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Dos caras

Ustedes tienen que entender que tengo muy poco tiempo e inspiración últimamente, pero hoy tuve ganas de escribir y finalmente pude sacar adelante este cap. Espero les guste, tengan paciencia... conforme más vieja me hago, me caen más responsabilidades encima u_u


Capítulo IV: Dos caras

Como cualquier dama con sangre roja corriendo por sus venas, mi primera reacción fue abrir los ojos desmesuradamente con sorpresa. Es decir, no todos los días un hombre ardiente como el infierno se ofrece de voluntario para hacerme bebés; pero fue cuestión de mirar la sonrisa de Neil un segundo, para darme cuenta que no estaba hablando en serio. Lo peor de todo, su rostro parecía evidenciar el gesto típico de quien se siente engañado; él pensaba que yo estaba bromeando. ¡Genial!

Esto era simplemente genial, nadie podía creer que Sussy pudiera querer tener hijos, ni siquiera Neil que no me conocía de nada.  

—Gracias, pero me quedo con mis candidatos. —Me adelanté olvidando mi pequeño lapsus de desconcierto y le arrebaté mi lista de las manos de un modo muy poco delicado.

La sonrisa de Neil vaciló de forma notoria, antes de que una línea confusa se marcara en su ceño.

—¿Estás hablando en serio?

¿Lo ven? Era tal y como yo lo pensaba, Neil el contratista que sabía tanto de mí, como que era hermana de la esposa de su mejor amigo —sé que pudieron seguirme en eso—, no me creía. Me crucé de brazos y le di mi mejor mirada indignada de mujer profesional enfundada en ropa interior de encaje rojo. Lo cual era un gran logro, teniendo en cuenta que el encaje rojo nunca sumaba en los momentos de seriedad.  

—Jodidamente en serio —le espeté, cuando por alguna razón sentí que iba a volver a preguntármelo.

Neil parpadeó, para luego presionar su ojo derecho un tanto más que el izquierdo en lo que parecía ser su gesto analizador. Abrió la boca pero no dijo nada por un minuto que se sintió eterno. Si su reacción debía servirme de guía para medir las futuras reacciones de mis amigos y familiares, tal vez lo mejor sería mantener todo en secreto. No es como si en verdad necesitara pasar por esto con cada persona que conociera a mi bebé más adelante.

—¿Por qué? —preguntó finalmente, dejándose caer en un lateral de la cama y sin apartar su penetrante mirada de la mía.

También me senté, arrastrando una de las grandes almohadas hacia mi pecho a modo de barrera, que a fin de cuentas no serviría de nada si alguno de los decidía hacer un movimiento hacia el otro.

Estaba bien y cómoda con mi semi desnudez, por supuesto, pero tampoco quería tentar al demonio sentándome en la misma cama que él con tanta libertad. Era fuerte de mente, no la reencarnación de la Madre Teresa.

—¿Por qué quiero un hijo? —le devolví en pregunta, aunque para mí era sin duda una aseveración. Quería un hijo.

—¿Por qué de ese modo? —Apuntó mi lista, la cual yo aún presionaba en mi mano derecha casi sin darme cuenta. Me encogí de hombros medio a la defensiva—. ¿No se supone que los hijos vienen después de la bonita boda y todo eso?

Enarqué una ceja irónicamente, esperando que eso expresara suficiente. Pero ante la seria mirada que me devolvió Neil, supe que debía explayarme un poco más en los porqués si quería dejarlo contento. No que me viera en la obligación de darle ninguna clase de explicación, yo era libre de hacer lo que me viniera en gana con mi vida y cuerpo, pero Neil no estaba juzgando. Sólo había curiosidad en su rostro.

—Tal vez no todos estamos hechos para la bonita boda y todo eso.

—Amén por eso —me interrumpió, robándome una sonrisa muy a mi pesar.

—No es que no haya intentado lo de la relación estable, Neil. No es como si no hubiese estado allí fuera, viendo hombres y tratando de planear un futuro con ellos, pero no me ha funcionado.

—Y quieres un bebé.

—Y quiero un bebé —aseguré, tratando de sonar lo más segura posible. ¡Vamos! Que la decisión no fue nada simple, todavía se me ponían los vellos de punta al pensar que haría todo el trabajo por mi cuenta. Un trabajo que, idílicamente, estaba pensado para ser llevado adelante por dos personas.

—¿Y vas a escoger a un tipo de una lista para que sea el padre?

Desarrugué el papel con mis manos, para colocarlo sobre el edredón entre medio de los dos. Neil se inclinó al mismo tiempo para mirar la hoja y yo no pude evitar sonreír con algo de emoción. Iba a develar mi plan por primera vez, normalmente nunca me interesaba mucho por obtener la aprobación de la gente, pero me gustaba la idea de saber cuál sería su opinión.

—Tengo dos posibles candidatos hasta el momento, la lista me ayudó a reducir el número.

—¿De dónde salen los candidatos? —inquirió, alternando una mirada entre mi lista y mis ojos.

—De un banco de esperma. —Frunció el ceño casi de forma imperceptible y me apresuré a agregar—: Es completamente confiable, lo chequeé de mil modos distintos antes de ir por ellos.

Me puse de pie para coger las carpetas del moreno y el castaño cuya dicotomía me habían llevado al bar esa noche, y posteriormente a encontrarme con Neil. Vaya que el mundo daba sus vueltas.

—¿Qué es eso?

Le pasé las carpetas antes de responder.

—Son mis candidatos, como puedes ver deciden hacer una donación de forma abierta, de modo que si el bebé quiere conocerlos en algún futuro pueda contactar con ellos fácilmente.

—El bebé... —susurró, sin despegar sus ojos de las fotografías tipo carnet que decoraban las partes superiores de las carpetas—. ¿Ellos cumplen con tus... requisitos?

—Con la mayoría... y a decir verdad, algunos requisitos no puedo saberlos. Sólo me proporcionan datos básicos y una pequeña fotografía, pero es...

—¿Y te vas a lanzar a ello sin estar segura? —La nota de incredulidad en su timbre, hizo que lo mirara con algo de recelo. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso pensaba que podía ser peligroso? Miles de mujeres lo hacían y les resultaba bien.

—Tengo mucho más de lo que necesito para lanzarme a ello.

—Pero no estás segura —me espetó, como si eso fuese un argumento a considerar. Por supuesto que tenía mis dudas, pero vaya mierda, ¿qué futura madre no las tendría?—. Podrían ser asesinos o violadores, o... pedófilos. ¿Y piensas tener sus hijos?

—El banco de esperma chequea sus antecedentes, son hombres decentes.

—Sólo porque lo diga una hoja que llenan para ganar algunos dólares, no significa que sea cierto, Susan.

No estaba segura qué me había sorprendido más, el hecho de que me creyera tan crédula o que hubiese usado mi nombre completo para darle más contundencia a sus palabras. Es decir, sólo mi padre usaba mi nombre completo y sólo cuando en verdad lo avergonzaba por algo. Y si bien mi decisión no pondría a mi padre a saltar en una pata de contento, estaba casi segura de que no se sentiría avergonzado. Ésta era mi demostración de madurez, por Cristo.

—Bueno... ¿sabes? Creo que voy a arriesgarme a tener al próximo niño asesino, violador y pedófilo del país —le escupí sin ocultar mi enfado—. No es como si estuviese pidiendo tu permiso.

—¡No es eso! —exclamó, lanzando las carpetas sobre la cama e incorporándose también—. Sólo pienso que no debes correr con algo así, las mujeres se pasan años en una relación antes de decidir tener un bebé y tú vas a ir a juntar el esperma de cualquier pelmazo que llena una taza de plástico con una revista de lencería.

La referencia poco real al modo en que se donaba esperma, simplemente logró soltar esa parte en mí que rara vez mantenía a raya y que rara vez mantenía el control de mi lengua en niveles corteses.

—¿Y a ti qué carajos te importa? Será mi hijo pelmazo, violador, asesino y pedófilo. No el tuyo, así que qué más te da.

Neil rodó los ojos, subiendo y bajando sus manos en un gesto de silenciosa rendición.

—Espero que seas feliz con tu decisión y que realmente ninguno de esos dos sea un asesino, violador o pedófilo. —Le envió una rápida mirada a las carpetas aún en la cama, para luego encogerse de hombros sin más—. El moreno es homosexual y el otro es un niñito de mamá... —Abrí la boca para replicar, pero él me sonrió con falsa modestia antes de agregar—: Pensé que eso podría interesante.

Asintió a modo de rápido saludo, casi como si estuviese demasiado conforme con lo que acababa de decirme. Entonces se dio la vuelta, metiendo las manos en sus bolsillos sacó una chupeta, la desenvolvió y se la introdujo en la boca a tiempo que cerraba la puerta detrás de sí. Me sacudí la sensación de entumecimiento del cerebro y salí medio corriendo detrás de él; al abrir la puerta, Neil se giró enviándome una mirada de advertencia.

—No salgas —me espetó casi en un gruñido.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté, haciendo caso omiso de sus palabras. Él masculló una maldición, regresando los pasos andados. Colocó una mano en mi hombro empujándome de regreso a la habitación, pero sin ingresar detrás de mí—. Neil... —insistí, rodando los ojos. Después de todo no había nadie en el pasillo como para que me viera y mis bikinis eran doblemente más reveladoras que el conjunto que vestía.

Se sacó la chupeta de limón de la boca, apoyó un hombro en el marco de la puerta y me escrutó con tal descaro, que casi sentí la necesidad de presionar mis muslos juntos. Dios, sus miradas acabarían conmigo en más de un sentido.

—Dime... —musitó con la voz más ronca de lo que había estado antes.

«Hm... interesante»

—¿Cómo sabes eso? ¿O sólo lo decías por decir?

Sonrió de medio lado, dándose un golpecito en los labios con el dulce amarillo como si estuviese pensando su respuesta con mucho detenimiento.

—No lo digo por decir, sólo lee con atención sus respuestas. —Encogió sus hombros desinteresadamente—. Está allí en todas partes.

—No te creo.

Estiró su mano para delinear suavemente el contorno de mi boca con su chupeta y mi corazón dio un breve tropiezo, antes de recordar cuál era su función dentro de mi organismo. Mucho me temo que el resto de mí, olvidó seguirle el paso.

—No me importa —susurró, sonriendo frente a mi reacción.

Pestañeé esperando que ese movimiento activara la parte pensante en mí, la parte que se encontraba por encima de mi cuello y que acababa de ser levemente sacudida de sus cimientos.

—No puedes decirle a nadie —musité sin apartar mis ojos de los suyos.

—No lo haré. —Entonces nuevamente se pegó la vuelta encaminándose hacia el ascensor, pero en esa ocasión mis pies no se movieron y mis labios, aún con un leve vestigio del sabor a limón, se negaron a emitir más sonidos—. Te llamaré para informarte de las locaciones —me espetó por sobre su hombro, doblando por el pasillo y alejándose definitivamente de mi habitación.

—¿Qué mierda acaba de pasar?

Por mucho que me disgustara admitirlo, no tenía ni la más maldita idea.

***

¿Realmente era relevante si el moreno fuese o no homosexual? ¿Importaba si el castaño tenía una dependencia poco disimulada hacia su madre? La respuesta a esas preguntas era un rotundo y contundente no, pero nada impidió que al meterme en la cama esa noche no me quedara dándole vueltas a ese tema durante horas y horas. Neil era un idiota, había llegado a esa conclusión entre muchos pensamientos sobre hombres dependientes y hombres homosexuales. Sólo podía asegurar que Neil era un idiota por plantar esa semilla en mi cabeza, es decir, yo era feliz sin tener conocimiento de los gustos particulares de mis donantes. Y había una gran posibilidad de que él lo hubiese dicho sólo para fastidiarme, sólo para tener la última palabra y crear un rechazo hacia mis candidatos.

Sí, esa había sido mi segunda conclusión de la noche. Neil era un idiota y sólo quería fastidiar mi muy bien elaborado proyecto de maternidad, porque por muy poco interesado que se haya mostrado hacia el asunto, estaba claro que desaprobaba mi modo de buscar un hijo. Así que para demostrar que tenía una mente inclusiva a la que le importa un comino lo que piense o deje de pensar Neil, decidí escoger al moreno. Pues no tenía problemas en que el padre de mi bebé fuese homosexual, los homosexuales criaban buenos niños y si resultaba ser niña, siempre podría ir con su padre a una tarde de compras. Sería perfecto.

Logré dormirme en algún horario entre la llegada de ese pensamiento esclarecedor a mi mente y los intentos del sol por colarse a través de la ventana. Algo que francamente se sintió poco, algo que colaboró aún menos con mi humor mañanero al segundo en que mi móvil inició su baile de tortura en mi tímpano.

Extendí una mano fuera de la cama, buscando a tientas el condenado objeto y antes de poder pensar en mirar la pantalla, respondí. Aunque bien podría decirse que ladré un saludo hacia el otro lado de la línea.

—¿No estabas dormida o si?

Tardé un buen momento en identificar al dueño de esa voz, principalmente porque no era una voz que hubiese oído por teléfono jamás.

—¿Neil?

—El mismo —respondió, y creo que pude imaginarme su sonrisa alrededor del palillo de una chupeta—. Buenos días, Su.

—Serían más buenos si no telefonearas a estas horas... —Me detuve un segundo para girar el rostro hacia el reloj en la mesita de noche—. ¿Qué infiernos, Neil? Son las siete treinta, ¿por qué llamas tan temprano? —Y quizá lo más importante, ¿cómo diablos había conseguido mi número? Estaba segura de nunca haber hecho tal intercambio.

—Pensé que ya estarías despierta —se justificó sin más—. Estuve trabajando toda la noche, iba a llamarte antes pero creía que sería más amable por mi parte esperar a que saliera el sol.

—Y no te demoraste ni dos segundos después de eso.

Neil rió con suavidad, aunque mi intención no había sido divertirlo.

—Tengo algunas cosas para mostrarte, ¿crees que podemos vernos para el brunch?

—¿Tú tomas el brunch? —pregunté sin poder guardarme la curiosidad. Hasta la fecha pensaba que eso era una excusa de las mujeres para poder hacer una comida entre comidas y cotillear.

—Yo aprovecho cualquier comida del día, Su, estoy en constante crecimiento y necesito mis proteínas.

Puse los ojos en blanco, pasando de hablar de su crecimiento o de su cuerpo, o de su cuerpo creciendo, o de ciertas partes de su cuerpo adquiriendo distintos tamaños. Dios, la ninfómana una vez más al acecho, moriría pero tal vez terminaría dándole la razón a mi hermano sobre eso.

—No pienso salir de la cama hasta las doce del día y...

—Tengo una reunión para el almuerzo —me interrumpió, justo cuando estaba por decirle la parte más vital de toda esa absurda conversación: no había ni un jodido motivo para que nosotros nos reuniéramos, ni en el brunch, ni en el almuerzo, ni en la merienda, cena o cena tardía después de un largo día de trabajo; ni un jodido motivo—. Y otra para media tarde, tiene que ser en el brunch.

—Neil —dije con la voz más calma que pude conjurar a esas horas de la madrugada—. No tengo idea por qué quieres reunirte conmigo, no tenemos nada de que hablar.   

Él se quedó en silencio por un largo rato, casi como si mi respuesta lo hubiese tomado con la guardia baja. Carraspeó, y una vez más lo pude ver con mi ojo de la mente manipulando su dulce con los labios. Esos malditos labios, un hombre no debería tener labios así, sin duda allí había habido un descuido por parte de la naturaleza. Esa boca tendría que haber pertenecido a una modelo o, diablos, incluso a mí me habría sido más útil y... ¡basta! «Sussy ninfómana, detenten de una maldita vez»

—¿Qué hay de tu idea de ampliar tu negocio? —Hizo una pausa bastante evidente y cuando volvió a hablar, su voz sonó lo suficientemente baja como para causarme un escalofrío. Y no de esos buenos escalofríos que ponen otras partes de ti a cien, sino del tipo que hace que tus vellos se ericen como los de un animal sintiéndose atacado—. ¿Todo eso era una fachada para no decir por qué estás aquí? ¿Has venido sólo para embarazarte en secreto?

—Bueno, ya no es tan secreto ¿no? —reflexioné sin dejarme fastidiar por su conclusión. Sobre todo porque en parte había dicho lo de la ampliación del negocio a mi socia (y a él), como un tapadera para no dar detalles concretos sobre mi repentina necesidad de viajar a Portland. Y al no querer mentir planeé en realidad hacer ambas cosas, esperando que de algún modo toda la charada me cuajara más adelante—. Neil... —Antes de que pudiera completar mi frase, sonó en mi teléfono el tono de una llamada entrante y tomé esa salida con los brazos abiertos (no literalmente hablando) —. Aguarda.

Puse a Neil en espera, para responder a otro ser humano que al parecer no tenía vida social y necesitaba sacarme de mi sueño para sentirse mejor consigo mismo. Era obvio para mí que la gente no entendía el concepto de "respeto por los que duermen como personas normales".

—¡¿Cómo es eso de que estás en Portland y no me avisaste?! ¿Por qué me tuve que enterar por Neil?

—¿Sam? —Les presento a mi hermanita menor, ella es una residente permanente de Portland. Ya saben, la madre del niño que me hizo demasiado consciente del tiempo en mi reloj biológico corriendo hacia atrás, como diciéndome con cada tic-tic-tic que envejecería sola y sería la eterna tía Sussy.

—¿Qué demonios, Sussy? ¿Estás aquí con planes y no eres capaz de visitar a Bruno? Entiendo que no me quieras ver a mí o a Jace, pero Bruno es un niño... él todavía no entiende que eres una perra descorazonada con tu familia.

¿No la aman ya? Es bastante difícil de no querer esta niña, se los aseguro.

Suspiré para mis adentros.

—Pensaba ir a visitarlos hoy, incluso tengo un juguete para Bruno. ¡Por supuesto que no me he olvidado de ustedes!

—Eres una mentirosa terrible, Sussy —me acalló al segundo, conocedora de mi engaño—. Y no quiero que salgas por ahí a comprarle algo, sólo trae tu culo a esta casa. Hoy cocina Jace —lo dijo como si en algún momento hubiese cocinado alguien más en esa casa—, te haremos una rica cena y luego podrás hacer de niñera mientras mi esposo y yo trabajamos en nuestro segundo hijo.

—Hiuu... —mascullé, tratando de apartar esa imagen de mi cabeza. Algo que no era fácil de hacer, pues Jace solía ser por demás demostrativo de su afecto hacia mi hermana. Ellos siempre estaban tocándose o besándose, como si fueran un par de adolescentes descubriendo las diferencias entre niños y niñas, a veces hasta daban ganas de distorsionar su imagen para proteger la inocencia de aquellos que los rodeaban—. Si prometo ir a cenar, ¿podremos hacer de cuenta que esta charla jamás ocurrió? No podré mirar a Jace a los ojos de lo contrario.

Sam rió alegremente, mientras detrás de ella se levaba el chillido de reclamo de lo que debía de ser mi sobrino pidiendo su desayuno.    

—Hecho, nos vemos esta noche. —El grito de Bruno se convirtió en un balbuceo, mientras Sam se movía por la casa murmurándole a la distancia—. Ya voy, cariño, no seas tan niña... estaba en la habitación de junto...

Ella completamente se olvidó de mí luego de eso, así que cambié la llamada hacia la otra línea.

—¡Eres un maldito idiota!

—Normalmente eso me lo dicen luego de la cita y no antes, ¿qué pasa?

Fruncí el ceño, porque con ese comentario casi logra que se me escapara el enfado y riera.

—¿Por qué le dijiste a Sam que estoy aquí? Eres un jodido traidor, ¿no comprendes el concepto de "no decirle a nadie"?

—No tenía tu número, ¿cómo iba a llamarte? Cuando se lo pedí a Sam tuve que dar cierta explicación —se aclaró la garganta, modulando su voz—. Y no le dije nada de tu proyecto bebé, sólo hablamos sobre la posibilidad de ampliar el negocio. Así que no te alteres.

—¿Y ahora qué mierda le digo? —le lancé, pasando por completo de su pedido de no alterarme. Yo podía alterarme, estaba en mi derecho de alterarme... por su causa ahora debía mentirle a más personas a la cara. Mi alteración era directamente proporcional a su intromisión y falta de lealtad.

—¿Por qué no pruebas en mentirle como lo hiciste conmigo? —respondió ácido, para luego soltar un breve bufido. Cogí aire sin poder creer que acabara de decirme aquello, pues simplemente tal visión no cuadraba con el Neil que yo tenía en mi cabeza—. Lamento haberte llamado, procuraré no cometer ese error nuevamente.

Y colgó. Y por alguna extraña razón mi enfado pasó a segundo plano mientras me volvía consciente del suyo. Él se había enfadado conmigo, se había enfadado conmigo porque... bueno, no estaba del todo segura. Pero por un segundo, sólo fui capaz de sentir que era mi deber cometer el error en esa ocasión y averiguar el maldito motivo. 


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En las otras listas se vio poco de Neil, me entusiasma la idea de que lo conozcan en verdad. Él tiene tanto más para ofrecer, creo que eso explicaría el título de este cap. Vamos de apoco pero vamos, gente xDD

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