Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un tipo normal.

Lo sé, lo sé... me desvié del plan original. Pero sepan que sí estoy estudiando, pero en mis pausas de café y asimilación de la información, fue escribiendo pedazos de este capítulo. De repente cuando miré lo que iba escribiendo, me di cuenta que estaba completo... así que acá estoy. Dejo esto y sigo con mi lectura, para no perder la costumbre un cap de madrugada... besos para todos ^^

Capítulo XXIV: Un tipo normal.

—Entonces, ¿ya me gané tu pedazo de cielo?

—Más bien mi parcela en el infierno—respondí entre dientes, haciendo que Paula me sacara la lengua burlonamente—. No puedo creer que lo hayas hecho a mis espaldas.

—Oh, vamos Keila. Tú querías que viniera, sólo te repetías que no para no sentirte tentada de invitarlo. —Se sacudió las manos como si estuviese presumiendo un trabajo bien hecho y yo rodé los ojos, no queriendo admitir o negar nada de aquella aseveración—. Así que puedes comenzar a agradecérmelo cuando quieras… ¿un fin de semana en un spa? Sí, creo que eso sería suficiente.

—Cierra la boca—mascullé bajándola de un bandazo de su nube de autosatisfacción—. Aún no estoy segura de si ahorcarte o…

—¿Agradecerme?—ofreció esperanzada; la miré negando suavemente y ella se desinfló bajo mi escrutinio—. Bueno no parecías muy molesta hace un rato cuando te colgabas de su cuello.

—¡Yo no me colgaba de su cuello!—Las personas junto a las mesas del bufet se volvieron repentinamente interesados por nuestra conversación, así que procuré parecer calmada cuando decidí volver a hablar—: No hablemos más del asunto, es mejor que vaya a dar una vuelta por el salón.

—Ve entonces—me apremió con una palmadita en el brazo—. Intenta no ser muy obvia cuando lo estés buscando…

—No voy a…—comencé a protestar, pero Paula alzó una mano solemnemente para silenciarme. Me mordí el labio inferior y conjuré mi paciencia perdida, para no dejar salir a la camionera interna enfrente de tantos extraños.

A pesar de que quería negárselo rotundamente a mi amiga, me encontré a mí misma echando largos vistazos al salón en busca de una camiseta negra y esos jeans que se veían ilegalmente ajustados en su trasero. Seguramente él sabía lo que provocaba esa imagen en mí, de lo contrario no se habría vestido para desarmarme mentalmente con la mera contemplación de su cuerpo. Oh vaya, soy asquerosamente elemental. Una chica normal debería estar molesta, buscándolo para que le diera explicaciones y largas disculpas, en cambio yo lo buscaba para chequear su retaguardia. De acuerdo, fueron dos meses de abstinencia, pero en serio ¿qué está mal conmigo?

Afortunadamente la escena que se desarrollaba a unos metros de mí, me salvó de tener que buscar una respuesta a esa pregunta. La anotaría para luego, cuando tuviese que explicar a un psicólogo mi brote paranoico.

—¿No te parece una pintura estupenda?

Me acerqué sutilmente a los dos hombres que se encontraban de espaldas, admirando la pintura de la llave.

—Es buena—respondió Lucas con su común tono en el que no se podía advertir si le gustaba, o simplemente hablaba para llenar el espacio.

—Es fascinante—agregó Georgi, posando casualmente una mano en el antebrazo de Lucas—. Ese pecho tan fuerte y masculino—Lo miró, obligando al otro a devolverle la cortesía—, no me molestaría despertar cada mañana y admirar algo así.

Reprimí una risa ante el obvio y descarado coqueteo de mi compañero. Lucas pareció sentir mi presencia porque en ese segundo despegó la mirada de Georgi para posarla en mí. Le sonreí y él sólo enarcó una ceja como única muestra de incomodidad.

—¡Así que aquí estás!—Me adelanté tomando la mano que Georgi aún tenía sobre Lucas y mi compañero pareció genuinamente sorprendido—. Paula te está buscando por todas partes, le dije que estabas trabajando pero no deja de darme lata contigo.

—Oh…—susurró él mirando con ojos soñadores a Lucas. ¿De qué habrían estado hablando antes de que yo llegara?

—Es mejor que vayas. —Le dijo él casi como si en verdad le doliera tener que terminar la charla.

—Claro, claro…—Georgi pareció necesitar un tiempo fuera para recuperarse y cuando finalmente lo consiguió, le expuso una gran y enamorada sonrisa a Lucas—. Mejor voy a ver qué quiere.

—Ha sido un gusto conocerte.

Creo que vi como la boca de mi compañero caía hasta el piso, mientras sus mejillas cobraban un tono rojo delator. Nunca y repito, nunca, Georgi se sonrojó ante ningún hombre al que le coqueteara. Esto era un descubrimiento. Tras pasar saliva con dificultad, Georgi hizo algo muy parecido a una reverencia femenina y pasó por mi lado, no sin antes darme su opinión sobre Lucas:

—Estoy enamorado. —Y sin dejarme responder se fue volando sobre sus pies como una bailarina.

Regresé mi atención a Lucas y él me sonrió maliciosamente.

—Oh, eres cruel—dije sacudiendo la cabeza en desaprobación. De ser posible su sonrisa creció aún más.

—No lo soy, sólo fui amable.

—Seguramente está yendo a su casa para hacerte un altar en su closet. Eso señor—le clave mi índice en el pecho—, es un fea actitud.

Aunque no iba a negar que fue divertido ver a Georgi, perdiendo facultades en un terreno que se jactaba de conocer como la palma de su mano. El hecho de que no esperase que Lucas respondiese tan amablemente a su coqueteo, lo habría dejado en ascuas.

—Sólo estoy ganando aliados.

—Le gustas—informé, haciendo caso omiso a ese comentario sobre los aliados.

—Es agradable—respondió sin darle mayor trascendencia.

—No es eso lo que quiero decir; le gustas, gustas.

—Oh… ¿eso te molesta?

¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Por qué iba a molestarme que Georgi lo encontrara atractivo? Seguramente muchas otras personas, que sí podían ser competencia, lo encontraban atractivo. Y… ¡aguarden! ¿Competencia? «Oh, por el amor de Dios, Keila. Deja eso»

—Claro que no…—Sacudí la cabeza, sin ánimos de transitar ese camino. Es decir, dos meses sin noticias suyas y ahora pensaba en si había o no competencia. ¡Joder! ¿Cuál es mi problema?—. De todas formas, ¿vendiste algo? La gente comienza a irse.

—Creo que fue una noche muy provechosa, y te alegrará saber que hice algunas ventas.

—Genial. —«Ahora date la vuelta y continúa con la revisión como tenías planeado»—.¿Te ha gustado como quedó?—«¡Keila, haz caso!»—. No tuve tiempo para terminar de llenar el lugar pero…—Definitivamente mi cerebro y yo habíamos tomado caminos separados en algún momento, porque no podía creer lo que estaba haciendo.

—Ha quedado fantástico, todos lo dijeron.

Intenté una sonrisa, pero entonces pareció que mi cerebro volvió a tomar las riendas y sin decir nada me di la vuelta para continuar con mi idea original. Pero fue la sensación de una mano fría sobre mi brazo, la que le entregó el mando nuevamente a mis hormonas.

—Antes de que te marches—dijo él cuando lo enfrenté—. Me gustaría poder hablar contigo.

—Mm… sí, claro.

—En privado—añadió sin darme la chance a pensar una excusa para no aceptar. No es como si necesitara una, pues tenía de sobra. Es decir, él no quiso hablar conmigo en dos meses, ¿y ahora repentinamente necesitaba hacerlo en privado?

—No lo sé…

—Por favor. —Avanzó hasta que sus ojos estuvieron lo suficientemente cerca como para que me perdiera en los colores de sus iris. Asqueroso manipulador. Pestañé intentando recordar todas las razones que me había dado para no necesitar esto, para no esperar que finalmente tomara una decisión—. Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero no serán más de cinco minutos y luego me iré si eso quieres.

¿Por qué seguía diciéndome eso? ¿Desde cuando el que se quedase o no era mi responsabilidad? Yo no quería esa responsabilidad, Lucas era demasiado complicado y yo aún seguía sin conocer a un buen psiquiatra para ambos.

—Bien. —Ahí estaba otra vez haciendo alarde de mi falta de cerebro—. Cinco minutos.

—Es todo lo que necesito.

Asentí, antes de forzarme a alejarme de él y chequear al resto de los vendedores. Debía saber cómo había resultado todo y Paula estaba haciendo la revisión de las pinturas vendidas y los precios, quizá había sacado lo suficiente como para pagar mi deuda a Lucas. Y quizá, invitar a cenar a todos mis ayudantes. No iba a ponerme demasiado exigente con los resultados, siempre que tuviera un reconocimiento como artista ya me sentiría realizada.

Nos tomó alrededor de una hora más poder despedir a la última persona y organizar el salón como habíamos acordado con los dueños. Eran pasadas las doce de la noche, cuando finalmente pude soltar un suspiro de alivio y dejarme caer en una silla junto a las pocas almas caritativas que se habían quedado hasta el final. Chad, sentado a mi diestra se levantó al ver a Paula pasar y ondeando una mano en mi dirección se despidió siguiendo a la mujer que no era su novia. Sí, ya.

Paula me lanzó otro beso, dejando que Chad le abriera la puerta y me volví hacia mi izquierda para encontrarme con un par de ojos verdes somnolientos.

—Así que parece que nos toca cerrar—le espeté cargándome de valor para despegar mi trasero de la silla. Lucas se levantó también cogiéndome del brazo y dándome un empujoncito muy necesario.

—Pareces cansada.

—Ha sido un largo día. —Él hizo un gesto que en un principio no supe interpretar, pero entonces caí en cuenta de lo que ocurría—. Pero tengo cinco minutos más.

—Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión.

Estaba retrocediendo de nuevo, por qué esto no me sorprendía. Cerré los ojos lentamente, pero el control que había estado llevándome a través de ese día finalmente había caducado.

—Como quieras, ¿nos vemos en dos meses más o esta vez serán cuatro?—Fui incapaz de refrenar mi sarcasmo, mucho menos cuando me había pedido hablar sólo una hora atrás y ahora se estaba retractando. ¿Qué demonios quería conmigo? Estaba harta de este avance y retroceso, no iba ser esa clase de mujeres que vivían a la espera. Por Dios, me negaba a ser así de estúpida.

—Keila…—murmuró en tanto que me instaba a ir hacia la puerta. No le hice caso, cruzándome de brazos de modo tozudo.

—¿Qué? ¿Vas a empezar a hablar y te quedarás callado?—Él sacudió la cabeza en una negación, pero no hizo amago de responder nada. Sentí tal frustración por su actitud, que no supe cómo contuve mis manos para no sacudirlo por los hombros o… golpearlo—. Lo que sea, Lucas, no me importa a qué estás jugando… no quiero ser parte de ello. Si quieres hablar, sabes donde encontrarme.

—Sólo estaba pensando en ti—interrumpió jalándome del brazo para detener mi dramática y genial retirada—. Estás cansada y…

—¿Y qué? Esto puede esperar, ¿eso quieres decir?

—No, no puede esperar… pero lo haré esperar si es necesario.

Presioné las manos en puños y dejé ir el aire que estaba conteniendo desde vaya a saber cuánto tiempo.

—Entonces vamos, háblame.

—Te acompaño a tu casa.

—No—dije automáticamente, tenerlo en mi casa sería de las peores ideas en el mundo—. Estoy cerca y caminaré hasta allí.

—Dejarme ir contigo—ofreció esquivando mi negativa.

—¿Viniste caminando hasta aquí?—Lucas sonrió casi imperceptiblemente, seguramente sabiendo que no debería tentar su suerte con mi humor tan volátil a esas horas.

—Bueno, no, pero tengo mi carro afuera… te llevo.

—No vas a darte por vencido, ¿cierto?—Él negó lentamente y fui lo bastante idiota como para encontrar satisfacción en ese acto. Al menos parecía estar intentándolo—. Bien, vamos.

Y que sea lo que Dios quiera, añadí para mis adentros. Esperando que por una vez, Dios pagara todas las deudas que tenía conmigo.

                                                                ***

Ni bien cerré la puerta de su carro, me giré para enfrentar lo que podía ver de su rostro—que en este caso sería su perfil—, un detalle que le quitó algo de peso a mis intenciones intimidatorias.

—Bien, tus cinco minutos comienzan ya. —Para enfatizar aún más mis palabras, me miré la muñeca en donde alguna vez tendría que llevar un reloj. Pero vamos a obviar ese detalle también.

—Wau… eso es algo directo.

—Podemos perder el tiempo con conversaciones triviales si quieres, ¿dime cómo está tu familia?—ataqué sin darle tregua a mi actitud retadora.

—¿Mi familia?—preguntó algo receloso, mientras ponía el auto en marcha—. ¿Qué quieres saber de ellos?

Así que iba a ir por el camino de la conversación trivial después de todo. Genial, yo también podía hacerlo.  

—¿Qué tal están?—repetí con una calma que en realidad lejos estaba de sentir. Pero él no tenía porque saber eso.

Lucas golpeó con su pulgar el volante del auto y me miró un segundo, antes de apartar la vista hacia la carretera.

—Jace y Sam siguen casados…—comenzó pareciendo no estar muy seguro de qué otra cosa decir—…hm, el bebé está bien. Aún no saben qué es, pero esperan poder saberlo en un mes o así. Am…

Coloqué una mano bajo mi barbilla, mostrándole toda mi atención. Lucas se enderezó en su asiento, dando pequeños vistazos a mi rostro y a la calle. De no conocerlo mejor, diría que lo estaban amenazando con torturarlo al estilo de los chinos. ¿Era tan difícil para él hablar? No iba a sentirme culpable por forzarlo, después de todo fue su pedido el de conversar.

—Lara y Sussy están planeando unas vacaciones de una semana a un lugar…—Presionó los ojos tenuemente, para luego sacudir la cabeza—. No recuerdo dónde dijeron que era… y…—suspiró—. Mamá comenzó a remodelar su cocina… Cam encontró una tortuga en la playa después de la boda y la adoptó como mascota. Mmm… creo que esas son todas las noticias sobre ellos.

—Vaya… ¿te llamaron?

Él se volvió para mirarme y noté que parecía que acababa de salir de una batalla. Lucas en verdad detestaba la cháchara, no que no lo supiera desde antes. Pero era divertido ver que a pesar de odiar hablar por hablar, no se estaba negando.   

—Bueno, mamá llamó hace dos semanas. Y…—Alzó una mano que parecía remarcar una obviedad. Yo agité la cabeza, mostrándome en ascuas y él resopló algo muy parecido a una maldición—. Y yo llamé a Sam para ver cómo iba todo…

—¿Se sorprendió?

—A decir verdad, sí. —Sonrió repentinamente más tranquilo, a él le gustaba hablar de Sam, por supuesto—. Creo que no esperaba ninguna noticia mía, pero no pareció disgustarle. Oh y… todos te envían saludos.

—Que amables, salúdalos de mí parte luego.

—Lo haré.

Viró en la cuadra donde estaba mi edificio, completando los cinco minutos estipulados. No es que esperara que algo ocurriese, que de un momento a otro él tuviera una revelación y decidiera compartirla conmigo. No es como si las cosas fueran a cambiar, al menos me había sacado la duda sobre eso. Si en algún momento esperé que volviera a mí dispuesto a aclarar lo que fuera que teníamos, pues adiós a la tonta ilusión. Lucas estaba aquí, había venido pero eso no significaba que algo hubiese cambiado.

Aparcó el carro en el mismo lugar que el taxi dos meses atrás; hablando de déjà vu, este no era uno que me gustaría retomar.

—En realidad es al final de la cuadra—murmuré sin apartar los ojos del limpia parabrisas.

—Oh… bien. —Fueron unos pocos metros más hasta que le dije que se detuviera. Antes no había querido que supiera exactamente en donde vivía, pero ahora me daba igual. Es decir, no es como si fuera a buscarme alguna vez.

Abrí la puerta y le sonreí al mirarlo.

—Gracias por el aventón y… la charla. —Esperaba que no se perdiera la ironía de esas últimas palabras—. Nos vemos…

—Keila—me interrumpió, con esa forma tan suya de arrastrar mi nombre al pronunciarlo—. Esperaba que pudiera subir un momento.

—¿Adónde?—pregunté incrédula. Pues por un segundo me dio la impresión de que él quería entrar en mi departamento, ¿era eso correcto?

—A tu casa…

Bueno, no es como si la noche no viniera presentando sorpresas desde temprano. ¿Qué podía perder? La dignidad ya la tenía ausente desde la adolescencia.

—Ok… pero subes bajo tu propio riesgo. —Él no respondió y yo me precipité fuera del carro antes de entrar en razón y consciencia de lo que acababa de aceptar.

Oh dulce Jesús, iba a meter a Lucas en mi caja de zapatos. Y mientras subíamos las estrechas—y maltrechas—escaleras del edificio, mi corazón parecía querer salirse por mi boca. De acuerdo, lo admito, nunca antes había llevado a nadie a mi casa. Pues no tenía el perfil como para siquiera ser llamada casa, más bien era un ambiente mal iluminado, el cual compartía con algunos animalitos de muchas patas y el olor a pintura. 

Me detuve delante de mi puerta, sintiendo el cuerpo de Lucas no muy lejos del mío, su respiración calmada y su usual silencio. Mierda, tendría que haber terminado esto en el auto.

—No es específicamente el Four Seasons—me excusé, dado que tenía muy presente el recuerdo del apartamento de Lucas.

Ahora… visto desde un punto optimista, tal vez se asustaría lo suficiente como para quedarse mucho tiempo.

—Hm…

Y sus respuestas no ayudaban a calmar mi nerviosismo. Pues muchas gracias por ese aporte, Lucas. Empujé la puerta con fuerza, tras jalar dos veces hacia fuera y ésta cedió bajo mi peso. Era mi sistema de seguridad, no se fijen.  

—Bien—me hice a un lado para dejarlo entrar y de ser posible, mi caja de zapatos se sintió aún más pequeña con él adentro—. Comedor, living, habitación…—dije abarcando con un movimiento de mi mano todo lo que estaba frente a nosotros—. Por aquel pasillo está la cocina, en realidad es aquel pasillo…y esa puerta lleva al baño.

—¿Habitación?—preguntó dándome una mirada curiosa.

—Sí, detrás de estas puertas si tiras de la manija. —Abrí el armario para mostrarle la manija en cuestión y jalé de ella, haciendo aparecer mi cama—. Todo se hace habitación.

—Lindo. —Nuevamente estaba ese tono presente en su voz, ese que no se comprometía asegurando o negando nada. En ocasiones ese tono era irritante, en ocasiones como esta por ejemplo.

—Sé que no es la gran cosa, pero es mi hogar. —Sus ojos volaron directamente hacia los míos, quizá sorprendido por mi tono de voz cortante.

—Lo sé, no te estoy juzgando—espetó acercándose lentamente hacia mí. No es como si tuviese que caminar mucho para lograr eso—. No estoy aquí para ver tu casa, sólo quiero decirte algo.

Abrazándome a mí misma lo esquivé dirigiéndome a la mesa donde cada día tomaba mi desayuno y algunas cenas. Le indiqué que se sentara, pero él pasó de largo deteniéndose junto a la ventana donde posaba mi caballete para pintar.

—¿Qué es lo que quieres decirme?

Lucas trazó con su dedo una línea en el vidrio y a pesar del cansancio, del ajetreo de esa noche y de su extraña actitud, decidí otorgarle tiempo.

—Estuve pensando algunas cosas estos últimos meses, no es que no lo hubiese pensando antes, pero creo que esta vez realmente me detuve en ello. —Se giró ligeramente para mirarme por sobre el hombro, supongo que verificando si lo estaba escuchando. Yo alcé ambas cejas de modo expectante y él sonrió brevemente—. Estuve pensando mucho en… ti.

Abrí los ojos como platos, gracias a Dios él estaba mirando a la ventana otra vez porque eso habría echado a perder el momento.

—En lo que te dije cuando volvimos de Portland…—sus ojos nuevamente se arrastraron hacia los míos, asentí para hacerle saber que recordaba aquello—. Aún lo mantengo, creo que debes tener a un hombre a tu lado que te tenga como su prioridad.

—De acuerdo—musité sin saber a ciencia cierta adónde intentaba llegar. ¿Vino hasta aquí para decirme que no me rindiera en la búsqueda de un hombre? Bueno, tampoco necesitaba que me lo aconsejaran, era uno de mis puntos en mi lista de por hacer en la vida.

—Pero…—Se pasó una mano por el cabello y en ese segundo le dio la espalda a la ventana, otorgándome una visión clara de su rostro—. Tenía que saber algo… ¿hay alguna posibilidad de que puedas considerarme ese hombre?  

Bien, deben saber que tras esa pregunta me quedé en blanco. Pues si no había entendido mal, Lucas acababa de decirme que quería tenerme como una prioridad. Era eso, ¿cierto? ¿O es que voy a tener que buscar a ese loquero antes de lo planeado?

—¿Keila?—inquirió cuando los minutos de silencio comenzaron a estirarse más de la cuenta. Levanté un dedo pidiendo un segundo y él asintió sin protestar.

—Estás… ¿qué me estás pidiendo, Lucas?—Me puse de pie dando unos pasos hasta detenerme frente a él—. Porque si mal no recuerdo, tú dijiste que no querías a nadie en tu vida ahora…

—Lo sé, pero… tampoco quiero esto. —Hice un gesto al no comprender a que “esto” se refería. ¿Esto nosotros? ¿O qué?—. Esto, Keila, este modo de vivir.  No quiero tener esta vida…

—¿Qué vida?—lo increpé esperando que no se cerrara esta vez. Tal vez esperando demasiado, pero podía ser mi noche en todos los sentidos ¿no?

—No quiero estar estancado, no quiero ser viejo y mirar atrás para darme cuenta de mis errores. Estoy cansado de estar enfadado con todo el mundo, no quiero ser miserable o sentirme tan cómodo de este modo. He pasado mucho tiempo así…—Sin darme cuenta extendí una mano para tomar la suya y él se aferró a ella como si en verdad necesitara ese apoyo—, convenciéndome de que no necesito nada de nadie. Pero es que estaba tratando de entender las cosas. Sintiéndome demasiado a gusto y con demasiadas razones como para estar solo.

—¿Y ahora no?

Él negó tirando de mi mano y arrastrándome un poco más cerca.

—No, no creo que esté siendo justo conmigo mismo. —Una leve sonrisa tiró de la comisura de sus labios y bajó la cabeza para que quedáramos cara a cara—. Hay muchas cosas de mí que no sabes, no siempre fui así… así de distante. No es esto lo que quería para mi vida, tenía planes como cualquier otra persona, Keila.

—¿Por qué los dejaste?—pregunté con un hilo de voz. Era algo difícil mantenerse coherente con su boca tan condenadamente accesible y… apetecible.

Se encogió de hombros, y aunque no lo dijo con palabras sabía que tenía que ver con su ex novia. Deseaba que me contara los detalles de su pasado, pero eso parecía ser empujar los límites que él mismo se había impuesto.

—Desilusión supongo—dijo repentinamente—. Como te dije, estaba molesto con todo y todos…—Inconscientemente se llevó la mano libre hacia el pecho, allí donde escondía su llave—. Así que decidí dejar de interesarme…

—¿Todo por Gabrielle?

—En parte—respondió escuetamente aún cuando yo creí que iba a obviar mi pregunta—. Ella tiene que ver con eso, pero no es culpable de nada. Fueron muchas cosas juntas…

—No te entiendo—murmuré frustrada. Estaba recibiendo respuestas, pero no como lo había esperado. Esto era como tener retazos de información, él se soltó el collar para posar su mano en mi mejilla.

—Hmm… ¿puedes confiar en mí con esto? Es el pasado, estoy empezando a asimilarlo como tal. Pero si quieres te lo contaré todo algún día…

—¿Eso significa que nos veremos más días?

—Eso depende de ti. —Alzó una ceja sugestivamente y sonreí ante su tonto gesto—. ¿Qué dices?

Su pulgar trazó un delicado círculo en mi pómulo y luego lo hizo descender lentamente hasta alcanzar mi boca. Su mirada era cuidadosa e inquisitiva, yo solté un suspiro entreabriendo los labios y él delineó con su índice los contornos, inclinándose pero deteniéndose sin reclamar el beso.

—Respóndeme—murmuró cuando me estiré para cerrar las distancias entre nosotros, Lucas me detuvo sosteniéndome de la cintura y yo protesté con un bufido—. Sólo di que sí…

—¿A qué?

—A dejarme hacerte mi prioridad.

Lentamente despegué mi mirada de su boca, para posarla en sus ojos verdes casi amarillos. ¿Acaso esperaba que le dijera que no? Este hombre no dejaba de sorprenderme.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello, alzándome en la punta de mis pies para poder acoplarme a su altura.

—¿Por qué querrías eso?—Lucas rió jalando de mí incluso más cerca de su cuerpo, sentí el calor y la dureza de sus músculos contra los míos. Y pensé que estaba siendo demasiada conversación por una noche.

—Porque eres hermosa…

—No es suficiente—le dije juguetonamente. Él gruñó algo entre dientes mientras me despegaba del piso por completo, sosteniéndome con la fuerza de sus brazos únicamente.

—Porque me estás volviendo loco.

—Claro, échame la culpa.

Su boca rozó la mía entonces y se me olvidó sobre qué estábamos discutiendo.

—Porque cuando estuvimos en Portland, volví a sentirme más como mí mismo. Me haces extrañar ser como era…

Sorpresivamente sentí una inadecuada presión en mis ojos y antes de darme cuenta, comencé a ver a Lucas tras un velo acuoso. ¿Qué pasa conmigo?

—Oh…

—¿Qué ocurre?—preguntó preocupado bajándome de nuevo a mis pies. Aparté el rostro cuando una enorme y estúpida lágrima cayó a toda marcha por mi mejilla—. ¿Keila?—Lucas me sostuvo la cara y me vi obligada a enfrentarlo—. ¿Por qué lloras?

—No sé… sólo, se me salió. Estuve aguantándolo dos meses… no quería llorar porque estaba segura de que no valías la pena. Y ahora dices esto y… lo siento.

—No pasa nada—susurró jalándome de nueva cuenta a sus brazos—. Ni yo estoy muy seguro de si valgo la pena.

—Bueno, tú sí que sabes vender seguridad a una chica.

Lucas soltó una carcajada mientras su mano jugaba ausentemente con los mechones de mi cabello. Puse una mano en su pecho, apartándome lo suficiente para observarlo y de su rostro se fue cualquier rastro de risa.

—Por alguna razón, cuando estás cerca siento la necesidad de ser alguien que valga la pena. ¿Crees que puede lidiar con eso?

—Creo que podemos trabajar desde ahí.

Y la sonrisa volvió tímidamente, logrando que sus ojos incluso parecieran diferentes.

—Genial. —Bajó su boca hasta mi oído y su respiración me hizo cosquillas—. Voy a besarte ahora, ¿te parece bien?

—Tendrás que probar para saberlo. —No esperó ninguna otra instrucción, él me atrajo hacia su boca incluso antes de que pudiera sonreírle como tenía planeado.

Dos meses no habían cambiado la sensación de sentir la suavidad de sus labios contra los míos, o la extraña combinación de temperaturas de sus manos frías tirando de mí hacia su cuerpo cálido. Sus dientes atraparon mi labio inferior y un estremecimiento pareció bajar a toda marcha hasta mi estomago y más allá. Gemí su nombre, jalando de su cabello para profundizar aún más el beso. Y él me levantó lo suficiente como para ponerme de espaldas contra la ventana, su mano nunca abandonó mi cintura aún cuando yo quería que me tocara como antes.

—Jesús, Keila…—Se apartó para recuperar el aliento, dejándome todavía confinada entre su cuerpo y la ventana—. No vine a esto esta noche… antes en la playa me precipité y quiero tomarme tiempo contigo. Quiero realmente gustarte cuando…

—Tú me gustas—le espeté cortando su hermoso discurso. Lucas me obsequió una media sonrisa cargada de significado.

—Bueno, tal vez te gusta más como me veo y no tanto como soy…—Aun cuando parecía una frase presumida, en su boca sonó como si realmente lamentara que su aspecto fuese mejor que su personalidad.

—¡Lucas, vamos!—Y esto no era porque quería acostarme con él, esto era porque él dudaba de que me agradase tal y como era—. No puedes estar hablando en serio. Sí eres una patada en el culo, pero también tienes tus momentos y sí me agradas…

—Eso es bueno, pero también quiero que veas que puedo ser agradable…no me comporté contigo del todo bien. Y tienes que saber que puedo parecer una persona normal.

Puse los ojos en blanco, tomando su cabeza con mis dos manos y jalando de su cabello para que me enfrentase.

—Si este tipo normal del que hablas, no eres tú. Entonces no quiero saber nada con él. ¿Entiendes?

Como toda respuesta me besó, no una, ni dos, ni tres veces. Sino tantos pequeños besos que perdí la cuenta de ellos. Bueno, tampoco voy a quejarme del tipo normal. No si era capaz de ser tan jodidamente encantador.

______________________________

Ahora sí, me voy a estudiar xDD Espero que les haya gustado ^^ 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: