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Toma 2.

¡Hola, gente! Una pregunta, ¿hay lectores de la provincia de Corrientes, Arg? Este viernes me voy para ese hermoso lugar, a pasar tres día por la capital de Corrientes. Así que ya todos están informados, voy ir a molestar a otra provincia. Eso significa que al menos por un rato no voy a subir cap. porque no voy a tener tiempo de escribir, ni medios. 

Bueno para que no crean que los abandono, aviso de antemano. Seguramente nos estaremos viendo la semana que viene, una vez que vuelva de mi viaje. Si hay correntinos por acá, ya quedaron advertidos xDDD Disfruten de la lecutra ^_^

Capítulo XIV: Toma 2.

—¿Todos listos? ¡No olviden su conteo!

Mientras Lara gritaba órdenes a diestra y siniestra, la mayoría se decantaba por hacer conversación con su compañero de fila. Nos encontrábamos de pie a ambos lados de la puerta de salón de eventos, obviamente no había mucho más por hacer que hablar; una fila de hombres y una de mujeres, esperando por la señal que diera inicio a la caminata. No es que no estuviésemos tomándonos el trabajo muy en serio, pero ese era nuestro segundo intento en el que parecíamos una parvada de gansos ansiosos por volar lejos de allí. En la primera vez, Lara nos había mandado de regreso atrás incluso antes de que Sam hiciera su entrada.

“Todo mal, todo mal” nos decía mientras aplaudía para alentarnos como un entrenador a su perezoso grupo de jugadores. Y entonces alguien hacía una broma, a la cual le seguía otra y otra, segundos después todo se iba al mismísimo diablo. Intentar que la familia Hassan y Di Lauro se concentraran en una tarea, era como aventurarse a enseñar la teoría de la evolución en una iglesia y esperar silencio.

—Ahora bien, entramos Neil y yo…—espetó nuestra coach alzando la voz para hacerse oír—. Luego Sussy y Ezio hacen su conteo, no olviden cinco y cinco.

—¿Por qué debemos contar?—Se quejó alguien desde la fila de los hombres, haciendo que Lara se volviera con un profundo ceño fruncido hacia el ejecutor de la pregunta.

—Porque si Sam…—Nuevamente alzó la voz para que la aludida no pasara inadvertida—…hubiese elegido entrar con una marcha nupcial como una novia normal, no tendríamos este dilema. Pero como hay que acoplarse a la canción, todos los pasos deben ser previstos. —Aplaudió—. ¡Bien, adelante!

—Si vamos a entrar con música, ¿por qué no la pone de una vez?—cuchicheó aquella misma voz masculina, pero Lara hizo caso omiso de él y agitando su mano en el aire dio inicio a la segunda vuelta.

Neil se adelantó con paso seguro hasta el centro de la puerta doble, tendiéndole su mano a Lara. Luego de unos cinco segundos de elefante, ellos comenzaron a caminar dentro del recinto. Sussy hizo un baile de la victoria delante de mí, dotando de su propio estilo al conteo de cinco obligatorio y luego se lanzó a ello. Ezio la esperó en la puerta de la misma forma que Neil, y entrelazando sus brazos aguardaron a que se cumpliera su tiempo para partir hacia el altar.

«Un elefante, dos elefantes, tres elefantes…» Lucas al otro lado de la puerta, casi engullido por las sombras del pasillo donde aguardábamos, se volvió dándome una pequeña mirada inocua. Y entonces comenzó a avanzar hacia la entrada. ¡Demonios el conteo! Cuatro, cinco…fuera.

Salí eyectada en su dirección, atrapando su brazo justo cuando ambos nos deteníamos y enfrentábamos el largo camino hacia el resto del grupo. No me estaban pagando lo suficiente como para hacer esto, era la segunda vez en media hora que haría este recorrido con mi taciturno y silencioso compañero. Definitivamente tendría que exigir el doble si debía repetir esto una vez más.

Lucas había sido el único que no se quejaba o murmuraba cosas al tener que acatar los extravagantes pedidos de su hermana. Se había limitado a adquirir su usual máscara de indiferencia, nadie podría decir si se estaba divirtiendo o no, pero no es como si alguien fuese a preguntárselo de todos modos.

Entonces sentí un tirón de mi brazo, y… ¡Jesús! Yo debería estar prestando atención, afortunadamente él parecía más atento con el asunto de los elefantes. Hicimos la caminata lenta y pausada, justo como Lara nos había pedido. “Nada de correr” “Recuerden que tenemos cuatro minutos de canción que llenar” Y entonces en el altar nos separamos hacia nuestros respetivos lugares.

Jace me guiñó un ojo al verme llegar y yo le regalé un cordial asentimiento en respuesta, justo detrás de él se encontraba Bill con su pequeño hijo Henry en brazos. Dado que Bill no formaba parte del cortejo, Lara le había delegado la tarea de ministro. En el supuesto público se encontraban los otros dos hijos mayores de Lara con su abuela Jane, Gerónimo y Ellen Di Lauro por la parte del novio, los padres/tíos de Jace. O al menos eso fue lo que entendí de esa explicación. 

Todos nos volvimos al unisonó, observando la entrada de Sam con su padre. Ella sólo había dado unos cuantos pasos cuando empezó a sonreír juguetonamente a su prometido en el altar, fue cuestión de echar una mirada a Jace para saber la razón de su poca disimulada risa. Él se encontraba haciéndole señas como si ella fuese un avión apunto de aterrizar, causando que Lara le chistara al igual que a uno de sus niños. Sam finalmente llegó al improvisado altar, el padre le dio un suave beso en la mejilla antes de entregarla simbólicamente a Jace, y entonces todos miramos atentamente a Bill.

Este ensayo estaba siendo prometedor.

—Queridos todos—comenzó el “cura” mientras Henry se agitaba como un pececillo entre sus brazos—. Estamos aquí reunidos en este sagrado salón de hotel, para unir en santo matrimonio a Sam y Jace.

Varias risitas se oyeron de fondo, pero una sola acalladora y autoritaria mirada de Lara, fue suficiente para sofocarlas.

—El matrimonio—siguió Bill, bastante comprometido con su tarea—. Es un trabajo de dos, a partir de este día ustedes dejaran de ser uno y se convertirán en un equipo. Todas las decisiones deberán ser consideradas por ambos de un modo equitativo: ¿vamos de vacaciones? ¿compramos una casa? ¿te gusta este vestido? ¿tenemos sexo?—Se detuvo encogiéndose de hombros casualmente, para luego echarle una mirada divertida a Jace—. Bueno quizá eso último no es tanto tema de dos.

El grupo entero fue incapaz de contenerse frente a esas jocosas observaciones, muy a pesar del disgusto de Lara. El “cura” no era Hassan o Di Lauro, pero sin duda daba la talla para formar parte de la familia.

—Bill, enfócate—Tras un leve regaño, el hombre se aclaró la garganta como todo un profesional y continuó.

—Bien… dicho esto, sé que ustedes desean expresar sus votos.

Una significativa pausa sobrevino luego de eso, pues Sam y Jace habían decidido revelar el contenido de sus votos matrimoniales el mismo día de la boda. Algo de lo que ni Lara pudo disuadirlos de reconsiderar.

—Ahora—Bill se volvió lo suficiente para mirar a Sam a la cara, ella le sacó la lengua provocándole—. Samantha Lauren Hassan. —¡Momento! ¿Lauren? ¿Era posible que todos tuvieran una S y una L en sus nombres?

Mi vista viajó automáticamente hacia el otro lado del altar, chocando casi por inercia con la mirada interrogante de Lucas. Si ese hombre no sabía lo que estaba pensando, entonces simplemente no lo conocía en lo absoluto. Él me hizo un gestito para que volviera mis ojos a los novios y tras calibrarlo un instante, lo hice. Pero dejando como un asunto pendiente el tema de los segundos nombres, ¿cómo sería el suyo?

—¿Aceptas como esposo a Jace Fabrizio Di Lauro? ¿Para amarlo y respetarlo? ¿En la salud y en la enfermedad? ¿En la riqueza y en la pobreza? ¿En el orden y la limpieza…

—Púdrete, Bill—interrumpió Jace ganándose una carcajada por parte del ministro.

—… hasta que la muerte los separe?—concluyó aún sonriendo su propia broma.

—Acepto—respondió solemnemente Sam, entrelazando su mano con la de Jace.

—Jace Fabrizio Di Lauro, mismo asunto… bla, bla, bla. ¿La tomas?

—Eres un imbécil. Sí, acepto. —Él se giró diciéndole esas palabras a Sam y ella alzó una mano atrapándolo del cuello de la camisa, para atraerlo hacia sus labios.

—¡Oh, venga! Esa parte aún no.

Riendo, ambos ignoraron los quejidos de Bill, mientras se los veía murmurarse cosas en un tono que sólo ellos podían oír.

—¡Lucas! ¿A qué esperas?

Me sobresalté ante el chillido reprobatorio de Lara, obligándome a dejar de sonreír como tonta frente a la escena que montaban los novios y mirando, para variar, al mío. Lucas rompió la fila detrás de Ezio y se acercó hasta Bill, tendiendo una mano al aire que fue… ¿bendecida? Vaya, esto de los ensayos sí que era raro.

—El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y fidelidad. —Al parecer la única frase que Bill había respetado de todo su discurso.

Lucas se volvió hacia Jace con su bandeja ficticia en manos y éste asintió cordialmente, tomando uno de los anillos invisibles. 

—Sam recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. Nel nome del Padre e del Figlio e dello Spirito Santo.

Entonces fui consciente de dos cosas; íbamos a tener una boda católica al estilo de la vieja escuela y por alguna razón que no llegaba a comprender, Lucas era el encargado de los anillos cuando bien se sabía que ese era trabajo del padrino. 

—Jace recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Una vez que las alianzas estuvieron bendecidas y en las manos correctas, todos volvimos nuestra atención a Bill.

—Por el poder que me ha otorgado… mi esposa, aquí presente—Lara soltó un bufido para nada feliz por esa mención—. Yo los declaro, marido y mujer. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Puedes besar a la novia… si te atreves.

Beso, risas, aplausos, regaños y…

—¡Todos devuelta atrás! Vamos a hacerlo con música.

A pesar de la clara orden de Lara, me quedé aguardando a mitad de pasillo a Lucas, en tanto escuchaba como el resto se quejaba de tener que repetir el acto una vez más, si para todos había sido un rotundo éxito el ensayo anterior. Él se demoró un instante extra junto a Jace, con el que parecía tener un asunto importante en el que se veían implicados varios murmullos y asentimientos serios. 

Sus ojos se dijeron hacia mí en un parpadeo errante, casi como si pudiera sentirme mirándolo, entonces le dio una palmada en el hombro a Jace y lo dejó para que aguardara nuevamente en el altar.

—¿Una vez más?—Le pregunté mientras me daba alcance y de forma natural enlazaba su mano a la mía. Considerando mis iniciales pegas hacia esas familiaridades, me sorprendí esperando e incluso preparada para el frío contacto de sus dedos.

—¿Estás cansada?—A modo de respuesta dejé caer en mi cabeza en su brazo, fingiendo somnolencia—. Aguanta un poco más…—me susurró girando el rostro lo suficiente para rozar sus labios contra mi frente.

Fue algo espontaneo, algo que cualquier espectador tacharía de insulso o lo pasaría por alto. Pero no había nada que pasar por alto en ese gesto, uno de los primeros que parecían salir de un Lucas que no estaba pensando demás sus acciones. Y muy a mi pesar, me encontré deseando conocer un poco más de esa versión de él. Sólo un poco más.

De regreso en nuestros lugares, cerré los ojos dejando que los primeros acordes de una solitaria guitarra me adormecieran, liberándome de pensamientos sobre Lucas o su familia, o siquiera de la verdadera razón por la cual estaba allí. Al ritmo hipnotizante de la voz de Edwina Hayes, comenzamos a desplazarnos tras el conteo programado por Lara. Dejando que por esa vez, la romántica canción escogida por Sam para ese momento, llenara cualquier posibilidad de conversación absurda. O pensamiento coherente.

                                                           ***

—¿Cómo te llamas?

—Keila…

—Me gusta tu cabello, Keila—La pequeña Mani me enseñó su gran sonrisa con ventanas frontales, antes de pegarse la vuelta y salir brincando hacia su padre, también conocido como el cura o vulgarmente sólo como Bill.

Luego de tres ensayos, logramos finalizar uno en donde nadie olvidó su parte o se retrasó a media caminata, casi como si todos hubiésemos tocado el tope de nuestra paciencia y necesitáramos hacerlo bien para poder huir sin mirar atrás.

Me desperecé junto a la viga donde estaba parada, mirando como Mani y su hermano mayor Cam, corrían de una punta a la otra presumiendo al resto su inagotable energía infantil. El niño se detenía de a momentos para saltar junto a los hombres que aún permanecían en el altar, intentado llamar su atención en vano. El único que lo miraba de tanto en tanto para hacerle caras graciosas, era la persona que uno menos esperaría. Cam respondía a ese estímulo colgándose de las manos de Lucas buscando treparle por la espalda, mientras el otro parecía completamente enfocado en su conversación con Jace y Ezio.  

Pasaron otros cinco minutos para que Lucas finalmente abandonara a los dos hermanos, y al darse la vuelta su mirada se detuvo en mí rostro con cierto toque de incredulidad. Un gesto que casi podía pasar como sorpresa alteró sus facciones un instante, pero él tenía la facultad de recomponerse demasiado rápido para mi gusto. Me agradaba la idea de que pudiera tomarlo desprevenido, lamentablemente eso no era fácil de lograr con este hombre.  

—Pensé que ya habías subido.

Sacudí la cabeza en una negación, quedándome firme en el lugar mientras él se inclinaba levemente en mi dirección, pasando un brazo por encima de mi hombro.

—No estoy apurada.

—¿Y el cansancio?

—No es para tanto—susurré, demasiado consciente de su ceño fruncido en un desacuerdo mudo.

—Ellos—Apuntó con su barbilla hacia el resto de las personas que aún se apiñaban en el interior del salón—. Están pensando salir esta noche, no tenemos que ir si no quieres…

—¡Claro que tienen!—exclamó una voz femenina a espaldas de Lucas, haciendo que éste presionara los ojos y cargara sus pulmones con respiraciones lentas. No podría asegurarlo, pero sospechaba que ese era su modo de contar hasta veinte y recordase que estaba entre familia.

—Sussy, márchate—Le espetó sin siquiera voltearse a mirarla.

—Pero… tienen que venir, no podemos festejar una boda mañana con todos los invitados llegando sin resaca. Mataría el espíritu de las bodas.

—¡Es cierto!—agregó Bill más allá—. ¿Qué clase de boda sería si no nos aparecemos con ojeras y ganas de vomitar?

—Por favor, Bill, cállate—Lara dio un paso al frente, y Lucas flexionó el brazo que tenía sobre mí dejándose caer suavemente contra mi hombro. Rendición—. Será divertido, ya conseguimos que mamá se quede con los niños. ¿Qué dices, Keila?

—Fiesta de despedida en grupo—señaló Jace, cruzando ambos brazos alrededor de la cintura de Sam.

—Suena bien—No es como si pudiese decir que no, estaba siendo coaccionada por un grupo numeroso.

—¡Excelente! Después de la cena, nos encontramos todos en el hall—Lara tomó a Henry de los brazos de su padre, mientras se daba la vuelta dándole instrucciones a su pequeña prole.

—¡Fiesta!—Con su grito de victoria, Sussy salió del salón hablando animadamente con Ezio y Neil.

Jace se limitó a encogerse de hombros, dejándose arrastrar por el pasillo de la mano de Sam. Ella se volteó para darnos una leve sonrisita de adiós, dejándonos allí aún en medio de nuestra conversación interrumpida. Repentinamente Lucas suspiró contra mi hombro, haciendo que un inapropiado estremecimiento bajara a toda marcha por mi columna. Lo empujé suavemente, y él se apartó casi a regañadientes.

—Querías que dijera que no, ¿cierto?

Contrajo su hombro ya como tantas veces lo había visto hacer antes, un gesto entre resignación y desinterés que en momentos como ese, me fastidiaba. Caminamos hasta los ascensores en silencio, la imagen de aquella caja de metal trajo consigo otras imágenes para nada agradables. Tras el tiempo perdido en el ensayo, las risas y las bromas tontas, había olvidado el pequeño asunto de Neil. Si bien Lucas no había mencionado ni una palabra al respecto, suponía que iba a hacerlo tarde o temprano, y no iba a ser bonito.

—Así que… ¿Lauren?—pregunté ni bien las puertas del elevador se cerraron. Si podía dilatar la conversación que se avecinaba, no me cabían dudas que haría lo que fuera para lograr que lo olvidara.

No es que me sintiera culpable por algo, vale, quizás sólo un poquito. Sabía que la posición en la que estaba con Neil, no era específicamente del todo inocente. Pero tampoco había saltado sobre él para quitarle la ropa, normalmente suelo ser capaz de contener esos impulsos primarios hasta la tercera cita.

—Sí. —De acuerdo, en algún momento habíamos hecho una vuelta atrás al Lucas del inicio que… ¡Aguarden! En realidad seguía siendo el mismo al que había que sacarle palabras a cuenta gotas. Esto ciertamente no era una novedad.  

Al menos era reconfortante saber que se mantenía fiel a su personalidad de ostra.

—¿También tienes un nombre con S?

—¿Importa?—inquirió usando de piano a la botonera del elevador.

Puse los ojos en blanco, mordiéndome el labio para no golpearlo e implorando a mi ángel de la guarda que me concediera algo de paciencia. Puesto que durante toda mi vida había sido esquivo con el pedido, en esta ocasión me lo debía.

—¿Cuál es? ¿Samuel? ¿Sergio?—Él como toda respuesta se giró para obsequiarme una ceja enarcada, la misma que básicamente no me decía nada—. ¿Sack?

—Zack, va con Z.

—¡Claro!—dije con completa confianza. Al menos mi despiste le había robado una respuesta completa—. Entonces, ¿qué queda? No hay muchos nombres de hombre con S.

—Los hay.

—¿Salomón?—Una ronca y suave risa surgió de sus reticentes labios, haciéndome ganar un punto a mi favor—. ¿Santiago? ¿Seth? ¿Simón? ¿Stefan?

—No…

—¡Oh venga! ¿No vas a decirme?—Lucas se cruzó de brazos lentamente, antes de enfrenarme con la mirada.

—Si te digo, ¿qué tengo a cambio?

Y estábamos de regreso en el juego, este era el Lucas que podía manejar más fácilmente. El mismo que había pensado los retos más absurdos para mí, aquel que no tuvo problemas en plantarle cara a los míos. Sonreí, pasándome casualmente una mano por la barbilla.

—¿Qué podrías querer?—Antes de que abriera la boca, lo detuve—. Ah, pero sé razonable, estamos hablando de un nombre…

—¿Razonable? De acuerdo…—Él imitó mi gesto, para luego deslizar su pulgar sobre sus labios casi del mismo modo en que lo había hecho más temprano pero en mi boca—. Quiero que… bailes conmigo, cualquier canción que yo quiera…

—¿Sólo eso?—Le pregunté con algo de desconfianza, pues sin duda no podía ser tan simple.

—Sólo eso.

Desvié mi atención un segundo hacia los números del ascensor que comenzaban a pasar el veinte, en seis pisos más estaríamos en el nuestro.

—Bien…es un trato.

Lucas extendió su mano para que se la estrechara y acostumbrada a su particular forma de sólo rozar mis dedos, me sorprendí cuando los suyos se cerraron entorno a mi palma jalándome decididamente en su dirección.

—¿Qué…?—comencé, tratando de apartarme pero su mano libre se presionó contra mi espalda baja haciéndonos adquirí automáticamente una posición de baile.

—Cualquier canción que yo quisiera—musitó a modo de explicación, alzando la cabeza hacia el pequeño parlante en el panel de control, del cual salía una trémula musiquita.

—Pero…—Me acomodé mejor entre sus brazos, tratando de informarle a mis pies que esto no era un simulacro—. Aún no me dices tu nombre.

—Cierto…—Su mano me soltó entonces, subiendo hasta mi rostro para apartar unos mechones de cabello detrás de mi oreja. Una vez que estuvo conforme con su tarea, se inclinó para continuar hablándome más cerca de lo que jamás habría esperado en él—. Me alegro que hayas decidido esperarme.

—¿Por qué?—musité colocando mi palma contra su pecho, buscando en vano mantenerlo alejado. Él deslizó su tacto a lo largo de mi espalda, demorándose un segundo de más en la parte baja de mi chaqueta. Y entonces sin previo aviso, pude sentir el frío de sus dedos rozando la tela delgada de mi vestido.

Mi cerebro trastabillo poniéndose en modo automático sin pedir permiso, en tanto que una fuerza invisible me empujaba más y más contra su pecho. «¿Qué estás haciendo, Keila?» Pero estaba lejos de mí intentar ponerle razón, a algo que me estaba tomando completamente por sorpresa.

—Porque sabes como hacer los viajes en ascensor interesantes—Su mano en mi espalda ejerció mayor presión, pero fui capaz de notar cierto toque de rabia contenida en su voz.

Muy a mi pesar comprendí lo que ocurría. Finalmente la conversación de la cual pensaba haberme zafado, mostraba su rostro de la forma más inesperada posible.

—No es lo que parecía…

—¿No?—inquirió, tocando con sus labios el lóbulo de mi oreja.

Solté un quejido entre dientes, una mitad de mí rogando por un contacto más prologando mientras que la otra me recordaba que no estaba allí para eso. Al menos no para estar sintiéndome tan a gusto confinada en su agarre.

A la distancia pude oír las campanillas del elevador anunciando nuestra llegada al piso, pero ni Lucas ni yo dimos cuenta de ellas.

—Me estaba… limpiando algo de pintura—Por un segundo parecía que habíamos intercambiado roles, pues de un momento a otro yo era la que me trababa a mitad de una frase.

—No me importa lo que estaba haciendo—masculló con voz ronca. Sus labios presionaron debajo de mi oído, justo antes de que me apartara de forma brusca de su lado—. Y si fuese otra la situación, sin duda te alentaría a seguir adelante...

—¿Qué significa eso?—Pero él pasó completamente de mi pregunta y extendiendo una mano detuvo las puertas del elevador, para luego arrojarme una acerada mirada felina.

—Significa que mientras estás aquí conmigo, te vas a comportar. No puedes andar jugueteando con el primer…

—¡No estaba jugueteando!—exclamé por sobre su voz. Lucas sólo me dio una sardónica sonrisa, para hacerme notar que había oído y desechado así de rápido mi comentario.

—Ya te dije que no me importa—Sacó algo de su bolsillo, lanzándomelo para que lo atrapara. Algo que obviamente no hice—. Ahí tienes el número de Neil, al menos espera hasta el lunes para llamarlo.

Sin darme ni una oportunidad de abrir la boca, se dio la vuelta dejando que la insistente puerta se cerrara detrás de él. No hubo un pensamiento que me pusiera en movimiento, sólo fui capaz de mirar su espalda en retirada mientras un sentimiento de frustración mantenía rígidos mis músculos. ¡Dios! ¡Qué hombre más necio!     

Y ni siquiera me había dicho su maldito segundo nombre. 

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¿Opiniones? ¿Les gustó? Espero que al menos se hayan reído algo con el ensayo de la boda. Y bueno, para todos esos que querían saber cómo iba a reaccionar Lucas... ahí lo tienen. Saludos ^^

La canción que eligió Sam a la derecha o en twitter. @tammy_tf88 

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