Capítulo 5
Narra Lizette: Estoy sola.
Un día normal como cualquier otro, estábamos por cenar. Ya eran las 6 p.m. y en casa acostumbrábamos a cenar temprano. Estaba chateando con mi novio, cuando mi mamá me pidió que bajara a cenar.
Cuando llegué a la cocina, escuché ráfagas de viento como si fuera una tormenta.
—Voy a ver qué pasa —nos dijo mi papá.
Mi mamá y mi hermana le dijeron que tuviera cuidado, cuando salió, vimos que todo estaba normal, pero entonces fue como si la ráfaga de viento que había escuchado nos hubiera alcanzado.
Como mi hermana era alérgica a varias cosas, mi mamá siempre tenía todas las ventanas y puertas cerradas. Entramos en pánico cuando mi papá no volvía. Afuera se podía ver mucho humo, pero no se veía nadie quemando algo, aparte eso estaba prohibido aquí. Me di cuenta de que todas las ventanas se estaban tornando oscuras, no se podía ver nada a través de ellas, parecía que de un segundo a otro ya era de noche, y todo era por el humo que poco a poco se adueñaba del lugar.
—¿Por qué no vuelve? —decía mi hermana preocupada.
—¿Qué es ese humo? —Mamá estaba viendo por las ventanas en vano. Entonces se alejó cuando vio que las ventanas dejaron de ser suficiente para ese humo, porque empezó a entrar por las orillas.
Mi mamá actuó muy rápido, tanto que yo no entendía qué hacía y de la nada agarró unos trapos y con ellos cubrió nuestra boca y nariz. Ella había ido a cursos con los bomberos hace mucho, pero algo me decía que eso no sería suficiente.
—Hay que buscar a papá —les dije como pude a través del trapo cuando noté que ya había mucho humo.
Mi mamá asintió, pero se veía que estaba débil, mi hermana también. Como pudimos nos movimos y abrimos la puerta. Afuera estaba peor que adentro. Nuestra vista no era buena, el humo se sentía muy denso.
Entonces mi mamá fue por trapos más grandes y nos los acomodó de tal manera que no necesitáramos sujetarlos y así poder ir agarradas de las manos para no perdernos.
—¿Qué es ese brillo? —Escuché a mamá preguntar, pero yo estaba muy concentrada en mantenerme de pie y seguir caminando, en no soltarlas y estar todas seguras.
Entre todas gritamos el nombre de mi papá, sin obtener respuesta. No sabíamos a donde caminar, todo estaba muy oscuro. Mi hermana menor apretaba mi mano con más fuerza y mi mamá estaba temblando.
Me sentí derrotada e indefensa, pero no era momento para detenerse o lamentarse. Debía confiar en que todos estarían bien y pronto estaríamos juntos de nuevo. Pero las horas pasaban, había veces en las que nos topamos con paredes. A veces oíamos voces, pero no logramos encontrar a nadie, hasta que nos tomamos con un hombre.
—¿Hola? —Escuché la voz de un hombre.
—¿Quién está ahí? —pregunté, podía sentir a mi hermana y a mi mamá ya débiles.
—¿Traen sus máscaras de gas?, ¿quién las está ayudando? —nos dijo alarmado, entonces sentí sus manos tocar mi rostro—. ¡Que hacen!, ¡por qué salieron así!
—No sé de qué hablas... ayúdame a llegar a un lugar seguro, por favor. No sabemos a dónde ir. —Ya estaba muy desesperada, cualquier ayuda servía, aunque fuera de un extraño que ni siquiera podía ver entre el humo.
—Antes de las bombas hubo un comunicado, debemos ir hacia el este —me dijo—. ¿Aguantarás?
—Tenemos qué —dije—. Toma la mano de mi mamá, ayúdame, no estoy segura de donde está el este y necesitamos guía.
—Te ayudaré. —Después de un momento sentí como mi mamá era la que me jalaba y nos dirigía, pero la seguía sintiendo débil.
Caminamos hacia el este o eso esperaba, se notaba que el señor tenía confianza en sus habilidades para ubicarse y encontrar el camino, pero el tiempo pasaba y no sabíamos cuánto, solo que nuestros pies ardían del cansancio, nuestros pulmones pesaban por el poco aire que podíamos respirar y aparte se sentían adoloridos por lo que sea que el humo nos hacía.
De pronto empecé a escuchar voces.
—Hay más gente aquí, todos están yendo al mismo lugar —dijo el señor.
—¿Entonces estamos cerca? —Fácil ya teníamos más de dos días caminando, ya no sabía cuánto más iba a aguantar.
—Sí, pero me están advirtiendo que aquí hay pozos muy profundos, deben tener mucho cuidado —me dijo asustado.
Le avisé a mi hermana que solo podía apretar mi mano para hacerme saber que me escuchaba, ya no podía hablar. Me asustaba llegar al refugio; me asustaba llegar y que estuviéramos tan enfermas que no hubiera solución. También tenía ese horrible sentimiento de que estábamos dejando atrás a mi padre, pero debía seguir. Nunca lo pudimos encontrar. Gritamos mucho su nombre y si nos detuvimos, no fue porque nos dimos por vencidas, fue la debilidad y este humo que nos lo impedía. Había pasado mucho tiempo desde que escuché a mi madre hablar o a mi hermana.
Entonces sentí que mi hermana caía, la sentía colgando de mi brazo. Por suerte alcancé a apretar su mano fuerte. Con la ayuda de mi mamá y del señor tratamos de sacarla.
—Tengan cuidado al caminar —nos advirtió él cuando logramos sacarla.
—Lo siento. —Escuché a mi hermana susurrar en mi oído—. Ya no puedo. —Sentí como mi hermana soltó mi mano y luego escuché un sonido, como una piedra al caer al acantilado, pero este sonido retumbó en mi corazón y lo rompió.
—¿Qué pasa? —me preguntó mi mamá con mucho esfuerzo acercándose a mi oído.
—Nada, debemos seguir —Con dolor en mi garganta fue lo único que pude decir. No podía permitir que nos detuviéramos, esto no iba a ser en vano. No la iba a perder en vano.
El señor estuvo de acuerdo y seguimos caminando. No supe cuánto tiempo pasó, pero se sentía como si hubieran pasado tantos días. La falta de sueño y de aire puro me estaba dañando.
—¿Hola? —Una nueva voz me sobresaltó, era de una mujer—. Estoy usando un traje especial, me llamo Julieta. No los podré oír porque quizá ya no tengan muchas fuerzas para hablarme, pero solo necesito que estiren su brazo, para llevarlos a un lugar seguro.
—Estamos aquí —dije yo, aún podía hablar.
—Estira tu brazo, solo necesito atar una cuerda para guiarte al refugio. —Entonces sentí como mi mamá me soltaba, supongo que para que la ataran a ella.
—¿Ya ataste a mi mamá? —pregunté mientras sentía cómo me ataban.
—Sí, hay dos personas a tu lado, ya las até. Deja de hablar porque te hace daño esforzarte. —Me preocupó un poco que mi mamá se diera cuenta de que mi hermana ya no venía con nosotros al oír esto, pero no protestó ni se quejó.
—Sí, niña, tranquila. Pronto estaremos bien. —Era el señor que también sentía que se alejaba para que lo ataran a él. Aunque se le oía la voz con dificultad.
Caminamos todavía mucho más. Ahora me sentía mejor porque tenía seguridad de que llegaríamos a un lugar seguro. Mi mamá me preocupaba, no sentir su mano agarrar la mía me preocupaba.
Intentaba buscarla pero no lo lograba, el humo no me dejaba ver y me di por vencida.
—¿Quién se cayó? —Escuché la voz de la mujer que nos guiaba.
—¿Cómo? —pregunté con miedo.
—Sí, por más que estiro la cuerda no avanza.
Pasó un tiempo, no oía algo más y no avanzábamos. Me preocupé y no paraba de preguntar qué había pasado. Solo podía oír el sonido de mis latidos acelerándose del miedo, hasta que la escuché de nuevo.
—Avancemos. —Era la mujer que nos guiaba.
Pasó poco tiempo cuando oí el ruido de unas puertas metálicas. Luego oí cómo se cerraban y después vi como el humo iba desapareciendo. Frente a mí estaba una chica con un traje muy raro y de baja estatura. Se escuchó un pitido y se empezó a quitar su traje.
Entonces sentí como si alguien estuviera apretando mi corazón con una gran fuerza y me di cuenta de lo que mi corazón había notado antes que yo.
—¿Mi mamá?
—Ellos... no lo lograron —me dijo seria—. ¿Qué le pasó a tu máscara?
Me dejé caer al suelo, no sabía cómo sentirme, solo no tenía fuerzas para seguir. Entre parpadeos me desmayé o eso pensé que había pasado porque después desperté en una cama. Un chico rubio se acercó a mí.
—Hola —me dijo sonriendo—. ¿Estás bien? Estamos muy felices de haberte encontrado, eres una sobreviviente muy fuerte.
—Hola... —Fue lo único que pude decir.
—Iré a traerte tu comida, tranquila todo estará bien. Yo te cuidaré. —<<Cuidaré>>... esa palabra retumbaba en mi cabeza porque yo no lo había logrado con mi familia. Todos estaban... bueno, ya no estaban.
Sentí como una lágrima bajaba por mi mejilla y el chico se acercó y me abrazó.
—Hey, todo estará bien. Has sido muy fuerte, ya llegaste, no te derrumbes justo cuando has conseguido sobrevivir y pasar esa gran dificultad.
—Estoy sola —dije. Me recosté y cerré los ojos. Me quedé dormida.
23/08/2020
🌊🌊🌊
Un poco tarde, pero seguro. (dos semanas tardes de hecho, ¿pero quién está contando?)
Qué les ha parecido el capítulo? Qué piensan de Lizette?
Creo que ya quedó claro que siempre habrán diferentes personajes narrando jajajajajajaja y bueno, por ahora es más una presentación de cada uno, aunque sea en la parte más triste :D
Hasta ahora han conocido a Mariana, Daniel, Leslie y ahora a Lizette. También narrarán personaje que han aparecido en capítulos anteriores 🤭 si son de los lectores viejos, ya saben quienes son jajajajaja
Quería contarles que la semana que viene publicaré doble capítulo por la semana pasada que no pude publicar (perdon¿?) wuwuwu c:
También que hice una pequeña imagen para poner al final de cada capítulo para que se vea mejor y se distinga la separación con la nota de autor xD pronto la agregaré en los demás capítulos :p
Weno ya.
✌✌✌
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro