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T4E13: Reclutas


— Ahí están.

— Sí, acércate.

— ¿Por qué yo? ¿Captas que son unos raritos?

Maya quería arrancarse las greñas, pero se contuvo. Ramsés era un idiota como compañero consejero estudiantil, pero además, también le cargaba su mitad del trabajo.

— Nosotros y Celia nos iremos acabando el curso y tú.... grandísimo idiota.

Ramsés se encogió de hombros.

— Solo digo... si estuviesen de verdad interesados, habrían venido ellos y no tendríamos que venirlos a buscar.

— Nadie se presentó. Créeme, si Celia no nos lo hubiese pedido, yo tampoco vendría a buscarlos - Se quejó Maya.

Ramsés contempló a los dos candidatos por defecto para entrar al consejo estudiantil: Ghandi y Kai. Un punto a favor era que ya pasaban suficiente tiempo juntos como para que no se les hiciera pesado compartir una carga de trabajo.

— ¡Oigan, ustedes dos! - Alzó la voz Ramsés, decidido a acabar con todo eso de una buena vez.

Kai se sobresaltó: Ghandi simplemente volteó a ver, casi irritada. ¿Acaso los había interrumpido en un asunto personal? Bueno, le daba igual.

— No sé si sepan que este semestre, la consejera Celia se va a graduar y nosotros también. Hemos revisado los datos académicos de varios posibles candidatos y creemos que...

— Esperamos que les interese formar parte del consejo estudiantil - Soltó tajantemente Maya al ver que su compañero le iba a dar varias vueltas al asunto.

— Gracias, yo no... - Empezó a murmurar Kai, como cualquier ser humano cuerdo habría pensado.

— ¡Nos encantaría! - Sonrió Ghandi. Quizás ella no era la indicada para el puesto, pensó Maya. De ser electa, la emoción se le pasaría relativamente pronto al ver la carga de trabajo, y eso que no pasaría directamente a ocupar el lugar de Celia.

— Como sea - Murmuró Kai, desinteresado de cualquier función administrativa - Supongo que habrá una elección para eso, ¿no? Hay tiempo de conseguir más candidatos.

Maya sonrió. Ese le agradaba. Era una lástima que no podría convivir más con su generación.

Ramsés también sonrió, aunque por otros motivos: recordaba perfecto al chico de cuando el evento del semestre pasado. La imagen del pelirrojo grandulón y todo ese asunto de gente drogada y desaparecida durante la fiesta de bienvenida se le había quedado bien grabada en la cabeza.

A Maya no tanto.

— Gracias por considerarlo. Nos vemos - Sonrió Maya.

Ramsés observó atentamente a su amiga en cuanto aquellos chiquillos se dieron la vuelta para irse a sus respectivas clases: con lentes más grandes que su cabeza, cabello muy corto y aspecto andrógino, Maya era una de las personas más agradables que Ramsés conocía, pese a ser algo seria.

— ¿Qué me ves? - Preguntó ella - Anda, tenemos que buscar más candidatos. Yo no vi al chico muy convencido, tendremos que mejorar el discurso si queremos encontrar buenos reemplazos para nosotros.

— Sigo pensando que hay que dejarlos aprender a la mala en vez de buscarlos - Rezongó Ramsés.

— Solamente no quieres hacer tu trabajo - Lo reprendió la chica.

En realidad, así era.

Los días siguientes, Ghandi se la pasó siguiendo a Celia por todos lados, intentando impregnarse un poco con aquella aura poderosa de la consejera estudiantil. Kai, por su parte, tan desinteresado en ese asunto como podría estarlo, la pasaba metido en el Paraselene, estudiando el patrón de comportamiento del Nightstalker cuando podía, si es que la abrumadora cantidad de tareas que tenían últimamente se lo permitía.

— A veces, con todo este asunto de Alba Dorada, se me olvida que estudiamos - Mencionó en voz alta en una de aquellas sesiones, con Toph y Khanna jugando a meter popotes en vasos en una de las mesas del fondo.

Kai observó el tablón de anuncios que se había apropiado para su investigación: no tenía ningún sentido. Además, desde que el Nightstalker acosó a Nessa por última vez, los ataques habían cesado por completo. Ghandi incluso empezaba a considerar innecesaria a Alyssa, aunque también le había pedido ayuda para aprender a usar su nuevo juguete, el rociador de gas que le consiguieron en la última visita a Coatepec.

— Creo que estamos estancados - Se dijo a sí mismo.

— Lo estás - Confirmó Khanna, con quien últimamente no hablaba tanto - Creo que deberías hacer otras cosas en lo que el acosador ataca de nuevo, ¿entiendes? Estás en tu mejor etapa y malgastas tu tiempo persiguiendo fantasmas.

Kai solía olvidar que Khanna era varios años mayor que él. Quizá tuviese razón, pero no por eso se iba a permitir bajar la guardia. La última vez que descuidó sus obligaciones como guardián autonombrado, cosas malas ocurrieron en La Ciudad. Aunque técnicamente no era su culpa, tampoco podía evitar pensar en que pudo haber hecho algo de estar más pendiente.

— ¿Qué sugieres?

— Escuché que te quieren reclutar para consejería - Mencionó Khanna - ¿Por qué no haces eso?

Kai resopló. Suficiente tenía trabajando para Alba Dorada cuando, en un principio, ni siquiera los quería en la misma ciudad que él. A como estaban las cosas, era evidente que sería parte de consejería, aunque sea a la fuerza, sólo porque a sus patrones de Alba Dorada les interesaba. Los ataques de pánico que venían en el paquete "secuelas y estrés postraumático por el asedio a La Ciudad" no habían cesado desde primer semestre, aunque ahora eran más fáciles de sobrellevar.

De hecho, Toph había presenciado varios de esos y, en ocasiones, lo había ayudado a minimizar la mala experiencia. Entendía el porqué de los rumores que habían surgido alrededor de ellos dos y apenas se molestaba en desmentirlos, pues era cierto que ambos pasaban mucho tiempo juntos.

Al menos no todos pensaban que ella y Kai eran pareja. Khanna, por ejemplo, parecía tenerlo muy claro.

Después de aventar su siguiente popote, Toph se detuvo un momento, levantándose de su asiento para sacarse el teléfono del pantalón. Alguien le estaba marcando.

— Hola, ¿estás ocupada? - Preguntó la voz del otro lado de la llamada - Hubo una emergencia y necesitamos de todos los voluntarios disponibles.

Toph volteó a ver a Khanna y después a Kai: ellos no podrían ayudar.

— ¿Qué pasó?

— Hubo un accidente de tránsito en el puente de los suicidios - Informó la instructora de la Cruz Roja. Eso le bastó a Toph para decidirse. Tenía que ir.

Tan pronto colgó, se disculpó con Khanna y dijo que había surgido una emergencia. Kai estaba a punto de acompañarla, pero ella negó con la cabeza. Kai supo entenderlo: quizá no requerían su ayuda en esta ocasión.

Toph se marchó a toda prisa y Kai tuvo que cerrar el estante de biblioteca que escondía la entrada al Paraselene. Cuando lo puso en su lugar, se dispuso a volver a su tablero para seguir en lo suyo, pero Khanna lo detuvo.

— En serio, relájate pequeñín. ¿Juegas? - Preguntó, ofreciéndole tomar el lugar de Toph en aquella competencia de meter popotes en vasos.

Kai decidió aceptar.

Quizá le hacía falta un pequeño descanso después de todo.

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