Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El poder de un clásico.

Hola, ¿qué se cuentan este...? ¿Jueves? ¿Ya? Dios, como pasa el tiempo cuando una contempla su ombligo... bueno, en fin. Los dejo leer si tiene ganas y yo voy a seguir con mi ardua tarea ;)

Capítulo VI: El poder de un clásico.

Él realmente esperaba conformarme con goma de mascar con nicotina, y realmente yo no iba a dejarme conformar tan fácilmente, mucho menos teniendo que llevar vestido en el proceso. Mientras mascaba sonoramente mi nefasto sustituto de cigarrillo, Lucas se encontraba observando la pista de aterrizaje con las manos en los bolsillos de sus pantalones de vestir, haciendo que una parte de su cuerpo se acentuara notoriamente para cualquier espectador. «Pues, hola allí tú»  Parecía estar contemplando la posibilidad de romper los enormes cristales y brincar hacia el concreto. No estaba segura de por qué me daba esa impresión, pero él miraba hacia abajo como esperando el mejor momento.

Tal vez comenzaba a replantearse todo el asunto de llevar una novia falsa al casamiento de su hermana. Estando en su lugar, y en el milagroso caso de haber tenido hermanos, supongo que no me habría gustado engañarlos de ese modo. No podía dejar de preguntarme por qué lo hacía. Podría pensar que era algo raro y malhumorado…de acuerdo quiten ese “algo”. Él era todo raro y malhumorado, no tenía sentido intentar aligerar la verdad. Pero dejando su extraña actitud de lado, ¿qué podría impulsarlo a correr un riesgo de este tipo? Estábamos en la misma situación, ninguno de los dos podía prever las reacciones del otro. Después de todo Lucas estaba confiando en una mujer que le pedía dinero para ayudarlo, estaba confiando en alguien que bien podría estar más chiflada que él.

Sonreí ante mis propios pensamientos, dudaba poder estar a la altura de la locura de Lucas. En eso, estaba dispuesta a darle la ventaja sin discusiones.

—¿Es Latín?

Aparté la mente del infinito, volviéndome lentamente hacia mi izquierda. Él estaba ahora a mi lado, inclinando la cabeza ligeramente para poder mirar mi brazo. En un acto reflejo llevé mis ojos al mismo punto.

—Mmm, sí. —Lucas continuó mirando las palabras que tenía tatuadas en la cara externa del brazo. No era la primera vez que alguien se me quedaba viendo, como si de algún modo fuesen capaces de traducir lo que decía.

“El destino se encuentra un camino.”

Alcé ambas cejas, sorprendida, incapaz de no mirarlo con la boca abierta. A pesar de que lo había dicho en tono de pregunta, él realmente había traducido la frase. Genial, esto era una razón para subirlo un escalón más cerca del pedestal de la gloria—verán, durante mi aburrimiento comencé a pensar los pros y contras de Lucas, imaginándolo todo como una escalera hacia la perfección—. Ahora él demostraba ser inteligente, lo cual obviamente lo hacía subir. Luego de que hubiese tenido un tropezón de cómo tres pisos tras ser tan abiertamente grosero con el tema de los cigarrillos y... básicamente con todo lo demás. Él subía y bajaba constantemente, más bajaba que otra cosa, pero estaba atenta a cualquier señal que diera en ambas direcciones.

—¿Sabes Latín?—pregunté tratando de no lucir demasiado interesada. Él sacudió la cabeza en una negación… y volvió a emprender el descenso. 

—Vi esa frase antes, no recuerdo bien… ¿puede ser Virgilio?

Él sabía que era de Virgilio, sin importar cuán desentendido del tema quisiera mostrarse. Sentí curiosidad, lo admito, no conocía muchos hombres que pudieran reconocer una frase de un poeta de la antigüedad. En realidad, no conocía ningún hombre que pudiera hacer eso y punto.

—Sí—respondí sin más, aguardando a que dijera alguna otra cosa.

No habíamos hablado mucho durante el viaje al aeropuerto, suponía que el sueño nos limitaba a los dos, pero dado que ya estábamos resignados a pasar esa noche en vela llegué a pensar que sacaríamos algún provecho de ella. Me equivoqué.

Él asintió ligeramente, y el silencio volvió a instalarse entre los dos como un viejo conocido. Suspiré y él suspiró un segundo después; casi y río por lo ridículo de la situación, pero sabiamente me contuve.

—¿Tienes otros?—Nuevamente su voz me atrapó con la guardia baja. Por un instante me imaginé que él estaba haciendo un esfuerzo por mantener la conversación viva, así que empujé a un lado los monosílabos y fui con la artillería pesada.

—Dos más. —¡Diablos! La artillería pesada parecía haber entrado con la bandera blanca al hombro. Así que para hacer valer los dos mil dólares que le costé, me presioné a presumir mi gran elocuencia—. Y tengo piercings.

Lucas enarcó una ceja al mirarme y por un segundo pareció estar aguardando a que se los enseñase. Pues buena suerte con eso, Niño bonito. 

—Genial.

Este iba a ser un largo fin de semana.

                                                             ***

Mascar, soplar, inflar, inflar, inflar… ¡pum! Mascar, sopar, inflar…¡pum! Mascar, soplar, inflar, inflar, inflar, inflar…¡pum! Mascar…

—¿Quieres dejar eso?

Presioné los labios en una tirante sonrisa al mirarlo.

—¿Qué cosa?

Lucas puso los ojos en blanco, antes de bajar con un brusco tirón a la mesa plegable de su asiento. Llevábamos alrededor de quince minutos en la pista, esperando a que el piloto hiciera todas las verificaciones para poder despegar. La charla se había secado como un oasis en medio del desierto al momento de embarcar, él no tenía mucho para decir y yo no tenía mucho interés en fingir interés. Así que acordamos mantener un silencio amigable, hasta que la cosa se volviera tan insoportable que uno de los dos muriera de aburrimiento. O terminara por asesinar al otro en busca de variedad. Me preguntaba si sería posible morir de ese modo. Diablos, había unas altas posibilidades de que lo descubriera en este viaje.

Él tenía una laptop en su bolso de mano la cual lo mantenía ocupado, mientras yo poseía una caja repleta de goma de mascar la cual me mantendría molestando. No me consideraba una persona charlatana, la mayor parte del tiempo dejo que los demás se hagan cargo de los momentos vacíos. Pero con Lucas cada momento estaba profunda e inalterablemente vacío, y eso tenía un efecto… puf, sedante en mí.

—¿Y…?—Sus ojos no abandonaron la pantalla en lo que yo probaba abrir un canal de comunicación. Intenté pensar un tópico con el cual ambos nos sintiéramos cómodos, algo para marcar un punto de partida. Suponía que de allí, la cosa se iría dando sola—. ¿Cómo se llaman los novios?

Era sorprendente que hasta ese momento, ni siquiera tuviese idea la boda de quién iba a invadir. Yo era un caso tan serio como Lucas.

—Mi hermana, Sam y su prometido se llama Jace—Él continuó tecleando mientras hablaba, dándome a entender que el tópico escogido no era de sus favoritos.

—¿Hermana mayor?

—No.

—¿Menor?

—¿Cuál es la otra posibilidad?—preguntó dejando que su tonito sarcástico se arrastrara desde el lugar donde lo había estado ocultando. En parte, comenzaba a echar de menos su altanería. No, ¡qué va! No puedo mentirme y a ustedes; todas mis partes querían ahorcarlo con su propia corbata y sacarle la soberbia a bofetadas.

—Podría ser tu gemela—susurré, volviendo el rostro hacia la ventana.

Touché.

—¿Y qué, sólo son ustedes?—Soné más brusca de lo que había planeado, pero por alguna razón Lucas alzó su mirada hacia mí.

—No, somos cuatro—¡Cuatro! Diablos, ese era un grupo bastante amplio al cual engañar—. Tal vez deberías conocer sus nombres—añadió como quien no quiere la cosa, dándome una mirada que no supe interpretar del todo.

—Ok, dime.

—Bien…—Él cerró la laptop antes de continuar. Una vez más daba muestras de una caballerosidad que parecía sobrevivir en su subconsciente—. La mayor es Lara, ella está casada con Bill. Luego venimos Sussy, yo y Sam. 

Asentí mientras absorbía los nombres de mis nuevas “cuñadas”. Uau, Lucas era el único hombre de la familia, eso debía ser una pasada. Entonces eran: Lara, Sussy, Lucas y Sam. Momento…

—¿Dos L y dos S?—pregunté incrédula. Eso sin duda no había sido un error de imprenta, ¿todavía había padres que caían en esas extrañas tradiciones?

—Mi madre quería que fuera así, ella tiene cierto apego por las L y S.

—Interesante—mascullé, aún pensando en el tema de los nombres con mismas iniciales—. ¿Es una especie de tradición?

—Diablos, no—respondió automáticamente, dejando que una sonrisa casual surcara sus labios. Parecía estar recordando alguna anécdota que no iba a compartir, por supuesto. Lo miré un largo instante ensimismada en los cambios que producían una sonrisa en su rostro y entonces me percaté de lo que estaba haciendo. ¡Como si necesitara poner las cosas más extraña!, ¿ahora me quedaba viéndolo fijo? «Enfócate, Keila»

—¿Y tus padres?

—Papá se llama Daniel y mamá Jane.

Sonreí notando que no le avergonzaba decirles papá y mamá frente a mí, como si de alguna forma ya me estuviera haciendo parte de su familia usando palabras tan cercanas. Me agradó pensar que por tres días iba a tener una familia con todos los componentes, aunque no fuera mía, aunque no fuera real, era lo más parecido que jamás experimentaría. 

—¿Tengo que saber algo más?—Se encogió de hombros, mientras veíamos como la señal de los cinturones de seguridad se encendían.

—¿Cómo qué?

—No sé—presioné con fuerza mi cinturón, aun sabiendo que si el avión se estrellaba esa estúpida hebilla de metal no haría nada por detener mi inminente muerte.

«Oh, sí, aseguren bien los cinturones de seguridad, un avión de cuatrocientas toneladas les caerá encima, pera esta correíta les brindará un aterrizaje sólido» De poner eso en la advertencia, muchas personas se replantearían ese modo de viaje.

Sacudí la cabeza espantando los pensamientos sobre el avión estrellándose en las montañas nevadas, dejándonos atrapados y reduciéndonos a la inhumana opción de la antropofagia (ya saben eso también conocido vulgarmente como “canibalismo”). Miré a mi compañero de asiento de reojo; vale, no tenía tanto problema en probar un bocado de eso. Y dicen que la carne de nalga tiende a ser la más tierna y por lo que había observado, el señor Hassan estaba bien cubierto en ese departamento.

Reí por lo bajo, captando su atención al instante.

—¿Pasa algo?

«Oh, no, nada… sólo imaginaba qué parte de ti comería primero cuando tuviéramos que hacer nuestra propia versión de Viven»

—No—musité, intentando acallar al diablillo sobre mi hombro. Ella simplemente no paraba de darme malas ideas, estaba decidida a corromperme. Y yo era tan fácilmente corrompible—. ¿Crees que deberíamos pensar alguna historia?

No sabía de dónde rayos había salido esa pregunta, pero era mucho más segura que la idea de pensar en comerlo. Hasta entonces me percataba que nos estábamos olvidando de lo más esencial. Nosotros no teníamos un pasado, podía inventarme de la nada, pero dudaba que pudiéramos convencer a alguien si ni siquiera sabíamos cómo había empezado la relación.

—¿Disculpa?—¡Ash! Él parecía hacer esfuerzos para que lo pateara de la escalera. Giré mi cuerpo lo máximo que me permitió el cinturón y lo miré.

El avión seguía su acenso y a pesar de ser mi primera vez en ese artefacto, no estaba sintiendo mariposas en el estomago, o al menos no iba a atribuírselas falsamente al movimiento del avión. Si había cosas volando y estrellándose en las paredes de mi barriga, eran completa responsabilidad de Lucas. Oh y no piensen tonterías, claramente me refiero a la úlcera que me estaba ganando por intentar tratar con este individuo de forma civilizada.

—Ya sabes, ¿cómo nos conocimos? ¿Hace cuánto estamos juntos? ¿Quién invitó a salir a quién? Esa clase de cosas.

 Él se frotó la nuca con la mano ausentemente.

—¿Para qué? ¿Quién va a querer saber esas tonterías?

—¡Hombre!—mascullé recordándome mantener la calma y contar hasta diez, recordándome que sería al primero que ofrecería como tributo cuando el avión cayera—. Tal vez a ti te dé lo mismo, pero tu familia va a querer saber. Confía en mí, eso es como reguero de pólvora para las mujeres.

Alzó un hombro con desinterés y una vez que la señal de los cinturones se apagó, Lucas comenzó a incorporarse. Se detuvo de pie en el pasillo, para luego posicionar uno de sus brazos en el respaldo de su silla e inclinarse en mi dirección.

—Estoy seguro que podrás salir con algo creíble.

Enarqué una ceja como única respuesta, pues repentinamente él estaba peligrosamente cerca de mi rostro y como una estúpida dejé que mi atención vagara hacia a esos malditos ojos de color indefinido. Bajo la luz tenue del avión, cobraban un color casi amarillo hipnótico y me perdí.

Lucas permaneció inmóvil un instante en esa posición casi recostada sobre su asiento, entonces hizo un sonido muy similar a un chasquido y se apartó con brusquedad. ¿Qué demonios…?

—Supongo que funcionará decir la verdad en ese caso—espetó volviéndose en dirección al pasillo, donde una azafata comenzaba a preguntar si alguien necesitaba algo—. Ahora vuelvo.

Sin esperar mi respuesta se encaminó directo hacia la muchacha rubia vestida de azul y blanco, dándome tiempo para tragar las palabras no dichas. Lo seguí con la mirada, hasta que volví a percatarme de mi reprensible actitud y me obligué a sentarme firme en mi asiento. Tomé los cascos de mi Ipod y le permití a The Cure que hiciera su parte, llevándome tan lejos de ese avión, de Lucas y de la rubia como pudiera lograrlo. De todos modos, ¿qué iba a hacer con la azafata? «¡No! Ni siquiera vayas ahí, Keila» Es cierto, The Cure, The Cure, The Cure… Boys don't cry y yo sin lugar a dudas no iba a pensar en lo que fuera que Lucas hacía allí atrás. Me arrellené en mi asiento dejando que la voz de Robert Smith me transportara.  

Mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música, sentí unos dedos rozando el lóbulo de mi oreja y salté estrepitosamente en el asiento.

—¡Basta de hacer eso!—Mi mano se precipitó hacia su brazo, antes de que incluso pudiera pensar en ello. Para mi sorpresa, Lucas sólo sonrió usando el reposa brazos para invadir mi lado del asiento.

—Esto es viejo…—murmuró luego de ponerse el casco que me había arrebatado. Fruncí el ceño, pero sin girarme a mirarlo. Eso sería peligroso en más de un sentido.

—Es The Cure, es un clásico.

—De los 80´—espetó sacudiendo la cabeza, parecía que no comprendía el concepto de “clásico”.

—La mejor música fue escrita en los años 80 y 90, en verdad considero que el mundo debería reivindicar y homenajear a los genios de esa era.

Él soltó una carcajada suave, tirándose un poco más hacia mi lado. Su hombro chocando con el mío y su aliento soplando el cabello que caía junto a mi mejilla izquierda.

—Te doy crédito con Oasis—dijo solemnemente mientras escuchábamos los acordes iniciales de Wonderwall—. Today is gonna be the day that they're going to throw it back to you…

Al sentir su voz grave entonando la primera frase de la canción, no pude ni quise contener la carcajada que brotó de mis labios. Lo miré por sobre el hombro, intentando congeniar a este hombre con el que se había marchado minutos antes, pero la expresión de Lucas era una tan distinta; él parecía divertido, relajado y juguetón. Comenzaba a sospechar que lo habían intercambiado por otro en la cabina de mando.

Repentinamente una brillante idea golpeó en cada esquina de mi cerebro, el diablillo que habita allí se regodeó ante la expectativa.

—Lucas—Le llamé logrando que me mirara automáticamente, le sonreí alzando ambas cejas como una caricatura de la Warner Bross—. Te reto a cantar en voz alta, para todos los pasajeros—Él abrió los ojos con sorpresa, seguramente esperándose cualquier cosa antes que eso.

—¿Qué?—Vaciló escaneando con su mirada mi rostro, supongo que buscando evidencias de una broma. Yo me mantuve imperturbable.

—Ya me oíste, al menos que no te atrevas.

Él se giró hacia el pasillo y luego una vez más hacia mí, parecía estar considerándolo en realidad. Estudió el espacio por un largo segundo, hasta que noté algo definitivamente alarmante en su mirada; determinación. Antes de ponerse de pie o que yo siquiera pudiese procesar su reacción, me arrebató el Ipod y lo empuñó como si se tratara de su micrófono.

No podía ser cierto, Lucas iba a hacerlo. ¡Él iba a hacerlo!

Apuntándome con su dedo índice, lo vi dándole play a la canción dispuesto a iniciar su show. Repitió la primera línea de Wonderwall, pero esta vez para que todos los que estuviesen en un radio de un metro y más pudiesen oírlo muy claramente. Las personas comenzaron a volverse entorno al hombre de camisa blanca y corbata gris, que hacía su mejor presentación de Oasis.

Me eché hacia atrás riendo con fuerza al verlo animar a su público, todavía me sentía incapaz de creer lo que veían mis ojos. Él no tenía límites. Y justo cuando ese pensamiento tocaba mi mente, Lucas me extendió la mano insistentemente y aprovechando mi momento de duda me dio un fuerte jalón que me sacó de mi asiento. 

By now you should have somehow realised what you gotta do…—Sus ojos me instaron a unírmele y tomando el Ipod con decisión, me apoderé del improvisado micrófono.  

I don't believe that anybody feels the way that I do about you now—Continuamos los dos a viva voz, dejando que el resto del avión compartiera un verdadero clásico en toda su gloria.

No éramos para nada afinados o siquiera buenos cantando, pero le pusimos tanto corazón al asunto que al llegar al estribillo algunas personas de los asientos aledaños nos ofrecieron aplausos de ánimos. Mientras nos encaminábamos a la última estrofa, comenzaba a preguntarme cómo no nos habían tirado del avión en movimiento. Pero la gente estalló en carcajadas y aplausos, los cuales aceptamos como verdaderas estrellas de la música.

Era oficial, los dos estábamos listos para un psiquiátrico. Y lo peor de todo fue la sensación de estúpida felicidad que me embargó, mientras nos mirábamos a los ojos para cantarnos cada línea. Casi como si no hubiese dinero involucrado entre nosotros, casi como si pudiéramos tener una verdadera amistad.

—¡No puedo creer que hayamos hecho eso!—solté el aire que estaba conteniendo, al segundo que mi trasero golpeó mi asiento.

Lucas aún sonreía a sus nuevos fanáticos y dedicaba algunos saludos con la mano. La fama se le había ido a la cabeza demasiado rápido.

—No puedo creer que me hiciste hacer eso—Se quejó una vez que ocupó su lugar. Sus ojos estaban encendidos, él se veía tan distinto al hombre con el que había tratado estos últimos días que me encontraba genuinamente confundida.

—Pensé que nos correrían, lo juro—Mi corazón tenía una maratón dentro de mi pecho, la sensación de adrenalina era reconfortante. No era la primera vez que hacía alguna escena en público, aunque lo de la canción era nuevo.

—Me debes una grande.

Me giré para mirarlo con ojos como plato.

—¿Qué? ¿Y yo por qué?

—Fue tú idea retarme…—explicó alzando las manos para enfatizar sus palabras.

—Podrías haber dicho que no—musité encogiéndome de hombros. Uh, mala idea. Lucas se inclinó como si estuviese apunto de compartirme un secreto, pero reconocí al instante el desafío. Él sólo había aceptado para poder devolverme el golpe.

Oh, santa madre de los retos, esto se veía mal desde todos los ángulos.

—¿Y perderme la oportunidad de humillarte?—¡Lo sabía! No había pasado ni un día completo con este hombre y ya lo estaba leyendo, esto debía ser un nuevo record.

—Vamos, no puedes competir contra mí. Soy la mejor dando retos…

—Yo no estaría tan segura de eso, cariño—Él hizo otra vez eso de escanear el pasillo y me estremecí involuntariamente. ¿Qué podría estar pensando?

—Lucas, tú no quieres hacer esto—Nos medimos un instante en silencio, mientras ambos nos asimilábamos como rivales.

Se llevó una mano a la boca casi como si estuviese ocultando una sonrisa, pero yo sabía mejor. Él no estaba riendo, estaba calculando los posibles retos que nos podíamos echar en las restantes ocho horas de viaje. Lo sé, porque yo estaba haciendo exactamente lo mismo.

—Tienes razón, no quiero—Sonreí al escuchar eso, había resultado más fácil de lo que esperaba. Y entonces él agregó—: Pero creo que voy a poder luchar contra ese impulso.

—¿Qué?—pregunté confundida. Él se limitó a tomarme por la barbilla y perfilar mi atención a un sector que se encontraba pasillo abajo. En esa ocasión yo estaba invadiendo su sector del asiento.

—Keila—Sus labios acariciaron los contornos de mi oreja y tuve que hacer un esfuerzo para no enfrentarlo. ¿Eso había sido intencional o…?—. Te reto a seguir a ese hombre al baño y entrar en el cubículo con él.

—¡¿Qué?!—Mi voz salió en un chillido, pero la verdad es que no me importaba en lo más mínimo—. ¿Te volviste loco?

—Mmm… bueno si no te atreves—Lucas comenzó a empujarme de regreso a mi lado. Pero en ese segundo que me tomó pestañar, llegué a una resolución: nunca me echaría para atrás enfrente de él.

Antes de perder al hombre de vista y el impulso estúpido de una mala decisión, me encaramé encima de un desprevenido Lucas para poder salir al pasillo.

—Eres odioso—mascullé enrabiada. Él emitió algunos quejidos, cuando mi rodilla “accidentalmente” chocó con su entrepierna, pero no le di tiempo a reaccionar.

Tomé una profunda inhalación y prácticamente corrí por el pasillo en dirección a los cuartos de baño. La víctima, un hombre de unos cincuenta años de edad, se acercaba por el segundo pasillo a paso sopesado. Me giré un instante para observar al instigador; encontré a Lucas recargado en su asiento y haciéndome gestos para que siguiera avanzando. Le enseñé mi dedo medio, regresando mi atención al hombre. Ya sólo nos separaban unos dos metros, basándome en mi terrible forma de medir dimensiones.

Él llegó a la puerta del cuarto de baño y justo cuando se introducía dispuesto a cerrar con pestillo, jalé de la manija en dirección opuesta y entré.

Era un hecho, Lucas había declarado la guerra de retos. Esto simplemente no podía quedarse así, pensé con malicia a tiempo que enfrentaba la mirada aturdida del extraño.

—Hola—saludó y medio preguntó a la vez. Entonces el diablillo en mi hombro chocó su puño contra la palma, a su juego lo habían llamado. 

___________________

Si llego a encontrar alguien que pueda traducir mi tatuaje en latín, me caso. xDDD Ok, sí fue un comentario al paso. ¿Les gustó? Yo les dije que Lucas tiene una personalidad particular. Por cierto, quien no conozca la canción de Oasis, simplemente tiene que tomar nota. Se las dejo ahí al costado. No les dejo la de The Cure, pero deberían buscarla... porque son clásicos. Bye ^^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: