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Una necesidad.

¿Me demoré? Les voy a ser sincera, no tenía idea cómo escribir este capítulo y entonces mientras intentaba dormir (cosa que no pude hacer como verán) tuve la idea. Y acá estoy, capítulo nuevo. Espero que les guste, si quieren ir viendo fotos del "evento" voy a ir dejando algunas en twitter. Ya saben porque acá no muchos las pueden ver. Saludos ^_^

Capítulo XIX: Una necesidad.

Y efectivamente nos habíamos perdido, más veces de las que sería capaz de recordar pero sin duda había valido la pena. Lucas tenía un modo interesarte de perderse y salir bien librado de la dificultad, si bien no habíamos logrado cubrir todo su itinerario lo que logramos ver fue perfecto. Demasiado perfecto para las pocas horas que duró. Y aunque ninguno fue muy obvio al respecto, ambos estuvimos atentos a los relojes sabiendo que no podíamos fallarle a Sam, ni a Lara y su estricta organización.  

Al llegar al hotel, Lucas aparcó la motocicleta—la cual era una Ducati y por lo cual se había disculpado al no ser fiel a mi fantasía de la Harley—dejando que el motor vibrara unos segundo bajo nuestros cuerpos. Sabía que debía bajarme y comenzar con la odisea de la boda, ¿pero pueden culparme por querer extender este momento un minuto más? Lucas se había comportado… bueno, no tan a lo Lucas (que ya es mucho decir). De alguna forma preveía que todo se iría al diablo ni bien entráramos en el hotel, al final de cuentas ¿no dicen que lo bueno dura poco? Y él había sido tan atento, gracioso, conversador y un excelente pero confundido guía de turismo, se había encargado de llevarme a todos los sitios dignos de una pintura (a su parecer) e incluso había investigado un poco la historia de los lugares. No podía negar que me lo había pasado estupendo, pero ahora qué actitud íbamos a tomar.

—¿Estuvo bien?—preguntó quitándose el casco para observarme sobre su hombro. Tenía el cabello rubio pegado a la frente de un modo gracioso, los ojos lacrimosos—pues con la visera no podía ver el camino—y una sonrisita indolente que debería esgrimir con más frecuencia. Diablos, ¡él era guapo!

Sí, ahí estaba. No podía simplemente hacer de cuenta que no lo notaba, lo había notado en el restaurante cuando nuestra conversación más larga se limitaba a un “qué vas a ordenar”. Lo había notado entonces, aunque él había resultado ser todo lo contrario a lo que creía. Aún y con la cantidad de defectos que tenía su personalidad, me parecía jodidamente guapo. Y… pertenecía a otra. Debía recodarme que él le había hecho, literalmente, la llave de su corazón a otra mujer. Eso debía ser suficiente para esfumarme cualquier pensamiento tonto, Lucas quería una novia falsa no a una idiota que derrapara en su razonamiento ante una simple sonrisa.

—Bien…—mascullé con la voz demasiado tensa. Él se volvió incluso más, supongo que percibiendo ese mismo tono áspero en mi respuesta.

—¿Segura?

¡No, qué va! Pensé siendo sincera al menos conmigo misma. Había estado más que bien, había estado estupendo y no quería que entráramos en el hotel y él volviera a ser el de antes—si es que a eso estábamos apuntando—. Y no quería que estuviese enamorado de otra mujer. ¡Joder! Yo no lo amaba, no perdamos la perspectiva de esto ni tampoco agrandemos una mundana atracción. Me gustaba, así de simple. Lo que me dolía era que ni siquiera iba a poder tener una oportunidad, porque yo estaba allí para convencer a su familia y ser una buena excusa para él, no para interpretar el papel de la estúpida colada por el tipo que quería a otra. Definitivamente no me iba a permitir caer tan bajo. Hacía muchas tonterías en mi vida, ¿pero perseguir a un hombre que no quería nada conmigo? Oh no, señores, incluso yo sé que esa es una actitud lamentable.  

—Totalmente, sólo estoy pensando la cantidad de cosas que tendré que pintar de regreso a casa. —Y ahora estaba hablando del regreso, como si no pudiera esperar para deshacerme de él.  «Cállate mejor, Keila»

Lucas sacudió la cabeza sin responder, era quizá la primera vez desde que habíamos salido ese mañana en la que adquiría la usual postura silenciosa. Sí, sin duda la había jodido, él comenzaba a callarse.

Me deslicé fuera de la moto, regresándole el casco en tanto que aplanaba mi ya de por sí aplanado cabello.

—¿Subimos?

—No, tengo que ir a devolver la moto…—Mientras decía eso sus ojos se encontraban fijos en los cascos. Algo había salido mal en este intercambio, pero ¡¿qué?! ¿Qué demonios esperaba de mí?

—Bien…—acepté forzando algo de entusiasmo en mi voz. Dios sabía que alguien debía intentarlo—. Recuerda el límite de velocidad.

Lucas alzó la cabeza presionando sus ojos claros cuando la luz del sol se posó en ellos.

—Tengo una multa que me lo recordará todo el camino—dijo golpeándose sutilmente el bolsillo.

—Eso te pasa por querer hacer tu propia versión de rápido y furioso…

—No te escuché quejarte en ese momento—replicó al instante—. Es más, si mal no recuerdo no dejabas de decir “más rápido, más rápido” antes de que la policía nos detuviera.

—Creo que estás recordando mal los hechos…—espeté alzando ambas manos para zanjar el asunto—. Lo único que eras capaz de escuchar en ese momento era la adrenalina zumbando en tus oídos.

Lucas rió suavemente, dándole golpecitos rítmicos al casco que aún sostenía.

—Y tu risa. —Enarcó una ceja desafiándome a negarlo, pero sólo pude rodar los ojos y sacarle la lengua infantilmente, tal y como la estúpida que estaba demostrando ser con cada segundo que pasaba.  

—Y la tuya…—De algún modo sutil lo habíamos recuperado, el ritmo y la naturalidad de la conversación fluida de antes, parecía que sí podíamos mantenerlo después de todo—. Debo subir o tus hermanas mandarán a la guardia nacional tras de mí.

—Ve entonces, nos vemos en el pasillo hacia el altar.

Asentí muy lentamente porque en ese instante, mi cerebro estaba demasiado ocupado suspirando junto con el resto de mi cuerpo. Pa–té–ti–ca.  Lo sé, no tienen que decirlo.  

                                                            ***

                                                         Lucas.

Había demasiado ajetreo en el lugar, todos a mi alrededor parecían tener una tarea que cumplir o una necesidad irracional de moverse. Tan sólo Cam y yo permanecíamos sentados en actitud pasiva, observando como los empleados y organizadores de la boda hacían lo suyo. Para ser honesto, les había quedado bastante bien. No es como si yo supiera algo de organizaciones de bodas, pero el simple hecho de que lograran erigir un altar en medio de la playa ya era digno de elogios.

Cam jugaba con su sombrero a mi lado, bajándolo hasta sus ojos para luego intentar subirlo con el movimiento de sus cejas.

—Se te va a congelar el rostro de ese modo y vas a parecer sorprendido el resto de tu vida.

Él me miró automáticamente buscando en mis ojos algún signo de burla, tras calibrar mis palabras un instante, se acomodó el ridículo sombrero que su madre lo había obligado a usar para la ocasión. Quitando ese detalle, ambos íbamos vestidos del mismo modo: pantalones de lino beige, una guayabera blanca y un chaleco a juego con los pantalones. Obviamente no habría sido mi primera elección de atuendo, pero no es como si Lara me hubiese dejado opciones. Al menos yo había podido prescindir del sombrero.  

—¿Cuánto más van a tardar, tío Lucas?

—No tengo idea—Lo miré de soslayo—. Supongo que una vez llegue la novia, la cosa irá más rápido.

Cam frunció el ceño golpeando la punta de sus zapatos uno con otro de modo impaciente, podía entenderlo yo tampoco estaba muy seguro de qué rayos estábamos esperando. Habría imaginado que una boda sería una transacción rápida; firmar algunos papeles, un intercambio de anillos, un beso quizá si el cura no era demasiado ortodoxo y baile. Pero aquí todo estaba rígidamente calculado, hasta la última flor del decorado había sido estudiada y comprobada tres veces. Esto dejaba patente quienes habían sido la cabeza detrás del evento. Lara y Jace tenían una seria obsesión con el orden, la boda había sido como la ocasión perfecta para que ambos glorificaran aquello.

—Tengo que hacer pis—informó Cam repentinamente, poniéndose de pie y huyendo antes de dejarme huir con él.

Lo observé atravesando el pasillo que conducía al altar, la carpa donde se suponía estaría la novia, los sillones y mesas donde se serviría la cena y finalmente las escaleras que subían hacia la casa. Si no se había orinado para entonces, él realmente se merecería una felicitación.

Volví mi vista hacia el altar donde se encontraba Jace mirando en dirección al mar con gesto ausente, las manos en los bolsillos de sus pantalones blancos y la espalda firme como la de un soldado. Me pregunté vagamente si estaría trazando en su cabeza el camino más corto que lo sacara de allí, no podría aventurarme a decir que estaba nervioso o algo más. Él simplemente parecía absorto y era la primera vez desde que había llegado a su casa que en realidad lo veía quieto. ¿Se estaría replanteando las cosas? ¿Estaría pensando en su luna de miel? ¿En mi hermana? Joder, sólo esperaba que no estuviese combinando esas dos últimas cosas, sería demasiado para mí. No era tan inocente como para esperar que ellos se mantuvieran castos hasta este día, pero uno puede jugar a engañarse un poco ¿no? En mi cabeza Sam, Sussy y Lara jamás habían conocido al sexo opuesto y así sería hasta el último momento.

Sentí unos pasos apresurados que se acercaban por el corredor y al parecer Jace también, porque se volvió en el lapso de un parpadeo. Era mi madre. Y no, no estaba allí por mí. En realidad pasó tan rápido por mi lado, que hasta podría jurar que no me había visto.

—¡Cariño!—le dijo a mi cuñado, estirando las manos para estrechar las suyas—. Ya están aquí y todo va según lo planeado. El cura se encuentra en la casa, así que no hay de que preocuparse.

—Gracias, Jane. —Aunque Jace no lucía preocupado en lo absoluto.

Tal vez estaba demasiado seguro de Sam y… ¿por qué no estarlo? Ella parecía quererlo, parecía feliz a su lado y parecía que tenía muchas ganas de casarse. No que eso asegurara nada, muchas de esas emociones eran simples de pretender y muchas eran efímeras.

Sacudí la cabeza, molesto por el curso de mis pensamientos, ¿realmente estaba comparando a Sam con ella? ¡Dios! A veces me sorprendía lo imbécil que podía llegar a ser. Bueno, no tantas veces a decir verdad. En la mayoría de las ocasiones era imbécil sólo porque me resultaba práctico y cómodo, era de las reacciones más eficaces. Normalmente las personas no responden felizmente a una actitud irónica y como el fin era marcar una distancia; el sarcasmo, la ironía y el silencio resultaban increíblemente satisfactorios. Esto no era una cuestión de seamos imbéciles para divertirnos, esto era una cuestión de no seamos amables fingiendo que nos divertimos. Y si al final de cuentas todo se resume a qué tan buenos somos fingiendo, ¿por qué perder el tiempo armando un escenario para los demás? Ya me engañaba lo suficiente a mí mismo, como para detenerme a pensar en el resto del mundo.

No me importaba qué tan egoísta sonara, el mundo y el maldito universo estaban en deuda conmigo. Tengo derecho a ponerle mala cara a quien sea, nadie puede negarme el derecho de mandar a la mierda a todo. Y básicamente eso explica porque mi madre simplemente pasa de mí como si fuera una imagen demasiado oscura para disfrutar. Si había algo que Jane no soportara era la antipatía, la frialdad y la soledad, supongo que por eso nunca fuimos muy apegados.   

—¡Oh, Lucas, ahí estás!

—Sí, mamá, estoy aquí—Desde que cruzaste el pasillo, añadí mentalmente.

—¡Te he estado buscando por todas partes!—Ella se acercó a la hilera de sillas donde estaba sentado, deteniéndose justo delante de mis pies. Una indirecta para que me incorporara, lo cual no hice.

—¿Para qué?—pregunté alzando la mirada tentativamente hacia su rostro. No estaba seguro adónde estaba mirando, pues el sol golpeaba mis ojos de una manera molesta. Incluso la media sombra que habían colocado sobre nuestras cabezas, no parecía poder con él.

—Para qué…—repitió ella haciendo una muy mala imitación de mi voz—. Tú siempre tan animado…

—No quiero quitarte el trabajo que tan bien haces.

En esa ocasión su cuerpo me hizo la suficiente sombra como para que notara su ceño fruncido y sus labios rojos apretados en una línea. Tal vez la había cabreado, creo.

—Lo que sea, tu hermana quiere hablar contigo.

—Eso sólo reduce el problema a tres posibilidades—reflexioné, finalmente poniéndome de pie—. Al menos que haya alguna otra hermana por allí de la que no me hayas hablado.

—Lucas Hassan, no te pases de listo conmigo.

Reprimí una sonrisa, dando un instintivo paso al costado.

—¿Entonces?—la apuré haciendo de cuenta que no había oído la advertencia.

—Sam, ella quiere hablar contigo. Ahora lárgate de aquí…

Haciendo un saludo militar, me di la vuelta escapando por un milímetro de la mano que voló hacia mi cabeza.  Jane no perdía la oportunidad de querer sacarme la mala actitud a golpes. Venga, no estoy diciendo que ella fuese agresiva conmigo. Pero quien haya pasado su vida sin haber recibido algún golpe de su madre, simplemente no ha tenido madre.

Pasé por el pasillo intentando no patear los jarrones con flores, o cosas transparentes con flores o lo que fueran, y me dirigí directo a la carpa de la novia. ¿Si me hubiera casado habría puesto una carpa para la novia? ¿Habría hecho algo tan extravagante como esta boda? Me gustaba lo que Jace hizo por Sam, pero dudaba que algo así cuadrara conmigo o con mi prometida, en caso de que tuviese una. Pero si ella lo hubiera querido, no me vería capaz de negarle una carpa o una boda en la playa, o el anillo más caro, el menú más delicioso o un exorbitante número de invitados. Realmente habría ido en contra de todo lo que considero práctico en una boda, con tal de casarme con ella y… ¡mierda! Eso sí que hablaba mal de mí, yo era un lambiscón. ¿Seriamente pensé alguna vez que toda esta charada era romántica? Uf, me asqueaba a mí mismo.

Alguien me abrió un lateral de la carpa, incluso antes de que yo pudiera intentarlo. Bien, no se podía negar que ellos estaban en todo. La chica/¿moza?... me obsequió una sonrisa esperando pacientemente a que pasara y le correspondí lo mejor que pude. Al llevar mi atención hacia el interior me encontré enfrentando a un animado y ruidoso grupo de mujeres, Sam en el medio de todo el cotorreo fue la primera en verme a través del reflejo del espejo.

—¡Luke!—Ella parecía tan entusiasmada, por un segundo creí estar viendo a Sussy.

Di unos vacilantes pasos en su dirección, notando como el grupo de… una, dos, tres…seis mujeres—si mi conteo no fue malo—abrían un camino para mí. Me detuve a un lado de Sam, la cual se encontraba parada en algo circular que la dejaba casi a mi misma altura.

—Sammy, escuché que me estabas buscando. —Las otras mujeres, entre las que se encontraban mis hermanas, Keila y dos absolutas desconocidas, se alejaron al extremo contrario de la carpa.

Oh, vaya… íbamos a tener una charla. No que me disgustara hablar con Sam, a decir verdad era la única con la que sí me gustaba hablar… o me gustaba. El caso era que las cosas cambiaban y las charlas por algún motivo, ahora no terminaban dejando a ninguno contento.

—Te ves hermosa—dije viéndola bajar de su círculo de la estatura, para arrastrarme a un lado del espejo.

—Gracias—sonrió levemente—. Pero no es por eso que te llamé, quiero preguntarte algo.

Ok, la primera tentativa de distracción no había funcionado. Y uno que creería que una futura novia estaría a la pesca de cumplidos, pensando sólo en su momento de gloria en el altar. Bien, esto demostraba que Sam nunca pecaría de novia corriente.

—Los anillos son perfecto, Sam, no tienes que preocuparte.

—No me preocupo por eso, estoy segura que hiciste un excelente trabajo. —Mierda, tentativa de distracción número dos anulada.

—Bien, pues tal vez quieras saber que Jace aún no ha huido. Por lo que no debemos hacerlo esperar…—Ella se adelantó cubriéndome la boca con la mano, para luego enviarme una mirada de censura.

—Sé lo que intentas hacer, no te va a funcionar. Así que para. —Me encogí de hombros como toda respuesta y ella tomó esto como una señal para continuar—. Hablé con Keila…—«Mierda»—… y si bien ella dice que está todo bien, quiero escucharlo viniendo de ti.

De acuerdo, admito que esto me agarró por sorpresa.

—¿Disculpa?

—Lucas, ayer no fue exactamente una demostración de cariño lo que ocurrió en el club. Y me pediste que te ayudara a conseguir la moto, armamos el itinerario… no creas ni por un segundo que no me vas a decir cómo resultó.

—Sam, ¿estás queriendo cotillear a quince minutos de dar el “sí”?

Sam me descargó un golpe en el brazo y no pude evitar reír ante la escena, ambos listos para la boda, ella con su vestido blanco de estilo griego y yo con los anillos quemando en los bolsillos de mi chaleco. Y ahí estábamos charlando de mi paseo con Keila, como si fuera la hora del té.

—No estoy queriendo cotillear, pero Keila es tan informativa como tú. —Alzó ambas manos exasperada, mirándome reprobadoramente casi como si el silencio de Keila fuera responsabilidad mía—.  ¿Qué fue lo que pasó? ¿Han podido arreglar las cosas?

—Cielo, no tienes que preocuparte por mí ahora—La tomé de las manos, bajándolas suavemente para que se relajara—. Disfruta tu momento, dicen que nunca es igual como en la primera boda…

—No seas estúpido—me cortó abruptamente—. No voy a estar verdaderamente tranquila hasta saber lo que pasó.

Abrí la boca para responder de forma automática, lo tenía en la punta de la lengua, aquella respuesta mordaz que la disuadiría de seguir con la charla. Pero aunque sabía bien que decir, no lo hice. Parte de mi renegaba de su preocupación y quería mostrarle el dedo medio como al resto del mundo, pero esta era Sam. Era muy difícil ser un bastardo con Sam.

—Todo fue bien—musité a regañadientes. Eso era lo que ella esperaba oír, ¿por qué no facilitárselo?

De acuerdo, sí, las cosas en el paseo habían ido bien. Pero Sam pensaba que me estaba ayudando a reconciliarme con Keila y en parte era cierto, sólo en parte. Porque yo no quería reconciliarme con Keila, no es como si la hubiese traicionado o lastimado o mentido o lo que sea. No podía pretender que me importaba hacerle daño, cuando no tenía idea de cómo hacer tal cosa, cuando sabía a ciencia cierta que ella no me conocía lo suficiente como para sentirse mal o bien por mi causa. Era tan simple como eso, no nos conocíamos. No había más que una natural necesidad de ser tolerables el uno con el otro, no había nada más que una mentira conjunta entre los dos. Eso no quitaba que me cayera bien, o que no disfrutara con su compañía. Quizá con tiempo y en circunstancias diferentes podríamos llegar a ser buenos amigos. Quizá incluso pudiera ser algo más por muy diferente que fuéramos, pero estaba el detalle de que no iba a pasar por eso otra vez. Estaba cansado de que la gente sólo asumiera que tener una novia resolvería todos mis problemas. Claro que no, todo empezó por querer tener una novia… ¿cómo en el nombre de Dios esa sería mi solución?

Si Sam y el resto de mi familia comprendieran que estar solo no es sinónimo de sentirse solo, entonces quizá nunca me habría metido en todo este lío desde un comienzo. Pero bien, ese barco de todos modos ya había zarpado.

—Luke, sé que crees que soy una metiche, pero puedes entender que sólo me preocupo por ti.

—Lo entiendo. —Aun cuando no quisiera su preocupación, decírselo sería alargar una conversación inútil—. ¿Puedo irme ya?

—Eres odioso, ¿lo sabes?

Maldición, la había ofendido.

—Lo sé, lo sé…—La atraje hacia mis brazos porque no sabía cómo responderle, porque las palabras normalmente no se me daban y porque seguramente la terminaría cagando de agregar algo más. La abracé, porque últimamente es lo único que en verdad echo de menos, porque por un segundo me sentía perder a la distancia, porque nunca nadie me dijo que costaría tanto hacerlo solo.  

—Dímelo, Luke. —Sentí su voz junto a mi oído y la apreté con más fuerza; cerrando los ojos para no captar el reflejo de mi rostro en el espejo, dándome un segundo para cargar mis pulmones con aire y empujar lejos la necesidad de decírselo todo en verdad.

Ella afianzó su amarre entorno a mi cintura y entonces… me aparté, justo cuando sentía que las palabras sólo brotarían de mi boca, fui capaz de recuperar el control de mis acciones. La miré por largo rato, descubriendo en su mirada un dejo de amargura ante mi rechazo. Extendí la mano para limpiarle la mejilla y le obsequié mi mejor sonrisa de todo estará bien.

—Ve a ser feliz, Sammy.

Ella también sonrió, resignada, porque supo en ese instante que no iba a decirle nada. Aunque había tanto por ser dicho, ya había decidido no incluir a Sam o a ninguna otra persona, esto era algo con lo que lidiaría por mi cuenta.

Me di la vuelta dirigiéndome lentamente hacia el resto del grupo, cuando Lara comenzó a gritar nuestros nombres. Dejé que la cacofonía a mi alrededor volviera a tragarme, intentando abstraerme lo suficiente como para no pensar en mi hermana. En lo que acabábamos de decirnos sin decir nada y en lo mucho que la había echado de menos. Sentí que alguien se paraba detrás de mí e instintivamente le tendí la mano, ella no vaciló en tomarla y sonreí sin volverme a verla.

No necesitaba mirarla, sabía que se trataba de Keila, sabía que me había visto entrar y hablar con Sam. Sabía que estaba deslumbrante en su vestido azul, que sus ojos se veían cautivadores del modo en que se los había maquillado y que sus labios apenas si necesitaron un suave brillo para robarse todo el protagonismo. Lo sabía porque a pesar de que mi mente no quería estar allí, era incapaz de no registrarla u obviarla como a los demás. Porque así como el abrazo de Sam, la mano de Keila lograba despertar la necesidad de aferrarme por un segundo a alguien más.

¿Y qué se suponía que haría con esto?

—¡Acabemos de una vez!—exclamó Lara entonces, dándole una respuesta a mi pregunta no formulada—. ¡Todo será perfecto!

Sonreí muy a mi pesar, y jalé a Keila un poco más cerca. Mientras estuviéramos allí no había motivos para rechazar su compañía, no era un consuelo de ningún tipo…pero comenzaba a ser una necesidad.  

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Aja, finalmente y como muchos lo habían estado pidiendo, le tocó a Lucas relatar. Sé que de buenas a primeras es difícil comprender lo que pasa con él y con Sam, y estoy segura de que tienen interesantes hipótesis xDD Pero si tienen paciencia, todo va a ser explicado! Espero les haya gustado, ya me dirán. Para las fotos se pasan por twitter y chusmean un poco, así se hacen la imagen mental xDD La que dejo al lado es lo más parecido a lo que hay en mi cabeza... igual Keila va a dar una mejor descripción que él. 

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