculpes —dijo con suavidad, moviendo un mechón de cabello de Izaro por detrás de su oreja. Le dejaba en evidencia que la iba a escuchar en todo momento—. Si deseas llorar, hazlo.

Y ella se sintió vulnerable, mientras sus dedos comenzaron a acariciar la otra mano de él con suavidad, tanto que ninguno notó el gesto que había entre ellos.

—Sabes que, como capitana y como Xion, debo mantenerme fuerte para los demás —respondió Izaro, mirándolo. Su mano disponible ahora posaba en la mejilla del capitán.

—Mantenerte fuerte no significa tragarte todo sola —respondió Levi, con palabras afiladas y certeras. Su voz se suavizó otra vez—. Nadie aquí espera que seas una piedra.

—Tal vez..., pero igual no quiero que se preocupen por mí —murmuró—. Sobre todo tú.

Levi soltó un suspiro, y entonces, para su sorpresa, acercó su rostro al de ella. Los labios de los dos estaban a escasos centímetros.

—Me preocuparía por ti aunque no quisieras —dijo con honestidad.

Durante unos segundos, hubo silencio, y aunque no había palabras, había algo poderoso en aquel instante. Levi no era alguien de muchas palabras ni de grandes gestos, pero en esos momentos, ella sentía que él podía entenderla mejor que nadie.

Finalmente, Izaro dejó escapar un suspiro y murmuró.

—A veces... a veces me pregunto cuánto más puedo soportar.

Levi no respondió de inmediato. Su expresión permaneció neutral, pero Izaro vio en sus ojos una chispa de comprensión, una empatía silenciosa.

—Mientras estés aquí, no tienes que soportarlo sola —respondió.
Izaro asintió, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, aquella noche no sería tan solitaria. Pronto, sintió la sutil acaricia de sus labios. Estaban a punto de hacerlo, ella ya se daba cuenta.

Y Levi también al cerrar los ojos para sentirla si eso le ayudaría a sentirse reconfortada.

Hasta que, en cuestión de microsegundos, Izaro se apartó. Levi no sabía qué hacer en la posición en la que estaba, pero claramente se había tornado incómodo.

—¿Por qué no traes ropa más cómoda y te quedas aquí conmigo? —preguntó ella suavemente. Sus mejillas estaban calientes y con tintes rosados—. Aún si no te duermes, al menos me haces compañía.

Levi asintió, pero era claro que no esperaba la acción que hizo hace un rato.

Se levantó de la cama para retirarse a sus aposentos, en busca de cambiar su ropa por mejores prendas, dejándola sola. Fue suficiente para que Izaro dejará soltar un suspiró completamente sonrojado y nervioso. Estaba claro en su cabeza que algo iba a suceder. Se iban a besar, en los labios, algo que jamás había ocurrido entre los dos.

O tal vez era su imaginación. Tal vez estaba tan nerviosa que pensó cosas que en realidad no sucedieron. Sí, quería pensar que fue eso y no que ella y su mejor amigo estaban deseando algo más.

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ONE SHOTS | SHINGEKI NO KYOJIN
LITHIUMVCKERMAN

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