╰ ➤ EREN JAEGER ; treacherous
ONE SHOTS | SHINGEKI NO KYOJIN
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inspirado en la canción "Treacherous" de Taylor Swift.
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❛ TREACHEROUS ❜
Feyre nunca imaginó que los secretos que ocultaban aquellas murallas sobrepasaba lo que tenían por "confirmado". Jamás se le cruzó por la cabeza que la humanidad nunca se extinguió, sus teorías se basaban principalmente en algún culto que buscaba acabar con la propia gente dentro de las murallas o la misma monarquía llegando a la conclusión de que debían matarlos a todos antes de que los titanes acabaran con ellos. Ahora todo tenía sentido. La caída de la muralla María tenía justificación, los traidores, la corrupción dentro del gobierno..., todo era claro, pero seguía con misterios que continuaban sin encontrar respuesta.
El cambio repentino de la identidad de Eren Jaeger fue uno de ellos.
—Tengo prisa, Floch, habla.
Se suponía que aquella habitación de espera estaba vacía y a oscuras, por lo que la única iluminación presente en el lugar era una vela. Suficiente para que Feyre Vernize y Floch Foster se pudieran ver cara a cara, analizar las expresiones junto con las verdaderas intenciones de cada uno y llegar a un acuerdo. El pelirrojo posaba sobre ella una mirada completamente seria, pero no amenazante. La joven se sintió un poco tranquila en ese aspecto, aunque no bajaba la guardia por si las intenciones de su antiguo compañero de reclutamiento no fueran las que él decía.
—Es sobre Eren, quiere que ayudes a los jaegeristas con la desmantelación del ejército y su plan de escape.
Directo al grano. La pelirroja no pudo evitar alzar una ceja por las palabras del soldado. Habían pasado un par de días desde el regreso de la Legión de Reconocimiento y rescate de Eren Jaeger en Marley, donde los enfrentamientos y la muerte fueron los protagonistas, además de una declaración de Paradis para la guerra. Aquello último no estaba en los planes del ejército y la isla habitada por eldianos. Los altos mandos militares acordaron que debían restringir todo movimiento de Eren encerrándolo en una celda, Feyre se vio obligada a seguir órdenes y privarle de su libertad.
—¿Así nada más? ¿Ayudarlos a sabiendas de que el ejército me tiene bajo la mira por mi pasado sentimental con Eren? Qué buena propuesta.
—Te asignaron al escuadrón policial encargado de la custodia de Eren, es una ventaja que encontramos los jaegeristas y queremos tenerte como una especie de aliada.
—¿Y qué te hace pensar que estoy de lado de los jaegeristas y no de la Alianza?
—Habrías llamado a los oficiales y de paso informado acerca de este encuentro —respondió Floch—. No eres tonta, Feyre, en el fondo sabías que un encuentro como este estaba relacionado con toda la situación política que se vive.
La pelirroja prefirió no contestar, en cambio suspiró para acomodarse bien en el sillón y mirar a los ojos al soldado que estaba frente a ella.
No se consideraba jaegerista, pero estaba segura que no compartía nada de la ideología de la Alianza. Un intento de paz a los países que intentaron destruirlos le resultaba patético, como si fuera una burla a todas las personas que murieron en los últimos años. Ya sea soldados o civiles que vivían en la muralla María, sobre todo a los de Shingashina.
—Eren y yo no nos hablamos desde hace cuatro años —El amargo recuerdo de su ruptura llegó a su cabeza, tragando discretamente para dirigir la memoria—, ni siquiera me dirigió la palabra cuando lo llevamos a su celda, ¿por qué necesita a su ex novia como aliada habiendo tantos oficiales que probablemente pueden aportarles mayor ayuda?
Floch se encogió de hombros.
—Confía mucho en ti; aparte teme de que sus acciones traigan represalias sobre ti, ya sabes, cómo el ejército te tiene también bajo la mira.
Teme por mi seguridad, pero igual quiere que conspire a su favor. La joven Vernize mostró una mueca de disgusto pensando en la respuesta del joven Foster, aunque no sentía ningún impulso de mandarlo al infierno y largarse de ahí. Ni siquiera había sentimientos de furia, sólo ironía por lo que quería su exnovio.
Aunque una duda en ella nacía. ¿Cómo Eren consiguió avisar a Floch lo que necesitaba para escapar de ahí? Probablemente ya lo tenía previsto antes de ser encerrado. Era su única teoría; nadie, a excepción de los altos mandos militares, tenían autorización para entrar a la celda y la propuesta daba a entender de que nadie de su escuadrón era un jaegerista encubierto.
Sigues sorprendiéndome, Jaeger.
—¿Qué requieren de mí?
—Escucha bien, porque no pienso repetirlo dos veces.
—No te he dicho que aceptaba, solo te pregunté qué buscan de una posible alianza mía.
Floch sonrió levemente.
—Lo sé, por eso necesito que prestes atención que no te lo repetiré.
• • •
Cuando Marco murió y Feyre fue ascendida al décimo lugar en la lista, lo primero que hizo fue inscribirse a la Policía Militar. No se sentía digna, pero tampoco iba a desaprovechar la gran oportunidad de su vida. Se lo había prometido a sus padres y estaba dispuesta a cumplir su palabra. Fue un completo alivio cuando sus formularios fueron inmediatamente aceptados y la asignaran al distrito de Orvud para iniciar sus trabajos, pero a la vez una nueva preocupación nacía en ella.
Llevaba poco más de dos años de noviazgo con Eren Jaeger, a quien consideraba un lunático por las aspiraciones que tenía y los métodos que usaría para llegar a su objetivo. Le había dicho la noche de graduación que iría con él a la Legión sin importar la locura que fuera para ella, aprovechando que no ingresó y su amor por Eren era grande; sin embargo, las cosas habían tomado un rumbo distinto cuando llegó la oportunidad inesperada de la Policía Militar y ahora era Feyre quien quería cambiar la perspectiva de su novio.
«—Mi mamá murió por un maldito titán, lo sabes muy bien. No iré a la Legión por complacer mi capricho de estar ahí, lo haré para vengarme —decía Eren con una evidente molestia».
Todavía recordaba ese día. Eren se iría a quién sabía dónde bajo la custodia del capitán Levi y su anterior escuadrón para experimentar la –en ese entonces– extraña capacidad del muchacho en convertirse en un titán con consciencia humana.
«—Y terminarás igual si sigues con esta locura, Eren —dijo Feyre entre lágrimas, sabiendo que era inútil sus intentos pero aún así queriendo ver si había una levé oportunidad».
De nada sirvió. Eren igual ya carecía de un derecho para elegir dónde quería estar por su condición, pero eso no salvó a la relación. Ambos jóvenes se distanciaron entre sí y cuando había pasado un tiempo considerado, uno donde la misma pelirroja ya notaba que el castaño tenía finalmente libertades para caminar o elegir, tanto Feyre Vernize como Eren Jaeger supieron que su relación había llegado a su fin.
Y ahora se reencontraron por donde acabaron en un inicio. Eren sin libertad alguna y Feyre pensando en su lealtad a su facción deseada, con la leve diferencia de la situación sociopolítica y que ambos jóvenes ya rondaban entre los diecinueve o veinte años.
—¿Hay algo interesante en el espejo o por qué pareces una estatua? —rompió el silencio incómodo entre ambos, pero no hubo respuesta inmediata de parte de él—. Como veo que no quieres hablar entonces te diré lo acordado con Floch.
Había un horario de rotaciones en el escuadrón de custodia; dos soldados se quedaban en la entrada principal de las celdas, dos descansaban, uno se quedaba en la entrada secundaria donde se encontraba la habitación que contenía tres celdas, en la cual una de ellas se encontraba el menor de los Jaeger. La hora que había finalizado su encuentro con Floch Foster cayó como anillo en el dedo cuando vio que era su turno de custodiar la puerta secundaria. Ninguno de los que custodiaban la principal entraban para ver si todo andaba bien, por lo que el momento fue oportuno para Feyre y decidió entrar a la habitación para ver a su antiguo amante.
Ahí estaba, quieto como un monumento con vista al espejo. Vestido solamente con un pantalón negro mientras su torso y rostro estaban empapados con una leve capa de agua. La pelirroja desconocía si se trataba de sudor o bien se había refrescado un poco.
—Acepté el trato. No por ti, sino porque pienso que la gente muestra más apoyo por el movimiento con nombre de tu apellido y no es por nada, pero no quiero morir en una posible revolución nacional por trabajar con la Alianza —habló Feyre, apoyada en la pared esperando impacientemente una respuesta de Eren—. Habrá un atentado contra Darius Zackly. Generará pánico entre los soldados mientras buscan retomar el control, así que aprovecharé para engañar a mi escuadrón diciendo que te vigilaría mientras van a socorrer; ten todo listo porque huiremos en plena situación y nos reuniremos con tus seguidores en las colinas del noroeste.
Era extraño volver a hablar con él. Feyre no supo más de Eren hasta un par de meses cuando ocurrió un ataque en Stohess por la revelación de Annie Leonhart; después tuvo un encuentro a distancia cuando ocurrió el golpe de estado contra la Monarquía y posteriormente en la coronación, apenas hubo contacto físico en la ceremonia en honor a la Legión de Reconocimiento luego de recuperar Shingashina y el resto de la muralla María.
A medida que pasó el tiempo, hubo pequeños reencuentros, pero sin llegar a un saludo ni nada. A Eren le dolió cómo había terminado todo, a Feyre le destrozó saber que su relación tuvo un final amargo.
—Sigue tratándome como me tratas en estos momentos, por favor —No le gusto decir aquello—, todos saben lo que hubo entre los dos. Me vigilan esperando que haga un mínimo movimiento que les confirme que estoy de tu lado, así que nada de cambiar repentinamente tu trato conmigo, ¿de acuerdo?
Algo diferente ejerció en el joven después de eso. No era una respuesta con voz y palabras incluidas, simplemente cambió la dirección de sus ojos a la figura de su exnovia. Alta, de piel bronceada con un espectacular cabello rojizo y ojos color miel. Feyre había cambiado con los años, eso era algo que Eren notaba y debía ser honesto consigo mismo: se veía preciosa.
—Oye, aquí si necesito una respuesta.
—Está bien —finalmente respondió, dejando a Feyre completamente sorprendida sólo que disimuló su expresión—; no me interesa los métodos que se harán para conseguirlo, sólo quiero salir de aquí pronto para reunirme con mi hermano.
A la joven pelirroja todavía le costaba creer que existía un hermano mayor de Eren, de otra madre, de otra nación aunque de la misma raza eldiana.
Feyre lo miró—. Confía en Floch —Aunque yo sigo teniendo dudas—, él sabe lo que y con quiénes hacerlo —comentó y nuevamente reinó el silencio entre ambos mientras el castaño agachaba su mirada, a ella no le quedó más de otra que aceptar y soltar un pesado suspiró que llevaba dentro– Si eso es todo lo que dirás, yo...
—Debo admitir que no esperaba que aceptarás —comentó Eren, sorprendiendo a la oficial en el proceso—. Eres mi única opción para confiar dentro de la Policía Militar, aunque también puedo escapar con solo morder mi mano.
Su voz seguía siendo la misma a cuando tenía quince años, aunque un poco más grave y fría. Feyre tragó mientras pensaba que, si bien cuatro años sin saber mucho de él eran suficiente justificación para notar cambios en él, su extraño comportamiento frío, poco empático y calculador no reflejaban al joven muchacho de quien se enamoró años atrás.
Y que todavía tenía un gran espacio en su corazón.
—Imagino que debió ser difícil vivir todo lo que tuviste que pasar, aparte de la muerte de tu mamá...
—¿Hasta ahora vas a sentir pena por mí?
—Siempre lo he sentido por ti y tampoco tiene nada de malo, solo quiero comprenderte para ayudarte —respondió ella con molestia, notando que su exnovio ponía los ojos en blanco como respuesta a sus palabras—. Mira, solo di que sigues resentido por lo nuestro y esta alianza es en beneficio a ti. No es complicado hacerlo.
—¿Qué tiene que ver lo nuestro con todo esto? —pregunto Eren con brusquedad en su tono, mirándola fijamente con esos ojos de color verde—. Te fuiste a la Policía Militar, yo a la Legión de Reconocimiento. Tal vez era algo que el destino quería.
Feyre estaba evidentemente molesta, su ceño fruncido era suficiente prueba.
—Sí, pero cuando el capitán Levi reportó que no eras una amenaza como temían y que estabas del lado de la humanidad podías haberme buscado, ¿no lo crees? —reprochó ella, bajando levemente de la mirada—. Y tranquilo, no hace falta que lo digas, yo también pude haberte ido a buscar.
Hubo un pequeño silencio de unos minutos.
—¿Qué te hizo aceptar la propuesta?
—Ya te dije, no quiero que me asesinen cuando los civiles se alcen a favor de los jaegeristas.
—Bien, ahora quiero la respuesta correcta, ¿cuál es el verdadero motivo?
Y aquello dejó pensativa a Feyre, sin poder contestar al instante y por el contrario, solo se quedó ahí parada mientras trataba de averiguar qué quería Eren de respuesta. Una honesta específicamente.
No podía decir que lo hizo por su familia y por la seguridad de ellos, menos cuando fue lo último que pensó al analizar lo que Floch le explicó. Tampoco podía decir que lo estaba haciendo por su nación, por más que pensaba acerca de vengar a los eldianos fallecidos por tantos años de guerra; Eren simplemente no se creería esas palabras y se lo haría saber usando el hecho de su ingreso a la Policía Militar.
¿Lo estaba haciendo por él como una manera de compensar los últimos cuatro años? ¿En el fondo Eren deseaba que Feyre le dijera que aún tenía sentimientos por él? Porque los había, se hicieron más intensos cuando la historia de amor terminó entre ellos y la joven lo demostró cuando notó un desinterés en rehacer su vida amorosa.
(Y si lo intentaba, era muy probable que la memoria de Eren Jaeger invadiría su cabeza como siempre).
—Feyre, ¿por qué aceptaste?
—Yo...
No podía decirlo. Su boca se atragantaba con un objeto invisible que le impedía sacar las palabras que deseaba sacar. Una fuerte presión en su pecho parecía gritar que fuera honesta y revelara el sentimiento que seguía vivo, aunque oculto; lastima que su cabeza la orilló a decir otra cosa que era una completa mentira y que rezaba para que Eren se la creyera.
—Bueno, porqué eres la esperanza para Paradis. Nuestra verdadera protección. Tenemos la ventaja de que llevas dentro eso de la coordenada y sólo tú nos puedes salvar de la guerra.
Eren tragó con discreción, cerrando levemente sus ojos para retomar la mirada fría que se había ablandado mientras más hablaba con ella. Feyre se sintió vulnerable y amenazada cuando los ojos verdes de él apuñalaron sin piedad a los de ella.
—Bien, ya te puedes ir, espera la señal cuando sea el momento.
Suspiró—. Está bien.
Y se marchó mientras pensaba qué estaba pasando con su vida, con su mundo, con todas las cosas que la isla estaba experimentando y que afectaron, de una u otra manera, a su joven amante que solo buscaba justicia por su fallecida madre junto con la libertad.
• • •
—¡Mataron a Zackly! ¡Los jaegeristas mataron a Zackly!
El plan marchó mejor de lo esperado. Jaegeristas infiltrados habían colocado una bomba en la oficina del general de las tres divisiones, la cual explotó cuando él y otros oficiales de alto rango se encontraban en el sitio, matándolos al instante frente a los soldados y civiles que manifestaban por la liberación de Eren Jaeger.
Todo se había vuelto un caos, tal como lo predijo Floch Foster. Con excepción de que Armin Arlert y Mikasa Ackerman estuvieron a escasos metros de toparse con la muerte; Feyre sintió un alivio cuando supo que sobrevivieron sin ningún daño gracias a los instintos sobrehumanos de la Ackerman, de haber pasado la desgracia hubiera sido un infierno contárselo a Eren, quien los consideraba como lo único que quedaba en su vida tras la desgracia de 845.
Los oficiales presentes comenzaron con el protocolo de emergencia, tratando de mantener el control mientras las voces de los civiles se alzaban en un mismo cántico que alguna vez dijo el fallecido comandante Erwin Smith: ¡entreguen sus corazones!
Feyre actuó al instante, fingiendo desesperación mientras gritaba la noticia por los pasillos de las celdas, alertando a todo soldado que estuviera presente para participar en una posible pelea con el grupo rebelde que apoyaba a Eren, incluyendo su escuadrón.
—¿¡Qué acabas de decir!? —Uno de sus compañeros se le veía claramente alterado.
—Los jaegeristas tendieron una trampa, atentaron contra el general Zackly y otros miembros de alto rango —respondió Feyre en un tono desesperado—. Están llamando refuerzos, dicen que no será el único ataque que harán.
—Hay que custodiar que no lleguen a Eren Jaeger —respondió el oficial—. Vernize, quédate aquí y vigila esta puerta. No dejes que nada entre ni salga de aquí. Los demás, síganme, hay que detener a los jaegeristas antes de que ocasionen más muertes.
La soledad comenzó a hacerle compañía cuando miró a su grupo irse corriendo de ahí, siendo seguido por otros oficiales presentes mientras ella presionaba la llave de la celda que había robado minutos antes del atentado. Espero unos minutos y después ingresó al lugar donde Eren estaba preso, notando que él ya se encontraba listo para irse, como si la explosión también lo alertó y se preparó para su dichoso escape.
—¿El plan resultó? —preguntó él mientras miraba a su exnovia introducir la llave en el candado de la celda para liberarlo.
—Zackly y otros oficiales murieron casi al instante. Algunos jaegeristas hicieron ataques indefensos para alterar a todos los soldados que estaban presentes en el lugar.
La puerta se abrió, permitiendo que los pies descalzos de Eren sintieran nuevamente la libertad después de tantos días encerrado ahí. Ambos jóvenes se miraron y asintieron con la cabeza para dar inicio a la carrera que debían hacer para huir pronto de ahí. Afortunadamente, Feyre Vernize ya había escondido en su uniforme algunas armas como un cuchillo y una pistola en caso de que fuera necesario utilizarlos.
—¿Qué saben de Zeke? —preguntó Eren sin dejar de mirar al frente, moderando su respiración para no cortarla en plena huida.
—Sigue bajo custodia del capitán Levi —respondió Feyre—, Floch me comentó que no pudieron infiltrar jaegeristas ya que la información de donde está el escuadrón encargado de él es clasificada, intentaron seguir a los que les llevan suministros pero fue imposible cuando notaron que hacían maniobras para confundir e ir por otras rutas.
—Entonces no nos queda de otra más que acorralar a la comandante Hange y que nos diga dónde está el capitán Levi.
—Parece que sí.
—Bien, hiciste un buen trabajo, Feyre —agregó Eren sin mirar a la joven, solo dedicándose a salir con cuidado cuando llegaron a una puerta que los guiaría directo a la parte trasera del edificio militar, que estaba abandonada aunque perfecta para retomar una carrera aún más intensa para evitar que algún soldado llegara y notara la presencia— ¿Qué harás ahora?
La joven tomó aire mientras aumentaba la velocidad.
—Acabo de traicionar al ejército, regresar con ellos ya no es opción —dijo ella, su vista estaba fija en un conjunto de árboles que estaba frente a ellos, ideales para adentrarse y asegurarse de que no los encontraran—. Tengo familia que vive en las montañas en Rose, le diré a mis padres lo ocurrido y me mudaré allá.
—¿Viven cerca de toda la muralla Rose?
—No, están relativamente lejos, ¿por qué?
—Simple pregunta.
Decidió no darle importancia a la pregunta que le hizo, simplemente se relajó cuando dejaron de correr, aprovechando para estirar sus brazos mientras miraba a sus espaldas, asegurándose de que estaba a salvo y bien alejados del caos que el movimiento rebelde hizo a favor de Eren. Apenas era mediodía, faltaba mucho para encontrarse con Floch y compañía, por lo que trazó un mapa en su cabeza para ubicar donde había un arroyo para beber un poco de agua y llegar al punto de encuentro a partir de ese sitio.
Tomó la delantera, Eren seguía tranquilamente a su compañera, quien prefirió sacar la pistola que llevaba consigo en caso de ser necesario. A medida que avanzaban, más se convencía de que el ejército ya había notado la ausencia de Eren en sus instalaciones y, a su vez, la traición que Feyre cometió. Probablemente había una reunión de emergencia para retomar el control y frustrar los planes de los jaegeristas, tal vez ya estaban investigando a cada soldado presente en el sitio para averiguar si habían otros infiltrados, posiblemente ya habían algunos identificados y listos para encarcelarlos por participar en el movimiento jaegerista. Ya le empezaba a dar igual, solo esperaba que sus acciones no provocaran consecuencias sobre su familia, no quería que el ejército tomara represalias por la gravedad de lo que hizo.
El sol comenzaba a bajar del cielo; ambos jóvenes se encontraban descansando frente a un pequeño río donde aprovecharon para limpiar sus rostros y beber un poco. Feyre miraba directamente a la puesta del sol, ignorando que los últimos rayos de luz le daban un toque brillante a sus ojos. Eren era el único que lo notaba, aunque no decía nada mientras mantenía su mirada fría.
—Cuando te reúnas con tu hermano y hagan lo que falta de su plan, ¿qué harás después? —preguntó Feyre, cambiando su vista hacía el sol por el de la figura del joven—. Ya no podrás siquiera poner un pie en la isla.
—Seguiré caminando hasta el final, tengo un objetivo aparte de reunirme con Zeke —me respondió—. Necesito hacer algo para asegurarme de que no toquen Paradis por un buen tiempo.
La joven lo miró curiosamente— ¿Puedo saber qué tienes en mente?
—No. Eso no te incumbe.
No respondió ante eso, por el contrario prefirió quedarse callada y apartar su mirada para evitar que él notara el descontento que su respuesta le causó. Eren nunca fue grosero con ella, pedía perdón apenas levantaba la voz y ahora parecía que no le importaba si sus palabras pudieran herir sus sentimientos.
Era notorio. Su exnovio había cambiado drásticamente y con solo verlo, descartaba la idea de una etapa de adolescente rebelde. De todos modos, ya no somos nada. Pensó con tal de ignorar aquello, aunque verlo levantarse inmediatamente y caminar hacía la colina de enfrente llamó considerablemente su atención.
—Ahí están.
Floch caminaba en dirección a ellos, acompañado de un gran puñado de soldados con armamentos. Se detuvo en cuanto notó que Eren se acercaba también y Feyre, por su lado, seguía al menor de los Jaeger, mirando detenidamente a cada jaegerista identificando algunos como su antiguos compañeros de tropa, otros como miembros de la Legión de Reconocimiento, algunos de las Tropas de Guarnición y pocos de la Policía Militar.
Estaba impresionada, eran más personas que apoyaban el movimiento de lo que imaginaba anteriormente.
—Qué grupo tan grande —dijo Eren cuando finalmente llegó con sus seguidores. Nadie se movía, era como si todos esperaran la nueva orden que él dictaría para su siguiente jugada— ¿Cuántos hay aquí?
Floch, con una ropa doblada que llevaba en sus manos, respondió—. Tenemos más compañeros además de los aquí presentes. Incluyendo a los que hicieron volar a Darius Zackly con una bomba.
Entonces había más de un infiltrado. Pensó Feyre, teorizando qué tal vez había más infiltrados en la Policía Militar de lo que veía. Ella fue otra infiltrada, la clave para liberar al líder del movimiento.
—Eres el único que puede salvar al Imperio de Eldia, Eren Jaeger —continuó Floch, extendiendo la ropa al mencionado quien la tomó y cubrió su torso desnudo mientras ordenaba localizar a su medio hermano mayor— ¿Feyre vendrá con nosotros?
La nombrada miró al castaño, esperando que diría él antes de brindar su propia respuesta.
—No —dijo él—, Feyre va a ser buscada por liberarme siendo parte del escuadrón que me custodiaba. Llévenla a las montañas de Rose, allá estará a salvo. Envíala con dos soldados para que se lleven a su familia con ella.
—Gracias —susurró ella en voz baja, dudosa en cuanto a si se escuchó lo que le dijo al chico—, espero que lo que tengas planeado hacer se cumpla, Eren. Cualquier cosa que necesites, no dudes en contactarme.
Él la miró fríamente—. Dudo que nos volvamos a ver, sólo te pediré dos cosas.
—¿Y cuáles son?
—La primera, que te mantengas lejos de las murallas. Y la segunda, que me olvides para siempre.
Pronto entendería a qué se refirió Eren con aquello cuando un fuerte terremoto se sintió por la isla, destruyendo las murallas y revelando lo que había dentro de ella. Titanes. Similares al Titán Colosal que alguna vez causó tanto terror en las personas que pensaba eran la única prueba de que existió la humanidad. Lideradas por Eren Jaeger transformado en el titán fundador, anunciando a través de los caminos eldianos que usaría el llamado Retumbar para eliminar a las personas que vivían fuera de la isla, acabando con el ochenta por ciento de los habitantes en el mundo y falleciendo a manos de Mikasa Ackerman, aunque Armin Arlert tomó el crédito para protegerla y comenzar un llamado a la paz.
Feyre Vernize vivió hasta sus últimos años en las montañas, escondida de la ley en caso de que la buscaran por la traición que había cometido. Lloro cuando Mikasa había llegado a su casa y le informo la muerte de Eren, descubriendo en ese momento que él le hizo esas dos últimas peticiones para protegerla, aunque si ella le hubiera sido sincera diciéndole que su amor por él seguía vivo, tal vez Eren hubiera desistido de todo y huido con ella para vivir lejos de las desgracias que habían en su mundo.
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