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"S" es de Segundo.

Bueno, dije lunes ¿no? Así que acá estoy! ¡Feliz cumpleaños para mí! Wiiii xDDD Listo ya hice mi parte tonta del día, así que vamos a lo serio. Les dejo un capítulo particular, creo que un capítulo que marca un cambio o giro en la trama. Espero les guste, lo escribí hace un rato... estoy sin dormir, así que va a ser interesante ver qué resulta de mis fotos de cumpleaños más tarde xDD Besos, lean, disfruten si pueden y si no también.  

Tammy, la que tiene oficialmente 26 años hoy! xDD

Capítulo XVII: “S” es de Segundo.

Pero en vez de dirigirme a la barra a lidiar con otro hombre que posiblemente también poseyera una personalidad errante—por como venía mi suerte, no me sorprendería—, decidí escurrirme hasta la pista junto a Alessia. Una mujer, lo que para el instante resultaba ser lo más seguro.

—¿Fuiste?—preguntó ni bien me vio acercarme. Supongo que ella pensaba que mi desaparición de media hora, se debía a una eterna visita al baño.

—¡Claro!—¿Y para qué desmentirla?

Noté a Lara y a Bill bastante acaramelados a unos pocos metros de nosotras y no pude evitar sonreír espontáneamente. Eran una pareja extraña, ella toda formal y estricta, él todo bromas y juegos; pero funcionaban para sorpresa mía y la de muchos quizá.

—Baila conmigo.

Puse la espalda recta al momento en que un par de manos se cerraron como comprensas entorno a mi cintura. Me volví lista para rechazar a quien se sea, lista para soltar a la perra Keila al campo de batalla, pero al encontrarme con su mirada reticente no pude contener una irónica sonrisa.

—No—le espeté claramente, deshaciéndome de su amarre. Lucas capturó una de mis manos jalándome de nueva cuenta hacia sus brazos—. No quiero bailar…

—Dijiste que bailarías cualquier canción que yo quisiera.

Le fruncí el ceño de modo cortante.

—Sí, claro, pero a cambio de tu segundo nombre.

—Baila conmigo y te lo diré. —A pesar del pedido formal nosotros ya estábamos bailando, no es como si él hubiese aflojado un centímetro el modo en que me sostenía. Y las parejas a nuestro alrededor prácticamente nos instaban a movernos o a dejar de ser un estorbo.

—No necesito eso, se lo preguntaré a alguna de tus hermanas.

—De haber querido saberlo por ellas, ya se lo habrías preguntado.

Presioné los ojos en líneas, tal vez tenía algo de razón pero no iba a dejar que lo supiera ni en un millón de años.

—No es como si me interesara de todos modos—mascullé encogiéndome de hombros desinteresadamente. Yo era buena a la hora de liberar la perra, eso es innegable.

—Oh bien, entonces…—Él me estrechó aún más cerca de su cuerpo, a pesar de que no era una canción para bailar tan apretados.

—Lucas, no puedo moverme así.

—Entonces deja que yo guíe.

Soltando un notorio suspiro de derrota, alcé mis brazos para sostenerme de su cuello. No voy a negar que no fuese más fácil de ese modo, pero no quería tenerlo tan cerca, no quería saber lo bien que se sentía su pecho rozando el mío tras cada vuelta que dábamos. No lo quería de ninguna manera… y aún así ahí estaba, traicionándome en menos de dos líneas. ¡Qué patética puedo ser a veces!

—Dime qué hice mal ahora—murmuró en un momento, pegando sus labios a mi oído para hacerse oír sobre la música. Eché la cabeza hacia atrás, buscando sus esquivos ojos.

—¿Lo preguntas en serio?

—No preguntaría de lo contrario—espetó con ese deje cortante e indolente que tan bien se tenía ensayado. Era uno de sus peores atributos, si debo decirlo.

Chasqueé la lengua, no estando dispuesta a dar mi brazo a torcer y nuevamente sintiendo el tirón interno de mis dos partes antagónicas; la idiota que se dejaba ganar con facilidad y la feminista que estaba midiendo la mejor forma de alzar la rodilla y clavarla en sus partes nobles. El alcohol aún estaba muy presente en mi sistema, y eso me estaba envalentonando. O quizá simplemente ya estaba cansada de su manera de pasar sobre todo, como si su vida y la de los demás le valiera mierda.

—No actúes como si te importara—le escupí sacudiendo la cabeza y echándole mi mejor mirada reprobatoria.

—Y tú no actúes como si me conocieras.

—No podría aunque quisiera, dudo que tú mismo te conozcas. —Sí, ese era efectivamente el alcohol hablando por mí. Normalmente alcanzo ese nivel de perra cuando la persona lleva un largo rato fastidiándome, y ciertamente en esos dos días Lucas había sido el primero en romper mi record de tolerancia.

—Bien, Keila, ¿qué más?

Sentí su mano deslizándose a lo largo de mi espalda, deteniéndose un centímetro antes de que la misma se acabara. Lo miré enarcando ambas cejas, pero él no se dio por aludido.

—¿A qué te refieres?

—Dime todo lo que tengas que decirme, estoy deseoso de escucharlo.

—No voy a jugar esto contigo, Lucas. —Lo empujé tanto como mis fuerzas me lo permitieron, algo que difícilmente lo inmutó—. Suéltame.

Él apartó la mirada de mis ojos por un instante y la mano que descansaba en mi espalda se abrió por completo, para luego cerrarse arrastrando algo de la tela de mi vestido en el proceso. Suspiró, dejando caer su cabeza sobre mi hombro emulando aquel gesto durante el ensayo. ¿Era su modo de decir basta?

—Realmente me lo estás poniendo difícil y me gustaría que supieras…—Sus labios tibios rozaron mi cuello, causándome un estremecimiento mientras hablaba—. Que lo estoy intentando…

—¿Intentando?—pregunté haciéndome cosquillas con su cabello.

¿Por qué diablos no me miraba? Al menos quería ser capaz de ver aquello que Sam vislumbraba, un cambio de ánimo real. Una mínima pauta por la cual guiarme, porque estaba perdida entre tanto intento de comprenderlo.

—Intento ser una persona que… valga la pena.

Coloqué una mano sobre su cabeza y él murmuró algo que no entendí, para luego presionar un beso en la base de mi cuello.

—No hagas eso—lo amonesté, ignorando por qué mi mano se aferraba con más fuerza a su cabello. Se suponía que estaba apartándolo, ¡por Dios!

—No puedo evitarlo…—musitó depositando otro beso en mi garganta—. Sabes bien…—Y otro en mi barbilla—. A frutas…—Y otro en la comisura de mis labios—. Dulce…

—Espera…—Aunque mi cerebro y todo el resto de mi cuerpo no estaban con ánimos de esperar nada, no quería que esperara. Era un infeliz, estúpido, malnacido, machista… pero también sabía bien.

—Bien—aceptó, francamente sorprendiéndome—. Espero…

—Voy a arrepentirme de esto, ¿verdad?—Hizo una leve mueca que podría confundirse con una sonrisa—. Al menos dime que serás el mismo hasta que la noche acabe.

—Lo prometo. —Y le creí muy a mi pesar.

Capturé mi labio con los dientes, incapaz de echar todo pensamiento racional por la borda y sólo dejarme llevar. Dejarme llevar con Lucas prodigaba una catástrofe de gran magnitud. Las Keilas en mi cabeza se sacudían mutuamente por los hombros: “¡tómalo!” gritaba una, mientras la otra me esquivaba la mirada casi como si estuviese avergonzada de mí.

Lo miré cometiendo mi primer error de la noche; las Keilas se silenciaron para observar como mis manos se deslizaban hasta sus mejillas y lentamente lo atraían hacia mí. Entonces fue mi decisión. Lo besé, tomándome el tiempo de respirar su aire y marcar un ritmo pausado con cada caricia de mis labios. Lucas se dejó besar, sus manos tiraban ligeramente de mí contra su cuerpo y eso era todo lo que se permitía hacer. Ese era mi beso y sacaría partido de él, el tiempo que durase. Él se apartó para obsequiarme una interrogante mirada, una mirada de ¿y ahora qué? Pues, básicamente no había pensando más allá de perdonarlo con un beso por sus múltiples comentarios desatinados.   

—Entonces…—susurró cepillando mis labios con cada sílaba, sus ojos bajaron una fracción de segundos al piso y al mirarme sonrió—. Parece que finalmente la conseguí.

Pestañé aún un tanto obnubilada por el beso y el alcohol, algo que me estaba dificultando sobremanera comprender a qué se refería. Hice un pase rápido por nuestros últimos minutos de conversación, ¿qué debía conseguir? Y fue esa pregunta la que arrastró consigo otro recuerdo nublado. Conseguir, conseguir, consíguete… no podía ser cierto. Repentinamente mi voz chillona atravesó a toda marcha por mi cabeza, encendiendo todas las luces a su paso: “Consíguete una puta, yo no vendo mi afecto”. ¡Claro que podía ser cierto! Era Lucas de quien estamos hablando después de todo. ¿Acaso por un segundo realmente pensé que lo había afectado en lo más mínimo? ¡Duh! ¿Cómo podía ser tan crédula?

Y entonces como si alguien más tomara posesión de mi cuerpo, vi el momento justo en que mi mano se precipitaba con fuerza hacia su rostro. La bofetada resonó incluso por sobre la estridente música—o al menos eso me pareció—, noté a Bill abriendo los ojos como platos a nuestro lado y mi vista se disparó hacia al apartado, donde el grupo entero nos observaba de pie en la pista. Lucas abrió la boca cuando fue consciente de mi golpe y por un segundo sus ojos destellaron con rabia, aproveché ese instante para liberarme de su medio abrazo y sólo huí.

¡Jesús, María… y ese otro que los viejos dicen! ¡Nunca en mi vida había abofeteado a un hombre! Estaba segura de que eso sólo pasaba en las telenovelas, justo después de que Juan Alberto engañara a Lolita con su mejor amiga. ¡¿Qué está pasando conmigo?! «¡Te llamó puta!» Y eso era algo que tenía prohibido olvidarme.

—¡Keila!

«Oh no, no lo esperes» Esquivé personas casi como si mi vida dependiera de ello, y a decir verdad quizá lo hacía. Lucas tenía esa mirada de Ted Bundy de nuevo, esa mirada de cuando te agarre no quedara un cabello tuyo reconocible. Y honestamente no quería protagonizar una escena en ese sitio, bueno vale, no una más grande.

—¿Eh qué ocurre?—Neil, demasiado listo o demasiado temerario, me detuvo del brazo en plena carrera. Yo eché una rápida mirada por sobre el hombro, viendo a Lucas avanzar decididamente hacia nosotros.

—¿Keila?—Ese era Jace, quien ya se encontraba de pie a mi siniestra. Alcé ambas manos en gesto de impotencia y él se volvió automáticamente hacia su padrino—. Llévala al hotel, yo lidio con Lucas.  

—Jace, no deberías—espetó Sam, la cual lo sostenía del brazo reclamando su atención—. No…

Demonios todos ellos me habían visto sucumbir a una reacción de damisela ofendida en su honor. Esto sería difícil de superar.

—Sammy, no voy a provocar a tu hermano. Sea lo que sea, ellos…—Me envió una severa mirada de advertencia—…lo resolverán cuando estén solos. Neil, llévatela.

—Vamos. —Neil jaló de mí en dirección a la salida, justo cuando Lucas alcanzaba el improvisado grupo y encontraba la vehemente negativa de Jace.

Me giré todo lo posible intentando ver lo que ocurría a continuación, pero en un segundo el mar de personas que dejábamos atrás se encargó de cubrirme la panorámica. No debería estar dejando que ellos hicieran el control de daños, esto lo había provocado yo y yo debería estar enfrentándolo. Pero aún sabiendo eso, mis pies simplemente acataron las órdenes de Neil y se rehusaron a escucharme de nuevo.

                                                             ***

Sí, había hecho una salida digna de una reina del drama. Sí, había abofeteado en su blanca y afeitada mejilla a Lucas. Sí, era muy probable que hubiese dejado un reguero de mi dignidad a mis espaldas. Sí, efectivamente me estaba sintiendo ridícula.

—Vas a echar a perder tus manos de artista.

Sorprendida por el tono bajo y pausado de la voz de Neil, alcé la cabeza abruptamente para mirarlo.

—¿Qué?

Él hizo un gesto con su barbilla, apuntando mis manos y por fin pude notar a lo que se refería. Estaba estrujándome los dedos en ese gesto nervioso bastante digno de los lunáticos. Suspiré liberando mis manos, no tenía sentido castigarlas. Aunque mi mano derecha sin duda debería recibir una reprimenda por andar golpeando hombres sin autorización. 

—Vas a estar bien, sea lo que sea.

Sí, también me habría gustado creer eso. Pero Neil no conocía a Lucas, ¡por Dios del cielo! Lucas no conocía a Lucas. Bien podría en ese momento estar buscando soga y una pala para deshacerse de mí. Formando una buena historia para Paula, tendría vía libre para desaparecerme. No es como si alguien fuera a preguntar por la chica del departamento con las cucarachas y el olor a pintura.

—Seguro—mascullé, mientras veía como nos acercábamos al estacionamiento subterráneo del hotel. Neil pasó de largo, directo hacia la entrada pues como conductor designado, debía regresar por el resto del grupo—. Gracias por traerme.

—Ni lo menciones—dijo él dándome una sonrisita de aliento. Luego de aparcar la camioneta frente a las amplias puertas de cristal, me miró—. No es de mi incumbencia lo que haya ocurrido entre ustedes, pero quiero que sepas que si necesitas algo… no estás sola.

¡Oh genial! No estaría pensando que estaba atrapada en una relación agresiva, ¿o si? Este era mi límite de humillaciones, pensé que nunca alcanzaría este día pero aquí estaba.

—Está bien, Lucas es un idiota… pero…—Pero ¿qué? ¿Inofensivo? ¿Acaso no dicen esos las mujeres golpeadas? No, mejor no intentaba defenderlo o culparme, eso sólo complicaría las cosas. 

—Entiendo—me cortó él, afortunadamente. Su mano palmeó suavemente la mía en un toque algo torpe y ¿reconfortante?—. Sólo quiero que lo tengas en cuenta.

—De acuerdo—murmuré con la cara indiscutiblemente roja. ¡Y eso que yo nunca me sonrojaba!

Regalándole una sonrisa forzada me precipité fuera del vehículo, antes de seguir hundiéndome más en mi estupidez. Neil aguardó hasta que estuve dentro del hotel para marcharse y yo tomé dos inspiraciones para poder correr por el hall hacia los elevadores.

—Eres una estúpida—me dije, presionando el botón de llamada—. Eres una estúpida, golpeadora de hombres…—Una mujer que pasaba en ese instante, enarcó ambas cejas como si yo le repugnara. Pues ya somos dos, señora.

El elevador decidió demorarse entre los pisos veinte y yo, por lo que dejé caer mi cabeza contra el botón repetidas veces a tiempo que me murmuraba: estúpida, estúpida, estúpida… damisela en apuros, estúpida… espero que haya boletos de avión a Seattle. Estúpida, estúpida

—Entre otras cosas—añadió mi aspirante a Ted Bundy, el cual se había materializado de la nada junto a mi cuerpo.

Me negué a despegar mi frente del botón, porque a) me estaba proporcionando equilibrio, algo que iba y venía desde la última hora y b) mi rostro era menos accesible de ese modo a la posible ira de Lucas. ¿Y si quería devolverme el golpe? Yo tenía una boda a la cual asistir y él no quedaría en una buena posición. Mucho menos después de lo que Neil creyó que pasaba entre nosotros.

—Keila.

—No te estoy hablando—respondí achatando mi nariz contra el metal frío alrededor del botón.

—No seas infantil. —A su favor voy a admitir que sí estaba siendo infantil. Pero, oigan, lemon drops, tequila, cerveza, champán… ¡denme algo de crédito! 

—¿Vas a golpearme?—le pregunté despegando mi cara lo suficiente para verlo por el rabillo del ojo, él soltó una pequeña maldición entre dientes acercándose más a mí.

—No seas ridícula.

—Sí, llevo diciéndome eso desde hace rato, pero no está surtiendo efecto.

Sentí su mano presionando mi hombro y di un respingo de pura sorpresa, Lucas ignorando eso me arrastró en un medio abrazo guiándome hacia uno de los ascensores que acababa de llegar.

No se me escapaba el hecho de que varias de las cosas más interesantes entre nosotros, habían ocurrido en esos ascensores. Esto era o un buen presagio o un símbolo de que todo acabaría con mi cadáver en la tina de la habitación. Cuando las puertas de cerraron detrás de nosotros, él me liberó.

—Bien…—dejó ir la palabra en un siseo, muy parecido al idioma Pársel de Harry Potter.

—¿Bien ahora vas a golpearme?—inquirí mirando el piso.

—No voy a golpearte—masculló casi como si le fastidiara tener que aclararlo. Bueno, eso resultaba ser un alivio. Una de sus manos sí dejaría marcas en mi rostro—. Aunque ganas no me faltan.

Me giré bruscamente en su dirección, rogándole con la mirada que aplacara esas ganas.

—¿Lo siento?—ofrecí tímidamente. No estaba muy segura de cómo proceder tras golpear a una persona, esa no era yo. Supongo que a otras les funciona eso de las bofetadas, pero yo no arreglaba las cosas así.

—No lo sientes en verdad. —Vaya, él podía ver que sólo intentaba no provocarlo a que pateara mi trasero, era bueno—. Y me pregunto por qué en el nombre de Dios decidiste usar mi cara de deshago.

Solté un bufido retractándome de él tardíamente «¿Qué te pasa Keila, buscas alentar a esas ganas?»

—No hablas en serio—lo reté, pues por mucho que me arrepintiera de mi reacción agresiva, él me había llamado puta y eso era un límite infranqueable. 

—A pesar de tu pesimismo—susurró agitando una mano para que me explicara. Fruncí el ceño cruzándome de brazos y clavando mi vista en los numeritos del contador—. ¿Keila?

—No voy a decírtelo, bien tú sabes lo que me dijiste.

—¡Pues, no, no lo sé!—Me giró para que le diera la cara y le devolví un gesto retador—. Vas a decirme.

—¡No me des órdenes! 

—¡Bien, maldita sea!—Las puertas se abrieron justo a tiempo y mis dos pies no parecían ser demasiados como para sacarme de ese elevador—. ¡Keila!

—¿Qué?—exclamé deteniéndome a mitad del pasillo—. ¡¿Qué?! ¿Qué?

—Explícame…—Pero no lo dejé terminar. Me acerqué a él, y clavando mi dedo en su pecho di vía libre a mi indignación.

—¿Qué te explique dices? ¿Quieres que te diga como es que echas a perder todo cuando hablas? ¿Quieres que te diga el momento exacto?—ironicé sin obtener respuesta—. Pues bien, exactamente la cagaste cuando me llamaste puta. Ahí lo tienes…

—¡¿Cuándo dije eso?!

—¿Cuándo? ¡¿Cuándo?!—No es que se consiguiera un efecto más profundo repitiendo las preguntas, pero esa era yo molesta y falta de argumentos claros—. Pues… ¡no sé, idiota! Te dije que deberías conseguirte una puta para que actúe contigo y cinco segundos después de que te besara, me dices que finalmente la has conseguido. ¡¿Me estás jodiendo con el cuando?!

Él hizo amago de tomarme por los brazos, pero parecía tan fuera de sí que simplemente alzó la mirada al techo, se cubrió el rostro con las manos, las bajó y volvió a maldecir. Dos maldiciones en un lapso de pocos minutos, esto era nuevo para Lucas.

—No…—comenzó, concentrando sus ojos verdes en los míos con firmeza—. No estaba refiriéndome a eso…

—¡Qué conveniente!—Lo corté, ganándome un severo ceño fruncido por su parte. En esa ocasión cuando subió las manos, alcanzó mis brazos decididamente.

—Cállate y escucha. —Sólo porque no se me ocurrió qué decir, guardé silencio y lo miré alzando la barbilla arrogantemente—. Ni siquiera me acordaba de… esa parte. Yo estaba refiriéndome a lo que dijiste, sí, pero no a eso… dijiste que si quería que formaras parte de esto, debería ganarme tu confianza.

Pestañé nuevamente aturdida, las Keilas en mi cerebro comenzaron a deshacer los archivos de conversación. ¿Yo había dicho eso?

—Y te dije que parecía que finalmente la había conseguido—añadió frente a mi mutismo—. Tu confianza…—Volvió a decir en un susurro, como si esa parte no hubiese quedado clara ya.

—Oh…—Bien, ahora era el momento en que la tierra se abría y me succionaba tan abajo y lejos de ese chico como fuese posible—. Mi confianza.

—Keila—Lucas tomó mi barbilla con sus dedos fríos, llevando mi arrogante mirada de regreso a la suya—. Nunca te diría algo así, lo sabes.

—Ahora lo sé—musité tratando de sonreír, sintiendo a la vez como el rubor inundaba mis mejillas por segunda vez en la noche. Esta noche era de segundas veces, sin duda.

—Tienes un buen golpe, sabes… eso está bien. Me gusta saber que te puedes defender sola…

—Lucas, lo siento—dije interrumpiéndolo en medio de su discurso motivacional—. En verdad nunca antes había golpeado a alguien…

—Es bueno ver que no te hace falta práctica—bromeó masajeándose la mejilla golpeada. Sonreí.

—Bueno, pero tienes que entender que tú empujas mis límites y es jodidamente difícil saber qué quieres o cómo lo quieres.

—Lo sé, lo sé. —Me acalló acortando las distancias entre nosotros de forma deliberada—. No estoy esperando que lo entiendas todo.

Trazó con su pulgar un pequeño círculo en mi cuello y sus ojos de gato volvieron a hacer eso de volverse demasiado profundos e hipnóticos. 

—Me gustaría entender…—musité enlazando mis manos a su cintura—. No todo, pero sí algo de ti… algo…

—Keila, estoy intentado.

—Lo sé, pero no sé que intentas. —Y eso era lo que más me frustraba, ¿qué se suponía que estábamos intentando aquí? ¿Estábamos haciendo esto real? ¿Íbamos a llevar la farsa a otro nivel? ¿Qué demonios intentábamos?  

Lucas se pasó una mano por el cabello, reflejando en su mirada la misma frustración que yo sentía. Si él tan solo decidiera decirme algo concreto, pero necesitaba eso, necesitaba que me hablara.

—Me gustas…—Fue tan repentina esa confesión que no hice nada, creo que ni pestañé—. Me gustas de un modo que no debería ser…—¿Por qué? Me pregunté internamente y él pareció captar esa duda en mi rostro—. No estaba esperando esto, Kei, no estaba buscando a nadie… pero estás aquí y representas…—Se detuvo como si la primera opción para finalizar esa frase no lo satisficiera—. No estoy buscando nadie—repitió bajando la mirada.

—¿Tienes novia? ¿Eso intentas decirme?—Sólo eso podía figurarme, él no buscaba a nadie porque yo tenía a alguien y yo representaba… representaba una distracción. Tal vez eso era lo que iba a decir.

—No, no tengo novia. —Pero con esa frase echó a pique cualquier potencial explicación—. Eso es complicado.

—No entiendo.

Él tomó una de mis manos suavemente para luego posicionarla sobre su esternón, enarqué una ceja aún más perdida que antes y Lucas cerró mis dedos entorno de un pequeño objeto. ¿Su collar? Su collar en forma de llave, eso era lo que estaba tocando.

—Ese fue mi regalo de compromiso. —Supongo que no hay palabras claras para explicar mi completo desconcierto—. Que ella rechazó…

Las preguntas y las hipótesis golpearon en todas direcciones dentro de mi cabeza, ¿alguien lo había rechazado? ¿Quién? ¿Por qué? ¿Cuándo?

—¿Entiendes?

Asentí suavemente, pero ¿entendía? No estaba del todo segura aún.

—La amas. —No era una pregunta, sólo estaba estableciendo un punto. Él no necesitaba especificarlo, se alejaba de mí porque a pesar de que la otra mujer lo había rechazado aún la seguía queriendo.

—Mucho. —Y aunque sabía que eso no tendría que haber dolido, dolió—. Sé que piensas que soy incapaz de sentir algo por alguien…

—Yo no…—Pero vamos, ¿realmente se lo iba a negar? Ambos sabíamos la verdad en ese asunto y me sorprendía que él lo dijera sin más.

—No es el caso, Keila, en realidad esa fue la impresión que te di—dijo con ese toque de resignada aceptación con el que había admitido no tener amigos—. Y aunque sé que ella y yo…—sacudió la cabeza, otra vez escogiendo no finalizar la frase—. Tengo que dejarlo atrás, pero… aún no estoy listo para eso.

—Entiendo—espeté en voz baja, sentía que quería y no quería decirme esto. Tanto como yo quería y no quería escucharlo—. No pasa nada, Luke.  

—No estoy negando que me atraigas y no quiero que pienses que cualquier cosa que haya… hayamos hecho fue fingido—me miró firmemente, una emoción indescifrable velando su expresión—. No puedo con esto ahora…

—Entonces seremos amigos—Le palmeé ligeramente el pecho, y él interpretó eso como un pedido para que me soltara.

Una pequeña sonrisa acentuada levemente del lado izquierdo, tiró de la comisura de sus labios. Quizá la única sonrisa que sabía verdaderamente era suya.

—Me gustaría ser tu amigo—aceptó, sin dejar de acariciar aquel punto en mi cuello con su pulgar.

Y por muy bonita que la escena pudiese verse desde afuera, si realmente quería ser su amiga las caricias sutiles debían parar. Así como también ese extraño magnetismo que parecía siempre tirarme hacia él. Me encogí de hombros y Lucas detuvo a su pulgar, para luego lentamente apartarse.

Bien, me agradaba que esa indirecta no tuviera que haber sido explicada.

—Vamos a dormir, amigo.

Sonrió tendiéndome una mano amigablemente y yo la acepte, también amigablemente, porque los amigos pueden tomarse de las manos ¿cierto?

—Oh y Keila. —Me detuve en mi debate interno sobre amistad para darle una mirada interrogante, casi hasta con miedo de saber qué se había olvidado de decir—. Es Sebastián… mi segundo nombre. 

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En caso de que no les haya gustado el capítulo están obligados moralmente a felicitarme por mi cumpleaños, así que finjan por el bien de la cumpleañera y digan que les encantó. xDD Saludos, y ya en verdad, ¿opiniones? 

Como no dejo muchas fotos de Kei, ahí una para que la vean como yo la veo. Pero si no quieren verla, cierren los ojos xDD

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