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23. ¡Enciendan el reflector!

Odiaba estar en detención, odiaba estar en problemas y saber que solo me hacía caer más bajo de lo que ya había hecho...

—Roman... ¡Roman!—gruñó entre dientes el castaño junto a mí, haciéndome girar rápidamente en su dirección.—Cálmate, me estás quitando la circulación de la mano.

Parpadeé, todavía tratando de despavilar. Bajé mi mirada hacia nuestras manos agarradas sobre el sofá, dándome cuenta que sí estaba apretando mis dedos enroscados con los suyos con demasiada fuerza.

—Ups.—murmuré bajito, solté un poco los agarres sobre su mano, sin soltarla. A continuación, llevé su mano vendada a mis labios, dejando un suave beso.—Perdona.

Dean sonrió de lado, tratando de disimular el sonrojo en sus mejillas junto a la inminente preocupación en sus ojos azules.

—Sé que estás nervioso...

—Y debería.

El que aquella voz femenina nos interrumpiera hizo que ambos levantásemos la cabeza, encontrándonos con mi madre caminando al interior de la sala. Pasó por delante de nosotros ignorando nuestras miradas, concentrándose en colocar en la mesa de café el par de platos que traía en sus manos.

El aroma de comida recién hecha llegó rápidamente a mis fosas nasales, revolviéndome el estómago aunque me encontrara hambriento.

—Ustedes, los dos.—nos apuntó la fémina con sus brazos en jarra sobre su cintura.— Están en grabísimos problemas, jovencitos.

—Lo sé, mamá.—susurré cerrando suavemente mis ojos rendido.

—Sí, señora Reigns.—murmuró al unísono el castaño.

¿Por qué Dean había terminado ahí en mi casa? En cuanto mis padres supieron del desastre catastrófico en la cafetería, ambos pasaron por mí a la escuela para darme un buen sermón paternal.

Y al encontrarme con Dean...Pues, lo arrastraron a él también.

—¿Qué es lo que estaban pensando?—siguió hablando mi madre con voz de regaño.— No arreglan nada con violencia, para que lo sepan. Y esos chicos, por muy idiotas que sean, no tenían que golpearlos y causar que expulsaran a media escuela.

Mi novio aguantó un bufido entre dientes, acercándose cautelosamente a mí para susurrar:—Ya sé de dónde sacaste el decirnos idiotas.

Tan solo lo culminé brevemente con la mirada, ya que tenía que concentrarme en la enojada mujer frente a nosotros.

—Mamá, en serio lo lamento.—comencé a explicar.—No tengo excusa, es solo...

—Es culpa mía, señora Reigns.—intervino el ojiazul, ganándose mi semblante y la mirada inquisitiva de la morena.—Roman trató de defenderme y... Fui yo el que lo empezó todo en realidad. Él solo intentó que no me hicieran más daño.

—Sabes que eso no es verdad, Dean.—repliqué esta vez, mirándolo con el ceño ligeramente fruncido en confusión.—Yo fui el que golpeó primero a Lesnar.

—Sí, pero fue porque yo empecé a discutir con Corbin.

—Lesnar te golpeó.

—¡No debiste meterte!

—¿¡Esperabas que me quedara viendo cómo te lastimaban!? ¡No me jodas, Dean!

—Okay, okay, basta ya.

Mi padre intervino en cuanto nosotros comenzamos a alzar la voz, bastando para que cerraramos la boca y volviésemos a sentarnos en el sofá cabizbajos.

—Lo que sea que pasó o de quién sea la culpa ya no es importante.—continuó, dándonos una mirada a cada uno.— Lo importante es que acepten el peso de sus actos y...—se encogió suavemente de hombros.—Que cumplan con el castigo que les van a indicar mañana.

—Y que sepas, Roman, que tú estás castigado.—abrí mis ojos hacia la fémina de cabello oscuro, pero ella solo me miró con el ceño fruncido.—No me mires con esa cara, te lo ganaste. No recuerdo que anduvieras dando golpes y todo eso.

—Mamá, por favor...

—Lo siento, emperador romano.—intervino mi papá.—Pero concuerdo con tu madre esta vez. Ya es suficiente de peleas.

Podía imaginar a Dean riéndose de todo el tema, por lo que no quise girar a verlo y me resigné a mirar cabizbajo a mis zapatillas.

Esto era vergonzoso.

—Los dejaremos para cenar.—agregó mi madre luego de un largo silencio.—Discutiremos un poco más mañana, Roman.

Tan solo apreté mis labios como respuesta, a la par en que mi padre me miraba con algo de lástima en tanto pasaba su brazo alrededor de los hombros de su esposa.

—Bueno, nosotros ya nos vamos a dormir.—levantó su mano despidiéndose.—Buenas noches, chicos.

—Buenas noches, señores Reigns.—respondió el rey de la Lista F.

—Los... veo mañana.

Tras mi balbuceo que casi se confundió con un suspiro, ambos se encaminaron fuera de la sala y nos dejaron en un completo silencio.

No tardé en soltar un agotado suspiro, casi resignándome al gran error que había cometido y que no podía ser más desastroso.

Pero... no pude pensar en nada más cuando vi a Dean caer al suelo ese día, tampoco luego de que Seth me contara cómo trataron de amarrarlo en el club y lo que habían hecho en la puerta de este.

Quería mostrarles que no éramos los nerds y fracasados que ellos decían.

Estaba harto de las listas, esa era la verdad.

—Rome...

—Ya sé, ya sé.—dije con una exasperada respiración, dejando que mi espalda golpeara suavemente la cuerina del sofá al dejarme caer contra este con resignación.—Ríete, mis padres me castigaron y soy patético.

En lugar de una risa, sentí cómo el castaño se removía brevemente, para así lograr levantar sus piernas y estirarlas de lleno por sobre mi regazo.

Una vez que estuvo cómodo, me observó con una sonrisa.

—Es patético el hecho de que piensas que me reiré.—comentó, pero no tardé en soltar un bufido como respuesta.

—Sé que quieres reírte, te conozco y sé lo hijo de puta que eres.

—Auch... aunque tienes razón, sí moría por reírme.

Maldito.

Quise rodar los ojos, pero me vi interrumpido al momento en que los labios de mi novio se acercaron a mi rostro, dejando un suave beso en mi mejilla antes de que nuestras miradas se encontraran una vez más.

—Pero me ayudaste ahí.—murmuró, sonriéndome mientras sus mejillas se ruborizaban.—Así que no me reiré y llevaré el castigo contigo.

—¿Lo dices en serio?

Asintió sin dudarlo.

—Estoy seguro que tus padres me habrían castigado también si no supieran que mi padrastro me odia.—respondió con un encogimiento de hombros.—¿Qué tan malo puede ser pasar tiempo contigo, Lista A?

Mis labios se fruncieron lentamente de lado en una sonrisa, una de mis manos se movió lentamente hasta su rostro, acariciando su mejilla enrojecida y haciendo que mi corazón latiera con fuerza.

—Dudo que vayas a aburrirte, Lista F.

Ambos nos acercamos hasta juntar suavemente nuestros labios, moviendo estos a un ritmo tranquilo pero que lograba enloquecerme de todas formas.

El chico al que solía odiar ahora era mi novio, aquel por el que no dudaba usar mis puños o toda mi fuerza para que no lo lastimaran.

El tipo al que solía llamar idiota y que trataba de no tomar atención... ahora era una parte primordial de mi vida.

—No sé tú.—murmuró el ojiazul una vez que nuestros labios se separaron, dejando un último delicado beso en la comisura de mis labios antes de mirarme con una sonrisa.—Pero a mí me ha entrado hambre luego de patearle el trasero a Corbin.

—Por favor ni me lo menciones.—dije mientras Dean agarraba uno de los platos con puré de patatas.—Todavía me duelen las manos por pelear con Lesnar.

Pero Dean ya engullía la comida, concentrado en ello aunque lo mirara enarcando una ceja. Tragó con fuerza, realmente encantado.

—¿Y si vemos una película?—sugirió, a lo que no dejé de mirarlo con mi ceja alzada.—¿Qué? Estoy buscando ideas para que te sientas mejor.

—Claro, tragando como un animal.

—En mi defensa, no he comido nada desde entonces porque estaba nervioso y porque quería partirle la cara a Corbin.—se metió otra cucharada de puré a la boca.—Y la comida de tu mamá es la mejor, así que déjame en paz.

Tan solo rodé los ojos, sin borrar la sonrisa en mi boca de todas formas.

Hice caso a su sugerencia, colocando una película no demasiado cursi como para que el chico de manos vendadas se quejara ni tampoco una para quedarme sin dormir por la sangre o los sustos que de la nada venían a la pantalla.

Ambos disfrutamos nuestra cena en silencio, Dean permanecía acurrucado sobre mi pecho con una manta que traje de mi cuarto, comiendo su puré de patatas e incluso agarrando del mío cuando no estaba mirando.

Estábamos en medio de la película cuando pude sentir que la respiración de mi novio comenzaba a hacerse más suave que antes, al igual que su cabeza tendía a apoyarse contra la hendidura de mi cuello.

—¿Estás bien?—le pregunté, luego de una quinta vez en que su cabello me hiciera cosquillas en el cuello.

—Sí...Sí, sí, claro. No me dormí, para nada.

Incluso si se apresuró a murmurar eso, se notaba cómo parpadeaba constantemente para mantenerse despierto e intentaba seguir viendo la película.

Las pesadillas que había tenido vinieron a mi mente, haciéndome apretar brevemente los labios al recordar su rostro lleno de lágrimas y la angustia en su mirada azulada cuando despertaba de cada una de ellas.

Detestaba verlo así, y deseaba poder protegerlo de todas esas pesadillas de alguna forma.

Con delicadeza dejé nuestros platos vacíos sobre la mesa, para a continuación apagar el televisor.

Dean levantó su rostro de mi hombro, mirándome en protesta. Sin embargo, sus párpados se volvían notoriamente pesados para él y un bostezo se le escapó al hablar.

—¿Qué... haces?

—Tienes que dormir.—respondí, ignorando su puchero de protesta y que gruñera contra mi cuello.

—Lo siento, Rome...

Sonreí, acercándolo a mí y dejando un rápido beso en su frente antes de cubrirlo mejor con la manta que compartíamos.

—Descuida.—le dije con dulzura, para luego ayudarle a entrelazar sus brazos detrás de mi cuello.—Ambos tenemos que descansar.

Aunque quisiera ignorarlo, el cansancio poco a poco me pasaba la cuenta.

Me las arreglé para colocar mi brazo bajo las rodillas del castaño, abrazándole con mi brazo libre y cargándolo en dirección a mi cuarto.

Con todo lo que había ocurrido, no les había dicho nada sobre Dean y yo, nada acerca de nuestra nueva relación ni nada.

Lo haría, sin lugar a dudas, aunque me asustara un poco. Pero en esos momentos solo pensaba en dormir un poco luego de las noches en las que me la pasé tratando de conciliar el sueño o llorando de vez en cuando por lo ocurrido con Renee.

Aquello me oprimió el pecho, pero bastó ver al castaño acurrucarse contra mí mientras lo cargaba escaleras arriba para que me olvidara de ello.

Eso ya era tema pasado.

Por ahora solo teníamos que preocuparnos del castigo que nos asignarían a Lista A y F por igual, afrontándolo por mis actos y tratando de no volver a portarme como un imbécil.

Cuando logré llegar a mi habitación, me encaminé hasta la cama tendida con un adormilado Dean abrazándose a mí como un koala de peluche. Sin embargo, conseguí dejarlo en la cama y cubrirlo con las colchas.

Su respiración se volvió más profunda al momento en que su cabeza tocó la almohada, indicándome que sí estaba muriendo de sueño después de todo.

Le di una última mirada antes de encaminarme por mi habitación, quitándome la camiseta que traía y dejándola a un lado. Era una suerte que el cuarto no se encontrara tan a oscuras por las delgadas cortinas dejando entrar la luz de la luna, ya que no había querido encender las luces para no despertar a Dean.

Me dispuse a quitarme mis jeans, comenzando a desabrochar mi cinturón y desabotonando los primeros botones.

—Hey, guapo.—giré al escuchar su voz casi en un gruñido.

Dean me sonreía todavía adormilado, con sus manos entrelazadas y mordiendo su lengua entre sus dientes con diversión mientras sus ojos me escaneaban.

—Si ibas a hacer eso podrías haberme despertado ¿sabes?

Lo observé con una sonrisa formándose sola en mi boca. Aguanté una pequeña risa entre dientes, sintiendo que el calor me subía hasta las mejillas y agradeciendo que la oscuridad lo ocultara.

—¿No estabas dormido?

Mi novio se encogió rápidamente de hombros.

—Lo estaba. Pero tu bello cuerpo me despertó con su encanto.

Joder.

Rodé los ojos, todavía con risa.

Dejé de desabotonar mis jeans, para dirigirme hacia la mochila que había dejado a un lado de mi escritorio.

Rebusqué al interior de esta, encontrando rápidamente la chaqueta roja y negra doblada en el interior.

A continuación la lancé en dirección al chico de mirada desafiante, el cual recibió la prenda justo en su rostro.

—Oye, solo te estaba halagando ¿por qué me tiras esta...mier...da?—balbuceó, entre quitándose la chaqueta de football de la cara y luego mirándola perplejo. Sus ojos pasaron de ella a los míos.—Es mi chaqueta.

—Así es.—respondí con una ligera sonrisa de lado.

—P-Pero... Creí que la habían quemado.

Apretando mis labios, giré sobre mis talones y volví a moverme por la habitación.

—Técnicamente, sí. Sí la quemaron y era cenizas.—dije en tanto iba por el pantalón de pijama en mi armario.—Pero hablé con Sami.

—¿El pelirrojo que nunca sale de su taller?

—El mismo.

Ignoré el pudor al finalmente quitarme mis jeans y zapatillas, quedándome en mis boxers y procurando no mirar hacia arriba para asegurarme de que Dean seguía mirando la chaqueta o me miraba a mí.

—Él se encargó de recrear el diseño y hacerte una nueva.—rápidamente me coloqué mis pantalones de pijama, soltando un suspiro antes de girar a ver al ojiazul.—Intenté recordar como era la otra y... Pensé que te gustaría tenerla de vuelta después de lo que pasó.

Ambrose se había quedado en silencio, observando la chaqueta de tonos oscuros en sus manos vendadas y tan solo mordiendo su labio inferior de vez en cuando.

—Uhm... ¿Dean?—hablé una vez más. Alzó la cabeza, captando su atención.— ¿Acaso... No te gusta?

—¿Es chiste?—soltó, casi en una respiración incrédula.

Dean miró de la chaqueta a mí, para finalmente colocarla sobre su antebrazo y quitarse fácilmente las colchas de encima.

Caminó descalzo en mi dirección, ni siquiera diciendo algo sobre la herida en su pie al enredar sus brazos a mi alrededor en un fuerte abrazo.

No dudé en responderle luego de un par de segundos paralizado, disfrutando de la calidez de su cuerpo y los latidos de su corazón chocando contra mi pecho.

—Gracias, Rome.

Dejé que mi mejilla chocara con su cabeza, sonriendo y cerrando mis ojos al dejarme llevar por el contacto y la alegría de que le gustara.

Nos separamos luego de un rato, Dean ahora se veía emocionado mirando su nueva chaqueta.

—¿Puedo ponérmela ahora?

—Claro que no.—agarré su chaqueta y la dejé con cuidado en la silla giratoria detrás de mi escritorio.—Ya la usarás mañana, ahora quiero dormir.

—Roooooooman...

—A dormir.

Ignorando el puchero infantil en sus labios, le agarré de los hombros y le hice dar media vuelta, empujándole suavemente para que volviera a la cama y pudiésemos descansar de una vez.

Como cada vez que dormíamos juntos, Dean se acurrucó contra mi pecho, sus piernas tocaban suavemente las mías y mi mentón se apoyó suavemente sobre su cabeza.

—¿Rome?—murmuró luego de un rato en que estuvimos en silencio tratando de conciliar el sueño.

—¿Hm?

—...Gracias. Por todo.

Una sonrisa se formó en mi boca una vez más, removiéndome un poco para acercarlo más a mí incluso si ya era imposible.

A continuación dije, en un suave suspiro:—No hay problema, Deanie.

Sentía la calidez de los rayos solares matutinos, diciéndome que ya era hora de despertar. Mis párpados todavía pesaban, en tanto la agradable sensación de cierto toque suave sobre mi mejilla me deleitaba en ese trance entre seguir dormido y abrir mis ojos.

Finalmente pude detectar el aroma de tostadas llegar a mis fosas nasales, a la par en que abría suavemente mis ojos.

Parpadeaba repetidas veces para disipar mi vista, pero lentamente pude encontrarme con la enternecida mirada de aquel castaño de cabello revuelto que acariciaba mi mejilla con suavidad.

Me miró con diversión en cuanto mi campo visual se aclaró por completo.

—Buenos días, emperador.—canturreó con una pequeña risa en el fondo de su garganta.— Sabía que no me lo imaginaba.

-¿Qué...cosa?—murmuré, todavía despabilando del sueño tallándome los ojos.

Dean siguió sonriendo, a la par en que acercaba su pulgar hasta la esquina de mis labios y oprimía este en esa zona como si quitara algo.

—Babeas cuando duermes ¿sabías?

Fruncí el ceño.

—Claro que no.

—Por supuesto que sí lo haces.—se burló.—Dejaste mi cabeza llena de baba, cariño. Aunque debo decir que te veías bastante adorable. 

No tardé en agarrar una de las almohadas cerca de mí, aventándosela mientras el lunático estallaba en risas al tratar de librarse de mis golpes.

En ese momento pude ver que ya llevaba su camiseta gris sin mangas, cubriendo esta con la chaqueta que le había regalado el día anterior.

Mis mejillas amenazaron con tornarse rojas, por lo que solo aclaré mi garganta y desvié mi mirada hacia otro sitio.

—Wow ¿qué es esto?—pregunté refiriéndome a la bandeja con tostadas francesas y jugo de naranja que había entre nosotros.—Se ve delicioso.

—Oh, desperté temprano y ayudé a tu mamá con el desayuno.—lo miré enarcando una ceja.—Bueno, tu papá entró a despertarte golpeando una sartén con un cucharón, casi me da un infarto. Pero tú sí tienes el sueño pesado... y babeas mucho.

—Eso no es verdad.—gruñí rodando los ojos.—Estaba cansado, es difícil despertarme cuando lo estoy.

En ese momento caí en cuenta de un par de cosas...

Uno: Si mi papá entró a despertarme con su "alarma", como él la llamaba, nos vio durmiendo juntos en la misma cama.

Dos: Ambos vieron a Dean, por lo que se percataron de que se quedó a pasar la noche.

Tres:...

¡Oh, joder!

El pánico me llenó de inmediato, aunque me viera como un estúpido sucumbiendo a la realidad en la que sus padres no sabían que se había enamorado de un chico ni que ahora salía con él.

—Hey ¿qué te pasa?—preguntó perplejo el castaño, probablemente al ver la desesperación en mi rostro.

—E-Es que... ¿Mis padres te dijeron algo?

—¿De qué hablas?

—Algo sobre... Por qué estabas aquí o... p-por qué dormimos juntos.—sin notarlo, mi nerviosismo ganaba y comenzaba a balbucear sin parar.

Dean frunció sus labios, viéndome como si me hubiese vuelto loco sin razón aparente.

¡Tengo muchas razones para enloquecer!

—Para nada.—respondió por fin.—Tu papá dijo que si no despertabas pronto te golpeara yo mismo con el sartén en la cabeza y tu mamá se alegró de que al menos uno de nosotros la pudiera ayudar... En serio, Roman ¿por qué estás tan asustado?

—N-No es nada.—me apresuré a murmurar, tratando de calmar el acelerado latido de mi corazón.— Olvídalo, sigo medio dormido.

—Y baboso.

—Cállate ya.

Dean se carcajeó cuando intenté golpearle en el pecho, adelantándose y acercándose a mí para besarme con una sonrisa en sus labios que me contagió fácilmente.

En ese momento, me sentí afortunado de despertar de esa manera y rápidamente el pánico se disipó.

unstable F ha cambiado el nombre del grupo a SethievsListF

unstable F: ¡buenos días, ñoños! :)
second coming: ...
RuRu: ...
second coming: ¿ME ESTÁS JODIENDO?
unstable F: nope :)
RuRu: Primero la perra de Satán... ¿Y AHORA EL CABEZA DE PEPINO?
FeelTheGlow: Un placer despertar contigo diciéndome así, imitación falsa de Hulk 😒
FeelTheGlow: Sin embargo... A mí también me gustaría saber
FeelTheGlow: Qué haces aquí, Dean? 😱
roman emperor: Yo le dije de este grupo.
RuRu: Eso es obvio, jefesito.
second coming: No me sorprende😑
unstable F: vamos, enano
unstable F: sé que muy dentro de ti te caigo bien :)
second coming: ...Como sea.
second coming: ¿Y qué con ese nombre en el grupo?
second coming: Cámbialo.
unstable F: Nope :)
second coming: C-Á-M-B-I-A-L-O.
unstable F: N-O-P-E :)
second coming: ¡Deja de sonreír!
unstable F: no lo estoy haciendo
roman emperor: Está mintiendo.
roman emperor: Sí se está riendo.
unstable F: ROOOOOOOME
unstable F: después de que te desperté?
unstable F: y que te traje el desayuno a la cama?💔
second coming: ...
RuRu: ...
roman emperor: 😓
FeelTheGlow: OMG!!!!😱😱😱
FeelTheGlow: USTEDES DOS ME VAN A MATAR
RuRu: No sé si quiero preguntar.
RuRu: Todavía tengo mucho respeto por usted, jefesito.
second coming: Yo definitivamente no voy a preguntar.
roman emperor: No exageren, por favor.
roman emperor: Más importante, quería saber cómo estaban después de lo de ayer.
second coming: Parece que me hubiese crecido un globo rojo en la cabeza y duele como el demonio.
second coming: Pero estoy bien aparte de eso.
second coming: Listo para nuestro castigo 😍
second coming: *😒
RuRu: Ya se me hacía raro que la pulga estuviera feliz de estar castigado :)
unstable F: pensé lo mismo ;)
second coming: Fue un error de tipeo. Supérenlo.
FeelTheGlow: Yo estoy bien, aunque no sé si podré librarme de que Layla quiera aniquilarme por quitarle las extensiones ayer...
unstable F: auch
roman emperor: ¿En serio hiciste eso?
second coming: Yo la vi. Iba corriendo con trozos de cabello en las manos😓
FeelTheGlow: Sí...
FeelTheGlow: Siento que no le va a dar mucha gracia😌
RuRu: Más te vale no haberle tocado un pelo a mi musa o ya verás, mujer😡
FeelTheGlow:😒
FeelTheGlow: Tranquilo, que a tu Barbie de poco seso no la toqué
RuRu: ¿QUÉ FUE LO QUE DIJISTE?
FeelTheGlow: Que vayas a chingar a tu madre, Rusev.
RuRu:😡
unstable F: oigan, tranquilos
unstable F: no necesitan pelear
unstable F: de acuerdo grandote?
RuRu: ...
RuRu: Escucharé al burrito, solo por esta vez.
RuRu: Yo estoy sin heridas. Solo no quiero tener que levantarme de la banca para ir al castigo.
second coming: A mi me da pereza.
unstable F: no puedo moverme porque Roman me está usando de sillón para sus pies
roman emperor: No es mi culpa que estés tumbado a lo largo de TODA la cama, Dean.
unstable F: por favor! Como si eso en serio te molestara
umstable F: te he visto mirándome el culo varias veces, no intentes ocultarlo ;)
RuRu: ...
second coming: Estoy pensando seriamente en abandonar este grupo😒
FeelTheGlow: Oigan, chicos
FeelTheGlow: Vieron el mensaje del entrenador?
roman emperor: ¿Mensaje?

Miré al castaño recostado sobre su estómago, el cual me observó y se encogió de hombros sin soltar su celular.

Volví a mirar la pantalla.

unstable F: no sabemos nada de un mensaje, chica A
FeelTheGlow: Parece que nos dirán el castigo en el auditorio
FeelTheGlow: El entrenador Copeland estará a cargo
second coming: Joder... No el entrenador, por favor😭
second coming: Es muy cruel en cuanto a castigos.
roman emperor: Bastante creativo al inventarlos, tengo que acotar.
second coming: Fue gracias a él que Ambrose terminó en nuestro club😭
unstable F: OYE!
RuRu: ¿Qué hacemos entonces?
FeelTheGlow: Obviamente, ir al auditorio
second coming: 😔
roman emperor: No tenemos opción.
second coming: Temía que dirías eso.
unstable F: todo va a estar bien, Sethie :)
second coming: Vuelve a decirme así y juro que te aplastaré la mano con la puerta de tu casillero.
unstable F: 😶
FeelTheGlow: Probablemente debería empezar a alistarme para llegar a tiempo
RuRu: La mujer del demonio tiene razón.
FeelTheGlow:😒
RuRu: Mi práctica terminará pronto ¿los veo en el auditorio?
second coming: Ugh... De acuerdo. Me levantaré.
unstable F: por qué no llamas a Orton para que vaya por ti?
second coming: ¿Por qué lo haría?
second coming: Si él está en la ducha ahora mismo.
roman emperor: ...
unstable F: ... :)
FeelTheGlow:😱😱😱😱😱
FeelTheGlow: NO PUEDO CON USTEDES!!!
second coming: Los veo en un rato en el auditorio.
roman emperor: Nosotros ya saldremos de casa pronto.
unstable F: nos vemos allá
FeelTheGlow: Por favor, trae a Roman sin marcas y que pueda caminar
roman emperor: Naomi 😒
unstable F: no prometo nada ;)
roman emperor: ¿Me estás jodiendo, Ambrose?
unstable F: ;)
roman emperor: ...
roman emperor: :)

—¿De qué creen que se trate?—preguntó la morena de coleta bajando las escaleras detrás de nosotros.

—Ni idea.—respondí, tomando una silenciosa respiración en tanto miraba los alrededores.—Pero el entrenador Copeland es un experto en los castigos.

—Comienzo a asustarme.—agregó Seth, tratando de esconder su mirada de la de los miembros de la Lista F que se nos quedaban viendo al pasar.

Las butacas estaban llenas de estudiantes tanto de la Lista A como la F, aunque se notaba la separación de ambas en cuanto les dabas una mirada.

Incluso Sami había tenido que salir de su taller, encontrándose al lado de Gargano y su novia Candice en una amena conversación.

Kassius jugaba en su teléfono, Chris leía un libro y a lo lejos pudimos ver a Lana y a Rusev charlando con sonrisas en sus rostros.

Decidimos sentarnos para ignorar las constantes miradas y cuchicheos de la Lista F, Naomi tragó su incomodidad respecto a Lana y se adelantó a tomar asiento en una de las butacas.

Seth le sonrió al tatuado del cual anteriormente iba de la mano cuando este le dejó pasar primero, dándole una mirada de ternura y luego encaminándose por el estrecho pasillo para tomar asiento junto a Naomi.

Una vez que Randy se sentó, Dean y yo los imitamos y tomamos asiento casi en el pasillo del auditorio.

Comenzaba a ponerme nervioso, y no era a causa de las acusadores miradas de Corbin y sus amigos. Tenía un mal presentimiento de todo esto, aunque no pudiera explicármelo realmente.

—Oye.

Escuché murmurar al castaño junto a mí, haciéndome girar a mi izquierda y encontrarme con su mirada.

—Todo va a estar bien.—agregó, pero solo me hizo suspirar.

—No estoy acostumbrado a estar en detención ¿sabes?

—Ni yo a trabajar en un club lleno de nerds.—sonrió lentamente de lado, a la par en que se encogía suavemente de hombros ante mi mirada inquisitiva.— Y lo logré ¿no?

—No sé si ofenderme con lo que acabas de decir o calmarme, cariño.

Dean sonrió más grande, al mismo tiempo en que movía su mano por mi regazo hasta agarrar mi mano y darle un pequeño apretón.

—Vas a estar bien, Rome. Yo estoy contigo.

No pude evitar sonreír de vuelta, mirándole a los ojos aliviado.

—Admito que eso me hace sentir mejor.

Nos quedamos viendo por segundos que deseé fueran eternos, hasta que el familiar y estridente sonido del silbato del entrenador Copeland nos hizo a todos mirar al frente.

El pelirrubio caminaba lentamente por el escenario, deteniéndose en un lugar donde las luces de los reflectores en el techo lo bañaban casi por completo y su presencia fue visible para todos los presentes.

—Buenos días a todos.—comenzó a decir, con su voz alzada pero no molesta al hacer eco en el auditorio.— Me alegra saber que cumplieron con lo que la directora les encomendó.

Un gruñido de protesta y hastío escapó de varios lugares en las butacas, a lo que solo me concentre en seguir prestando atención sin soltar la mano vendada de Dean.

—Tomando en cuenta esa respuesta... Supondré que todos ya saben por qué están aquí.

—Entrenador ¿a qué viene tanta chachara?—exclamó una voz femenina desde alguna parte.—Ya nos expulsaron, creímos que eso sería suficiente.

—Bueno, señorita Flair.—le sonrió a la rubia de brazos cruzados sentada en una de las butacas del rincón de la Lista F.—Estaba a punto de explicar eso, así que le sugiero mantener la boca cerrada o puedo hacer este castigo un verdadero infierno para su lista.

La pelirrubia de labios color vino gruñó algo entre dientes, resignándose a guardar silencio y quedarse en su lugar sin acotar nada más.

El pelirrubio se aclaró la garganta antes de continuar: —Bueno, están aquí porque... Básicamente, mostraron que están hechos un verdadero desastre y fuera de control.

Podía sentir como varios de los chicos y chicas de mi lista se tensaban en sus butacas, en tanto los de la Lista F se veían inadvertidos y hasta miraban con burla desafiando al entrenador Copeland.

Sin embargo, sabía que él no era un hueso fácil de roer.

—Esta vez, la directora Phoenix le ha dejado la sentencia de sus estimados estudiantes... A su servidor, yo, por supuesto.—sonrió con cierta diversión orgullosa en sus palabras.— Así que pensé en poner las cosas un poco más divertidas e... "Iconicas" para ustedes.

El pelirrubio se interrumpió al escuchar unas risitas emocionadas de las chicas sentadas juntas a una de las orillas de la tribuna, mirando extasiadas al profesor.

Sin embargo, este no temió en bajarles los humos.

—No hablaba de ustedes, chicas.

Peyton y Billie, las cuales recordaba por ser las organizadoras del Consejo estudiantil, rápidamente borraron las sonrisitas de sus labios y bajaron la cabeza en clara decepción.

—De lo que estoy hablando es que invité a dos personas que los ayudarán a seguir las instrucciones de este castigo.—el entrenador alzó su brazo, apuntando con su mano extendida hacia la entrada del auditorio.—Reciban a mi amigo Miz y a su esposa, Maryse.

Las puertas del auditorio se abrieron justo cuando todos giramos siguiendo la dirección en la que el entendedor Copeland apuntó.

Un hombre de cabello peinado hacia atrás con lentes de sol entró al auditorio de la mano de una despampanante mujer de cabello rubio largo, ambos sonreían como si fueran unas verdaderas estrellas de cine. Y por la forma de caminar, también podía creerse que lo eran.

Seguimos en silencio, tan solo mirando a la pareja que se hizo paso hasta el escenario. Miz, como nos dijo el entrenador, se adelantó y sonriente tendió una mano hacia su esposa para que subiera el pequeño tramo de escaleras hacia el escenario. Esta no dudó en tomarla, sonriéndole coquetamente y subiendo perfectamente los escalones con sus tacones de aguja.

Ambos saludaron al entrenador brevemente, para que luego Miz caminara al frente encarando a la tribuna llena de estudiantes.

—Hola a todos. Es un placer conocerlos.—dijo con cierto orgullo y energía en su tono de voz.— Mi nombre real es Michael, pero todos me conocen como Miz. Soy actor, he participado en varios éxitos del teatro en Brooklyn y un par de películas de las que no voy a alardear, voy a comportarme esta vez.

Soltó una pequeña risa que solo fue seguida por su esposa, en tanto nosotros nos mirábamos confundidos.

—En fin, no quiero abrumarlos con lo asombroso que soy.—se encogió de hombros, todavía enseñando sus perfectos dientes en aquella sonrisa.—Estoy aquí porque su entrenador, viejo amigo mío, me llamó para ayudarles a protagonizar el siguiente éxito de teatro en su secundaria.

El corazón me dio un vuelco y sentí que amenazaba con salirse de mi cuerpo.

¿Éxito de teatro? Tiene que ser chiste.

—Mi bella esposa y yo estamos tomando un descanso de los reflectores, así que nosotros los vamos a instruir durante las siguientes semanas.—levantó sus manos, como si mostrara una toma de película perfecta.— Ustedes van a ser mis próximos artistas, mis musas, pandilleros y sonrisas de revista... Mi plan es que ustedes le den el deleite al mundo de interpretar MI versión de la película Grease.

Mis ojos se abrieron ampliamente y de inmediato giré a ver a Dean, al mismo tiempo en que él lo hacía. 

—¿Grease?—murmuramos al unísono, igual de paralizados por lo que escuchábamos. 

—¡Nosotros no actuamos, señor actor!—exclamó Roode con tono burlón, causando más risas entre los miembros de la Lista F. 

—¡Sí, eso es para maricas!—agregó Brock, riendo junto a sus amigos.

Sin embargo, Miz parecía desinteresado de sus risas, con sus brazos todavía cruzados sobre su pecho y una sonrisa en la boca. 

—Lamento decirles, caballeros que se creen comediantes baratos.—sonrió desafiante.—Que no me puede importar menos. Así que, si no quieren que le informe a la directora y los expulsen de este lugar, les recomiendo mantener cerrada la bocaza y tener respeto...¿Entendido?

Los miembros de la Lista F guardaron silencio, algunos miraron al hombre de lentes de sol con muecas aterradas mientras que otros gruñían cosas entre dientes y lo miraban muy poco amistosos. 

—¡Okay!—aplaudió con una sonrisa la pelirrubia, caminando perfectamente sobre sus elegantes tacones y colocándose junto a su esposo.—Necesito que algunos de ustedes se formen en el escenario y veremos qué papel les tocará. 

—¡E-Esperen!—chilló esta vez Owens, colocándose de pie aunque titubeara.— ¡N-Ninguno de nosotros accedió a ...a-actuar! ¿¡Qué pasa si nos negamos!?

Varios estudiantes a su alrededor asintieron siguiéndole la corriente. 

—Oh, cariño...—murmuró Maryse, acercándose ligeramente a la orilla del escenario y mirándole con lástima mientras mantenía su mano con perfecta manicura en su pecho.—Lamento decirte que ninguno de ustedes tiene opción. 

Aunque lo dijera con dulzura, parecía más un mandato del diablo o algo. 

—¿Alguien más que tenga objeciones?—exclamó alto la rubia. Pero nadie dijo ni palabra, a lo cual sonrió satisfecha.— ¡Bien! Necesitaré a... Ustedes.—apuntó hacia el grupo de Kevin, para a continuación mover su vista por la tribuna.—El grupo de allá. Y... Ustedes, los de la fila de la chica con cabello fosforita. 

Mierda. 

Naomi la miró, apuntándose a sí misma incrédula. 

—Sí.—asintió Maryse con una sonrisa perfecta.—Todos ustedes, al escenario ahora. 

Oh, demonios. 

Relamí mis labios, al mismo tiempo en que Naomi nos decía que moviéramos el trasero pronto para terminar con todo esto. 

Me levanté de mi asiento aunque mis piernas temblaran, siguiendo a Naomi en completo silencio y procurando no perder la calma. 

El grupo de Kevin, Gargano, Candice y Sami ya estaba ahí, al igual que Corbin, Lesnar, Roode y Charlotte que solo miraban todo con desprecio, incluyéndonos al pasar. 

Naomi solo los ignoró cuando trataron de decir algo sobre su trasero al caminar, recibiendo una mala mirada de Randy que procuraba abrazar a Seth por los hombros. 

Dean se veía tenso, pero siguió caminando con sus puños cerrados e ignorando las miradas de sus antiguos amigos. 

—Linda chaqueta, santurrón.

Aquella burla de parte de Lesnar lo sacó de quicio de inmediato, vi a Dean dar un paso hacia él amenazante, pero fui lo suficientemente rápido para agarrarle del brazo y detenerlo. 

—Vamos.—le susurré, tirando del agarre para que continuara su camino. 

Dean les dio una última mirada llena de ira, como si los amenazara, para a continuación dejarse llevar por mi toque y que nos encamináramos hacia el final de la fila a lo largo del escenario. 

El ojiazul se quitó mi agarre de encima con notoria molestia, colocándose la capucha de su chaqueta y murmurando casi entre dientes.

—Perdona...—soltó en un gruñido antes de suspirar ligeramente.—Esos hijos de puta todavía me sacan de mis casillas. 

Tragué con suavidad, apoyando ligeramente mi brazo contra el suyo y mirándole con una pequeña sonrisa de lado. 

—Descuida, lo entiendo.—dije, sin dejar de mirarle aunque él se escondiera bajo la capucha.—Pero... yo sí pienso que te ves lindo con esa chaqueta. 

Le escuché soltar una pequeña risita, justo antes de que golpeara mi brazo amablemente con su codo. 

—Claro, tú me la diste... Y tú eres aún más lindo. 

No me esperaba eso. 

Sentí mis mejillas ruborizarse, por lo que miré hacia otro sitio aunque no pudiera esconder la sonrisa en mi boca. 

—De acuerdo...—habló nuevamente Miz, caminando por el escenario y observando rápidamente a cada uno de los alumnos en la hilera.—Hm... No es fácil... Cada uno de ustedes tiene algo que... ¡Tú!

Casi saltamos sobre nuestros pies en cuanto su grito hizo eco en el auditorio, pero en cuanto desvié mi mirada hacia donde apuntaba me percaté que su dedo estaba en dirección al castaño de capucha junto a mí que lo observaba enarcando una ceja. 

—¿Yo? ¿Yo qué, viejo?

—Tú.—sonrió Miz, acercándose a Dean y agarrándolo de los hombros.—Tú eres mi Danny Zuko. 

Los chicos de la Lista F estallaron en carcajadas y pude ver a algunos de mi lista ocultando sus risas también mientras Dean miraba al tipo de anteojos de sol con perplejidad en sus ojos. 

—Sí... Yo creo que no, viejo.—le dijo, quitándose sus manos de encima con gentileza.—Te estás equivocando. 

—Claro que no.—insistió Miz, sin dejar de sonreír e ignorando al resto de los estudiantes.—Tú tienes esa apariencia de chico malo, de galán y de líder que vieron en John Travolta.—le dio un amistoso golpe en el hombro.—Tú serás Danny, está decidido. 

Sabía que el pánico le recorría de pies a cabeza en cuanto vi lo paralizado que Dean estaba. Recordaba la vez en que ayudó a Paige con la rutina de las animadoras, pero esa vez usó una cabeza de lobo y no muchos se enteraron que se trataba de él. Su talento musical no era algo de lo que él se enorgulleciera...

Al menos no todavía. 

—Ahora, ¿quién será tu co-estrella?—murmuró, con la mano bajo su barbilla como si lo pensara.— ¿Dónde estará Sandy? Saaaaandy~ Saaaandy~

Miz había comenzado a cantar para sí como en la canción con el mismo nombre en la película, pero mi mirada estaba concentrada en la del paralizado Ambrose que procuraba no perder la calma luego de ser nombrado protagonista. 

Quería decir algo, prometerle que podría hacer algo y que no debería importarle el resto al momento de mostrar su talento.

—Dean...—susurré, pero él continuaba mirando hacia el suelo.—Dean, mírame.

Con suavidad lo hice girar hacia mí, sosteniendo sus manos y dejando que su mirada ascendiera lentamente hasta la mía. Me observaba tímidamente, y podía ver la inseguridad reflejada en sus ojos azules. 

—Todo va a estar bien, te lo prometo.

Saaaaandy~—siguió cantando.— Saaaandy~

Pero, de un segundo a otro, Miz había vuelto a dirigirse hacia nosotros y, tras dar una vuelta sobre sus pies sin dejar de tararear la tonada, se detuvo frente a mí. 

—Aquí está la co-estrella que quería.

Me quedé congelado en cuanto se quitó sus lentes de sol y me miró con una sonrisa, a continuación pasó su brazo por sobre mis hombros y me hizo dar un par pasos fuera de la hilera. 

—¡Todos, conozcan a nuestro Sami Olsson!—exclamó orgulloso, pero eso solo me puso más nervioso y caer en el pánico apoderándose de mí. 

—N-No, no, no.—me apresuré por alejarme de él, alzando mis manos y sonriendo nervioso.—Tiene que haber un error. Yo... Yo no canto, no bailo ni... ¿Sami Olsson? Hasta donde recuerdo era Sandy...

—Oh.—Miz colgó sus lentes de sol en la orilla de su camisa.—Olvidé mencionar que esta es mi versión, y en la mía no hay Sandy sino Sami, quién obviamente será interpretado por ti, jovencito. 

—E-Es que yo... N-N-No puedo, es imposible. 

—Claro que no.—volvió a abrazarme por los hombros.—Tienes la dulzura y gentileza que busco en ese personaje, al mismo tiempo que pareces compartir una química especial con nuestro Danny...

—¡Maricas!

Las palabras del actor se interrumpieron ante el grito de Roode desde los Lista F, que le siguieron con carcajadas burlonas. Apostaba que Dean estaba a punto de ir a darles una paliza si continuaban. 

Sin embargo, no les duró mucho antes de que el entrenador Copeland llegara con ellos y los golpeara levemente con su gorra doblada, mirándoles con regaño de manera que cerraran la boca. 

Volví a mirar a Miz, el cual me sonreír esperanzado. 

—¿Qué dices?—preguntó, con la misma sonrisa de película. 

No obstante, mi pánico era mayor que eso. 

—N-No. No puedo.—balbuceé, negando rápidamente con mi cabeza.—Aprecio que piense que tengo lo necesario pero yo no... Yo ni siquiera sé cantar. 

—¡Oh, vamos!

No esperé que comenzara a caminar conmigo a rastras hacia el frente del escenario, donde todos podían vernos y las luces de los reflectores tenían el mayor impacto. 

La suela de mis botas rechinó un poco cuando era arrastrado junto a él, hasta finalmente terminar de pie encarando a toda la audiencia en las butacas. 

—El talento fluye, mi querido Sami.—dijo motivadoramente el actor a mis espaldas. Sus manos palmearon mis hombros amistosamente en tanto apuntaba a la audiencia.— Solo escucha la música y deja que tu talento salga a la luz de los reflectores. 

—Señor, estoy seguro que yo no...

Pero la dulce melodía de Hopelessly Devoted to You ya había empezado a sonar a mis espaldas, haciéndome retroceder y tragar con fuerza. Sentía como si me hubiesen inyectado agua fría en las venas, y el voltear a mirar detrás de mí no ayudó mucho tampoco. 

Mis compañeros de lista me observaban expectantes, los matones de la Lista F con burla y cuchicheando sobre mí y mis amigos se veían preocupados con tan solo mirar mi rostro. 

Dean había dejado de fruncir el ceño y en su lugar me observaba como si quisiera decir algo. 

Pero la música seguía sonando y no tenía más opción que mirar al frente mientras mis piernas temblaban y el corazón amenazaba por salirse por mi boca. 

—Vamos, tú puedes hacerlo, muchacho.—me alentó Miz a unos pasos de mí. 

Mi respiración se había vuelto agitada, no podía hacer nada más que tragar saliva y sentía el sudor frío comenzar a recorrerme la frente. 

Abrí la boca:

Guess mine...—canté bajito, apenas audible y tembloroso gracias a la sensación nerviosa en mi cuerpo.— Is not the first heart bro...

Pero la música se hizo cada vez más lejana al igual que mi voz y sentí como si las luces se apagaran, junto antes de que mi cuerpo se rindiera a mis débiles rodillas y sintiera el frío suelo de madera bajo mi rostro. 

—¡Mierda, se desmayó!—escuché chillar a alguien, creo que a Naomi. 

—¡Rome!

La voz de Dean se volvió un eco tanto en el auditorio como en mi cabeza, al mismo tiempo en que perdía la consciencia y me quedaba sumido como en un profundo sueño. 

—¡Les dije que esto del castigo sería horrible!

—¡Concuerdo con la pulga de mar!

—¡Que no me digas pulga de mar, mastodonte sin cerebro! ¡No estoy de humor para tus tonterías! 

—Los dos.—ambos fueron silenciados por la brusca voz de Dean.—Basta ya. 

—¿¡Y a ti qué bicho te picó, cabeza de pepinillo!?—exclamó Rusev en un gruñido. 

—¡Por favor!—chilló Naomi.— ¿Puedes cerrar la boca, Rusev? Roman sigue inconsciente y tú no ayudas con tus gritos, tú tampoco Seth. 

Oh, es cierto. Seguía inconsciente luego de haberme desmayado en el escenario frente a todos. 

—Naomi tiene razón.—agregó Randall.—El que estén gritando no ayuda para nada. Todos ya estamos lo suficientemente nerviosos por él. 

Pasó un rato en silencio, el cual fue únicamente roto por el búlgaro que soltó un gruñido y luego murmuró entre dientes:—Bien. No diré nada más. 

—Yo solo estaba diciendo la verdad.—insistió Rollins.—Si no fuera por el maldito entrenador Copeland... ¡Si no fuera por él y sus jodidas ideas esto no le habría pasado a Roman!

—Seth, estás gritando.—reprochó Naomi en un pequeño canturreo. 

—¡No me importa!—gritó de todas formas.— ¡No me pienso calmar! ¡Mi amigo se acaba de tropezar de un escenario y a todos esos malditos de la Lista de burros les pareció muy divertido! ¡Voy a encontrar a esos hijos de...!

Pareció como si le cubrieran la boca, ya que lo siguiente que escuché fue palabras intraducibles y al bicolor removerse de alguna forma de quien lo capturaba. 

—Me lo llevaré a tomar un poco de aire.—comentó Randy, haciéndome saber que era quien le cubría la boca a Seth.— Volveremos en un momento. 

—Claro. 

Tras la respuesta de Naomi, les escuché abandonar el lugar en que sea que me encontraba, dejándoles en un largo silencio. 

Mis párpados pesaban, pero lentamente sentía cada parte de mi cuerpo y despabilaba del sueño pesado en el que me encontraba. Mi cabeza dolía, probablemente por el golpe que me di al caer del escenario como Seth mencionó. 

Los recuerdos eran algo borrosos, pero lograba recapitular cómo el actor que el entrenador Copeland llamó me nombró uno de los protagonistas de la obra de Grease que quería hacer, me incentivó a cantar y entonces sucumbí al pánico. 

—Hey, nosotros iremos a decirle al señor Copeland que participaremos en la obra ¿sí?—dijo Naomi.—Cuídalo, por favor. 

Escuché un susurro por parte de Dean, al mismo tiempo en que sentía mi mano ser apretada con un poquito más de fuerza:—Por supuesto. 

—Vamos, Rusev. 

—Cuida a mi jefesito o te rompo el cuello, Ambrose. 

No dijo nada, solo escuché a ambos retirarse de la misma manera que Randy y Seth hicieron un rato atrás, dejándome con el castaño. 

El aroma a limpio llegaba a mis fosas nasales, mientras que la suavidad bajo mi espalda era como la de una camilla. Probablemente me habían traído a la enfermería. 

Pude escuchar cómo el castaño soltaba un suspiro cansado, su mano seguía agarrando la mía pero podía escuchar cómo se removía en su lugar, tal vez sentado en una silla. 

Intenté moverme, aunque resultaba realmente complicado. El cuerpo todavía me dolía y sentía desde ya que la cabeza me daba vueltas. 

—Qué estupidez....—escuché murmurar a Dean, casi imaginándole con ese puchero raro en sus labios, gruñendo para sí mientras apoyaba su mejilla en su puño libre.— Si tan solo no te hubieran molestado con cantar o con ser el co-protagonista...

—¿Acaso preferías que alguien más lo fuera?

Una sonrisa se formó en mis labios, a la par en que sentía la mirada de Dean sobre mí cuando por fin logré abrir los ojos. Parpadeé un par de veces para aclarar mi campo visual, girando hacia él y viéndolo sonreír con alivio. 

—No digas tonterías.—reclamó de inmediato, acercándose y colocando su mano en mi mejilla.—¿Cómo te sientes? 

—Todavía me duele un poco la cabeza.—murmuré con un suspiro.—¿Cuánto llevo aquí?

—Como media hora.—respondió el castaño.—Nos asustaste mucho cuando te desmayaste, te golpeaste bastante fuerte la cabeza. 

—Caí de un escenario ¿no?

Comencé a sentarme en la camilla, a lo que Dean no tardó en reaccionar alarmado. 

—Oye, despacio.—susurró con preocupación.— ¿Te habías desmayado antes?

—Jamás.—gruñí, colocando una mano en mi cabeza por el latiente dolor y la sensación de mareo.— Pero supongo que es normal. No soy muy bueno bajo presión y... menos haciendo algo en lo que no soy bueno. 

—Hey.—intervino Dean, mirándome con el ceño ligeramente fruncido.—Eso no es lo que importa ahora. De verdad me preocupaste cuando te caíste, pensé que no ibas a despertar o... una mierda como esa. Casi me matas del susto, imbécil. 

No pude evitar sonreír, por muy tonto y egoísta que fuera. 

Eso significaba que yo le importaba, y me daba mucho gusto a pesar de las circunstancias. 

—¿Sabes qué?—comencé a decir.— Todavía no me siento del todo bien. 

—Lo sabía.—gruñó casi para sí.— ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?

No pude evitar inspeccionar su rostro por un par de segundos. Su nariz respingada, el cabello desordenado escapando de la capucha de su chaqueta y cayendo salvajemente por sus ojos en algunas partes, sus ojos azules reflejándome con la preocupación en ellos. 

Era el rostro de Dean, de alguien que no podía observar sin querer sonreír. 

Sonreí lentamente y lo miré a los ojos al decir: —Bésame, tonto. 

Dean parpadeó un par de veces, no tardando en fruncir las curvaturas de su boca en una sonrisa y soltar una pequeña carcajada. 

—No debiste preguntar si quiera. 

Cerré los ojos, en espera de que los labios de Dean atacaran los míos con la pasión que suelen hacer. Sin embargo, esta vez fue distinto. En cuanto sentí estos sobre los míos, fue un contacto gentil, como si se tomara el tiempo de disfrutar cada segundo. 

No obstante, no dejaba de sentirse bien. 

Una de mis manos se movió suavemente hacia la mejilla de Dean, mientras que sentía su mano vendada apoyarse en mi nuca, empujándome levemente hacia adelante para profundizar el beso. Con gentileza moví un poco mis labios, lo suficiente para dar una pequeña mordida traviesa en el inferior del suyo, ganándome un jadeo por parte de mi novio. 

Dean me besó con la misma fuerza, y no tardé en sentir su lengua aventurándose ligeramente por mis labios y robándome un gemido que rogaba no se hubiese escuchado. 

Al escucharle reír por lo bajo supe que no se pudo evitar.

Nos separamos suavemente por la falta de aire, me quedé con mi frente pegada a la suya mientras Dean soltaba un suave suspiro.

—Te amo.—murmuró, su aliento cálido acarició mis labios y creí que podría morir en ese mismo momento.—Por favor no vuelvas a asustarme así. 

—Si harás esto cada vez que te dé un susto...—sonreí nerviosamente tratando de ocultar inútilmente mis mejillas ruborizadas.—Te asustaré muchas veces más. 

Mi novio soltó una carcajada, inclinándose una vez más para dejar un rápido pero profundo beso en mis labios y luego mirarme a los ojos. 

—Eres un tonto. Pero un tonto muy adorable. 

Sonreí de vuelta, dejándonos en un cómodo silencio que no tardé en romper. 

—¿Qué pasó luego de que me caí del escenario?

Dean apretó sus labios. 

—Pues... varios entraron en pánico.—comenzó a explicar.—Tratamos de despertarte, pero estabas más que inconsciente, Rome. 

Tan solo fruncí mis labios, tratando de imaginar lo horrible que debe haber sido para algunos ver eso y el mismísimo susto que le di al castaño. 

—Cuando te cargué por el auditorio ese tipo, el actor, dijo que seguiría nombrando los roles y que le informáramos sobre lo que decidías para empezar a ensayar. 

—¿Sobre lo que decido?

Dean apretó brevemente sus labios, al mismo tiempo en que ladeaba tímidamente la cabeza, como si estuviera inseguro de lo que iba a decir. 

—Si decides actuar con nosotros en la obra siendo Sami. Puedes escoger si quieres. 

Dejé mi vista viajar por mi regazo un momento, sintiendo una presión en el pecho. 

Usualmente no me asustaba hacer cosas, pero esto era a lo que siempre temía enfrentarme. 

A la posibilidad de fallar. 

No sabía cantar muy bien, ni mucho menos bailar. De hecho, Seth y Rusev siempre me decían que tenía dos pies izquierdos cuando jugábamos Just Dance o simplemente cuando íbamos a las fiestas de Naomi. 

¿Y si no lograba hacer esto?

—Rome.—volví de mi trance al momento en que sentí el contacto de los vendajes de Dean sobre la piel de mi mano, siendo sostenida por ambas manos del castaño.—Escucha, sé que esto parece difícil para ti. Yo... estoy aterrado. Sabes que siempre he temido que alguien descubra el tema de que canto, toco la guitarra, bailo y toda esa mierda. Pero...

Se relamió los labios, a la par en que sus ojos azules se encontraban directamente con los míos. 

—Estoy dispuesto a intentarlo... solo si tú aceptas actuar conmigo como Sami. 

—Dean, yo...

—No te dejaré solo, Rome.—agregó casi al instante.—Tampoco en esto. Yo te ayudaré en lo que es la música y demás... Así que ¿qué dices?

No pude evitar tomar una profunda respiración, cerrando mis ojos y dejando que mi corazón decidiera en esto. 

—Digo...—mordí rápidamente mi labio, soltándolo antes de abrir mis ojos y mirar a mi novio con una sonrisa de lado.—Que enciendan el reflector. 

La sonrisa de Dean se amplió, bastando para acelerar mi corazón. 

Luego de un rato le dije que ya estaba bien, por lo que sin decir más comenzamos a correr hacia el auditorio. 

El actor ya parecía tener todo organizado para empezar, pero en cuanto me vio me sonrió y dijo que se alegraba de que cambiara de idea. También se disculpó por insistir en algo que tal vez no fue de mi completa comodidad. 

Pero no me importó más, solo acepté el guión que me entregó y algunas instrucciones para que empezáramos a trabajar. 

Caminé a casa solo, sosteniendo el guión bajo mi brazo y con mis piernas cada vez más temblorosas con cada paso. 

Le había dicho a Dean que estaría bien yendo solo a casa, porque necesitaba hablar con mis padres. 

Pero con cada paso que daba, no podía evitar sentir mi pecho más apretado y sentirme más nervioso de tenerlos en frente. Me las arreglé para caminar el resto de camino, subir las escaleras del pórtico y llegar hasta la puerta. La camioneta de mi padre estaba aparcada en la acera, por lo que supuse que estaba ahí. 

Vamos, respira...

Le hice caso a mi propio pensamiento, el cual me había repetido lo mismo una y otra vez. Tomé una bocanada de aire, dejando que esta hiciera un intento por calmar mi acelerado corazón. Una vez que la solté con suavidad y calma, moví el picaporte de la puerta de entrada y caminé al interior de la sala. 

Tras cerrar la puerta detrás de mí, no tardé en visualizar a la morena de cabello en una coleta y uniforme de trabajo sentada en el sofá. Se veía ocupada escribiendo unas cosas en una libreta, mirando algunos papeles en su regazo mientras se encontraba descalza en el sofá. 

Tomé otra respiración, pero no dio resultado. 

—Hey, mamá. 

Ella de inmediato levantó la vista y me sonrió gentil. 

—Hey, cariño.—me saliudó.—¿Cómo te fue?

—Uhm... Bien, creo.—murmuré, teniendo que aclarar mi garganta para no sucumbir a lo nervioso que estaba.—Tendremos que participar en una obra como castigo y... yo conseguí uno de los principales. 

—¿Lo dices en serio?—asentí, a lo que ella me miró aún más emocionada.—Oh, bebé. Estoy orgullosa. Iremos a verte cuando la estrenen, no lo dudes. 

—C-Claro...

—¿Qué tal si hacemos pizza para cenar? Para celebrar ¿no crees?—siguió hablando, con la misma simpatía.—Aunque sigues castigado, esta será una excepción a la que no tienes que acostumbrarte porque...

—Mamá.—la interrumpí, con más brusquedad de la que planeaba.— Hay algo... de lo que necesito hablar con ustedes dos.

La morena pareció confundida en un inicio, pero no tardó en bajar sus piernas del sofá y dejar a un lado su trabajo, prestándome su completa atención. 

—Claro, Romie.—dijo, todavía algo perpleja de mi seriedad y del hecho de que siguiera de pie en medio de la entrada a la sala.— Tu padre está...

—Aquí estoy.—volteé hacia la parte de la cocina, viendo a mi padre entrar a la sala con su teléfono en la mano.—Me llamaban del trabajo pero... ¿Qué es lo que sucede aquí?

Mi madre se hizo a un lado en el sofá, para luego dar un par de palmaditas en el lugar vacío. 

—Ven y siéntate, Wade.—le indicó.—Nuestro hijo tiene que hablar sobre algo con nosotros, y parece ser algo serio. 

—¿Algo serio?—la fémina asintió, mientras que él tomaba asiento en el sofá de todas maneras. Una vez ahí, me miró con interés.—¿Ocurre algo malo, emperador romano?

Otro respiro. Tampoco funcionó. 

—N-No sé si será malo para ustedes, por eso... Necesito que me escuchen y... por favor quiero que lo tomen en serio. 

Mis padres se miraron el uno al otro, como si mis palabras fuesen extrañas. Sin embargo, mi madre fue la primera en agregar:—Por supuesto, Roman. Lo que quieras decirnos, estamos aquí para escucharte. 

Asentí, relamiendo mis labios y animándome a por fin entrar a la sala. 

Dejé el guión de la obra sobre la mesa, para luego sentarme en el sofá individual justo en frente del que mis padres estaban observándome expectantes de lo que sea que necesitaba hablar. 

Respira... Todo estará bien...

Tomé una respiración por la nariz, me removía en mi sitio con mis manos entrelazadas, apretando mis nudillos de vez en cuando con nerviosismo. 

—Esto es sobre... mí. Sobre algo que ni yo mismo pude controlar y... espero de corazón que entiendan.—comencé a decir, relamiendo mis labios en busca de encontrar las palabras correctas para seguir.— Yo... estoy saliendo con alguien. Estoy enamorado de esa persona. 

—¿Q-Qué...?—murmuró mi padre, mirándose junto a mi mamá antes de girar de nuevo hacia mí.—P-Pero eso es fantástico, Roman. Es genial, ¿quién es? ¿Conocemos a esa persona?

—Bueno... sí. Lo conocen.—otro respiro.— Es... Es...

Vamos, dilo. 

—Estoy saliendo con Dean. 

No era propio de mis padres quedarse en silencio, en especial de mi papá. Pero en ese momento, la sala estuvo en silencio por lo que creí una eternidad y sentía el temor comenzar a brotar por mi pecho y extenderse a lo largo de mi ser. 

Me sentía pequeño, como si hubiese dicho la peor cosa en el mundo y probablemente ellos me odiarían por eso. 

—Yo solía odiarlo, nunca pensé que terminaría sintiéndome como lo hago ahora pero así son las cosas.—continué hablando, atreviéndome a alzar la mirada hacia ellos.—Yo... me enamoré de Dean y no pude controlar lo que sentía, simplemente lo hice. Yo solo...

No pude continuar, ya que cuando quise tomar otra respiración, mi voz se quebró y tuve que cubrirme la boca para aguantar el sollozo que interrumpió mis palabras.

Ellos me odiarían, estarían decepcionados porque su hijo amaba a un chico y no a una chica como debería ser según muchos. Porque su hijo era... un marica, como decían todos sus compañeros. 

—Roman...—escuché murmurar débilmente a mi madre. 

—Lo siento tanto... En serio lo siento...—logré murmurar, pero ya comenzaba a llorar y me era imposible articular algo más. 

—Roman.—la voz de mi papá me hizo girar hacia él, incluso si las esquinas de mis ojos ya tenían lágrimas y seguía luchando por contenerlas.—Ven aquí, hijo. 

A pesar de que mi cuerpo temblara por completo, me las arreglé para colocarme de pie y encaminarme hacia el lugar del sofá que ambos me indicaban, en medio de ambos. Tomé asiento y sentí que no podía aguantar más las lágrimas, apretando mis ojos con fuerza y dejando que un jadeo se me escapara al ocultar mi rostro. 

—Oh, Romie...—susurró mi madre, a la par en que sentía su mano tocar mi espalda y dejar calmantes caricias.— No deberías disculparte por amar a alguien, cariño. Sea una chica o un chico, o quien tú decidas. 

—Sigues siendo tú, hijo.—agregó mi papá, colocando una mano por mi frente y quitando mi cabello cayendo por mi rostro cabizbajo.— Hijo, mírame. 

Solté otro sollozo, atreviéndome a levantar la mirada a pesar de mis ojos hinchados y las lágrimas recorriéndome las mejillas. Pero solo encontré comprensión y dulzura en el rostro de mi padre en cuanto nuestros ojos se encontraron. 

—Necesitamos que escuches esto, ¿de acuerdo, Roman?—dijo con calma, a lo que solo lo observé con mis labios todavía temblando y mi mirada algo nublada por las lágrimas.— Tú sigues siendo tú, Roman. Tú sigues siendo el mismo hijo que se ríe de mis bromas, incluso cuando sé que son aburridas.—mamá dejó salir una pequeña risita, sin dejar de acariciar mi espalda cuando una sonrisa breve se formó en mis temblorosos labios.— El mismo que le gusta levantarse temprano cuando puede, solo para preparar el desayuno cuando tu madre tiene turnos nocturnos. El mismo que le gusta ir a clases, que disfruta con su club de periodismo... Sigues siendo el mismo chico que amamos y estamos tan orgullosos, Roman. 

No pude evitar aguantar otro sollozo, las lágrimas tampoco querían detenerse luego de escucharle decir cosas tan bonitas. 

—Romie.—mi madre movió sus manos hacia mi rostro, sosteniéndolo gentilmente para que pudiera verla a los ojos. Con una sonrisa amable en sus labios, quitó algunas lágrimas con sus pulgares.— Te mereces todo lo que quieras, mi amor. 

Respiré, pero solo pude hacerlo antes de abrazar con fuerza a mi madre y dejar que el llanto me consumiera por completo, llorando por sobre su hombro mientras los brazos de mi padre nos rodeaban a ambos. 

Solo les quiero decir que aprecio mucho su apoyo, siempre lo haré <3 Se les quiere mucho. 

Además, tengo que informar que con este capítulo iniciamos cuenta regresiva. Nos quedan 10 capítulos para el final de la historia :) Así que sujétense bien, porque esto se pondrá muy muy bueno. 

Espero que nadie tomara como chiste la parte en que Roman habla con sus padres o juro que me molestaré mucho. Eso fue uno de los momentos que más que tomó trabajo escribir aunque no lo parezca, ya que esta historia tiene un aspecto de seriedad que lucho por demostrar, más allá de la relación Ambreigns en él y las bromas constantes. 

Lo de Roman fue el momento de contarle a sus padres que es homosexual, algo que muchos temen hacer y han pasado momentos no tan buenos como Roman, que recibió la aceptación de sus padres, que era una de las cosas más importantes para él. 

Así que si leo a alguien que se ríe de eso, espero que lo piense dos veces. Por respeto, mínimo. 

Otra cosa, si vuelvo a leer comentarios solo sobre follar... En serio, no los tomaré en cuenta ni tampoco voy a contestar. Ya les aclaré sobre eso, incluso escribí un discurso sobre aquello y no lo voy a repetir. Solo se ha vuelto algo molesto, por lo que por mi salud mental y la inspiración que tengo en este fic, los pasaré por alto. 

Espero disfrutaran del capítulo, estén esperando los siguientes y muchas gracias de nuevo. 

Los que vayan a ver Elimination Chamber mañana, que lo disfruten y lo pasen bien :)

-Rock. 


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