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Capítulo 59



-Sergio-

Camino lentamente. No quiero llegar por ahora a casa, yo...No se cómo voy a decirle a Berenice que otra de sus amigas está muerta.

No sé qué haría yo en su lugar, nunca he tenido que afrontar la muerte de uno de mis amigos, pero creo que mi vida cambiaría mucho, por el shock y por todo, tal vez me volvería una persona... que no soy.

Me detengo en seco.

¿Ella de verdad era como es ahora? ¿O solo... es por todo lo que ha pasado?

Intento hacer memoria....

Me enamoré de ella desde la primera vez que la vi, pero ahora estoy aún más enamorado que antes.

Ella... ¿Cómo era hace un año?

¿De verdad habría salido conmigo...Si nadie hubiera muerto?

Cuando entré a la preparatoria estaba muy emocionado: lugar nuevo, personas nuevas, todo nuevo.

Mis padres siempre me habían dicho que era la etapa más "hermosa" (según mamá) y "divertida" (según papá), así que yo no esperaba menos que algo lleno de emoción.

La noche antes del primer día de clases estaba muy nervioso, no pude dormir bien, y cuando por fin me quedé dormido ya eran las primeras horas de la mañana, así que cuando sonó la alarma del despertador, poco después, no fue suficiente para obligarme a levantar, y cuando mamá subió a mi cuarto más de una hora después de la que se suponía que tenía que levantarme y vio que su hijo seguía tan dormido como un tronco, me despertó con una taza de agua helada.

Viéndolo desde el lado bueno: eso me despertó y me llenó de energía. Desde el malo: comencé a estornudar y no se me quitó en todo el día.

Llegué a la escuela unas dos horas tarde, así que me perdí las primeras dos clases y no me atreví a interrumpir la tercera. La siguiente clase era inglés, así que me senté fuera del salón y me puse a escuchar música.

Cuando comenzaron a llegar mis compañeros me puse de pie y me recargue en la pared mientras llegaba nuestra profesora.

Algunos hablaban, pero la mayoría iba en silencio, aunque yo no, mis estornudos se escuchaban bastante bien.

Sostenía el celular en las manos y tenía abierto mi Facebook, aunque no tenía muchas ganas de estar en él

Todos eran desconocidos, las chicas eran más platicadoras que los chicos, ellas ya hablaban como si fueran amigas de toda la vida, mientras que la mayoría de los hombres las miraba en lugar de hablar y conocerse.

Seguí parado mirando el celular porque no sabía qué hacer, entonces alguien llegó, se recargó a mi lado y allí se quedó.

Levanté la vista y vi al chico de cabello café que estaba más atento a la pantalla de mi celular que a su propia vida.

Deslice el dedo por la pantalla para seguir viendo las noticias

—Hey, no, no, espera —dijo casi arrebatándome el celular de las manos — ¿Ed Sheeran, viene al auditorio nacional?

No dije nada, solo deje que siguiera leyendo, esa noticia no es que fuera una novedad, hacia días que había salido, pero se veía tan emocionado que no pude decirle que estaba un poco atrasado en noticias.

Cuando terminó me dio una palmada en la espalda.

—Soy Ricardo —se presentó tendiéndome su mano derecha.

Se la estreche con extrañeza.

—Sergio...

—Ven —dijo yendo hacia unos chicos que estaban recargados en la pared, no hablaban mucho, solo veían a unas chicas que conversaban animadamente.

— ¿Wendy está muy guapa, no creen? —pregunto acercándoseles.

Los tres asintieron, menos la chica que estaba junto a ellos, ella solo puso los ojos en blanco.

Voltee a ver al grupo de chicas del que hablaban, eran... bonitas pero no tuve ni la menor idea de quien era esa tan Wendy.

—Él es Sergio —dijo señalándome con la cabeza —Sergio, él es Andrés.

Uno de los chicos que tenía cabello claro y era más bien fornido me saludo con un movimiento de cabeza, yo le devolví el gesto.

—Él es Raúl —dijo señalando a otro chico un poco más bajo que yo. Él sonrió y yo también lo hice, aunque de medio lado —ella es Abigail —señaló a una chica que apenas me hizo caso —y por último él es Mauricio —dijo señalando un último chico muy alto.

— ¿Qué hay hermano? —dijo chocando su puño con el mío.

Después la clase comenzó.

Desde que la profesora empezó a hablar nos dimos cuenta de que esa clase sí que iba a ser terrible, y traumante, estábamos según la profesora en la "sección avanzada", y por lo tanto debíamos de actuar como tal.

Para empezar simplemente nos dejó de tarea escribir un ensayo en ingles sobre alguna persona especial para nosotros, con nuestras propias palabras, cincuenta adjetivos calificativos y sin usar traductor. Mi nivel de inglés no era malo, pero tampoco era prodigioso.

Cuando por fin terminaron las dos horas salimos y yo creí poder sentir la libertad en el aire, porque en el salón se sentía el sufrimiento.

Caminamos los cinco juntos hacia el salón de lógica, Abigail se había ido por su lado, y Ricardo comenzó a hablar conmigo sobre coldplay, mientras los demás hablaban sobre otros grupos musicales que en mi vida había escuchado.

Subimos por las escaleras y yo comencé a estornudar a medio camino, así que se adelantaron dejándome solo.

Ahora ya todos los de mi sección conversaban animadamente, los amigos de Ricardo incluso hablaban con una que otra chica mientras subían las escaleras

Y cuando yo llegué arriba, vi que todos hacían lo mismo: conversar, platicar, algunos incluso hablaban muy fuerte, pero nadie estaba solo...

De repente una ráfaga de viento fresco me llevó un olor muy suave y dulce, de verdad delicioso. Voltee lentamente hacia la dirección desde donde soplaba el viento y la vi...

Su cabello castaño se ondeaba con el viento en una cascada marrón tan suave y vaporosa que me hizo desear acariciarla. Algunos de sus cabellos se le iban hacia el rostro, de piel clara y que parecía suave y tersa.

Estaba recargada en el barandal y miraba pensativa el patio.

En ese momento mi corazón comenzó a latir con rapidez y sentí una extraña sensación en mi rostro, era como si el calor se hubiera concentrado allí.

Me le quede mirando con fijeza. No estaba acompañada, pero se veía tan serena...

Sentí el impulso de acercarme a ella, sus labios rosas se veían tan dulces...

Me detuve a un metro de distancia, ella no parecía haberse percatado de mi presencia.

No podía solo llegar y besarla, el calor en mi rostro tal vez podía ser solo obra de un resfriado, que posiblemente si tenía, tal vez incluso lo que sentía era culpa de que me estaba enfermando.

Porque no podía estar viendo un ángel..., no, no podía.

Me alejé un paso, solo iba a lograr hacer el ridículo.

Me alejé otro paso, sería mejor dejarlo.

Un último paso antes de darme la vuelta.

Por la paz.

Bajé las escaleras casi corriendo, la sensación en mi pecho no se quitaba y comenzaba a preocuparme. Me sentía tan extraño que salí directamente de la escuela y me fui a mi casa.

Tuve mucho tiempo en el camino para ordenar mis pensamientos.

¿Qué había sido eso?, ¿Qué rayos había pasado?, ¿Por qué había salido corriendo?

Esa chica era tan...

No

¿En serio estaba pensando en lo bonita que era?

Ni siquiera sabía su nombre y me estaba comportando como un niño pequeño enamorado. Pero es que sus labios eran tan carnosos que yo solo quería...

Sacudí la cabeza intentando líbrame de las ideas que me rondaban.

No es que esa chica castaña me gustara, era la fiebre que estaba comenzando a molestarme, tomaría una pastilla o algo y se me quitaría, y si no, podría tal vez acercárme, besarla y ya, se me quitaría la incertidumbre y punto.

Así llegué a casa, mi padre no estaba, pero de todas formas mi madre aun no sabía mis horarios así que no preguntó por qué había llegado un poco antes cuando le pedí una pastilla, que me dio culpable, porque también era en gran parte su culpa que yo estuviera enfermo.

La tomé antes de comer y después subí a mi cuarto, allí me puse a leer disfrutando los últimos días que no tendría tarea. Y cuando me di cuenta, estaba leyendo "orgullo y prejuicio".

¿De verdad estaba leyendo ese libro que me había regalado mi madre hacia años y nunca lo soporté como para seguir leyendo más de unas páginas?

Lo cerré de golpe y lo puse en la mesita junto a mi cama. Estaba muy distraído, y eso no me gustaba, era raro.

¿Qué tenía esa chica que me hacía poner así? No es que estuviera enamorado de ella.

—Por favor —dije en voy alta y con ironía —como si ella fuera a lograr interesarme...

Había tenido novias antes, aunque solo unas cuantas veces, y había terminado cortando con ellas después de unas semanas a lo mucho, porque simplemente no eran mi tipo.

Y esta chica no era mi tipo, una chica castaña como el 90% en este país, ¿Qué tenía de especial?

Traté de convencerme a mí mismo de eso, pero era como si mi corazón me estuviera diciendo lo contrario "te gusta y lo sabes".

Nunca había sentido eso, y me daba miedo, me incomodaba que una chica a la que ni siquiera conocía me estuviera haciendo pensar tanto. Y no pensaba dejarme llevar.

Nunca le haría caso y no me acercaría a ella, así era mejor, eso era lo que quería hacer.

El día siguiente me levanté cuando sonó la alarma del despertador, no quería arriesgarme de nuevo a que mi madre (con sus métodos tan sutiles y llenos de amor) volviera a despertarme. Me metí a bañar y me vestí para ir a la escuela.

Llegué apenas unos cinco minutos antes de que diera la hora y caminé por el corredor hacia el gimnasio, fuera de este estaban todos platicando, incluso algunos ya habían formado una bolita.

Me detuve un segundo cerca de unos chicos que platicaban en el pasillo para que nadie me viera observando detalladamente todo.

En especial...

Me mordí la lengua, ¿me estaba escondiendo para que esa chica no me viera viéndola?

La chica del día anterior platicaba con Abigail y se veía muy calmada, tal vez lo serena que la había visto recargada en el barandal no había sido coincidencia. Su cabello estaba suelto y caían unos mechones alrededor de su rostro que estaba un poco sonrosado por el frio de la mañana.

Volví a sentir esa sensación extraña en el pecho, y no me agradaba.

Me recargué en la pared e intenté tranquilizarme, no quería que nadie me viera así. Los chicos tras los que me había quedado me vieron raro, así que solo me quedé unos segundos y seguí caminando como si nada.

Evité a toda costa mirar hacia donde estaban las chicas, pero Ricardo y unos de sus amigos estaban un poco más adelante y forzosamente tenía que pasar junto a ellas.

Me acerqué y pasé junto a la chica de la cual no sabía su nombre, tan rápido y tan lejos como pude, si solo con verla me ponía así, ¿Qué pasaría si nos tocábamos? Fuera lo que fuera, no quería averiguarlo.

Cuando llegué con Ricardo me preguntó por qué me había ido el día anterior y yo solo me encogí de hombros. Mi corazón latía algo rápido y si hubiera hablado se habrían dado cuenta.

Al siguiente día también llegué temprano a la primera clase, y ese maestro nos hizo presentar. No levanté la mano pero estuve atento a todas las jodidas presentaciones esperando que la chica dijera su nombre... Pero todos se hicieron bolas y la clase terminó sin que ella dijera ni una sola palabra.

Estaba tan desilusionado que incluso podría haberme golpeado la cabeza varias veces contra la mesa, si no hubiera sido porque el siguiente grupo ya estaba entrando al salón.

No era tan malo, pero yo no quería preguntarle a nadie como se llamaba y mucho menos a ella. Tendría que esperar a que algún maestro pasara lista o algo por el estilo.

La primera clase del jueves era lengua española y también llegué muy puntual. Había leído alguno que otro libro de Miguel de cervantes pero no es que me apasionara tanto como a la maestra.

Así que me quedé mirando el pizarrón... Si claro, el pizarrón, no a la chica que estaba un poco a la derecha de él y solamente dos filas delante de la mía.

Me recargué en mis brazos con frustración, eso era muy difícil. Me quedé así unos minutos hasta que temí quedarme dormido, entonces levanté la cabeza y de nuevo mi vista fue hacia la derecha.

El cabello café de mi... de la chica se movía un poco cuando ella movía las manos haciendo algo. Ladee la cabeza intentando ver que era lo que hacía pero no logré ver nada y si me movía más, sería muy obvio.

Así que recargué la cabeza en mi mano derecha y seguí viendo su cabello moverse ligeramente, luego al parecer terminó de hacer lo que estaba haciendo y guardó algo en la bolsa de su chamarra.

Suspiré.

¿Por qué me interesaba saber que estaba haciendo? Lo que fuera que estuviera haciendo no tendría que ser de mi incumbencia.

Me dije que tenía que dejarla en paz, si yo fuera ella tendría miedo del chico que no paraba de mirarme desde dos filas atrás.

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El viernes no hubo nada que decir, excepto que fue el día más aburrido de mi vida y me maldije cuando me di cuenta del por qué: la chica no había ido a la escuela.

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El fin de semana me lo pasé escribiendo el ensayo para inglés, tenía pensado escribirlo sobre mi madre o mi padre, tengo una media hermana, pero pensaba hacerlo acerca de uno de mis padres.

Aunque lo tuve que reescribir unas cinco veces porque cuando creía que me había quedado bien me encontraba con algo como:" her Brown hair", cuando el cabello de mi madre es casi rubio, o "the long hair of my girl", así que después de hacer muchas pelotas de papel, había terminado escribiéndolo sobre mi padre y sus... ¿"Brown eyes"?

Gruñí de frustración y esta vez solo taché lo de sus ojos y le puse el color que verdaderamente tenían: negro.

El lunes no quería arriesgarme a no despertarme por haberme vuelto a desvelar intentado escribir el ensayo, así que adelanté mi alarma media hora solo por si acaso.

El día siguiente me levanté con mucho trabajo cuando sonó la alarma, pero al menos lo había logrado.

Llegué a la escuela una media hora antes de lo que debería haber hecho, subí por las escaleras hacia el salón, y me recargué en la pared justamente llegando arriba. Seguramente nadie habría llegado, así que no quería sentarme aun en el salón.

Miré la mañana, comenzaba a aclarase, pero aun así estaba un poco oscuro; había sido muy idiota al poner la alarma media hora antes y levantarme con el primer timbre, ahora tenía mucho sueño, y no podría volver a dormir. Aunque, el lado positivo era que había terminado el ensayo y no tenía errores según yo.

Cerré los ojos un segundo intentando alejar el sueño, y sin previo aviso alguien chocó contra mí.

—Lo siento... —dijo una voy suave y dulce.

Miré a la chica que estaba frente a mí, mirándome con unos ojos cafés oscuros tan brillantes que no podían ser menos que preciosos. Al mirarlos sentí una especie de fuerza magnética que me atraía hacia ellos, como si me llamaran.

Ese olor dulce que era lo que me había hecho verla la primera vez, estaba allí, y ella estaba muy cerca de mí. Era apenas unos centímetros más bajita que yo, así que podía verme fácilmente a la cara.

Viéndola desde cerca era más linda de lo que se me había figurado cuando la vi desde lejos, su piel clara sí que era tersa y se veía muy suave. Reprimí el impulso de llevar mis dedos a sus mejillas y acariciar su piel.

Y ni hablar de sus labios, esos sí que eran la octava maravilla, y tenerlos tan cerca y no juntar los míos, era doloroso, de haber seguido así, no podría haberlo resistido.

—No te preocupes —me forcé a decir antes de hacer algo de lo que después me arrepentiría. Ella asintió y salió prácticamente huyendo de allí.

No me voltee para verla entrar al salón, solo me quede viendo el vacío.

Y ahí me di por vencido, de verdad me gustaba mucho esa chica de ojos grandes. Era tan hermosa que...

No podía negarlo más: Me había enamorado.

Después acepté que me había enamorado de ella desde que la vi por primera vez, y me pasé el tiempo observándola desde lejos, por alguna extraña razón nunca pude acercarme.

Y cuando murieron tres chicas y nadie creía que hubiese sido asesinato, me acerqué a ella automáticamente. Ni siquiera lo pensé.

Y cuando me dijo que no creía que hubiese sido un accidente, yo simplemente me sentí aliviado de no haberme enamorado de una chica que fuera como todos las demás, que no dijera solo lo que los demás querían que dijera.

No me alegré de que hubieran muerto personas, pero fue gracias a ello que me acerqué a ella, si no hubiese sido así, tal vez nunca hubiéramos hablado, tal vez nunca me habría atrevido a hablarle, o tal vez ella habría salido huyendo. Tal vez ambas.

Pero ahora ella está en mi casa, es mi novia y mis papás la han conocido, la adoro con toda mi alma.

Pero... Tengo miedo.

En otra época posiblemente solo habría podido temer a que cortáramos y ya, pero ahora, si las cosas siguen como están, posiblemente no cortaremos...

Será como dicen en las bodas: La muerte nos separará.

Y me siento mal pensando en que tal vez la chica que está conmigo solo lo hace porque tiene miedo, que tal vez solo me aproveché de que estaba sola y asustada. Con la guardia baja.

Tal vez solo estuve en el momento y lugar adecuados, cuando ella más necesitaba a alguien. Y tal vez habría dado igual cualquier otro.

Y no la odiaría si me dijera que no le gusto de la forma en la estamos ahora, seguiría queriéndola. Pero lo que no podría soportar es que estuviera conmigo a la fuerza o por obligación.

Solo quisiera saber lo que ella siente verdaderamente, se lo preguntaré.

Pero por el momento lo que tengo que decirle es que otra de sus amigas murió, aunque eso es lo último que quiero hacer.

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