T4E05: Ghandi
Rozando las ocho de la mañana, la multitud de estudiantes de siempre inundó poco a poco la explanada principal del campus, con alumnos de varias carreras yendo de aquí para allá y charlando bajo la sombra de los árboles o al pie del monumento frente a la plaza principal de la unidad.
Si avanzabas un poco más y subías al edificio del área de literatura, verías una gran multitud agolpada alrededor del tablón de anuncios. Así es: el Nightstalker había atacado de nuevo.
Rápidamente, una chica de tez blanca y cabello en tono rubio oscuro subió las escaleras y los demás estudiantes le abrieron paso: varias fotos de Ghandi durmiendo tapizaban el tablón de anuncios: era el segundo ataque del Nightstalker en lo que iba del semestre y los estudiantes, en su mayoría mujeres, estaban pasando de preocuparse a sufrir crisis nerviosas por culpa de las impunes incursiones del Nightstalker al interior de sus dormitorios, violando sus vidas privadas.
Al fondo del pasillo, Mei intentó desviar la mirada.
Kai le había prometido que estaban trabajando en ello, pero sinceramente, ella no veía ningún avance: es decir, ella tampoco sabría qué buscar pero esto ya estaba escalando a niveles alarmantes. Por suerte, ella no había sufrido nada como eso aún, pero si le preguntabas a estudiantes como Nessa... hasta donde estaba Mei, podía escucharse su voz.
— Deberías levantar tu denuncia, los del Alba Dorada no harán nada al respecto - Le aconsejaba la chica a Ghandi - Y de paso, denunciarlo con dirección de la facultad: no puede ser que se hayan colado a la facultad para pegar tus fotos. De seguro fue alguien de aquí - Acusó Nessa.
— Gracias, pero yo confío en el trabajo que hacen los de Alba Dorada aquí - Sonrió amablemente Ghandi, rechazando el consejo de su compañera mientras retiraba las fotografías.
Justo al quitar la última, vio que al reverso ponía en letras negras, impresas sobre el papel, la siguiente leyenda: "Deja de patrocinar al ejército dorado".
— Como sea, igual iré a pedir apoyo en las oficinas de Alba Dorada. No se preocupen por mí, que estaré bien.
De todos modos, varios agentes de Alba Dorada ingresaron al campus para revisar cada posible salida que le haya servido como ruta de escape al Nightstalker, comprometidos con atraparlo: para cuando dieron las dos de la tarde, todavía había un par de ellos por ahí. Mei quiso acercarse a Toph y Kai, pero ambos se veían de lo más atareados a los pies del monumento, así que decidió que quizá lo mejor era no molestarlos. Se veían bien juntos, ¿no?
A Ghandi no le importó mucho.
Kai pudo darse cuenta de que la chica se acercaba directamente a donde él estaba y, a juzgar por la reacción de Toph, ella igual lo notó. Cuando ya la tenían encima, decidió preguntarle si necesitaba algo, más por amabilidad que por tener ganas genuinas de ayudarla.
— ¿Podrías acompañarme a las oficinas de Alba Dorada? - Le pidió la chica.
— Claro que podemos - Respondió Toph - Danos un par de minutos y podremos...
— No hace falta que vengas, no quisiera entretenerte - La interrumpió Ghandi - Con uno basta, ¿no?
Toph titubeó: no había trabajado en sus habilidades sociales para ser tratada de esa manera, pero tampoco estaba dispuesta a ponerse a pelear con Ghandi. Al final, sólo se encogió de hombros y volteó a ver a Kai, quien en realidad desearía no tener que acompañarla, aunque ahora se sentía obligado a hacerlo.
— De acuerdo - Accedió Kai, poniéndose de pie - Toph, ¿te importaría llevar esto a casa?
Su amiga negó con la cabeza y guardó la tableta de Alba Dorada dentro de su propia mochila: mientras Kai se marchaba al lado de Ghandi, su amiga apenas había cerrado su mochila para echársela al hombro.
Durante el camino de ida a la torre Alba Dorada, Ghandi se la pasó acribillando a su escolta con preguntas, algunas más fáciles de responder que otras: que si llevaba mucho en eso, que si había sido muy difícil vencer al Caleidoscopio, que si era muy cansado trabajar para Alba Dorada... incluso llegó a insinuar en más de una ocasión lo de ayudarlo a conseguir la beca para irse de intercambio a España en un futuro cercano. A Kai no podía importarle menos.
Ni bien se acercaron al edificio, fácil de reconocer desde varias calles de distancia, Ghandi empezó a caminar más cerca de Kai que antes.
— Y... esa chica, Toph... ¿son novios o algo así?
Kai negó con la cabeza, pero no dijo nada más. No estaba dispuesto a darle información adicional a aquella chica tan engorrosa.
— ¿Entonces estás soltero?
Nuevamente, Kai negó con la cabeza, aunque se quedó inmóvil justo antes de hacerlo: en automático, Ghandi tomó aquella vacilación como una señal para asumir que él mintió deliberadamente.
Llegaron a la puerta del edificio y Kai entró directamente, no sin antes hacerle señas a los de la entrada para decirles que Ghandi venía con él: ella lo siguió, sin separarse de él ni por un momento, aunque volteando a ver a todos lados al interior de la planta baja: tenía su gracia que, siendo la niña rica que era, le asombrara ver todo eso.
— ¿Son armas reales? - Le preguntó la chica a otro de los guardias, apostado cerca de la recepción.
Ni siquiera le contestó: Ghandi hizo una mueca de decepción, aunque rápidamente redirigió su atención a otra parte.
— Buen día: vengo a asignarle un guardaespaldas a la chica - Le dijo Kai a la recepcionista, quien se le quedó viendo un breve instante a Kai, como dudando en si mandarlo al diablo o no, pero se decidió a tomarse en serio lo que decía.
— Un momento - Pidió aquella mujer, apenas un par de años más grande que él, antes de tomar el teléfono a su lado y marcar a una extensión - ¿Hola, Carol? Sí, mándame a quien sea que pueda cuidar a una mocosa de... - Hizo una corta pausa para voltear a ver a Ghandi, quien observaba el logo de Alba Dorada detrás de la recepción - ¿Diecinueve años?
Ghandi volteó a ver a la recepcionista y entrecerró los ojos, criticándola para sus adentros. La secretaria colgó y volteó a ver a Kai, diciéndole que ya harían el trámite.
— Entonces... - Preguntó Ghandi - ¿Cómo funciona esto?
— Preferiría ir con tus padres y explicarles todo en persona - Se negó a compartir información innecesaria con ella - Ya sabes, por protocolo... y eso.
El elevador se abrió frente a ellos: quien salió de ahí, afortunadamente, era una conocida de Kai. Vestida con su uniforme para nada estandarizado en colores verde jade y algunos detalles en negro. Al ver el casco enganchado en su cintura, sonrió al reconocer aquellos patrones que recordaban los grabados de serpientes emplumadas propios de las culturas mesoamericanas: frente a él, una Alyssa Pendragon mucho más descansada respecto a la primera vez que la vio analizó a Ghandi, como intentando comprender por qué tenía que cuidar de ella.
— Te explico en el camino - Exclamó Kai, más como una petición que como una orden - Pidamos un carro. ¿Te sabes tu dirección, no? - Preguntó, ahora dirigiéndose a Ghandi.
La rubia asintió: de ahí a su casa fueron otros diez minutos sin tráfico, tras los cuales se estacionaron justo enfrente de la casona de Ghandi. Tras ella, entraron Alyssa y Kai, ambos vestidos ahora con sus respectivos trajes: Alyssa con el del dragón de jade y Kai con el uniforme de Alba Dorada en blanco, negro y dorado, con una hombrera al costado derecho en color negro y el casco plegado en la nuca.
Un empleado les abrió la puerta y los dejó entrar al recibidor, al que bajaron los padres de Ghandi, quienes no se esperaban en absoluto aquella visita.
— Verán, ocurrió un incidente - Empezó a explicarles Kai - Su hija recibió hoy una advertencia de parte del Nightstalker, objetivo número uno de la división Xalapa de Alba Dorada. Hemos decidido asignarle una guardaespaldas a Ghandi a petición suya, si es que ustedes lo ven bien.
— Alyssa Pendragon, mucho gusto - Saludó Alyssa, dándole la mano a los padres de Ghandi - Alyssa Pendragon, el dragón de jade.
— Esto... ¿tendrá algún cargo adicional? - Preguntó el padre de Ghandi.
— En absoluto: después de todo, ustedes son inversionistas, así que lo de menos es garantizarles que su hija estará a salvo - Les explicó Alyssa. Kai pudo darse cuenta de que Ghandi no la veía con buenos ojos: no es como si ella tuviese derecho a elegir al guardaespaldas que quisiera (y por algún motivo, Kai presentía que lo elegiría a él si pudiera).
Incluso pudo ver a su compañera balbucear algo que sospechosamente sonó como "al menos podías elegir una menos curvy". Decidió ignorarlo: tras leer el archivo referente a Alyssa, no le quedaba duda de que era una agente de lo más capacitada (además de poseer una pequeña fortuna, por lo visto).
— Confiamos en ustedes - Les dijo la madre de Ghandi con una amplia sonrisa: bueno, al menos ella sí era amable.
Y sí que lo hacían. A Alyssa se le permitió dormir en la habitación al lado de la de Ghandi para poder acudir tan pronto como fuera posible en su auxilio. También (y eso la hizo quedarse pensando cosas), le preguntaron si necesitaría tener acceso a la armería de la casa, a lo que contestó con una amable y prudente negativa.
Esa noche, Ghandi no salió a cenar hasta pasadas las diez, cuando estuvo convencida de que Alyssa no saldría a seguirla. No quería admitirlo en voz alta, pero no le caía tan bien Alyssa, y no sólo porque le parecía más atractiva de lo que se sentía ella, sino porque parecía llevarse demasiado bien con Kai: él se veía mucho más cómodo con la presencia de aquella curvilínea agente con traje de juego de disparos online de lo que demostraba estar con ella.
Ghandi estaba celosa, pero eso no le impidió sentirse agradecida cuando, más tarde en la madrugada siguiente, Alyssa entró corriendo a su cuarto, azotando la puerta y corriendo hacia la ventana. Ghandi no alcanzó a ver bien lo que ocurría, pero alcanzo a escuchar el golpe que le dio a quien estuviese afuera de su ventana.
Cuando espabiló, se dio cuenta de lo que había ocurrido: el Nightstalker la estaba espiando y el Dragón de Jade le había estampado un buen puñetazo en la nariz. Sin embargo, al encender las luces, no pudieron encontrar rastro alguno de su sangre y ya era muy tarde para seguirlo. De alguna manera, había conseguido trepar las rejas de hierro negro, de más de dos metros de alto y con afiladas puntas de pico.
— El malnacido se escapó. Cierra tu ventana con seguro en lo que regreso - Ordenó Alyssa, antes de dirigirse al patio de la casa para revisar si de casualidad, el Nightstalker había dejado algo tras de sí.
Quizá no le caía bien, pero eso no significaba que no fuese buena en su trabajo, pensó Ghandi esa noche.
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