Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

T6E01: De vuelta a casa

Kai entró al helicóptero antes incluso que el piloto.

Después de pasar meses fuera, estudiando en España, por fin había vuelto a casa, mas no sin reservas: pese a que Eleazar y Nora le garantizaron que México ya era un lugar seguro para él, algunas zonas conflictivas que salían en reportajes internacionales lo hacían pensar lo contrario.

Aún así, decidió tragarse el miedo y volver a casa.

Con sus dos amigos (más que amigos, jefes), el vuelo pasó bastante rápido desde el sur de Veracruz hasta Xalapa. No hablaron mucho, pero Kai se entretuvo viendo el paisaje bajo sus pies y los cambios que habían sufrido algunas zonas del estado desde la última vez que las vio.

— Hay patrullajes seguido en zonas como esta - Le informó Eleazar - Todo el corredor Minatitlán-Boca del Río está muy bien vigilado. No queremos que algo como el golpe de Arze vuelva a ocurrir.

Kai asintió con la cabeza: aunque en España no tuvo que enfrentarse a ningún genocida con sueños de revolucionario, sí que le tocó reencontrarse con una vieja miembro de Alba Dorada: una tal Adhara, ahora miembro del crimen organizado. Ese encuentro le hizo meditar si realmente estaban ganando la lucha o no, dado que más bien parecía que poco a poco, las fuerzas de Alba Dorada menguaban a favor de los grupos criminales.

— ¿Y cómo les ha ido con las licitaciones? - Preguntó Kai, a propósito de sus pensamientos.

— Nada mal. Después de liberar CDMX, fue sencillo ganarnos el favor del pueblo, sobre todo en zonas marginales donde la Armada aplastaba los derechos de las personas. Si hubieses visto sus "campos de reclutamiento"... aprendieron todas las malas mañas de los narcos.

Kai suspiró. Entonces así eran las cosas.

— ¿Eso es Catemaco? ¿Por qué hay vehículos blindados de Alba Dorada alrededor? ¿Tienen sitiada la ciudad?

— Hace pocos días encontramos remanentes carmesíes en la periferia. Una agente del Alba llamada Plata nos dio el pitazo. Tomaron rehenes y todo, pero la situación ya casi vuelve a la normalidad.

A Kai no le pareció que una ocupación militarizada fuera la normalidad, pero se guardó sus comentarios.

Para cuando cayó la noche, ya estaban sobrevolando Xalapa.

Las luces de siempre, el bullicio nocturno en algunas áreas, inaudible gracias a las aspas del helicóptero... Kai sintió poco a poco que estaba en casa nuevamente. Se permitió respirar en paz y observó los lugares que le parecieron familiares: el área de Las Ánimas, Los Lagos, el parque Juárez... cuando por fin llegaron a la Torre Alba Dorada, Kai tenía algo de hambre.

Sacó su móvil del bolsillo y le echó un vistazo. Claro, ¿por qué no?

— ¿Sabrás llegar al departamento que te preparamos? - Preguntó Eleazar, viendo que su amigo estaba ansioso por irse por su lado.

Kai asintió.

Bajó de la Torre Alba Dorada por su cuenta y pidió un taxi: llegar al área de su facultad en un carro particular de Alba Dorada sería evidenciarse demasiado pronto. Lo único que deseaba era poder dormir bien en su primera noche de vuelta en Xalapa.

A medio camino rumbo al viejo departamento de Toph, se arrepintió. Podía comer solo. Ya la haría enterarse de su regreso mañana en la mañana, como al resto. Se sorprendió a sí mismo por haber cambiado de opinión tan fácil. ¿Era por no incomodarla, o más bien, porque no tenía ganas de ver a nadie todavía?

Llegó a la dirección que le habían indicado y metió la llave en la cerradura: dos vueltas después, empujó la puerta y palpó la pared en busca de algún interruptor que encendiera la luz. Lo encontró pasados unos segundos y al encender los focos de la sala, vio que se encontraba no ante un cuarto de estudiante, sino un departamento en toda regla.

— Vaya, pues gracias - Sonrió Kai, pasando las manos sobre el sofá más cercano. Quizá era un poco grande para habitarlo él solo.

La despensa estaba llena ya. Se sirvió algo de cereal con leche y, tras darse un baño y cepillarse los dientes, se dejó caer en la cama, sin destender, mentalmente exhausto.

Asistió a clases el primer día con sudadera gris, capucha puesta y las manos en los bolsillos: se había dejado crecer mucho el cabello comparado a la última vez que lo vieron por ahí. Por otro lado, se rasuró por completo barba y bigote. Ahora se veía mucho más semejante a lo que un estudiante de humanidades promedio debería ser.

En la entrada, nadie lo reconoció. Siguió de largo y atravesó la plaza principal de la facultad sin problema alguno. Alzó la vista hacia la biblioteca: faltaba media hora para empezar clases, sin embargo, por algún motivo, sintió que quizá era muy pronto para pasearse por el viejo refugio del Paraselene.

Cuando volvió la mirada hacia el suelo que tenía frente a él, una chica lo observaba fijo.

— ¿Te conozco? - Preguntó Julia Khanna.

— Es posible - Murmuró Kai. Pese a su cambio de imagen, la voz era una de las pocas cosas que no habían cambiado en lo absoluto.

La sonrisa de Khanna fue tan amplia que por un momento, Kai temió que se cortaran sus mejillas a la mitad. La chica empezó a dar saltitos en su lugar mientras chillaba de la emoción.

— ¿CÓMO? ¡ESTÁS AQUÍ! ¿ESTÁS VIVO? ¡NO PUEDO CREERLO!

— Baja... baja un poco la voz - La regañó Kai.

— Lo siento, es que... ¡todo este tiempo! ¿entrarás con nosotros? Supongo que estarás retrasado un año, ¿no es así?

— ¡Mei se va a volver loca! Por dios, ¿puedo ir a contárselo a Mei?

Kai se encogió de hombros. Esto iba a pasar tarde o temprano. Mejor que, cuando entrara al salón, nadie se desmayara al verlo.

La gente a su alrededor no tardó mucho en notar que un finado caminaba entre ellos: antes de subir al pasillo donde tomaba clases, ya había varios curiosos que se asomaban por donde pasaba, como intentando reconocerlo.

"No, no es él, se ven muy diferentes", decía uno. "Quizá, pero, ¿no que murió?", dijo otro. "Khanna me juró que se lo encontró en la plaza principal".

"Me siento como atracción de feria", pensó Kai. Todo esto era muy deshumanizante. Sin embargo, ya sabía que algo así ocurriría.

Cuando llegó a su salón para tomar la primera clase, Mei estaba ahí, de pie, hablando con Xany y Nara, dos chicas de la misma generación. Mei quedó muda. Al parecer, Khanna no había tenido oportunidad de decirle nada. Kai, por su parte, se quitó la capucha y se acomodó un mechón de cabello hacia un lado, detrás de la oreja, para que no obstaculizara su visión.

Mei soltó una corta risa, tratando de ocultar sus ganas de llorar, pero no le funcionó muy bien.

— ¿Por qué estás vivo?

— Has leído ese relato de Tlatelolco... ¿el del chico que se hizo el muerto bajo una pila de cadáveres para que no le dispararan? Donde pasaron horas antes de que pudiera salir.

Mei lo observó en silencio.

— Y durante la noche siguiente, cuando los soldados creyeron haber matado a todos, escapó. Se fue lejos. Huyó.

Parcialmente cierto: Kai todavía peleó en la Ciudad de México contra Zeta, pero no tenía motivos para contar esa parte ahora mismo, en público.

— ¿Estás de vuelta? - Y, extendiendo su mano derecha hacia él, hacia su rostro, para tocarlo, añadió: "¿Eres real?".

Kai dejó que la pequeña mano de su amiga tocara sus mejillas.

— Creo que sí.

Mei lo abrazó de inmediato.

Después de eso, el resto de la gente en el salón acordó en silencio que no deberían molestarlo. Nada de preguntas incómodas o cosas por el estilo. Nada más que un par de miradas curiosas, incrédulas. Algo que Kai pudo observar, sin embargo, era que ni Kalea ni Nessa estaban presentes. Cuando le preguntó a Mei si se habían dado de baja, ella se limitó a contestar que no, pero habían elegido otras clases en su lugar.

Cuando acabaron las primeras dos horas de clase, el grupo entero lo rodeó: Alex le dio un par de palmaditas en la espalda, Tini lo saludó y dijo "hasta te hicimos un funeral, hubieses ido". Ghandi, por su lado, reclamó que ella debería haber sabido que seguía con vida. Reclamos sin sentido, por supuesto.

Lo peor fue cuando Nessa se enteró de que él estaba ahí nuevamente. Abrió la puerta de golpe, azotándola contra la pared y, fijando su vista en él, gritó:

"¡Lloré por ti! ¡Sufrí por ti! ¡Al menos hubieses llamado, Kato!

Kai simplemente tomó aire. Esta era una de las razones por las que no quería volver. La reacción de Nessa, había que decirlo, fue tan desagradable como se esperaba.

— No soy Kato. Lamento decirlo, pero también te eché de menos.

— ¡Escúchame bien, pedazo de...!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro