Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

De disculpas, confusiones y confesiones

¡Hola! Buenos viernes para todos, espero que estén con ganas de leer y no tengo nada particular para decir, pero ya es costumbre saludar. Ya ven, mi mami y mi papi me educaron bien :P


Capítulo XVIII: De disculpas, confusiones y confesiones

Tres días después estábamos de regreso en casa, pero a juzgar por el silencio pensativo de Jace al parecer sólo yo estaba feliz con eso. Lo vi acercándose con nuestros bolsos junto a la línea de desembarque; no que yo no fuese capaz de ir por mi propio bolso, pero a él le gustaba hacerlo con su método que garantizaba tener los bolsos en la mitad de tiempo y sin que ninguna mano extraña los tocara en el proceso. ¿Quién era yo para negarle un gusto a mi psicópata amigo?

—Aquí tienes. —Me entregó mi bolso azul y él se cruzó el suyo por sobre el pecho.

—¿Pasa algo?

Me miró, claramente aún inmerso en sus pensamientos y luego negó sin decir nada. Lo seguí hacia el estacionamiento, donde habíamos dejado mi camioneta la semana anterior y le lancé las llaves para que nuevamente hiciera lo suyo. Jace abrió la cajuela, le echó un vistazo, palpó algo en el exterior de mis paneles y luego me pidió los bolsos para acomodarlos. Era un ritual de viaje que me tenía aprendido de memoria, él no se subiría a la camioneta sin revisarla antes y sabía que era estúpido discutir al respecto. Así que lo dejaba hacer a sus anchas, una vez que estuviese conforme partiríamos, siempre lo hacíamos.

—Todo en orden. —Asentí dándole una breve sonrisa y un pulgar arriba, por muy extraño que fuese, yo me sentiría fuera de lugar si él dejaba de hacer eso luego de alguno de nuestros viajes—. Hablé con Sam ayer.

—¿Eso te tiene intranquilo? —Le lancé una rápida mirada, antes de centrar mi atención en el camino para salir de la zona de aeropuerto—. ¿Pasó algo con Bru?

—No, no, Bru está bien.

—¿Entonces? —Normalmente hablar con Sam era lo último que lo pondría taciturno, y teniendo en cuenta que llevaba una semana lejos de casa, suponía que sólo estaba algo ansioso por verla. Diablos, hasta yo sentía ciertas ansias por verla.

—Tengo que pedirte un favor.

Mis ojos volaron directamente en su dirección, topándome con una muy pobre intención de su parte por lucir desinteresado. Por supuesto que no tenía que ver con Sam, estaba intranquilo porque iba a pedirme algo, algo que seguramente no me gustaría.

—Jamás una frase que haya comenzado así tiene buen final.

—Neil —me regañó, poniendo los ojos en blanco—. No te lo pediría al menos que fuese importante.

—Pero es algo que no me va a gustar, ¿cierto?

—Sam dice que Lucas llega está tarde a Portland —se apresuró a decir, sin darme casi espacio para formular un pensamiento sobre esa información—. Alguien tiene que recogerlo en el aeropuerto y yo... no puedo.

—¿Y yo si? —inquirí con cierta sorna. ¿De aquí a cuando mi trabajo pasó de ser contratista a chofer de tipos raros? Al ver que mi pregunta no surtió ningún efecto en mi interlocutor, relajé el semblante y volví intentar—. ¿Por qué debería?

—Porque... —Agitó una mano como si se tratara de una obviedad y supongo que mi expresión desconcertada, lo animó a ser un poco más claro—. Ha pasado una semana y te aseguro que en todo ese tiempo, Sam ni siquiera se ha acercado a la escoba o a un plumero. Necesito arreglar un poco la casa. —Me miró casi con la suplica escrita en sus ojos grises—. No podré dejar entrar a nadie de lo contrario.

—¡Por el amor de dios, Jace! —En condiciones normales le diría que sí, que no había problema y le haría de taxista a Lucas, a Santa o a quien fuera; incluso considerando que el tipo me parecía lo que continúa a "particular", por Jace y su paranoia con la limpieza haría el sacrificio. Pero ese día tenía planes, tenía muchas cosas que hacer y tenía que administrar mi tiempo de forma inteligente para que pudiera obtener resultados positivos. No estaba seguro cómo, pero estaba decido a recuperar mi semana perdida y francamente no me importaba tener que rebajarme a admitir la cita, incluso hasta podría planear una segunda velada que tuviese un mejor final. Eso era un cambio interesante en mí, me causaba cierta curiosidad y algo de ansiedad ir sobre ello, pero en vista de que la opción de otra semana de silencio me crispaba los nervios, obviamente prefería afrontar mi ansiedad—. ¿No puede tomar un taxi? Ni siquiera me gusta mucho ese tipo, da la impresión que sale por las noches a incendiar edificios y torturar animales inocentes.

—Por favor, Neil... —Pero ni siquiera él pudo disimular una sonrisa ante la idea, durante su boda habíamos distraído nuestro aburrimiento intentando adivinar los posibles pensamientos de Lucas cuando lo veíamos deambular por ahí. En muchos de ellos, según nosotros, había incluido sangre y viseras; es que sus ojos sólo parecían trasmitir una velada necesidad de venganza—. Sería bastante descortés que nadie vaya a recibirlo, además que vienen de un viaje largo y...

—¿Vienen? —lo corté, reparando sin querer en el uso del plural. O tal vez queriendo, sí, sin duda queriendo.

—Sí, él y Keila. —Repentinamente la idea de hacer un nuevo viaje al aeropuerto no me sonó tan desagradable, esa chica tenía algo y en realidad sería una gran descortesía hacerla viajar en taxi—. Sam le pidió a Sussy que te acompañase, ¿dirás que sí?

Me encogí de hombros con cautela, al darme cuenta que el destino después de todo estaba inclinándose sutilmente hacia mi lado. ¿Qué tanto podría ignorarme ella estando en la camioneta? ¿Qué tanto podría resistirlo? Había una electricidad constante entre nosotros cuando estábamos en una misma habitación, la camioneta tendría que empujar algo sus barreras, tendría que volverla algo receptiva a mí ¿no? Bueno, no podía más que lanzarme a ello para averiguarlo.

—Bien, yo los recojo.

Jace me dio un guiño en agradecimiento y yo metí quinta, haciendo que el motor de la Range Rover rugiera de aprobación. Allí iba, estaba listo para jugar.

***

Sussy

Habría sido una estupidez de mi parte simplemente decirle a Sam que no, ¿verdad? Que no quería ir con Neil a ninguna parte y que sobre todo, no tenía ganas de lidiar con Lucas cuando mi humor no se prestaba para congeniar con el suyo. En un día cualquiera podía pretender que el silencio de mi hermano no me fastidiaba, es más en ocasiones me agradaba mucho que no fuese entrometido. Pero ese día, daría lo que fuera porque interrumpiera, hiciera escuchar su voz o quizá, le diera un puñetazo a Neil. A veces creo que Dios me hizo mujer, sólo porque sabía que abusaría en demasía de mi fuerza de haber nacido hombre.

Pero no nos adelantemos, ya que todo a su debido tiempo pasa.

—Hola, Su.

Incliné la cabeza en un intento de saludo, mientras rodeaba la camioneta y me dirigía al lado del acompañante. Le eché un gran y descarado vistazo cuando se sentó tras el volante y con su brazo cubierto sólo hasta el codo por una camisa gris, le daba ignición al motor. Pues sí, se veía bien el desgraciado. Inútilmente había pensado que una semana lejos de él harían que el calor que sentía cada vez que lo veía, disminuyera un poco. Pero no, todavía tenía ganas de presionar los muslos sólo con darle un vistazo a sus brazos; fuertes, ligeramente bronceados, de músculos marcados y definidos. Apetecible.

Mierda, era imposible que la simple contemplación de sus brazos me estuviese poniendo caliente. Tenía que apartar la vista, sería lo más inteligente.

—¿Qué tal tu semana? —Me encogí de hombros a modo de respuesta, esperando que entendiera que aún no tenía ganas de hacer conversación con él. Y no era porque se hubiese marchado sin avisar, o por la cita negada, simplemente había tenido oportunidad de pensar al respecto y no podía sacarme una extraña sensación de encima; algo como una advertencia. Aunque todavía no sabía sobre qué o si en realidad venía al caso, pero allí estaba—. Ya te comenté casi todo lo que aconteció en la mía, ¿no tienes nada para mí?

Era cierto, cada día de la semana había atacado a mi contestador, dejando mensajes largos y bastante detallados de su estadía en Montreal. Aun cuando no le respondí en ninguna de las ocasiones, continuó llamando y hablando de nada y de todo.

—No lo creo —musité, mirando de forma ausente por la ventana.

—¿Vas a estar molesta conmigo mucho tiempo más?

Me volví lo suficiente como para encontrar sus ojos.

—No estoy molesta contigo. —Y a decir verdad no lo estaba, sólo que desde el día de la no cita, había decidido de algún modo hacerle caso. No éramos nada, no buscábamos ser nada, entonces, ¿por qué debería estar molesta con él? Neil no me debía su tiempo, era libre y yo también, ninguno necesitaba hacerse expectativas sobre algo que no iba a ocurrir.

—¿Entonces por qué no me hablas?

—Estamos hablando.

—¿Por qué no respondiste ninguno de mis mensajes? —insistió.

—Me dio la impresión que sólo querías ser escuchado.

Frunció el ceño, enfocando la vista en la carretera por un largo minuto.

—Quería hablar contigo, hablar de lo que ocurrió y...

—¿Qué ocurrió según tú? —lo interrumpí, colocando la cabeza de lado para tener una buena apreciación de su perfil.

—Sussy... —Soltó un sonoro suspiro antes de continuar—. Te voy a dar la razón, ¿bien? Fue una cita.

—No quiero que me des la razón como a los locos. —Él no lo entendía en realidad, estaba aceptando lo que yo decía porque no le gustaba la incomodidad que había ahora entre nosotros—. Habría sido una cita si tú la hubieses considerado de ese modo desde el inicio y no lo hiciste, no hay nada de malo con eso.

—Su...

—No, espera —lo volví a cortar—. Está bien, Neil, entiendo lo que dijiste. —Reí más para mí que para él—. ¿De qué nos serviría complicar las cosas de ese modo? Poniéndole etiquetas a las cosas o pensando en los límites que no deberíamos cruzar. Tenemos unos cuantos días por delante, lo pasamos bien juntos, sólo deberíamos preocuparnos por eso. Por divertirnos, por sacar provecho de la situación y no intentar adivinar qué es lo que piensa o quiere el otro. —Él giró su rostro para darme una extraña mirada, tras un parpadeo volvió la vista al frente en silencio—. No quiero una relación, diablos, no quiero una relación contigo.

Lo vi presionar tenuemente la mandíbula, mientras asentía con tanta suavidad que casi creí imaginarme aquella acción.

—Debidamente notificado —murmuró, para luego darle un golpecito a un botón en su volante y activar el reproductor.

No hubo más conversación después de eso, tampoco hubo canto o nada proveniente de él. Sabía que había sido dura con mi declaración tan tajante, pero cuál era la otra opción, ¿llevármelo conmigo a casa? ¿Enamorarme de él y esperar a que me corresponda? ¿Dejarlo que se metiera bajo mi piel para luego no saber cómo sacarlo? Neil llevaba una advertencia escrita y si me obligaba a pasar de largo sobre ella, sería yo misma la causante de mi envenenamiento. Y lo siento, pero no tengo un jodido complejo de Julieta. O de Romeo, creo que él fue el que se envenenó al final.

Llegamos al aeropuerto dentro de un clima que se sentía más tenso que antes, si cabía la posibilidad. Pero me dije que no iba a darle importancia; si Neil decidía que ya había tenido suficiente de mí, pues me daría por bien servida. Dimos vueltas como por diez minutos, intentando encontrar el lugar por donde llegaría mi hermano o su avión, o al menos el aviso de llegada. Nos costó, pero una buena samaritana nos indicó el sitio adecuado y desde allí fue bastante simple distinguir el cabello rubio de Lucas entre la multitud de gente que deambulaba en busca de familiares o algo de dirección en sus vidas.

—¡Lucas! —exclamé, haciéndole señas para llamar su atención. Debo tener una voz muy característica, porque al instante se giró con toda su parsimonia y clavó sus ojos verdes en mí. Sí, sin duda ese rubio con camisa negra y barba algo demasiado larga, era parte de mi árbol genealógico. Aunque muchas veces algunas de sus particularidades suscitaran algo de vacilaciones al respecto, al parecer ahora estaba investigando el mundo hipster. Sonreí.

Se acercó acarreando una maleta con ruedas y un bolso impersonal y aburrido, que seguramente era de su pertenencia. Unos pasos más atrás logré ver a Keila, la cual me dio un guiño a modo de saludo al reconocerme. Ella me agradaba, al principio no terminaba de entender qué hacía una chica como ella con mi hermano, pero cuando la vi abofetearlo en un club lleno de gente y familiares, ella se ganó mi respeto. Desde ese acontecimiento, incluso Lucas comenzó a gustarme un poco más.

—Hola, Sussy. —Me dio un rápido beso en la mejilla, haciéndome cosquillas con su barba. Tal vez me arrepienta de esto y en mi juicio final lo negaré, pero le sentaba demasiado bien ese toque rustico. En mi familia hay buenos genes, ¿qué se puede hacer contra eso? La belleza no es innata, como la inteligencia.

—Hola, niño autista, ¿acaso un gato intenta trepar de tu barbilla? —Aunque se viera bien, una hermana jamás lo admite en voz alta y siempre hace una observación negativa sobre el asunto. Cuestión de supervivencia de la especie.

—Esto forma parte de ser adulto —indicó, haciendo un ademan hacia su barba—. Pero no puedo esperar que tú lo entiendas, todavía no llegaste a ese nivel de desarrollo. —Sus ojos se deslizaron de mí a Neil, el cual permanecía a mi lado en silencio—. ¿Qué hay, Neil?

—¿Qué hay, Lucas?—repitió él con un suave movimiento de cabeza, luego llevó su atención hacia Keila—. Hola, Yoda.

—Hola, joven aprendiz. —Ellos fueron mucho más efusivos en su saludo, Neil le dio un breve abrazo que Keila correspondió y por un segundo permanecieron hablando en un tono que no nos permitió ni a Lucas ni a mí seguir la conversación. Keila rió con fuerza, golpeándole de forma casual el brazo—. No tienes remedio.

—No, ya tú sabes —musitó Neil, sonriendo de forma abierta—. Así que ya eres una artista consagrada, ¿no?

—¿Escuchaste eso? —Ella sonaba algo azorada por la mención de su trabajo, pero al mismo tiempo se veía cierto orgullo latente en sus ojos azules.

—Es difícil no escucharlo, estoy al pendiente de tu trabajo.

—Eres un lambiscón, pero gracias por pujar por uno de mis cuadros.

Repentinamente él fue el que lució sorprendido y también quizá algo azorado.

—¿Escuchaste eso?

—Yo sé todo sobre mis pinturas —espetó ella, echándole una rápido vistazo a Lucas cuando éste le rozó la mano—. ¿Qué hiciste con ella?

—Nada que pueda decirte, Yoda, ese es un secreto entre la pintura y yo. —Noté al instante como Lucas cerraba su amarre alrededor de la muñeca de Keila y con poca sutileza, la arrastraba hacia sí. Fruncí el ceño, porque también vi como Neil se sonrió con sorna, claramente consciente de lo que estaba provocando con su actitud levemente descarada. Imbécil.

—¿Cómo fue el viaje? —mascullé con demasiado ímpetu como para sonar casual, pero vi que mi hermano entendió mis intenciones.

—Muy bien, te traje algo. —Sin soltar la mano de su novia, rebuscó dentro de su bolso para la laptop y de allí extrajo un paquete rectangular que me entregó—. Sé que falta para tu cumpleaños, pero al ver esto no pude evitarlo.

—Ok... —Acepté el presente y rompí el envoltorio mientras él terminaba de decir aquello, unos segundos después tuve en mis manos un pequeño libro de tapa negra—. Cómo superar una adicción: los doce pasos para una vida sexual saludable.

Solté una carcajada al leer el título y al alzar la mirada, me encontré con una divertida expresión en el rostro de mi hermano. Maldito fuera, había sido bueno esa.

—Espero que te sirva.

—Oh, sí, gracias. Va tener un lugar privilegiado en mi habitación. —Abracé el libro contra mi pecho y él sacudió la cabeza sin decir más—. Es mejor que nos vayamos, deben estar cansados.

—Tú no te preocupes. —Escuché decir a Keila en un tono ligeramente juguetón—. Lucas no piensa dormir en lo que queda del día, ha tenido más que suficiente en el avión, ¿verdad?

Les eché un breve vistazo por sobre el hombro, justo a tiempo para ver a mi hermano rodar los ojos y mostrarse evidentemente en contra de aquello. Keila se sostuvo de su brazo para plantarle un beso en la mejilla, le susurró algo a lo que Lucas asintió resignado. Cuando me giré de regreso, noté que Neil también estaba mirándolos interactuar y por un largo segundo no apartó la mirada, hasta que ellos volvieron a emprender la caminata y nos obligaron a movernos también. No entendía qué diablos pasaba por su cabeza, ni siquiera sabía si quería saberlo, pero por un instante me pareció ver algo de malicia en sus ojos. Algo que ocultó tras una sonrisa inocua, cuando me vio observándole.

Durante el viaje a la casa de Jace, Neil y Keila monopolizaron la conversación. Incluso aunque ella estaba sentada en el asiento trasero, nada impedía que él la mirara por el retrovisor y le hablara de tonterías en general. Lucas apenas si abría la boca —nada nuevo allí— y yo me veía extrañada con lo que ocurría frente a mis ojos. No era una novedad del todo, la verdad sea dicha, él era coqueto por naturaleza y tenía una facilidad estúpida para entablar conversaciones con mujeres. Pero no entendía a qué estaba jugando, ¿acaso podía ser tan hijo de puta como para coquetear con Keila mientras Lucas estaba presente? Ella le seguía un poco el juego, pero de a momentos le respondía de forma algo vaga y le susurraba cosas a mi hermano, aunque él no se mostraba interesado en decir mucho. Y todo el peso por llenar el silencio volvía a recaer en los hombros de Neil y Keila.

—Estuve practicando en mis dotes artísticos, ¿sabes?

—¿Y qué pintaste? —preguntó ella, echándole una fugaz mirada por el espejo.

—Un avión —hizo una pausa, gesticulando con su mano—. Bueno, no un avión en sí, sino sobre un avión. Creo que tengo más facilidad con las cosas en tres dimensiones.

—No todos son buenos pintando en lienzo y no debes limitarte.

—He estado pensando en pintar sobre cuerpo, ¿qué te parece?

—¿Tienes algún candidato?

—Bueno, estoy viendo mis posibilidades ahora mismo —musitó, dándole una rápida mirada que no ocultó para nada sus intenciones. Abrí la boca para intentar decir algo, pero no fui capaz de encontrar una palabra que expresara el desagrado que estaba sintiendo hacia él en ese momento. Keila rió sin más, Lucas presionó los ojos en línea pero como Neil estaba de espaldas obviamente no lo notó.

Afortunadamente llegamos a la casa, evitando que se produjera un derramamiento de sangre en otra carretera del país. Si no lo hacía yo lo haría Lucas, estaba segura de ello. Muy pocas veces se evidenciaba a en él su enfado y en ese momento estaba molesto, verdaderamente molesto con Neil y yo no podía culparlo por ello. Cuando bajamos de la camioneta, Lucas cogió el equipaje sin decir una palabra y luego entró con Keila prácticamente pegada a sus talones. Entonces lo oí, justo detrás de mí, aún junto a la camioneta estaba Neil, riendo. Riendo con ganas, riendo con claro regocijo y satisfacción por su jugarreta. Y yo no pude creerlo, realmente por un segundo no supe a quién estaba mirando.

Me acerqué a él, no abrí la boca, ni siquiera esperé a que dejara de reír, inspirada en el recuerdo de Keila opté por silenciarlo con una fuerte y muy liberadora bofetada. Algo que hizo que se detuviera al instante y clavara sus enfadados ojos dorados en mí.

—¡¿Qué mierda?! —inquirió, sin molestarse en modular su timbre.

—¿Tú me preguntas eso? —Le espeté irónica—. ¿Por qué mierda hiciste eso, Neil? ¿Qué ganas molestándolos?

—No...

—¡Cierra la boca! —exclamé por sobre su respuesta—. Lo hiciste apropósito, estabas buscando provocar a mi hermano sólo para divertirte a ti mismo. No puedo creer que seas tan hijo de puta, ¿qué te hizo él?

Enarcó una ceja en un claro gesto de condescendiente rebeldía.

—Él no me hizo nada. —Fruncí el ceño al notar como había hecho énfasis en ese "él"—. Y yo sólo estaba siendo amable.

Jadeé sin saber si reír o abofetearlo de nuevo, se estaba comportando como un idiota, se estaba comportando como crío y no le iba a permitir que jodiera con mi familia.

—Si tienes algún problema ven de frente, Neil, pensé que éramos directos.

—¿Cuál sería el problema según tú? —murmuró, inclinándose lo bastante como para que nuestras miradas se enfrentasen—. ¿El hecho de que tu hermano tiene la sangre tan fría que ni siquiera se atrevió a abrir la boca en nombre de su novia? ¿O el hecho de que tú tampoco pudiste aunque querías?

Le di un empujón sin siquiera notarlo; en un segundo mis manos estaban inertes a mis costados y al siguiente estaban presionadas sobre su pecho, obligándolo a retroceder, buscando sacarlo de delante de mi rostro cuanto antes.

—Vete al infierno, no te metas con mi hermano o con nadie de mi familia, porque no voy a perder el tiempo en amenazas, ¿me escuchaste?

—Fuerte y claro —dijo, burlón, logrando que mi ira creciera incluso más. Di dos pasos para situarme directamente delante de él, y luego suspiré para intentar retomar algo de mi calma perdida—. Tú mismo dijiste que no nos hiciéramos expectativas sobre esto, Neil, ¿ahora vas a joder porque sólo acepté tus condiciones?

Él me mantuvo la mirada por un largo momento, para luego apartarla en dirección al piso y soltar un bufido.

—Lo siento. —Hizo ademan de tomar mi mano, pero lo rechacé. Me miró, la diversión o en el enfado ya no se reflejaban en sus ojos, pero tampoco había un verdadero arrepentimiento allí. Al parecer sólo estaba listo para hacer lo necesario, al parecer siempre que no se salía con la suya hacía eso y de forma repentina, yo estaba comenzando a adivinarlo—. No sé qué estaba haciendo, sólo quería... estaba molesto y...

—¿Querías molestarme? —Asintió casi con reticencia—. Bueno, eso es muy maduro de tu parte.

—Le pediré disculpas a tu hermano —ofreció, nuevamente intentando hacer lo necesario, pero no precisamente lo que él consideraba correcto.

—Hazlo por ti, Neil —indiqué, dándole una sonrisa tirante—. Al parecer eres bueno pidiéndolas.

Sacudí la cabeza a nadie en particular, sin ganas de escuchar nada más proviniendo de él. Giré sobre mis talones y me encaminé hacia la casa, ya sin siquiera estar segura de qué pensar, ya sin siquiera estar segura de querer seguir intentándolo.

—Por favor, Sussy... —Lo escuché murmurar en un tono tan bajo que me obligó a detenerme, para asegurarme que lo había escuchado en realidad. Neil se acercó a mí, pero no me giré y él tampoco me pidió que lo hiciera, simplemente se detuvo a mis espaldas. Lo sentí apoyar su frente sobre mi hombro, una de sus manos en mi cadera y la presión casi superficial que su pecho ejercía sobre mí tras cada inspiración; me quedé inmóvil—. No sé cómo hacerlo...

—¿Qué cosa? —pregunté en un susurro, cuando fue evidente que no iba a agregar nada más. Él golpeó mi nuca con una fuerte exhalación, para luego posar sus labios justo encima de mi oído.

—No sé como hacer para dejar de pensar en ti.

__________________________

Jace: Fue hace cuatro días, exactamente el cinco de octubre, pero no pudimos organizarnos todos para esa fecha. Igual, estamos aquí, todos para saludar a una gran lectora.

Cam: Me dijeron que hace tres años te topaste con Jace y desde entonces, no has dejado de investigar nuestros mundos, de compartir nuestras historias y de vivir cada capítulo con entusiasmo.

Lucas: A pesar de algunos disgustos, de algunos malos entendidos y uno que otro insulto, permaneciste del otro lado honrándonos con tus largos y graciosos comentarios.

Sam: Gracias por todo este tiempo que nos has dedicado.

Marín: Incluso aunque sólo nos visitaras para babear por nuestros hombres.

Keila: Casi y hasta comprendemos que lo hayas hecho, a ti te lo permitimos.

Cam: Todos te queremos desear un muy, pero muy feliz cumpleaños.

Neil: Aunque llegáramos algo tarde, te enviamos a nuestra representante legal el día en cuestión y esperamos que haya cumplido.

Sussy: Tú nos avisas si no lo hizo, la pondremos en su lugar.

Jace: Rebeca, pequeña Rebelde nuestra, esperamos que tu día haya sido magnífico. Y que sepas que sólo por ti y nada más que para ti, nos hemos reunido aquí y decidimos no pelear.

Lucas y Neil: De momento.

Cam: Cassi y Kid están aquí, agitando los rabos en tu honor. Un beso, guapa, vamos por tres años más (?)

Jace: Hombre ¡Qué sean 50!

Neil: ¡Qué sean 100!

Lucas: Dudo que Tammy vaya a vivir tanto, caballeros, seamos realistas.

Cam: Que sean todos los que estés dispuesta a seguir regalándonos, Rebe.

Lucas: Diablos, esto fue tan emotivo. Casi y hasta no quiero golpear a Neil.

Neil: Mantén ese sentimiento.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro