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T5E19: Ocaso sangriento, Parte 1

Y vaya que fue una noche larga.

Ni media hora transcurrió antes de que llegaran visitas a las puertas de la torre Alba Dorada: una sola persona, en realidad, con el cabello como si lo hubiesen cortado con cuchillos y la mirada perdida, con cortes superficiales y manchas de tierra y carbón en la cara. Tras desplomarse después de subir el último escalón que daba a las puertas, un par de agentes la llevaron adentro, a una habitación con aspecto de celda.

Kai ya estaba preparándose para ir a dormir, pero cuando le avisaron que una chica llamada Hanna estaba en muy mal estado al interior de alguna habitación del edificio, pidió ir de visita con ella cuanto antes.

— ¿Las puertas siguen abiertas? - Preguntó Kai al agente que vino a notificarle mientras ambos caminaban hacia donde tenían a Hanna, la excompañera de clases del chico. No podía ni imaginarse por qué de repente había aparecido ahí tras meses desde que la vio por última vez: desde que ella y Nessa discutieron en la plaza del campus, la chica dejó de asistir a clases, pero que ahora, había caído inconsciente al pie del bastión.

— Un camión de provisiones está descargando en las bodegas, pero después de eso, van a cerrar todas las entradas - Informó el agente - La jefa Nora ordenó que nos encerremos para evitar que la Armada tome esta torre.

Kai asintió: pese a no estar de acuerdo con encerrarse ahí mientras otros peleaban, comprendía lo sabio de aquella decisión. Nora preferiría demoler el edificio que entregarlo a sus enemigos.

Al detenerse frente a una puerta algo aislada del resto, el agente asintió con la cabeza mientras lo miraba a los ojos, indicándole que era ahí.

— ¿Es seguro? - Preguntó Kai. El agente asintió sin dudarlo: por lo visto, Hanna no había intentado atacar a nadie. "¿Por qué lo haría", se preguntó Kai, tan sólo para percatarse de lo desconfiado que se comportaba últimamente.

Tras abrir la puerta, se encontró a una Hanna ya despierta, cubriéndose con las sábanas de su cama, viéndolo fijamente y con expresión de haber visto un fantasma.

— ¿Quieres contarme? - Preguntó Kai, tomando asiento junto a la puerta, emparejándola pero sin dejar que se cerrara.

Frente a él, los labios de Hanna temblaron, pero al final, decidió abrir la boca.

— Bueno... te escucho.

— Se escondían de camino a Coatepec... por la vieja carretera, la de la montaña, con árboles y... no sé bien cómo llegué aquí - Balbuceó la chica.

— ¿Qué te hicieron? ¿Desde hace cuánto estás así? - Preguntó Kai, entrelazando los dedos de ambas manos mientras la observaba, notando cada pequeño detalle en el aspecto de Hanna: eso no era reciente. Si tuviese que apostar, la chica llevaba en tan mal estado desde hace horas. 

Una bandeja con pan y leche estaba sobre la mesita de noche de la habitación: el vaso de leche estaba a medias y sólo quedaba un pan dulce a la mitad. Frente a él, Hanna soltó por fin las sábanas de la cama y se dispuso a explicarle.

— Vestían de rojo. Muchos tenían machetes. Me dieron de beber algo raro. Lo hicieron con hojas de una flor enorme - Explicó Hanna - Me preguntaron cosas que ya no recuerdo. Me cortaron el cabello y me tenían en un corral en el piso. Yo... perdón, perdón, perdón...

Kai reflexionó sobre lo que debería hacer, más que consciente del estado tan delicado en el que se encontraba la chica.

— Sé que vienen. Escapé hace un rato, yo...

— Descuida. Estás a salvo aquí. Sabemos que vienen. Intenta descansar un poco, ¿sí?

Hanna jadeó un poco. Ahora evitaba mirar a Kai. Lucía bastante agotada.

— Te dejo descansar un rato, ¿sí? Mañana será un largo día.

Para ser la noche previa a que la ciudad fuese atacada, los ánimos no estaban tan echados a perder: en el comedor grande del edificio, Nessa, Mei y el resto de los agentes y cadetes que vinieron con Kai estaban disfrutando de la cena, hablando entre sí a lo largo y ancho del comedor, ocupando casi todas las mesas.

Toph se encontraba algo marginada del resto: no tenía tantos amigos en su propia carrera y las chicas del Paraselene estaban un poco ocupadas hablando entre sí y contestando las preguntas de otros cadetes.

"¿Es cierto que pelearon contra el Caleidoscopio?", preguntó uno a Nessa. Otro chico dijo algo sobre haber sido descalificado en la fase de eliminatorias del torneo del curso pasado. Una más estaba cuchicheando con Tini, la chica a la que Toph conoció en el voluntariado de la Cruz Roja.

Toph sólo podía pensar en que un batallón de hombres armados marchaba hacia la ciudad y que probablemente, llegarían al día siguiente y harían una carnicería.

— Sinceramente, no siempre le tuve fé a Kai - Declaró Nessa frente a su coro de escuchas.

— Lo detestaste casi todo el tiempo que llevamos estudiando - Señaló Kalea, cerca de Nessa, evidenciando a su amiga.

— Sí, bueno, pues ahora no. Es alguien capaz y totalmente...

— ¿Que soy qué? - Preguntó Kai, que recién llegaba al comedor.

Casi todo el mundo guardó silencio. Nessa abrió la boca para explicarse, pero el chico sonrió y preguntó si quedaba un plato para él, a lo que algún cadete anónimo respondió yendo a buscar un par de quesadillas para darle de cenar. La gran mayoría de los presentes siguió con sus asuntos, pero el coro de curiosos alrededor de Nessa, así como las Paraselene y otros estudiantes que lo conocían, esperaron al verlo acercarse a ellos, totalmente serio y sin hacer ruido al pisar.

— No les voy a mentir. Estamos en un lío enorme - Confesó Kai, como si quienes escuchaban no lo supieran aún - Si no han llamado a sus seres queridos, yo lo haría de una vez. No sabemos qué podría pasar mañana - Y, tras una breve pausa, se apresuró a añadir algo más - ¡No es que sea pesimista! Solo es que, ya saben... son más que nosotros y no podemos pedir refuerzos.

— Llegaron noticias de otro batallón marchando hacia Morelos - Informó un chico de entre los escuchas de Nessa - Llegan mañana, a la misma hora que estiman el ataque a Xalapa. Probablemente ataquen Cuernavaca. Aún no se atreven a tocar Puebla, pero...

— Pero están intentando cerrar los pasos a la Ciudad de México - Adivinó Kai - ¿Qué hay de Tlaxcala, Hidalgo y Querétaro?

— También hay fuerzas posicionándose cerca de sus capitales - Explicó otro recluta - Creemos que vienen de Michocacán.

— Tierra caliente, como Oaxaca - Balbuceó Kai - Estamos jodidos si la Armada Carmesí está llena de esas personas. Están acostumbrados a dar la vida por su gente. ¿Guerrero también tiene problemas?

Esta vez, fue Nessa quien respondió.

— Están entre Michoacán y Oaxaca. Me sorprendería que no haya reclutas de esos tres estados por igual. Nos van a hacer cagada.

Hubo murmullos de aprobación en el comedor.

— Es verdad - Admitió Kai - Solo nos queda aguantar y rezar porque los refuerzos vengan pronto.

Ya era entrada la noche: cuando Nora sugirió establecer turnos de guardia por si acaso, el Paraselene se ofreció voluntario para dormir por turnos en la planta baja: durante la guardia de Nessa y Kalea, donde Nessa estaba frente a las puertas y Kalea daba vueltas entre la recepción y los almacenes, aproximadamente a las dos o tres de la mañana, ocurrió el incidente.

Nadie la vio escabullirse y, como Kalea estaba ocupada dando vueltas en el almacén, a Nessa le cayó de sorpresa la agresora, armada con una aguja que probablemente tenía un sedante adentro. Fue cuando escuchó el rechinar de sus pies contra el azulejo de la recepción, que decidió voltear a sus espaldas.

Ahí estaba, con cara de desquiciada y la aguja en la mano, a punto de clavársela en el cuello a Nessa, quien instintivamente gritó y empujó a Hanna de espaldas, haciéndola caer al suelo. Mientras sus compañeros apenas despertaban y Kalea volvía corriendo, Nessa se aseguró de disparar una aguja de su muñequera, dándole directamente en un brazo a su agresora: sin saber que Hanna había llegado al edificio esa misma tarde, Nessa se encontraba bastante desorientada al respecto, chillando que aquella chica bajita y de tez lechosa intentó matarla mientras le apuntaba con su muñequera.

Kai se puso de pie enseguida y le clavó un sedante a Hanna mientras ella, todavía con la mirada ida como cuando llegó, balbuceaba una y otra vez las mismas palabras: "ellos me obligaron".

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