Capítulo 11
No sé si lo que voy a preguntar sea demasiado indiscreto, pero he estado pensando en eso desde que me dio la hoja...
— ¿De dónde sacaste la información...? De la tarea me refiero.
El me mira de reojo antes de contestar.
—La encontré por ahí— dice lentamente, como si no quisiera ser grosero, pero al mismo tiempo tampoco quisiera decirme.
Suspiro. Si fue demasiado indiscreto.
—Yo... Gracias por ayudarme y pasármela, yo no podría haberla hecho sin ti...— ¿Sin ti? ¿De verdad? Que estúpida, no es como si pudiera decirle eso.
Me golpeo la frente mentalmente.
—No fue nada, ¿para qué se inventó la tarea sino para pasarla? — Dice y me guiña el ojo.
En lugar de sentirme aliviada de que no hiciera caso a la palabra "ti", me siento más estúpida. "Por eso no hablas con prácticamente nadie Berenice" me recuerdo en silencio. Por segunda vez desde que lo conozco me sonrojo y es algo que no me gusta nada.
En ese momento me doy cuenta de que todos se han ido... Estamos solos en el salón él y yo... Y eso hace que me sonroje más.
— ¿Nos vamos? —me pregunta y me sorprende.
—Sí—le digo— pero, ¿por qué?
— ¿Por favor?
—No, me refiero a ¿por qué ahora?, la verdad no tengo ganas de hacer nada y mucho menos de caminar— y quiero seguir hablando contigo, aunque sea un poco, aunque no lo diré.
—Porque ya terminó la clase...
— ¿En serio?
Asiente y me muestra la hora en su celular. 9:40 la clase terminó a las 9:30.
Me paro como resorte a pesar de que nadie nos está corriendo.
— ¿Por qué no lo dijiste antes?
— ¿Por qué no lo preguntaste antes?
—Yo no te pregunté nada.
—Y yo no dije nada.
Gruño y salgo del salón, maldita sea, él tenía razón.
Camino un poco y él me alcanza en las escaleras.
— ¿No tienes clase? — le pregunto, él también va en la sección avanzada y justo ahora me parece que tiene clase de inglés.
—No— niega ligeramente con la cabeza —No vino la maestra.
—Ahh, vaya, que suerte — no sé si estoy diciendo inconscientemente que es una suerte para mí, pero justo ahora siento que lo es, ya que me siento capaz de hablar con él sin sentirme tan apenada.
Él me mira y parece que sonríe por un instante, aunque tal vez haya sido solamente mi imaginación.
— ¿No quieres comer algo? —pregunta un instante después.
—Con todo lo que ha pasado no tengo hambre — es un raro habito que tengo, en lugar de comer chocolates o demás si me siento nerviosa o preocupada, yo no como absolutamente nada.
—Sabía que dirías eso.
— ¿Sabías? —lo miro inquisitiva.
Él tarda en contestar y noto un leve tono rojo en su cara.
—Siempre que estás nerviosa o estresada no comes nada.
—Eso es cierto, pero... ¿cómo lo sabes?
—No lo sé— dice y sigue caminando.
Lo alcanzo y me pongo a su lado, necesito que me dé una mejor respuesta.
—Espera, no puedes decir que sabias que diría eso si nunca habíamos hablado más allá de un "hola" creo — le acuso.
—No necesitas hablar con alguien para saber cómo es— creo que vamos hacia la biblioteca.
—No, no necesitas hablar con alguien para saber cómo es, solo necesitas conocer a esa persona —comienzo a suponer cosas... más cursis de lo que me gustaría.
—Y nosotros no nos conocemos...
—Pues no.
Sonríe de medio lado pero no sé porque me parece que está triste.
—Tienes razón —dice y camina más rápido.
—Espera —le pido, sigo necesitando respuestas.
Él se detiene pero no voltea.
—No quise que sonara así, pero no nos conocemos que yo sepa...
—Sí, tienes razón —repite, aún suena triste, o resignado, no lo sé con certeza. Y además siento que rehuye del tema, o de mí. Me da miedo que sea lo segundo.
—No me des el avión Sergio.
—No te lo estoy dando. —contesta sin mirarme.
—Entonces dime como sabes que no como nada cuando estoy nerviosa— es una estupidez que le insista tanto en que responda, pero saberlo es importante para mí, en especial porque nunca a nadie le había importado o prestado atención a eso.
Él no responde y vuelve a apresurar el paso.
—Sergio...
Esta vez se detiene y voltea a verme. Hemos llegado a la parte de atrás de la biblioteca, el campo de futbol se extiende un poco más allá, pasando una reja que por el momento está cerrada.
—Porque me gustas desde el primer día que te conocí... — suelta por fin.
Y ahora soy yo la que no responde.
—Se prácticamente todo de ti... —continua —bueno, todo lo que podría saber alguien que solo observaba de lejos, y creo que eso me convierte en un acosador, ¿no? — dice y aparta la vista
Espera, espera, espera, ¿qué?
— ¿Por qué nunca me dijiste nada? — pregunto después de unos segundos en un silencio sobrecargado de confusión, sorpresa y luego emoción por mi parte y por la suya... no podría definirlo.
—Creí que me mandarías muy lejos...
Posiblemente hubiese sido la opción correcta en el momento indicado, pero en medio de estas circunstancias... tal vez todo en mi cabeza está revuelto y desconcertado, mis neuronas no funcionan bien y mis sentimientos han tomado su lugar aprovechando la confusión...porque nada explicaría mi reacción si fuera la Berenice normal, la aburrida e introvertida Berenice de siempre.
Le pongo los brazos al cuello y junto mis labios con los suyos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro