Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Carpe diem

Así que... escuché por ahí que muchas están averiguando piercings para sus parejas. Ujum... muy bonito, chicas xDD Y bueno, ya saben que es un gusto darles material para que experimenten en casa, sólo vayan con precaución. 

En fin, capítulo para aclarar la mente, espero les guste ^^

Capítulo XII: Carpe diem

Desperdicié al menos quince minutos para regresar a la casa, sólo porque aprovechaba cada oportunidad para detenerme a observar mi boca y, ¿por qué no? para mirar si había alguna respuesta en el móvil. ¿Acaso piensan que el esperar una respuesta es meramente jurisdicción de las mujeres? ¡Por favor! Soy ansioso, me gusta saber las cosas rápido y la verdad es que no aprecio del todo el suspenso. De todos modos no hubo respuesta ni durante el trayecto a casa, ni tampoco mucho tiempo después de eso. Vaya mierda.

Al cruzar la puerta de entrada, me recibió una voz bastante familiar entonando una canción melancólica con la sola compañía de una guitarra desde mi estéreo. Fruncí el ceño, comúnmente no me molestaba que hubiese música inundando cada esquina de la casa, pero ese día mi humor estaba algo golpeado. Literal y no literalmente hablando.

—¿Quieres taparte? —exclamé hacia Tess, quien salía de la cocina en ese momento presumiendo sus medidas cubiertas con nada más que piel. Ella era bastante exhibicionista, así que no era del todo raro verla haciendo toples en el camino de la cocina al recibidor—. Jace está por venir en cualquier momento. —Articulé las palabras lo más lento posible, esperando que no se abriera el corte de mi lengua. Verán, no tengo un particular problema con la sangre pero normalmente me gusta que permanezca dentro de mí.

—Canta conmigo —dijo ella, dando una vuelta sobre sus talones para enfrentarme en toda su desnuda gloria. A veces esta mujer era demasiado obvia para mi gusto, y ambos sabíamos que ese barco ya había abandonado puerto.

Negué, dejando ese gesto como primera advertencia.

—Cúbrete —mascullé apretando los dientes, y sin ánimos de alargar esa discusión. Sobre todo porque alargar cualquier conversación en ese punto, sería poner a prueba la precaria resistencia de mi herida a medio cerrar. Fui hasta la sala pasando por completo de sus movimientos de baile, directo hacia el reproductor con la intención de silenciar de una vez por todas a Ed Sheeran. ¿Qué demonios era esto? De fuera pareceríamos una casa de homosexuales, teniendo a ese pelirrojo sonando en todos los parlantes.

—Canta para mí, Neil —insistió ella, encendiendo el estéreo dos segundos después de que lo apagara. Comenzó a bailar a mis espaldas y prácticamente pude sentir sus pechos presionándose contra mi camisa. La miré por sobre el hombro con censura, para luego inclinarme y tomar un cojín desde uno de los sofás, y estampárselo sobre sus recientes perforaciones. Tess soltó un chillido, empujando mi mano y el cojín lejos de sus sensibles pezones—. ¡No seas imbécil! Sabes que duele.

—No estés caminando por aquí como si estuvieses en una jodida playa nudista, ponte una camiseta o lárgate a tu cuarto. —Les aseguro que no es tan extraño que estuviese declinando la posibilidad de ver una mujer desnuda, gratis. Me gusta el sexo, pero no por eso ando saltando de una cama a otra siempre que se presenta la oportunidad. Además que había visto a Tess desnuda más veces de las que me gustaría admitir y para ser fiel a la verdad, siempre me había gustado lo que veía... o tocaba. Pero ese día, a la mierda con todo, yo tenía otra mujer en mente y no estaba con ánimos de obtener un premio consuelo. Y lo sé, acababa de tener un estupendo polvo con Sussy, pero yo quería más y el hecho de que mi enorme bocota estuviese poniendo esa continuidad en peligro, me ponía de un humor de perros.

—¿Cuál es tu jodido problema? —me lanzó Tess de regreso, cruzándose de brazos de un modo que volvió imposible la tarea de mantener mis ojos en su rostro. Muy bien, pues ella sabía cómo hacerme prestarle atención, estaba más allá de mí negar aquello. Ella vio mi pequeña falla en el sistema de resistencia, porque automáticamente sonrió complacida—. ¿Te gustan como quedaron?

Me gustaban, sí, por supuesto. Yo había iniciado a Tess en todo el tema de los piercings y siempre me gustaba verla llevar las cosas cada vez más al límite, me gustaba ver que de algún modo habíamos logrado mantener nuestras personalidades a pesar de que tuvimos que aprender a ajustarlas para el resto del mundo. Y ahora su personalidad se expresaba en un par de aros cerrados de acero quirúrgico, en los cuales el punto focal se veía iluminado por un diminuto cristal negro.

—Están jodidamente bien. —Ella sonrió por completo al oír mis palabras y una vez más comenzó a balancearse como una posesa, siguiendo una nueva canción del pelirrojo. Su favorita.

—Canta para mí, sexy. —Sacudí la cabeza, hacía mucho, mucho tiempo que no cantaba para nadie y ella lo sabía muy bien. Sabía cuánto detestaba escuchar la frase "canta para mí", era como tener un disco de la voz de mi padre resonando en mi cabeza. A mi viejo le gusta la música, al descubrir que no tenía ningún talento para ella decidió dedicarse a buscar personas con talento y explotarlas. Digamos que él siempre había amado y envidiado el hecho de que yo tuviese un talento real, y que a pesar de eso no quisiera saber nada con compartirlo—. Anda, Neil, sólo una canción. Canta para mí.

—Déjalo ya, Tess. —Me hice a un lado listo para conseguir algo de azúcar con la cual aplacar mis ganas de un cigarrillo, era un sustituto lamentable y cada día era más difícil convencerme de que esto era lo mejor para mi salud.

—Sabes que quieres... —Su mano se cerró alrededor de mi antebrazo, insistente, y con una sola mirada la detuve de seguir por ese camino—. ¿Por qué estás tan cascarrabias? ¿Acaso esa mujer no quiso jugar contigo? ¿No crees que apuntas alto, querido? Se ve en ella cierta inteligencia, ¿sabes?

—No creo haber pedido tu opinión.

—No necesitas pedirla, tú y yo no nos guardamos secretos.

Me encogí de hombros, aceptando eso a medias. La verdad era que Tess conocía casi cada aspecto de mi vida, incluso aspectos que Jace desconocía por completo.

—¿Crees que una mujer inteligente no me haría caso?

—No más que para una o dos noches, por supuesto si te portas bien y le muestras de lo que eres capaz. —Sí, yo también había llegado a esa misma conclusión—. Pero pensé que era cuñada de Jace.

—¿Y? —Soltó la parte más arrogante de mi personalidad, pues todos sabíamos que siempre había hecho un esfuerzo por no involucrarme con personas que fuesen allegadas a mis amigos. Pero en ese momento no podía importarme menos su parentesco con Jace y él no tenía porqué saberlo, ¿verdad?

Tess soltó una risa por lo bajo casi como si estuviese leyendo mis pensamientos, luego sacudió la cabeza de un modo apenas perceptible. Y no quise saber si era porque estaba censurándome, o porque en verdad estaba alentándome.

—No creo que le vaya a gustar.

—Es precisamente por eso que nadie va a abrir la boca, ¿verdad, cariño? —Me dio un guiño para hacerme saber que el secreto estaba a salvo con ella, luego colocó una de sus manos sobre mi pecho y se impulsó hasta que sus labios rozaron los míos—. ¿El beso de la muerte?

—Tú sabes.

Finalmente Tess se apartó hacia las escaleras, supongo que lista para dejar ventilar sus nuevas perforaciones en la privacidad de su habitación.

—Cuando eso cicatrice, nena, ¿vas a dejarme probar su resistencia?

—¡Con los dientes! —Y mientras aquella idea lentamente tomaba forma en mi cabeza, mi móvil anunció la llegada de la respuesta. Me apresuré a redactar un email luego de leer el suyo, porque esto sin duda ameritaba una pequeña discusión y quería tener el asunto resuelto antes de que Jace llegara.

Y maldita sea si ese pensamiento no volvía todo el asunto mucho más estimulante.

***

Sussy

Había leído el mensaje de Neil ni bien éste arribó a mi correo, pero por primera vez decidí hacerle caso y no me preocupé en responderle hasta que no hube tomado un relajante baño de burbujas. Una chica debía tener sus prioridades en orden. Así que me tomé ese tiempo también para hacer un estudio pragmático de la situación, me gustaba más allá de nada tener cierto control sobre lo que ocurría y estaba sintiendo que el control hacía largo tiempo se había extraviado en el camino de mi cerebro a mi entrepierna. Ese hombre, maldito fuera.

¿Por qué era tan difícil decirle que no? ¿Por qué lo que decía en el momento lograba sonar tan convincente? Yo no necesitaba esto otra vez, no cuando estaba queriendo poner algo de dirección en mi vida y demostrar que podía ser algo más que una mujer trabajadora. Había sido capaz de establecer mi propio negocio y una carrera lucrativa, mientras el resto de las mujeres de mi edad desperdiciaban su tiempo buscando un marido que las mantuviera. ¡Yo no hice eso! Busqué mi independencia financiera, me metí a negociar con hombres e hice lo que fue necesario para crearme un perfil fuerte con el cual presentarme al mundo. Y en algún lugar de todo ese circo, perdí algo del rumbo que me había marcado inicialmente. Quería todo aquello, porque en un futuro quería la misma mierda que la mayoría de las mujeres quieren en algún momento, quería una familia. Pero los hombres ya no me veían como una potencial madre de los suburbios, me veían como una mujer demasiado acostumbrada a hacer las cosas por su cuenta, me veían como una amenaza a su virilidad o la basura que fuere. Así que mi modo de solucionar eso fue bastante obvio, tuve ese instante de claridad y lo vi todo. Tendría un bebé.

¿Qué había pasado entonces? ¿En qué momento se me ocurrió que sería una buena idea involucrarme con el mejor amigo de Jace? ¿Cómo fue capaz de hacer que mi plan quedara relegado a un tercer o cuarto plano? Mi pobre y estupendo plan, lo había traicionado a la primera oportunidad.

Lo peor es que no estaba molesta por ello o siquiera me sentía verdaderamente culpable, porque incluso aunque me disgustara un poco que tuviese esa capacidad de convencimiento sobre mí, ya sabía que no iba a echarme atrás. Porque un mes no era nada al final de cuentas, todavía tendría mi bebé y me llevaría el recuerdo de unos cuantos buenos polvos. Pero eso sí, serían polvos que yo programaría y aprobaría, independientemente de sus quejas. Era lo menos que podía hacer para sentirme más dentro de mis cabales, era lo menos que podía hacer para rendirle alguna especie de tributo a mi plan. Recuperaría el control y entonces, sólo me dedicaría a disfrutar de mi hombre tatuado y perforado. Sobre todo de su parte perforada, si saben a lo que me refiero.


Asunto: Mi respuesta.

De: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)

Enviado: domingo, 28 de junio 04:30 p.m.

Para: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)

Querido, Neil

Me alegro que tu lengua esté bien, en verdad no quería hacerte daño y quiero que sepas que lo lamento.

Con eso fuera del camino, creo que como bien dices es necesario marcas algunas pautas para mantener nuestro acuerdo claro y cómodo para ambos. Así que tras pensarlo un poco, llegué a la conclusión que lo mejor será que nos veamos los días jueves, viernes y sábados para lo que tengas en mente. Mientras que me gustaría que los lunes o martes, podamos intentar avanzar un poco en el tema del local. El resto de los días eres libre de hacer lo que te apetezca, así como yo también lo seré. Creo que es un trato justo, con el que no tendremos impedimentos para seguir con nuestras vidas de un modo normal.

Saludos, Sussy.

Enviado desde mi Iphone.

Por supuesto que sabía que había utilizado un tono demasiado frío y formal en el email, pero quería que supiera que era así como lo íbamos a llevar y que no estaba dejando lugar al debate. Si no le gustaba la idea, entonces eso sería todo. Una chica también tiene que hacerse de rogar a veces.

Mi Iphone vibró unos pocos minutos después, el hiperactivo Neil por supuesto que no iba a demorar.


Asunto: Mi respuesta a tu respuesta.

De: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)

Enviado: domingo, 28 de junio 04:34 p.m.

Para: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)

¿Estás de broma? Si te pones a contar los días jueves, viernes y sábado que trae un mes, sólo me quedo con ¿cuánto? ¿14 días? Eso no fue lo que me dijiste antes, y sólo para responderte cortésmente te diré que no, no es un trato justo.

Pero no tengo problemas en seguir trabajando contigo con el asunto del local.

Atentamente.

Neil Joyce.

Pd: Piensa algo mejor, Su, limitar los días que podamos llegar a pasar juntos de ningún modo ayudará a disminuir el deseo entre nosotros. Puedo escuchar tu mente diciéndote que seas buena, pero ¿de qué nos sirve ser buenos a esta altura de nuestras vidas?

Sacudí la cabeza, incrédula, ahí estaba otra vez él metiendo esos comentarios que me hacían sentir como una traidora hacia mi propia persona. Después de todo, la emoción de una aventura estaba justamente en la parte improvisada, rápida y clandestina. Y Neil ofrecía todo eso, junto con una nota extra de demandante sexualidad, ¿por qué estaba intentando limitar aquello?

Volví a negar tomando mi móvil con la idea fija en mi mente, esto tenía que parar. Sin duda no iba a dejarlo que me manipulara de nuevo, yo iba a tener la jodida sartén por el mango de una buena vez.


Asunto: Mi respuesta a tu respuesta de mi respuesta.

De: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)

Enviado: domingo, 28 de junio 04:41 p.m.

Para: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)

No me había detenido a contarlos, pero supongo que tienes razón. Son 14 días, los tomas o los dejas, es lo que ofrezco.

Enviado desde mi Iphone.

El carácter de ultimátum estaba más que evidente, pero si esto era una competencia de poderes, él tenía que aprender a verme como su igual. Al parecer no estaba dispuesto hacerlo, porque no volvió a responder después de eso. Y por mí estaba bien, si él no quería dar su brazo a torcer yo tampoco lo haría. Estaba dispuesta a poner en espera mi excelentemente planificado proyecto de futuro por él, creo que merezco un poco de flexibilidad por su parte ¿no?

***

Dediqué el resto de la tarde a vegetar en mi cuarto de hotel, todavía me quedaba la posibilidad de intentar la inseminación esa semana, pero por algún motivo me negaba a pensar mucho sobre ese tema. Cuando fue un horario adecuado bajé al restaurante del hotel para tomar una buena cena, y decidí dejar el asunto de "pensar" para mi encuentro con la almohada más tarde. Acompañé mi pollo parmesano con dos copas de vino tinto y cuando finalmente me sentí satisfecha, subí a mi habitación para dejar que el descanso me trajera una solución práctica y de ser posible que la acompañara con un delicioso sueño erótico. No sé ustedes, pero a mí se me hacen más fáciles de recordar ese tipo de sueños y si mi solución aparecía entre tanto, sin duda iba a saber identificarla.

Sonreí ante mi propia idea al momento en que las puertas del ascensor se abrieron en mi piso, estaba dando un paso fuera del elevador cuando una mano se situó en mi hombro con fuerza y me obligó a recular. Alcé el rostro, confundida, pero al instante en que vi su media sonrisa supe que sería una perdida de tiempo presentar resistencia. Me dejé empujar al interior del ascensor, pero sin ocultar mi desagrado frente a sus modos. ¿Dije antes que me gustaban los hombres que actuaban como hombres? Lo retiro, pues en ese momento su actitud machista no estaba siendo para nada bien recibida.

—¿Qué haces aquí? —le espeté, cruzándome de brazos a modo de explícita barrera. Neil colocó la cabeza de lado en un gesto que buscaba nivelar nuestras miradas, así que lo miré.

—Vine a darte mi respuesta.

—Oh, claro, ¿se te complicaba mucho teclear un si o un no? —Nuevamente su sonrisa se desplegó en sus labios. Esa maldita sonrisa confiada.

—Creo, Sussy, que tu email merecía que me presentara aquí para hacer una contraoferta.

—No estoy interesada —dije con un ademan desdeñoso.

El ascensor abrió las puertas a sus espaldas, puesto que ninguno había tocado un botón para que se moviera. Lo esquivé y salí del elevador con él pegado a mis talones. Me importaba un rábano lo bueno que estuviera o lo estupendo que se había sentido el sexo con él y su inesperado amigo en su "amigo", tuvo más de cinco horas para responder ¿y ahora pensaba que sólo podía presentarse aquí a poner condiciones? Por mí que lo jodieran.

—Ya oí eso antes y recuerdo que tu interés cambió después de un rato.

Me detuve abruptamente en medio del pasillo y le envié una acerada mirada de advertencia.

—No me molestes, Neil, tu falta de respuesta fue respuesta suficiente para mí. Así que en lo que tú te demorabas en tomar una decisión, yo perdí el interés. —Giré sobre mis talones para retomar el paso—. Buenas noches.

—Estaba trabajando, mujer, ¿querías que le dijera a Jace que me diera unas horas para venir a verte?

—Podrías haber mandado un puto mensaje. —Levanté el dedo para acallarlo cuando intentó abrir la boca—. Y no lances el nombre de Jace como amenaza.

—¡No estaba haciendo eso! —Se pasó una mano por el cabello, para luego tomarme por el codo y jalarme los últimos metros que nos separaban de la puerta de mi habitación—. ¿Puedes dejar de ser tan paranoica? ¿Por qué es tan difícil para ti admitir que quieres lo mismo que yo? ¿Cuál es el problema, Sussy? ¿Por qué esa insistencia en poner trabas?

—Porque... —me silencié de forma abrupta, dándome un segundo para inspirar con suavidad—. Yo tenía un plan, vine a este lugar con una idea fija y lo único que quería era realizarla. Ahora me encuentro desplazando todo eso y ni siquiera sé por qué infiernos lo hago, me gustaba mi plan, Neil. Y no me gusta que seas capaz de hacerme cambiar de opinión tan fácilmente, no es justo.

—Sussy... —Posó su mano en mi mejilla, alzando mi rostro para que lo enfrentara—. No te estoy pidiendo que renuncies a nada de lo que quieres, fue tu idea poner tu plan en espera. Pero si eso supone demasiada contradicción para ti, entonces está bien. —Se detuvo dejando caer su frente sobre la mía, de modo que sus ojos dorados fueron lo único dentro de mi campo visual—. Sólo piensa que mientras tú desperdicias tiempo haciendo planes, la vida sigue pasando a tu lado y le importa un cuerno si estás o no preparada.

Pestañeé un par de veces y no pude evitar que brotara una risilla irónica de mi boca, él era increíble. Porque, ¡vamos! Díganme cómo rebaten un argumento como ese al vuelo, díganme si ahora no sienten mi postura demasiado extrema y patética. Porque yo lo hacía y todo era por su causa.

—¿Dices que estoy desperdiciando mi vida? —pregunté algo burlona, él guiñó un ojo.

—No, sólo desperdicias oportunidades, porque piensas que vivir supone tener un plan. ¿Y qué es más aburrido que tener todo el jodido futuro planeado? —Se encogió de hombros con sutileza—. Vive el momento, vive el día y no dejes que la vida te viva.

—Muy filosófico.

Sonrió, coqueto.

—No, claro que no. —Trazó una breve caricia con su tibio pulgar en mi mejilla—. Pero entiendo si no piensas igual que yo, entiendo que las personas necesitan de planes y consenso social para vivir.

—Yo no busco el consenso de las masas, Neil. —En esa ocasión su pulgar se demoró un segundo demás en el hoyuelo de mi mejilla, para luego marcar un ligero patrón sobre mi labio superior—. Basta, no creo que debamos seguir adelante.

—Tonterías. No lo crees en verdad, pero quieres obligarte a creerlo. —Deslizó su dedo un poco más abajo, pidiendo permiso con un leve empuje contra mis labios cerrados y tras un segundo de consideración, se lo otorgué. Neil introdujo su pulgar en mi boca, a tiempo que mi lengua salía a su encuentro y con un jaloncito tiraba de él provocadoramente. Soltó una pesada exhalación, antes de retirar su pulgar de mi boca y atraerme con rudeza contra la suya. Sus dientes mordieron mi labio inferior, mientras sus manos se enredaban en mi cabello y jalaban de mí incluso más cerca de su cuerpo. Sentí la barra de metal en su boca golpear contra mi lengua, indagando con profundas embestidas hasta que logró sacarme un gemido de necesidad. El corte no parecía haber menguado en nada su habilidad con los besos. Neil se apartó levemente, para darme una mirada oscura y llena de malas intenciones—. Propongo como contraoferta que sólo vivamos el momento, sin días programados ni nada por el estilo. Nos ha ido bien improvisando hasta ahora, creo que quitar eso sería como matar el espíritu de nuestro acuerdo.

—Eres un maldito bastardo. —Me plantó un profundo beso luego de eso y yo coloqué una mano en su pecho para detenerlo un instante—. No vas a detenerte hasta que tengas lo que quieres, ¿no?

Él sacudió la cabeza, colocando sus grandes manos en mi cintura para guiarme convenientemente contra su erección. Gemí por lo bajo.

—No, hermosa, no voy a detenerme hasta que tú obtengas lo que quieres.

Carpe diem... —murmuré contra su boca, a tiempo que sacaba mi tarjeta magnética y la introducía en la hendidura de la puerta. Neil presionó su ojo derecho, logrando su gesto de niño chiquito y me colocó delante de él para empujarme al interior de la habitación.

—Lo tengo tatuado en el brazo. —Negué con suavidad, definitivamente aquello no me sorprendía en lo absoluto. Sentí sus manos presionar con ligereza sobre mis caderas, al mismo tiempo que lo sentía a él detener su paso justo en el quicio divisorio. Lo miré por sobre el hombro, contrariada—. ¿Si?

Al principio no tuve idea a qué se refería con eso, pero tras mantenerle la mirada por un largo instante de silencio, creí comprenderlo. Estaba pidiendo permiso, estaba pidiendo mi permiso, lo cual no dejó de extrañarme y me robó una espontánea sonrisa.

—Sí —respondí, enlazando mi mano a la suya y tirando de él con decisión. No pueden negar que al menos intenté resistirme, pero es más fuerte que yo. O bien aprendía a silenciarlo para que no me engatusara, o bien aprendía a engatusarlo para que supiera cuándo guardar silencio. Ninguna era tarea fácil, pero me sentía optimista al respecto, después de todo él terminó viniendo por mí.

_____________________________

Hay que considerar que estos dos tienen un carácter fuerte y que en cierta forma les gusta esa lucha de voluntades. Pero bueno, al menos están de acuerdo en que no hay acuerdo. Ya veremos qué resulta de eso. Saludos ^^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro