- Pax Tenebris -
Este no es otro poder, es el nombre de la organización de villanos principales de mi obra de Oc's
Se traduce del latín como "Paz en la oscuridad", ellos tienen una ideología muy clara, "para que haya paz primero debe haber caos".
Sigue una ideología nihilista y pragmática: el mundo está demasiado roto para ser arreglado con métodos tradicionales, y cualquier intento de cambio pacífico es una ilusión. Para ellos, el verdadero problema no es solo la corrupción, sino la estructura misma de la sociedad, que perpetúa la injusticia y el abuso de poder.
Desde su perspectiva, el caos es la única manera de reiniciar el mundo. No busca el caos por placer ni por ambición personal, sino como una herramienta para borrar las estructuras fallidas y permitir que algo nuevo surja de las cenizas. Se ven a sí mismos como el catalizador de este cambio, un mal necesario que debe existir para que la humanidad tenga una oportunidad real de progreso.
Su pensamiento está influenciado por ideas como la "destrucción creativa", donde algo debe colapsar para dar paso a lo nuevo o incluso la filosofía de Maquiavelo, donde el poder y la violencia son medios legítimos si llevan a un resultado mayor. Para Pax Tenebris, la paz sin sufrimiento previo es una fantasía; solo aquellos que han pasado por el caos pueden realmente valorarla y construir un mundo mejor.
Sus miembros principales son:
Daniel Mendoza "Ghostface"
(Les juro por mi vida que haré lo necesario para conseguir los derechos de imagen de Ghostface para usarlo en mi obra)
Nació en México en un entorno marcado por la violencia y la corrupción. Desde joven, entendió que la justicia era una ilusión en su país: los criminales gobernaban las calles, y aquellos que debían proteger a la gente como políticos, policías y militares estaban vendidos al mejor postor. Creció con la esperanza de hacer la diferencia y, por ello, se enlistó en el ejército. Creía que, con entrenamiento y disciplina, podría cambiar algo desde adentro.
Sin embargo, la realidad lo golpeó con fuerza. A lo largo de sus misiones, fue testigo de atrocidades tanto de los cárteles como del propio gobierno. Vio cómo compañeros suyos eran sacrificados para encubrir operaciones sucias, cómo se negociaban treguas con criminales para mantener un "equilibrio" que solo beneficiaba a los poderosos y cómo las personas inocentes eran las únicas que siempre sufrían. Lo peor de todo: entendió que el problema no eran solo los criminales, sino el sistema entero, construido sobre corrupción y mentiras.
Un punto de quiebre llegó cuando su unidad recibió órdenes de ignorar las actividades de un poderoso narcotraficante porque tenía conexiones con figuras políticas de alto nivel. Daniel, harto de la impunidad, desobedeció. En una operación encubierta, y haciendo gala de sus habilidades sobrenaturales, eliminó al capo y a varios de sus hombres, creyendo que su muerte traería un cambio. Sin embargo, en lugar de ser reconocido como un héroe, fue traicionado. El gobierno lo persiguió, lo convirtió en un criminal y borró su existencia. Descubrió, de la peor manera posible, que su sacrificio no había cambiado nada.
Atrapado, sin aliados ni recursos, Daniel fue dado por muerto tras una emboscada. Pero sobrevivió. Y en ese momento, algo en él cambió para siempre. Comprendió que eliminar a los malos no era suficiente. Mientras el sistema siguiera existiendo, siempre habría nuevos criminales, nuevas figuras de poder dispuestas a mantener el statu quo. Fue entonces cuando nació su nueva convicción: la paz solo puede existir cuando el orden actual sea destruido por completo.
Adoptando el alias y la máscara de Ghostface y ocultando su rostro tras una máscara, Daniel comenzó a actuar desde las sombras. Su poder, que le permitía volverse intangible como una sombra y teletransportarse, lo convirtió en un verdadero fantasma imposible de atrapar. Reclutó a individuos con habilidades extraordinarias, aquellos que también habían sido rechazados, traicionados o convertidos en monstruos por el mismo sistema. Juntos, formaron Pax Tenebris, una organización con un solo propósito: sembrar el caos absoluto para borrar el viejo mundo y construir uno nuevo sobre sus cenizas.
Daniel no se ve a sí mismo como un héroe ni como un villano. Es un mal necesario, un arquitecto de la destrucción, dispuesto a hacer lo que nadie más tiene el valor de hacer. Sabe que lo odiarán, que lo verán como un monstruo, pero para él, eso no importa. La historia juzgará su legado cuando todo haya terminado.
Y hasta que ese día llegue, el mundo arderá.
Jack Kane "Jack in the Box"
Jack Kane era un hombre lleno de alegría y amor por la vida. Junto a su esposa, Jill, formaba un dúo de payasos en un circo itinerante. Su espectáculo era famoso por la magia que Jack aportaba con su poder: podía crear hermosas mariposas brillantes y juguetes encantados que hacían reír y soñar a los niños. La pareja era el corazón del circo, y su amor era un refugio en medio de los altibajos de la vida nómada.
Pero, como muchas historias trágicas, el destino no les sonrió para siempre. El circo empezó a pasar por una crisis económica, y Jack, desesperado por mantener su vida y la de Jill, tomó una decisión que lo marcaría para siempre: buscó ayuda en el lugar equivocado.
Jack se involucró con una banda de criminales, pidiéndoles dinero prestado para superar la crisis. Les mentía a Jill, asegurándole que los préstamos venían de un banco, ocultandole el peligro que realmente los rodeaba. Pero cuando los pagos no llegaron a tiempo, los criminales comenzaron a acosarlo. Lo golpearon brutalmente como advertencia, dejando cicatrices físicas y emocionales.
El miedo y la presión llevaron a Jack al límite. Sin poder conseguir el dinero que debía, los criminales decidieron tomar represalias. Una noche, al regresar al tráiler que compartía con Jill, Jack encontró a los hombres esperándolo. Esta vez, las amenazas eran más graves: si no pagaba su deuda, Jill sería asesinada.
El pánico y la ira consumieron a Jack, quien decidió usar su poder para proteger a su esposa. Con una explosión de juguetes mortales y mariposas agresivas, atacó a los criminales. Pero lo que Jack no sabía era que los hombres habían liberado un gas alucinógeno en el ambiente. Lo que él creyó que era una batalla para salvar a Jill se convirtió en su peor pesadilla: alucinando, atacó y mató a su esposa.
Cuando la neblina de la droga se disipó, Jack se encontró solo, con el cuerpo de Jill en sus brazos. Las palabras "mentiroso, mentiroso" resonaban en su mente, como si fueran sus últimas palabras.
Destrozado por el dolor y el remordimiento, Jack persiguió y mató a los criminales reales con una ferocidad que no sabía que tenía. Pero la venganza no le trajo paz; solo le dejó más vacío. Cada noche, alucinaba con Jill, quien lo llamaba "mentiroso" y le recordaba cómo su amor y sus mentiras los habían llevado a la tragedia.
Jack no podía escapar de su culpa, así que decidió abrazarla. Convenció a si mismo de que matar a otros podría redimirlo de alguna forma, como si cada vida que tomaba apaciguara el peso de la muerte de Jill. Se convirtió en un asesino despiadado, buscando en el caos la paz que sabía que nunca encontraría.
Fue entonces cuando la organización Pax Tenebris lo encontró. Prometiéndole que, si los ayudaba, podrían darle la paz que tanto deseaba. Jack se unió, pero en el fondo, sabía que no estaba buscando paz; estaba buscando un propósito en un mundo donde había perdido todo.
Toby Nakamura y Natalie Jikan "Clockwork"
A ellos los conocen de sobra por lo que no es necesario que les cuente su historia, fueron reclutados por Ghostface, quién ya conocía la reputación de la pareja, ellos no dudaron en aceptar.
De forma resumida, entraron a la organización solo para hacer desmadre, pero ahora en una organización, realmente no les importa el motivo de la organización, solo sembrar el caos por pura diversión.
Adela Novak "Strzyga"
Desde su nacimiento, Adela fue marcada como una aberración. Su madre murió dándole vida, y su padre, incapaz de soportar la pérdida, la miró con desprecio desde el primer día. Su apariencia inusual -ojos negros como el vacío y cabello verde musgo- fue la excusa perfecta para que su familia la tratara como un error, un castigo divino por la muerte de su madre. En su hogar, rodeada de cinco hermanos mayores y un padre alcohólico, nunca fue vista como una persona. Solo como un monstruo.
Su infancia estuvo marcada por el maltrato, tanto físico, mental, emocional y ,en ocasiones que Adela desearía borrar de su mente, sexual. Su padre nunca la defendió; ni siquiera se molestaba en mirarla. Sus hermanos, al ver que no existía castigo por dañarla, aprovecharon cada oportunidad para abusar de su debilidad. Día tras día, año tras año, Adela vivió bajo su yugo, sin esperanza, sin nadie que la protegiera. Aprendió a temerlos. Aprendió a odiarlos.
Pero el odio, como una bestia dormida, solo necesita un instante para despertar.
El día que su padre, borracho y fuera de sí, la violó.
Fue el día que todo cambió. Hasta ese momento, él había sido un espectador del infierno que sus hijos habían creado. Pero en ese instante, al sentir como la veía con un asqueroso deseo, Adela comprendió la verdad: no había diferencia entre su padre y sus hermanos. Todos eran iguales. Todos eran monstruos.
Y si el mundo estaba lleno de monstruos... entonces ella también lo sería.
El terror, la ira y el dolor se fusionaron dentro de ella, dando vida a su verdadero ser. Su cuerpo se retorció en algo inhumano, en una bestia sacada de sus peores pesadillas. Sus hermanos, que alguna vez la vieron como una presa fácil, fueron los primeros en caer. No tuvieron tiempo de reaccionar. Sus gritos se ahogaron en la oscuridad. Su padre, al verla, intentó correr. Pero Adela no le permitió escapar.
Cuando todo terminó, la casa estaba en silencio. Solo quedaba ella, cubierta de sangre, rodeada por los cuerpos de quienes la atormentaron toda su vida. Miró su reflejo en un espejo roto y no vio a una mujer. Vio a un monstruo.
Y sonrió.
Después de aquella noche, Adela vagó sin rumbo. No sabía qué hacer con su vida ahora que su venganza estaba consumada. No tenía hogar, ni familia, ni identidad. No era humana. No era nada. Pero una cosa sí tenía clara: jamás volvería a ser la presa. Ahora, ella era la cazadora.
Los hombres se convirtieron en su objetivo. No importaba quiénes fueran. Si veía en ellos el más mínimo indicio de arrogancia, violencia o poder, los desmembraba sin piedad. A veces, se transformaba en demonios de cuentos de hadas. Otras veces, en criaturas sacadas de sus propios miedos infantiles. Con el tiempo, las leyendas comenzaron a correr. La llamaban Strzyga, un espíritu vengativo de la mitología eslava que cazaba a los hombres por la noche.
Su brutalidad llamó la atención de Ghostface, quién envío a Natalie a reclutarla.
La joven no mostró miedo. No intentó huir ni suplicar. En cambio, le hizo una oferta: una razón para seguir adelante. Un propósito más allá del asesinato sin sentido. Pax Tenebris le daría la oportunidad de canalizar su odio en algo más grande. No solo podría acabar con los hombres que tanto detestaba, sino que podría ayudar a construir un mundo nuevo, donde nunca más existirían monstruos como los de su infancia.
Adela aceptó. No porque creyera en la paz que Natalie prometía, sino porque entendía que la guerra era su único destino.
Dentro de Pax Tenebris, Adela es una fuerza caótica y letal. No sigue órdenes ciegamente, y la única razón por la que se mantiene en la organización es porque le permite continuar con su cacería. Su relación con los hombres dentro del grupo es tensa: los desprecia, y aunque no los ataca directamente, su odio hacia ellos es evidente. Sin embargo, respeta a Natalie y, hasta cierto punto, a Ghostface, aunque más por miedo a su poder que por lealtad genuina.
Para Adela, la humanidad es una farsa. Solo existen los depredadores y las presas. Y ella jamás volverá a ser una presa.
Shuhei Matsuda "Hyena"
Infancia Normal. Hasta que no lo fue
Shuhei Matsuda era un niño normal en apariencia: un chico japonés de una familia estable, sin carencias ni traumas evidentes. Era alegre, tenía amigos y vivía en un pueblo alejado de la ciudad, una vida que cualquier niño podría envidiar. Pero dentro de él, algo dormía, algo que ni él mismo comprendía.
Todo cambió cuando su poder despertó.
Un día, mientras jugaba con sus amigos, sintió un impulso en su cuerpo. Un chasquido seco y doloroso en sus huesos lo hizo gritar. Frente a él, su brazo se había extendido, y de su piel había emergido una filosa cuchilla de acero. No entendía qué pasaba. Un amigo, demasiado cerca, tropezó y cayó directo sobre la cuchilla. Un corte limpio. La sangre salpicó el suelo.
El grupo de niños gritó horrorizado y corrió en busca de ayuda. Pero Shuhei no se movió. Se quedó mirando su brazo, su cuchilla, la sangre. Y entonces, algo lo golpeó: un deseo.
Curioso, pasó la lengua por el filo de su hueso ensangrentado.
El sabor metálico le recorrió la boca. Algo en su interior se encendió, como si una verdad que siempre había estado oculta se revelara de golpe. Se estremeció. El miedo que sentía desapareció. Fue reemplazado por otra cosa. Una sensación más intensa. Más primitiva.
Corrió a casa, el corazón latiéndole con fuerza. No por miedo, sino por excitación. Necesitaba más.
Esa noche, algo en su cabeza no lo dejó dormir. No podia sacarse el sabor de la sangre de la mente. No podía dejar de pensar en el miedo en los ojos de su amigo. En la forma en que la cuchilla había cortado la carne con tanta facilidad.
Cuando sus padres y su hermana se fueron a dormir, él se levantó.
Sin pensarlo, dejó que su hueso creciera de
nuevo, afilado y letal. Entró en la habitación de sus padres y se quedó de pie junto a su cama. Su madre dormía profundamente. Su padre roncaba suavemente.
Shuhei se preguntó: ¿Cómo se verá la sangre de mamá?
La respuesta llegó cuando hundió su cuchilla en su pecho.
El sonido fue hermoso.
Ella despertó de golpe, pero solo para ahogarse en su propia sangre. Su padre se levantó aturdido, sin entender qué pasaba. Shuhei no le dio tiempo. Un solo movimiento, y su garganta se abrió de lado a lado.
Pero no terminó ahí.
Se sentó en el suelo, empapado en sangre, sintiendo el calor pegajoso en su piel. La fragancia metálica lo envolvía. Tomó el brazo de su madre, lo levantó y hundió los dientes en la carne.
No por necesidad. Por placer.
Cuando su hermana entró corriendo, lo encontró masticando. Shuhei la miró con una sonrisa, la boca aún goteando sangre.
Ella gritó.
Un segundo después, dejó de hacerlo.
Cuando los vecinos encontraron la escena,
Shuhei seguía alli, sentado en medio de los cadáveres de su familia, devorando los restos con la calma de un animal que se ha
dado un festin.
Paso años en las calles de su pueblo, rondando entre callejones, en espera de que alguien pasará donde el estaba solo para matarlo y saciar su hambre.
La policía no se quedó de brazos cruzados y fueron por el. Su captura no fue difícil. Él no intentó huir. Simplemente dejó que lo llevaran. Sabía que tarde o temprano lo haría de nuevo.
Pasó años encerrado, pero nunca dejó de sonreir. Saboreaba la sangre en su mente. Cada vez que alguien lo miraba con asco o miedo, él lo disfrutaba.
Pero el hambre siempre regresaba. Entonces llegó Toby.
Le ofreció algo mejor que una celda. Le ofreció libertad. Le ofreció caos.
Y lo más importante.
Le ofreció presas.
Shuhei no necesito pensarlo. Se unió a Pax Tenebris con una única condición: que nunca le dijeran a quién podía o no podía matar.
Desde entonces, Hyena se convirtió en la sombra de la muerte. Un asesino sin reglas.
Sin remordimientos. Sin control.
No lo hacía por venganza. Ni por poder. Ni siquiera por placer.
Lo hacía porque era su naturaleza.
Lo hacía porque era divertido.
Verga wey ni a mis fanfics les pongo tantas ganas
Estos son los miembros principales de Pax Tenebris, cómo mencioné antes, hay mas miembros pero ellos son pura carne de cañón a comparación de estos
Después seguiré con las demás organizaciones que les comenté
Besos en la cola
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro