Ahora en serio
Al parecer hay varias idea de cómo se imaginan a Neil, me gustaron las opciones que me mostraron en twitter. En fin, independientemente de cómo lo imaginen, espero que les esté gustando xD Les dejo un nuevo cap y gracias por pasar ^^
Por cierto, realmente es una pena que wattpad le quite el formato al texto. Pero espero que eso no les complique la lectura, les aseguro que en mi archivo lo tengo mucho más lindo presentado. Sepan que # reemplaza los arroba.
Capítulo VIII: Ahora en serio
Si te envío un email gracioso, ¿estaré siendo poco original?
Me obligué a regresar mi vista hacia el móvil, para leer una segunda y tercera vez el extraño mensaje. Al parecer omitir el saludo y cualquier convencionalismo era la moda.
Hola, Neil. Buenos días para ti también. No estoy segura a qué te refieres con lo de "poco original"
Le di al botón de enviar, sonriendo de modo casual cuando mi mirada se trabó con la de mi hermana. Llevábamos la última media hora sentadas en unas ridículas sillas pequeñas, donde la mitad de mi trasero se escurría por la diminuta apertura en la parte baja y lo único que podía hacer cuando ella me miraba, era sonreír como idiota. ¿A quién se le ocurría un decorado tan poco conveniente? Comprendía que era una consulta para niños, pero vamos, ni que los niños llegaran allí conduciendo sus carritos por sí mismos. Ese lugar no estaba del todo bien pensado.
Mi móvil se sacudió dentro de mi palma, haciendo que pusiera en pausa mi queja mental que sin duda dejaría antes de marcharme de ese sitio.
Hola, Su, buenos y brillantes días para ti.
Y me refiero a la comunicación jocosa vía email, ya sabes que puede interpretarse como una imitación barata. Y yo no quiero pecar de poco original.
Insisto en que no tengo idea a qué te refieres, si quieres mandarme un email entonces hazlo.
¿Siempre eres tan adorable los martes por la mañana?
Estoy con Sam en la consulta del terapeuta de Bruno, ¿pasa algo?
Una semana atrás, tras la conversación que habíamos tenido con Neil sobre la posibilidad —cada vez más posible— de que fuese mi donante, lo había enviado a hacer un poco de tarea de investigación. Aunque luego, frente a sus quejas, le envié todo lo que me habían dado en el banco de esperma y que él debía saber, antes de aceptar llevar aquello más lejos. Desde entonces me enviaba mensajes de textos donde me hablaba de sus avances, lo cual parecía divertirlo en demasía. Me había contado que ya le habían sacado sangre, así que llevamos unos días esperando los resultados y cubriendo los otros puntos necesarios para llevar acabo el proceso. Puesto que yo no tenía la paciencia suficiente o el tiempo para permanecer desatendiendo mi negocio, pagué aparte en un laboratorio privado para que las pruebas de Neil salieran en la mitad de tiempo. Si resultaba que estaba saludable en ese aspecto, sólo restaba que hablara con el psicólogo y teniendo el visto bueno por su parte, podría hacer la donación. Lo sé, parece mucha burocracia para algo tan simple como una jalada del rabo, como bien señaló Neil cuando le comenté todo aquello. Pero a mí no me importaba la burocracia, yo ya había pasado por todas esas pruebas y ahora quería que las cosas se hicieran rápido. Sobre todo porque temía que la hiperactividad producida por el azúcar y el déficit atención de mi donante, pudiesen causar problemas si alargábamos inútilmente la espera.
No voy a molestarte entonces, te envío un email para informarte de mis avances.
Fruncí el ceño ante su respuesta, pero en un parpadeo fugaz noté que Sam me observaba con interés y una vez más tuve que forzarme a lucir relajada. Bruno, como había hecho en la cita anterior, tiraba cualquier cosa nueva que la terapeuta ponía en su manito. No estaba segura de si ese enfoque nos llevaría a algún lugar, pero la terapia ocupacional no era mi campo como para opinar al respecto y de momento me limitaba a ser una observadora silenciosa. Una observadora silenciosa que sonreía como estúpida, cada vez que era atrapada distraída en otras cosas como mi conversación con Neil. Para aplacar mi culpa, había aceptado reemplazar a Jace en las citas con la terapeuta, ya que él no siempre ayudaba a que las cosas avanzaran. Y allí estaba, en una silla pequeña esperando a que mi donante me enviara un email con sus avances. Nunca se me ocurriría decir que mi vida era aburrida, se los digo. Mi Iphone anunció la llegada de un email, él o lo había estado preparando desde mucho antes, o escribía a la velocidad de la jodida luz.
Asunto: Mis avances
De: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)
Enviado: martes, 23 de junio 11:43 a.m.
Para: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)
1 dato adjunto.
Hola, Su.
Te envío este serio y para nada jocoso email, para informarte que soy un hombre limpio. Acaban de enviarme mis resultados de sangre, los cuales adjuntaré como es debido. Y te complacerá saber que soy un muchacho sano, así como también al parecer cuerdo. Mi conversación con el psicólogo esta mañana arrojó ciertos temas sobre la mesa, que yo deseaba mantener bajo el tapete. Te informo que, a pesar de que soy apto para hacer esta donación de forma consciente y madura, al parecer tengo problemas sin resolver. Y el hombre me ha aconsejado de muy buen grado, que concertara otra cita con uno de sus colegas.
Te pasaré el presupuesto de dicha consulta cuando la haga.
Mi examen físico estuvo a cargo de una bonita doctora rubia; no estoy seguro si el propósito del mismo era confirmar mi capacidad de mantener una erección, pero de todos modos mientras ella revisaba mis genitales con sus hermosas manos enguantadas en látex, creo que a nadie le cupieron dudas. Dijo que era normal una reacción por el estilo y que no debía avergonzarme, algo de lo que estuve lejos de sentir, dicho sea de paso.
Así que tras este pequeño resumen de mi aventura médica, te informo que ya estoy listo para el Screening de semen, espero tus instrucciones a partir de ahora.
Atentamente.
Neil Joyce.
Pd: He planeado como media hora el modo de escribir este email sobre semen, genitales y psicólogos, sin hacer una broma que implicara la palabra "duro". Espero que estés feliz de mi capacidad para mantener las cosas serias. Respeto esto, caramelito, ¿lo ves?
Realmente tenía que admitir que su email fue mucho más serio de lo que esperaba, sobre todo porque en la última semana había tenido que ser testigo de todas sus observaciones para cada parte del proceso. Y él tenía observaciones que bien podrían compararse con las de un crío cachondo, pero en esta ocasión iba a darle puntos. Acababa de darme una de las noticias más esperadas en los últimos días, si Neil estaba listo para el Screening, eso significaba que ya podía hacer la donación. Eso me acercaba a mi meta considerablemente, al menos que por algún truco malévolo del destino las cosas no funcionaran, yo podría hacer mi primer intento de inseminación antes de mi cumpleaños. Con una sonrisa difícil de disimular, la primera real desde que estaba en ese lugar, tecleé una respuesta rápida.
Asunto: Tus avances.
De: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)
Enviado: martes, 23 de junio 11:50 a.m.
Para: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)
Querido, Neil
Lo que me cuentas es magnifico, me alegro que todo haya salido bien con tus análisis. Voy a llamar al banco de esperma cuando termine aquí para concertar una cita lo antes posible, te voy a informar de ello ni bien me den el visto bueno. Recuerda mantener las manos fuera de los bolsillos.
Por cierto que luego hablamos de ese posible regreso al psicólogo, si eres feliz guardando las cosas bajo el tapete, ten por seguro que no te voy a obligar a que ventiles nada. Siempre y cuando seas motrizmente capaz de jalar tu rabo (palabras tuyas), no necesito que resuelvas los asuntos sobre tu homosexualidad oculta, ni tampoco que le expliques a nadie cómo es que intentas llenar un vacío emocional con la comida.
Saludos, Sussy. Feliz de que seas capaz de mantener el nivel de seriedad que la situación requiere. Veía potencial en ti, me alegro que lo estés logrando tan satisfactoriamente.
Enviado desde mi Iphone.
Al darle al botón de enviar, casi pude imaginarme su rostro leyendo mi respuesta. Sabía que tenía que mantenerme como la adulta en esta... ¿cómo decirlo? ¿Sociedad? Bien, cómo sea. Pero me era muy difícil no molestarlo cuando claramente él sólo remarcaba lo de la seriedad, porque yo le había mencionado previamente que no se lo estaba tomando como era debido. Y ese era su modo de demostrarme algo, lo sé. Su respuesta hizo que mi móvil se sacudiera de regreso a la vida. Leí, no sin poder disimular cierto ánimo de anticipación más propio de una adolescente. Pero qué va, sentiría vergüenza por mi comportamiento más tarde.
Asunto: Nuestros avances.
De: Neil Joyce (neil.f.joyce#gmail.com)
Enviado: martes, 23 de junio 11:57 a.m.
Para: Susan Hassan (lifeandbodySH#gmail.com)
Hermosa, Sussy. Pensé que tenía bastante bien oculto el tema de mi homosexualidad, es evidente que estoy haciendo algo mal. Por favor, ¿serías tan amable de ayudarme a resolver esta cuestión? A veces no sé qué es lo que me impide aceptarme como soy, y empiezo a creer que todo esto de sentirme tentado por el cuerpo femenino es mera actuación. Para confirmar si lo es o no, propongo que nos encontremos desnudos en tu cama de hotel a las tres de la tarde. No sé si pueda o no resolver mi problema de negación, pero te aseguro que será muy divertido averiguar qué tan bien se me da fingir ser hetero.
En cuanto a mi capacidad motriz, te puedo asegurar que disfruté de mis libertades el tiempo que las tuve y no creo que haya problemas en ese aspecto. Soy muy capaz de encontrar mi rabo, aunque no me niego a recibir algo de asistencia en caso de que mi motricidad falle... o aji fqowj cfqwuo cm mierda, creo que ya comenzó a fallar. A y u d a m e S u s s y! ¡
Hablando de mi vacío emocional, ya es mediodía. Me voy a almorzar, escríbeme cuando tengas la fecha de la cita.
Atentamente, el homosexual reprimido de Neil.
Solté una carcajada imposible de disimular y al instante me gané una interrogante mirada por parte de Sam. Me encogí de hombros como toda respuesta, succionando mi trasero fuera de la pequeña silla de circo y dejándome caer en la alfombra junto a Bruno. Mi sobrino me ofreció su mano sucia con pintura para que la limpiara, pero como ya había entendido lo primera vez que le hice caso y me reprendieron, me limité a darle un pequeño beso sobre su puñito para que viera que la pintura no era mala. Sintiéndome más útil y tranquila de repente, fui capaz de entregar mi atención por completo a la sesión de Bruno.
***
Al final de cuentas conseguí la cita para el viernes, algo que no puso del todo feliz a Neil pero que terminó por aceptar porque no le quedaban más opciones. Acordamos encontrarnos en el banco de esperma y cuando llegué allí, tras demorarme un buen rato decidiendo cuál atuendo sería el adecuado para acompañar a un hombre a donar semen —no que hubiese un protocolo de etiqueta para dichos momentos, ¿no?—, él ya estaba allí. Lo encontré apoyado en el escritorio de la recepcionista, jugueteando con una chupeta en su boca y observando fijamente un fichero. La recepcionista, una chica de unos veintitantos, ni siquiera me vio llegar pues su atención estaba clavada en la forma en que Neil sacaba y metía (seguramente a conciencia) el dulce de su boca. Sin duda él había tomado Provocación como optativa en la universidad.
—Hey, pervertido. —Le di un golpe con mi bolso en la espalda, haciendo que se volviera ligeramente para mirarme. Y él sin duda me miró, haciendo todo ese paseo con sus ojos dorados por la totalidad de mi talle. Era algo que hacía siempre, pero ¿quién ponía sobre aviso a mis bragas? Las chicas estaban a un paso de deslizarse por mis piernas y entregarse a él como prisioneras de guerra.
—La chica de rojo —murmuró, sacándose la paleta de la boca para emitir un suave silbido—. I've never seen you looking so lovely as you did tonight...[1]
Puse los ojos en blanco, porque a pesar de que no había cantado en toda regla, la insinuación en su voz era más que palpable.
—¿Acaso tienes un repertorio de canciones cursis para cada momento?
—Cuando te vi en ese vestido pensé en The lady in red y en I just called to say I love you.[2] Pero luego creí que no era momento para Stevie aún, no estás lista para él.
—Habría saltado a tus brazos con Stevie Wonder, que lo sepas.
Él se dio un golpe con la palma en el pecho, echando la cabeza hacia atrás como si acabaran de dispararle a quemarropa. Era un idiota, pero nada hacía que la enorme sonrisa de boba que tenía se me fuera, sin importar cuánto me quise convencer de que su comportamiento no me divertía.
—Dejaré como pendiente cantarte a Stevie al oído entonces, por cierto me gusta tu sombrero.
Asentí ante el cumplido, pero sabiamente decidí pasar por alto su invitación a seguir con el juego, ya que era demasiado consciente de la presencia de la recepcionista siguiendo cada cosa que decíamos con sumo interés. Y yo no estaba dentro del grupo de exhibicionistas públicos, si ella quería algo de acción que mirara una jodida telenovela o leyera uno de los tantos libros eróticos que estaban de moda. Me obligué a enfocarme en el objetivo a fuerza de voluntad; yo estaba allí con el fin de obtener el semen del padre de mi bebé, punto. Si lograba recordarme eso cada cierto lapso de tiempo, digamos cada diez minutos, tal vez sería capaz de salir de allí ilesa y sintiéndome orgullosa de mis decisiones adultas.
—¿Qué haces de todos modos? —Lo empujé lo suficiente como para hacerme de un lugar frente al escritorio, él deslizó el fichero al centro para que estuviese entre ambos y fue entonces cuando vi su mano—. ¿Qué pasó?
Tenía una venda que en su vida anterior tal vez había sido blanca, cubriendo su dedo meñique, el anular y por lo menos la mitad de su palma. Y sólo para mortificarme un poco más ante la precariedad de su vendaje, noté que el pedazo de tela estaba manchado con sangre. Sangre fresca.
—Ah, pues estaba cortando unos azulejos. —Y con eso al parecer quería dejarme conforme, lo miré demandando una explicación más amplia y él bufó al encontrarse con mis ojos serios—. Un idiota dejó la máquina en contacto y cuando la enchufé la fuerza del motor hizo que se me cayera, pasó por mis dedos antes.
—¿Fuiste al médico?
—No, pero me puse esta venda. —Alzó la mano derecha para mostrarme el trapo de cocina que había hecho pasar por venda, como si se sintiera orgulloso de su atención de la herida tan eficiente.
—Neil no puedes andar con una herida abierta así como así, ¿qué tal si necesitas puntos? ¿Qué tal si se te infecta?
Sacudió la cabeza con desinterés, volviendo a empujar el dulce en su boca.
—No se me va infectar, tomaré algo cuando llegue a casa. —Me entregó un bolígrafo—. ¿Puedes llenar esto por mí? No puedo agarrar bien el bolígrafo.
—Seguramente porque te cortaste un tendón y te niegas a ver a un médico, estúpido necio. —Él refunfuñó algo mientras se dirigía a una de las sillas de la sala de espera y yo lo seguí, tomando el fichero antes—. Tal vez deberíamos hacer una cita para otro día —ofrecí, pensando en la salud de su mano.
No quería que le diera gangrena sólo para mantener el buen ritmo que habíamos logrado, yo podía tener esas consideraciones. Sobre todo porque me parecía asquerosamente antihigiénico su trapo, casi y hasta podía ver el estafilococo reproduciéndose mientras nosotros hablábamos.
—Ni hablar, llevo tres días pensando en gatitos muertos cada mañana para no llevar la idea del sexo muy lejos. —Me dio una mirada casi suplicante—. No voy a soportar más tiempo de abstinencia... además te apareces con un vestido rojo, como si estuvieses viendo cuál es mi resistencia.
Le habían dicho que para dejar una muestra tenía que abstenerse de cualquier relación sexual durante tres días y sí, eso también incluía la asistencia manual. Viéndolo en ese momento, no pude detener la imagen mental que me asaltó de él tirado en una cama con los pantalones bajos hasta las rodillas y las manos tendidas hacia el cabezal, ofreciéndose como un sacrificio para el género femenino. Neil sin duda era un hombre con un apetito físico a la altura de la vieja Sussy. Y ese era un pensamiento completamente prohibido, lo que menos necesitaba con este hombre era imaginarme su resistencia en la cama. Maldición.
—Pensé en el rojo porque dijiste que era tu color favorito, no por otro motivo, Neil. —Me senté a su lado, dándole mi mejor expresión de inocencia. Por supuesto que me había puesto el vestido rojo para dar un mensaje, pero hasta ese instante no me di cuenta de cuánto quería que él fuera el receptor del mismo. ¡Dios! «Para esto, Susan, no es un jodido cuento romántico»—. Bueno, terminemos de llenar tu ficha para que puedas ir al médico a que te vean la mano.
—Bien —susurró, pero su tono dejaba en claro que no estaba para nada dispuesto a visitar otro médico en ningún momento pronto. ¿Quién sabe? Tal vez había pisado una consulta médica por primera vez la semana pasada, y sólo porque el banco de esperma le exigía una revisión completa. Era un jodido milagro que estuviese sano, teniendo en cuenta que trabajaba con tantos elementos cortantes.
Bajé la vista tratando de ver qué había completado él hasta el momento, pero a no ser por una gota de sangre seca en una esquina, la hoja estaba en blanco. Genial.
—Muy bien, ¿nombre completo?
Sonrió de soslayo, antes de lanzar el palillo de su chupeta al bote de reciclaje y ganarse una risilla alentadora por parte de la recepcionista. Vamos, nena, no es para tanto.
—Neil Francis Joyce.
—¿Francis? —inquirí con un toque de ironía. Él asintió con una velada resignación, entonces comprendí porque se había sorprendido cuando lo llamé Frank en el auto.
—A mi viejo le gusta Sinatra, Su, y a mi mamá le impresionó el tipo que piso la luna. Yo fui el resultado de eso.
—Lindo —musité, escribiendo su nombre en el casillero correspondiente—. ¿Edad?
Neil le dio un pequeño tirón a su venda/trapo sucio, mirando de reojo a la recepcionista que a su vez lo miraba embobada. Hice un gran esfuerzo por no rodar los ojos, y aguardé expectante a que me devolviera la atención.
—Treinta.
Anoté su respuesta, haciendo caso omiso al hecho de que su mirada aún permaneciera en la muchacha del escritorio como si estuviesen teniendo una charla privada. Entonces me di la libertad de observar por un instante su perfil, tratando de ver más allá de la cara bonita que obnubilaba a la recepcionista; yo ya había tratado con hombres bien parecidos en mi vida y a pesar de que ya no era una cría, tenía mis dificultades para concentrarme del todo a su alrededor. No es como si no tuviese motivos, por supuesto. Él se había aparecido esa mañana con una leve sombra oscureciendo su barbilla, como si hubiese decidido que afeitarse sería un desperdicio de tiempo, y tenía los ojos quizá un tanto cansados, evidenciando una noche de no mucho sueño. Pero si tenía que juzgarlo con sinceridad, no sólo su rostro no parecía acusar el cansancio sino que tampoco delataba su edad en lo absoluto. Esa, obviamente, era otra de las bien intencionadas jugarretas del destino. Y entonces se giró, atrapándome completamente detallándolo o... bien, devorándolo, lo admito.
Me aclaré la garganta sin inmutarme por la ceja en alto que me obsequió a modo de interrogante, y continué preguntándole las cosas más estándar como si nada hubiese ocurrido. Así que descubrí su dirección, número de seguro social, profesión e incluso su nivel de estudio alcanzado.
—No sabía que alguien debía ir a la universidad para ser contratista.
—No debes —respondió, haciendo una mueca con sus labios.
—¿Entonces qué estudiaste?
—¿Pregunta eso en la ficha? —inquirió, tratando de mirar la ficha a su vez. Yo me alejé lo suficiente como para no darle el gusto e insistí para que me dijera. Neil resopló algo sobre mujeres entrometidas entre dientes, antes de gruñir su respuesta—: Estudié paisajismo, ahora ¿podemos seguir?
—¿Paisajismo? —Reí con suavidad—. No te ofendas, pero no das la pinta de hombre que estudia el paisaje.
—Tenía una idea general del asunto, no es algo que me enloqueciera pero tenía que estudiar algo. —Por el modo brusco en que había soltado su respuesta, me di cuenta que ese no era un tema que le gustara tratar. Y tal vez fuese uno de los motivos, por el cual el psicólogo le había aconsejado ver a uno de sus colegas.
—Muy bien —musité, pasando mi mirada por la hoja para ver la siguiente pregunta—. ¿Has ingerido algún tipo de drogas...?
—Claro, ¿quién no? —Lo miré de forma automática, ganándome una sonrisa indolente por su parte.
—No me dejaste terminar la pregunta —le informé, aún sin poder creer del todo que admitiera sin tapujos que había tomado drogas—. ¿Y de qué tipos de drogas hablamos?
—¿Cómo es la pregunta?
—No, no, dime qué tipo de drogas —lo acallé de forma insistente.
—Lo usual, Sussy, un cigarro o una pipa. —Enarqué una ceja, pensando un momento en qué había pasado en mi vida para que nunca hubiese probado "lo usual". ¿Es normal probar lo usual a mi edad?—. ¿Cómo es la pregunta?
—En los últimos seis meses —terminé de decir, todavía dándole vueltas a la idea de que nunca hubiese fumado un cigarro de marihuana. Tampoco era un gran delito, ni buscaba una dependencia a algo así, pero me consideraba una chica de mundo. Me vanagloriaba diciendo que yo lo hacía todo al menos una vez, pero aquí había algo que se me había pasado por alto.
—Oh, entonces no, en los últimos seis meses no.
—¿Cómo es la sensación?
—¿Dice eso la ficha? —Desmerecí la ficha con un movimiento de mi mano, era obvio que eso lo preguntaba yo y no el estúpido cuestionario. Neil rió por lo bajo, estirando su mano sana para pasar su pulgar por la comisura de mi labio. Y... oh por dios. Toda la intensidad de sus ojos fijos en los míos y el ademan de su cadente caricia, viajó sin escalas hacia el sur de mi anatomía.
—Me gustan tus labios de rojo.
—No fue lo que pregunté —murmuré con la voz apenas reconocible. ¿Cómo era capaz de lograr que mi mente se embotara con un simple roce?—. ¿Cómo es la sensación? —repetí, para convencerme y convencerlo de que yo tenía el control en esa situación. Sí, ya.
—Si quieres algún día te invito para que pruebes conmigo, la sensación no es algo que se pueda explicar.
—Bien.
—Bien —aceptó dándome un guiño, entonces pestañeó en dirección a la ficha y mi mente volvió en sí. Ficha, claro, donación, semen, yo podía con esto.
Terminé de hacer el recorrido por las preguntas, completando con un pulso más firme (gracias a Dios) los últimos casilleros. Una vez que terminamos, me dirigí hasta el escritorio de la chiquilla cachonda que se había estado haciendo un festín visual con Neil y se lo entregué. Ella lo llamó cinco minutos más tarde, dándole un pequeño frasco de plástico estéril y él me lo enseñó con gesto triunfante.
—Puedes pasar por la habitación dos.
Me puse de pie para acompañarlo al menos hasta la puerta de la habitación dos, la cual estaba en un pasillo a la izquierda del escritorio de la recepcionista. Neil se detuvo junto a la puerta, colocando su hombro sobre el quicio demasiado cómodo consigo mismo.
—Entonces, ¿quieres niño o niña?
Reí entre dientes, agradeciendo el hecho de que mantuviera el sentido del humor hasta ese segundo. No iba a negar que me sintiera algo nerviosa, parecía que yo iba a cruzar esa puerta para masturbarme dentro de un frasco con el único incentivo visual de unas revistas de lencería.
—Me da igual...
—Siempre que sea sano —se apresuró a decir él—. Sí, todas las mujeres dicen lo mismo.
Nos quedamos en silencio luego de eso, como si necesitáramos de un segundo para procesar en verdad todas las cosas que habían estado ocurriendo en los pasados diez días. Y por un instante, la realidad de me antojó casi como extraída de un cuento. Aun me costaba pensar que realmente estaba allí, que estábamos allí y que en unos cuantos días más, yo estaría allí con la intención de embarazarme de mi primer (y quizá único) hijo.
—Gracias —dije en un exabrupto. Aun cuando sabía que esa palabra insulsa jamás sería capaz de expresar todo mi agradecimiento, porque más allá de que hubiese aceptado ser mi donante, también había aceptado ser mi cómplice en todo esto. Y considerando que nadie tomaba muy en serio mis decisiones en el ámbito personal, me alegraba que él no se hubiese puesto en plan "Sussy, necesitas ayuda psiquiátrica" o un perrito. Neil en verdad había sido un apoyo inesperado.
—No tienes nada que agradecer, Su. —Se acercó para frotar su mano en mi hombro en un gesto que supuse reconfortante.
—Ve por ellos, tigre.
Él sacudió la cabeza, abriendo la puerta y cuando creí que iba a entrar finalmente, se volvió de forma abrupta, cerró su mano alrededor de mi cuello y tiró de mí contra su cuerpo como si estuviese manipulando una marioneta. Antes de que se me ocurriera algo con lo que protestar, su boca cayó en picada sobre la mía y sin pedir permiso o esperarlo, su lengua se abrió paso a mi interior tomándome totalmente por sorpresa. Pero mi segundo de desconcierto fue mínimo, alcé las manos hasta su cabeza, para hundir mis dedos en su cabello y jalarlo con poca suavidad a un punto que me sentara más cómodo. Neil gruñó en aprobación, colocando su mano lastimada en mi espalda baja para apretarme sin miramientos contra sus caderas. Y en esa ocasión fui yo la que exhaló un gemido en acuerdo, porque él estaba en su jodido punto. Y su boca era demasiado dulce por los caramelos y su barba corta pinchaba mi piel en la medida justa, y su cabello jugueteaba con mis dedos como si se conocieran a la perfección.
Me habían besado incontables veces, pero esta fue la primera vez que cuando el beso terminó, me quedé saboreándolo por unos cuantos segundos extra. Abrí los ojos lentamente, encontrándome con su mirada acalorada y jodidamente encendida del otro lado. Neil limpió un camino con su pulgar por debajo de mi labio inferior, para luego soltar un profundo suspiro.
—Muy bien, ya estoy inspirado.
—Eres un imbécil —le espeté empujándolo desde sus bíceps, para que me soltara y tras un chasquido poco disimulado, lo hizo—. Por cierto, ¿qué infiernos tienes en la lengua?
Él soltó una profunda carcajada, dejándome ver con ese gesto el interior de su boca y al mismo tiempo, un arete plateado destelló en el centro de su lengua como para darme una respuesta.
—¿Te gusta?
—Me gustó como se sintió —admití sin rodeos. Nunca antes había besado a alguien con arete en la lengua, ni siquiera me había dado cuenta que él tuviese uno hasta ese momento.
—Pues deberías ver cómo se siente en otras partes —musitó con voz ronca, bajando la mirada tan rápido que por un segundo pensé haberlo imaginado—. Pero ahora voy a llenar esto. —Alzó su pequeño recipiente de plástico, recordándome de súbito la relación profesional y adulta que estábamos fingiendo tener.
—Sí, mejor ve —le espeté, azorada por lo confusa que me sentí en ese instante.
Él frunció el ceño en gesto dubitativo, pero no le permití que viera más de mí, me di la vuelta y enfilé directo a la sala de espera. Porque muy en mi interior sabía que lo que acababa de pasar, había sido un enorme error. Yo había venido a Portland para darle un nuevo rumbo a mi vida, había venido porque quería conseguir algo más concreto que relaciones de una noche que al final de cuentas me hacían sentir más vacía. No podía distraerme con Neil, aunque él fuese una distracción de lo más divertida, eso sólo sería caer en la vieja rutina de la antigua Sussy. Y la antigua Sussy nunca había sido verdaderamente feliz, la antigua Sussy había organizado todo ese viaje con el propósito de dejar atrás las satisfacciones momentáneas. E iba siendo hora de recordar eso.
1-Traducción: Nunca te había visto lucir tan hermosa como esta noche.
2-Son dos canciones, la primera es "La dama de rojo" la cual canta antes y la otra es "Sólo llamé para decirte que te amo" una canción de Stevie Wonder que fue escrita para la película La mujer de rojo.
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Bueno, ¿entonces? ¿Creen que le va gustando? Recuerden que esto recién empieza, de apoco vamos ir descubriendo más de todos los personajes implicados. En la imagen les dejo mi idea de Sussy, ya que con Neil parece que no podemos ponernos todos de acuerdo xDD
Nada más, gracias por pasar y nos estamos viendo en el próximo ^^
pd: Nada de planear mi secuestro, por favor, ya vi sus comentarios!
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