Creo que el día será largo, a pesar de que casi ningún maestro dará clases. Han avisado que no vendrán y estoy tentada a irme, pero en mi casa solo pensaré en las chicas de las albercas, y no debo hacerlo, creo que estar con Sergio me tranquiliza, aunque no sé por qué.

Han llegado otras dos chicas y un chico, al parecer tampoco ven noticias o son tan valientes como Sergio, por el momento no se me ocurren más motivos para que hayan venido hoy a clases, aunque posiblemente si les preguntara me dirían alguno novedoso. Mis amigas tampoco llegaron, al parecer se han tomado el día libre, y no las culpo, yo hubiera hecho lo mismo si me hubiera enterado de lo que había pasado antes de venir a la escuela.

Me quedo con Sergio, pero prácticamente no hablamos de nada, sé que los dos pensamos en lo mismo... En las chicas que han... Pero ninguno dice nada.

Terminan las horas de matemáticas y salimos por rutina hacia lengua española, que es la siguiente clase en el horario, aunque la maestra no ha llegado, y no me sorprende.

Nos quedamos sentados en silencio, yo no tengo energía para salirme del salón y Sergio no lo menciona, después de un rato ya no soporto el silencio y lo rompo.

— ¿A qué se dedican tus padres Sergio?

El me mira desconectado.

— Creo que por fin te aburriste — responde con una pequeña sonrisa, y yo pretendo fulminarlo con la mirada, pero la verdad es que apenas se puede llamar a lo que hago "mirarlo" pidiendo que continúe por favor, quien no me conociera, tal vez podría pensar erróneamente que mi mirada era de enamorada— mi papá es arquitecto y mi mamá chef.

— ¿En serio? —Exclamo ante la inesperada coincidencia —Mis papás también son arquitectos.

— ¿En serio?, yo a uno no lo soporto, siempre está tratando de convencerme de que me una al equipo y estudie arquitectura— me dice y comienzo a reír porque lo comprendo.

—Mi papá igual, mi mamá no, pero mi papá sí.

— ¿Y si quieres estudiar arquitectura?

—Claro que no, —respondo ¿y tú?

Sonríe

—Ni de chiste.

Ambos sonreímos y me siento verdaderamente cómoda allí, ni siquiera recuerdo que cinco chicas han muerto en menos de dos semanas. Aunque sé que eso me hará sentirme culpable después, aun así quiero seguir sonriendo por un rato.