T5E17: Las tres espinas del Triskelion
— ¿Estás bien? - Preguntó el chico, como si no la estuviera viendo en ese momento.
Toph asintió, ya con su traje y muñequera puestos. Hacía bastante que Kai no la veía con el uniforme de Alba Dorada puesto. con lo pequeña que era Toph, casi se veía tierna con esa cosa puesta. Kai, por su parte, lucía como si una bomba le hubiese estallado en la espalda, lo que de hecho sí ocurrió.
Tras ponerse una nueva muñequera experimental de entre las que tenían guardadas en el Paraselene, y después, otra en su mano no-dominante por si acaso, volteó a ver a Toph para asegurarse de que llevaba todo lo que iba a necesitar más tarde.
— Entonces... - Murmuró su amiga - ¿Nos vamos?
— ¿Estás lista para dormir a cualquier malasangre que se nos cruce?
Ella asintió. "Entonces nos vamos", pensó Kai, sin decirlo en voz alta. Tras poner el estante en su lugar, más por costumbre que por salvaguardar algo al interior del Paraselene, ambos caminaron rumbo al puente del segundo piso, listos para marcharse cuanto antes. Sin embargo, alguien le cerró el paso al frente. Tres personas, de hecho.
— Toph. Te vas a dar media vuelta y te irás con el resto. Van a correr a través del puente y pedirán refuerzos. Yo me quedo aquí, ¿entendido?
— Pero...
— No creo que les intereses. Quieren pelear conmigo. Haz caso y vete.
— Pero...
— ¡Ya, vete!
Frente a él, a la cabeza de las Triskelion, se encontraba Noah Nakamura: Kai se había equivocado antes. Todavía le movía las entrañas tenerla de frente, aunque no por las mismas razones. Antes, era porque albergaba sentimientos por ella. Ahora igual, pero eran polarmente opuestos. Si bien extrañaba a la persona que solía conocer, le aterraba en lo que se había convertido.
— ¿Por qué? ¿Por qué acabaste así?
— Tú me convertiste en esto - Reclamó Noah, con la mirada seria y sus rulos más cortos que la última vez que la vio a la cara.
— No. Tú decidiste hacer lo que has hecho. Tú ayudaste a Julieta a envenenar al hermano menor de Candy. Tú nos diste la espalda. Te asociaste con tratantes de personas, asesinos... no me culpes de tus propias decisiones, Nakamura.
— Dos años y jamás me visitaste.
— Ni a ti ni a ellas - Espetó Kai - ¿Por qué lo harían? Intentaron matarme el día que me fui de La Ciudad.
— ¡Me abandonaste! - Recriminó Tenebra - ¡Estaba mejor antes de conocerte!
— Yo soy quien debería decir eso - Rechazó el reclamo Kai, viendo fijo a la chica de piel cenicienta. ¿Y qué hay de Niambi? La que las convenció de traicionarnos y las llevó con criminales. ¿Ella no me va a reclamar también?
— No necesito hacerlo - Se burló Niambi, aunque su rostro no se movió ni un poco para darle paso a una sonrisa - Mírate, huyendo. Los únicos que huyen son los que cargan con la culpa de algo.
— La de no querer ser tu mascota, quizás - Espetó Kai - No quise contestar a tu coqueteo cuando tu amiga y yo teníamos algo, así que te pusiste celosa y lo demás es historia, ¿no?
Las otras dos miraron brevemente a Niambi, sin esperarse que Kai desembuchara esa parte de la historia. Por lo visto, no tenían ni idea.
— ¿Entonces ellas no lo sabían? Me fui de La Ciudad porque hace mucho que dejó de ser un lugar tranquilo para mí. No podía hacer mi vida entre su gente después del asedio. Me recordarían. Algunos vieron lo del asedio como un acto heroico, pero no todos pensaban así, te lo aseguro.
— Solo traes la ruina a donde sea que pongas tus pies - Espetó Tenebra - Escondiéndote de quien realmente eres, pero ni cambiándote el nombre cambiarás quién eres.
— Algo curioso viniendo de alguien que cambió de "Patricia" a Tenebra - Se burló Kai, viéndola fijo.
Por lo visto, las tres se hartaron de discutir. En ese momento, Noah dejó ver sus armas: un par de cuchillos largos y delgados, con hoja curva y sin dientes, pero con un fino y encantador filo. Eran casi agujas, espinas en lugar de dagas.
— Bonito juguete - Se burló Kai, provocándola - ¿Te los regaló tu dueño?
— ¡La Gran Obra se acerca! - Vociferó Noah como grito de guerra.
Kai accionó una pequeña palanca de su muñequera derecha, desplegando un pequeño y aplanado escudo de mano, mientras que dejó salir una hoja metálica de la izquierda. Tenía que reconocer que esos trastos no eran los más útiles, pero sí bastante impresionantes a nivel visual. Claro, que con eso no iba a ganar muchas peleas, pero se vería increíble perdiendo.
Cuando Noah se le abalanzó, Kai pudo comprender que la chica no había sido entrenada como combatiente. De un empujón, la hizo a un lado y caminó hacia sus compañeras, quienes no esperaron antes de agredirlo, Tenebra con sus hojas giratorias y Niambi con sus cadenas con objetos contundentes o punzocortantes.
Kai se cuidaba más de Tenebra que de Niambi, resguardándose de sus hojas giratorias y limitándose a esquivar las pesadas y lentas cadenas de Niambi. Tras algunos segundos de tira y afloja que se sintieron como horas enteras, Kai consiguió hacer tropezar a Tenebra con una cadena de Niambi. Era lo malo de pelear en esos pasillos tan estrechos junto al barandal de la biblioteca, pensó Kai. Era difícil tener mucha movilidad. Por un momento, agradeció que sus muñequeras no tuviesen aquél problema.
Pero entonces, Nakamura eligió ese momento para levantarse y, sin estar completamente de pie, se lanzó a los tobillos de Kai, pretendiendo cortarle una pierna o algo así.
— En serio, ¿por qué no trajeron pistolas mejor?
— Difíciles de ocultar - Observó Noah. Por lo visto, ellas y los malasangres que se habían colado en la planta baja no habían podido meter muchas balas a la ciudad. Eso cambiaría cuando llegasen el grueso de las fuerzas de Arze.
— Sí, como sea - Se quejó Kai, esquivando a Noah tras otro de sus ataques, quedando ella de espaldas a las otras dos miembros del Triskelion.
Noah avanzó nuevamente hacia él, cuchillos en mano. Kai jaló de un gatillo de su muñequera izquierda y la hoja que salió de su muñequera salió disparada hacia el frente, rozando los mechones de Noah para clavarse en la pierna de Niambi, que recién había empezado a incorporarse.
— Pensé... - Balbuceó Noah.
— No quisiera tener que matarte - Explicó Kai - Pero que capturarte con vida...
Noah arrojó uno de sus cuchillos, pero Kai lo desvió con el escudo plegable de su otra muñequera. Cuando Noah aprovechó para acercársele, la pateó, haciéndola soltar el segundo. Con otra palanca en su mano derecha, el escudo salió proyectado directo a la frente de Noah. A lo lejos, Niambi se arrancó la cuchilla que le había clavado Kai en su pierna. Tenebra la estaba ayudando a ponerse de pie.
— Noah, ¿por qué haces todo esto? No puedo darte oportunidades eternamente.
— No las quiero - Espetó la pequeña chica - Lo perdí todo Kai. A mi novio Caín, a mi hermana Val... mis padres, mis amigos... ¡tú eres el factor común!
— Y tú eres quien decidió hacer lo que hiciste, no yo.
Dejaron de escucharse golpes y disparos en la planta baja. Noah se le abalanzó a Kai, aprovechando para rellenar la ausencia de ruido con un grito de guerra mientras atacaba a Kai. Ninguna de las muñequeras tenía sedantes, así que, muy a su pesar, Kai le propinó un par de golpes y, tras cogerla del cabello, avanzó hacia Tenebra y Niambi, empleando a Noah como escudo humano, confiando en que apreciaran lo suficiente a su compañera como para no atacarlo con ella en medio.
Sin embargo, cuando Tenebra puso en marcha sus cuchillas giratorias, Kai supo que no apreciaban en lo más mínimo a Noah, como probablemente no se apreciaban entre ellas. Todo lo que les importaba era desquitar su coraje con él, cueste lo que cueste.
Noah comprendió lo mismo tras ver a Tenebra correr hacia ella con el sonido del metal girando a escasos metros de su cuello.
Pero jamás llegó.
El sonido de varias agujas cortando el aire se detuvo al tiempo que Niambi y Tenebra se tambalearon.
Al otro lado, junto al puente, se encontraban las chicas, con Toph incluida. Habían despachado a los malasangres restantes y, tras atrancar las puertas de la biblioteca, decidieron subir a ayudar a Kai.
— ¿Nos vamos? - Preguntó Khanna al verlo - Por cierto, tu comunicador estaba encendido así que, bueno...
— Lo oímos todo.
Hubo un corto silencio que Kai decidió cortar.
— Qué bueno. Pidan un transporte. Las llevaremos con nosotros. No creo que a Arze le importen como para negociar por ellas, pero no pienso matarlas ni dejarlas por aquí. Alba Dorada querrá devolverlas a la Prisión Vertical tan pronto como sea posible.
— Ya pedí vehículos - Informó Mei, viendo fijo a Noah, inconsciente tras el par de dardos que se habían clavado en uno de sus brazos - Nos recibirán en el campus, así que tenemos que...
— El puente, sí - Atendió Kai - Vamos. Con suerte, podremos irnos con los demás - Añadió, refiriéndose al grupo de Kalea y a los demás cadetes que en este momento mantenían el campus blindado contra malasangres.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro