ONE SHOTS | SHINGEKI NO KYOJIN
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en donde Armin es un estudiante de secundaria.

inspirado en la canción "Stay Beautiful" de Taylor Swift.
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❛ STAY BEAUTIFUL ❜

La graduación parecía ser el momento más esperado por cada joven en el mundo. Es el momento donde finalmente una etapa de nuestras vidas concluye y damos la bienvenida a otra completamente diferente, una donde elegimos que vamos a hacer en el futuro, donde damos nuestro primer paso como adultos y formalizamos nuestro lugar en la sociedad.

Para muchos el evento más esperado de su vida, para otros, un momento que sería triste porqué se trataría de, probablemente, la última vez que verían a las personas con las que creció por años y ya consideraban como sus mejores amigos.

Mi caso era ese. La graduación sería la última vez que vería a mis compañeros porque iría a Francia a estudiar derecho, a la universidad Panthéon-Assas para ser exactos gracias a una beca que me gane; sería mi última vez que vería a mis mejores amigos y también dejaría de verlo a él.

—¡No te vayas, Abbey! —me gritaba Sasha entre llanto, con una galleta grande en su boca que se empapaba por las lágrimas que caían de sus ojos— ¿¡Por qué te tienes que ir hasta Europa!? ¡Está muy lejos!

—¡Francia no queda en Europa, queda en América, tonta! —soltó Connie dándole un golpe en su cabeza, recibiendo como respuesta un golpe en su cabeza rapada de parte de Jean.

—Imbécil, por eso casi repruebas Geografía —le dijo Jean molesto—. Pero sí, tampoco quiero que te vayas a Francia. Puedes estudiar derecho aquí en la ciudad con nosotros.

Aquel trío de idiotas eran mis mejores amigos, los únicos de toda la secundaria. Yo me reí por lo dramáticos que se ponían ante el tema de mis estudios en otro país de otro continente, pero en parte los comprendía, los cuatro ya de por sí estudiaremos cosas diferentes y ahora con mi beca sería casi imposible vernos hasta el verano o el invierno que vendría a la ciudad de visita.

—Podemos hablar por videollamada en las tardes, no creo que haya tanta diferencia de horario.

—Son seis horas de diferencia —comentó Sasha triste.

—Encontraremos horarios, chicos —respondí con una sonrisa—. Además, es una gran oportunidad para mejorar mi francés y estudiar mi carrera soñada.

Jean rió—. Qué irónico es eso.

—¿A qué te refieres?

—Digo que en derecho tienes que soltar muchas habladas que, en su mayoría, son aburridas para defender a las personas y es gracioso porque a ti te cuesta hablarle a tu queridísimo Armin Arlert.

Hice un sonido como señal de que hiciera silencio en cuanto dijo ese nombre. Armin Arlert, era el nombre del chico de mi clase que tanto me gustaba. Estaba enamorada de él desde que iniciamos la secundaria, podía comparar los sentimientos que tenía por él con lo que sentía por la carrera de derecho. Nunca le confesé que me gustaba, no podía. Simplemente me era imposible confesarle que estaba enamorada de él.

Armin era de ojos azules similares al océano, de cabellos rubios como el oro, siempre tenía una sonrisa que cautivaba a cada persona que lo llegara a conocer y muy inteligente, era el mejor de nuestra clase en actividades académicas. Su único defecto era que no se daba cuenta en la actitud que yo adoptaba cuando estaba frente mío.

—¿Todavía no le has dicho lo que sientes? —preguntó Connie asombrado. Sí, mis amigos sabían que tenía un crush por Armin.

—Y jamás lo haré —respondí cruzando los brazos, recostando mi espalda en la silla del pupitre como si me hubieran derrotado en una pelea— ¿Qué ganaré con decirle? Digo, igual me iré a otro país entonces será una pérdida de tiempo si le digo que...

—¿Te irás a otro país?

Mi cuerpo se congeló de inmediato cuando escuché la voz de Armin detrás de mí. Calmaba, suave y tranquila, así era como definía su tono de voz.

Volteo para verlo y ahí estaba con una mirada de asombro mientras sus dos mejores amigos, Eren y Mikasa, se acercaban a él para unirse a la conversación que predecía que habría ante lo que escuchó. Sólo deseaba que hubiera escuchado eso y no lo demás que se dijo segundos atrás.

—A-Armin...y-yo, l-lo del otro país... ah...

—Abbey se ganó una beca para estudiar en Francia y se mudará después de la graduación —Sasha respondió por mí, agradeciendo internamente que me haya salvado porqué cuando Armin aparecía por sorpresa terminaba por tartamudear y me era imposible hablarle.

Connie y Jean probablemente se estaban aguantando la risa, yo por mi parte me sentí la persona más patética en este mundo.

—Oye, eso es increíble, Abbey —comentó Eren mirándome con alegría—. Yo también me mudaré a otro país para estudiar, a Japón para ser precisos.

—Mi día se acaba de alegrar con esa noticia —dijo Jean con una sonrisa en su rostro, suspiré sabiendo que se aproximaba entre ellos—. Finalmente dejaremos de ver esa cara de tarado que tienes.

—¿A quién le dices "tarado", Jean? —soltó Eren con el ceño fruncido. Ellos dos tenían una especie de amistad-rivalidad y era un dolor de cabeza detenerlos.

Aunque agradecía que comenzarán a discutir entre los dos ya que la atención se dirigió en su pelea y no en el tema de que me iría a Francia después de la graduación. Escuchar a Mikasa decirles que se detuvieran mientras Sasha y Connie gritaban que hicieran apuestas sobre quién ganaría fue un deleite para mis oídos, todos en la clase dirigieron sus ojos a los dos, excepto uno.

Sí, Armin.

—¿Y qué estudiarás en Francia? —me sonrió, esperaba que mis mejillas pálidas no se tornarán de un color rosado o rojo por los nervios que tuve al ver su hermosa sonrisa.

—Bueno,... derecho, q-quiero ser abogada —dije nerviosa, aunque él parecía no notarlo.

Armin se emocionó— ¡Eso es increíble! —me dijo—. Estoy seguro que te irá increíble en Francia. Yo también me mudaré después de la graduación.

Aquello llamó poderosamente mi atención.

—¿A dónde?

—A California —respondió—. Iré a estudiar biología marina, aunque todavía no he decidido por cuál universidad ir.

Tenía sentido. Armin siempre mostró un gran amor por el mar y toda la flora y fauna que había ahí. Todavía recordaba la vez que la clase fue a un viaje escolar a la playa en ese mismo estado; la felicidad no cabía en el cuerpo de él al ver el inmenso y profundo charco de agua que estaba frente a sus ojos, fue increíble escucharlo hablar con tanta pasión sobre el mar.

—Mikasa será la única de los tres que se quedará en la ciudad a estudiar, aunque en el fondo desearía ir con alguno de nosotros para no sentirse sola —me comentó— ¿No tienes miedo de ir a vivir allá?

—Un poco —conteste—. Extrañaré la ciudad y a todos, pero está es una oportunidad que no puedo dejar pasar por nada del mundo. Mi sueño siempre ha sido ser abogada y estudiarlo en Europa debe ser un sueño que pocas personas lo cumplen.

Sentí mi corazón sincero y creo que él también al leer mis expresiones faciales. Era una persona atenta cuando hablabas, valoraba mucho cada palabra que pudieras compartirle y creo que eso acababa de hacer.

Tenía que decirle algo, aunque sea una mínima pizca de lo que sentía por él. Algo tenía que confesarle.

—A-Armin —solté despacio, los nervios nuevamente quería apoderarse de mí—, de todos los de la clase, tú... e-eres a quien más extrañaré.

Mi corazón latió con fuerza cuando lo vi sonrojarse, era la primera vez que lo veía así y mi mente no podía parar de señalar lo hermoso que se veía con sus mejillas ruborizadas. Nervioso, sonrió con delicadeza antes de soltar una delicada risa que me confirmó que correspondió en esa pizca que le compartí.

—Tú también, Abbey. Eres a quien más extrañaré cuando me vaya.

Y después llegó la graduación, para posteriormente tomar caminos separados. Ahora vivía en Francia donde formalizaba mi carrera como abogada, hablando con mis mejores amigos en horarios específicos y adaptándome a la sociedad francesa.

Lo único que veía de Armin era a través de las redes sociales que tenía, donde compartía fotos espectaculares de California y su vida en aquel lugar. Ahí mismo supe que se había encontrado con una antigua compañera de nuestra clase, Annie Leonhart, con quien ya tenía una relación de noviazgo formalizada y a veces compartía de ello.

No miento al decir que al inicio me tomó por sorpresa, pero me sentía feliz por él. Después de todo, nunca le confesé plenamente mis sentimientos antes de irme de la ciudad donde vivíamos y, probablemente, él sentía algo por ella desde antes de mudarse a California.

Si Armin era feliz con su vida y con su relación, yo también lo estaría, mientras siga siendo aquel chico hermoso de quien me enamoré alguna vez.

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