El viernes, tan pronto como el campus abrió sus puertas, los estudiantes entraron en tropel, preocupados. Las noticias sobre la guerra habían empezado a llegar a Xalapa y con ellas, la preocupación general. Entre estudiantes preguntándose por qué sacaron sus cartillas militares, becarios de Alba Dorada pensando en si serían convocados o no y, más importante, todos los docentes de todas las facultades, convocados en una junta general en la sede principal de la universidad, cerca de Los Lagos.

El ambiente nunca estuvo más tenso: Amelia Hardeen y otros oficiales de Alba Dorada custodiaban las puertas, pidiendo credenciales aleatoriamente, por si acaso. Al interior, se murmuraban todo tipo de rumores, inventando todo tipo de cosas al respecto.

Nessa acudió a la escuela temprano, entrando directo a la biblioteca. Kalea fue la última en llegar y Toph las esperaba afuera de la sala común del Paraselene, fingiendo demencia. Kai las alcanzó frente a la puerta y el grupo entró, asumiendo que Mei y Khanna ya estaban dentro. Una vez ahí, se vieron entre ellos sin pronunciar palabra antes de tomar asiento.

Todos estaban alterados, aunque no por los mismos motivos: Khanna y Kalea, por la profesora envenenada. Toph y Nessa, por las cosas que habían escuchado en los pasillos. Mei y Kai, por lo que sabían respecto a la amenaza que enfrentarían pronto.

Las otras veces, pensó Mei, al menos habían tenido todo un semestre para prepararse, acumular pistas y seguir rastros. Sin embargo, ahora era diferente: ahora el problema había sido arrojado a sus caras y tenían que enfrentarlo sin saber bien de qué se trataba. Quien lo sabía estaba entre ellas, sentado en un sillón individual, con las ojeras bastante marcadas y cara de haber muerto hace años.

— ¿No debimos traer a Ghandi? - Preguntó Kalea, sugiriendo que la imprudente acosadora de Kai era parte del Paraselene.

— No creo - Cortó el tema Kai, algo nervioso - A sus padres no les gustaría que la involucremos en esto.

Kai suspiró. Era hora de rendirle cuentas a todas.

— El Triskelion. Vienen de La Ciudad. De donde yo vengo. La diferencia es que no empezaron siendo enemigas de Alba Dorada de buenas a primeras, ¿saben? Es decir, las tres eran parte de la organización, pero...

— Se volvieron traidoras - Atajó Toph - Justo el día en el que nos fuimos de La Ciudad, las tres se rebelaron. Desde entonces, han traído problemas a la organización, pero según los videos recuperados de las cámaras en Prisión Vertical, Arze lideró un movimiento para rescatarlas hace poco. Junto a ellas, dejaron salir a más de cincuenta peligrosos enemigos de Alba Dorada, en su mayoría terroristas o grupos de crimen organizado.

— En específico, Triskelion es de los más peligrosos, junto con los tratantes de blancas liderados por Sak, el Triunvirato, viejos miembros del Quincunce y Zeta también - Explicó Kai, confiando que sus amigas hubiesen esculcado a escondidas en archiveros tanto como parecían haberlo hecho - Noah Nakamura, "Tenebra" Tanaka y Niambi Shefet. Han participado en actividades ilícitas antes, pero ahora, parece que Arze las patrocina.

— ¿Qué las hace ser tan peligrosas? - Preguntó Nessa, sin ni una gota de malicia en su tono de voz. Kai se sorprendió a sí mismo dándose cuenta de que no le molestaba en lo más mínimo explicarle, ya que preguntaba de esa manera.

— Verás, están familiarizadas con técnicas y estrategias de Alba Dorada. Además, antes solían recibir entrenamiento de élite y pertenecieron a Copa Escarlata, el mismo escuadrón de Amelia Hardeen, la entrenadora que vino al campus a reclutar gente. Probablemente se han aliado con Arze y, si los informes no nos fallan, no vienen solas: Arze ha reunido un enorme grupo de gente. Se hacen llamar "Armada Carmesí" y son una fuerza considerable.

"Los levantamientos en Oaxaca fueron el comienzo", les dijo Kai. "¿Han visto las noticias, no? Entonces lo saben. Saben que los campesinos se han reunido alrededor de un líder desconocido y han empezado a atacar Oaxaca de Juárez a menudo". "Bueno, pues eso no es todo", afirmó Kai. "Alba Dorada se descuidó y descubrimos que un contingente de la Armada Carmesí marcha hacia Coatzacoalcos y por alguna razón, les han dado paso libre en cada carretera. Llegarán en un día o dos y dependiendo de si Alba Dorada consigue defender la ciudad o no, tendremos problemas".

— Entonces, ¿por qué no mandan cadetes de Xalapa a Coatzacoalcos? - Quiso saber Kalea.

— Si dejamos a Xalapa indefensa, la Armada Carmesí podría asaltarnos y vencer fácil. Las capitales se niegan a dejar ir a más soldados de los necesarios y con Alba Dorada pasa lo mismo: no quieren que agentes de las capitales vayan a defender otras ciudades, así que los elementos disponibles son pocos - Respondió Kai, preocupado - Claro, los agentes de élite han sido asignados por grupos completos en algunas ubicaciones. Un grupito de gente de la última prueba dorada será enviada a Coatzacoalcos, pero...

Estaba temblando. Mei se atrevió a cogerle la mano para tranquilizarlo y, después de varios segundos, Kai pudo continuar.

— ¿Por qué dos de las Triskeliones vinieron directamente por mí? - Preguntó Nessa, observando el patrón: primero Tenebra, luego Noah. Si hubiese ido el día anterior al hospital, se habría encontrado también a Nessa.

— En el pasado, tuve una o dos parejas como tú - Admitió Kai - Así que puede que las Triskelion crean que sigue siendo un patrón habitual en mi vida. Ya sabes, es decir, creen que tú y yo.. algo - Y, cambiando el tema tan pronto como pudo, Kai saltó a otro punto importante de aquella reunión - También tiene que ver con la filtración de datos que hizo Nightstalker hasta hace unos meses.

Kai siguió hablando, contestando preguntas respecto al Triskelion y a la agenda de guerra en Alba Dorada: lo vieran por donde lo vieran, el país estaba por estallar y aquella desagradable sensación de estar corriendo en un campo minado le amargaba la saliva no solo a Kai: al resto del Paraselene también.

— Tenemos razones para creer que Caleidoscopio fue quien filtró la ubicación de Kai - Les contó Toph - Y así es como Caleidoscopio y Nightstalker llegaron.

— Entonces, ahora que todo el mundo sabe que Kai está en Xalapa...

— Puede que ese Arze elija esta ciudad como uno de sus objetivos - Señaló Mei.

Un escalofrío recorrió la columna de todos en aquella sala. Sin embargo, nadie, ni siquiera Nessa, se atrevió a señalar a Kai. Ahora importaba más unificarse y pelear contra Triskelion y cualquier otro que intentara atacarlos.

Un hombre vestido de blanco entró a pie a aquella casa y, portando un arma de fuego con silenciador ya puesto, le abrió un agujero a cada uno de los dos guardaespaldas que estaban en la sala: desde el ataque a Coatepec, habían estado cuidando al gobernador. Sin embargo, ya no sería necesario.

Al entrar a su casa, lo despertó, tocándolo con el cañón del arma. El hombre se sobresaltó, pero entendió al instante que no debía decir nada. El de blanco lo obligó a vestirse y, advirtiéndole que no pidiera ayuda, apuntándole a su esposa con el arma por si el gobernador intentaba algo idiota. Cuando por fin estuvo vestido, lo hizo quitarle la batería a su teléfono y, una vez descendieron a la planta baja, el hombre de blanco le ordenó abrir la puerta. El gobernador empezó a saberse muerto, pero el miedo le impedía desobedecerle a aquél hombre.

Habiendo visto ya a sus hombres muertos en la sala, el hombre sintió que estaba a punto de orinarse, pero se aguantó: el de blanco lo hizo subirse a una camioneta negra con vidrios polarizados y sin placas.

Cuando abrieron la camioneta, el gobernador reconoció su propio palacio de gobierno frente a él: eran casi las cinco de la mañana. Apenas hace veinticuatro horas habían empezado a tomar medidas para rechazar la invasión de campesinos oaxaqueños a las afueras de Xalapa: varios hombres de chaquetas rojas los lideraban y el gobernador planeaba mandarlos matar antes de que se acercaran más a su ciudad.

Una vez vio al hombre de blanco frente a él, sonriéndole mientras le apuntaba con el cañón de su arma, aquél hombre supo que no tendría la oportunidad para hacer nada más en su vida.

El disparo apenas fue notado, ya que no había ni un alma en las calles esta noche.

Dos hombres cogieron el cuerpo muerto del gobernador y, con ayuda de un juego de llaves que habían robado a un conserje previamente, se abrieron paso al interior del palacio de gobierno: cuidando de no tocar nada gracias a sus guantes, el par se encargó de acomodar al gobernador en su asiento, al interior de su oficina, en un sangriento performance. 

Con una pequeña jarra con la sangre que había escurrido del agujero que hizo la bala en el cuerpo del gobernador, los acompañantes del hombre de blanco empezaron a pintar letras rojas sobre la alfombra del despacho del gobernador. Una vez terminaron, el hombre de blanco contempló aquella obra.

El sangriento texto frente a sus pies, ponía: "La gran obra se aproxima. La perfección limpiará la suciedad de este país. Entreguen a los impuros o la ciudad arderá en una semana". El hombre de blanco cogió el pincel que habían usado sus hombres para escribir, y firmó con una sola palabra:

"Arze".