T2E2: La sombra del cazador
Hanna no veía a Kai tan alterado desde hacía más o menos nunca.
Tras seis negativas y dos respuestas evasivas, Hanna decidió que intentar averiguarlo de la boca de Kai no serviría, por lo que decidió recurrir a los únicos otros dos hombres en la facultad con los que se hablaba; Jorge y Maestro Cantor, quienes pese a no saber nada, no iban a desaprovechar la oportunidad de averiguar cosas de Kai.
Por supuesto, él no pareció darse cuenta ni aunque lo hubiesen estado siguiendo a través de las calles del centro de Xalapa, por donde él decidió irse de paseo después de la escuela; apenas ayer había recibido aquella nota con olor a amenaza. Haciendo un listado mental, el chico se puso a pensar en quiénes podrían haberlo encontrado y cómo lo harían.
Kai sabía que el tiempo en Xalapa era solo para postergar sus cuentas pendientes y que no podría evitar para siempre las cosas que dejó en La Ciudad, constantemente lo hablaba con Toph; sin embargo, le aterraba la idea de volver a ese campo de batalla urbano en el que se crió durante toda su vida.
Las hojas de otoño caían por las calles, tapizando avenidas enteras del centro de la ciudad, aunque otras pocas con trabajo se veían afectadas. La siempre presente neblina de la ciudad le daba un toque casi londinense a aquellas calles de piedra y al parque Juárez, donde varias parejitas, ancianos y familias con niños pequeños se juntaban. Sin embargo, Kai estaba ahí solo.
Pensó por un momento en si sería buena idea llamarle a sus amigos de La Ciudad; quizás Amelia, quizás Candy, quizás Ezra... no, no era tan buena idea, terminaría queriendo fugarse un par de días como hacía poco, tan solo para satisfacer su deseo personal de aventuras. No era sano para él.
Nessa estaba yendo de tienda en tienda por el centro de Xalapa, buscando los encargos que su madre le pidió en cada librería que podía toparse (y había bastantes, por lo visto). Quizá empezaría a llover dentro de poco y no quería arriesgarse a estar lejos de casa para cuando eso ocurriese, pues en aquella ciudad, la lluvia era muchísimo más fría que en el puerto de Veracruz.
Le había parecido ver a Kai rondando por el parque hace poco, pero no quiso acercársele; pese a tolerarlo dentro de su espacio personal (de alrededor de dos metros alrededor suyo), no creía estar lista para aceptarlo como amigo. Después de todo, el idiota seguía siendo la viva imagen de Kato y ella no podía con eso; incluso hacía las mismas bromas ridículas y se paraba igual, caminaba igual...
Para concentrarse, Nessa se pellizcó un brazo mientras echaba un ejemplar de "La vaquita de Martín" a la canasta en la que iba echando los libros y CD's que su madre le había pedido. La madre de Nessa era maestra de primaria y aunque Nessa la consideraba bastante inmadura para sus casi cuarenta años, no podía decir que no la hubiese cuidado y consentido siempre. Era un alma mucho más joven que la de ella, arrugada a tan temprana edad tras la muerte de Kato.
— ¡Pero mamá, yo quiero ese libro! - Se quejó un niño pequeño del otro lado de ese estante.
A Nessa le irritaban los niñitos caprichosos, parecía que nunca sabían cuándo callarse. Sin embargo, se puso alerta al escuchar la voz de una chica adolescente del otro lado del estante, alrededor de donde debería estar también el niñito molesto.
— No podemos llevarlo Carlitos, ya no hay más dinero.
— ¡Sí podemos! ¿Verdad mamá?
Al menos la chica que escuchó Nessa antes no era una madre adolescente, eso habría sido un incordio. Nessa dio la vuelta para alimentar su curiosidad y ver a aquella chica sin contemplar la posibilidad de que podría toparse frente a frente con ella; ella era morocha, de tez morena algo clara y el cabello muy muy rizado. Bajita, un poco más de lo que era Nessa, irradiando juventud y, si no la hubiese reconocido de su grupo de la facultad, Nessa habría pensado que todavía cursaba la preparatoria.
— Te conozco - Sonrió aquella chica con alegría desbordándose de cada uno de sus poros - Eres... ¿Nessa, no? Yo soy Mei.
Sí, en definitiva la conocía de vista de la sección 101-A.
— ¿Mei? - Preguntó en voz alta otra chica, esta de tez blanca, cara con forma redonda, facciones algo infantiles y cuyo rostro se enrojeció al reconocer también a Nessa.
— Y tú eres... - Intentó adivinar Nessa, dándose cuenta de que no les había prestado atención a esas dos chicas en más de ocho semanas de clases.
— Soy... eh, me llamo... ¡Kalea! ¡Sí, Kalea!
— Las dos van en mi grupo, ¿no?
Mei asintió.
— Si quieres... bueno, podemos almorzar juntas el lunes - Ofreció Mei, y tras una breve pausa en la que ninguna dijo nada, agregó un "si quieres" con el mismo tono enérgico y alegre que había usado desde la primera palabra que pronunció.
Nessa asintió y vio salir a sus dos compañeras junto al hermano menor de Mei y sus padres. Acto seguido, cogió un ejemplar de Paco el chato y lo echó también a la canasta. Quería llegar a casa cuanto antes y pese a que disfrutó hablar con esa chica bonita, se había retrasado un poco.
Tres libros infantiles después, Nessa se dirigió a la caja, lista para pagar.
Khanna aceleró el paso en cuanto notó que la misma persona la iba siguiendo desde cuatro calles atrás. la neblina había incrementado conforme atardecía y pronto, le costaba mucho trabajo ver más allá de un par de metros, sin embargo, ni así había podido perder al que la iba siguiendo.
Con una mano ocupada por cargar las compras, intentó no reducir inconscientemente el paso mientras sacaba su teléfono, esperando que el acosador no corriese hacia ella aprovechando que tenía ambas manos ocupadas y le mandó su ubicación en tiempo real a un par de amigas; Toph y Nessa.
Nessa fue la primera en contestar, diciendo que ya estaba lejos. Khanna maldijo por lo bajo, diciendo para sí que no le importó la hora o si ya estaba en casa cuando levantó a Kai para ir a buscar a Nessa a plena noche.
Toph, sin embargo, contestó que estaba cerca y le dijo que avanzara un par de calles más y ahí la veía. Khanna decidió hacerle caso y guardándose el teléfono en la bolsa de las compras, aceleró el paso mientras escuchaba todavía a su perseguidor dando pasos por las baldosas mojadas de la calle, apretando un poco el paso pero sin acercarse demasiado a ella como para poder ser reconocido.
Antes de lo esperado, Khanna se chocó con Toph, quien, con el celular en la mano, ya le estaba llamando. Toph, bastante más pequeña que Khanna, estampó su cabeza con la bolsa de las compras y Khanna, al reconocerla, le pidió perdón.
— ¿Todavía te está siguiendo? - Preguntó Toph en voz alta.
Khanna asintió.
Toph tomó de la mano a su amiga y caminó hasta una puerta de herrería, misma que abrió con un juego de llaves que se sacó del bolsillo. Khanna entendió que Toph la estaba dejando entrar a su casa para tener un lugar seguro.
Una vez subieron al departamento de Toph y Khanna pudo sentarse mientras su amiga apagaba una hornilla de la estufa en la que estaba haciendo chocolate caliente, Khanna pudo respirar en paz.
— ¿Se te hizo tarde en la calle? - Preguntó Toph, intentando abrir conversación.
— Sí, estaba... necesitaba hacer la despensa pero me tardé un poco más de lo que esperaba - Reconoció Khanna - Y me empezó a seguir apenas salí del centro comercial.
— ¿Como si te estuviese esperando?
Khanna asintió mientras Toph le pasaba una taza de chocolate.
— Kai sigue afuera, tenía cosas que hacer, creo que en el café donde venden churros - Hizo memoria Toph - Con esa chica, Xany. Cuando vuelva podemos pedirle que te acompañe a casa, si quieres.
Khanna intentó negarse, pero ese "si quieres" de Toph en realidad no aceptaría un no por respuesta, así que Khanna se limitó a sorber otro poco de su chocolate.
Afuera, empezó a llover.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro