T5E15: La trinchera
Nunca la biblioteca había estado tan abarrotada como en ese momento: Kai dirigió al grupo entero a unas mesas amplias que se encontraban en un pasillo que conectaba los dos extremos del tercer piso entre sí. Le pidió a alguien que consiguiera un mapa de Xalapa y a otra persona, un juego de ajedrez. Ya de pie frente a la mesa, con Toph de un lado y Mei del otro, Kai abrió el tablero de ajedrez y lo usó para detener una de las esquinas del enorme mapa frente a él.
Sus compañeros lo observaban, expectantes. Tras poner la ficha del rey blanco sobre la ubicación de la torre Alba Dorada, Kai empezó a distribuir varias fichas sobre distintos lugares de la ciudad mientras les explicaba la situación.
— Nuestra posición defensiva no es mala: el problema es que no sabremos exactamente de dónde viene el enemigo o cuántos son – Explicó Kai, haciendo círculos alrededor del mapa con su dedo, apuntando a todas partes al mismo tiempo.
— Pero entonces, ¿cómo defenderemos una ciudad si no sabemos de quiénes la defendemos, cuántos son y de dónde vienen? – Señaló Alex, una de las chicas que compitieron en el torneo a finales del curso pasado.
— Es una buena pregunta. La respuesta es que no podemos permitirnos apostar demasiada gente en el mismo lugar: podrían atacar una zona sin muchos agentes o peor, mandar al grueso de sus fuerzas a donde tengamos a casi todos los agentes y después de que acaben con ellos, el resto de la ciudad habrá quedado indefensa.
La mayoría a su alrededor ni siquiera hablaba, asombrados por las conclusiones a las que llegaba Kai y cómo explicaba la situación.
— Si no me equivoco, el norte no estará en riesgo tanto como el sur – Les hizo saber Kai – Pero Coatepec ya fue vulnerado y es muy probable que ataquen desde el oeste, ¿comprenden? El camino a Naolinco probablemente no tenga ningún invasor consigo: lo que sabemos es que vienen de Oaxaca, así que el noreste debe estar casi totalmente limpio.
— Entonces... ¿es probable que ataquen desde el sur? – Adivinó Mei desde su lugar, observando el mapa.
— Sur, suroeste... - Caviló Kai – Sí, es probable.
Había un problema: casi todos los presentes vivían en las zonas más norteñas de Xalapa: muy pocos estudiantes residían en el sur.
— Vale, pero, ¿hay gente aquí que viva por la zona de las Ánimas? – Se animó a preguntar Kalea.
El grueso de los estudiantes que los rodeaba negó con la cabeza: Kai pensó que, a menos que mandaran gente con rentas pagadas al sur de Xalapa, tendrían serios problemas cuando Arze decidiera atacarlos. Sin embargo, esa no era su única preocupación ahora.
— Todos aquí fueron entrenados para pelear cuerpo a cuerpo y usando muñequeras, ¿cierto?
Esta vez, todos asintieron.
— Tenemos un alijo de armas en el campus – Les recordó Kai – Si no poseen una, pueden cogerla del almacén que cuida Amelia Hardeen – Explicó – Sólo tendrán que registrar su nombre junto a la pieza que pedirán prestada y eso es todo. Si no tienen una, deberían ir ahora mismo.
El grueso de estudiantes se marchó corriendo de la biblioteca: sin embargo, unos cuántos, entre ellos los miembros de Paraselene, se quedaron ahí.
— ¿Les darán comunicadores también? – Quiso saber Nessa, comprometida con la causa.
Kai asintió: se sentía mal de estar armando a sus compañeros, pero Nessa había insistido en más de una ocasión que era egoísta negarles la oportunidad de decidir y que lo único que podía hacer él era explicarles las cosas y darles la decisión a ellos.
Aún así, Kai sentía que una cosa era decirles "será peligroso" y otra muy distinta, que vieran con sus propios ojos lo peligroso que era lanzarse a la pelea así como así.
Habrían seguido discutiendo sus planes de batalla, pero los comunicadores de los Paraselene vibraron todos al mismo tiempo. Frente a ellos, todavía quedaban personas ajenas al círculo cercano de Kai: Jorge, Alex y Tini seguían ante ellos, todos con armas de Alba Dorada registradas a sus nombres. Simples muñequeras, pensó Kai. Tan sólo iban cargadas con sedantes, pero eran útiles en una pelea, aún si no ibas particularmente preparado.
— ¿Qué fue eso? – Preguntó Tini, notando los zumbidos en los bolsillos de sus compañeros: al ser cadetes y no agentes propiamente dichos, no poseían comunicadores.
Kai sacó el dispositivo, aunque le habría gustado hacerlo sin público enfrente. Sus pupilas se contrajeron al mínimo al leer el mensaje: un miembro de inteligencia de Alba Dorada acababa de notificarles que tres personas, presuntamente asaltantes, se habían colado al campus y caminaban rumbo a la biblioteca.
— Pueden ser represalias por tu discurso de hace unas horas – Sugirió Toph, pero a Kai no le pareció que fuera de ese modo.
— Me habrían matado de camino a acá - Negó Kai: si quisieran matarlo, no esperarían a que estuviese rodeado de gente.
Guardaron silencio.
— ¿Y qué hacemos? - Preguntó Nessa.
Kai se dirigió hacia el club Paraselene y sus amigas lo siguieron al interior. Una vez dentro, Kai le ofreció una muñequera a cada una. Nessa no iba a quejarse: por primera vez, iba a participar voluntariamente en una pelea relacionada con Alba Dorada. Lo mejor era que esta vez, llevaba un arma, así que las posibilidades de ser drogada en la oscuridad eran relativamente menos que antes.
— Toph, ¿quieres quedarte aquí? - Preguntó Kai - Puedes monitorear desde dentro.
Alex, Tini y Jorge permanecían frente a ellos, contemplando la sala oculta del Paraselene. Hasta hace unos segundos, ni siquiera tenían idea de que este sitio existía, pero ahora que contemplaban su escondite secreto, Tini no pudo guardarse un "ya veo porqué no sabíamos de esto". Sin embargo, nadie la secundó. Tenían problemas más grandes de eso.
— Bien. Kalea, ¿te importa dirigir a los nuevos?
Kalea respingó, sin esperarse que, de entre todo el mundo, Kai la había escogido para liderar a alguien más.
— Creo, sí - Balbuceó ella.
— Hey. Sé que puedes hacerlo - Dijo seriamente Kai, viéndola a los ojos - Has hecho cosas más complicadas.
Kalea asintió y salió de la habitación, seguida de los tres nuevos reclutas. Después, Kai se volvió hacia sus amigas.
— Khanna, Nessa, Mei - Pidió Kai - Ustedes vienen conmigo.
Tan pronto como Nessa hubo cerrado la entrada al Paraselene con Toph adentro, el grupo de Kai escuchó que alguien arrastraba un pesado objeto metálico en la planta baja.
— Habrá problemas - Indicó Kai - Quítenle el seguro a sus muñequeras.
— ¡Carlos Rivera! - Vociferó una mujer en la planta baja. A juzgar por la cantidad de pisadas ahí abajo, Kai supo que no eran solo las tres chicas del Triskelion. A juzgar por su timbre vocal, debía ser Niambi. Aquella loca fue quien empujó a sus dos compañeras a ir en contra de Kai.
— Y es aquí cuando...
— Tú, pequeña alimaña - Gritó Tenebra frente a ellos, con un par de pequeñas hoces curvas con doble hoja, una en cada extremo de la empuñadura. Sin embargo, no lucían como el arma de un campesino. Cuando Tenebra apretó las empuñaduras, sus hojas empezaron a girar alrededor de la empuñadura. Una cortada con esas cosas y Kai se quedaría sin dedos en un segundo.
— Bien. Intenten no matarlas aunque ellas no sean tan consideradas - Ordenó Kai - No queremos cargos por homicidio o algo así.
En la planta baja, se escuchó la voz de Kalea gritar órdenes a sus compañeros. Tras un breve vistazo, pudo ver cómo varios hombres malasangres acompañaban a Niambi. El grupo de criminales avanzaba lentamente a la cafetería mientras Kalea y sus amigos intentaban detenerlos. Sin embargo, al devolver la mirada a su oponente actual, la vio correr directo hacia él.
— ¡Tu atención conmigo, Kai! - Gritó Tenebra, con su rostro lleno de enojo y su piel casi grisácea reluciendo con las luces de la biblioteca.
Kai se tiró a un lado, provocando que Tenebra hiciera chocar sus hojas contra un barandal metálico. A sus espaldas, Nessa, Khanna y Mei observaron, algo aterradas al contemplar por primera vez una agresión tan directa. Mei fue la primera en reaccionar, disparando un par de sedantes, pero Tenebra movió las hojas de su mano izquierda para bloquearlas.
— Lo apoyan... ¿saben lo que hizo? Jugó con Noah. Jugó conmigo. Nos utilizó a todos en La Ciudad para que lucháramos sus peleas. Nos engañó para sacrificarnos por él. ¿Les ha contado de Iris? ¿De Heidi? ¿Les habló de Otto y de los demás que murieron por él? Kai es todo menos un héroe, una buena persona. Nos arruinó a nosotros y las arruinará a ustedes.
— Olvidas la parte en la que Niambi las convenció de hacer tratos con traficantes de personas y unirse al crimen organizado. ¡Casi matan a un niño pequeño para encontrarme! - Vociferó Kai, apuntándole con su muñequera - ¿Qué hay del hermanito de Candy? ¿Qué piensa Noah de todo eso?
Tenebra no contestó: al menos, no con palabras. De un brinco, cortó a la mitad la distancia entre ella y Kai, todavía blandiendo sus hoces giratorias. A Kai le parecía algo anacrónico que su rival empleara armas blancas cuando fácilmente pudo tomar una pistola y dispararle, pero el dramatismo y la sangre siempre habían sido cosas que le gustaban a Tenebra, así que lo aceptó en silencio mientras retrocedía cada vez más para evitar que Tenebra le cortara la garganta.
— ¡Por dios, hagan algo! - Exclamó al ver que sus amigas aún no abrían fuego contra Tenebra. Sin embargo, no podía juzgarlas: estaban aterradas.
A través del radio de su comunicador, Toph gritó algo como: "ya, dispárenle o algo". Nessa reaccionó, disparando seis agujas sedantes en la misma carga. Tenebra se distrajo momentáneamente para bloquear, dándole a Kai el tiempo necesario para dispararle una aguja en la pantorrilla. Las hojas giratorias de Tenebra se detuvieron: ella había dejado de apretarlas en cuanto la aguja atravesó su piel. Un tiro más la hizo soltar la empuñadura derecha, pues le había clavado otra aguja en el puño izquierdo.
Abajo, las cosas no iban mejor.
Alex prefirió no disparar su muñequera, golpeando a uno o dos malasangres con ella. Tras coger el arma de fuego de uno de ellos, disparó varias veces contra sus compañeros. Sin embargo, Kalea, Tini y Jorge estaban más bien ocupados peleando contra Niambi como para apoyar a su compañera. La segunda miembro del Triskelion llevaba en la mano un par de cadenas con objetos de metal sujetos en su otro extremo. Una de ellas tenía una bola de hierro sólido, mientras que la otra, un par de cuchillas fundidas junto al último eslabón de la cadena.
— ¿Qué les costaba usar pistolas como los delincuentes normales? - Se quejó Jorge, disparando una aguja contra Niambi, quien consiguió esquivarla a tiempo. Tras tirarles encima la cadena con la bola de hierro, Tini y Kalea saltaron hacia atrás para esquivar y, justo después, abrieron fuego. Una aguja sedante se clavó en el muslo de Niambi, haciéndola emitir un quejido que le hizo saber a Tini que había acertado en el blanco.
Alex logró abatir a los malasangres que iban con armas de fuego y llamó a sus compañeras: Toph acababa de avisarles a través de los comunicadores que estaban llegando más refuerzos malasangres a la biblioteca y que debían prepararse.
— ¡Ustedes! ¿Hay algún lugar en donde podamos ocultarnos? - Preguntó Kalea al llegar con las dos empleadas de la cafetería.
Una de ellas asintió.
— Las llevaremos. Vamos a atrancar la puerta y las sacaremos de aquí, ¿de acuerdo?
Las empleadas asintieron.
Toph les avisó de algo más a través de los comunicadores.
— Chicos. Eleazar Salazar acaba de enviar un comunicado. Coatzacoalcos ha caído. En dos días o menos, la Armada Carmesí llegará a Xalapa.
Tanto el grupo de Kalea como el de Kai guardó silencio. Kai maldijo por lo bajo: eso sólo significaba que su peor pesadilla se cumpliría a más tardar en dos días. Sin embargo, no podía permitirse colapsar aún.
— Primero hay que encargarnos de Triskelion - Sugirió Kai - No les voy a pedir que peleen por mí, pero si quieren quedarse, deben saber que esto no es cualquier juego. Podrían herirles. Podrían matarles.
— Sigues con eso - Criticó Nessa - Lo sabíamos cuando te seguimos a la biblioteca. Solo... entramos en shock. No es excusa pero...
— Está bien - La interrumpió Kai - Yo... yo también lo estoy, creo - La disculpó, llevándose una mano a la frente, cubriendo parcialmente su cara al hacerlo - Primero nos encargamos del Triskelion, luego vamos a la torre Alba Dorada. Pueden llamar a sus familias ahora, si quieren.
Dicho esto, el chico suspiró y caminó hacia donde estaba Tenebra, ya sedada. Iban a esposarla para que no causara más problemas. Además, pensó Kai, ya deberían haber llegado refuerzos a la biblioteca. Sin embargo, no era el caso. Este no era el único ataque simultáneo en Xalapa.
La invasión ya había comenzado.
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