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Las mentiras tienen dos dígitos (parte II)

Bueno, no pasó casi nada de tiempo... acá vengo para dejarles la segunda parte del capítulo. Como les dije estaba dividido en dos partes. En fin, espero que les guste y... nada, de momento sólo eso :D

Oh para las dudas que surgieron sobre las edades, recuerden que los personajes también cumplen años XD Así que les aclaro que Lara y Bill tienen 34 y 35 respectivamente, Lucas 29, Keila 25, Jace 29 (recién cumplidos, es más joven que Lucas) y Sam tiene 27. 

Capítulo XXII: Las mentiras tienen dos dígitos (parte II)

Neil

En cuanto alcé la vista, ella ya había desaparecido en el interior de la casa y por el modo en que vibraba el aire a mi alrededor, sabía que si me acercaba echaríamos chispas y no del modo divertido. Suspiré, notando el peso de una mirada clavada en mi perfil. Me volví lo suficiente como para encontrarme con los ojos de Lucas escrutándome con evidente recelo. Bueno, pues que le den a él y a sus amenazas de mierda.

Me bebí el resto de cerveza que quedaba en mi botella y me incorporé.

—Voy por otra —dije a modo de explicación, aunque dudo que nadie me estuviese escuchando. Nadie excepto el psicópata que quería abrirme de ombligo a garganta. Él hizo amague de abrir la boca pero le eché una mirada clara y acalladora; no estaba buscando su permiso y si creía que iba a asustarme, pues que vaya viendo que tenía un rival tan o más loco que él.

—Trae una para mí —dijo Bill, interrumpiendo sin saber nuestro enfrentamiento silencioso.

—Y una para mí —exclamó Sam, sacudiendo su botella vacía como prueba de su necesidad. Asentí hacia ambos y justo cuando rodeaba la mesa para entrar a la casa, Jace me detuvo del antebrazo.

—Carga la charola con más queso, ¿quieres? —Me pasó a la susodicha, palmeó mi brazo y me liberó. Jace debía de estar ebrio si estaba delegando la tarea de cortar sus perfectos cubos de queso en mí.

Volví a asentir y casi corrí al interior de la casa, antes de que a alguien más se le ocurriera pedirme algo. Ahora que mi edad era tema de conversación en la mesa, parecía que me iban a convertir en el jodido chico de los mandados. Y diablos, si había algo que detestaba era que me trataran de crío. Ni siquiera cuando fui uno tuve ese trato, nadie vendría a joderme a esta altura de mi vida.

Entré en la cocina y lancé la charola sobre la encimera, causando un ruido sordo que hizo brincar a la única ocupante del lugar. Sussy se volteó desde el otro lado de la isla, dándome una mirada que no se parecía en nada a las que había recibido de ella en los últimos días. Ni siquiera cuando Tess me besó en la boca me miró de ese modo, algo muy parecido al repudio.

—Su... —comencé a decir, pero ella volvió a darse la vuelta y concentrar su atención en la mesada de la que se sostenía.

—¿Cuántos años tienes? —articuló de un modo cortante, dejando bastante evidente su fastidio. No respondí, no quería hablar con su espalda. Ella me observó por sobre el hombro al cabo de unos segundos, tal vez leyendo mi mente—. No es una pregunta tan difícil, Neil, ¿cuántos años tienes?

—¿Veintiocho? —aventuré, midiendo su reacción con cuidado. Sussy soltó una risa seca, completamente desprovista de humor. Mierda—. Menos dos.

Ella se llevó una mano a la cabeza, negando a nadie en particular y volvió a reír con ganas, sin importarle mucho que su risa pudiese llamar la atención de los otros comensales. Una vez que recuperó el control de sí misma, se giró por completo, reposó la cadera contra la encimera y me observó se brazos cruzados. Si esa no era una postura de rechazo en toda regla, no sabía qué otra cosa podía ser.

—Tienes veintiséis años... —susurró, no como pregunta sino como una mera asimilación de los hechos. Me revolví incómodo en mi lugar, sin saber si era o no pertinente que me acercara, sin saber si estaba aceptándolo o sólo se estaba preparando para desatar la tormenta—. Veintiséis... —repitió más para sí misma que para mí—. Cuándo... ¿cuándo los cumpliste?

Infiernos, esa no era la vía correcta para superar ese pequeño traspié.

—¿Qué importa?

Si ella sabía que los había cumplido una semana antes de que llegara a Portland, no habría modo en el mundo de salir victorioso en esa contienda. Para mí el detalle carecía de importancia, pero para Sussy al parecer la edad era algo que la preocupaba mucho más de lo que jamás admitiría. Y no iba a dejar que una tontería como unos cuantos años de diferencia la alejaran de mí, ella me pertenecía y no le permitiría negar eso.

—¿Qué importa? —chilló de forma repentina. Me persigné mentalmente como Lucas me había enseñado—. Oh no sé, tal vez importa porque me dijiste que tenías treinta, Neil. Me mentiste y me hiciste mentir en esa ficha, ¿acaso creías que no me iba a enterar tarde o temprano? —Se pasó las manos por el cabello, echando sus mechones castaños en todas direcciones—. No puedo creer que fui tan estúpida, incluso pensé que te veías demasiado joven para ser de treinta. Pero... qué va, a los hombres el tiempo le pasa de distinto modo, pensé. Seguramente tiene una buena genética, pensé.

—Sussy, tranquilízate. —Me acerqué hasta ella para intentar detener un poco su verborragia, porque con cada palabra hacía que el asunto creciera más y más cuando en realidad era una estupidez—. No es la gran cosa, esto no cambia nada.

—¡Claro que lo hace! —espetó con ahínco, echándome una dura mirada de reproche—. No cambiaría nada si hubieses sido honesto desde el principio, si sólo me hubieses dicho tu edad como la gente normal hace. Pero, no, decidiste mentir y ni siquiera sé por qué. ¿Por qué mentiste?

—Estabas algo sensible con el tema de la edad, no quería... —Sus ojos avellana se estrecharon de forma súbita y supe casi al instante que decir aquello había sido un enrome erro de juicio—. No digo que...

—Ya veo, así que lo hiciste para no hacerme sentir vieja. ¡Qué noble de tu parte, Neil! —Su mano se precipitó hacia mi brazo, haciendo que mi piel chasqueara bajo el golpe de sus dedos. Auch.

—Oye, tranquilízate. No era eso a lo que me refería...

—Pues que conveniente —escupió, ácida—. Admite que ocultaste tu edad de forma deliberada, porque piensas que soy vieja.

—¡Estás paranoica! —La tomé de ambas manos para que no volviera a soltarme uno de sus clásicos golpes y la atraje con brusquedad hacia mí—. No te lo dije, porque quería que me conocieras antes de que pusieras una absurda regla para ponerle un alto a todo.

—No es absurdo, Neil. Te llevo seis malditos años —masculló con los dientes apretados—. Ahora todo tiene mayor sentido, ¿sabes? —Fruncí el ceño sin comprender a qué se refería y ella dio un jalón para que la soltara—. Todas las veces que pensé que actuabas como un crío, en realidad sólo estabas actuando como una persona de tu edad. Por eso varias cosas de ti no me cuadraban.

Rodé los ojos ante sus palabras, pero si ella necesitaba hacer catarsis para superar el pequeño conflicto, entonces que la hiciera. Sentí sus manos empujarme desde el pecho y al encontrarme con su mirada, preferí no ofrecer resistencia y la dejé pasar. Fue de un lado a otro de la cocina, hablando consigo misma, diciendo cosas sobre ella entrando en el preescolar cuando yo nacía y alguna otra estupidez por el estilo. Luego de un rato de lo mismo, me harté de todo ese numerito y la detuve tirando de su brazo para que me enfrentara.

—La edad no importa, Susan. Soy la misma persona que ayer y el día anterior, ¿quieres dejar de hacer un melodrama de esto?

Bajó la vista un instante, posándola en el logo de Kiss de mi camiseta y tras un minuto de mutuo silencio, me miró.

—Podría pasar por alto tu edad, Neil —comenzó con voz pausada—. Lo que me jode es que incluso después de todo lo que pasamos juntos, incluso después de que acepté jugar contigo para conocerte mejor, hayas decidido seguir mintiéndome. —Abrí la boca con la intención de explicarme, pero ella me silenció con su mano—. No estamos en el mismo lugar, y nunca lo vamos a estar.

—Esas son estupideces, ¿bien? Lamento haberte mentido sobre eso, no voy a ocultarte nada más...

Ella sacudió la cabeza, mordiéndose el labio de un modo apenas perceptible.

—Se te da demasiado bien disculparte todo el tiempo —su tono vaciló un instante con esas palabras—, pero no puedes pretender solucionar todo así de fácil.

—Sussy... —Coloqué una mano en su mejilla, pero ella rehuyó del contacto—. Nena, vamos, por favor. Déjalo ya, ni siquiera es importante.

—Lo es para mí, no tengo intenciones de jugar a la maestra, Neil. Ya pasé por todo eso en mi juventud, ¿no te das cuenta? Estamos en niveles distintos, y al menos que te despiertes mañana con seis años más, dudo que alguna vez vayamos a estar a la par.

—Voy a hacer de cuenta que no escuché eso —mascullé, apretando la mandíbula por cada daga que me clavaba con su discursillo—. Entiendo que te moleste la mentira, pero no pongas esta mierda en mi contra, Susan. No es mi culpa haber nacido seis años más tarde que tú, y ciertamente no es mi culpa que me guste una neurótica seis años mayor. ¿De acuerdo?

—Déjame... —Se apartó de mis manos cuando intenté tomarla, así que decidí retroceder en gesto de paz—. No quiero... sólo déjame.

—Vamos a hablar de esto mañana, ¿bien? Hoy estamos exaltados, hemos bebido y no sabemos bien lo que decimos, así que mañana.

—Mañana —aceptó sin más, volviéndose de cara al fregadero.

Así que para sentirme útil y cerca de ella, me dediqué a cortar el queso sin dejar de mirar su espalda. Fue pura suerte que no me cercenara un dedo en el proceso, pero me era imposible apartar la vista de Sussy y sus escasos movimientos. Habíamos acordado que esa noche blanquearíamos la situación ante el resto, nada mejor que con toda la familia presente, me había dicho cuando se lo había preguntado. Así que no lo vi a mal, luego de ese período de prueba de la semana pasada parecía que ya nos íbamos a dejar de esconder como si estuviésemos haciendo algo malo. Sobre todo porque no me gustaba darle excusas a Jace cuando me llamaba o cuando me preguntaba por qué no pasaba por su casa con la frecuencia que lo hacía antes; me había gustado bastante la idea de simplemente soltarlo y dejar que los demás lidien con ello como les apeteciera. Pero en ese instante, la posibilidad de hablar con los demás sobre lo nuestro parecía más y más lejana. Diablos, tendría que haber finiquitado todo durante la cena, entonces ella no habría podido echarse atrás dos horas más tarde.

—Su... —dije con la intención de aclarar aquello cuanto antes.

Entonces la puerta se abrió a mis espaldas, justo cuando ella se volteaba para mirarme. Sus ojos fueron de los míos a la persona que estaba detrás y ya no regresaron a mí, así que supuse que me estaba invitando sutilmente a cerrar la boca.

—Jace te llama —me espetó Lucas, parándose a mi lado. Lo miré enarcando una ceja, a lo cual él respondió tomando el cuchillo con que había estado cortando el queso antes. Bastante sutil de su parte, tengo que decir.

Volví a mirar a Sussy, sólo en caso de que quisiera intervenir de algún modo pero su atención estaba en lo que Lucas hacía con el cuchillo, algo muy parecido a trazos en la tabla de cortar. Él estaba tan enfermo, que por un segundo con ese cuchillo en las manos lo vi muy capaz de llevar acabo su amenaza.

—Sí, voy.

Salí de la cocina sin poder quitarme la idea de ese cuchillo clavado en alguna parte de mi cuerpo, ¿debería considerar tomarme en serio sus palabras? Tal vez lo más sensato sería conseguirme uno también, un cuchillo digo. Me detuve abruptamente a medio paso, notando de forma súbita que llevaba las manos vacías. El jodido queso, me había olvidado el queso y las cervezas. Giré sobre mis talones y regresé despacio a la cocina, la pierna casi no me dolía pero tampoco iba a exigirla cuando todavía podía robarle amabilidad a la gente con ello. Estaba a dos palmos de la puerta, cuando escuché que dos hermanos Hassan se encontraban a viva discusión dentro. Al menos Sussy, porque Lucas no parecía la clase de tipo que se tomara la molestia de alterarse en una discusión. ¡Qué va! Esa sería una reacción muy humana para él.

—No es tu jodido problema, Lucas. —Entorné la puerta lo suficiente como para hacerme notar, pero ninguno estaba en mi campo visual y supuse que yo tampoco entraba en el de ellos.

—Sé que no es mi problema, pero me gustaría saber si estamos repitiendo la historia con personajes nuevos.

—Neil no es Alan —espetó ella de un modo que despertó mi ya de por sí despierta curiosidad sobre el tal Alan. ¿Lucas lo conocía? ¿Por qué pensaba que yo era como él?

—Entonces por qué infiernos además de nosotros, nadie parece saber lo que pasa entre ustedes. —Bueno, no me gustaba estar de acuerdo con él, pero le iba a dar el punto. Yo había querido aclarar todo desde el mismo día en que ella me dijo que sí—. ¿De qué te escondes?

—No voy a darte explicaciones a ti. —Sentí su voz acercándose, así que me eché hacia atrás esperando que no me viera.

—Oh, no, para ahí. —Para mi buena fortuna, Lucas la detuvo justo antes de que me atrapara fisgoneando. Y aunque sabía que lo lógico y correcto era retroceder para darles su privacidad, la verdad es que nunca fui ni lógico ni correcto, así que al demonio—. No voy a seguir cubriéndote, si no me das un buen motivo. Me callé con el tema de Alan, creo que en este caso me gané la explicación.

Otra vez ese nombre, el maldito Alan iba a sacarme de quicio sin siquiera haberme dirigido la palabra.

—Lucas... —Ella hizo una pausa en lo que supuse se acercaba a él, pues se escucharon los pasos ligeros haciendo rechinar la madera—. Ya déjalo, ¿quieres? No es como si estuviese planeando casarme con Neil. Es un chico lindo, está interesado en mí y yo en él, nos atraemos. No hay nada de malo en eso, ¿bien?

—Si no hay nada de malo, entonces por qué se ocultan. —Maldito fuera, pero nuevamente estaba con él.

Sentí una pequeña risilla proveniente de ella y un suspiro cansado por parte de Lucas.

—¿Qué caso tendría decírselo a todos? —Había un cierto toque de condescendencia en su tono—. En unos días me voy a casa, ¿crees que lo voy a meter en mi maleta para llevarlo conmigo? Vamos, Luke, es sólo un crío... nunca pensaría en tener nada serio con él.

Bien, pensé para mis adentros con una sosegada sensación de calma. Moví la mano para liberar la puerta y di un paso hacia atrás, sin muchas ganas de escuchar el resto. Si quería saber el porqué de que dilatara tanto el asunto, acababa de saberlo y sin intermediarios, justo directo de su boca. Vaya mierda.

Metí la mano dentro de mi bolsillo para sacar el móvil y me acerqué a la terraza, bastante consciente de que no llevaba nada de lo que me habían pedido. Pero me importaba un cuerno, estaba en un estadio previo a un ataque de rabia y no tenía sentido quedarme allí cuando muy probablemente le ladraría al primero que me hablara.

—Oye, chico, ¿y mi cerveza? —Pestañeé ausente en dirección de Bill, el cual fue el primero en verme, y luego golpeé el hombro de Jace para llamar su atención.

—Tess acaba de llamarme —mentí sosteniendo el móvil—. Dice que hay una fuga de agua en la cocina, no sabe qué hacer... voy a tener que ir a echarle un vistazo.

—Mierda —masculló Jace, poniéndose de pie—. ¿Necesitas ayuda?

—No, no, creo que poder con ello. Pero ya sabes como es Tess, ni siquiera sabe dónde está la llave de paso. —Mi amigo sonrió de medio lado, para luego cruzar un brazo por sobre mi hombro y guiarme al interior de la casa. Me despedí con un ademan del resto, recibiendo algunos rápidos adioses desde la terraza. Algo que agradecí inmensamente, porque no tenía ánimos para fingir ser cordial con nadie—. Seguro que no es nada.

—Seguramente.

—¿Me das mis llaves? —Jace deslizó su mirada en mi dirección, haciendo una significativa pausa en mis ojos. Diablos, sin duda no iba a pasar su escáner de alcoholemia, diablos y más diablos.

—No, te llamo un taxi.

—Vamos, Jace, quiero llegar rápido. No estoy ebrio. —Él tenía por costumbre quitarme las llaves cuando iba a su casa y sólo me las daba si creía que podía conducir de regreso.

—Vi lo que tomaste, amigo, vas a ir en taxi.

Tuve ganas de insultarlo, realmente las palabras se formaron en mi boca y estuve a nada de soltarlas. Pero me contuve, porque no estaba enfadado con Jace y no me iba a descargar con él, mucho menos cuando la culpable de mi fastidio todavía estaba en la cocina. Demasiado cerca, tentadoramente cerca como para ir hasta allí y preguntarle cuál mierda era su juego.

—Bien, pero esperaré cinco minutos.

Él no demoró nada en hacer la llamada y tener un auto para mí en la puerta de su casa, la flota de taxi ya nos conocía y sabían de las generosas propinas que daba mi amigo. Así que teníamos cierto trato preferencial. Cuando me subí al auto, agradecí que el conductor ya supiera mi dirección, por lo que me limité a clavar la vista en la ventana y dejarme llevar, en el sentido más literal de la palabra. Sentí que me daban un leve sacudón y al abrir los ojos, me encontré con una sonrisa cordial por parte del taxista.

—Ya llegamos.

Me había quedado dormido, que extraño. Tal vez sí estaba un tanto ebrio después de todo. Bajé del carro y me fui directo a mi casa, Jace ya había pagado mi transporte y no pude evitar sonreír por ello. Él era como un padre a veces, o no lo sé, al menos como yo pensaba que debía de ser uno. Uno bueno, quiero decir.

Estuve un largo segundo parado en el recibidor, pensando qué hacer a continuación; lo cual confirmó mi estado de leve intoxicación. Todavía podía pensar aunque de un modo más lento. Allí se me ocurrió que podía enviarle un mensaje a ella y pedirle algún tipo de explicación ¿no? Después de todo le había dicho a Lucas que ni siquiera pensaría tener algo serio conmigo, lo cual es comprensible. Pero en vista de que a mí me había dicho algo distinto, me chocaba un poco esta nueva información. Me daba la impresión de que había estado desperdiciando mi tiempo cuando su plan desde un inicio, había sido regresar a su casa y dejar todo como una aventurilla de vacaciones. La cabeza me palpitaba como para entrar en detalles, además que enfrentar a alguien estando algo ebrio era la peor de las ideas. Lo mejor sería aclarar las cosas en la mañana, todos estaríamos más dentro de nosotros mismos en la mañana, y si quería terminar conmigo sería capaz de sonreír y aceptarlo como un campeón en la mañana.

—Brenda te necesito —susurré, dirigiéndome hacia la sala donde tenía mi tocadiscos. No solía poner discos al menos que la noche lo exigiera y esa noche, estaba exigiendo algo de Brenda.

Coloqué una de mis canciones favoritas, dejando que se reprodujera como telón de fondo mientras me servía un generoso vaso de whisky y rescataba de la lata de galletas —que no tenía galletas— el paquete de cigarrillos de emergencia que Tess guardaba. Encendí uno dejando que la nicotina obrara su magia, acompañada por uno de los mejores whiskys que tenía en la casa y la hipnótica voz de Brenda Lee. Estaba comenzando a adormecerme con mi tercer cigarrillo en la mano, cuando escuché el ruido de llaves en mi puerta principal. No me levanté porque sabía que un ladrón no se tomaría el trabajo de hacerse un juego de llaves, así como tampoco sería tan evidentemente escandaloso. Aguardé un instante, hasta que los pasos fueron acercándose por el pasillo y terminaron por llegar a la sala. Tess me dio una mirada analítica, a tiempo que dejaba su maleta de rueditas junto a la mesa de café.

—¿Brenda Lee? —Asentí a su pregunta, viéndola pasar por sobre mis piernas extendidas para sentarse en la otra punta del sofá—. Algo debe estar bastante mal para que saques a Brenda, ¿qué ocurre?

Le di un sorbo a mi whisky hasta terminarlo y la miré.

—Sabe mi edad.

—Uh... ¿se lo tomó muy mal? —Me encogí de hombros, pues todavía no sabía si su respuesta hacia Lucas había sido motivada por la noticia de mi edad o simplemente era algo que había estado ponderando desde antes.

—La verdad es que me importa un cuerno cómo se lo haya tomado —mascullé, dando un profundo trago desde la misma botella. Tess colocó su mano sobre la mía, obligándome a bajar la botella y enfrentar sus ojos celestes.

—A la mierda con ella entonces, Neil. —Fruncí el ceño, pero no la contradije—. Oye, lo intentaste y ya viste cómo resultó, déjalo ser. Si ella va a poner pegas por algo tan estúpido como la edad, entonces que le den. Desde el inicio he visto cómo fuiste acoplándote para gustarle, pero si no te acepta como eres no tiene caso forzar la situación.

—Ella me gusta —admití en voz baja. No había sentido que hubiese estado acoplándome a nada, pero visto desde la perspectiva de Tess, quizá sí parecía que había estado tratando de ajustarme al modo más convencional. Por Dios, le había pedido que me dejara llevarla a citas, eso era inaudito en mí y aun así insuficiente—. Lo solucionaré mañana —le espeté, completamente convencido de ello. Yo tenía la elocuencia como para lograrlo—. Ahora sólo quiero beber esto.

Sacudí la mano para que quitara la suya y ella me miró con el ceño fruncido antes de acatar la indirecta.

—Bueno si tu plan es desconectar un rato, tengo algo mejor que eso. —Se puso de pie y fue directo a su maleta; la vi revolver algo, sacando prendas de ropas y algunos libros, antes de meter la mano hasta el fondo y emerger con una bolsa transparente.

—¿Qué pasó con tu sesión de fotos? —pregunté, mientras ella sacaba otras cosas de la maleta y las disponía en la mesa de café.

—El fotógrafo se la quiso montar con una de las modelos y el tipo que nos contrataba dijo que eso era poco profesional, así que nos mandó de regreso. —Sacudió la bolsa frente a mi rostro con una sonrisa—. Pasé por la casa de Cisco porque me sentía deprimida y me traje esto. ¿Te sumas?

—No, gracias. —Volví a ser civilizado y me serví dos dedos de whisky en el vaso, para mantenerme ocupado. Tess se encogió de hombros, a tiempo que partía en una bandeja de metal cuatro líneas de coca.

Ella se inclinó sobre la mesa, sosteniendo un billete enrollado en un cilindro dentro del orificio derecho de su nariz y aspiró la primera. Luego se echó hacia atrás sobre sus talones, dándole un segundo a la cocaína de entrar en su sistema y volvió a mirarme.

—Está buenísima, te dejo dos.

—No quiero.

—Claro, me olvidaba que ahora eres un ciudadano modelo y quieres hacer buena letras con tu novia. Eres monógamo, sales a citas, escribes canciones cursis y mandas besos con emoticonos. —Rodó los ojos con exageración—. Pronto te voy a encontrar con un suéter de rombos y pantalones caquis, juro que voy a dejar de hablarte para entonces.

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra, dejé eso mucho antes de conocer a Sussy.

—Sólo escucho bla, bla, bla... —Odié demasiado aquella respuesta, tanto que estuve listo para dejar mi bebida y subir a mi habitación—. Sabes que la gente como nosotros nunca cambia, Neil, sólo aprendemos a fingir para los demás. Y no vas a poder fingir por mucho tiempo, tarde o temprano tu verdadera naturaleza va a salir a flote y entonces tu linda novia va a ver que eres un hipócrita. Toma esto como una señal... —Palmeó mi pierna desde su posición en el piso y me pasó el billete ya listo para ser usado—. No eres la clase de hombre que estuviste pretendiendo ser este último mes, tú lo sabes. Ella nunca te va a tomar en serio.

Presioné las manos en puños, sintiendo una puntada de rabia en la boca del estómago al oír nuevamente esas palabras, y entonces le arrebaté con brusquedad el billete que aún me ofrecía. 

_______________________________

Lucas: Voy a evitar hacer comentarios sobre lo ocurrido, la palabra es tuya, hermana.

Sam: Gracias, Luke. Es tan extraño que una lectora pida por alguna de nosotras, que estoy algo nerviosa por hacer bien el trabajo. Quiero ser la voz de todas las protagonistas, porque quedamos relegadas como simples medios con los que puedan conocer a los chicos. 

Lucas: Suena como un trabajo duro ese.

Sam: Ni te lo imaginas, no sabes lo difícil que exponer la vida sentimental a otras mujeres. Pero en fin, estoy en esta ocasión aquí para saludar y felicitar a CeciFletcherKaulitz. A la cual agradezco enteramente por pensar en nosotras, por ver que las historias no serían nada sin la parte femenina que endereza y pone en el camino correcto a estos brutos. No te ofendas, Luke.

Lucas: Tranquila, admito que sin Kei seguiría siendo un bruto descarrilado.

Sam: Tampoco me des la razón por conveniencia, sabes que lo que digo es cierto.

Lucas: Lo sé y... aff, mujeres...

Sam: Mejor ya no hables. Ceci, espero que hayas disfrutado de este capítulo que fue exclusivamente para ti. Un beso grande!!

PD: La canción que pone Neil en el multimedia o en la página de Face. Saludos ^_^

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