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Extra II. Inkedheart (Parte final)

Primera cosa, hay una pequeña conversación que se encuentra en italiano. Solo lo hice con traductor, me saber inglés, no italiano. Pero al punto. No está traducida porque más adelante se entiende qué estuvieron hablando. Además, si la traducía, perdía el suspenso. 

Eso es todo, disfruten.

—¡Randy, espera! ¡No puedo correr con estos zapatos!

Quise girar y decirle que no era mi culpa que justo ese día decidiera ponerse esos tacones, o acercarme a ella para cargarla sobre mi hombro para que dejase de quejarse. Pero mis piernas, ardiendo por la distancia que había corrido, se negaban a detenerse incluso cuando ingresamos al aeropuerto. 

Mi corazón latía con fuerza y creí que me quedaría sin aire, pero no había forma de que me detuviera. No después de enterarme que Seth abordaría un avión hacia Iowa. 

Sabía que la había jodido, y desde ese momento en que supo la verdad no hubo forma de que dejase de recordármelo. Pero no quería que las cosas se quedaran así entre nosotros. 

Corría sin rumbo por el lugar, haciendo lo mejor posible por no chocar con ninguna persona que pasaba en tanto Paige hacía su mejor esfuerzo por alcanzarme y gritar que la esperara. 

Tenía que encontrarlo, detenerlo, decirle que por favor no hiciera esto. Que no me dejara. 

No quería perder a mi Sethie. 

Pasaba por las muchas puertas que llevaban a los distintos vuelos, buscando minusiosamente a mi alrededor por el ex-bicolor, pero el pánico solo me hacía temblar y que el corazón me latiera cada vez más fuerte. 

En ese instante, pude ver a lo lejos unas caras conocidas. Naomi permanecía abrazando el brazo de Rusev, ambos mirando con tristeza a la figura delgada en frente de ellos que a la distancia pude ver se disponía a alejarse. 

Él levantó su mano, despidiéndose de la pareja y caminando con su maleta detrás de él. 

No...

—R-Randy, me estoy muriendo...—murmuró entre respiraciones la fémina, sentí su brazo apoyarse en mi paralizado hombro pero seguí sin voltear.—Joder... Te dije que te esperaras, imbécil. Podemos encontrarlo juntos si dejas de correr como un loco. 

—Ya lo encontré.

Paige frunció el ceño, para a continuación mover su mirada delineada en la misma dirección en que estaba la mía. Sus ojos se abrieron y no tardé en sentir que me golpeaba en el brazo. 

—¿¡Y qué mierda estás esperando!? ¡Corre!

—E-Es que yo...

—¡Agh! ¡Por el amor de...!

La pelinegra hizo oídos sordos a lo que sea que estuviese a punto de decir, soltando un gruñido de disgusto y agarrándome sin delicadeza por el brazo, jalando de este con fuerza para que caminara detrás de ella. 

No le importó mucho que tanto Naomi como Rusev la vieran e intentaran llamarla, ella caminó a pisotones por la alfombra detrás del chico de chaqueta de cuerina y vans. 

—¡Oye!—le gritó.—¡Barbie sin teñir! 

Eso bastó para que el chico se detuviera y girara sobre sí sin preámbulos, no obstante, pude ver su rostro paralizarse por medio segundo al ver que no solo se trataba de la mal hablada pelinegra que lo llamaba a gritos. 

Nuestros ojos se encontraron en cuanto Seth se quitó las gafas de sol que traía, encontrando seriedad y un gran intento por mirarme con frialdad en tanto nos deteníamos frente a él. 

—¿A dónde coño crees que vas?—agregó Paige con el mismo tono altanero. 

Pero este no afectó a Rollins de gran manera cuando casi escupió sus palabras:—Eso no te incumbe. A ninguno de los dos. 

—¿Disculpa?—bufó mi mejor amiga.—No me vengas con esa lengua viperina de mierda tuya, que yo no soy Roman, Seth Daniel Rollins. 

El ceño del chico de labio perforado se frunció hacia la fémina y por un segundo pensé que terminarían lanzándose en contra del otro. Por lo que antes de que algo más sucediera, me dispuse a dar un paso adelante. 

Pero Paige volvió a detenerme. 

—No sé a qué viene esta manía de todos de irse al carajo de aquí.—continuó la pelinegra.— Pero al menos danos una explicación antes de que tome esa maleta y la use para aplastarte la cabeza. 

—Te lo repito, Paige.—gruñó una vez más, dispuesto a ponerse sus lentes de sol y dar media vuelta.— No les incumbe. Ya di mis adiós, pero hasta luego. 

¡No!

Vi los tacones de Paige avanzar un par de pasos al abalanzarse en contra del ex-bicolor antes de que este pensara en seguir su camino, pero fui lo suficientemente rápido para agarrarla de la cintura y quitarla del camino. 

La ojicastaña me miró con furia, cosa que decidí pasar por alto antes de que los dos causaran una escena. 

—Paige.—hablé sin titubeos, esperando a que sus enfurecidos pasaran del inmóvil castaño a mí.—Espérame. Yo me encargo. 

—¡Pero, Randy...!

—Yo me encargo.—insistí, aunque ella me observara exasperada con la respiración agitada por la ira. Mantuve mis ojos en los de ella, con la esperanza de que comprendiera.— Por favor. 

Tardó lo que pudo ser una eternidad, pero la fémina soltó un largo suspiro y por fin se rindió a atacar al ex-bicolor que miraba todo en silencio y con seriedad en su rostro moreno. Paige dio un par de pasos atrás, aunque sus ojos siguieran molestos en Seth. 

Me dio una mirada y con el ceño fruncido le dijo a Rollins:—Sigo creyendo que somos amigos aunque seas un completo infeliz... Pero si dices una cosa más, juro que te haré pedazos, Rollins. 

—Tal vez te haría bien hacerte a la idea de que ya no somos amigos. 

—Vete al diablo. 

Tras otro de sus agraciados comentarios, Paige caminó lejos de la escena con molestos pisotones hasta que estuvo lejos de nosotros. Sentí como si me golpearan en el pecho cuando giré a verle, sabiendo que esta podría ser la última vez que estaríamos tan cerca el uno del otro. 

Podía detenerlo, podía decirle todas esas cosas que pensé en esas noches sin dormir, en esas noches que solo podía llorar por lo que había hecho. Podía decirle que lo sentía...

Aunque, ¿eso cambiaría las cosas? 

—Bien.—habló con dureza Rollins, mirándome con esos ojos llenos de frialdad y desprecio.— ¿También quieres gritarme? 

—No.—respondí sin titubeos, mirando a mis pies.— Claro que no. 

—Entonces, dime qué haces aquí, Orton.

—Yo...

Por favor, no te vayas. 

¿Por qué no podía pensar en nada ahora?

Sentía mi garganta en un nudo, las palabras casi atoradas y como si cada parte de mi cuerpo doliera con tan solo mirarlo. 

—Quiero...—murmuré, tragando con fuerza para retomar el habla.— Quiero que hablemos. 

Seth bufó. 

—Creo que ya hemos hablado lo suficiente, Randal.—dijo, cada palabra como una puñalada en mi pecho.—Tuviste mucho tiempo para hablar, ¿no crees? 

Joder... ¡Joder!

—Sethie...

—Pero parece que jugar conmigo fue más divertido.—continuó, ignorando cualquier cosa que saliera de mi boca.— Pudiste decirme la verdad, pudiste decirme... como me jodiste la vida. 

—Era solo un niño...

—¡Yo también!—Seth gritó, pareciendo perder la calma que tenía en menos de un segundo.— ¡Era solo un niño que quería encajar! ¡Que quería ser tu amigo! ¡Tu amigo, Randal! ¡Pero decidiste joderme la existencia sin explicación alguna! ¿¡Eso quieres que entienda!?

—¡No sabía lo que estaba pensando!—exclamé, mi voz saliendo casi en un hilo que procuré ignorar.— ¡De verdad lo siento!

—¿¡Lo sientes!? ¡Joder, Orton! ¡Muchas gracias! ¡Tu consciencia está finalmente limpia!

—¿¡Qué mierda quieres de mí, Seth!?

—¡Que dejes de ser un maldito cobarde!

Su último grito vino acompañado de lágrimas brotando de sus ojos, su labio perforado temblaba y podía ver su pecho moverse con sus temblorosas respiraciones debido al llanto. Pero su mirada lastimada y enfurecida seguía en mí, que solo podía sentir el vacío en mi pecho y el dolor en mi corazón de solo ver esa mirada.

La misma mirada que tenía esa noche, la misma mirada de cuando los de la Lista F lo golpeaban o molestaban en los pasillos hasta que no podía más, la misma mirada que tenía ese día que lo empujé por las escaleras cuando éramos niños. 

Era la mirada de alguien a quien le habían roto el corazón. Yo había roto su corazón. 

—¡Habría preferido mil veces que me hubieses dicho la verdad desde el inicio!—siguió hablando con ira en cada una de sus palabras.— ¡Pero seguiste jugando conmigo! ¡Seguiste ocultando todo hasta que todo se viniera abajo!

—¡Estaba asustado de que reaccionaras mal!

—¿¡Y qué esperabas!? ¡Me das asco!—gritó, quitándose bruscamente las lágrimas del rostro con la manga de su chaqueta, casi con repulsión.— ¡Eres un maldito brabucón, Orton! ¡Siempre lo fuiste! 

—¡Detente!

Mi cuerpo se movió por acción propia, caminé hacia él sin preánbulo y enredé mis brazos a su alrededor. Le sentí retorcerse, empujándome y casi golpeándome para que me apartara de él. Pero no lo hice. 

—¡Por favor, Seth...!—murmuré entre dientes, haciendo caso omiso a las lágrimas cálidas recorriendo mis mejillas y mi voz volviéndose cada vez un hilo.— ¡Por favor... Lo siento! ¡Lo siento tanto!

Poco a poco, sus manos dejaron de empujarme y su cuerpo se relajó contra el mío, podía sentir su espalda temblar por el llanto, pero no me importó. Solo quería quedarme así, todo el tiempo posible. 

Sin embargo, muy dentro de mí sabía que no había forma de que eso pasara. 

La mano de Seth empujó suavemente mi pecho, de forma que me separé de él y tuvimos el espacio suficiente para encontrar la mirada del otro. Seth volvía a estar serio, como si su toque sobre mí doliera para él. 

—¿Sabes... lo que en realidad odio de toda esta mierda?—casi susurró, el rastro de lágrimas todavía marcándose en su rostro cuando alzó sus ojos aguados hacia mí.—Que creyera que podía confiar en ti.

—Seth, yo...

—Yo confié en ti, Randal.—me interrumpió, al mismo tiempo en que sus dedos se apretaban suavemente sobre la tela de mi camiseta.— Y me equivoqué. 

Su mano se apartó de mi pecho, dejando una sensación de frío casi instantánea que sentí incluso golpear mi alma. Sus ojos evitaron los míos en lo que se quitaba el resto de las lágrimas antes de retomar la palabra. 

—Iré a Iowa.—hizo una pausa, suspirando suavemente antes de volver sus ojos a los míos.—Y no volveré. 

—¿Qué...?—di un paso al frente, acercando mi mano a su brazo. Sin embargo, Rollins se movió antes de que pudiese si quiera tocarlo.— Seth, por favor...

—Espero que puedas conseguir lo que quieres... Quieres estudiar arte, ¿no es así?

—Seth, no puedes irte.

A pesar de todo, podía jurar que le vi sonreír brevemente hacia mí. Aunque aquella sonrisa estuviese totalmente rota y llena de dolor. 

—Por favor.—insistí.—Quédate, Seth. 

Mi corazón dolió cuando sonrió, una sonrisa parecida a la de siempre. Solo que este Seth se veía diferente, cargaba una maleta y estaba decidido a no mirar atrás. 

—¿Creías que me quedaría por ti, Randy?

Claro que no. 

Como si escuchara mi pensamiento, y luego de segundos que rogué hubiesen durado para siempre, Seth agarró la maleta que había dejado caer y retomó su camino hacia la plataforma sin mirar atrás. 

Él nunca miraba atrás, ya lo sabía. 

Y por esa misma razón, no esperaba que ese día fuese distinto. 

No pude pensar en nada cuando le vi dar vuelta bruscamente sobre sus talones, corriendo casi a zancadas hasta que sus labios chocaron con los míos. 

Fue un beso amargo, mezclado con las cálidas lágrimas y el fuerte latir en mi frío pecho. Era un beso de despedida. 

Mis manos apretaron su cintura, disfrutando el calor de su piel si es que esta era la última vez. Y si esto era mi castigo, lo sería. 

Sus labios se separaron de los míos y nuestras miradas se encontraron. Sus labios se fruncieron en una pequeña sonrisa mientras veía una tímida lágrima escapar de la esquina de su ojo cuando murmuró:—Adiós, Ran. 

Sus manos abandonaron mis hombros y su presencia se desvaneció tan rápido como llegó, le seguí con la mirada cuando agarró su maleta y corrió el resto del camino por la plataforma de embarque del vuelo con destino a Iowa hasta que desapareció de mi campo visual. 

Y como si las palabras lo alcanzaran, susurré:—Adiós, Sethie. 

Quería dejarme caer, la culpa me comía vivo y solo quería salir de ahí y estar solo. Ya que finalmente sabía lo que en serio se sentía que te rompieran el corazón en mil pedazos. 

No quise hablar con Naomi o Rusev, que probablemente habían escuchado nuestro escándalo y trataron de detenerme cuando caminé a pisotones por el lugar. Solo quería encontrar a Paige y largarme. 

Sin embargo, mis cabizbajos pasos se vieron interrumpidos al encontrarme con otra escena un par de metros de mí. Paige discutía con alguien, sus ojos estaban enfurecidos y soltaban lágrimas a causa de la ira, pero no parecía importarle mientras le gritaba a ese castaño de gorra y cabello castaño sobresaliendo de esta. 

No me tomó trabajo percatarme de que se trataba de Dean. 

Quise intervenir, ya que el rostro de Dean se fruncía por la ira y Paige no paraba de gritarle entre lágrimas. No obstante, el ojiazul tomó su maleta con un brusco movimiento y se alejó de Paige antes de que llegara a ellos. 

La pelinegra respiraba agitada, oprimiendo una mano contra su pecho y la otra contra su boca. Me apresuré hasta ella y la agarré por los hombros. 

—Wow, wow...—con cuidado la apegué a mí, escuchando sus chillidos por el llanto siendo oprimidos contra su mano.—¿Qué demonios pasó? ¿A dónde fue Dean?

—¡Se larga!—gritó entre dientes, sorbeteando inútilmente ante las lágrimas todavía brotando de sus ojos.— ¡Le importó una mierda nuestra amistad y decidió irse! ¡Vaya mierda de mejor amigo!

¿Dean también? Desde la graduación que no compartimos palabra, además de la forma en que estaban las cosas con Paige. 

No recuerdo mucho más, solo a Paige soltar un jadeo y dejándose caer sobre sus rodillas con mis brazos todavía sosteniéndola. No la solté en ningún momento. Aunque ella gritara que la dejase sola, que todos se fueran al diablo y que los odiaba, no la solté. 

Solo la abracé, mientras ella lloraba sin parar y yo contenía el dolor de mi roto corazón. 


—Despiértenlo. 

A pesar de mi obstruida audición y el que me encontrara profundamente en mis sueños, pude escuchar aquella exigente voz antes de que me lanzaran un líquido frío a la cara, probablemente agua. Fui sacado de mi ensueño al instante, forzándome a abrir los ojos pesadamente y hacer un esfuerzo por volver en mí. 

Mi cuerpo se sentía sumamente pesado, como si me hubiese pasado un camión encima. Mi nuca dolía y mi visión seguía siendo borrosa gracias a aquella especie de niebla en mi mente. Poco a poco recapitulé lo ocurrido, al mismo tiempo en que me esforzaba por mantener los ojos abiertos y comenzar a mover la cabeza. 

Me habían golpeado en la nuca, vi a Seth ser aprisionado también, luego de eso todo era negro. 

Parpadeé un par de veces, sintiendo las gotas de agua fría recorriéndome la cara en cuando comencé a levantar la cabeza. Era difícil ver y sentía que la cabeza me daba mil vueltas, pero luego de un rato fui capaz de ver lo que se encontraba a mi alrededor. 

Se veía como un lugar abandonado, de esos que están cubiertos de una gruesa capa de polvo, escombros que nunca fueron recogidos y más de algún garabato en la pared. Olía como si ese lugar no hubiese sido ventilado en años y era tan espacioso que cada paso a mi alrededor hacía un eco que estremecía mis oídos. 

O tal vez solo se debía a mi estado medio inconsciente. 

Tragué con fuerza, echando la cabeza atrás y dejando que mi espalda chocara con el respaldo de la silla en la que me encontraba sentado. Una vez que mis sentidos volvían a la normalidad, pude sentir algo aprisionando mis muñecas por detrás de la silla. Aguanté un gruñido al intentar moverlas, pero solo resultó en un punzante dolor en mi cabeza y que la piel de mis muñecas ardiera levemente por la fuerte atadura. 

—Wow, no tan rápido, baquero.—habló con burla la misma voz que hace un par de minutos me había sacado de trance. Respiré con fuerza, intentando ignorar el latiente dolor en mi cabeza al levantarla.— ¿Ya quieres irte? La fiesta solo está empezando. 

Tras levantar mi mirada, me encontré con el autor de esas palabras. Una sonrisa estaba en su labio perforado, una barba de algunos días, y su cabello oscuro peinado hacia atrás. Pude ver varios tatuajes en su piel gracias a la camiseta manga corta que llevaba, causando que una especie de click resonara en mi cabeza. 

Encajaba con la descripción que Paige me dio en el bar, con la persona que creí ver salir de entre los matorrales ese día que salí del hotel, el mismo que vi amordazar a Seth antes de que ambos perdiéramos la conciencia. 

Aquella sonrisa fanfarrona siguió en su rostro incluso cuando fruncí el entrecejo. 

—¿Estás enojado conmigo, amigo?

—No soy tu amigo.—escupí, sin dejar de mirarlo con veneno en mi semblante.— ¿Dónde está Seth? Si le hiciste algo, juro que te voy a...

El tatuado silvó, dando un par de pasos atrás con sus manos en alto:—¡Tranquilo, viejo! 

Diablos, ¿qué está pasando? 

Quise moverme, pero esto solo resultó en más forcejeos inútiles y que él sonriera de lado hacia mí. 

—Te recomiendo que te quedes quieto.—dijo, sin cambiar ese tono lleno de entretención.—Ya sabes, para no perderte ni un detalle de la fiesta. 

—¿¡Dónde mierda está Seth!?

En respuesta a mi grito haciendo eco por el lugar, el tatuado se hizo a un lado, dejando ver al ex-bicolor en una condición parecida a la mía. No obstante, él estaba completamente despierto mirándome con preocupación, en su boca se encontraba una cinta que no le permitía expresar más allá que gruñidos o intentos de hablar. 

El de labio perforado me regaló una sabionda sonrisa, para acto seguido caminar hacia Seth a unos pasos de mí y quitarle la cinta de la boca con un solo movimiento. El sonido de esa hizo igual eco, pero peor fue el grito furioso de Rollins. 

—¿¡Qué mierda estás haciendo aquí!?

No pude evitar fruncir el ceño, aunque mi cabeza todavía doliera con ello. 

—¿Lo...?—aguanté un gruñido de dolor por los amarres en mis muñecas, ganándome el semblante de Seth de inmediato.—¿Conoces a este tipo?

El ojicastaño se veía inquieto, indeciso de la respuesta. Por lo que eso le dio la autoridad al tatuado para responder por él. 

—Lo siento, mis modales.—se disculpó, sonriendo cordial.— Me llamo Phil Brooks, aunque la gente que me debe suele llamarme Punk. Un placer, Randy. 

Sentí como si mi estómago se volviera un nudo. 

—¿C-Cómo...?

—Vamos, amigo. Es obvio que sabemos todo sobre ti.

Su sonrisa comenzaba a hartarme, aunque no había mucho que pudiera hacer más que fruncir mi ceño hacia él mientras se paseaba deliberadamente por el desordenado lugar. 

—Mis chicos averiguaron todo sobre el caramelito de Seth.—apuntó brevemente a un par de hombres de pie no muy lejos de la escena, volviendo rápidamente su mirada hacia mí.— Pensé que sería más díficil encontrarte, pero no eres muy brillante después de todo, ¿no lo crees, Sethie?

Punk se acercó por detrás de la silla en la que el escritor se encontraba atrapado, sus manos tocaron su rostro pero Seth rápidamente movió este hacia un lado rechazando su tacto. 

Sentía que la confusión me llenaba a cada segundo. 

—Te dije que me dejaras en paz, Phil.—gruñó entre dientes Rollins.— Creí que había quedado claro. 

—Huiste de mí, cariño. No creo que hubiese nada de claro en ello. 

—¡Huí porque estás enfermo!—exclamó exasperado.— ¡Y si tocas a Randy juro que vas a pagar caro!

Antes de que Seth pudiese soltar algo más, sus labios se paralizaron cuando el familiar sonido de el seguro de un arma al ser bajado llegó a nuestros oídos. Y de un momento a otro, Punk apuntaba en mi dirección con un arma de fuego en su mano. 

Su sonrisa había desaparecido, mirándome con seriedad y luego al pálido ojicastaño. 

—No te conviene desafiarme, Seth. Creí que habías aprendido eso. 

—Creíste muchas cosas...—susurró, para luego apretar su mandíbula.—Baja el arma, por favor. Él no tiene nada que ver en esto...

—Huiste para coger con él.—soltó una risa irónica, negando con la cabeza en dirección a Seth.— Es parte de todo esto, cariño. 

—Phil, por favor.

—¿Volverás a Italia conmigo? 

Seth palideció incluso más, sus labios se abrían y cerraban en una fina línea repetidas veces ante la incertidumbre. Pero el brazo de Punk no flaqueaba, el arma seguía apuntando hacia mi rostro y robándome lentamente el aliento. 

Mi corazón dio un salto cuando las converse del tatuado sonaron casi sigilosamente al caminar lentamente hacia mí. 

—Pensé que podíamos hacer esto de la manera fácil...

—¿¡Es esto la manera fácil!?—chilló Seth exasperado, viendo alterado como él no se detenía en mi dirección ni bajaba el arma. 

—Pero esto es mejor.

El frío cañón del arma se apoyó en mi frente húmeda de sudor frío, haciéndome aguantar el aliento y que mi interior temblara con miedo. 

—Dos pájaros de un tiro.—Punk giró hacia mí, sonriéndome.— Fue un placer, Randy.

Cerré mis ojos con fuerza, esperando lo peor. 

¡Aspettare!

El grito de Seth en otro idioma causó que el sonido de la bala no hiciera eco o que perdiera mi vida, a lo que abrí lentamente mis ojos. Punk frunció levemente su ceño y giró hacia el ex bicolor frente a nosotros, el cual respiraba agitado pero se las ingenió para volver a hablar con seriedad en su mirada. 

Continuó tras apretar brevemente sus labios: —Facciamo un affare.

Punk quitó lentamente el arma de mi frente, dejándome soltar un respiro de alivio que ayudó a que mi corazón latiera nuevamente. Le escuché caminar hacia Seth, manteniendo el arma en su mano pero pareciendo interesado en lo que sea que haya dicho. 

Ti ho sentito, tesoro.

Recordando lo que había dicho anteriormente, pude detectar que se trataba de italiano. 

Seth pareció tomar una bocanada de aire, para a continuación mirar brevemente por sobre el hombro de Punk, sus ojos encontrando los míos. Apretó sus labios en una breve sonrisa antes de volver a dirigirse a nuestro captor. 

Tornerò con te in Italia, ma solo a condizione che tu non gli faccia del male.

Come vuoi che mi fidi di te, piccolo traditore?

Rollins apretó el ceño e inesperadamente sonrió con fanfarronería hacia él. 

Hai altri piani? Uccidi Randy e giuro che ti renderò la vita un inferno, gangster figlio di puttana.

No entendía ni una palabra, pero lo que sea que había dicho había hecho al de labio perforado borrar esa sonrisa suya y que frunciera el ceño hacia el castaño que lo miraba victorioso. 

Hai tempo fino a domani. Dillo alla polizia e non c'è accordo, solo molto morto Randy e tu sei la mia cagna.—finalizó con seriedad, para luego girar hacia sus hombres de pie a unos metros de nosotros.— Desátenlos. 

Los hombres se acercaron, uno de ellos le quitó la soga que amarraba a Seth de los tobillos y de sus manos, mientras que el otro me quitó rápidamente la que mantenía mis muñecas atadas. La sensación de ardor seguía ahí incluso cuando intenté levantarme, pero el dolor en mi cabeza y mareo seguían impidiéndome fiar por completo de mis habilidades motoras. 

Estuve a punto de desplomarme, teniendo que apoyarme de la silla una vez más en lo que sentía los pasos de Seth acercarse en mi auxilio. En silencio pasó uno de mis brazos alrededor de sus hombros, rodeando mis caderas con su brazo y ayudándome a colocarme de pie. 

—Vámonos de aquí.—susurró, bajito de modo que solo nosotros escucháramos. 

Me limité a asentir, dejando que comenzara a guiarme por el antiguo lugar. No obstante, pude escuchar a Punk gritar:—¡Y ni te atrevas a desafiarme, Sethie! ¡Te estaré vigilando!

Quería preguntar qué había sido toda esa escena sacada de una película, quién era Punk y qué relación había tenido con Seth. Pero las dudas solo hacían mi cabeza doler mientras dejaba que el ex-bicolor me encaminara lo más rápido posible fuera de aquel lugar. 

Luego de minutos casi eternos para mí, volvimos a las calles de la ciudad. Mi visión seguía fallando y en más de algún momento creí que la herida en mi nuca comenzaba a sangrar de nuevo. 

Seth había permanecido callado todo este tiempo, procurando no soltarme y teniendo cuidado con cada uno de sus pasos aquella madrugada. De lo contrario, ya habríamos alertado a más de alguna persona. 

Con las fuerzas que tenía, conseguí romper ese tenso silencio que llevábamos por más minutos de los que podía contar en ese instante:—¿A...? ¿A dónde... vamos?

—A mi pent-house. Hay que curarte esa herida antes de que sea tarde.

Sin embargo, mi mano alcanzó su pecho, siendo suficiente para que bajara su mirada hacia mí y se detuviera sobre sus talones. 

—Es... peligroso.—tragué con fuerza en un intento por contener el dolor.—Irán a buscarte... ahí. 

Rollins frunció su ceño, como si se replanteara las cosas. 

—Entonces, ¿tu estudio?

Negué nuevamente, a lo que esperó a que hablara una vez más. 

—Si ellos... saben todo sobre mí, irán ahí.—murmuré.—Tengo una idea mejor. 

Seth suspiró pesadamente y en completo silencio hizo caso a la dirección que le di. 

—Aquí tienes, caramelito.—dijo amablemente la rubia, colocando una taza con un líquido extraño en la mesa de café. La miré con curiosidad.— No preguntes qué es, pero te ayudará con el dolor de cabeza. 

A estas alturas, ya no quería preocuparme por nada más. 

Suspiré. 

—Gracias, Toni. 

La fémina me sonrió con amabilidad, acariciando cariñosamente mi brazo en tanto me resignaba a beber el contenido en la taza. 

Mientras tanto, Paige caminó por la sala a pisotones, acercándose al ex-bicolor que seguía en silencio sentado en el sofá a un lado de mí. Oprimía su mano con desagrado en su frente, específicamente sobre la zona en la que no había notado se había golpeado y comenzaba a tornarse de color más oscuro. 

La pelinegra no dudó en lanzarle la bolsa de hielo que le llevaba, haciendo a Seth casi saltar en su lugar. 

—¡O-Oye!

—Ahí tienes tu hielo, no te quejes.—gruñó ella exasperada, cruzándose de brazos y dándonos una mirada a ambos.— Odio ser descortés...

—Estás siendo descortés.—comentó Rollins con el ceño fruncido, acomodando la bolsa de hielo en su cabeza. 

—Cállate, Rollins.—retomó el habla de todas formas.— Pero, ¿pueden decirme qué diablos está pasando? 

Me limité a quedarme en silencio mientras ella nos observaba a ambos en espera de una explicación. Toni solo seguía acariciando mi brazo de manera preocupada y Seth seguía sin soltar palabra sobre el tema. 

Para mi mayor desagrado debo decir. 

—Digo, no quiero ser una perra y echar más leña al fuego.—continuó Paige.— Pero no es normal que se aparezcan dos hombres en el departamento de una mujer, ambos heridos al borde de la muerte, diciéndome que no llame a la policía...

—Solo no llames a la policía, no es nada.—la cortó Rollins, gruñendo ante el dolor cuando el hielo tocaba su frente. 

Paige frunció el entrecejo y giró a verlo con cara de pocos amigos. 

—¿Sabes qué, Rollins? Vete al diablo. 

Seth bufó entre dientes. 

—Ya me has dicho eso antes, preciosa. 

—Y te lo diré mil veces hasta que decidan decirme qué mierda está pasando.—replicó sin titubeos.— Vamos, escúpelo. 

Luego de que llegásemos al departamento de Paige casi a la amanecida, con mi herida sangrando y hechos un desastre, lo mínimo que podíamos hacer era explicarle. Y sabía que Seth lo entendía. 

Mis ojos continuaron en el escritor, el cual se había esmerado en evitar mi semblante todo este tiempo incluso cuando Toni ayudó a curar mis heridas. No tardó en darse cuenta de mis ojos sobre él y mirarme con desagrado. 

—¿Qué?

—Sabes que tú eres el que puede explicarlo todo, Seth.—dije, aunque me ganara el veneno de su mirada castaña.— Tú conocías al tipo que nos secuestró después de todo. 

—¿¡Secuestró!?—chilló Toni. 

—E-Espera, ¿no te golpeaste muy fuerte la cabeza, Randy?—preguntó Paige enarcando una ceja. 

—No es buena idea que hable de esto, Orton.—gruñó de vuelta el ex-bicolor, ignorando a las dos féminas en la habitación.—Eso es todo lo que diré. 

—El tipo me apuntó con un arma, creo que lo mínimo que podrías hacer es decirme qué relación tienen. 

Seth rió irónicamente, quitándose el hielo de la frente y mirando hacia otro sitio mientras murmuraba:—No hay nada entre Phil y yo, punto. No llamen a la policía y no hagan más preguntas, yo me encargo. 

—Seth. 

—Seth nada.

Rollins se levantó del sofá, ignorando la mala mirada por parte de Paige y caminando hacia la mesa de la cocina y tomando asiento en la primera silla que se le cruzó, dándonos la espalda mientras soltaba un profundo suspiro. 

—Lo único que deben saber es que Phil es un tipo peligroso, y no hay que desafiarle. 

—¿E-Estás seguro que no quieres que llamemos a la policía?—habló preocupada la pelirrubia una vez más. 

Rollins movió su cabeza en negación. 

—Todo se terminará pronto, no hay de qué preocuparse.—nuevamente, suspiró.—Solo hay que esperar hasta mañana. 

—Ya empiezas a sonar como en esas películas que odio ver, pero voy a creerte porque pasan de las cuatro de la mañana y no he dormido un carajo.—dijo Paige, para acto seguido acercarse a Toni y tenderle su mano.— Volveremos a la cama, despiértenme si necesitan algo. 

Me las arreglé para regalarle una pequeña sonrisa.

—Gracias, Paige. 

La pelinegra asintió, Toni me dio una última palmadita en la espalda y agarró su mano, dejando que la guiara de vuelta al dormitorio. 

Sin embargo, Seth la detuvo:—Paige. 

La mencionada giró, su ceño estaba algo fruncido pero en silencio esperó a lo que sea que el ex-miembro de la Lista A quería decir. 

No esperé que los labios de Seth se extendieran en una pequeña sonrisa cuando murmuró:—Gracias. 

Paige se quedó en silencio, pero finalmente le sonrió de lado y siguió su camino hasta desaparecer con Toni detrás de la puerta del que debía ser su dormitorio. 

El silencio cayó sobre nosotros. Seth continuó sentado en el mismo lugar, podía verle acariciar su sien con su dedo de manera incómoda, en tanto movía su pierna a un ritmo que ni él podía seguir. Luego de lo que sea que Toni me había dado, podía moverme mucho mejor y ayudó a que me acercara a él. 

—Seth...

—No voy a hablar, Orton. No insistas.—gruñó de forma inmediata.—Solo... no te preocupes. 

—Punk dejó muy claro que estaba siguiéndote.—continué, ignorando sus constantes advertencias y el que suspirara con desagrado.—Y tal vez tenía razón en algo. 

Rollins abrió sus ojos sin dejar de acariciar su sien, encontrando los míos y transmitiéndome algo que no imaginé ver en él en un momento así. Se encontraba asustado, incluso si esta nueva fachada suya que había creado durante estos años trataba de ocultarlo. 

Seguía conociéndolo demasiado bien. 

—Si esto tiene que ver contigo, entonces también estoy involucrado.—hice una pausa, sintiendo que las palabras que quería soltar podían llegar a condenarme.— Porque Seth... Yo... Yo te...

Me interrumpí cuando la punta de sus dedos tocó mis labios, paralizándolos y que lo mirara con sorpresa. Seth se veía deprimido, casi agotado de lo que sea que hubiese en su cabeza que le hizo interrumpir lo que iba a decir. 

Tal vez... Él no quería oírlo. 

Tras segundos, alejó su mano de mis labios y respiró profundamente.

—Conocí a Phil cuando fui a Italia hace algunos años. Trabajaba como socio en una de las editoriales en las que estuve.—comenzó a explicar, mirando hacia la mesa mientras su voz resonaba en un eco casi ausente en la habitación vacía.—No pensé mucho cuando comenzamos a salir luego de que nos encontráramos por casualidad, yo... me enamoré de nuevo. 

Por alguna razón, sus palabras dolieron brevemente en una parte de mí. Pero me dije que no había tiempo para eso, aunque mi pecho no me escuchara. Seguí escuchando su historia. 

—Estuvimos juntos un tiempo y era realmente feliz, no era un mal chico.—sus palabras se interrumpieron, su rostro se vio nervioso y podía ver que su cuerpo se tensó.—Hasta que un día vi a lo que se dedicaba en realidad. 

No dudé en estirar mi brazo por sobre la mesa y alcanzar su mano, dándole un ligero apretón a esta que ya había comenzado a temblar. 

—Hacía... tratos. Usualmente incluían dinero, favores a otros, incluso en más de alguna ocasión drogas. 

—Mierda...

—Era... retorcido.—soltó una risa nerviosa.— Cientos de veces pude verle torturar a hombres que habían incumplido con sus tratos, a algunos incluso los terminaba...

Como si las palabras le causaran asco, frunció una mueca y solo seguí sosteniendo su mano antes de que lograra retomar el habla. 

—Era un completo mafioso si me lo preguntas. Pero yo... hice vista gorda. Porque creía estar enamorado de él, pensé que si hablaba sobre ello y lo convencía, podría dejarlo.—le vi tragar.—Pero... me equivoqué. Cuando intenté hacer algo, Phil se volvió loco y me forzó a prometer que no diría nada. 

Sentí como si agua fría me recorriera las venas cuando el ex bicolor dio vuelta su mano libre, enseñando el interior de su muñeca izquierda. A pesar de la tinta a lo largo de su piel, podía verse una pequeña cicatriz. 

—Él...¿Él te hizo eso?

—Es poco en comparación a lo que le hacía a otros.—volvió a reír, aunque no tuviera nada de divertido.—Sonaré patético, pero incluso después de eso seguí pensando que me amaba. 

La sola imagen en mi mente de Punk lastimando a Seth comenzaba a hacer mi sangre hervir, por lo que tuve que repetirme el mantenerme sentado sin alterar más al ex-bicolor. 

—Tal vez... Tal vez por eso intenté reportarlo a la policía al día siguiente.—continuó con su historia, su mano apretó la mía con más fuerza de lo usual pero no me importó.— Pensé que si recibía ayuda podríamos sobrepasar esto, olvidarlo y seguir adelante juntos. Pero se enteró, y me convertí en su nuevo objetivo. 

—Es decir... 

—Huí desde entonces.

Rollins cerró sus ojos, su agarre en mi mano comenzó a relajarse y dejó de temblar, pero me negué a soltar su mano. 

—Pensé que se cansaría, pero luego de lo que pasó me doy cuenta que no. 

Nos quedamos en silencio, como si cada una de sus palabras tratara de procesarse en mi cabeza. Sentía muchas cosas que ni yo me podía explicar. 

Rabia por el que lo lastimara de tal manera. 

Celos porque Seth me sacó de su vida después de todo. Me lo merecía, pero seguía siendo malditamente doloroso. 

Pero más que nada, el recuerdo de su conversación hace menos de cinco horas volvió a mi cabeza. 

—Seth.—lo llamé con firmeza, encontrando su mirada en la mía.— ¿Qué fue lo que le dijiste? 

Rollins no tardó en evitar mi mirada y verse disgustado.

—No sé de qué me hablas... 

—No es momento de que te hagas el tonto.—hablé con cierta molestia.— Lo que hablaron en italiano, ¿qué fue lo que le dijiste?

—Nada que tenga que ver contigo.—espetó, sin titubear de ninguna manera.—Ya lo dije, lo tengo bajo control. 

—¿Y esperas que te lo crea? Por favor, Seth. 

—¿Y qué quieres de mí, Orton?—gruñó con exasperación, frunciendo su ceño y dejando que la ira tomara el control una vez más.— Te dije la verdad y que todo está bien, déjame en paz. 

—¿Sabes qué?—negué con la cabeza.— Estoy harto. Harto de esa actitud tuya de niño rebelde, de que ocultes todo y solo me hagas a un lado. 

—No te metas en esto, Orton. Te lo advierto.

—¡Dame un puto respiro, Seth!—grité cansado, dejando que todo lo que tenía en mi mente saliera de una vez.— ¡Me tienes harto! ¡Todo esto! ¡Estoy cansado de fingir que te conozco, porque no lo hago!

—¡Pues te felicito, Randy! ¡Al fin te das cuenta de lo obvio!—escupió, para luego quitar su mano de la mía con brusquedad.— ¡No me conoces! ¡No confío en ti! ¡No sabes nada incluso cuando están tratando de hacer lo mejor para ti! ¡Así que cierra la puta boca de una vez y déjame en paz!

—¡Deja de actuar como un niño de una vez y habla claro! ¡No soy yo al que comenzó a seguir un mafioso psicópata!

Seth alzó sus cejas, mirándome casi con ironía:—¿¡Insinúas que es culpa mía!?

—¡No fui yo el que se acostó con ese hijo de puta, Seth!

Mi grito hizo eco en la habitación, dejándome casi sin aire y a Seth cerrando la boca con una mueca de molestia en el rostro. Además de una breve tristeza que rápidamente ocultó de mí al girar su cabeza. 

—Vete al diablo, voy a dormir. 

Seth apoyó sus antebrazos sobre la mesa de la cocina, apoyando su cabeza en ellos y siendo suficiente para darle punto final a nuestra discusión. 

Mi mandíbula estaba apretada y sentía que solo quería golpear algo. Pero solo gruñí entre dientes para mí y susurré de mala gana:—Haz lo que quieras. 

Estaba molesto, cansado de que siempre ocultara todo y evitara hablar las cosas. Estaba harto de esa fachada, de ese Seth. 

Ese no era mi Seth. 

Decidí que lo mejor era dejarlo, aunque probablemente Paige y Toni ya nos habían escuchado, no era necesario armar más escándalo. Seth no se movió de su posición cuando bajé de la silla, caminando hasta el sofá y recostándome con suavidad. Mi cuerpo aún dolía y acomodar mi cabeza correctamente era un calvario, pero lo mejor ahora era dormir. 

Me aseguré de dejar un último mensaje a Otis y a las chicas de que no abriríamos el estudio los próximos días, para luego dejar que mi cabeza tocara el suave sofá y me dejara llevar por el cansancio. 

Podía sentir el frío contacto del cañón del arma contra la piel de mi frente, la sonrisa en el labio perforado de Punk y su dedo acariciando el gatillo. 

El eco del disparo me trajo de vuelta a la realidad, despertando con violencia y encontrándome de vuelta en la sala del apartamento de Paige. 

Mi respiración era agitada y sentía que el corazón se me saldría por la boca. 

—Wow.—intervino la pelinegra, apareciendo por la sala con su pantalón de pijama y camiseta de rock gastada.— ¿Estás bien, cariño?

—E-Eso creo.—me las arreglé para decir, moviéndome lentamente hasta poder sentarme en el sofá.—Solo fue un sueño. 

—Una pesadilla bastante fea.—se unió la rubia de cabello alborotado, dejando un par de tazas en la mesa de café y mirándome preocupada.— Llevas sudando un buen rato. 

No creo que olvidaría tan fácil ese momento, en el que de verdad creí me dispararían y todo se volvería oscuro. En el que no podría volver a ver a mis amigos... En el que no podría volver a hablar con Seth. 

—¿Tienes hambre? Deberías comer algo y luego ir al hospital, ya sabes, para que nos aseguren que no vas a morir.

Toni codeó a la pelinegra que solo le respondió con una divertida mueca. 

—Hice tostadas con mermelada, cielo.—me ofreció ella con amabilidad.— ¿Quieres que te prepare un café?

Acepté la oferta de Toni con un asentimiento, a lo que ella sonrió en tanto Paige me ayudaba a sentarme más cómodamente en el sofá. El aroma a café recién hecho y pan tostado me abrió el apetito como no lo había hecho en mucho tiempo. 

Sin embargo, no tardé en notar la ausencia del ex-bicolor. 

—¿Dónde está Seth?—pregunté tras mirar sobre mi hombro con dificultad y no encontrarlo en la mesa como se quedó la noche anterior. 

—Oh.—Toni giró hacia mí luego de terminar de servir un par de tostadas en un plato.—La verdad es que no lo sé, caramelito. Ya no estaba aquí cuando nos levantamos. 

Sentí un nudo en la garganta.

—Me dejó un mensaje.—agregó Paige.— Dijo que iría a su departamento y haría sus maletas. 

¿Qué?

—¿Qué cosa?—hablé ya alterado.—¿C-Cómo que a su departamento?

—No pude detenerlo.—habló Paige, sin entender mi reacción.— Dijo que no te despertara, que estaría bien y volvería a su pent-house. 

Sentí que el corazón me daba un vuelco y mi cuerpo se congelara por completo. Él se estaba entregando como maldita carnada.

Aunque mi cuerpo doliera como si me hubiese pasado un camión por encima, me levanté casi de un salto del sofá sorprendiendo a ambas féminas. 

—¡R-Randy! ¿¡Te volviste loco, hombre!? ¡No puedes moverte en tu estado!

Ignoré las quejas de mi amiga, buscando la chaqueta que reposaba a un lado del sofá y colocándomela lo mejor que mi tambaleante cuerpo me lo permitía. 

—¡Le dije que hiciera lo que quiera!—comencé a gritar, más para mí que para las chicas que me observaban confundidas.—¡Joder! ¡Soy un completo idiota!

—¡Randy! ¡Randy! ¿¡A dónde carajo vas!?

Pero para cuando ella intentó correr detrás de mí o jalar de mi brazo para detenerme, ya había abandonado el departamento y corrido lo más rápido que podía en dirección al pent-house del ex-miembro de la Lista A. 

El dolor en mi cuerpo era casi insoportable y sentía que me quedaría sin aire, pero no me permitía detenerme y sentía que el corazón se escaparía de mi pecho. 

Todo es tu culpa, todo es tu culpa, todo es tu culpa. 

Tragué con fuerza la culpabilidad, siguiendo mi camino hasta el hotel que ya varias veces había concurrido. 

La mirada de Seth la noche anterior, la forma en que su mano tocó la mía, y su rostro se pintó de dolor contándome lo que había sucedido en Italia eran cosas que latían en mi cabeza sin que pudiera detenerlas mientras me apresuraba incluso más hasta el pent-house. 

No me tomé el tiempo de tocar a la puerta, abriendo esta y que sintiera mi pecho apretarse cuando esta se encontraba abierta desde ya. Pero terminé paralizándome al encontrarme con la escena al interior de la habitación. 

Seth se encontraba ahí, solo que un par de hombres lo sostenían de sus brazos inmovilizándolo. En cuanto entré al cuarto, otro par de ellos hizo lo mismo conmigo y evitó que me acercara a él. Sin embargo, también sentí un insoportable dolor cuando uno de ellos me golpeó en el abdomen, haciendo que me encogiera y aguantara un jadeo. 

—¡Randy!—escuché el grito de Seth con su voz casi en un hilo.— ¡Déjenlo ir!

—Nadie da esa orden más que yo, cariño.—dijo aquella voz que ya reconocía a la perfección y me hizo alzar lentamente la cabeza mientras aguantaba el dolor. Punk sonreía de pie a un lado de Seth, manteniendo la misma arma de fuego en su mano.—Sabía que esta peste aparecería, así que estábamos preparados. 

Seth intentó forcejear, pero los hombres que lo aprisionaban no se movieron ni un centímetro. Entonces, miró con furia al de labio perforado. 

—¡Esto no era parte del trato!—gritó, incluso si su respiración era agitada.—¡Dijiste que no lo lastimarías!

—Tú huyendo de mí otra vez tampoco era parte del trato, Seth.—Punk sonrió hacia él, encogiéndose de hombros con simplicidad.—Te dije que no me desafiaras, así que no hay trato. 

Rollins soltó un sonido de desagrado, siguiendo con su forcejeo incansablemente e ignorando la mirada del mafioso. Este me miró brevemente antes de volver sus ojos al escritor. 

—Creíste que podías escapar y así salvar a tu noviecito.—agregó, junto a una risa irónica.—Eres más tonto de lo que creí. 

—Solo déjalo ir.—gruñó Seth, casi escupiendo sus palabras por la ira.— No tienes que hacer esto, Phil. 

—¡Teníamos un trato, Seth!—le gritó, mostrando su ira por primera vez y jugando con el arma en su mano.—¡Tú irías conmigo y yo no lastimaría a este infeliz! ¡Ese era el trato!

—Phil, estás enfermo.—habló débilmente el ex-bicolor, casi como si intentara rogarle.— Por favor, todavía puedo ayudarte, solo. 

Pero sus palabras se vieron interrumpidas por el mismo sonido del arma al quitarle el seguro, a la par en que Punk levantaba su brazo y apuntaba, en esta oportunidad, al que solía ser su pareja. 

Sentí que mi corazón daba un vuelco y no pude evitar forcejear para que los hombres me soltaran. 

—¡Ni si quiera lo pienses!—grité.— ¡Aléjate de él, hijo de perra!

—Shhh...—mostró su dedo hacia mí, casi como una señal de silencio.—Los adultos están hablando, cielo. No te metas. 

Hijo de la gran...

—¿Así que estoy enfermo?—preguntó, casi saboreando cada palabra mientras apuntaba al ex-bicolor.— ¿Es enfermo seguir al amor de tu vida que solo huyó como una rata por tanto tiempo? ¿Es enfermo hacer todo lo que hay en su poder para hacerlo feliz pero que luego él escapara? ¿Es enfermo querer que quiera al hombre que amo a mi lado? ¿¡Ah!? ¡Responde, Seth!

Podía ver que estaba asustado. El sudor recorría su frente y su respiración era irregular, en su rostro estaba plasmado el horror. No obstante, sus ojos castaños cayeron en mí, mirándonos el uno al otro en lo que deseé fuera eterno. 

—I-Iré contigo, Phil.—balbuceó, mirando a los ojos del desquiciado chico con el arma.— Juro que no escaparé ni intentaré nada más de nuevo... Solo no lastimes a Randy, por favor. 

—¡No! ¡Claro que no!—grité, sin importarme nada más.—¡No dejaré que te vayas con ese psicópata, Seth! ¡No voy a dejarte!

—¡Estoy tratando de salvarte, Ran! ¡Cierra la boca, por favor!

—¡Me da igual!—sentí mi voz quebrarse.—¡Ni pienses que dejaré ir al chico que amo una vez más! ¡No voy a hacerlo!

Los ojos de Rollins se ampliaron con sorpresa y casi pude ver un indicio de sonrisa en sus labios antes de que el sonido de un aplaudir sarcástico nos regresara a la realidad. 

El autor de ellos sonreía ampliamente. 

—Qué adorable.—dijo con diversión, para luego volver a tomar el arma en su mano y apuntar hacia mí.— Pero lo siento mucho, Sethie. La oferta era de tiempo limitado y me fallaste.

Tragué con fuerza, viendo el pánico correr por la cara de Seth casi como un flash. Justo en ese instante, este echó la cabeza atrás con fuerza, impactando de lleno contra el rostro de los hombres que lo tenían bajo captura y dándole el tiempo de escapar. 

Un disparo resonó por la habitación, pero solo fue el producto de un par de balas impactar unos ventanales que se rompieron en mil pedazos a los pies de Phil. El estruendo hizo que ambos de los hombres que me sostenían por los brazos me soltaran, siendo libre.

Seth pasó por sobre los cristales, no sin antes darle un empujón al desprevenido chico de labio perforado que lo hizo chocar contra el suelo.

Sin embargo, en lugar de correr hacia la puerta y escapar como esperaba, Seth se detuvo frente a mí y me agarró del brazo. 

—¿¡Seth, qué...!?

—¡Tenemos que huir!

No tuve tiempo de decir nada, o de que él jalara de mi brazo y escapáramos del lugar. Ya que pude ver al desquiciado de Punk levantarse desde atrás de la isla de la cocina y apuntar con el arma en nuestra dirección, incluso a lo lejos pude ver que apuntaba hacia Seth. 

Todo fue como en cámara lenta, el disparo y el jadeo que Seth contuvo cuando la bala impactó de lleno contra la piel. Pero no fue la suya. 

—¡Randy!

Escuché el grito desgarrar su garganta, a la par en que el incesante dolor se expandía rápidamente desde el hombro en el que había recibido el impacto de la bala. No pude evitar dejarme caer sobre mis rodillas, sintiendo las temblorosas manos de Seth tratando de sostenerme. 

—¡No, no, no...! ¡Randy!—siguió gritando, ya entre lágrimas y agitadas respiraciones.— ¡Randy! ¿¡Por qué, Randy!?

Apreté mi mandíbula, tragando con fuerza para poder alzar mi semblante hacia él. Podía sentir la sangre cálida a través de la tela de la chaqueta de cuerina y manchar mis dedos mientras cubría la herida, pero no me impidió sonreír a ese rostro lleno de llanto mirándome en completo pánico. 

Mi mano libre se movió hasta su rostro, tocando su mejilla húmeda por las lágrimas y sonriéndole lo mejor que pude con mis labios adormecidos. 

—Te dije que no te dejaría ir esta vez, Sethie.

Tras el impacto de la bala, escuché a alguien abalanzarse contra Punk, quitándole el arma de una patada. Giré levemente sobre mi hombro herido, pudiendo ver a aquel hombre que había pretendido ser uno de los hombres de Punk y que justamente había sido el primero en soltarme luego de los primeros tiros. 

Ya lo conocía y desde que entré pude reconocerlo, pero decidí callar hasta que fuera el momento. 

—Phil Brooks, quedas bajo arresto.—espetó, a la par en que colocaba unas esposas en las muñecas del mafioso. A continuación, giró a vernos.—La ambulancia viene en camino, Randy. No te preocupes. 

Tragué con fuerza una oleada de dolor y le sonreí de lado:—Gracias, Johnny. 

Todo pasó demasiado rápido, tal y como había concurrido el incidente. La policía llegó junto a una ambulancia, Johnny me dijo que Paige había llamado la noche anterior explicándole toda la situación, haciendo caso omiso a las palabras de Seth e importándole un diablo mientras Punk fuese capturado. Él y sus hombres fueron llevados en las patrullas, pero el proceso para ponerlos tras las rejas sería sencillo debido a sus varias acusaciones de asesinato y tratos ilegales por los que se les perseguía hace años. 

Los médicos no tardaron en tratar la herida en mi hombro, fue una suerte que la bala no fuera demasiado profundo pero debía tener cuidado. Me dijeron que lo mejor era llevarme al hospital para evitar una hemorragia y ver el golpe en mi cabeza, pero me negaba a abandonar el lugar sin antes hablar con Seth. 

Algunos policías lo habían rodeado para pedir declaraciones respecto a Punk, por lo que no tuve más alternativa que dejarlo para que curaran mi hombro. 

Seguí mirando hacia el horizonte mientras permanecía sentado a la orilla de la parte trasera de la ambulancia, un vendaje se encontraba alrededor de mi pecho y hombro, pero dolía si quiera respirar muy fuerte. 

Los policías aún tomaban declaraciones, otros terminaban de sacar los escombros que el desastre había dejado. Pero uno de ellos se me acercó, todavía llevando la capucha que había usado para infiltrarse entre los hombres de Punk y sonriéndome ampliamente. 

Tomó asiento junto a mí, dejando que sus piernas se balancearan por sobre el cemento. 

—Qué día eh...—comentó, mirando al horizonte al igual que yo. 

Sonreí levemente. 

—No tienes idea. 

—No esperaba que Paige me llamara.—continuó hablando.—Ha hablado un par de veces con Candie, pero cuando me explicó todo en verdad no pude creerlo. 

—Sigo sin creerlo yo mismo.—dije, moviendo levemente mis hombros tratando de aliviar la sensación de incomodidad.—Pero al menos ese tipo ya no hará más daño. Gracias, Gargano. 

—¿Me agradeces a mí?—soltó una pequeña risa.—El que acaba de recibir una bala heroicamente fuiste tú, no yo. En serio, no hagas eso nunca más. 

Solté una pequeña risa aunque doliera un poco. 

—Te reconocí en cuanto me atraparon.—le expliqué.— Tus agarres no eran fuertes, y en más de alguna ocasión me miraste por el rabillo del ojo. 

—Atacar directamente los habría puesto en un riesgo mayor. Esperé el momento en que Brooks se distrajera, pero no esperé que le harían perder tanto la cabeza. Lo siento por lo de la bala. 

—Tranquilo.—palmeé su hombro amistosamente.—Es el costo que debía pagar. No iba a dejar que lastimara a Seth. 

Gargano se quedó en silencio por un segundo, apretando sus labios como si pensara en algo antes de volver a hablar. 

—Lo protegiste de la bala. En serio lo amas, ¿no?—dijo, a lo que encontré su semblante.— A Seth. 

¿Lo amaba? Claro que lo hacía. 

Lo hice en ese entonces y lo seguía haciendo incluso ahora. Después de mis errores, de nuestras peleas, del tiempo que estuvimos separados. 

Seth era como la tinta en mi piel, para siempre. Solo que esta tinta se encontraba impresa en mi propio corazón. 

Me dispuse a decir algo, hasta que mis ojos se encontraron con Seth siendo escoltado fuera del hotel por un grupo de policías uniformados. 

No obstante, mi ceño se frunció al ver que unas esposas estaban alrededor de sus muñecas y los policías mantenían sus manos detrás de su espalda. 

—¿Seth?—me levanté de mi lugar, dispuesto a caminar en su dirección.—¡Seth!

—¡Randy, espera!—Johnny no tardó en detenerme. 

—¿A dónde se lo llevan? Él no es culpable de nada. 

—Necesitan su testimonio más que el de nadie.—comenzó a explicar Gargano.—Pero también puede ser culpado de cargos o complicidad con Brooks y...

—¡Basura! ¡Seth! ¡Seth!

Y aunque me dispuse a correr en su dirección, una punzada en mi hombro me lo evitó e hizo que mi vista volviera a ser borrosa. Me llevé la mano al hombro con un respingo, sintiendo el calor de la sangre brotar antes de que rápidamente me viniera abajo. 

—¡Randy! ¡Randy!

Aunque Gargano intentó despertarme, mis párpados pesaron y me quedé profundamente dormido al instante en que mi cuerpo cayó como peso muerto al suelo. 


El ambiente olía a limpio y poco a poco recuperaba la sensación del tacto a lo largo de mi cuerpo. Dolía incluso peor que antes, en especial mi hombro y la cabeza me daba mil vueltas incluso si aún no abría mis ojos. 

Los párpados me pesaban y lentamente logré escuchar lo que pasaba a mi alrededor, sonido de maquinaria, como el latido de un corazón y una suave conversación en la habitación. También reconocía tanto la voz masculina como femenina. 

Lenta y tímidamente abrí mis ojos, dejando que la luz me cegara por un segundo y teniendo que parpadear varias veces antes de recuperar la visión. 

Tal como esperaba, me encontraba en una sala de hospital. Cerca de mí pude destacar a esas dos figuras que continuaban enfrascados en su conversación. 

—¿No lleva demasiado tiempo dormido?—murmuró la voz masculina con cierta exasperación. 

—Lo golpearon en la cabeza y luego le dispararon en el hombro, estoy segura que tú y tu culo estarían incluso peor en esa situación, Ambrose.—se quejó de vuelta la fémina. 

—¡Solo me preocupo de que esté muerto!

—¡Deja de gritar, vas a despertarlo!

—¡Tú también estás gritando, muerta viviente!

—Los dos están gritando...

Sus voces cesaron al escuchar mi comentario, acompañado de sus miradas moviéndose rápidamente hacia mí. Había conseguido abrir mis ojos y sonreírles levemente con mis entumecidos labios. Intenté moverme, pero el dolor rápidamente volvió a golpearme y tuve que aguantar un jadeo. 

La pelinegra no dudó en acercarse, ayudándome a sentarme un poco más erguido en la camilla en la que me encontraba. 

—Tienes que ser cuidadoso.—me dijo con la misma suavidad de su toque en mi espalda.—La bala no había perforado tanto, pero tus músculos fueron lastimados cuando quisiste correr detrás de Seth. 

Contuve un gruñido, dejando que Paige me guiara hasta que mi espalda se apoyó en las almohadas y pude sentarme cómodamente. 

—¿Cuánto tiempo estuve fuera?—murmuré con mi voz rasposa. Me dolía un poco la garganta. 

—Como seis horas.—respondió esta vez el castaño, agarrando una silla y arrastrándola a un lado de la camilla.— En serio me asustaste, hombre. 

—Lo siento, Ambrose.—susurré, tomando un respiro.— ¿Han sabido algo más?

—El idiota ya está bajo arresto, si es lo que quieres saber.—gruñó la fémina de brazos cruzados junto a mí.— Se lo llevarán de vuelta a Italia y van a procesarlo. Pero confío en Garganito, sé que no volverá a hacerles daño. 

—Esto parece salido de una película si me lo preguntan. 

No pude evitar reír, costándome un jadeo de dolor pero que una sonrisa algo más relajada apareciera en los labios del vocalista. Giré a ver a Paige con un pequeño indicio de sonrisa. 

—Johnny me dijo que fuiste tú quien llamó a la policía. 

Ella torció sus labios, para luego suspirar pesadamente. 

—Sé que el enano me dijo que era peligroso...—hizo una pausa, mirándome con cierto temor en sus ojos castaños.—Pero estaba tan asustada, Randy. Verlos llegar así, escuchar que podían hacerles daño...

—No estoy enojado.—la interrumpí con suavidad, acercando mi mano hasta la de ella aunque la mía estuviese algo fría.—El que estemos a salvo es gracias a ti. 

Pude ver sus ojos brillar, al punto en que creí se pondría a llorar tan solo con seguir mirándola. No podía imaginarme el susto que tuvo que pasar cuando le dijeron lo que pasó, o que su amigo había sido baleado protegiendo al chico que amaba. 

—Vamos, Pai. No ayudará mucho que te pongas a llorar.—comentó Dean con una entretenida sonrisa.

—¡Y-Ya lo sé!—casi chilló, girando su cabeza y tratando de ocultar el hecho de que se quitaba las posibles lágrimas con la manga de su sudadera.—Cállate, Ambrose. 

—Además,—agregó el castaño, colocando su mano en mi espalda y dándome un par de palmadas.—No hay forma de derrotar al grandote, ¿no?

—Auch...

—¡Dean!—le recriminó la pelinegra, a punto de lanzársele encima por sobre la camilla.— ¡Deja de ser tan bruto por una vez! ¡Su estado es delicado todavía!

Ambrose se encogió de hombros:—Tal vez se le pasaría con un par de cervezas. 

—Dean.

—¡Era solo una idea!—se excusó alzando sus manos libres de vendajes.—Jesús, mujer. Tal vez tú necesitas una cerveza. 

—Basta de la cerveza, o lo único que haré es estamparte una botella en la cabeza y tendremos a otra persona que visitar en este jodido hospital. 

—¡Touché, la dama ha hablado!

No pude evitar soltar una risa. En momentos como esos, volviendo a verlos juntos luego de tanto tiempo, me recordaba a la secundaria. A esos momentos en que ambos me levantaban el ánimo, momentos en los que dejaba de pensar en la culpa. 

En ese momento, mientras Paige y Dean seguían discutiendo como siempre, la imagen previa a que me desmayara volvió a mi cabeza. Seth siendo llevado en la patrulla, la posibilidad de que fuera inculpado por ser cómplice del mafioso Punk. 

—¿Dónde está Seth?

Mi pregunta los silenció al instante. Dean se quedó viendo a nuestra amiga, la cual relamió rápidamente sus labios antes de acercarse a mí. Tomó asiento a la orilla de la camilla y agarró suavemente mi mano, mirándome con una leve y suave sonrisa en la comisura de su boca. 

—Seth está bien, cielo.—dijo.—Sigue en la estación de policía por las declaraciones sobre el imbécil de Punk. 

—¿Creen...?—mi ceño se frunció ligeramente y tuve que tragar el nudo en mi garganta.—¿Creen que es culpable? 

—Dudo mucho que sea así, hermano.—se unió Dean con una calmante expresión propia de él.—Rome está afuera hablando por teléfono con Otis, también llamó a las chicas de tu estudio y las tranquilizó. Pero habló un rato con Gargano, solo quieren toda la información que él tenga. 

—Seth no ha hecho nada malo, Randy.—retomó Paige, tratando de tranquilizarme.—Él no tiene la culpa, solo coincidió que confió en las personas equivocadas. 

Sentía la cabeza darme vueltas y el mismo insistente dolor en el pecho. 

Recordé la conversación entre Punk y Seth, el trato que habían intentado cerrar y el cómo él intentó sacrificarse por mi bien. Todo cobraba sentido y una parte de mí no podía dejar de sentirse culpable. 

—Él... quería protegerme.—musité, casi para mí en el silencio que había caído en la habitación.—Estaba dispuesto a seguir huyendo, a entregarse a Punk con tal de que no me hiciera daño. 

Una sonrisa danzó en los labios de Paige, dándole un par de palmaditas a mi mano para llamar mi atención a su juguetona mirada. 

—Siguen dándome asco.—dijo, haciéndome reír levemente desde el fondo de mi garganta.—Pero no hay forma de que ese chico te odie después de todo esto... ¿No lo crees?

Dean sonrió al igual que ella, enseñando su lengua como siempre hacía y asegurando dichas palabras. Mi corazón latió con fuerza y poco a poco sentía el dolor en mi pecho disiparse. 

Entonces, la puerta fue abierta con suavidad, dejando ver a aquel moreno de cola de caballo entrar a la habitación y sonriendo hacia mí con cierto alivio. 

—Qué bueno que ya despertaste, Randy.—dijo, mirándonos desde la puerta.— ¿Cómo te sientes?

Sonreí lo mejor que pude, oprimiendo mi mano suavemente en mi hombro vendado por debajo de las ropas de hospital que llevaba. 

—Como si Rusev se me hubiese tirado encima. 

Paige rió junto a ellos, y agradecí que el grandote no estuviese ahí o ya me hubiese intentado estrangular. 

—Sigo creyendo que la cerveza es una buena idea.—canturreó Dean, llevándose una ceja alzada por parte de su esposo.—¿Qué? Vamos, Rome. Es una buena idea. 

—Tus ideas siguen siendo pésimas, bebé.—negó con la cabeza el moreno, a lo que Dean echó la cabeza atrás con disgusto y se cruzó de brazos, decidiendo que lo mejor era guardar silencio. Los ojos de Roman cayeron en mí y pude ver alegría en ellos.— Hay alguien que quiere verte. 

Parpadeé perplejo, pero mis labios no tardaron en abrirse con sorpresa al ver a Roman hacerse a un lado y dejar pasar a aquel castaño a la habitación. 

Se veía agotado, su cabello estaba completamente alborotado y su camisa todavía tenía algunas manchas de sangre de cuando me atrapó en sus brazos durante el incidente en su pent-house. 

Sin embargo, una sonrisa iluminó su rostro cuando nuestros ojos se encontraron. 

—Yep, ese es el llamado para irnos.—comentó el vocalista, dando vuelta sobre sus talones y empujando a su esposo hacia la puerta.—No los quiero ver coger, ¿tú sí, Rome?

—Eres un puerco, Deanie. 

—¡Un puerco que amas, cariño!

Reí bajito, a la par en que Paige rodaba los ojos con una sonrisa divertida. A continuación, se acercó a mí una última vez y acarició brevemente mi mejilla. 

—Le diré al doctor que venga después, ¿sí?

Asentí, dejando que el reconfortante calor de su mano se dispersara por mi rostro. Ella me sonrió una última vez y se dispuso a abandonar el cuarto junto a la pareja segundos atrás. 

No sin antes golpear suavemente a Seth en el pecho:—Nada de toqueteos, que está herido. 

Rollins no dudó en quitarse su mano de encima, a lo que Paige rió burlona y continuó moviendo sus caderas hasta salir de la habitación. 

Un silencio cómodo cayó entre nosotros, pero este no duró demasiado cuando Seth volvió en sí y se apresuró a tomar asiento en la silla en la que Dean había estado. Solo lo seguí silenciosamente con la mirada, al igual que dejé que su mano agarrara la mía y le diera un pequeño y suave apretón entre las suyas. 

Estaban cálidas, transmitiéndome esa sensación que solo su piel podía. Comencé a sentirme aliviado. 

—Debes estar cansado.—comenté, a lo que él levantó la mirada de sus manos acogiendo la mía. Sus ojos se encontraban cristalizados a pesar del cansancio.—¿Qué ocurrió?

—Eso debería decirte a ti.—habló con su voz casi en un hilo, soltando un respiro para evitar cualquier jadeo.—Estoy cansado, sí. Pero necesitaba verte, necesitaba saber que tú no... 

Pude ver que luchaba por no dejar salir las lágrimas, a lo que extrañamente sonreí mientras acercaba mi mano libre a su cara. Por un momento, recordé al Seth de ese entonces.

—Te lo dije, Sethie.—con cuidado aparté una lágrima traviesa que escapó por su ojo.—Te dije que no te dejaría ir otra vez. 

—Eso no significa que hagas algo tan descuidado, infeliz.—gruñó, sorbeteando.—¿Sabes lo asustado que estaba cuando vi que Phil te disparó? 

—Volvería a hacerlo si tuviera.

—¡Randy!

Aunque quisiera regañarme, no podía evitar sonreír hacia él y deleitarme con el calor de su mano. No mentía, lo haría mil veces si eso significaba que él estaría bien. 

—Eres... Eres un idiota, Orton.

—No respondiste a mi pregunta. 

Seth suspiró.

—Fui absuelto de cualquier cargo, ya que no participé en ningún crimen más que la observación de las cosas que Phil hizo.—comenzó a explicar, aunque todavía podía sentir su voz rota.—Sé que cometí un error al involucrarme con él, y yo...

—Te enamoraste.—lo interrumpí, encontrando sus ojos castaños brillando y sus labios paralizados.—Es comprensible, Seth. El corazón no escucha la mayoría de las veces. 

—Supongo que eso se aplica a ti también...

Sus palabras causaron que mi pulso aumentara, a la par en que mantenía mi mirada en el ex-bicolor que parecía buscar las palabras apropiadas al mirar brevemente a su regazo. 

—Randy, he sido un imbécil.

—No, claro que no.—respondí de inmediato.— Yo... esto es mi culpa.—Seth alzó la vista, mirándome desentendido.—Te he dicho cosas muy crueles cuando el que comenzó todo esto fui yo... Lo siento tanto, Seth. 

—Oye, yo no he sido un santo.—logró sonreír débilmente junto a una risilla.—Desde que volví, admito, me he portado como un hijo de perra.—hizo una pausa, en la que su sonrisa lentamente volvió a desaparecer.—Es solo que... Sentía tanto rencor. 

Mi garganta se hizo un nudo que procuré ignorar. 

—Cuando supe la verdad hace años, sentí que me habías roto el corazón.—continuó.—Me traicionaste, me habías jodido la vida cuando fuimos niños, y para más me ocultaste la verdad por tanto tiempo...

—Lo siento...

Otro suspiro, pero volvió a fijar sus ojos en mí. 

—Pero lo que más me molestaba era que, incluso cuando te dejé atrás ese día en el aeropuerto o mientras viajaba por el mundo yo solo... No podía odiarte.—negó suavemente para sí.—Juro... que intenté odiarte, pero no pude. Tampoco podía perdonarte, pero una parte de mí quería salir corriendo y encontrarte. Una parte de mí... nunca pudo olvidarse de mis sentimientos por ti. 

Mi pecho ya no se sentía pesado con cada una de sus palabras. 

—Incluso cuando estuve con Phil... Seguí sintiéndome como un imbécil e intenté odiarte. Pero llegué a la conclusión de que no podría hacerlo, y me odié por eso.—sus ojos volvieron a mí, removiendo algo en mi interior.—Por eso, cuando te vi pasando con los chicos cuando volví para la reunión, tuve que acercarme. Pensé que si lanzaba esa ira que sentía por ti durante todos estos años y me odiabas, las cosas se harían más fáciles. Pero tú seguías ahí, mirando en mi dirección y diciendo que ese yo que conocías seguía ahí. 

—Sigue aquí, Seth.—lo interrumpí, dando vuelta mi mano y dejando que nuestros dedos se entrelazaran sobre la colcha de la camilla.—Me equivoqué, te oculté la verdad y seguí huyendo... Pero ya no quiero hacer eso. Incluso si rompí a ese Seth, incluso si todavía está asustado y se niega a perdonarme, juro que haré todo lo necesario para que lo haga. 

Me moví un poco más cerca, hasta que mi mano tocó su mejilla y la sostuvo con ternura. Pude ver a Rollins sonreír tímidamente y cerrar sus ojos, dejando que un par de lágrimas cayeran por sus mejillas mientras se apoyaba en mi mano. 

—Porque te amo, Seth.

—¡Vamos, risitos! 

—¡Ya te dije que no! ¡Y deja de estar gritando!

—Es solo un favor, uno. Y juro que no te jodo más la puta existencia. 

—Me debes como mil favores, Rhea. 

—¡Laceeeeeeey!

Lacey soltó un sonido de desagrado, al mismo tiempo en que dejaba de escribir en uno de los registros del estudio. La de camiseta de rock y perfecto delineado de ojos la miraba con ruego y sus manos delante de su pecho, esperanzada a que la pelirrubia accediera a su petición. 

—¿Y dime por qué debería ir contigo a un día de campo con tu familia?

—Porque me detestan, y si voy sola tendré que aguantarlos y me estallará la cabeza.—habló con exasperación.—Vamos, Lacey. Solo cuatro horas, por favooooooor. 

La chica de elegante top negro y falda amarilla marcando sus curvas entrecerró sus ojos, observando a la castaña que poco a poco formaba su mejor puchero de súplica. 

—¿Y qué pasa con Summer?

—Ella puede ir.—sonrió Rhea.— El lugar tiene muchos juegos y comida deliciosa. No te preocupes por eso, mamá oso. 

—¿Tus padres no se van a molestar si voy?

—Con un ejemplo de dama bella como tú, claro que no, risitos.—le guiñó a la rubia.—Además, de ellos me encargo yo. 

Lacey volvió a guardar silencio, cruzando sus brazos sobre su pecho y frunciendo sus labios carmín como si se lo pensara. Rhea esbozó su mejor sonrisa, esperando pacientemente. 

La rubia terminó por suspirar. 

—Dos horas. 

—Cuatro. 

—¡No es negociable, Rhea!—exclamó frunciendo el ceño, haciendo una pausa.—Dos horas, última oferta.

—Tres. 

—Ugh, bien.—gruñó.—Tres horas, es todo. 

—¡Eres la mejor, risitos!

—¿Dejarás de llamarme así algún día?

No pude evitar sonreír ante la situación, limitándome a verlas desde el lugar en mi sala de tatuado con la puerta a medio abrir. Ambas siguieron discutiendo entretenidas, cosa usual y que me recordaba lo mucho que había extrañado el estudio durante esa semana que estuve fuera. 

Desde lo ocurrido solo supe que Punk fue llevado de vuelta a Italia y que se le juzgaría allá por todos sus crímenes, desde acoso a las múltiples negociaciones ilegales que había llevado a cabo con anterioridad. 

Me habían dejado salir del hospital al día siguiente, advirtiéndome que tenía que descansar para no arriesgarme a una hemorragia nuevamente. Paige se aseguró de que siguiera las instrucciones al pie de la letra al invadir mi departamento más de lo que quisiera, al igual que Dean en más de alguna ocasión en la que no se encontraba ensayando e incluso Toni lo llevaba a rastras para aprovechar de ver a Paige. 

Seguiría usando los vendajes por algunas semanas más y todavía dolía algunas veces, pero conseguía respirar normalmente y moverme sin ser demasiado brusco, además de tener que tomar algunos medicamentos para la inflamación me sentía como nuevo. 

Seguí moviendo mi lápiz sobre la hoja de cuaderno, siguiendo aquellos trazos que formaban las alas de una mariposa. Mis labios bajaron de esa sonrisa y cierto pesar invadió mi pecho. 

No había tenido contacto con Seth más que por algunos mensajes, pero Dean me comentó que pronto debería abandonar la ciudad para continuar con lo que sea que querría hacer. Su próximo libro, su vida sin el temor a Phil, quizás ver más del mundo. 

Una parte de mí no podía evitar doler. Otra vez... lo dejaría ir. ¿De verdad quería dejarlo ir? 

Sentía que había hecho tanto por mí, yo lo había lastimado y de alguna manera la culpa no se sentía tan dolorosa... Que tal vez lo mejor era por fin dejarlo. 

—¡Randy!

Salí de mi breve ensueño cuando escuché a Rhea llamarme, cerrando rápidamente el cuaderno y colocándome erguido en mi lugar. 

—¿S-Sí?—tuve que aclararme la garganta para dejar de balbucear.—¿Qué pasa?

—Tienes a alguien que te busca. 

Apreté el ceño para mí brevemente, para a continuación apresurarme y levantarme de mi lugar. No esperaba a nadie en particular, de hecho, ese día no teníamos muchos clientes ni recordaba haber visto alguna cita en el libro cuando llegué. 

Salí de mi cuarto, pero sentí que mi mandíbula casi cayó al ver al ex-bicolor de pie al lado del mostrador con una sonrisa de lado en el rostro. Llevaba su cabello peinado en una gorra puesta al revés, una cómoda sudadera y sus usuales jeans rasgados dejando ver un poco de sus rodillas. 

Mi cara debió ser muy divertida, ya que hizo a Seth aguantar una risa y a Lacey y Rhea mirarse la una a la otra con una sonrisa. 

—S-Seth.—balbuceé, sin contener mi nerviosismo aunque quisiera.—¿Q-Qué...? ¿Qué haces aquí?

El ojicastaño se encogió de hombros, manteniendo sus manos al interior de los bolsillos de su sudadera. 

—Bueno, a menos que ahora seas panadero o algo así, estoy aquí por un tatuaje. 

¡Imbécil, imbécil, imbécil!

Quise darme una bofetada mental en tanto las chicas que se encontraban presenciando la escena hacían todo lo posible por esconder sus carcajadas. Pero era más que obvio y solo me hacía sentir más humillado. 

Vamos, Randy, reacciona. 

—Uhm... Un tatuaje... ¡Claro! ¡Un tatuaje, seguro!—dije, tratando de dejar de sonar como un imbécil.— E-Eso es lo que hago, así que...

Joder, parezco un tonto. 

—V-Ven conmigo.—agregué.— No tengo ninguna otra cita así que...

Seth asintió, sonriendo a las chicas junto a él antes de comenzar a seguirme por el lugar. No giré a verlas, pero podía imaginar que ya no podían aguantar las carcajadas y eso solo me hizo sentir más patético. 

¿Qué demonios pasa conmigo? ¿Desde cuando actuaba así de nervioso?

Guié a Seth hasta la sala en la que mantenía mi equipo, en completo silencio abrí la puerta para él y le dejé pasar, al mismo tiempo en que me recordaba mil veces que no podía seguir comportándome como un adolescente enamorado. 

Seth permanecía mirando el lugar en silencio, desde el cuadro en una de las paredes hasta el gran espejo que cubría completamente una de ellas. Decidí que lo mejor para calmarme era disponerme a trabajar y buscar los materiales que necesitaba, por lo que ni noté lo que Rollins hacía a mis espaldas. 

—P-Pensé que ya no estabas en la ciudad.—hablé, intentando romper el silencio y que el escritor llegara a escuchar los fuertes latidos de mi corazón, aunque fuera irónicamente imposible.—Dean mencionó que planeabas irte pronto...

—Así es.—confirmó, causando que algo en mi pecho pesara.—Pero creí que sería buena idea llevarme una parte de tu trabajo conmigo, ver si torturas a la gente después de todo. 

Una nerviosa carcajada se me escapó, pero continué buscando las tintas y la pistola necesaria para tatuar. Entonces, cuando giré por sobre mi hombro, pude ver que Seth sostenía entre sus manos mi cuaderno de dibujo. 

Mierda, mierda, mierda. 

—Este está muy bonito.—habló casi para sí, para acto seguido girar el cuaderno hacia mí y mostrar el dibujo de mariposa que había estado haciendo esta tarde.— Puede que te lo pida en otra ocasión, pero no esta vez. 

Parpadeé, sintiendo el alivio recorrerme el cuerpo cuando dejó de lado el cuaderno y se encaminó cerca de la silla reclinable de cuerina negra. Si veía los dibujos que hice de él, era hombre muerto. 

—¿T-Tenes un diseño en mente?

Rollins asintió, haciendo una pausa y volviendo a tomar el cuaderno. Buscó una página en blanco y agarrando el lápiz que había dejado cerca comenzó a garabatear algo concentradamente. 

Le esperé paciente, hasta que me alzó el cuaderno de vuelta. Lo giré y observé lo que había escrito. Eran unas letras extrañas, como si de un idioma antiguo se tratara. 

—Está en griego.—aclaró el ex miembro de la Lista A, como si me leyera la mente.—No dibujo tan bonito como tú, pero puedes darle el estilo que quieras. Solo quiero que esa palabra esté incluida. 

Asentí lentamente sin apartar mis ojos de los garabatos hechos con tinta. No sabía qué decía exactamente y por el momento preferí dejar el beneficio a la duda. 

—Pan comido.—me atreví a sonreírle, dejando a un lado el cuaderno y volviendo mi mirada hacia él.— ¿Dónde lo querrás? 

Seth hizo una pausa, para a continuación quitarse la gorra de la cabeza y dejarla a un lado, bajó el cierre de su sudadera e hizo lo mismo, quitándosela y dejando ver la camiseta estampada negra apegándose a su cuerpo. Finalmente, comenzó a desabrochar su cinturón. 

Momento ¿qué...?

Fruncí el ceño levemente y cierto pánico corrió por mi espalda, pero el ex-bicolor ya había bajado levemente sus jeans y casi nada sus visibles boxers de color negro, mostrando la zona de su oblicuo. 

Una sonrisa de lado estaba en sus labios cuando dejó ver su abdomen, y por un segundo creí que había vuelto a mostrar esa faceta de idiota que me asaltaba desde que se apareció en el estudio. 

—¿Crees que puedas hacerlo, Orton?

¿Acaso estaba jugando conmigo? 

Tragué con fuerza, tomando una bocanada de aire silenciosa y mirándolo con una sonrisa desafiante. 

—No hay problema, Rollins. Siéntate. 

Dos pueden jugar a este juego, y no dejaría que él me acorralara. 

Le escuché reír suavemente mientras giraba a buscar el resto de cosas, también escuché el rechinido de la silla mientras se recostaba en esta y terminaba por tragar con fuerza una última vez. Jamás me sentía así de nervioso al hacer un tatuaje, menos con alguien a quien conocía. 

Pero era Seth... y eso parecía motivo suficiente para que mi corazón se alborotara y sintiera el nerviosismo recorrer todo mi cuerpo con cada paso que daba o saber que su mirada me seguía en cada uno de ellos. 

Me coloqué los guantes de látex y dejé lista la tinta, la pistola ya estaba preparada con las agujas y me acerqué a la mesilla a un lado de la silla reclinable. Tenía el diseño grabado en mi cabeza, por lo que era fácil comenzar a trabajar. 

Seth se encontraba recostado tranquilamente, mirando hacia el techo mientras con cuidado limpiaba la zona que grabaría con tinta. A pesar de los guantes en mis dedos, no pude evitar sentir mi corazón latir con fuerza al tocar la piel marcada de su abdomen. No como que no lo hubiese tocado antes, pero no había duda que sentir su suave piel y tenerlo en esa posición frente a mí seguían teniendo el maldito mismo efecto que desde siempre había tenido. 

Tenía que concentrarme. 

—¿Todo bien ahí, Ran?

Joder, cállate. 

Reí entre dientes, acercándome a la tinta e ignorando la posible sonrisa que tenía en su boca. Esa maldita boca que quería estampar con la mía hasta que se quedara sin aliento y...

¡Randy, joder!

—De maravilla. 

Dándome una patada mental, continué con el proceso. 

Tomé una bocanada de aire una vez que la aguja estaba preparada y me dispuse a acercarme a él, sin embargo, le di una pequeña mirada. Rollins se cubría el rostro con el antebrazo y con el otro se aseguraba de mantener sus jeans fuera del camino. 

Volví a lo mío y acerqué la pistola a la piel de su costado, comenzando con el tatuaje. Escuché al ex-bicolor aguantar un jadeo por sobre el zumbido de la pistola, al igual que dio un pequeño espasmo cuando la aguja tuvo contacto con su piel. La zona que escogió era bastante delicada, por lo que tendría todo el cuidado posible para que no doliera demasiado.

—¿Cómo sigue tu herida?—preguntó, sacándome de mi enfoque en el tatuaje. 

Sonreí de lado aunque desde su posición era muy difícil que me viera. 

—No me estoy desangrando, si es a lo que te refieres. 

—No seas imbécil, Orton. Estoy hablando en serio. 

Aguanté una risa, al mismo tiempo en que mi pecho se sentía tibio ante su preocupación. 

—Estoy bien, Sethie.—le respondí de una vez, moviendo la pistola lo más suave que pude sobre su piel.—Una bala no va a matarme. 

—Podría haberte matado. No me jodas, Randy.

—¿Eso es lo que te preocupa?

Seth hizo una pausa, pareciendo tomar aire antes de soltarlo con notoria exasperación:—Agradece que no puedo moverme, o ya te habría golpeado en la cabeza. 

—El doctor dijo que no deberían golpearme por al menos unas semanas. 

—Pues te golpeo y luego te llevo al hospital.—gruñó.—Tal vez así dejes de preguntar babosadas como esas. 

—¿Entonces sí te preocupa?

—¡Solo no vuelvas a hacer algo así, demonios!

Podía imaginar el ceño fruncido en su cara, al igual que sus mejillas ruborizándose cuando gruñía de esa manera. Sin embargo, decidí dejarlo por el momento y continuar con lo que hacía con mi boca cerrada. 

Estuvimos en silencio durante lo que restó de esa media hora que tardé en dibujar las letras griegas sobre la piel de su costado, además de algunos detalles parecidos a pequeñas venas cercanas a la palabra que le daban su toque final. 

—Listo.—murmuré, sonriendo tras darle una última pasada a la tinta y dar un suave toquesito al abdomen de Seth que le hizo respingar.— Ya puedes verlo. 

Seth dejó de mirar al techo y apoyó sus codos en la cuerina, dándose el impulso necesario para ver la frase en griego tatuada en su piel. 

—Wow.—asintió para sí, para luego alzar sus ojos hacia mí con una sonrisa fanfarrona.—Nada mal, Orton. 

—¿Acaso no confías en mí, Rollins?—me burlé, quitándome uno de los guantes de latex.—Te dije que soy bueno en mi trabajo. 

Le ofrecí mis manos, ayudándole a levantarse de la silla reclinable en cuanto las tomó. Seth caminó con cuidado, cojeando ligeramente por el dolor que debía sentir tras haber terminado el tatuaje. Se detuvo frente a la pared con los espejos, inspeccionando la tinta sobre la piel ligeramente irritada. 

Se dio un par de miradas en silencio. Mientras tanto, hice lo posible por quitarme de la cabeza lo suave que se sintió su piel y los varios jadeos que escaparon de sus labios tanto por el toque de la aguja como cuando mis dedos se apoyaron en la piel de su abdomen. 

Comencé a preparar la venda y un poco de crema para la irritación, tragando con fuerza antes de dignarme a hablar. 

—Entonces... ¿no vas a decirme qué significa?

Rollins levantó la vista de su reflejo, al mismo tiempo en que una sonrisa crecía lentamente de lado en sus labios. 

—No pensé que te diera curiosidad.

¿Curiosidad? Claro que la tenía. Después de todo, había venido a verme específicamente para conseguir ese tatuaje, habiendo varios estudios...

Diablos, ¿por qué siquiera le doy tantas vueltas? 

Me encontraba tan enfrascado en las miles de dudas en mi cabeza que ni noté cuando Seth se me acercó por la espalda. Con cuidado agarró mi brazo y me hizo girar hasta que nuestros ojos se encontraron. 

Sus dedos sostuvieron firmes mi muñeca, sin necesidad de ser un toque violento o que esta doliera. Al mismo tiempo en que su pulgar trazó el lugar en que la mariposa de tinta blanca permanecía en el interior de ella. 

El ex-bicolor bajó su mirada a esta tras darle delicadamente la vuelta. 

—¿Creíste que me olvidaría de esto?

—Seth, yo...

—Quiero que me escuches a mí esta vez, Orton.—me cortó, su mirada era seria y sus labios estaban en una fina línea.—En el momento en que regresé, quise odiarte. 

Dejé salir un suspiro.

—Lo sé. 

—Quería detestarte, hacer lo posible para que me hicieras la tarea más fácil y terminaras odiándome también. Que me dieras un motivo para alejarme de una vez por todas...

—Yo no podría...

—Randy. 

—¿Qué?

No pude decir palabra cuando se acercó rápidamente a mi rostro y nuestros labios se encontraron en un inesperado beso. Ahogué un jadeo por la sorpresa, pero no me evitó cerrar lentamente mis ojos y disfrutar de esa sensación ya conocida. 

No fue un beso largo, pero bastó para que mi cuerpo entero pareciera haber recibido una descarga eléctrica. El mismo efecto que sabía Seth Rollins tenía en mí. 

Sus labios acariciaron los míos lentamente mientras sus ojos encontraban los míos cuando murmuró:—Te dije que quería que me escucharas. 

Sonreí de lado lentamente:—Tal vez quería que me callaras. 

Una risa escapó de los labios del ojicastaño, el cual intentó ocultarla mientras negaba con la cabeza. 

—¿Ves? Aunque quisiera, no pude odiarte.—continuó, una de sus manos se movió hasta mi rostro, dejando que la calidez se transmitiera por mi rostro.— Desde el momento en que subí a ese avión hace años, cuando te vi en la acera con los chicos, verte por cada rincón en el cual caminaba... Sabía que estaba jodido. 

Sus manos terminaron por agarrar mi rostro, y me negaba a apartar mi mirada de la suya aunque mi garganta estuviese en un nudo. 

—Mi tatuaje... Significa "corazón entintado".—explicó, al mismo tiempo en que veía sus ojos brillar levemente reflejando los míos.—Quise expresar lo que lo nuestro significa para mí. Porque incluso si me fui, si hice lo posible por olvidarte, incluso cuando traté de mentirme a mí mismo al decirme que te odiaba... No pude hacerlo, ya que te habías quedado como la mismísima tinta grabada en mi corazón, Randy. 

Sin que pudiera controlarlo, mis manos habían empezado a temblar. Sentía que el nudo en mi garganta era tan fuerte que amenazaba con quitarme el aire a cada segundo que miraba a sus ojos castaños. 

Los mismos que muchas veces soltaron lágrimas, pero ahora eran los que reflejaban las mías. 

Mis temblorosas manos se movieron hasta los brazos de Seth, el cual sonrió hacia mí con dulzura. 

—Quiero perdonarte... porque te amo, Randy.

—Bien.—canturreó Paige, dando una pequeña vueltita sobre sí y dejando una bandeja llena de comida sobre la mesa.— Aquí tienen. 

—¡Ya era hora!—exclamó Dean, no tardando en recibir un golpe en la frente por parte de la plinegra.—¿¡Qué!? ¡Te tardaste un montón y muero de hambre! 

—Tú siempre tienes hambre, bebé.—comentó Roman, agarrando una de las patatas fritas de la porción de su esposo y sonriendo burlón.— Eso no es novedad. 

Dean entrecerró sus ojos con fingida molestia, para acto seguido sonreír lentamente hacia él:—Veremos cuando te diga eso en nuestro dormitorio esta noche. 

Roman, con sus mejillas tornándose ligeramente rojas, no dudó en codear a su burlón esposo y resignarse a comer el resto de patata frita en silencio. Paige solo rió entre dientes, sentándose en el lugar vacío de la cabina junto a la morena de cabello ondeado. 

No obstante, no tardamos en escuchar un sonido de molestia y un exagerado respiro. 

—Ustedes son repugnantes, ¿sabían?

Dean rió entre dientes.

—Sí, claro. Como si nadie supiera que te gusta coger en salones de club. 

—Te recuerdo que ustedes también lo hicieron alguna vez, pedazo de imbécil con poco coeficiente intelectual. 

—¡Me declaro culpable!—alzó sus manos el castaño, terminando de masticar la patata frita en su boca.— ¡Y el sexo con Roman sigue siendo de puta madre!

—¡Dean!

Roman intentó regañarlo, pero como siempre Ambrose seguía sonriendo burlón y enseñándole la lengua con diversión. 

Incluso con los años, eso no había cambiado. 

Seth, tras dar otro suspiro y negar para sí, se dejó caer suavemente en la cuerina de la cabina. Su nuca tocó suavemente la piel de mi brazo apoyado sobre este, a lo que lo miré por el rabillo de mis ojos. 

—No estoy seguro de haber extrañado esto.—murmuró con un fruncir de labios. 

Solamente reí, agarrando la malteada de fresa de la bandeja y entregándose gentilmente. 

—Estoy seguro que lo hiciste.—le dije, ganándome su mirada silenciosa y otro fruncir de labios que me comprobó que pensaba lo contrario. 

Rollins tomó la bebida que le alzaba, rápidamente llevándose el popote a la boca y bebiendo un sorbo del batido. Sin embargo, aproveché la oportunidad para inclinarme suavemente hacia él hasta que mis labios casi rozaron su oreja. 

—Además, ambos sabemos cuánto disfrutamos todas esas veces en el salón, ¿no es así, Sethie?

No pasó mucho para que el ex-bicolor se atragantara con la bebida, tosiendo y llamando la atención de todos. En medio de sus toses, pude sentir cómo intentó darme un fuerte pisotón pro debajo de la mesa. Sin embargo, no dejé de sonreír victorioso. 

—¿Puedes callarte, pulga de mar?—gruñó el búlgaro.—No me dejas hablar. 

Rollins tosió un par de veces más, para luego alzar la vista y mirar con molestia a Rusev. 

—Discúlpame por casi morir atragantado, imitación de Hulk. 

Rusev se dispuso a seguir con sus gritos, pero la chica con un pequeño y casi imperceptible bultito bajo su sweater sonrió y le detuvo poniendo una mano en su pecho. 

—No empiecen una escena, tarados.—se rió, dándole una mirada tanto al malhumorado chico junto a mí como a su esposo.—Vamos, mi imitación barata de Hulk. ¿Qué quieres decir?

Rusev pareció querer replicar las palabras de Naomi, pero la sonrisa de esta le hizo dar marcha atrás y retomar lo que sea que estaba a punto de decir. Se aclaró la garganta mientras mantenía un vaso de soda en su mano.

—Quiero que hagamos un brindis.

—De pronto esto se ha puesto muy elegan...

Pero Dean no pudo seguir hablando cuando Roman le cubrió la boca con su mano mientras sonreía ampliamente hacia nosotros. 

—Gracias, Rome.—dijo Rusev, recibiendo un guiño por parte del moreno.—Por esto, nuestra reunión. Porque Orton no vuelva a ser agujereado...

Roman lo codeó, mientras Dean aguantaba una carcajada al estar masticando más papas fritas. 

Le sonreí de lado con un rodar de ojos.

Rusev continuó:—Por los amigos que hicimos, por lo que nos espera...

Naomi sonrió tiernamente, apretando la mano que su esposo le ofreció con gentileza. 

—Por el perdón...

Mi pecho se sintió apretado pero, por primera vez, no con dolor en ello. Especialmente cuando sentí mi mano ser tocada tímidamente por debajo de la mesa. Dejé salir lentamente una bocanada de aire mientras los dedos de Seth se entrelazaban con los míos por sobre mi muslo, haciendo lo posible para no girar hacia él a pesar de que las curvaturas en mis labios ya comenzaran a alzarse. 

A continuación, el búlgaro alzó su vaso con una victoriosa sonrisa en el rostro. 

—¡Y porque Dean sigue siendo un burrito con cerebro de repollo!

—¡Amén a eso!—exclamó Paige alzando su batido.

—¡Sí! ¡Porque Dean sigue siendo...! Momento, ¿¡qué!?

No tardamos en estallar en carcajadas a pesar de que Dean se viera completamente desentendido y Roman lo abrazara contra sí en un intento por consolarle. Incluso Seth dejó de fruncir el ceño y sonreía ampliamente mientras reía. Todos juntamos nuestros vasos, chocando estos con grandes sonrisas en nuestros rostros, disfrutando de nuestra propia reunión del equipo A y F. 

Pasamos un largo rato entre risas y una amena conversación en esa cafetería que solíamos frecuentar en nuestros días de secundaria. 

Naomi nos recordó cómo Rusev se escondía por los casilleros y en cada rincón para tomar una foto de Lana, causando que este quisiera esconderse bajo la mesa y terminase gritando que ella seguía siendo una mujer del demonio. 

Paige nos comentó sobre su conversación con Nikki, que habían charlado e incluso se mensajeaban algunas veces acerca de la boda de esta. Su sonrisa al hablar sobre ella había dejado de estar rota, siendo ahora la de alguien hablando sobre una vieja amiga a la que seguiría guardando en su corazón. 

Dean no paró de parlotear sobre su próxima gira, comentando además que Roman y él habían estado viendo los papeles de adopción para un futuro no muy lejano. 

Seth habló acerca de su paso por México, Francia, e incluso Italia. Nos habló de Phil, y de todo lo que sentía al respecto. Pero no dejó de sostener mi mano o sonreír más de alguna vez, salvo cuando le gritaba a Rusev que no lo llamara pulga de mar o a Dean que dejase de robarse sus papas. 

Todo se sentía como en ese entonces, y esperaba que fuera igual la siguiente vez que decidiéramos reunirnos. 

Habían pasado unas semanas desde el incidente con Punk, pero la herida en mi hombro no era lo único que me lo recordaba. 

La laptop de Seth y su chaqueta seguían en el sofá cuando entramos al apartamento, pero no pude hacer comentario sobre ello antes de que sus labios asaltaran los míos no bien cerré la puerta detrás de nosotros. 

Después de todo, el que sus cosas se encontrasen por ahí era solo la evidencia de que estuviese viviendo conmigo. 

Su boca golpeaba violentamente contra la mía, mientras intento al menos quitarme la chaqueta de cuero un poco mojada por la lluvia afuera. Pero Seth parece no querer escuchar a nada más que esa misma sensación ferviente que me recorría de pies a cabeza, haciendo caso omiso y quitándome el aire, y de paso la condura, con cada uno de sus besos desesperados. 

Fue una suerte que nuestros pies no se enredaran o terminásemos cayendo al suelo, moviéndonos por el lugar con pasos torpes en dirección a la sala. 

No encontré la oportunidad de encender las luces, por lo que el lugar seguía completamente oscuro cuando mis piernas chocaron con el sofá, aunque todavía estuviese ocupado mordisqueando los labios del ex-bicolor que mantiene aprisionado mi rostro entre sus tibias manos. 

No podía quejarme. Sus besos amenazaban con consumir cada parte de mi ser y robarme el aire, pero no conseguía matarme. Solo me hacía rogar internamente por más. 

Torpemente, y haciendo el esfuerzo por no separar mis labios de los de él, moví mi mano por sobre el sofá, rebuscando hasta que mis dedos chocaron con la computadora que seguía ahí. 

Seth soltó un sonido de protesta cuando moví mi boca de la suya para ver lo que hacía, colocando la laptop en la mesa para no romperla. 

No tardé en volver a él, agarrando su rostro entre mis manos con cierta brusquedad y volviendo a atacar su boca sin piedad alguna. Podía sentir que las cosas ya se estaban saliendo de control incluso desde nuestro camino al departamento, por lo que no había nada que fuera a detenerme. 

—Siempre dejas un desastre aquí.—conseguí murmurar entre nuestros besos, girando suavemente a Seth hasta que se encontró casi sentado en la esquina del sofá.— Deberías limpiar un poco tu chiquero, Rollins. 

Rollins dio un pequeño mordisco a mi labio inferior, para a continuación moverse cautelosamente hasta mi cuello. El primer contacto de sus labios sobre la delicada piel de mi cuello me hizo jadear entre dientes, a la par en que mis manos se apretaban levemente en sus brazos. Pude sentir las esquinas de su boca al alzarse rozar mi cuello. 

—Tuve una buena idea para mi siguiente libro.—habló casi en un susurro, dejando más besos a lo largo de mi cuello, moviéndose por toda la piel hasta llegar a mi clavícula.—Tal vez incluya una escena como esta... 

Un gemido escapó de entre mis labios al sentir un ligero mordizco en la piel de mi clavícula, además del suave y ardiente toque de su lengua que amenazó con llevarme al mismísimo infierno. 

Las manos de Seth ya habían serpenteado por mi pecho, colándose por debajo de la camiseta apegada a mi cuerpo y disponiéndose a quitármela. 

Siento que mi cuerpo amenaza con temblar, quiero perder el control. No obstante, no dejaría que Seth fuese el único jugando conmigo. 

Antes de que pueda cumplir con su cometido, detuve la mano del ojicastaño. Pude sentir sus labios abandonar la piel de mi cuello, pero no le di oportunidad de preguntar nada cuando moví mis manos hasta sus caderas, apretando estas levemente mientras sus piernas se enredaron brevemente a mi alrededor. 

No fue difícil cambiar nuestras posiciones, dejando que mi espalda chocara con el respaldo de cuerina del sofá mientras Seth se encuentra a horcajadas sobre mí. Sus ojos encontraron los míos, e incluso en la oscuridad fui capaz de ver un ligero sonrojo en sus mejillas. 

—R-Ran...

Sonreí de lado ante su balbuceo, al mismo tiempo en que mis manos se posicionaban descaradamente sobre las mejillas de su trasero. En cuanto les doy un apretón, un gemido escapó de entre sus labios y una sonrisa victoriosa se dibujó en mis labios latiendo con calidez. 

—¿Quieres que te de un poco de inspiración para tu próximo libro, señor Black? 

Mi voz rasposa haciendo eco en la habitación al decir esas palabras pareció suficiente para que Seth enredara sus brazos detrás de mi nuca y que sus labios vuelvan a impactar con los míos. Mis dedos siguen en su culo, apretando levemente mientras su lengua chocaba con la mía de vez en cuando y sus labios se mueven sin control sobre los míos. Soy capaz de sentir a Seth aguantar varios gemidos y jadeos entre nuestros besos, enviando un cosquilleo por mi espalda y que el calor aumente aunque lo crea imposible. 

No obstante, uno de sus gemidos no pudo ocultarse cuando sus caderas se acercaron levemente, machacando mi entrepierna que desde hace un rato se siente apretada en mis jeans y pudo sentir su notoria erección creciendo en los suyos. 

Mordí mis labios, soltando nada más que un gruñido ante esa sensación eléctrica que me recorrió el abdomen y se movió serpenteante a lo largo de mi cuerpo. 

No hice ningún comentario, moviendo mis manos hasta la orilla de su camiseta y empujando esta para removerla. Seth no puso objeción, dejando que la tela se deslizara fuera de su cuerpo hasta tener su pecho desnudo frente a mí.

Mis ojos siguieron la tinta a lo largo de sus brazos, los pequeños trazos en sus hombros y más de alguno perdiéndose de mi vista cuando vuelvo a besarlo con violencia. 

Me dispongo a continuar, darme el tiempo de saborear cada parte de él como si no lo hubiese hecho en mucho tiempo. 

O tal vez esa era la parte de mí que lo extrañó tanto durante esos años en los que estuvimos separados. 

Sin embargo, no me esperé sentir su mano deslizarse entre nuestros abdómenes, moviéndose hasta llegar a mi miembro todavía cubierto por la gruesa tela de mis jeans. 

No puedo evitar soltar un gemido entre dientes cuando apreta suavemente mi erección, tratando de encontrar su mirada aunque el latido de mi corazón no me esté dando toda la cordura necesaria. 

Rollins sonrió victorioso hacia mí, acariciando el bulto en su mano incluso si lo miro con advertencia. Mordí mi labio inferior, negándome a dejar que los gemidos salgan de mi boca y hagan eco en la habitación. 

—Yo también puedo jugar, Orton. 

Pero en lugar de dejarle seguir con aquella tortura, tragué con fuerza y tomé la cordura necesaria para tumbar a Seth en el sofá y que su espalda chocara por completo con la cuerina. 

El ojicastaño soltó un jadeo se sorpresa, pero su boca no tuvo la oportunidad de preguntar nada al verme moverme de entre sus piernas y erguirme lo suficiente para quitarme la camiseta de una vez. 

Sabía que sus ojos seguían los trazos en mi piel, haciendo mi corazón latir con más fuerza y amenazando con hacerme perder el control. Pero fui capaz de recuperarlo, sonriendo hacia él y erguiéndome suavemente sobre su cuerpo a mi completa merced en el sofá. Apoyé mis manos a cada lado de su cuerpo, a la par en que me incliné y comencé a recorrer la piel de su pecho con mis labios. 

Sentí a Seth dar un ligero respingo cuando toqué su piel a la primera, pero tras dejar salir una profunda respiración me vi en la libertad de recorrer su piel tostada a mi gusto. 

Besé su pecho, su abdomen, bajando lenta y tortuosamente mientras sus jadeos entre dientes me hacían querer continuar. Bajé hasta el tatuaje que había hecho en su piel hace unas semanas. El mismo tatuaje que sentía era para mí y solo yo podría ver, el mismo que hice el día en que me dijo que se quedaría conmigo en la ciudad. 

Dejé un suave beso sobre la piel de su oblicuo y Seth casi chilló, pero rápidamente se distrajo al momento en que mis manos se movieron hasta el cinturón en sus jeans y comencé a abrir estos. 

No le di tiempo de que me detuviera, ya que no me tardé demasiado en bajar sus pantalones y sus boxers lo suficiente para liberar su erección y agarrar esta con suavidad. 

—¡Diablos...!—chilló el ex-bicolor, no pudiendo contener más su voz cuando mi mano tuvo contacto con la piel de su miembro. 

La esquina de mi boca se alzó, moviendo mi mano nuevamente por la erecta longitud y robándole el aliento. Su respiración fue agitada y sentí su pene latir contra la yema de mis dedos, y esto aumentó cuando toqué suavemente la punta de este con mi pulgar. 

Seth gimió, sus uñas se incrustaron con más fuerza en el sofá y me sentí realmente bien de verlo así. La erección en mi pantalón dolía, pero la imagen frente a mí me decía que quería más, mucho más. 

Siempre querría más de él, no estaría nunca satisfecho de Seth. 

—Randy...—le escuché gruñir casi entre dientes, haciéndome alzar la mirada hacia él. Su rostro se encontraba sonrojado y su respiración agitada, apenas puede mantener sus ojos abiertos ante la sensación placentera con la que lo he estado torturando.—Randy, por favor... No podré aguantar más...

No tiene que decir nada más. 

Me toma poco alzarme nuevamente entre sus piernas y retirar un poco más sus prendas entre nosotros, dejándolo completamente desnudo tumbado en el sofá. Con la misma rapidez, abro mis jeans y bajo estos un poco, lo suficiente para no perder más tiempo y que mis boxers por fin liberen mi dolorosa erección latiendo. 

Mi pecho se tensa por el aire y siento el corazón desembocado, pero tragué con fuerza y continué. Las piernas de Seth rozaron mis caderas mientras lo acercaba a mí, para a continuación acercar mi mano a su mejilla y acariciar esta.  

Como si pidiera permiso para lo que sigue, Seth descansó su mejilla sobre mi mano, tomando una bocanada de aire y dándole un rápido beso a mis dedos antes de que me aleje. 

Con cuidado acerqué mi miembro a su entrada, robándole más de algún gemido en tanto entraba lentamente. Un jadeo escapó entre los labios de Seth al deslizarme completamente en su interior, mientras no puedo contener mis quejidos raspando mi garganta. La sensación es indescriptible y siento que voy a derretirme. La cabeza de Seth chocaba con el sofá con cada una de mis embestidas, dejando salir su voz en cada una de ellas y ayudando a que el placer sea completo. 

En medio de ello, las manos de Seth se movieron temblorosas de la cuerina del sofá y alcanzaron mis brazos, jalando de estos para que me acercara. No puse resistencia, dejando que nuestros pechos chocaran al igual que nuestros labios mientras continuaba moviéndome en su interior. 

Cada embestida me hacía perder el control, al igual que los gemidos de Seth oprimiéndose contra mi boca y sus uñas incrustándose levemente mis hombros. 

En un momento, un jadeo de dolor se me escapó cuando su mano apretó el hombro en el que me habían disparado. Seth no tardó en notarlo, mirándome con disculpa a pesar de su respiración acelerada y rostro enrojecido. 

—Lo siento...

Solo le sonreí, para a continuación moverme en una fuerte embestida y quitarle el aire. 

—R-Randy, ten cuidado.—chilló, retorciéndose bajo mis brazos. 

—No puedo evitarlo.—murmuré, acercando mi rostro al suyo hasta que mi nariz acarició la suya.—Te amo tanto, Sethie. 

El ex-bicolor contuvo un respiro, arreglándoselas para mover un poco su cabeza y dejar su frente descansar contra la mía. 

—Yo también te amo, idiota. 

Sonreí levemente, para luego volver a moverme y que Rollins gimiera con fuerza. Sentía que acabaría pronto, y por la sensación de Seth a mi alrededor sabía que él también estaba en su límite. Hice mis embestidas más rápidas, a lo que él abrazó mi nuca con sus brazos y jaló de mí, cubriendo mis labios con los suyos atrapando sus jadeos cuando las estocadas se volvían más y más fuertes. 

Gemí su nombre entre dientes en algún momento, pero Seth no dejó que este resonara en la habitación mientras se esmeraba en esconder sus propios gemidos. No pudo conseguirlo, ya que dentro de poco alcanza el clímax y siento el líquido cálido de su corrida entre nuestros abdómenes. 

Apreté mi mandíbula, aguantando un gemido en el fondo de mi garganta el dejarme llevar y que por fin me corra dentro de él. 

Dejé salir una respiración lentamente, sin despegarme del ojicastaño mientras este todavía está tumbado en el sofá. Luego de un par de segundos en los que me he calmado, me moví lentamente y me recosté junto a él. Su pecho todavía se movía por sus agitadas respiraciones, pero no le impidió apegarse a mí. 

Seth apegó su nariz a mi cuello, causando una ligera pero placentera sensación de cosquillas. 

Por suerte, me estiré un poco para alcanzar la colcha que mantengo en el sofá y nos cubría a ambos antes de que comenzásemos a congelarnos. 

Rollins suspiró, abrazándome con suavidad mientras lo apegaba contra mí por la cintura. Dejé un suave y tierno beso en su frente todavía algo sudada luego de lo ocurrido, no queriendo moverme en lo absoluto. 

La lluvia caía al otro lado de la ventana, y hasta ese momento pude notar que se trataba de una ligera tormenta. 

—¿Seth?—murmuré, pero no recibí respuesta. Bajé la cabeza, tratando de encontrar su mirada.—¿Seth? ¿Ya estás dormido?

Con voz bajita y suave respondió:—No... Pero estoy tan cansado que pronto lo haré. 

Sus dedos trazaban la tinta en mi brazo, siguiendo estas como si dibujara con la yema de su dedo. Era adorable. 

—¿Tu herida todavía duele?—preguntó con su mejilla todavía contra mi pecho. 

—A veces.—respondí, sonriendo levemente hacia él.—Nada de que preocuparse, señor Black. 

Seth bufó. 

—Me preocupo de todas formas, señor a prueba de balas. 

Junto a él el apartamento ya no se sentía vacío, podía volver a dormir y eran muy raras las veces que me despertaba por pesadillas. Y cuando lo hacía, sus manos se encontraban contra mi pecho y mis brazos a su alrededor. 

Para mí, eso era suficiente. 

Con una pequeña sonrisa en mi rostro y mi corazón latiendo suavemente contra mi pecho, retomé el habla en la habitación en silencio a excepción de las gotas de lluvia golpeando la ventana:—¿Puedo preguntarte algo?

—¿Hm?

—¿Qué dices si nos casamos?

Y con esa mierda de smut doy por terminadas las aventuras de mis niños preferidos :) Me pidieron mucho estos especiales, así que espero les gustaran. 

Como siempre, perdón por lo largo pero tenía muchas cosas planeadas. 

Con esto nos queda el último especial de Sami, que será mucho más corto que esto ya que es solo un extra porque sí. 

Muchas gracias por sus comentarios de ánimo por la muerte de mi abuela, se agradece un montón su apoyo y gracias por siempre estar para mí <3 

Pronto me despediré de List A y espero que nos sigan acompañando en esta cuenta. 

Muchas gracias. 

Se despide, Rock.

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