Capítulo 57
-Sergio -
Berenice es una pésima mentirosa. Ese bostezo ni un niño se lo habría creído, aunque aprecio que intente que duerma antes de irme a la escuela, aunque no me gusta la idea de dejarla sola.
El sueño puede conmigo y apenas me doy cuenta cuando suena mi despertador, me giro para apagarlo y cuando recuerdo que Nice está junto a mí es demasiado tarde, ya la he aplastado. Me quito de un brinco pero ella no me dice nada, tal parece que sigue dormida...
Me meto al baño y la dejo acostada, me baño, me visto y cuando salgo me acerco para despertarla...
Siempre dicen que las personas se ven serenas cuando duermen, pero... Berenice se ve bastante preocupada, frunce el ceño y sus ojos bajo sus párpados se mueven mucho. Creo que descansa más estando despierta que durmiendo.
Me debato entre despertarla o no. Me acerco a ella, pero antes de decirle algo la puerta se entreabre.
—Buenos días — mi madre asoma la cabeza y yo le hago señas de que guarde silencio antes de que encienda la luz.
— ¿Qué haces aquí?
—Vine por ropa —le contesto en un susurro.
Me fulmina con la mirada y yo me encojo de hombros.
Le doy un beso en la frente a Nice y me acerco a mamá que sigue parada en la puerta.
— ¿No va a ir a la escuela?
Niego con la cabeza.
—Algún día tendrá que hacerlo.
—Pero hoy no, mamá.
Ambos salimos del cuarto y cierro la puerta tras de nosotros.
—Se te está haciendo tarde.
—Está bien.
Bajamos y me sirvo cereal con leche.
— ¿y Nice? —pregunta mi padre cuando levanta la vista del periódico.
—Aun durmiendo.
— ¿No deberías despertarla para que desayune?
—Pasó mala noche, creo que debería dormir un poco más.
— ¿Pasó mala noche? —Asiento — ¿y tú cómo sabes eso?
Me atraganto con el cereal y comienzo a toser.
—Me...Me lo dijo cuando fui por ropa.
—Pero estaba dormida... — contraataca mi madre.
—Se despertó cuando toqué y luego se volvió a dormir...
Ella me mira con cara de "eres un mentiroso" y yo desvió la mirada. Mi padre ya no presta atención y ahora está de nuevo absorto en el periódico.
—Se me hace tarde, yo mejor me voy —digo mientras termino mi desayuno y salgo prácticamente corriendo.
Claro que he llegado tarde... Y Muy tarde, ni siquiera me han dejado entrar a la primera clase.
Me siento en una banca de la explanada y conecto mis audífonos.
No es que me vaya a perder de mucho en esta hora, tomando en cuenta que no he venido los últimos cinco días... Aun así preferiría estar en casa a estar aquí matando el tiempo.
La hora pasa lentamente, y cuando por fin termina estoy muy aburrido, pero pienso en que solo vine para saber si Anna está bien.
—Pero que milagro —exclama Ricardo mientras me hecha un brazo a los hombros —creímos que no te volveríamos a ver hermano.
—Pues aquí me tienes —me quito su brazo de los hombros — ¿vino Anna?
—Ohhh, pero que ansioso estás hoy, ¿por qué? ¿Ya te rendiste con Berenice...?
—Contéstame.
—Ohhh, perdón.
—Riardo...
—Tranquilo, tranquilo, ella no vino, ayer tampoco, —se ríe —tal vez también ya se murió...
Mi puño se estrella en su mandíbula y cae al piso. No quiero pelearme con él pero la poca importancia que le da a las muertes me enfurece.
—Pero tío, ¿qué coño te pasa? —usa un acento español que, según él, viene de familia.
Lo ignoro y voy a buscar a Jacinto: siempre fue amigo de las chicas, si alguien sabe concretamente algo de Anna será él.
No entra a la siguiente clase, ni a la siguiente, estoy pensando a quién más puedo preguntarle cuando llega la última hora y lo veo sentado al fondo del salón. Me acerco a él
—Oye...
— ¿Qué?
—Te quería preguntar si sabías algo de Anna...
No necesito que me conteste, ya entendí.
Niega con la cabeza y veo que tiene los ojos llorosos.
—También ella...
—Lo siento.
—Ya no queda nadie.
—Queda Berenice... —me mira y lo veo debatirse entre la felicidad y la tristeza —ella no mato a...
—Sé que no la mató.
—¿Entonces por qué no...?
—Porque no quiero volver a llorar cuando muera otra de mis amigas, no sirve de nada pensar que está viva porque seguro no será así por mucho tiempo.
Me quedo en silencio, no sé qué decirle
—Yo... Supongo que no quieres hablar de esto pero ¿sabes cómo...?, ¿sabes cómo murió?
El traga saliva y por un momento creo que me mandará al diablo pero no lo hace.
—Ella...Ella se tragó un puñado de pastillas.
No puedo hablar por un momento.
— ¿Qué? —Él no dice nada, es obvio que quiso decir lo que entendí —pero entonces ella...
—Sí, Se suicidó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro