Made in Lucas
¡No saben! Soñé con uno/a de ustedes. Fue re loco el sueño, pero aunque sé que no era ninguno de ustedes directamente, en mi sueño sí sabía que lo era. Y estábamos en mi casa y le invitaba algo para tomar, todo lo que pude deducir del sueño es que era una chica española. Hablábamos sobre literatura y bla bla bla... la cuestión relevante es que a ese punto llegan a perturbarme, gente. ¡Ya hasta sueño con ustedes! xDDDDD Ok, ahora a lo que vinieron... buena lectura ^^
Capítulo XXXIV: Made in Lucas.
Luego de diez minutos de viajar en un tenso y—vamos a admitirlo—estúpido silencio, tuve tiempo suficiente como para analizarme y analizar lo que estaba haciendo. ¡Jodido Dios! «Eso sí que es una blasfemia» ¡Estaba realmente siguiendo a un hombre! ¿Qué pasa conmigo? Esta no soy yo, esta es Paula, este es Georgi, esta es la madre de Georgi, pero no yo.
—Paula, aguarda…—Puse mi mano sobre su brazo, automáticamente ganándome su atención. Ella me observó y luego al auto que iba dos carros por delante de nosotros.
—¿Qué pasa, cielo?
—No… esto no está bien—Mi cerebro agitó un puño en el aire, para dejarme saber que él tampoco estaba de acuerdo con esta actitud—. Volvamos.
—Pero…—comenzó a protestar ella y la detuve sacudiendo la cabeza.
—Ningún pero, Pau. Sea lo que sea que está haciendo, no me quiero enterar así.
El auto de Lucas viró en una calle y antes de poder decirle a mi amiga que tomara la otra opción, ella encaminó nuestro vehículo detrás del de él.
—Llevamos un largo rato detrás, veamos donde para y ya.
—¡No!—exclamé ya olvidando el tacto y mi paciencia—. No quiero saber nada de eso, Paula, llévame a casa.
Mi amiga me estudió con los ojos entrecerrados, tal vez pensando que me estaba negando a ver la verdad, que me estaba pegando la etiqueta de la idiota por mí misma. Pero no era nada de eso, no es que quisiera vivir en la ignorancia y pretender que nada estaba mal, sólo no quería enterarme así. Esto iba más allá de lo que cualquier hombre merecía, y sin duda alguna ningún hombre merecía que yo lo siguiera por media ciudad como una estúpida con el corazón roto. Podría o no tener el corazón roto (eso era otro tema), pero yo no tenía planes de exponerlo delante de quien sea estuviese con él.
—Ok, volvamos.
Finalmente accedió dándome una corta sonrisa de “yo te apoyo en lo que sea”. Agradecía eso de Paula, pues desde el día en que nos conocimos ella siempre había sido de ese modo. Había estado para mí en todo y algún día se lo iba a agradecer como era debido, pero ese día no iba a ocurrir porque desde que había salido del departamento de Lucas llevaba un pincho clavado en el pecho. Y normalmente no me siento agradecida con nadie, cuando esa sensación está presente.
Ella prendió los intermitentes de su carro a tiempo que Lucas encendía los suyos, y entonces nos miramos con la misma idea destellando en nuestros ojos abiertos como platos. ¡Él nos había descubierto!
—¡Oh mierda! Sabe que somos nosotras.
—¡¿Qué hago?!—Exclamó Paula a su vez, mirando a lo largo de la calle como si la solución fuese a saltar de la acera—. ¿Me detengo?—No respondí, sólo podía mirar a Lucas bajando la velocidad como si quisiera alargar el momento—. ¡Keila!
—¡No sé!—Estaba a punto de decirle que nos entregáramos, que tal vez sacaríamos la pena mínima cuando él se orilló en un espacio libre y maniobró como si estuviese por estacionar.
Paula siguió de largo sacando los intermitentes, y Lucas continuó absorto en su tarea de meter el auto en el espacio. Él no nos había visto (suspiro de por medio), ni siquiera había alzado la cabeza en nuestra dirección, él simplemente había llegado a donde fuese que estaba yendo. Miré a Paula con las cejas enarcadas y ella condujo hasta el final de la calle, para luego meterse en un pequeño espacio que dejaba su auto media cola fuera.
—Ok… eso fue emocionante.
Fruncí el ceño al mirarla y ella se limitó a sonreírme.
—No fue emocionante—protesté—. Casi nos ve, ¿qué pasaba si nos veía?
—No nos vio—Fue su pobre respuesta—. Así que no hay daño, no seas tan melodramática.
—Lo dice la persona que guarda binoculares en su guantera—Saqué a los susodichos y la golpeé con la correa—. ¿Quién tiene binoculares hoy en día? Los observadores de aves y… las damas del siglo XVIII que van al teatro.
Ella me los arrebató de las manos, presionándolos contra su pecho en gesto protector.
—Nunca se sabe cuándo surja una salida al teatro, aguafiestas.
—No soy aguafiestas—Repentinamente tuve un déjà vu de esta conversación, pero rápidamente la espanté de mi cabeza—. ¿Dónde diablos estamos de todos modos?
No conocía muy bien esa parte de la ciudad, yo era más tradicional y constante en mis destinos.
—No tengo idea—murmuró Paula, echando furtivas miradas a través del retrovisor—. Parece una quinta.
La calle detrás de nosotras estaba bien iluminada, ambos lados estaban cubiertos de automóviles bastante bonitos y la entrada era un portón de rejas altas que dejaba todo a la imaginación. Lo demás estaba cubierto por denso y artísticamente cortado ligustro, el cual podría esconder del otro lado una quinta privada, un salón de eventos o una casa algo pretenciosa.
—¿Ves gente?
Ella bajó la ventanilla para observar con sus horrorosos binoculares, obviamente sólo les quería dar uso porque no sería capaz de ver nada a través de los ligustros.
—Veo gente entrando por el portón.
—Genial—medio sonreí cuando mi amiga me observó inquisitivamente—. Es decir, si hay gente entrando entonces es un evento de algo ¿no?
—O es un hotel que gusta de darle privacidad a sus clientes.
Me crucé de brazos, porque era muy capaz de usar la cuerda de sus binoculares para callarla de por vida. No estaba segura de cómo aún, pero me divertiría descubriéndolo.
—Paula, esto es ridículo. Es obvio que se trata de una fiesta, Lucas no mintió. Ahora volvamos.
—Puede que sea una fiesta, una fiesta donde está la tal Eva…
—¡Oh!—Alcé las manos exasperada—. Sabes, tengo una amiga llamada Esperanza… tal vez quieras matarla a ella también. —Paula sonrió de medio lado y entonces hizo lo impensable—. ¡Eh!
Me precipité hacia el lado del conductor tratando de coger su brazo, pero ella se escurrió de mis dedos con una gracia recién descubierta.
—Voy a echar un vistazo.
¡¿Estaba de broma?! No, no, no… esto no podía ser cierto.
—¡Paula, por el amor de Dios!—Abrí la puerta, consciente de que si no la detenía tendría muchas explicaciones que dar. Explicaciones que no tenía, dicho sea de paso—. ¡Paula!—medio grité, medio susurré.
—¿Qué?—Habló ella en el mismo tono—. Debe haber algún cartel en la puerta, sólo voy a mirar qué dice.
—No, no vas a ninguna parte—La tomé del antebrazo, jalándola en dirección al auto—. Lucas puede verte, estúpida.
—No va a verme, no voy a entrar, Kei. —Ella siguió avanzando por la acera que circundaba a la quinta y al ver que algunas personas se volvían a mirarnos, intenté disimular mi rostro asesino tanto como me fue posible.
—Paula, te juro que si no vuelves al auto le diré a Chad que lo amas. —Mi amiga se detuvo a mitad de un paso, volviéndose lo suficiente para darme una aireada miradita.
—Eso no va funcionar conmigo, él ya lo sabe.
Momento, ¿qué?
—¿Cuándo pasó eso?—inquirí en un casi chillido. Pues… ¡vamos! Paula jamás admitiría sus sentimientos por Chad, mantenerlo en un secreto que todos conocían era lo que alimentaba esa relación, ¿no?
—Bueno si estuvieras más al pendiente de tus amigos y no tan al pendiente de tu culo, lo sabrías. —Ok, aquí veía venir un problema para el cual no estaba preparada—. De no ser por Lucas, nosotras ya ni saldríamos juntas… esto es lo más emocionante que hicimos en los últimos meses.
—Yo…
—Lo entiendo, Kei, no te estoy reclamando. —Agitó una mano para acallar mi replica, pero aunque sus palabras sonaron firmes sabía que sí me estaba reclamando—. Sólo quiero saber si este tipo vale la pena para ti, si vale la pena todo lo que estás haciendo por él. ¿Lo vale?
Mis ojos viajaron hacia la quinta y luego hacia mi amiga, por mucho que quisiera responderle que sí, no podía. Porque no estaba segura de nada, porque no sabía si alejarme de mis amigos y concentrar mi atención en él había surtido algún efecto, porque no sabía ya cómo justificar su comportamiento. Tal vez la respuesta era, no.
—Acabemos con esto—le dije, metiendo mi mano en el hueco de su brazo para avanzar juntas hasta el portón.
Había un hombre allí con una carpeta en sus manos, al parecer lograr la entrada a ese sitio no era cosa de echarlo a la suerte. Paula sacó pecho en su vestido de cóctel y se acercó al guardia de seguridad, arrastrándome unos pasos por detrás.
—Buenas noches, señoritas—dijo el hombre de forma muy cordial, a tiempo que dejaba entrar a una mujer y una joven de aspecto algo… Sacudí la cabeza cuando noté que estaba viéndolas fijamente y me obligué a clavar mi atención en el guardia—. ¿Nombres?
Él ya tenía su carpeta preparada para buscar nuestros nombres. Paula me miró y encogiendo un hombro, le sonrió coquetamente al guardia.
—Oh, no, no estamos en la lista. Sólo… ¿cuánto cuesta la entrada?
Me di una bofetada mental al oír eso, esto me pasaba por dejarla hablar.
—Lo siento, pero sólo se puede ingresar por lista. Es una cena de trescientos dólares el cubierto…
—¡Trescientos!—Paula reflejó en su grito mi sorpresa, y creo que la de la mitad de las personas en un radio de tres metros—. ¿Acaso te dejan llevarte los cubiertos luego?
Le fruncí el ceño a mi amiga, empujándola hacia un lateral para que dejara pasar a otras personas. El guardia nos observó con algo de recelo, pero continuó su trabajo ajeno a las dos locas que no estaban en la lista y querían colarse. ¡La cuestión era que yo ni quería colarme! Me había quedado pensando en lo que había dicho antes; era una cena. Lucas no había mencionado una cena, pero eso podría explicar el porqué del elevado coste, si era una cena de caridad los invitados pagaban una gran suma para la recaudación. Tenía sentido a decir verdad.
Dejé a Paula un instante en cuanto vi que el guardia se desocupaba, me acerqué a él tratando de no parecer una desesperada chica intentando complicarle el trabajo.
—Disculpe…—Su sonrisa aunque más precavida, se mantuvo en su rostro—. ¿Podría decirme de qué es el evento?
—Es una cena de recaudación de fondos para el hospital de Seattle, señorita.
Hospital… la palabra hizo eco en mi cabeza por un largo segundo, la imagen de Eva abriendo los brazos frente a Lucas aquella vez en el restaurante, sus palabras en ese instante: “estás viendo a la nueva jefa de enfermeras”.
Sacudí la cabeza mientras sentía una tensa sonrisa tirando de mis labios, no sabía si de felicidad o simple reacción nerviosa a la situación. Fuese lo que fuese, me encontré sonriéndole al hombre como si acabara de darle un nuevo enfoque a mi mundo. Lucas podría ser un tipo sumamente difícil, pero al menos no mentía. Lucas podría estar con Eva allí dentro, pero la presencia de los dos no tenía porque estar relacionada ¿cierto? Eva era la jefa de enfermeras y él… bueno, no sabía por qué estaba allí. La sonrisa se borró.
—Uhh… ¿Kei?—Levanté un índice hacia Paula, pidiéndole sólo un segundo más.
—¿Recaudación de fondos para el hospital?—Repetí lo que me dijo inocentemente, pues normalmente eso ayudaba a que la otra persona se explayara más sobre el tema. El guardia se inclinó para mirarme a los ojos con gesto conocedor. Típico, dale a un hombre una mujer que no sabe algo y tendrás a un jodido maestro de cátedra.
—Sí, se hace todos los años… para el ala de oncología. Médicos muy respetados, antiguos y actuales pacientes, familiares… ya sabe.
—¡Kei!—Me volví haciendo un gesto de “qué rayos” a Paula, pero ella no me estaba viendo a mí. Oh no… ella estaba mirando a algo o alguien más allá.
—¿Keila?—Y esa voz que se proyectó desde mi espalda, sin duda alguna no era la del sabiondo guardia. Paula se mordió el labio inferior, echándose hacia atrás hasta que las sombras se la tragaron. Yo estuve apunto de hacer lo mismo o al menos intentar alguna maniobra evasiva, cuando una mano fría demasiado familiar se cerró entorno a mi muñeca.
«Ay… mierda»
Conté hasta cinco respiraciones profundas antes de volverme para enfrentarlo. Es decir me habían atrapado completamente, ya no tenía sentido intentar huir ¿no? Bueno, no es como si pudiese en esos tacones de todos modos.
—Hola…
—¿Qué haces aquí? ¿Ocurrió algo?—Como si necesitara sentirme más culpable, él adoptó la postura de chico que se preocupa por su chica—. ¿Kei, qué pasa?
—Hm…—No podía sólo decirle que estaba allí siguiéndolo y él había arruinado todo al aparecerse de improvisto sin darme posibilidad de escape. No, quizá eso sería revelar mucho—. No pasa nada.
—Entonces…—Se detuvo a media frase para mirarme de una manera completamente nueva, esa manera que anuncia el instante justo en que sus neuronas conectaron unas con otras—. ¿Cómo supiste donde encontrarme?
Habría sido mejor fingir que necesitaba ayuda médica o que alguien había muerto. ¡Cómo no se me ocurrió!
—Keila—prosiguió ante mi silencio—. ¿Me seguiste?
—Yo…—Moví las manos para ver si eso me infundía coraje, pero no ayudó. A decir verdad, no pude más que mirarlo con la mejor expresión de pesar que fui capaz de lograr.
—Así que sí me seguiste—dedujo, deslizando la mano con la que me sostenía al interior de su bolsillo. Aún con el frío de la noche, eché de menos su contacto.
—Lo siento…—Él no respondió, tenía la mirada fija en el suelo como si hubiese encontrado algo mucho más fascinante digno de su admiración—. Lucas, realmente lo siento… no sé qué me pasó… sólo estaba en casa y luego tú… y ella… y Paula dijo…
—¿Yo, ella, Paula? ¿Qué?—me miró dejando en claro que no estaba siguiendo la línea de mi argumento, pues ya éramos dos.
Suspiré, tomándolo por la manga de su saco para jalarnos a un lugar no tan cerca de las demás personas.
—Mira, no tengo una forma de explicar cómo es que estoy aquí. —Me cubrí el rostro con ambas manos, tal vez si lo deseaba con fuerza volvería en el tiempo y me metería un poco de razón en la cabeza—. Sólo me dejé llevar y… entonces simplemente estaba detrás de ti… y… ¿Ya te dije cuánto lo siento?
—Creo que lo mencionaste—musitó sin dejar entrever ni una pizca de humor o emoción alguna en sus palabras—. ¿Por qué me seguiste?
—No sé…
—¿No sabes?—espetó con frialdad.
—Bueno… no quería, sé que es ridículo. Pero… tú dices siempre tan poco y entonces ella te llama por teléfono y acudes sin dudarlo… y ni siquiera me dijiste bien adónde ibas o insinuado invitarme. No que quisiera ir, no quiero meterme en tus asuntos, sólo que me expliques algo… me habría bastado con que sólo me explicaras por qué esto es más importante para ti que…
No terminé, porque estaba por pasar de humillarme con acciones a hacerlo con palabras. Y una chica debe tener un límite en una noche.
—Keila—Estaba lo suficientemente cerca como para que sintiera su perfume, aun así mantuve mi vista gacha—. Kei, ¿puedes mirarme?
—Lucas, acaba con esto de una vez—susurré con la voz más ronca de lo que hubiese esperado—. Enfádate y dime que soy una idiota, pero hazlo rápido…
Sentí sus dedos posarse bajo mi barbilla y como lentamente me obligaban a enfrentarlo.
—Número uno: no eres una idiota. No uses ese término contigo, al menos que en verdad me quieras enfadar. Número dos: no estoy seguro de comprender todo lo que dices. Pero voy a intentar aventurarme aquí…
—Lucas…—Él me presionó los labios con su índice, entonces asentí para dejarle claro que no interrumpiría.
—Supongo que sabes quién me llamó por teléfono más temprano—moví la cabeza arriba y abajo lo suficiente para que entendiera mi respuesta—. Así que sabes que Eva está aquí.
—Aja…
—Bien, entonces me seguiste porque pensabas que me vería con Eva. —Formuló aquella frase en tono de pregunta, a lo cual volví a asentir—. ¿Que me vería de un modo romántico con Eva?
—Creo…—Me encogí de hombros y él por primera vez esbozó una suave sonrisa—. Pero no es así, ¿o si?
—No, claro que no—se apresuró a responder—. Además dudo que su esposo se tome algo así a la ligera, ella y yo no somos así. Nunca fuimos así, Eva es…
Pero la soltura no le duró mucho, fruncí el ceño.
—¿Quién es?
Lucas se pasó una mano por el cabello, echando a perder su apariencia de chico correcto en traje.
—Es… al menos solía ser un amiga, ahora no estoy muy seguro de qué es o somos. Creo que estamos intentando determinarlo.
—¿Se pelearon?
—Hace mucho tiempo discutimos y cada uno tomó su camino, ¿recuerdas que te dije que no tenía amigos?
—Sí.
—Bueno, no siempre fue así… obviamente. Y Eva era mi amiga… esto…—Hizo un gesto como si con eso pudiese abarcar el lugar—. Esto era una gran parte de mi vida, pero ya no más. Al menos quiero que deje de serlo, pero no podía sólo negarme, Kei. Realmente quería ir contigo esta noche, quería que fuéramos tú y yo… Y es que justo cuando creo que me estoy librando de todo esto, algo llega para entorpecer las cosas.
—Sí, creo que yo no estoy ayudando tampoco. —Él me sonrió, enlazando sus manos alrededor de mi cintura.
—En realidad, esto es lo mejor que ha pasado esta noche y quizá lo único verdaderamente interesante.
—Luke… ¿intentas minimizar el hecho de que te he seguido como una neurótica?
—Quiero creer que me seguiste como una neurótica—me estrechó incluso más cerca—. Una neurótica muy hermosa, por cierto. Porque te interesas por mí, porque te gusto mucho… porque intentas marcar tu territorio, lo cual es fantástico. Y porque creo que es la primera vez que haces algo tan impulsivo, movida por los celos.
—No estaba…—¿Realmente iba a negarlo? Bueno, no podía negarlo pero tampoco iba a confirmárselo para satisfacción suya.
—Cariño, déjame disfrutar la sensación—Se inclinó rozando mis labios con los suyos y un segundo después me ofreció una tenue sonrisa—. Ahora más o menos tienes una idea de cómo me sentía al verte tan sonriente con Neil.
—Oh, vamos…—Sabía que lo decía para que no me sintiera tan estúpida por lo que había hecho en mi arrebato, y lo admito fue un lindo gesto—. Tú no estabas celoso de Neil, me tiraste su número al rostro.
—Sí, ese era yo estando celoso. Lo dejaste acariciarte en el elevador, ¿esperabas que te diera un premio por eso?
Me aparté un resquicio para capturar sus ojos, esperaba verlo burlarse de mí pero contrario a lo esperado, él estaba muy serio.
—No hablas en serio… ¡Dios, Lucas! ¿Hablas en serio?—Se encogió de hombros como toda respuesta—. ¿Te gustaba entonces?
—Me gustaste desde mucho antes, pero teníamos un conflicto de interés.
—Sí, lo recuerdo—musité pensando en todas las cosas que hicimos, dijimos y pensamos hacer en Portland. En perspectiva, parecía que había pasado un siglo desde entonces—. Bueno, al menos sabemos que los dos actuamos como idiotas al tener celos.
—Entonces, prometo nunca volver a hablar con una mujer sin antes decírtelo y tú promete no dejarte tocar por hombres en elevadores sin consultarme primero.
—¿Si te consulto primero entonces puedo hacerlo?
—Si ya…—Me dio una palmada en el trasero, para luego dejar su mano allí posesivamente—. Kei… ¿estamos bien?
—No sé, Luke. Tú dime, ¿quieres ser el novio de una neurótica que te sigue?
—Completamente. ¿Tú quieres ser la novia de un hombre que todavía no se da cuenta que el resto del mundo necesita de una mínima explicación? ¿De un hombre que da casi todo por sentado? ¿Y de un idiota que no ve cuándo su chica no quiere que se marche?
—Creo que de eso sí te diste cuenta—le dije, dejando caer mi cabeza sobre su pecho.
—Lo hice, pero…—su mano se deslizó suavemente por mi espalda—, pero de todas formas me fui. Lo lamento.
—No pasa nada, sí quiero ser la novia de ese hombre…
—Bien, porque ese hombre no va a dejarte ir tan fácilmente.
—Eres tan cursi cuando te lo propones—bromeé poniendo una voz afectada de emoción. Él puso los ojos en blanco.
—Y eso que no me lo estoy proponiendo.
—¡Por Dios!—me aparté fingiendo estar horrorizada—. Nunca te lo propongas o moriremos de tanta dulzura.
Él soltó una carcajada, tomando mi rostro entre sus manos y jalándome decididamente hacia su boca. Sentí sus dedos hundiéndose en mi cabello, mientras sus labios asaltaban los míos con unos de esos besos arrolladores y hormonales. A los cuales había bautizado como besos del jodidamente caliente Lucas. Una vez que me devolvió a la realidad, me permití un minuto para abrazarlo. Sólo abrazarlo.
—Tengo que volver adentro y tú tienes una exposición a la cual ir.
A regañadientes obligué a mis manos a que lo soltaran, porque luego de esa noche pensaba que las cosas iban a cambiar entre nosotros y quería dejar un buen precedente.
—Entonces, ve…—Lo despedí con un movimiento, y él sacudió la cabeza pasando una caricia por mi mejilla como si se lo estuviese pensando—. Deja de ser tan cursi, lárgate.
—Nos vemos más tarde.
Asentí, dándole unos pulgares arriba para que supiera que estaba bien que se marchara.
—Suerte con Eva, habla con ella. —El rostro de Lucas no pareció precisamente feliz con la idea, pero intentó esbozar una sonrisa.
—Voy a ser civilizado—masculló, guardando sus manos en los bolsillos y dirigiéndose hacia el guardia. Pero justo antes de llegar se volvió, para escrutarme con los ojos entrecerrados—. Sabes que puedes hablar conmigo, ¿no? Puede que no siempre sea fácil decir las cosas, pero quiero decírtelas a ti.
—Ok...—murmuré al no saber exactamente cómo reaccionar a aquello. Luego de recibir mi respuesta, él me sonrió. Intercambió algunas palabras con el guardia de seguridad, y un segundo después Lucas desapareció en el interior de la quinta.
Permanecí unos segundos más de pie junto al portón, viendo a los demás invitados haciendo su camino hacia el evento. Hacia la cena de recaudación del hospital, hacia una parte del pasado de Lucas que comenzaba a tomar forma frente a mis narices.
Me dirigí al carro de Paula, ella se encontraba posicionada contra la puerta del piloto esperándome. Le hice una seña para que entrara y una vez que estuvimos ambas sentadas, ella me enfrentó.
—¿Y bien? Control de daños…
Encogí un hombro, mientras cruzaba el cinturón de seguridad delante de mi pecho.
—A decir verdad, se lo tomó bastante bien.
—¿No se enfadó?
—No. —Y eso no me sorprendía, o sea Lucas no era conocido por tener reacciones típicas—. Le pareció lindo…
Paula soltó un gran suspiró, para luego palmearme el hombro con su fuerza que jamás disminuía.
—¡Eso es genial, Kei! Vamos a tu exposición y me cuentas todo el asunto.
Creo que le dije que sí, claro. Aunque pude haber respondido cualquier otra cosa, pues a pesar de que mi mente se había desconectado en el momento justo en que Lucas había aparecido, eso no significaba que había dejado de funcionar. Las palabras del guardia se habían grabado a fuego en mi subconsciente.
—Pau…—Mi amiga me dio una rápida mirada de soslayo, para hacerme saber que me escuchaba—. El ala de oncología es para tratar el cáncer, ¿no?
—Sí, por qué.
—Por nada—parodié una sonrisa, aireando el tema.
Pues incluso aunque quisiera decirle lo que tenía en mente, aún no tenía idea cómo conectar todas las piezas de información que volaban por mi cabeza. ¿Por qué Lucas estaría en una recaudación de fondos para enfermos de cáncer? Los había visto, muchos de los invitados eran precisamente pacientes, personas con la distintiva fisionomía de alguien enfermo. Lucas tenía una amiga enfermera, al menos solía tenerla. ¿Qué habría pasado entre ellos? Y… ¿por qué repentinamente sólo podía pensar en el corte de su espalda? En ese lugar exacto, justo encima de la cadera donde… diablos, ¿acaso no había visto programas de televisión donde se tomaban muestra de algo de ese sitio? ¿Qué era? No podía recordarlo. Pero si recordaba el efecto de la intervención en las personas, una intervención que se llevaba bajo anestesia. ¿Sería eso posible?
Recordaba la vez que a Chad le habían quitado las amígdalas, justo después de despertar de la anestesia decía cosas muy extrañas, parecía desorientado y más parlanchín que de costumbre. Sonaba casi como un ebrio, casi como Lucas aquella vez al teléfono. De todas formas eso no podía significar nada, ¿verdad? Asistir a un evento sobre cáncer, no lo hacía espontáneamente un enfermo de cáncer. Tal vez conocía a alguien enfermo… ¿Gabrielle? Oh, demonios… si ese era el caso.
Pero entonces ¿cómo explicaba la noche en que desapareció? Estaba claro que no había habido una reunión y que ese corte no era sólo un corte, Lucas había dormido todo el día que siguió a aquella noche. Él nunca dormía tanto, él nunca estaba cansado o agotado. No podía estar enfermo, ¿verdad? Pero podría haberlo estado…
Mi teléfono vibró dentro de mi bolso y agradecí enteramente la distracción, cualquier cosa era mejor que pensar en las posibilidades que me estaba arrojando mi cabeza.
Contando los minutos para volver a casa contigo.
Sonreí, ante de responderle:
¿De qué película es eso?
Y un momento después me llegó su respuesta.
Made in Lucas.
¿Edición limitada?
Y sólo para Keila.
____________________________________
Ok, les puedo decir casi con seguridad (casi, tomen nota) que me faltan dos capítulos para terminar la historia. Me persuadí de un epílogo, porque obviamente necesito cerrar cuestiones y... el plan es dejarles un capítulo extra de Lucas. Pero técnicamente no forma parte de la historia, sino que es un extra. ¿Qué les parece? ¿Buen plan? Espero les haya gustado este cap. escucho hipótesis, seguro que alguna deben tener...si prestaron atención algo ya deben de haber deducido. Obviamente éste no fue el meollo de la historia, mi amigo me dijo que el cap anterior fue un farol (los españoles entenderán) Y es verdad, aunque sí tiene información no es lo último. Bye ^^
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro