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Capítulo 8

Narra Lizette: Un año en el hospital.

Seguían llegando personas al refugio, yo me sentía muy extraña aquí, no sabía qué era este lugar y cómo era que aquí el gas no entraba como en mi casa. Todo era un misterio para mí y se me hacía muy raro cómo era que estas personas estaban tan preparadas para todo esto que pasó.

A todos les preguntaban cuál era su profesión o qué estudiaban, para así empezar a darles cargos y poder ayudarnos entre todos. Yo no tenía ganas de ayudar a nadie, por eso dije que no estaba estudiando, pero aun así, ¿en qué ayudaría alguien con estudios en literatura?

—Bueno, es tu turno. —Renata, una enfermera que había llegado antes que yo a este refugio se había empezado a encargar de mí. Yo extrañaba al otro doctor, Marco. Recordé cómo me había tratado ese día y que se aseguraba que yo me sintiera bien.

Renata había llegado junto a varios grupos de personas que habían sido transportadas en vehículos especiales para este gas. ¿Por qué ellos sí habían tenido suerte y yo no?, ¿quién estaba preparado para esto?

—¿Turno de qué? —respondí de mala gana. Ella estresada tomó mi mano derecha y colocó en ella una piedra.

—¿Qué es eso? —pregunté sin recibir una respuesta.

—Apenas cambia de color, qué más da. —Ella se fue de ahí y me dejó como una tonta.

—No le hagas caso —me dijo Marco que estaba de vuelta.

—¿Volverás a ser mi doctor? —pregunté esperanzada, pero él negó con la cabeza—. Ni siquiera me sabe poner bien las cremas.

Yo llevaba un tratamiento. Estuve mucho tiempo expuesta al gas y me dañó mucho la piel. Ahora iba por ahí con marcas en mi cuerpo que ni siquiera me animaba a describirlas.

—La he visto —me dice—, veo que lo hace bien.

—Bien, ¿seguirás viniendo a verme de vez en cuando? —No sabía qué me pasaba con él. Ya estaba demasiado encariñada.

—Claro, Lizette. —Me sonrió y luego se despidió de mí. Él era el que se encargaba de todo aquí, por supuesto que se la pasaba ocupado.

Me acosté de nuevo. Comí mis comidas del día. Me fui a bañar cuando me indicaron que podía y luego me fui a dormir en cuanto apagaban las luces. En eso consistía mi rutina por los siguientes dos meses, más los tratamientos para mi piel en las mañanas que parecían no mejorar mi aspecto en lo absoluto. Veía que otros tenían sus calendarios para llevar la cuenta de los días, pero a mí ya no me interesaba el paso del tiempo.

—Hola, Lizette. —Era Marco.

—¿Qué? —Yo estaba molesta, él no me había hablado en lo que parecía un mes.

—Perdona, he estado ocupado, ¿cómo estás? —Odiaba que no se tomaba en serio mi enojo. Él era lo único que tenía ahora, lo más cercano a un amigo y muy apenas me hablaba. Todo lo que me pasaba aquí me hacía reafirmar lo sola que me sentía.

¿Por qué todos tenían que ser tan distantes?, ¿por qué me hice tan distante? Me odiaba por eso.

—Necesito hacer algo, ¿que puedo hacer aquí? —Me sonrió, con esa sonrisa de tonto que él sabía hacer.

—Claro, pero creo que no te gustará —me dijo entre risas.

Básicamente iba a estar ayudando en la limpieza. Empezaba barriendo todo el lugar, después trapeaba y al final con un trapo, sacudía todos los muebles. Había otro chico ahí ayudando, pero él se encargaba de la limpieza de los equipos médicos.

Pasaron los meses, me sentía igual, solo que ahora era útil en algo y no me estaba volviendo loca en mi cama. Le pedí a Renata que detuviera el tratamiento, no me estaba ayudando en nada y me parecía bastante innecesario.

—Como quieras, pero será bajo tu propio riesgo. —Ella siempre estaba molesta con todo lo que yo decía. No entendía por qué.

"Como yo quiera", pues bueno, ojalá me muera aquí. Me sentía como una tonta, una tonta que no tenía a nadie. Extrañaba tanto los abrazos de mi mamá y cuando iba al cuarto de mi hermana a platicar sobre todo lo que nos pasaba. Yo le contaba lo ridículamente romántico que era Sam, mi novio.

—Hola, baby. —Escuchaba su voz en mi mente —. ¿Me dejas darte besitos?

—¿Por qué lloras? —Escuché a alguien detrás de mí. Me di media vuelta para ver que era mi doctor, Marco.

—Extrañaba a alguien —respondí y me sequé las lágrimas..

Él no esperó a que yo lo pidiera, me abrazó. Lo dejé, él era más alto que yo. Recargué mi cabeza en su pecho y pude oler su perfume. Pff, usaba perfume aún en este mundo apocalíptico. ¿No será peligroso en un hospital? Realmente eso no era lo que me molestaba, era otra cosa...

—Usas el mismo perfume que Sam.

—Perdón, yo... es que voy a verme con Julieta y yo no lo uso aquí, no vuelve a pasar —dijo muy apenado y después se fue.

Que extraño, ¿siquiera sabía quién era Sam? Lo más triste de ese momento fue qué nuestra... ¿amistad?, ¿relación doctor y paciente?, se había desvanecido por completo.

Ya había pasado casi un año, un largo año, no podía creer que no me había vuelto loca. Ya no hacía la limpieza, alguien más se encargaba de eso, porque al parecer después de hacer lo mismo 8 meses, me merecía un descanso. Pero ya llevaba casi 4 meses sin hacer nada.

La vida aquí era muy extraña, no había lazos emocionales, no había cumpleaños (ni siquiera me di cuenta cuando cumplí años) y estaban buscando desesperadamente que alguien tuviera un poder útil.

Estaba acostada en mi pequeña habitación cuando alguien entró muy apurado con otra cama, solo escuché el ruido de las llantitas que hacían posible que una cama como esa pudiera ser movida rápidamente como lo hacía ese hombre.

—¿Qué pasa? —pregunté sabiendo que no obtendría respuesta de estos pedazos de hielo que tengo como compañeros de apocalipsis.

—¡Lizette! —Escuché la voz de Marco.

—Qué —dije sin ánimos. Aún me molestaba el hecho de que él no me trataba igual que antes.

—Vienen nuevos sobrevivientes.

—¿Qué? ¿No dijeron que ya no había?

Después de casi un año era imposible que sobreviviera más gente ahí fuera y los que encontraban estaban tan graves que morían muy rápido. La única razón por la que seguían buscando sobrevivientes era para cuidarlos en sus últimos momentos.

—Son unos sobrevivientes muy peculiares. —Parecía contento por algo, pero no lograba descifrar por qué. La última vez que lo vi contento fue después de tener esa cita con Julieta, el mismo día que él y yo dejamos de hablar y por lo visto también lo fue con Julieta, escuché por ahí que ella había dicho que no iba a tener una relación en un mundo apocalíptico y obvio no. ¿A quién se le ocurre?, Dios mío.

—Pero yo no puedo ayudar, no soy buena en eso, si quieres puedo cubrir a la nueva chica que limpia —sugerí. Yo no quería involucrarme en salvar la vida de otros, no desde que mi familia murió por mi culpa.

—Solo te encargarás de un chico, necesito que esté bien y no tenga problemas al acostumbrarse a estar aquí. Confío en ti.

Ese: "Confío en ti" y su mirada me hizo recordar todo el cariño que sentía por él, ¿qué sentía realmente por él?, ¿por qué me causaba tanto enojo el que me ignorara?

Decidí concentrarme en estos nuevos chicos. En cosa de una hora ya estaban por todo el hospital. Ya había un chico en la cama junto a mí.

Me paré y me acerqué al informe que dejó Marco.

Nombre: Desconocido.

...

Lo miré de pies a cabeza y no había ninguna marca. Miré mis marcas y... ¿cómo es posible?

—Sobrevivientes peculiares —murmuró Marcos detrás de mí— ¿Ya te diste cuenta?

—Todo es muy raro.

—Por eso necesito que haya alguien siempre a su lado, ¿me ayudarás?

—Sí.

12/08/2020

🌊🌊🌊

Cómo están?😄😄😄

Hoy me dio por publicar un poco más temprano de lo que acostumbro :p

Vuelve Lizette! Ahora sabemos un poco de todo lo que vivió antes de que llegaran Daniel y lo demás 😱

Quién creen que sea el nuevo compañero de Lizette?

Los viejos lectores, no den spoilers 😂

Qué las ha parecido?

Algun comentario? :p

Btw, les debo una publicación doble por la semana pasada que no pude publicar 😱 les llegará de sorpresa :)

Bueno ya jaja

✌✌✌

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