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Mío

¡Feliz San Valentín para todos! Espero que hayan pasado lindo este día, entre los chicos y yo pensamos que lo mejor sería dejarles el último capítulo en este día. Para que siempre nos lleven en su corazón... awww soy tan cursi. En fin, es el último cap. pero todavía falta el epílogo... este caps es largo así que a leer con cuidado. 


Capítulo XXXIII: Mío

Me desperté con un sobresalto, incapaz de no soltar un bufido al ver donde me encontraba. El constante pitido del monitor cardíaco del bebé, hacía eco en algún sector de la habitación mientras por la ventana se podía ver cómo el sol comenzaba a descender perezosamente en el horizonte. Por un segundo me costó recordar qué día era o porqué estaba allí. Fue un segundo glorioso. Al menos hasta que la realidad, comenzó a imponerse sobre el idílico atontamiento causado por los míseros calmantes que me habían dado antes. Palpé mi barriga sin siquiera detenerme a pensar en mis acciones, chequear al bebé era un prioridad primaria para mí.

Entonces escuché el sonido de algo metálico chirriar, seguido del inconfundible correr del agua en el cuarto de baño. Eso me había despertado antes, había alguien en mi baño y al parecer no le importaba mucho perturbar mi descanso. Me incorporé sobre mis codos para poder echar un vistazo hacia la puerta cerrada, podía notar el movimiento de una sombra y sólo por un pequeño instante, mi corazón se aceleró. Pero me apresuré a apartar ese pensamiento malogrado, Alan no podía llegar a mí; Neil se había encargado de que no le quedaran ganas o fuerzas para eso. Además que una de las enfermeras me había dicho que su habitación tenía custodia policial, así que no se trataba de él. Sin duda no era él. ¿Entonces?

—¿Neil? —pregunté, sorprendiéndome por el tono esperanzado que cubrió mi timbre. La puerta del cuarto de baño lentamente se abrió.

—No, Sussy Lu, soy yo. —Caro me sonrió mientras cerraba la puerta detrás de sí, en sus manos llevaba un jarrón con flores que parecían recién sacadas del jardín. No pude ocultar del todo mi desilusión, desde que Lucas se hubo marchado más temprano todavía esperaba que Neil se presentara. Y lo sé, no merezco esperar tal cosa, pero era difícil pensar en algo más estando allí atrapada en esa cama. Lo único que podía hacer era pensar y preguntarme si era posible que por segunda vez en la historia de la humanidad, Lucas tuviese razón sobre algo relacionado conmigo.

No quería tener miedo, odiaba tener miedo y sobre todo, odiaba que mi hermano pensara que Alan seguía influyendo en mí a pesar de todo. Me había alejado de él sin mirar atrás ni una vez, había logrado salir con distintos hombres, le había dado licencia a mi cuerpo tanto en la cama como fuera de ella y me había reafirmado a mí misma que no estaba asustada. Que podía haber pasado por esa mala experiencia sin cargarme ni una cicatriz en el proceso, que había sido capaz de sobreponerme sola y le había mostrado el dedo medio a todo el asunto como una autentica mujer fuerte. Hombres que se pasaban de la raya con sus mujeres sobraban, como supongo que los habrá a la inversa, así que no era nada especial o un motivo para que detuviera mi vida. Seguí adelante, me regañé por haber sido tan crédula y seguí adelante, segura de que la próxima vez que me topara con un hombre yo sería la que pusiera las reglas. Y mientras más pensaba en eso, más me convencía de que había cometido un error al intentar imponer mi régimen sobre Neil. En realidad nunca planteé la relación a futuro, porque ya no estaba segura de que aún quisiera eso con alguien. Siendo más joven lo tenía bastante claro, quería lo que mis padres tenían; aquello que dentro de sus particularidades se mantenía firme e indemne frente a las adversidades. No estaba segura de cuándo pasaría o con quién, pero no me cabían dudas de que eventualmente llegaría allí.

Pero luego de Alan, cambié mi tonta fantasía de final feliz por algo mucho más práctico y realista. Tan sólo quería estar bien conmigo misma, segura de que siempre estaría mejor por mi cuenta que intentando acoplarme a otra persona, convencida de que ni siquiera valía la pena invertir tiempo en alguien más allá de mí. Ahora no podía evitar pensar que quizá todos esos argumentos para sentirme bien, no habían sido más que una muy convincente tapadera. Porque mientras más posaba mi vista en el futuro, aquel que mi hermano me había pintado tan graciosamente, más me daba cuenta que no me gustaba verme allí sola.

—¿Su, estás bien?

Despegué mi vista del infinito, para situarla en el rostro preocupado de mi amiga. En todo este tiempo, ella fue la única a la que le había confiado la verdad. Es decir, además de Lucas, pero él lo supo por defecto y no porque yo lo hubiese querido así.

—Sólo estaba pensando —le dije, tratando de esbozar una sonrisa. Ella soltó un suspiro, para luego sentarse en la silla junto a mi cama y cruzarse de piernas tres veces, antes de fingirse cómoda. Su pequeña mano pálida se posó sobre la mía con delicadeza—. ¿Has visto a Neil? —La saqué de su miseria, antes de que tuviera que forzarse a buscar un tema de conversación neutral.

—Sí, él me llamó para que me quedara contigo esta noche. —Bueno, ¿y qué esperaba? Por supuesto que él no se quedaría a pasar otra noche de mierda a mi lado, mucho menos después de lo perra que había sido. Me gustaría pedirle disculpas por eso, recién entonces me daba cuenta de lo injusta que había sido con las estupideces que le dije. Tal vez no podíamos estar juntos, de acuerdo, pero eso no significaba que tuviese algún derecho a usar lo que me había contado en su contra. Eso fue un momento de desesperación, tan sólo quería que me dejara sola y no me medí en las palabras, usé lo que tenía a mano porque sabía que de lo contrario él terminaría convenciéndome. Fue la primera discusión que en verdad le gané y todavía estaba esperando sentir la sensación de victoria—. Dijo que tenía algunas cosas que atender en Portland.

—¿Se fue a Portland? —Caro asintió, afortunadamente sin reparar en el modo en que mi voz se rompió en esa simple frase—. ¿Te dijo... cuándo iba a volver?

—No. —Ella se puso de pie, apartándose una mota invisible de sus pantalones de mezclilla—. Tengo ganas de helado, ¿tú no tienes ganas de un helado?

—Creo podría comer uno —musité, dejando que una sonrisa tirara de la comisura de mis labios. No quería sonreír, pero la otra opción era romper en llanto y eso nunca se me había dado con gracia. Mis llantos tienden a desfigurarme el rostro, llenándome de manchas rojas e hipidos incontrolables.

—Entonces voy a meter algo de contrabando. —Mi amiga juntó rápidamente su bolso y se dirigió a la puerta—. Tú no te muevas de aquí.

—No es como si pudiese ir a algún sitio.

Ella ni siquiera escuchó mi replica, pues ya se encontraba de camino a la heladería más cercana. Me encantaba Caro, pero no era del todo buena para manejar momentos tensos y tenía la extraña idea de que todos los pesares se podían borrar con algo de buena comida. Iba a tener que deshacerme de ella luego, porque planeaba ser miserable por la noche y en realidad no quería público para eso.

En cuanto me quedé sola, tomé mi móvil decidida a aclarar un asunto en ese preciso instante. No iba a sentirme bien hasta que lo sacara de mi sistema.

Así que te has ido a Portland

Escribí con pulso poco firme.

Sí, acabo de llegar. Tenía unas cosas que hacer aquí.

Quise ponerme feliz por el simple hecho de que me respondiese, pero no pude dejar de notar su recelo incluso en ese par de líneas.

Quería disculparme por lo que te dije antes, Neil. Sé que no vale de mucho, pero varias cosas de las que te dije no tenían motivo alguno. No fue justo de mi parte sacar eso en la conversación y quiero que sepas que no quería lastimarte

Pierde cuidado.

Ignoré aquello, sabiendo que tenía motivos para enfadarse conmigo y que era esperable que le importara un cuerno mis intenciones ahora. Así que pensé con mucho detenimiento mi siguiente mensaje antes de escribirlo.

Puedo preguntarte si vas a volver pronto?

¿Para qué tendría que volver? Está claro que puedes hacerlo tú sola. Confío en que le darás una buena educación al crío, ambos sabemos que yo no le sirvo de ejemplo de todos modos.

Mi boca se secó inmediatamente mientras procesaba sus palabras y cuando estaba apunto de responderle, otro mensaje suyo hizo vibrar mi teléfono.

Ahora no puedo hablar, Tess me necesita. Te llamo luego.

«¿Qué cosa?» A mi cerebro le tomó al menos tres lecturas más llegar a comprender lo que me decía, estaba con Tess y yo lo estaba interrumpiendo. Estaba con Tess y ya no pensaba volver, ni siquiera por el bebé. Él acababa de desentenderse de ambos y yo no pude evitar que el veneno se filtrara por mis dedos.

Espero que ustedes dos sean felices

Le escribí, dejándole en claro que a partir de ese segundo él se podía ir al diablo para mí. A lo que Neil respondió sin un ápice de culpa:

Espero que tú y tu ego también.

***

Neil

—Bueno, tal vez soy un ladrón

por haber robado tu corazón.

Sí, tal vez soy un ladrón,

por no haber cuidado de él.

Sí, tal vez soy una mala, mala,

mala persona.

Bueno, nena, lo sé.

Y estas huellas dactilares,

nunca van a correr sobre tu piel.

Y esos brillantes ojos azules, sólo podrán encontrar los míos

a través de una habitación, llena de personas que son

menos importantes que tú.

Porque tú amas, amas, amas

cuando sabes que no puedo amar.

Porque tú amas, amas, amas

cuando sabes que no puedo amar...te.

—Creo que asumes mucho si piensas que te amo.

Alcé la vista abruptamente de mi guitarra, encontrándome con la mirada de Tess fija en mí. Sus ojos se veían cansados y su voz apenas si había sido lo bastante fuerte como para que la oyera, pero había una ligera sonrisa en sus labios. Se la devolví.

—Pensé que te gustaría una canción, ¿no me pides todo el tiempo que cante para ti?

Ella negó con suavidad, cerrando los ojos por un parpadeo que pareció eterno. Estaba demasiado ida como para enzarzarse en una disputa sobre gustos musicales, lo estaba para casi todo excepto para permanecer recostada.

—¿Qué haces aquí, Neil? —Coloqué la guitarra contra la pared, antes de estirarme hacia la cama que ocupaba y sostener su mano fría.

—Soy tu contacto en caso de emergencia, ¿lo olvidaste? —Frunció el ceño sin responder—. Me llamaron del hospital cuando te trajeron aquí... —Ella continuó en silencio, así que me vi en la necesidad de llenar el vacío—. ¿Estuviste con Cisco?

Tess se encogió de hombros en un gesto vago.

—Tal vez... no lo recuerdo. —Una amarga sonrisa se dibujo en sus labios resecos—. Creo que estuve con Cisco y supongo que él pensó en prestarme a sus amigos.

—Hijo de puta.

—Nada que no haya pasado antes —murmuró, desestimando el asunto sin más. Y sabía que no tendría ni que preocuparme por ello, porque Tess era una adulta y ella tomaba sus decisiones independientemente de lo que yo dijese. En parte la había dejado quedarse en mi casa, para poder tener un ojo sobre ella y sus actividades algo peligrosas. Pero no podía evitar sentirme responsable, de no ser por Vincent, tal vez ella nunca habría caído en toda esta mierda, tal vez sólo sería una alegre chica a la que le gustara cantar, tendría novios que le regalarían flores y no drogas para hacerla ceder a sus locuras, tal vez habría podido tener todo lo que en verdad merecía. Pero no lo hacía y era muy probable que jamás lo hiciera, porque terminaría muriendo de una sobredosis antes de darse cuenta que podía y debía aspirar a más—. No me dijiste qué haces aquí, sexy.

—Siempre estoy aquí —respondí, sin siquiera detenerme a pensarlo. Y no lo necesitaba en realidad, porque sabía que era de ese modo.

—No... —arrastró la palabra casi como si le doliera, mientras se humedecía los labios con lentitud. La solté para ir por un vaso de agua y ella bebió profundamente antes de continuar—. No como antes, ahora eres de ella.

No tuvo que decir nombres para que comprendiera a quién se refería. Chasqueé la lengua.

—Ya no tienes que preocuparte por eso.

Tess entornó la mirada, luciendo repentinamente más alerta.

—¿A qué te refieres?

—No quiere saber nada conmigo. —Nunca me había costado decirle las cosas a ella, podía ser letalmente cruda y crítica sobre casi todo, pero más allá de eso era alguien que comprendía sin mucho esfuerzo.

—¿Por qué? —Sentí como su mano buscaba la mía y a regañadientes le permití que la tomara. En realidad no quería tener que ir sobre ese tema, al menos no aún. Tal vez en el futuro pudiese soltarlo todo como si no me importase, pero en ese momento todavía me importaba y me jodía, sobre todo me dolía.

—No lo sé.

Negó con la cabeza, finalmente arrastrando su mirada lejos de la mía.

—Bueno... ¿por qué se lo estás permitiendo entonces?

—¿Cómo? —Tess se incorporó ayudándose de las barras que tenía su camilla y sin mediar palabra, me asestó un golpe en la cabeza—. Oye, ¿qué mierda?

—Te lo has ganado.

—Pero... —Me silenció con un ademan cansino.

—Pero nada, Neil, no puedo creer que seas tan idiota. —Hice amago de defenderme, algo que ella ni siquiera se detuvo a considerar—. Te he visto romperte el culo para estar con esa loca, en los últimos meses has dormido en suma una semana y has conducido en kilómetros el equivalente a una vuelta por Rusia. ¿Vas a tirar la toalla ahora?

—Pensé que ella ni siquiera te gustaba... —reflexioné en voz queda.

—¿Y qué importa si me gusta o no? Te tiene que gustar a ti.

—Y yo debería gustarle de regreso, lo que parece que no ocurre.

—Puras mierdas —aseveró sin dudarlo—. Te puedo asegurar que le gustas, incluso más de lo que ella piensa.

—Y de todas formas no es suficiente, porque no tuvo reparos en mandarme al diablo. —Le sonreí con sorna, ya que quizá era el modo más simple de pasar sobre todo eso—. Ella dice que quiere hacerlo por sí sola, no es como si me dejara mucho lugar para el debate.

Tess me observó un largo momento en silencio, su rostro serio, el cuerpo quieto y la respiración engañosamente calma.

—¿Así acaba todo entonces?

—No parece que haya más... —respondí con un resoplido.

—¿Y qué hay del Cachorro? ¿No vas a ser su papá? ¿No voy a ser su tía?

Algo parecido a una risa o un gruñido ronco, escapó de mi boca sin mi permiso.

—No creo que seamos buenos para él. —Ella asintió sin discutir, para luego echar la cabeza hacia atrás y descansar su cuerpo en las almohadas. Exhaló largo y profundo, mientras yo perdía la mirada en algún punto de la pared blanca que me enfrentaba.

Era mejor así, aunque no lo pareciera entonces, más adelante vería que era lo mejor. Y a pesar de que no quería que fuese de ese modo, también sabía que el Cachorro siempre había sido de Sussy y no estaba seguro de cuál sería mi participación de todos modos. Ella lo haría bien, tenía que confiar y creer que lo haría bien.

—¿Sabes? —Su voz interrumpió mi ensueño—. No sé tú pero ya estoy cansada de que me digan que no soy buena para alguien. —Pestañeé, confuso, llevando mi atención nuevamente hacia ella—. Nunca quise creerlo, no quiero creerlo ahora, Neil. —Tomé su mano, viendo que la suya temblaba levemente sobre las sábanas blancas—. Había pensado que si tú eras capaz... no lo sé... siempre te dije que era una estupidez lo que estabas haciendo. Pero de todos modos... —Bajó la vista en mi dirección, sus ojos estaban brillantes—. Aquí... —Tocó su pecho, apuntando su corazón de modo fugaz—. Siempre esperé que tuvieras éxito, porque... tú nunca lo dudaste, sabes muy bien que lo que pasamos no nos hace indignos o menos que los demás. Tú siempre supiste que conseguirías todo lo que quisieras... porque no importa cuánto lo intentó, Vincent jamás fue capaz de quebrar tu determinación.

—Tess...

—No, Neil —me interrumpió, limpiándose bruscamente una lágrima solitaria—. Si ella no te quiere, bien, no puedes forzarla a ello. ¡Pero no renuncies a tu hijo! Tú y yo sabemos lo horrible que es cuando descubres que ni tus padres te quisieron. —En ese momento ni se molestó en cubrir su llanto—. No le hagas eso al Cachorro, no le dejes pensar que no lo quieres... porque sé que lo haces y también sé que quieres ser su padre. —Miré un instante nuestras manos enlazadas, sin encontrar palabras para responder a eso—. Debe asustar como la mierda, lo sé, pero seguro que es divertido... podrás tener un pequeño niño roquero.

—O pequeña —añadí con voz ronca, dejando que la imagen jugara un segundo en mi mente.

—Le podrás enseñar a cantar, a amar la música por lo que es.

—Y no por lo que pueda obtener de ella —dije, para completar su frase. Tess sonrió de un modo que incluso llegó a dolerme.

—Y también a tocar instrumentos.

—Y a bailar.

—Y a sanar un poquito con cada canción —ofreció con voz pequeña. Estiré una mano para secar su mejilla con mi pulgar, ella cerró los ojos como si estuviese dándose un segundo para absorber la caricia y luego me miró con firmeza—. ¿Entonces por qué mierda sigues aquí?

—No quiero dejarte sola —musité, algo dividido entre la necesidad de permanecer allí y la de ir con Sussy en ese instante para decirle que me retractaba.

Tess tenía razón, tal vez no sabía una mierda sobre ser padre pero esta no sería la primera vez que hiciera algo sin tener la más mínima idea. El Cachorro no era sólo de Sussy, él era mío también y ya era hora de dejarle eso en claro.

—No voy a estar sola, bobo. —Me empujó del antebrazo para que comenzara a moverme—. Voy a ir a rehabilitación o alguna mierda por el estilo, estaré lista y limpia para conocer a mi sobrino. Así que ve allí y dile a Sussy que es una estúpida por dejarte ir, pero que tú no serás un estúpido dejando al Cachorro.

—Tal vez use esas mismas palabras —le informé con una sonrisa. Ella asintió, guiñándome un ojo de modo juguetón—. Voy a volver a verte pronto.

—No contendré el aliento. —Me reí a tiempo que me inclinaba para darle un rápido beso en los labios—. Te quiero, sexy, no hagas nada para echar eso a perder.

—También te quiero, locura. Voy a reclamar a mi hijo.

—¡Así se habla!

***

Sussy

Acababa de salir del baño cuando lo sentí, porque voy a ser sincera con esto, antes de verlo yo sentí su presencia en la habitación. Neil se encontraba de pie a medio camino de la cama, con la mirada fija y el cuerpo quieto, parecía confundido, cansado y un tanto desalineado. No que algo de eso ayudara a restarle atractivo, porque no importaban las circunstancias él siempre se veía como un tipo que acababa de rodar un comercial. Sonreí ante mi propia ocurrencia, cuando repentinamente él se volteó y toda la magia del instante se fue al diablo. Su mirada revoloteó por mi rostro sin detenerse en ninguna parte, haciendo que mi sonrisa muriera de apoco.

—¿Qué haces fuera de la cama? —me lanzó a quemarropa.

Fruncí el ceño ante su tono de demanda, pero al parecer poco le importó.

—¿Perdón? —pregunté, incrédula, pensando que acababa de perderme un tramo importante de la historia aquí.

—¿Qué haces fuera de la cama? —repitió, como si le estuviese hablando a un niño. Enarqué una ceja, a tiempo que me cruzaba de brazos y le enviaba una acerada mirada—. Se supone que debes permanecer recostada, ¿qué intentas?

—Me estaba orinando. —Él hizo completo caso omiso de mi explicación y en menos de dos zancadas salvó las distancias que había entre nosotros, para luego jalarme de la cintura en su dirección y alzarme en vilo—. ¡Oye! Espera...

—Calla.

—¿Vas a cargarme por sólo dos metros? —Como toda respuesta me dio una pequeña sacudida, haciendo que mi cabeza inexorablemente se fuera hacia su hombro y yo no pude resistir la tentación de esconderme allí, donde su aroma de hombre llenaba mis sentidos, donde sus músculos se apretaban tensos contra los míos. Sólo un segundo, sólo quería un segundo más de él contra mí.

Pero todo terminó demasiado pronto, cuando me quise dar cuenta ya estaba en la cama y Neil intentaba cubrirme con las sábanas incluso ante mi reticencia.

—Si querías ir al baño, debías llamar a la enfermera.

—Son las cuatro de la mañana, no quería molestarla. —Neil se detuvo un momento, para luego sacudir la cabeza y dejar correr lo que fuera que estaba por decirme.

—Está para eso, Susan. —Volvió a subirme las sábanas hasta el cuello y una vez más yo volví a quitármelas—. Te dijeron que no salieras de la cama sola.

Puse los ojos en blanco, pues por la mañana me darían el alta y les gustara o no a las enfermeras, yo iba a tener que pisar el suelo en algún momento. Todavía no manejaba bien el asunto de la levitación y no podía disponer de un grupo de hombres fuertes para que estuviesen cargándome los próximos cuatro meses. Aunque sería muy divertido hacer algo por el estilo.

—No fui a escalar el Everest, Neil, sólo fui a orinar.

—¿Y dónde demonios está Caro? Se suponía que pasaría la noche aquí.

Me encogí de hombros sin muchas ganas de entrar en detalles.

—La mandé a casa.

—¿Por qué infiernos la mandaste a casa? —Lo miré de soslayo, incapaz de no obsequiarle un gesto incrédulo. Entendía que estuviese molesto o lo que fuere, pero no le iba a permitir que viniera a mi habitación, a las cuatro de la mañana, a lanzarme su mierda. Su mensaje había sido claro, él había renunciado a nosotros así que no tenía ningún derecho a cuestionarme nada.

—No tengo que darte ninguna explicación, ¿tú no deberías estar en Portland atendiendo a Tess? —Le pegué en la mano cuando quiso cubrirme de nuevo hasta el cuello, ¿cuál era su jodido problema? ¿Acaso mi batín de hospital ofendía su sensibilidad?

—Ya lo hice —musitó, dejando que una sonrisa indescifrable tirara de sus labios. Estreché los ojos con suspicacia, pero luego me obligué a mirar a otro lado. Si él quería atender a Tess fuese para lo que fuese, a mí me daba igual. Debía darme igual, maldita sea.

—Perfecto, me alegro por ti —mascullé entre dientes—. Ahora, si no te molesta... me gustaría volver a dormir.

Estaba por voltearme para darle una buena panorámica de mi espalda y trasero al descubierto, cuando sentí su mano pesada caer sobre mi hombro y regresarme con poca delicadeza hacia atrás. ¡Hombre infernal! ¡Eran las cuatro de la mañana! ¿No se daba cuenta lo mucho que me costaba mantener esa conversación sin romperme? ¿No se daba cuenta lo mucho que me costaba mirarlo a los ojos en ese momento?

—No voy a quitarte mucho tiempo, sólo quiero hablar contigo.

—Neil, la verdad es que no me importa... —Alzó una mano para silenciarme de un modo bastante descortés, tengo que decir.

—Sólo quiero decirte que lo retiro.

Enarqué ambas cejas, sin tener la menor idea de lo que estaba hablando. Después de todo, mi cerebro todavía estaba algo atontado por los últimos acontecimientos; un poco de crédito allí.

—¿Qué retiras?

—Lo que te dije antes sobre el Cachorro.

—En verdad no...

—No, escúchame —volvió a cortarme, sonando lo bastante firme como para hacerme tragar mi replica—. Voy a ser su padre, ¿bien? Lo voy a ser no porque sea lo correcto, sino porque es lo que quiero.

Por un segundo no pude más que mirarlo boquiabierta, sin saber si estaba oyendo bien o si todo esto era una alucinación producto de los calmantes que me habían dado. Aunque la verdad sea dicha, a lo largo de mi vida había tomado aspirinas mucho más fuertes que eso, así que casi podía apostar que esa opción era muy poco probable. ¿Entonces qué? ¿Un sueño? ¿En verdad Neil estaba en mi habitación a las cuatro de la mañana diciéndome que quería ser padre?

—De acuerdo —susurré, suponiendo que decir cualquier otra cosa sería demasiado para mí en ese momento. Entones, sin siquiera pretenderlo, me vi pensando en el motivo de su súbito cambio de opinión sobre el bebé—. Pero sabes que esto no cambia nada. —Neil no respondió, bien porque no entendía lo que le decía o bien porque mi pensamiento había sido acertado. Me senté más firme contra las almohadas, necesitando ver sus ojos—. No cambia nada entre nosotros... —expliqué algo vacilante—. Digo, me alegro que quieras ser su padre y todo eso pero... —Finalmente él pareció captar el hilo de mis pensamientos, porque automáticamente se puso tenso y cualquier rastro de posible cordialidad huyó de su rostro—. Neil...

—De acuerdo, de acuerdo, para ahí. —Levantó una mano para silenciarme, mientras me obsequiaba algo parecido a una sonrisa—. No estoy tratando de ganarme tu favor aquí, Susan. No espero que ahora quieras estar conmigo y ser una gran familia feliz, lo único que quiero es que sepas que voy a hacer mi parte en todo esto. Y para que eso ocurra, no tenemos que estar juntos.

Y yo había sido una estúpida por asumir que sus intenciones eran otras.

—Lo sé —murmuré, esgrimiendo una sonrisa quizá tan falsa como la suya—. No estaba esperando eso.

—Bien.

Asentí bruscamente, dando por zanjada esa cuestión. Él quería ser el padre del bebé, punto. Iría tras ese pensamiento, hasta que me convenciera que eso era lo único que yo quería. Tiré de las sábanas para acomodarlas, incluso cuando no era en lo absoluto necesario.

—Supongo que... —balbuceé, tratando de reagrupar mis pensamientos—. Podemos discutir luego algún régimen de visitas. Cuando el bebé tenga la edad, podrás llevarlo contigo o...

—No, de eso nada.

Al principio no registré del todo sus palabras, así que lo miré con interés esperando a que se repitiera.

—¿Disculpa?

—No voy a ser un padre de fin de semana, olvídalo. —Sacudió una mano frente a mi rostro, cabreándome más de lo que podría creerlo con dicho movimiento. ¿Qué diablos le pasaba? No era su jodido perro para que me mandara a callar siempre que lo importunase—. Además que leí un estupendo artículo que decía que un bebé puede reconocer a sus padres desde el vientre, pero para que eso ocurra tengo que pasar tiempo con él.

Bueno, pues allí lo tenía atrapado. Sonreí con malicia.

—¿Y qué propones? ¿Yo lo cargo seis meses y tu tres?

Soltó un bufido, fulminándome con la mirada.

—Muy graciosa...

—Neil si quieres ser parte de su vida antes de que nazca, no lo sé... firma un cheque o cómprale ropa —improvisé, viendo que él sacudía la cabeza en una negación incluso antes de que acabara de hablar—. Mucho me temo que incluso cuando nazca, no podrás hacer gran cosa. Un bebé recién nacido tiene que estar con su madre, podrá pasar el tiempo contigo más adelante y nosotros podremos llegar a un acuerdo entonces.

Estaba segura de que podríamos encontrar la manera de que él hiciera de padre, sólo haría falta que ajustáramos un poco nuestros horarios. Muchas personas lo hacían sin que se volviera un incordio para ninguno de los dos.

—No —dijo, tajante. Yo solté un resoplido, molesta, ya un tanto cansada de todo aquello. El bebé ni siquiera había nacido aún, ¿no podíamos aplazar la conversación una semana o dos? ¿Cuando me sintiera lo bastante fuerte para estar en su presencia sin sentir tal impotencia?

—Estás siendo necio.

—La mierda que sí —replicó, dejando que algo de irritación se filtrase en su voz—. No voy a aparecer cuando tenga cinco años con algún juguete de mala muerte a decirle que soy su padre, sólo porque a ti eso te sienta más cómodo. —En sus ojos destelló algo que fui incapaz de pasar por alto, supe que estaba pensando en su propia infancia y me molestó que creyera eso de mí. Yo no iba a alejarlo del bebé, nunca; para mí Neil siempre iba a ser su padre, siempre que él así lo quisiera—. Él va a saber quién soy desde el principio —me espetó, inclinándose ligeramente sobre mí.

Lo empujé necesitando mi espacio y afortunadamente él no se resistió.

—No te lo voy a negar, Neil, yo nunca haría algo así. —Asintió en silencio, tal vez reconociendo que la intimidación había estado demás—. De todos modos, no sé si podamos hacer lo que quieres...

—Escúchame —me interrumpió nuevamente y algo en sus ojos me dijo que tenía que detenerme a hacerlo en verdad—. Puedo vivir perfectamente bien con el hecho de que no me quieras, pero no voy a dejarlo crecer creyendo que no lo quise. ¿De acuerdo? Él va a tener algo mejor, voy a ser mejor para él... y para eso necesito estar a su lado. —Tuve que tomar una profunda inhalación al escucharlo, pues repentinamente sentí como mis ojos se humedecían—. Sé que piensas que no me importa, pero no es así. Y es porque me importa por lo que no quise involucrarme al principio, pensé que era mejor que no tuviera padre antes que se diera cuenta de lo que le había tocado. —Se encogió de hombros en un gesto resignado—. Pero luego recordé que cuando era pequeño, sólo quería tener un padre y la verdad me importaba un cuerno si era bueno o malo. —Lo miré pero él parecía demasiado enfocado en la mano que descansaba sobre la cama—. Sólo quería tener lo que el resto tenía, porque no importaba cuánto mirara a mi familia, no llegaba a entender qué estaba haciendo mal. —Frente a eso no pude evitar rozarle la mejilla, haciendo que automáticamente clavara sus ojos dorados en los míos—. No quiero eso para él, y aunque mi padre resultó ser una mayor decepción de lo que era cuando estaba desaparecido. Creo que yo prefiero empezar bien con mi hijo, ¿entiendes?

—Claro que si.

—Bien. —Noté como sus hombros se relajaron tras mi aceptación y entonces me moví hacia el lateral de mi cama, lo suficiente como para hacer un espacio en el lado derecho. Neil me observó con curiosidad—. ¿Qué haces?

—Te ves cansado. —Tiré de su mano para que ocupara el lugar libre y luego de una pequeña vacilación, él se subió en la cama conmigo—. No sé tú, pero yo quiero dormir.

—Dormir suena bien —accedió, mostrándome la primera sonrisa real desde que lo había encontrado en mi cuarto. Quizá la primera desde el incidente con Alan en casa.

Su cuerpo ocupaba casi la totalidad de la camilla, así que incluso aunque lo quisiera era imposible no tocarlo. En cuanto Neil se acomodó, me arrastró hacia su pecho y yo no tuve ganas de discutir, crucé mi brazo por sobre su cintura y él pasó el suyo por mi espalda encontrando muy fácilmente la apertura de mi bata.

—Tienes el trasero al aire —me informó con voz ronca.

—Lo sé. —Él alcanzó la sábana que estaba hecha un bollo en el lateral y nos cubrió a ambos, incluido mi trasero gracias a Dios—. Gracias.

—Para servirte.

Su respiración se tornó lenta y pausada al cabo de unos minutos, mientras que los latidos de su corazón comenzaron a calmarse bajo el peso de mi cabeza; se había dormido. Suspiré pesadamente, a tiempo que apretaba mi amarre sólo un poco más entorno a su cuerpo y hundía mi rostro en el hueco de su cuello, como si de algún modo pudiese encontrar grabarlo en mi memoria a largo plazo, el recuerdo de él y yo juntos. No quería dejarlo ir, no quería ser cobarde ni un segundo más, pero todo indicaba que eso ya no era del todo mi decisión. Tal vez lo había hartado y francamente no podía culparlo por ello, pero de todos modos seguía queriéndolo. Porque por mucho que lo intentaba, no estaba bien conmigo misma, ya no al menos. Y me dolía tanto pensar que yo era la culpable de su alejamiento, me dolía incluso más pensar que lo hice porque temía no poder manejarlo como había ocurrido con Alan.

Lo solté un segundo para cubrir un estúpido sollozo y al instante su mano fue en búsqueda de la mía, enlazándose con mis dedos de ese modo que a él le gustaba.

—¿Por qué lloras?

—Pensé que dormías... —susurré, sintiendo que su amarre se intensificaba un tanto—. Lo siento.

—¿Por qué?

—Por todo —ofrecí en voz queda, él inhaló con fuerza y luego carraspeó.

—No hay problema.

Pero yo supe que no lo creía así, porque sí había un problema y ambos lo sabíamos muy bien. Asentí contra su pecho, ya bastante cansada de esa situación; si ese momento era prestado y sólo nos estábamos otorgando un tiempo fuera hasta el amanecer, yo iba a sacarle provecho. Incluso aunque a él le importara un rábano ahora, Neil tenía que saber que sí confiaba en él y que siempre lo haría, independientemente de las circunstancias de cada uno.

—Era... —comencé, notando mi tono demasiado bajo y ajeno. Neil apenas si movió su pulgar sobre mi mano, para darme a entender que estaba despierto y oyendo—. Eran los días previos a navidad, 22 de diciembre —dije, recordando incluso el momento en que había mirado la fecha en el calendario aquel día—. Con Caro organizamos en el local una pequeña fiesta, ya sabes... Santa secreto y todas esas cosas. Era la primera vez que podíamos en realidad darnos la libertad de festejar con el resto de las empleadas, ¿entiendes?

—Claro —murmuró en acuerdo y yo me apreté más a él.

—No estaba prestándole atención al reloj, cuando salí de allí eran casi las once de la noche. Y había bebido un poco de champán, así que iba bastante relajada a mi encuentro con Alan. Se suponía que nos veríamos en un bar que frecuentábamos siempre a eso de las nueve treinta, pero... —La ligereza de mi tono vaciló un tanto llegado a ese punto—. Perdí la noción del tiempo, aunque de todas formas fui. Sabía que se iba a molestar, porque básicamente le molestaba casi todo lo que yo hacía. Por eso cuando llegué al bar intenté mostrarme animada y alegre, le dije que podíamos comer aunque fuese tarde y él me dijo que ya no le importaba comer. Se levantó de la mesa en la había estado esperándome y se marchó, así que obviamente lo salí siguiendo. Habíamos llegado al aparcamiento, era algo así como un espacio abierto al costado del bar y esa noche estaba abarrotado de coches como casi siempre. Pero no había personas... —Y en ese momento yo estaba tan confiada con mi novio, que nunca me importó saber que no había nadie más que nosotros dos—. Me fiaba de Alan, es decir, era algo controlador y exigente, pero... —Sacudí la cabeza, por mucho que quisiera no me salían las palabras—. Él venía dándome un discurso sobre tener algo de respeto por nosotros como pareja, lo escuchaba a medias porque en realidad estaba buscando su auto y también porque sabía que me repetiría todo cuando llegáramos a casa y camino allí e incluso durante la cena de navidad. Él no iba a perder oportunidad de mostrarme que era una inútil como mujer...

—Su...

—Yo se lo creía, Neil —musité a toda prisa, avergonzada—. Nunca antes había estado en una relación seria y todos a mi alrededor no paraban de decir que Alan iba a ponerle un poco de control a mi locura. Todo el mundo pensaba que era perfecto para mí, el tipo que me haría sentar cabeza y... —Un sollozo se escapó de mi boca y rápidamente me apresuré a ocultarlo—. Y yo pensaba que así eran las relaciones de adultos, pensaba que... no lo sé, tenía que hacer algunos sacrificios para que las cosas funcionaran. Siempre había sido la Sussy salvaje, independiente y fuerte, algo que me había servido estupendamente en mi carrera. Pero que no me servía de nada con los hombres, todos me querían para una aventura, para engañar a sus esposas o para un acuerdo de un mes...

—Dios, nena. —Sonreí, alzando la cabeza lo suficiente como para mirarlo a los ojos. Neil pasó su mano por mi rostro, arrastrando algunos cabellos por detrás de mi oreja—. Lo siento por eso.

—No importa... —Me encogí de hombros—. De todos modos, irónicamente Alan fue el único que en verdad quiso intentar tener una relación real conmigo. Pero luego me di cuenta que no era conmigo, sino con una versión que se ajustara a su ideal de mujer. —Bajé la mirada un instante hacia su pecho, notando parte de su tatuaje a través de la apertura de dos de los botones de su camisa y no pude contenerme de trazar con mi uña aquel pedacito de piel expuesta. Neil se tensó visiblemente—. Esa noche... mientras buscaba el auto, él gritaba y yo sólo pensaba en llegar a casa, le respondí alguna guasada. Estaba cansada y algo achispada por la bebida, así que no me importó si rompía alguna de sus reglas. Le dije que me dejara en paz, que no quería escucharlo y entonces... mi espalda dio contra una pared, no me había dado cuenta de que me había empujado hasta que alcé el rostro y sentí el golpe. —Neil presionó las manos en puños, pero no abrió la boca—. Me dio con la mano abierta cerca del oído, así que todo pitaba a mi alrededor y dolía... —Sentí como lágrimas frescas se amontaban en mis ojos y pestañeé con fuerza para apartarlas—. Nunca me habían golpeado, nunca había estado en una pelea e incluso cuando jugamos a las luchas con mis hermanos, nunca nos habíamos dado golpes reales. Así que fue... no sé qué fue, simplemente no podía pensar. Reaccioné con gritos y comencé a empujarlo, a pegarle para que me dejara pasar... —Cerré los ojos, mientras un suspiró tembloroso escapaba por entre mis labios y los recuerdos de aquella noche se reproducían una vez más—. Y me dio de revés, fue tan fuerte esa vez que me lanzó al piso contra la pared. Él decía que era mi culpa, que yo me lo había buscado y lo peor es que... —Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin ningún control, hipé—. Lo peor es que... Dios, Neil, yo hasta pensé que era cierto. Fue un instante, pero creí... creí que era verdad, que todo aquello era mi culpa. —Me aparté cuando intentó tomar mi rostro, me sentía tan patética—. Me estaba golpeando por llegar tarde a una estúpida cena y yo... pensaba que tenía razón. ¿Qué tan idiota debía ser?

—No... Su, no eras idiota. Estabas asustada, es lógico. —Neil me atrajo hasta su cuerpo y en ese momento, me permití absorberlo a través del abrazo.

—No había pasado... —Me sostuve de su hombro para apartarme un tanto—. No había pasado ni un minuto, Alan seguía despotricando y me puso de pie con un jalón. Yo supe que me iba a dar de nuevo, al menos que le dijera algo... pero no tuve que hacerlo. En un momento estaba ahí frente a mí y al siguiente él había sido empujado hacia atrás, sobre un auto. —Sonreí vagamente—. Recuerdo que la alarma del auto se activó, recuerdo ruidos de pelea y dos sombras que se repartían golpes a pocos metros de mí. Recuerdo ver el cabello rubio de uno de ellos...

—Lucas.

Asentí.

—Había llegado a la ciudad el día anterior por insistencia de mi madre, ella seguía diciéndole que tenía que pasar más tiempo con la familia, contagiarse del espíritu navideño y esas cosas. Nadie en verdad pensó que vendría, pero lo hizo... en ese tiempo todavía no había conocido a Keila, así que era como el fantasma de una persona. —Neil sonrió de un modo curioso—. Él había estado en el bar, pero ni Alan ni yo lo vimos... no sé por qué salió del bar y nos siguió, estoy casi segura que ni él lo sabe. Simplemente apareció y te juro que nunca estuve más feliz de verlo como en ese momento.

—¿Por qué no fuiste con la policía?

Me encogí, repentinamente con ganas de ocultar el rostro nuevamente contra su pecho.

—Tenía... —suspiré—. Tenía vergüenza. Lucas quería ir con la policía, pero yo le dije que no... le hice prometer que no diría nada a nadie y que se olvidaría de todo. Pero él dijo que hablaría con Cristian, así ponía sobre aviso a Alan y lo hacía pensar que le pondríamos una demanda. Los tres creímos que con eso, Alan no se me acercaría de nuevo y por mucho tiempo funcionó...

—Pero entonces se dio cuenta que sin denuncia no podría haber demanda, ¿no?

—Supongo que sí. ­—Neil me acarició el cabello con gesto ausente, para luego soltar un profundo suspiro. Yo me desinflé a su lado, sintiéndome inexplicablemente mucho más ligera.

—Bueno, al menos ahora sabemos que ese idiota no va a volver a molestarte.

—Gracias a ti —le dije con una sonrisa, él asintió pero sin devolverme la cortesía.

—Es mejor que durmamos ahora, Sussy. —Se recostó sobre las almohadas, listo para llevarme sobre él pero yo lo detuve.

—¿Neil...? —Negué sin siquiera saber lo que quería preguntarle. Pues el hecho de que le hubiese contado la historia, al parecer no cambiaba nada entre nosotros.

—¿Qué ocurre? —inquirió, alzando ambas cejas de modo interrogante. Pero no supe qué decirle, así que encogiéndome de hombros me recosté sobre su pecho y apreté los ojos con fuerza, como si eso sirviese de algo para aplacar el vacío que sentía abriéndose dentro de mí. Neil me abrazó a la par pero ya no era como antes, ya nunca volvería a ser como antes—. Sussy, ¿qué pasa?

Aspiré con profundidad el aroma masculino de su camisa y me di un segundo para encontrar las palabras.

—Yo sí confío en ti.

—Lo sé, nena.

Coloqué ambas manos sobre sus hombros y me incorporé para mirarlo con seriedad.

—Entonces, ¿por qué ya no me quieres? —Él presionó su ojo derecho en su característico tic nervioso y luego también se incorporó hasta quedar sentado.

—¿Quién dijo que no te quiero?

—Pero... —Sacudí una mano como si eso me ayudara a explicarme mejor—. Sigues enfadado conmigo.

Él sonrió de forma fugaz, tomando un segundo mi barbilla entre su índice y pulgar.

—Puedo estar enfadado contigo y quererte al mismo tiempo. —Fruncí el ceño, no muy segura de querer seguir por ese camino. Neil cerró una de sus manos entorno a mi brazo y tiró de mí deliberadamente más cerca de su rostro, dejando mi boca a escasos dos centímetros de la suya—. No se trata de mí, nena, no importa lo que hagas para molestarme, no voy a dejar de quererte de la noche a la mañana. —No pude evitar sonreír al escucharlo—. Al menos me tomarían dos o tres días para eso...

—Eres un estúpido —susurré, dándole un leve empujón. Entonces Neil me tomó por las caderas, alzándome lo suficiente como para que pudiera sentarme a ahorcajadas sobre él.

—Yo soy tuyo, Sussy, lo único que tienes que hacer es quererme en tu vida y ten por seguro que voy a darte la mía por completo. A ti y a mi hijo; incluso aunque seas tozuda, ruda, independiente, sexy, exuberante, algo peleonera, paranoica, un grano en el culo al dormir, una mala mentirosa y una descarada... créeme, me gustan todas esas Sussy. Amo a todas esas Sussy.

—¿Incluso a la ninfómana? —pregunté con falsa timidez, él sonrió pícaro.

—Sobre todo a la ninfómana.

—Oh, Neil... —Me lancé hacia él sin pensarlo dos veces, devorando su boca sólo como la verdadera Sussy ninfómana podría hacerlo—. Lo siento, no sabes cuánto siento haberte dicho esas cosas... pero es que tenía tanto miedo.

—¿De qué, nena?

—Luego de Alan pensé que ya no querría pasar el resto de mi vida con alguien... —Tracé con mi índice su labio superior, amando el modo en que sus pupilas se dilataron por la simple caricia—. Pero es que cada vez que te veo, cada vez que te veía, no podía dejar de pensar en lo bien que nos iría juntos y en lo mucho que quería que fueses mío. En lo mucho que quería que tú quisieras lo mismo que yo...

Neil me acalló con un imprevisto beso, varios a decir verdad.

—No tienes que decir más, soy tuyo... me tienes.

—¿En serio? —le pregunté, presionándome muy sutilmente contra su entrepierna—. Porque yo estaba pensando en seducirte para convencerte...

—Te aconsejo que no pierdas el tiempo entonces.

—No. —Lo besé profundamente, intensamente, esperando que aquel beso le dijera todo lo que me costaba tanto poner en palabras—. Ya no lo perderé más, nene.

—Debidamente enamorado. 

__________________________

Lucas: Sigo preguntándome cuál es la enseñanza de esta historia, es que simplemente no lo veo.

Jace: Mm... ¿que el amor todo lo puede?

Lucas: Eso es bastante cursi, ¿no te parece?

Jace: Bueno... sólo estaba intentando entrar en el espíritu de la fecha.  Neil, ¿cuál crees que es la enseñanza?

Neil: No lo sé... tal vez que incluso un idiota puede llegar a sorprender.

Lucas: Así que estás aceptando que eres un idiota.

Neil: Claro que no, me refería a ti. Me sorprendió que hubieses sido útil por una vez...

Lucas: Vete al infierno, no sé ni para qué me molesto contigo.

Neil: Me amas, no intentes negarlo. Porque mientras más te resistas, peor será para ti. ¿Verdad, Jace?

Jace: ......

Neil: ¿Lo ves? El que calla, otorga. 

Lucas: Lo que sea, Joyce. ¿Dedicatorias? 

Jace: ¡Sí! Como todas y todos saben, no tenemos más capítulos y el epílogo no va a tener dedicatoria por mucho que insistan. Así que aquí nos despedimos nosotros.

Neil: Lamentamos no poder cubrir todos los pedidos, sé que hubo muchos y no saben cuánto nos emociona a nosotros saber que hay tanto cariño del otro lado. 

Lucas: Fue un verdadero placer, haber hecho este recorrido con ustedes. Ver cómo se fueron metiendo dentro de las historias y aprendieron a conocernos un poco en cada capítulo. Gracias. 

Jace: Así que este capítulo no es de nadie, porque es de todos. La totalidad de esta serie va ser siempre de ustedes, porque con su tiempo, lecturas y comentarios, nos permitieron formar parte de sus vidas. Gracias. 

Neil: Saludos especiales para Celi9425 cuyo cumpleaños será dentro de poco. Un beso grande para DiCaMuCaDayMurziitsblueloveCony_13deschmid

Jace: Y para la amiga de Cony, Monse. 

Neil: También un beso grande para la venezolana valeriavr23, para Tapia69Abyrivera98 y para la bellisima Saritiel

Yo (Tammy): Le mando un abrazo especial a Vero500a

Andy: Y yo le deseo un feliz cumpleaños a NALU2014

Lucas: Besos grandes para MichelleEsthefaniaDA, para antonellamontoya9 y para ailovame quien cumplió años recientemente. 

Keila: Yo quiero felicitar a Valentinasofi por sus quince años, siempre es un gusto saber que hay gente joven leyendo. 

Jace: Yo voy a saludar a mis amores, JeneSGlz, a JessicaJGC y Transkat1

Sam: Por último yo le voy a enviar un abrazo grande a el único hombre que manifiesta su voz en los comentarios, gracias por estar del otro lado roberto_alvarado

Sussy: Sabemos que faltan muchos nombres y en realidad les agradecemos a todos, nos encantaría poder dedicarles un capítulo a cada uno. Pero la historia llegó a su final, espero sepan comprender.

Neil: Más allá de las dedicatorias y eso, esperamos que hayan disfrutado de la lectura. Gracias por regalarnos un poco de su tiempo y espero que tengan un feliz día de San Valentín. ;)

Yo: No respondo los comentarios anteriores porque tengo que estudiar para mis finales. En verdad espero que les haya gustado el cap. y la historia en general, obvio. Les prometo que pronto les voy a estar dejando el epílogo. Se los quiere xDD 

Pd: La canción que canta Neil, la dejo en el multimedia. Yo la traduje para que entendieran lo que decía, pero obvio que es más linda en inglés. xD


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