5. Tenemos que hablar
—Y entonces me entregó mis lentes...Fue muy gentil de su parte—Habló el bicolor, balanceándose sobre sus zapatillas mientras guardaba varios de los libros en mi mochila.
—Me alegro de que no te hiciera nada, Seth—Suspiré, cerrando mi casillero y luego mirándolo.—Creo ya hemos tenido suficiente de los de la Lista F, al menos por un tiempo ¿no crees?
Él solo asintió en silencio. Me coloqué nuevamente la mochila.
—Pero todavía no entiendo algo—Rollins enarcó una ceja bajo sus gafas de marco grueso, las cuales se veían como si nada hubiese pasado nunca.—¿Cómo es que dejaste que alguien de la Lista F se te acercara? Recuerdo que todos siempre te han dado miedo...
—¡No me dan miedo!—Chilló, frunciendo el ceño hacia mí.—Solo que no me atrae la idea de acercarme a gente que solo quiere reírse de mí o golpearme cada vez que me ve...eso es todo.
Sonreí solamente, pasando mi mano por su cabello y desordenando este aunque se fastidiara más.
—Al menos me alegro de que la semana ya haya pasado y podemos volver a trabajar en el club.
—Sí, aunque realmente no ordenásemos nada por culpa de Rusev.
—No toda la culpa es de Rusev—Intenté defenderlo.
—¿No?—Soltó una risa, cargando su bolso a un lado mientras mantenía sus manos en el interior de su sudadera color naranja.—¿Quién era el que tenía más de cinco cajas llenas de fotos de Lana y tuvimos que organizar?
Bueno, tal vez sí tenía mucha de la culpa.
—No seas tan duro con él, Seth. Solo está enamorado.
—¿Obsesionado o enamorado?—Insistió, con cierto fastidio característico en su voz.—A veces su "amor" hacia Lana hace que me duela el culo.
No sabía realmente lo que era enamorarse de alguien, por lo que no podía juzgar a Rusev. Simplemente me encogí de hombros y seguí caminando junto al bicolor en dirección al salón del club.
Una semana en la que simplemente ordenamos cosas en el club, además de mantenerme alejado de los de la Lista F lo más posible. En especial, me empeñé en quedarme lo más lejos posible de Ambrose y sus estupideces.
Volví de mi trance cuando Seth ya abría la puerta, para luego soltar un sonido exasperado y dejar caer los brazos.
—¡Rusev!—exclamó, llamando la atención del chico que recogía un montón de fotografías alrededor de su escritorio.— ¿¡Qué demonios hiciste ahora!?
—¡No me hables así!—gritó también, mientras que las fotos que tenía en las manos se caían nuevamente al suelo.— Intenté ordenar solamente.
—Y parece que todo lo que hiciste fue un desastre.—comenté, acercándome a mi escritorio y dejando mi mochila sobre él.— Seth tú empieza a trabajar, yo lo ayudaré.
—De acuerdo.
—Lo siento mucho, jefesito.—murmuró tímidamente, en tanto me colocaba de cuclillas a un lado de su escritorio y empezaba a recolectar las fotografías.— Siento que siempre empezamos la tarde así.
—Descuida.—le sonreí de lado.— Solo me alegra que sigas aquí a pesar de lo que pasó la semana pasada.
—¿Vas a seguir culpándote de eso, Rome?—dijo el bicolor detrás de nosotros. Ya estaba sentado en su silla giratoria buscando las cosas para acomodar su máquina de escribir.— Ya te dije que no fue tu culpa, todos los de la Lista F son unos salvajes sin cerebro.
—Apoyo al enano.—Seth frunció el ceño, pero Rusev no le prestó ni parte de su atención.— Lo que pasó no fue su culpa, jefesito. Toda la culpa la tiene ese tal Ambrose.
—¡Exacto!
Suspiré, dejando un par de fotografías sobre el escritorio del Búlgaro y sacudiendo mis manos.
—Gracias por intentar hacerme sentir mejor, chicos.—sonreí ligeramente.— Pero sigo creyendo que parte de la culpa la tuve yo. Admito que no me agrada Ambrose, pero fue muy tonto de mi parte no dejarle explicarse si quiera, en especial porque él no fue el ladrón de los lentes de Seth.—apreté mis labios, tomando un poco de aire por la nariz antes de seguir hablando.— Por un momento me sentí como uno de los de la Lista F...
—¡No!—casi gritó Rusev, apuntándome con su dedo y una alarmada mueca en su rostro.— ¡Ni se atreva a pensar en eso, jefesito! ¡Usted no es como ellos!
—¡La imitación de Hulk tiene razón!—Rusev lo miró por sobre su hombro, él solo tragó e ignoró el veneno en ese gesto.— Todos ellos parecen no usar su cerebro, tú no eres nada como ellos, Rome.
Me quedé en silencio, simplemente tomando aire y pensando en todo lo que últimamente corría por mi mente.
En algún momento pensé que lo más apropiado sería darle a Ambrose una disculpa, ya que admitía mi error. Pero algo me detenía y no podía descifrar qué era exactamente.
—Oigan.—comentó el muchacho de gafas, llamando nuestra atención al instante.— Hablando de Ambrose, escuché de mi amigo Sami que llegó a clases a medio vestir y que Anderson lo echó por oler a alcohol.
Tragué con suavidad, recordando esa escena a la perfección. Aunque me forzara a prestar atención en mi libro en lugar que a él, no pude evitar darme cuenta de la mirada cansada y en esa expresión que no me pareció era la suya. Como si algo le hubiese pasado antes de llegar así a la clase.
No era mi asunto, pero era un pensamiento que cruzó mi cabeza en algún instante antes de que nuestro profesor lo expulsara del salón.
—¿De verdad?—Rusev volteó hacia mí mientras dejaba una caja sobre su escritorio.— Usted tiene clases con él, jefesito. ¿Es cierto lo que dice el rollo de canela este?
—¿¡A quién le vienes a poner esos apodos!? ¡Mastodonte descerebrado de bajo coeficiente!
—Es cierto. Pero ya se los he dicho, no me gusta ser chismoso.—agregué mientras me disponía a volver a mi escritorio.
—Pues a mí sí, y tengo un chisme fresco para el próximo artículo del periódico escolar.—Rollins sonrió, ajustando la máquina de escribir y comenzando a ponerse sus audífonos.— La venganza será más dulce de lo que pensaba.
—Seth.—dije con regaño en mi voz, pero él siguió en lo suyo.— ¡Seth, no escribas algo así!
Ya se había puesto los audífonos y la música a todo volumen, no había quién lo detuviera.
Miré a Rusev, el cual se encogió de hombros solamente. Solté un suspiro, caminando hasta mi lugar y tomando asiento de forma rendida.
Tenía mucho que leer de todas formas.
La tarde pasó lentamente, página tras página en tanto bebía una lata de refresco que Rusev me había traído de la máquina. De repente el bicolor ubicado casi al lado de la puerta de la oficina saltó en su lugar, chillando algo que entendí como "¡Está terminado".
Dejé de lado la lata casi vacía, mirándole con una ceja alzada en tanto le daba una leída al papel entre sus manos y sonreía como un idiota. A continuación me miró con lo que parecía ser emoción.
—Ven a darle una mirada a esta obra maestra.
Temiendo lo peor, cerré el libro y lo dejé sobre la mesa, levantándome de mi lugar y caminando hasta su escritorio con aire resignado.
Agarré suavemente la hoja de papel que me tendía, para así darle una rápida leída una vez que Rollins soltó una risita orgullosa y de la misma manera se dejó caer en su silla giratoria.
A medida que leía las palabras escritas en ese papel, mi ceño se fue frunciendo y volteé hacia Seth en cuanto terminé el último párrafo.
—¿¡Acaso estás loco!?—exclamé, captando su atención aunque siguiera con esa sonrisa en la boca.— ¿¡Por qué escribiste algo como esto!?
—¿De qué te quejas?—alzó las cejas, como si realmente no entendiera.— Es interesante y le gustará mucho a los estudiantes.
—"El gran rompimiento de Deanee; ¿será que el idiota de la Lista F sufre de un corazón roto?"—leí el titular, para volver a mirarme con regaño.— ¿Es en serio, Seth? ¿Y de dónde has sacado esta información?
—Creo que lo de Deanee se refiere a la unión de los nombres de ese idiota y la chica graduada esa, Renee Young.—dijo Rusev, dejando de jugar con el lente de su cámara.
Evité rodar los ojos.
—Gracias, Rusev. Gran acotación, pero eso no es lo que importa aquí.—él solo frunció sus labios, regresando a sus asuntos. Giré nuevamente hacia el bicolor.— ¿De dónde escuchaste esto?
—Tengo fuentes muy confiables infiltradas en la Lista F.—sonrió, pareciendo un magnate mientras mantenía su pierna doblada sobre el pasamanos de su silla. No dudé en cruzarme de brazos, esperando que escupiera pronto la información.— Son fuentes confidenciales.
—¿Qué clase de fuentes?
—¿Sabes la definición de "confidencial", Rome?—enarcó una ceja tras hacer comillas con sus dedos, a lo que solo podía apretar la mandíbula y decirme a mí mismo que no le lanzaría la hoja de papel en la cara.
—Son Neville y Dolph.—alargó el Búlgaro, observándonos a ambos a través del lente de su cámara profesional.— Vi a Seth darles dinero el Viernes pasado.
Seth perdió cualquier rastro de victoria en su expresión, mientras que en mi boca se dibujaba una sonrisa satisfecha.
—¿Así que Nevi y Dolph?—murmuré burlón.
—Espero que Lana nunca se de cuenta de que existes.—gruñó entre dientes, a lo que Rusev no dudó en lanzarle su lata de soda vacía. Suerte que esta solo rebotó por ahí.— Como sea, mi fuente es sumamente confiable. Así que lo que está escrito aquí es completamente cierto.
—Seth, no somos una revista de chismes. Para eso está el club de señoras o las revistas que leen las adolescentes.
—¡Pero esto si es una noticia!
Esa discusión parecía no tener fin, hasta que unos suaves golpeteos resonaron desde la puerta.
—Yo voy.—exclamó rápidamente el bicolor, probablemente como táctica de evasión.
Me hice a un lado, leyendo el texto de la hoja de papel y negándome cada vez más a que eso llegara a la luz.
Pero entonces un pequeño gritito me sacó de trance, girando sobre mis pies justo para ver a Seth cerrar con fuerza la puerta y casi saltar por sobre su escritorio para esconderse.
—¿Qué demon...? Seth, ¿qué pasa?
—¡Uno de la Lista F! ¡Uno de la Lista F!—chilló, ocultándose hecho una bola detrás del mueble y moviendo la silla con tal de ser invisible para cualquiera.— ¡Hay uno de la Lista F afuera!
¿Qué ya no les tenía miedo? Patrañas.
Suspiré agotado, para luego acercarme a la puerta y recibir a la dichosa persona de la Lista F que no resultó nada más y nada menos que aquella despampanante rubia en traje de mezclilla.
—L-Lana.—balbuceé, rápidamente poniendo la mano en la que tenía el papel detrás de mi espalda.— H-Hey, no me esperaba verte.
Ignoré que otro golpe resonara a mis espaldas, tratando de no imaginar el posible hecho de que Rusev se había escondido al igual que Seth.
—Disculpa que te moleste, Roman.—dijo con timidez, manteniendo nerviosa sus dedos entrelazados cerca de su pecho.— Es que...hay algo que me gustaría hablar contigo.
—Claro.—me hice a un lado, liberando el camino.— Adelante.
Ella murmuró un "gracias" antes de caminar al interior de nuestro salón. Cerré la puerta, aprovechando de hacer el papel una bola y así poder tenerlo más fácilmente en mi mano echa puño. A continuación, giré sobre mis talones para volver a encararla.
—Entonces...¿de qué quieres hablar?
—Bueno...—se relamió los labios.— Sé que ustedes son los que editan todo en cuanto a las noticias de la escuela, y es por eso que quiero pedirles un favor.
—Por supuesto, ¿de qué se trata?
Lana miró hacia el escritorio de Seth y luego al de Rusev.
—¿Y tus amigos?
—Ah.—rápidamente puse mi mano en su hombro, llamando su atención antes de que esos dos la jodieran.—Seth está ayudando a Rusev a revelar fotos.
Asintió, para luego decir:— Es que creo que asusté al más pequeñito, y me preocupé.
—¿A Seth?—asintió nuevamente, pero respondí con un bufido.— A ese lo asustan hasta las moscas, no te preocupes.
Supe que me mataría luego, por lo que preferí no pensar en ello.
—Entonces, ¿de qué favor se trataba?
—Oh, cierto.—volvió a centrarse.— No sé si lo saben pero...en la escuela anda rondando el rumor sobre la ruptura de Dean con su novia.
Así que era cierto.
—¿Solo un rumor?—me arriesgué a tener un poco de información.
—No es un rumor, es cierto.—confirmó, apretando un poco sus labios.— Él ha estado muy triste todo el día, y realmente nos tiene preocupados a todos.
Asentí con suavidad, sin saber realmente qué decir.
—La cosa es que creo que este asunto es personal, y que todos anden hablando de ello es una falta de respeto a su vida amorosa...aunque esta esté destruida.—soltó una respiración.— Por eso quería pedirles que, si les llega la información...por favor, no escriban sobre ello.
Mis cejas se alzaron ante la petición de la pelirrubia, e inconscientemente le di un pequeño apretón a la bola de papel en mi mano.
—Sé lo que opinan de Dean, en especial tú que eres el representante de la Lista A.—sus ojos se encontraron con los míos, reflejando sinceridad de alguna manera.— Pero él es mi amigo y no quiero que sufra más.—pareció tomar un poco de aire.— Así que...por favor.
Lentamente sonreí, dejando un par de palmaditas en su hombro cubierto por una chaqueta de cuerina.
—No hay problema, Lana.—sonreí de lado hacia ella, encontrando el alivio lentamente llenar su cara.— No escribiremos nada sobre él o Renee, te lo prometo.
—¡Gracias!—chilló, sonriendo realmente emocionada.— De verdad te lo agradezco.
Asentí, sabiendo que esto era lo mejor. No me disculpé con él, pero al menos podía mantenerlo alejado de más dolor. Si es que realmente lo tenía, era difícil pensar en eso respecto a Ambrose.
—Tengo que irme ahora.—rápidamente me besó la mejilla y me obsequió una sonrisa.— Gracias de nuevo, Roman.
—De nada, Lana. Nos vemos.
Rápidamente abrió la puerta y desapareció del club, permitiendo que el par de individuos escondidos pudieran regresar a presentar sus quejas.
—Dios, qué apretado estaba ahí...—se quejó Seth, tratando de levantarse de su pequeño lugar detrás del escritorio.
—E-E-Entré en pánico.—balbuceó Rusev, asomando con suerte su vista por sobre la mesa.— No me esperaba que mi musa apareciera y...¡Tan hermosa! Jefesito, juro que si no fuera usted, ya le habría roto la cara a golpes por ese beso en la mejilla.
—¿Cuándo dejarás de ser tan cobarde?
—¡Cállate, piojo!—le gritó al bicolor, tratando de quitarse una de sus zapatillas pero fracasando en ello y cayéndose de culo.— ¡Solo me puse nervioso!
—Sí, Rusev. Solo es eso.—dije, acercándome al tacho de basura y tirando la pelotita de papel.— Ya escucharon. Nada de noticias sobre Ambrose.
—Yo hago lo que diga mi musa y mi jefesito.—exclamó el Búlgaro desde el suelo.
—Sigo pensando que era un buen artículo.—aportó el bicolor, limpiando sus gafas con su camiseta mientras solo rodaba mis ojos un poco.
—Ya encontraremos algo más de lo que escr...
Me vi interrumpid nuevamente por el tocar de la puerta, solo que estos golpeteos fueron más bruscos que los de la fémina de la Lista F.
—¿Tengo que volver a esconderme?—preguntó Seth.
Esta vez fui yo el que se encargó de ver de quién se trataba, alzando mis cejas al ver a Anderson de pie al otro lado de la puerta.
—Señor Anderson.—asintió con sus labios apretados.— ¿Qué lo trae por aquí?
—Reigns...—soltó un suspiro.— Tenemos que hablar.
Caminé detrás del hombre canoso luego de dejarle el cargo a Seth y ordenarle a Rusev que lo golpeara si se ponía a escribir más rumores para el artículo. Lo seguí hasta el salón de clases de Historia, pero mis pasos se paralizaron una vez que pasé el umbral de la puerta y mi vista chocó con la de cierta persona desparramada en uno de los pupitres del frente.
Su ceño se frunció, y casi pude ver sus ojos azules más oscuros de lo habitual.
—¿A qué ha traído al cerebrito?—se quejó, pero Anderson tan solo tomó asiento sobre su mesa.— ¿Acaso no me vas a explicar qué mierda está pasando?
—Controla esa boca, Ambrose. No te conviene acumular más faltas.
El castaño gruñó algo entre dientes antes de cerrar de mala gana la boca. Anderson me hizo una señal de que tomara asiento, a lo cual sentí ganas de correr de un segundo a otro.
Tragando con suavidad, caminé hasta los pupitres y me senté en uno después del de Ambrose, sabiendo que su mirada por poco me mataba con cada uno de mis movimientos.
A pesar de ello, me armé de valor y giré hacia él, conteniendo el aire en mis pulmones antes de hablar.
—¿Cómo estás, Ambrose?
—¿Acaso te importa?
Al menos lo intenté.
—Bien.—se aclaró la garganta nuestro profesor.— Ambrose ¿sabes por qué estás aquí?
Dean se encogió de hombros, pero la mirada acusadora del maestro lo forzó a hablar tras un rodar de ojos exasperado.
—Porque soy un fracaso y usted cree que no tengo arreglo.
—Tú no serías un fracaso si quisieras. Solo necesitas algo de motivación y apoyo.—entonces su mirada cayó en mí.— Reigns, aquí es la parte en que entras tú.
—No entiendo a qué se refiere, profesor.—murmuré, negando con suavidad y frunciendo mi ceño perplejo.
Pero escuché una risa irónica salir de la boca del rey de la Lista F junto a mí: —Para ser cerebrito no eres tan listo, rey de la Lista A.
Sentí ganas de patearlo, pero solo apreté la mandíbula y apreté mis puños sobre la mesa.
—Cállate, Ambrose. O te mandaré a dirección y ahí te van a mandar a casa en un dos por tres.—volvió a encogerse de hombros, recostándose contra su silla.— Lo que quiero decir es que Ambrose necesita alguien que le ayuda a al menos pasar tres de las materias, porque ahora no está pasando ninguna.
Mi estómago se revolvió por alguna razón.
—Quiero que seas su tutor, Reigns.
Nuestras miradas se concentraron en él casi al mismo tiempo, y podía jurar que el alma se me había caído a los pies.
—¿Qué yo qué?
—¿Qué mierda?—exclamó el ojiazul, colocándose de pie casi con un estruendo.— ¿Esa es tu gran solución, Anderson? ¿Tenerme una niñera?
—No es tu niñera, será tu tutor.—comenzó a decir, manteniendo la calma incluso cuando su estudiante parecía estar a punto de lanzarse a ahorcarlo.— Tú necesitas disciplina y buenas calificaciones, de lo contrario repetirás el último año, Ambrose.—la boca del castaño se cerró, a lo que solo podía mirarlo con rabia.— Reigns puede tomar esto como una práctica para su futuro como profesor, ¿no?—alcé una ceja.— Querías ser maestro ¿no es así?
—Sí, de literatura.—confirmé, aunque realmente quería quedarme como estatua en toda esta situación.
—Siendo el tutor de Ambrose conseguirás puntos extra, ya hablé con el director.—me quedé algo petrificado, tan solo viéndole girar hacia el otro adolescente.— Y en cuanto a ti, tienes que pasar las materias al menos en el resto del año y llegar al examen final.
—¿Y qué pasa si me niego?—dijo con ton de voz altanero.
—Bueno.—se encogió de hombros.— Tu año se repetirá automáticamente y seguirás encerrado aquí conmigo como el gran rey de la Lista F, el fracasado que no puede manejar ni su vida personal ni la amorosa.
Mierda.
—Tú escoges, Ambrose.
La espalda de Dean se movía lentamente gracias a sus profundas pero irritadas respiraciones. No tardó en dejar caer los brazos y dar marcha atrás, volviendo a sentarse en el pupitre.
—Bien. Lo que sea.
Anderson sonrió, mirándome.
—¿Qué dices, Reigns?—tragué con suavidad, manteniendo mi mirada en mis manos sobre la mesa.— ¿Aceptas?
Se me secó la boca, sintiendo que mi mente estaba en blanco por primera vez en mucho tiempo. De repente, una mano se alzó hacia mí, haciendo mi mirada chocar con la del castaño. Este me sonrió lentamente de lado, pero podía encontrar la ironía y desafío en ello.
—¿Aceptas, Reigns?
Mi mandíbula se apretó, a pesar de ello logré sonreír de lado y estirar mi mano para estrechar la suya. Apretó mis dedos con fuerza, a lo que no dudé en hacer lo mismo mientras nuestras miradas chocaban.
—Completamente, Ambrose.
Era el nuevo tutor del rey de la Lista F. Veremos cuánto durará.
¡Actualización! ¡Y tan pronto! ¡Denme mi premio! *le lanzan una patata*
Ya se entendía que llegaríamos a esto, pero ya es oficial. Rome es el tutor de Dean 7u7 No puedo esperar a que tengan clases de educación sexual o algo 7u7 Vale, no.
Espero les haya gustado y nos vemos al próximo. Muchos besitos <3
Se despide, Rock.
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