4. Renee
La música hacía vibrar cada centímetro del lugar, siendo mis pasos algo que pasaba inadvertido hasta el momento en que cada persona en mi camino volteaba y se admiraba de verme.
Le sonreí a algunas chicas en el camino, desatando algunas risitas que tan solo escuché en mi camino por la casa de Layla.
Aunque mis labios dolieran luego de mi pelea con Reigns, una sonrisa permanecía en ellos al moverme bajo las luces de colores alumbrando el animado evento.
Incluso después de una semana pasado eso, todavía dolían como el infierno.
Ya había tenido suficiente de él, por lo que preferí dejarlo a un lado en mi mente y concentrarme en encontrar a la pelirrubia de labios carmín que buscaba desde que llegué.
—¡Dean!
Pero no fue sorpresa que en vez de encontrarla a ella, encontrase a la dueña de casa y cumpleañera.
Me relamí brevemente los labios, dibujando una sonrisa antes de girar sobre mis talones y darle la cara.
—¡Layla, hey!—La saludé animádamente, cediendo a su brazo rodeándome rápidamente.—Feliz cumpleaños.
—Gracias—Murmuró, antes de apartarse de mí. En su mano sostenía un vaso rojo mientras me observaba con una sonrisa en su boca.—De verdad me alegro de que estés aquí. Me estaba preocupando de que no llegaras...
Me atreví a sonreír de lado y, descaradamente, mirarle de forma juguetona.
—Te prometí que el único rey de la Lista F estaría aquí, ¿no?
—Así es—Sus tacones sonaron suavemente cuando dio un paso cerca de mí y me rodeó el cuello con su brazo libre.—Pero chicos tan lindos como tú suelen mentir, cariño. Deberías saber eso.
—Confía en mí, Layla—La miré a los ojos, manteniendo la curvatura desafiante en mis labios y notando que causaba efectos en la fémina.—Yo no soy como los demás.
Ella soltó una risita, mirándome juguetonamente con sus ojos perfectamente delineados.
—A propósito, ¿sabes dónde está Renee?
Bastó que dijera aquello para que sus labios bajaran y un bufido saliera de ellos.
—Agh...—Gruñó, casi rodando los ojos.—Acabas de llegar ¿y ya estás buscando a esa tipa? Diviértete un poco conmigo, ¿sí?—Ladeó su cabeza, mirándome esperanzada.—¿Quieres?
Sonreí de lado, pero volví a romper sus ilusiones cuando moví mi mano a su brazo enrollado detrás de mi cuello, quitándomelo con suavidad.
—Es mi novia, Layla. Y recuerda que mi única condición para venir era que ella también estuviera invitada.
Un mohín se frunció en sus brillantes labios, cruzando sus brazos de forma fastidiada y evitando mi mirada mientras bebía un sorbo de lo que sea que hubiera en su vaso de plástico.
—Así que, ¿podrías decirme dónde está Renee? Y de paso, portarte como la persona tan adorable que creo que eres—Dije, tratando de convencerla con mi sonrisa y mirada divertida.
Layla bebió un buen trago antes de volver a mirarme, todavía con dejo de molestia en ello.
—No prometí ser amable con ella. Pero...—Hizo una pausa, mirándome de pies a cabeza antes de soltar un suspiro y retomar el habla.—la rana está en el patio de atrás, tomando aire luego de que le dijera que aún no llegabas.
—Eres un encanto—Sonreí.—Iré a buscarla, ¿okay?
—Sí...claro—Me dispuse a irme, hasta que la morena atrapó mi brazo y me regaló un pequeña sonrisita bajo las luces de colores en la habitación.—No olvides que me debes un baile, rey de la Lista F.
Mi boca se alzó, mirándola atrevidamente antes de decir:—No te fallaré, nena.
Me hice camino entre la gente, saludando de paso a Baron y Brock que se encontraban bastante ebrios luego de estar jugando beer pong con algunas chicas que no recordaba realmente.
Logré llegar al patio de la casa, donde el ruido se disminuyó notablemente luego de que cerrara el ventanal a mis espaldas. Más de algún chico ebrio dormido en el césped o alguna pareja tratando de pasar desapercibida junto a la piscina. Nada fuera de lo común en una fiesta.
Pero mi atención se vio captada al ver las espaldas de la pelirrubia, haciéndome sonreír y apresurar mi paso hasta la pequeña escalerilla en la que se encontraba sentada.
—Mira lo que trajo el viento—Canturreé, tomando asiento junto a ella al ver su cabellera clara moverse cuando giró.
—Hey—Me saludó suavemente, removiéndose un poco.—Creí que ya no vendrías.
—Se me hizo un poco tarde, pero no te dejaría sola y lo sabes—Le sonreí. Ella me devolvió el gesto tímidamente, moviendo sus manos sobre sus brazos desnudos para darse un poco de calor.—Oh, déjame.
—N-No, está bien, Dean—Balbuceó nerviosa por alguna razón.—Le dejé mi chaqueta a Paige, así que iré por ella...
—No digas tonterías. Soy tu novio, déjame hacer un gesto bonito sin arruinarlo.
Me quité la chaqueta, para a continuación ponerla delicadamente sobre sus hombros desnudos, cubriéndolos. Renee tomó la tela, mirándome de soslayo antes de dibujar una tímida curvatura en sus labios coral.
—Gracias...
Le sonreí de lado, volviendo a sentarme a su lado mientras mantenía mis dedos entrelazados para sostener mi mentón.
—¿Por qué estás aquí afuera?—Pregunté luego de un extraño silencio por su parte. La fémina no tardó en voltear hacia mí.—Pensé que habíamos acordado vernos afuera...
—S-Sí, es que yo...necesitaba pensar unas cosas.
Enarqué una ceja, mientras que su mirada se quedaba perdida en otro lado que no fuera la mía.
—Renee, ¿está todo bien? Te ves extraña.
Renee abrió la boca por un instante, pero la cerró abruptamente cuando otra voz nos interrumpió.
—¡Hey, Ambrose!—Exclamó divertido Baron, golpeando mi espalda un par de veces mientras apretaba mis labios.
Era siempre tan oportuno, joder.
—Hey, Corbin...—Murmuré, mirándolo por el rabillo de mis ojos.—¿Qué te parece la fiesta?
—¡La mejor! ¡Layla se ha lucido! ¡De verdad que los de la Lista F son los mejores, como rey deberías estar orgulloso, amigo!
—Sí...claro—Sonreí de lado.—Corbin, estás ebrio ¿no?
—Claro que n...Sí—Estalló en risa, viendo cómo mi novia negaba con la cabeza pero intentaba suprimir una sonrisa.—Pero no venía a eso. Quería saber cuándo iremos a partirle la cara a los de la Lista A...
Fruncí el ceño.
—¿De qué me estás hablando?
—Vamos—Sonrió ampliamente, alzando sus brazos.—No te hagas el tonto, por lo que pasó hace unos días.
Mierda.
—N-No tengo idea de que lo hablas, Baron. Estás ebrio—Me levanté del escalón casi de un salto, apresurándome a alejarlo de Renee.—Mejor será que alguien te lleve a casa antes de que digas más estupideces.
—P-Pero, Dean. No podemos dejarlo así—Exclamó, tratando de librarse de mis empujones hacia el interior de la casa.—¡Esos cerebritos deben pagar! ¡Nadie se mete contigo, menos Reigns!
—Suficiente, Baron...
—A propósito, ¿cómo te sientes después de la paliza que te dio?
—Vuelve adentro.
—¿Golpea muy fuerte?
—¡Adentro!
Terminé por casi lanzarlo al otro lado del ventanal, pero alguien lo atrapó y pude cerrar con fuerza la puerta deslizable antes de que volviera a salir.
Aunque ya daba igual, podía sentir a Renee a mis espaldas mirándome.
Baron hijo de...
—Dijiste que te habías caído por estar jugando con los muchachos en la práctica...—Dijo ella, acercándoseme con angustia en su mirada.—Me mentiste.
—¡No, claro que no!—Alzó una de sus cejas, a lo que no pude hacer más que rendirme.—Okay, sí. Tal vez sí mentí un poco—Alejó su mirada de mi rostro, claramente molesta.—Pero lo hice para que no te preocuparas, este tipo de asuntos no son importantes para ti.
—Lo son, Dean—Volvió a mirarme, reflejando irritación en su mirada castaña.—¿Sabes lo horrible que es hablar con cualquier persona y que te reconozcan por ser la novia del rey de la Lista F?
—Eso nunca te había molestado.
—No es que me moleste, Dean—Negó con suavidad antes de continuar.—Es solo que hay veces en que me cuestiono si tienes alguna meta. Si tienes una visión de tu futuro, algo...
—Por supuesto que lo tengo—Me acerqué a ella, colocando mis manos delicadamente en su delgada cintura.—Mi futuro eres tú, no hay nada más que me importe.
Por alguna razón, cerró los ojos, lanzando un suspiro entre dientes.
—¿Qué ocurre?—Balbuceé con mi voz casi perdiéndose, confundido.—Renee, ¿pasa algo?
Ella apretó los labios, para luego quitarse mis manos de encima con sumo cuidado. Casi sentí sus dedos temblar sobre mi piel.
—Por favor, no digas eso, Dean—Me miró, sus ojos parecían haberse cristalizado.—No debería ser lo único que hay en tu futuro, no puedo serlo.
—¿D-De qué hablas? ¿Por qué no?
Sus ojos estaban en los míos, reflejando la perplejidad en mi mirada incluso cuando agarré sus manos con cierta desesperación.
—Renee, llevamos muchísimo tiempo juntos y...sé que soy un desastre en todo lo que hago, siempre termino arruinándolo todo. Pero...yo te amo—Sonreí lentamente, rogando que su mirada se separara del suelo.—Te amo, y no creo poder amar a nadie más. Quiero que mi futuro se centre solo en ti.
—¡Eso es imposible, Dean!—Chilló, dejando ver sus ojos llenos de lágrimas y sus temblorosos labios.—¡No puedo hacer eso! ¡No puedo dejarte pensar así!
—N-No entiendo de qué hablas, ¿por qué me estás diciendo todo esto ahora?
Hizo una pausa, mordiendo su labio inferior y dejando que más llanto le llenara el rostro.
—Me voy, Dean.
Mi expresión cambió, mis cejas de alzaron y la confusión se reflejó en mi rostro.
—Podemos hablar esto en otro momento si quieres, y...
—No, Dean—Volvió a interrumpirme, esmerándose en dejar atrás su voz echa un hilo segundos atrás.—Y-Yo...me voy de la ciudad.
Mis hombros cayeron lentamente, y poco a poco sentí que mis fuerzas se debilitaban al tener mi perdida mirada en su rostro.
—Ya me gradué hace unos meses y...me informaron que ya tengo todos los créditos que me faltaban. Viajaré a Toronto la próxima semana.
—Renee...
—Lo siento, pero...Estoy terminando contigo, Dean.
Algo se rompió dentro de mí, luchando por no demostrarlo al mantener mis labios fruncidos y mirada en ella.
—¿Es por lo que dijo Corbin?—Solté, en un tono que casi rasgó mi garganta por muy bajo que fuera.—Renee, sé que cometo errores todo el tiempo, ¿sí? Pero eso no tiene nada que ver con nosotros, te lo juro. Podemos seguir con esto...
—Dean, no es solo por lo que dijo Baron—Me interrumpió, paralizando mis labios de inmediato.—Las peleas, los castigos, todo esto de ser el soberano de una Lista que tan solo nos está clasificando a todos...Son cosas que te afectan y también a mí. Las mentiras y el daño siempre nos afectan a los dos—Hizo una pausa.— Y que no tengas nada más planeado en tu futuro no es algo sano.
—No entiendo.
La rubia frunció brevemente sus labios, mirándome por primera vez con un indicio de sonrisa. Solo que este no hizo más que causar dolor en mi pecho.
—Necesitas construir tu vida, Dean—Soltó lentamente mis manos, para a continuación quitarse la prenda que había colocado sobre ella minutos atrás.—Una vida como Dean Ambrose, no como el afamado rey de la Lista F.
Finalmente me entregó cuidadosamente mi chaqueta, manteniendo aquella curvatura en sus labios aunque mi mirada estuviera perdida en su rostro, en busca de toda la esperanza que se había hecho pedazos a mis pies.
—Hasta pronto, Dean.
Sus tacones al alejarse se hicieron cada vez más lejanos, siendo casi inaudibles para mis oídos al momento en que me quedé paralizado en mi sitio.
Por primera vez, sentí que mi corazón se destrozaba y los trozos caían como piedra a mis pies, los cuales nadie levantaría.
Así era cómo terminaban con la vida de Dean Ambrose, el famoso rey de la Lista F y ahora un ridículo tipo al que acababan de terminar.
—Oye, tú—Silbaron a mis espaldas, pero tan solo giré lo suficiente como para ver a aquella fémina de piel morena.—Podrías ayudar a controlar a tu amigo, va a terminar en el hospital a este paso...Hey, ¿me estás escuchando?
Dejé que el aire saliera de mis pulmones, volviendo a tomar otra bocanada antes de sonreír de lado y girar hacia la fémina.
—Calma ese mal humor, Nia. Te vas a arrugar más.
—¿Qué? Tu culo se va a arrugar si no vienes aquí y controlas a Baron, está a punto de saltar sobre la mesa, ¿sabes? Ayuda antes de que te parta la cara a golpes.
—Tranquila—Sonreí, poniéndome la chaqueta mientras caminaba en su dirección, me detuve cerca de ella.—La fiesta recién está empezando.
¿Qué es peor que tu novia te abandone por lo que eres? Rendirte a lo que eres y beber hasta el punto de que no recuerdas por qué te duele el maldito pecho.
Mi rostro se sentía extraño, como si algo rasposo estuviera presionando contra él. Levanté a duras penas la cabeza, encontrándome con la borrosa imagen de un vecindario en cuanto abrí los ojos. Me daba mil vueltas la cabeza, y sentía que la resaca me golpeaba con fuerza.
—Diablos...—Gruñí entre dientes, tallándome un ojo en tanto me esforzaba por ponerme erguido sobre lo que supuse era el césped del jardín.—¿Qué pasó anoche?
Lo único que recordaba era ver a Corbin bailar sobre la mesa con Layla, mientras todos le seguían la corriente con sus gritos y canturreos sobre la música. Estos aumentaron cuando agarré la primera botella de cerveza que vi y, tras subirme a la mesa de junto, comencé a imitar a Baron mientras bebía un trago tras otro. Perdí la cuenta en la séptima cerveza, creo.
—¿Q-Qué hora...? ¡Mierda! ¡Mierda!
A duras penas, logré colocarme de pie tras ver la hora y correr hacia el lugar en que recordaba estaba mi camioneta.
Iba tarde a la clase de Anderson, y estaba advertido que una más y me haría reprobar el semestre.
Me apresuré a arrancar, pasando por alto el hecho de que en algún momento de la noche perdí mi camiseta y ahora solo llevaba mi chaqueta sobre mi pecho desnudo. Arranqué, alejándome con un chirrido por las calles en dirección a la escuela.
Mierda, nada podía ir peor.
La cabeza me daba mil vueltas, entre los vagos recuerdos de lo que pasó en la fiesta y las palabras de Renee que me hicieron desmoronarme por primera vez en mucho tiempo. Supuse que no era hora de pensar en eso.
Me había botado, punto.
Llegué hasta la escuela, apagando rápidamente el motor y saliendo del vehículo casi a tropezones para correr en dirección a los pasillos.
Muchos se me quedaron viendo, sin saber si era solo por ser yo o por el hecho de mi singular presentación personal.
Sin importarme mucho, abrí bruscamente la puerta del salón de historia y entrando a este sin preámbulo.
—¡Ya llegué! ¡Ya llegué!—Exclamé, ignorando que me golpeara el brazo con la puerta y caminando por el salón. Me dirigí de inmediato hacia mi pupitre, haciendo vista gorda a mis compañeros.—¡Estoy aquí, es lo que importa!
—Alto ahí, Ambrose—Habló secamente Anderson, paralizando de inmediato mis pasos por el pequeño pasillo.—Sí, estás aquí. Tarde, casi desnudo y...—Escuché como olfateaba el ambiente, maldiciéndome a mí mismo en silencio.—¿Es eso alcohol lo que huelo?
Joder...
El maestro hizo una pausa, justo antes de decir:—Fuera de mi clase, ahora. Hablaremos después, Ambrose.
Sí había algo peor de que tu novia te botara; Y eso era ser yo.
Se me había olvidado dejar el mensaje que siempre dejo al final D:
Al fin pude actualizar aquí <3 Espero les haya gustado aunque fuera un poquito más corto. Realmente quería que supieran lo de Renee, ya que en el próximo capítulo se vienen cosas más duras 7u7
No sé qué le pasa a mi wattpad, pero cada que actualizo no avisa :c Se siente horrible.
Nos vemos en el próximo capítulo, espero muy pronto.
Se despide, Rock.
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