19. It's wrong
Gracias a toda la gente que ha apoyado la historia y sigue esperando los capítulos aunque se tarden meses :) Saben que les mando un montón de amor desde aquí.
Hay algunas cosas que quería decir antes de empezar con el capítulo:
EL CAPÍTULO ES MONUMENTALMENTE LARGO. Así que espero lo disfruten, que me costó.
En varias partes del capítulo usé el tema de los mensajes de texto con los usuarios de cada uno. Se me hace una técnica muy entretenida así que puede que lo vean bastante más adelante.
Finn es un personaje que tendrá su importancia MUCHO más adelante en la historia, pero no puedo dar más detalles. También lo tendrá el "amigo" que Bálor mencionó celebraba su cumpleaños en el capítulo pasado. ¿Quieren saber quién es? Pues solo les diré que tuvo una gran trayectoria por NXT y es un luchador que admiro pero no quiero ;) lo verán más adelante.
También quiero decir que las cosas entre Dean y Roman se pondrán más interesantes a partir de este punto.
Ah, y para los haters de Seth :) En toda historia va a haber personajes que no vamos a querer o algunos amarán, es la idea de una trama. Y se esperan grandes cosas para Seth, así que se me van a chingar si lo odian.
Por último, van a ir saliendo ships que para más de alguno serán extraños, pero ya expliqué que me vale mil hectáreas de mango. Así que...
¡Disfruten de la historia!
roman emperor ha cambiado el nombre del grupo a SOS
second coming: ????
second coming: ¿Qué pasa?
RuRu: ¿Jefesito? ¿Por qué cambió el nombre?
RuRu: ¿Y QUÉ PASA CON MI USUARIO?
RuRu: YO NO TENÍA ESTO.
second coming: Lo siento, Rusev.
second coming: Fue inevitable para Ran y para mí no agarrar tu teléfono cuando fuiste al baño durante la práctica😂
RuRu: A TU NOVIO Y A TI LOS VOY A MATAR.
RuRu: TIENEN LOS DÍAS CONTADOS.
second coming: No es mi novio.
Tomé una respiración, tratando de calmar mi agitado corazón.
No funcionaba. Nada funcionaba.
Mis manos seguían temblando y mis labios ya dolían de tanto morderlos por el nerviosismo.
Con dificultad, pude escribir con la yema de mis dedos en la pantalla de mi celular.
roman emperor: Hola, chicos.
RuRu: ¡Jefesito! ¡Está vivo!
second coming: Claro que está vivo, tarado.
second coming: ¿Estás bien, Rome? Te veías raro después de la fiesta.
RuRu: ¿Qué pasó después de la fiesta? No me acuerdo de nada.
second coming: Como si fueras a recordar... 😒
second coming: Le vomitaste a Carmella y luego a Ran.
second coming: Apuesto que ni de eso te acuerdas.
RuRu: No sé si creerte, microbio...
roman emperor: Es la verdad, Rusev. Te sacamos de ahí y luego te quedaste dormido cuando te llevamos a la casa de Naomi.
RuRu: Recuerdo que desperté en la casa de esa mujer del averno. Pero antes de que me echara de su casa a gritos me dijo que el alcohol no era lo mío...
second coming: Y tiene razón.
RuRu: 😡
second coming: Estamos divagando.
second coming: ¿Roman?
roman emperor: ??
second coming: ¿Vas a decirnos qué ocurre?
roman emperor:...
roman emperor: No es fácil, créanme.
second coming: No creo que sea peor que el espectáculo de Rusev en esa fiesta. Porque esas fotos que tomaron de él vomitándole a la pobre chica no se van a borrar.
RuRu: 😭
second coming: Dinos, Rome.
second coming: Somos tus amigos.
RuRu: Sí, Rome. Puedes contar conmigo y también con la pulga de mar.
second coming: 😒
second coming: ¿Y?
Mordí mis labios, soltándolos con la esperanza de que no se hincharan o algo. Mi estómago dolía y sentía que la presión en mi pecho aumentaba.
Pero necesitaba hablar de lo que pasó con alguien, en especial con mis amigos.
No ganaría nada quedándome el resto del fin de semana en mi habitación evitando el contacto humano.
Aunque era una opción, sabía que no era la más sana.
roman emperor: Yo...
second coming: Tú...
RuRu: Tú...
second coming: No me vengas a copiar 😒
RuRu: TE LA ESTÁS BUSCANDO, MICROBIO 😡
roman emperor: Besé a Dean.
second coming: Momento...
second coming: ¿QUE HICISTE QUÉ?
second coming: ESTÁS JUGANDO.
roman emperor: Nunca con algo así.
RuRu: De verdad no me lo creo...
second coming: Pero ¿cuándo?
second coming: ¿QUÉ DEMONIOS TIENES EN LA CABEZA, ROMAN?
second coming: ES EL PUTO REY DE LOS MATONES.
second coming: UN LISTA F.
second coming: UN IDIOTA.
RuRu: Pulga...
second coming: ¿Qué?
RuRu: Cállate la boca.
RuRu: O yo mismo te rompo la mandíbula esta tarde en el club.
second coming: 😶
RuRu: Roman, ignora a este payaso.
RuRu: Cuéntanos qué pasó.
roman emperor: No sé si quiero dar detalles.
roman emperor: Solo...
roman emperor: La estábamos pasando bien, como siempre. Bailamos y él estaba haciendo payasadas, lo usual.
second coming: Lo usual.
RuRu: Lo usual.
roman emperor: Le dije que yo no sabía bailar, pero insistió y... Me estaba divirtiendo mucho con él.
RuRu: Aww...
second coming: No es momento para el "Aww", Rusev.
RuRu: Perdón :(
roman emperor: Lo agarré de la cintura y... Cuando lo vi a los ojos, no pude pensar en nada más que en besarlo.
second coming: Y lo hiciste.
roman emperor: La verdad es que no sé quién hizo el primer movimiento, y tal vez Dean estaba ebrio.
second coming: Eso no es excusa, Roman.
second coming: Se besaron, no hay excusa que cambie eso.
RuRu: La pulga tiene razón.
second coming: Deja de llamarme así 😒
RuRu: 😑
second coming: Aunque sigo impactado todavía.
second coming: Y cuando digo impactado, lo digo porque casi le escupo mis patatas en la cara a Ran.
roman emperor: ¿Está contigo?
second coming: Le ayudo a estudiar para el examen de química de mañana.
RuRu: La pulga de mar no pierde el tiempo.
second coming: Espero que Lana nunca sepa que existes 😒
RuRu: 😤
second coming: A lo que iba, es que aunque me siga impactando que pasara.
second coming: Ya lo esperaba.
roman emperor: ¿Qué quieres decir?
second coming: No te hagas el tonto, Roman. Se notaba a kilómetros que te importa demasiado Ambrose.
second coming: Demasiado como para solo ser un amigo.
roman emperor: No me están ayudando...
RuRu: Es la verdad, jefesito.
RuRu: ¿Han hablado desde...?
roman emperor: No. No me atrevo a hablarle.
second coming: ¡Bing, bing! Tenemos un ganador.
second coming: Has hecho lo más sensato, esconderte en tu habitación ¿no?
roman emperor: ¿Y qué mierda esperas que diga?
roman emperor: "Perdón por dejarte meter tu lengua en mi boca y luego irme sin decir nada".
second coming: UGH.
second coming: Gracias por los detalles.
roman emperor: 😔
RuRu: Pero yo me pregunto, jefesito ¿qué es lo que sientes por él?
roman emperor: ¿Lo que siento?
second coming: No besas a alguien solo porque sí, al menos yo creo que tú no, Rome.
second coming: ¿Lo amas?
roman emperor: Creo que es muy pronto para decir algo como eso...
RuRu: Déjame re formularlo.
RuRu: ¿Te gusta?
roman emperor: Tal vez...
roman emperor: No lo sé.
roman emperor: Nunca me ha gustado nadie antes.
roman emperor: Nunca he tenido un crush con alguien.
second coming: Entonces sí tienes un crush en Dean.
second coming: Después de todo, muchas veces lo mirabas desde que llegaste a la escuela.
roman emperor: Mentiras.
second coming: Me corrijo.
second coming: *SIEMPRE lo mirabas desde que llegaste a la escuela.
Rodé los ojos, tratando de mantenerme en mis casillas.
Pero no, era imposible.
Era como si mis sentimientos ya no tuvieran control, como si no tuviera ni idea de qué hacer.
Por primera vez estaba perdido y sin un maldito plan.
second coming: Si tienes un crush en él, es porque te gusta.
second coming: Aunque siga creyendo que te has golpeado muy fuerte en la cabeza, no puede evitarse lo que ya es obvio.
RuRu: El microbio tiene razón, aunque no me guste admitirlo.
RuRu: Aunque Ambrose sea el burro más grande que he visto, nadie controla a quién da su corazón.
second coming: VUELVE A LLAMARME MICROBIO Y TE JURO QUE...
roman emperor: Creo que mejor me voy.
roman emperor: No me siento bien.
roman emperor: Nos vemos en el club.
No quise leer más respuestas, apagando mi teléfono y casi lanzándolo a unos centímetros de mí en la cama.
Me dejé caer sobre las colchas, para luego dejar que una almohada me golpease la cara y me quedase completamente quieto.
Quería que el silencio me tragara, que me sacara de la realidad y me llevara de vuelta al momento en que nada pasó y solo me preocupaba de tener buenas calificaciones.
—¡Rome! ¡Apresúrate o llegarás tarde!
Pero el grito de mi mamá fue más que suficiente para recordarme que no había caso en desear lo imposible.
Estaba atrapado en esa realidad, en el desastre de sentimientos volviéndose una guerra dentro de mi ser y en lo que sentía por Dean.
Caminaba por los pasillos sintiendo que había sido mala idea comer un bowl de cereal aquella mañana. Incluso si mi mamá insistió en que tenía que llevar algo en el estómago, solo sentía que me desmayaría en cualquier instante.
Tragué con fuerza, enfocándome en seguir mi camino hasta mi casillero e ignorando las posibles miradas del resto.
Saludé a Johnny cuando lo vi salir del salón de Biología, solo asintiendo en silencio cuando me preguntó preocupado si estaba bien.
Me veía terrible, lo sabía.
Llegué hasta mi casillero, soltando un profundo suspiro en tanto movía el candado para encontrar mi combinación. Agradecía no estar tan estúpido como para haberla olvidado.
Sin embargo, bastó que abriera la taquilla para sentir un aroma nauseabundo golpearme la nariz y arrepentirme de haberlo abierto.
Di una rápida mirada con mi ceño fruncido, aguantando el hedor de la basura y cosas podridas que habían arrojado dentro de mi taquilla.
Era totalmente asqueroso, haciéndome arrugar la nariz con desagrado y sintiendo que mi día se ponía peor.
Entonces escuché unas carcajadas a mis espaldas, reconociéndolas al instante con la molestia comenzando a arder en el fondo de mi ser.
—¿Qué tal todo, Reigns? ¿Problemas con tu casillero?—se burló Corbin a mis espaldas, las carcajadas parecían casi escapar de sus labios con cada palabra y enfurecerme más.—Ustedes los de la Lista A son basura, en especial tú. Así que deberías estar acostumbrado al olor ¿no, hermano?
Mantuve mis ojos cerrados, tratando de respirar profundamente incluso si escuchaba sus burlas y mi cuerpo se tensaba más y más a cada segundo.
La campana sonó, Corbin siguió riendo en tanto se alejaba con sus compinches y yo continué de pie frente a mi grotesca taquilla abierta.
Una vez que se alejó y la mayoría de la gente en el pasillo también, abrí mis ojos y con una fuerza descomunal cerré de un golpe mi casillero.
El sonido estremecedor del metal rebotó en mis oídos, pero no conseguía distraerme de la ira que ahora se apoderaba de mi cuerpo. Mi respiración se había tornado agitada y mis nudillos se coloreaban de blanco al apretarlos más y más a cada lado de mi cuerpo.
Mi corazón latía con fuerza, a la par de mis profundas respiraciones en busca de calmarme en ese lapso de tiempo. Sin embargo, cuando conseguí tener un mejor uso de razón, lo único que conseguí hacer fue dar vuelta sobre mis talones, apoyar mi espalda contra las taquillas y dejarme caer lentamente hasta sentarme en el cerámico del corredor.
Sentía que mi cuerpo ya no daba más, o tal vez era el cansancio mental pasándome la cuenta o algo por el estilo. Pero estaba harto.
Quería dejar de pensar, de sentir, quería... Simplemente desaparecer.
Atraje mis rodillas hacia mi pecho por un momento, abrazándolas y echando suavemente mi cabeza hacia atrás, dejándola reposar contra el frío metal detrás de mí.
Estaba seguro de confiar más en Ambrose, de dejar de pensar cosas sin tener evidencia. Estaba seguro de... Querer ser su amigo.
Pero ¿esto significa que no podremos seguir siendo amigos?
Solo fue un beso, posiblemente uno que no significó nada para él.
Y aunque me duela, esa era la verdad. Incluso si para mí sí importó porque...
—Fue mi primer beso.—murmuré casi entre un suspiro y mis labios apretados.
Cerré los ojos, sin moverme de mi posición en medio del pasillo casi vacío luego de que sonara el timbre de entrada.
Llegaba tarde a mi clase de química, pero ni eso me daba la fuerza de levantarme de ahí y continuar como si nada pasara por mi cabeza.
Era un desastre y todo a causa de Dean Ambrose.
Entonces, si no podemos ser amigos, las cosas serán raras.
Yo no quiero que se aleje de mí solo porque ese beso se sintió malditamente bien. Sus manos en mi nuca, tocando mi cabello, sentir la piel de su cadera exponiéndose un poco por su camiseta, sus labios sobre los míos...
¿¡Qué carajos estoy pensando!?
Nosotros con suerte habíamos conseguido llevarnos bien, no nos queríamos golpear cuando nos veíamos la cara e incluso comenzaba a lamentar todas las veces en que mis puños lo atacaron.
Todo ese sentimiento de odio parecía desconocido para mi, verle a los ojos me hacía sonreír y pasar tiempo con él me daba lo que yo conocía como felicidad.
Pero...
Gruñí para mis adentros, moviendo mi cabeza un poco para darme un breve y delicado golpe contra la taquilla a mis espaldas, esperando que eso agitara mi cerebro y tal vez me ayudara a dejar de pensar tantas idioteces juntas.
Pero me equivoqué, solo causó que me doliera más la cabeza.
—¿Roman?
Abrí los ojos, moviendo mi mirada aunque ya reconociera la voz confundida de aquella pelinegra de jeans rasgados y camiseta roja de pabilos mirándome con su bolso al hombro.
—¿Qué haces aquí? Las clases ya empezaron.
—Ya lo sé.—murmuré, para luego suspirar y dejar que mi cabeza se moviera a un lado, apoyando mi mejilla contra la taquilla.—No es como que pueda sacar mis libros de todas formas.
—¿Qué? ¿Por qué dices e...?—se interrumpió por sí misma y casi pude imaginar sus labios tensarse y su ceño fruncirse.— Fueron los de mi lista ¿verdad?
Me limité a asentir en silencio, a lo que la fémina soltó un gruñido exasperado.
—Malditos infelices...—tomó una pausa.— De todas maneras no puedes quedarte aquí todo el día. Vamos.
Moví levemente mi mirada, viendo por el rabillo de mis ojos cómo ella me alzaba su pálida mano para levantarme.
Sabía que tenía razón, aunque me costara trabajo asimilar el hecho de que no ganaba nada ahí sentado ahogándome en mi miseria y el desastre de sentimientos comiéndome vivo.
Tomando una breve respiración, moví mi mano y tomé la suya, sus dedos se apretaron en torno a mi piel mientras jalaba para que volviera a estar sobre mis pies en el cerámico.
—No me sorprende para nada ¿sabes?—habló, casi como si le cansara el tratar con el tema.— Tan solo espera a que Dean se entere porque...
—No.
Se interrumpió cuando mi voz salió en esa insignificante respuesta negativa, ganándome su ceño fruncido con inquisición.
— No quiero que le digas nada a Dean.
— Ahora sí que has perdido la cabeza, Lista A. — casi gruñó entre dientes la bicolora.— ¿Por qué? Esos idiotas se merecen algún castigo o algo y lo sabes.
Paige hizo una pausa, pareciendo mirarme mientras solo me podía quedar en silencio con la mirada en el suelo.
— No puedo decirle a él.— hablé, teniendo que tragar para terminar con lo que quería decir.— Yo no... No...
Diablos, deja de titubear.
— No han hablado desde lo ocurrido ¿verdad?
Alcé la mirada ante la voz de la pelinegra, pareciendo palidecer de inmediato y teniendo la imagen de nuestro beso en mi cabeza. No había dejado de pensar en ello de todas maneras, pero el que Paige pareciera saberlo me revolvió el estómago e hizo la bilis subirme por la garganta a causa del miedo.
La miré con mis ojos plenamente abiertos y quedándome casi con las palabras estancadas en mi garganta, aunque ella se veía realmente tranquila.
— ¿L-Lo sabes?
Paige sonrió gentilmente.
— Por favor, Roman.— negó con suavidad junto a un pequeño encoger de hombros.— Soy la mejor amiga de Dean, es obvio que iba a enterarme.
— Maldición...— gruñí entre dientes, más para mí tratando de ahogar la exasperación.
— Aunque ya lo veía venir ¿sabes? Digo, ustedes siempre han tenido esa conexión rara, esa tensión sexual que...
— No quiero saberlo, Paige.
La detuve, aunque eso solo la hizo reír y a mí que sintiera el calor pintarme las mejillas.
Joder, no podía con esto.
— Tranquilo, Rome.— siguió hablando, con esa simpatía que usaba en un intento de calmarme.— No voy a decirle a nadie, si es que eso es lo que te preocupa. Yo moriría antes que contar los secretos de mi mejor amigo.
Mordiendo brevemente mis labios gracias al nerviosismo, conseguí responder:— Te lo agradezco, Paige.
No era eso mi mayor preocupación en esos momentos, la idea de simplemente enfrentar a aquel chico de ojos azules que causaba mis piernas temblar era el problema principal que me estaba torturando.
— ¿Por qué no hablas con él?— dijo la fémina, llamando a mi fastidiada mirada una vez más.— Estoy segura que las cosas estarán bien si ustedes... hablan. Tienen que ser honestos con lo que sienten.
El problema es que no entiendo cómo me siento.
— No puedo.— escupí casi con ira hacia la idea, retractándome completamente.
— ¿Por qué?
Me hacía la misma pregunta mil veces, hasta el punto en que creí que mi cabeza explotaría.
Quería callar las voces que me torturaban, solo cerrar los ojos y apagar todo lo que sentía. Incluso pensé en gritarle a Paige que me dejara en paz, que simplemente no sabía qué mierda hacer.
Pero no. Me arrepentí a tiempo.
— Paige, yo... No puedo hacerlo.—continué con lo que decía, soltando un suspiro realmente cansado mientras volvía a poner mi campo visual sobre ella.—Tal vez no sea lo mismo para Dean, pero para mí... En estos momentos siento que tengo demasiado en que pensar y creo que voy a ...
— ¿Colapsar?
Asentí, soltando un cansado:— Sí. Colapsar.
Paige pareció entender, ya que me observó con empatía en sus ojos perfectamente delineados en tanto colocaba gentilmente una de sus manos en mi tenso hombro.
— Te entiendo, Roman.— murmuró, cerrando brevemente sus ojos y negando para sí misma.— Entiendo lo que es tener que lidiar con un montón de emociones y no saber cómo mantenerse en pie.
Me limité a asentir.
— ¿Crees que estarás bien?
La verdad es que no tenía la más mínima idea.
Sin embargo, reuní la poca fuerza que creí tener y logré fruncir una pequeña sonrisa de lado hacia ella.
— Eso intento.
— Ese es el rey de la Lista A que conozco.—sonrió Paige.—Creo que voy tarde a la clase de Anderson, así que debería apresurarme antes de que me metan a detención, a trabajos forzados o alguna de sus extrañas excusas para jodernos la vida.
— Hazlo a menos que quieras que te saquen del equipo de porristas.
— Cariño, el equipo no es nada sin mí y lo sabes.
Consiguió sacarme una carcajada, al igual que quitarme un poco de la tensión que se adueñaba de mi ser mientras seguía en pie en el cerámico del corredor.
— Bueno.— se encogió de hombros.— Te veo luego, Lista A.
— Suerte en clase, Lista F.
Paige se ajustó su bolso en el hombro, a la par en que una sonrisa se extendía lentamente por sus labios brillantes de gloss.
— Aunque no quieras delatar a los animales de nuestra Lista, procuraré golpear a Corbin en el culo y le daré un buen jalón en el cabello a Layla.— me guiñó un ojo juguetona.— Ya sabes, por si acaso.
Solo solté una carcajada, manteniendo mis manos en los bolsillos de mi jeans y disponiéndome a tomar el camino contrario al de ella por el pasillo.
— Oye, Roman.
Dejé de caminar, volteando sobre mí y mirando expectante a la pelinegra. Ella se encontraba de pie frente a la puerta de un salón, con una sonrisa todavía en su cara y esa faceta llena de diversión tan característica de ella.
— Sigue mi consejo. Intenta hablar con él.— negó con la cabeza.— No es tan corazón de hielo como crees.
Sabía que no lo era. Yo parecía ser el malo de la historia al portarme como un cobarde.
No pude hacer más que apretar mis labios y asentir hacia ella, bastando para que no insistiera. En su lugar, giró el picaporte de la puerta, me lanzó un beso y finalmente desapareció de mi campo visual.
Desde siempre había tenido el control sobre todo lo que hacía, todo en completo orden y sin nada que pudiera hacerme dudar o temer de mis acciones.
¿Cuándo se derrumbó todo eso?
Sin libro y con mi pecho todavía oprimido, me las arreglé para hacerme camino al laboratorio de química. Sabía que llegaba muy tarde a la clase y que me darían una reprimenda por ello. Pero Paige tenía razón, no conseguía nada tratando de ahogarme en mi propia miseria sin fin alguno.
— Señor Reigns.—exclamó el maestro Johnson en cuanto abrí la puerta con suavidad.— Qué bueno que decidiera honrarnos con su presencia.
— Lo siento, llego tarde.
— Eso ya lo sé.
Diablos, claro.
Cerré la puerta detrás de mí, haciendo lo posible por mantener mi vista en el suelo e ignorar las risitas que provenían de la parte de atrás del salón. Probablemente de miembros de la Lista F que no me atreví ni a mirar mientras me hacía paso a la mesa del frente, la única vacía y más cerca de mí.
El maestro solo me observó por un momento, girando brevemente los ojos y centrándose en la lección nuevamente.
— Antes de que nos interrumpieran, les decía que todas las instrucciones están en su libro. Los compuestos tienen nombre y las cantidades están especificadas en el libro también, así que espero que ninguno de sus trabajos exploten y nos maten a todos.
Las chicas rieron coquetamente ante su "broma", aunque creo que era más el efecto que la sonrisa del profesor Dwayne Johnson tenía. Mostraba sus dientes blancos y perfectos, riendo por su propio comentario y solo haciéndome mantener mi vista en mis brazos cruzados sobre el mesón de mármol.
— Bien, bien, basta de bromas.— siguió diciendo con una sonrisa en su cara.— Quiero que trabajen en parejas, tienen hasta el final de la clase para presentar la muestra que les expliqué. Vamos, ya.
Incluso si aplaudió brevemente, seguí quieto en mi sitio, siendo mi pecho hincharse al respirar el único movimiento que me delataba.
Escuché a mis compañeros comenzar a cuchichear con sus amigos o levantarse de sus asientos para trabajar con alguien más, pero por primera vez no le veía el caso. O tal vez, simplemente no quería socializar con nadie más ese día.
Pero no tardé en sentir los pasos del maestro cuando se acercó a mí, sabiendo que no era para nada bueno.
— Reigns ¿qué ocurre?— preguntó con esa simpatía familiar en su tono de voz.— Llegas tarde a mi clase, no traes tus libros y pareces un zombie el día de hoy.
— Lo siento.— dije de inmediato, soltando una respiración silenciosa.— No he tenido un buen día.
— Lo entiendo, amigo, créeme que sí. Pero tienes que trabajar con alguien o tendré que reprobarte aunque me duela.
Tragué con suavidad, mirando brevemente por sobre mi hombro.
Me arrepentí de inmediato.
Pude ver que todos tenían compañero de trabajo aunque no estuvieran realmente concentrados en ello. Bueno, casi todos tenían.
Dean se encontraba en uno de los costados del salón, en la mesa cerca de la ventana. Llevaba su bata de laboratorio a medio cerrar, su cabello en una coleta pequeña y las gafas de protección que jamás en mi vida creí le vería usar. Estaba concentrado en su libro, y era la imagen más loca que pude presenciar.
Sin embargo, su cabeza se levantó de un segundo a otro y me vi forzado a volver a mirar al frente con mi corazón latiendo con fuerza.
— ¿N-No puedo trabajar solo?— balbuceé, dirigiéndome al señor Johnson en tanto trataba de ocultar mis manos comenzando a sudar.
— ¿Tú solo?— asentí.— Aunque sé que lo harías de maravilla, no puedo hacer excepciones esta vez, Reigns. Llegaste tarde y además no tienes tu libro, necesitas un compañero.
Sin más opción, solo pude murmurar:—De acuerdo.
El profesor, tras un apretar de labios, palmeó mi espalda amistosamente antes de encaminarse de vuelta a su escritorio sin más que decir.
Estaba atrapado.
Pasé mis manos sobre mi cara, todavía sentía mi cuerpo tenso y el corazón latiéndome dolorosamente en el pecho. Sin embargo, no tuve tiempo de relajarme cuando alguien se aclaró la garganta cerca de mí.
Maldiciéndome internamente, giré de inmediato mi campo visual hacia el castaño de pie a un lado de mi mesa de laboratorio.
Parecía no tener palabras, o al menos eso podía deducir por sus labios tensos y su mirada insegura sobre mí en cuanto nuestros ojos se encontraron.
Otra vez sentí ese piquete en el corazón y el miedo subirme por la columna vertebral. Al igual que el calor atacando mis mejillas y probablemente pintándolas de ese rojo que comenzaba a odiar.
—Hey.— fue lo primero que dijo Dean, rompiendo por fin con ese silencio idiota que comenzaba a irritarme.— ¿Puedo sentarme aquí?
Vamos, tarado, habla. Claro que puede sentarse ahí.
Ni que fuera a sentarse sobre tu regazo o algo si te quedas ahí mirándole como un baboso.
Momento... ¿¡Por qué si quiera pensé en eso!?
¿¡Qué demonios me está pasando!?
— C-Claro.— me las arreglé para balbucear, moviéndome tembloroso un asiento más allá para dejarle espacio.— A-Adelante.
Deja. De. Balbucear.
Dean tomó asiento en el taburete junto al mío sin decir nada, aunque la idea de que se burlaba internamente de mi nervioso ser me estaba volviendo loco. Ajusté mis anteojos sobre el puente de mi nariz, haciendo lo posible por callar mis pensamientos y concentrarme en la clase de una vez.
Solo era un proyecto, y nosotros éramos compañeros de laboratorio. Nada más.
Nada más de lo que preocuparte, Roman.
Permanecí quieto mientras el rey de la Lista F dejaba su desordenado cuaderno y un bolígrafo bajo su brazo, al igual que su libro de química al otro lado. No tardé en sentir cómo este chocaba con uno de mis codos cuando el castaño lo empujó suavemente en mi dirección.
Levanté la vista, pero solo me encontré con su calmado rostro de perfil.
— Es raro que un nerd como tú no traiga sus libros, lo admito.
Rodé los ojos por el apodo, negando levemente con exasperación.
— Pero es más raro que Roman Reigns llegue tarde.
El recuerdo de mi casillero lleno de basura y el repugnante olor vinieron a mi cabeza, no haciendo más que mantenerme serio ante su comentario anterior sobre mi responsabilidad siendo parte de mi ser.
— ¿Estás bien, Roman?
— De maravilla.
Quise darme una patada por la respuesta, además de falsa y sarcástica, tan automática y sin sentido ni para mí mismo.
Esperé que Dean me mirara molesto, o tal vez que me golpeara y saliera furioso del salón. Pero en su lugar me ofreció su libro en completo silencio, quedándome casi paralizado mientras él mantenía su mejilla contra su puño vendado y me miraba aburrido.
—Necesitas un libro ¿no? Usa el mío.
Tragué con fuerza antes de tomar el libro que me ofrecía, a pesar de estar un poco gastado y no tan limpio como el mío todavía servía. Sin embargo, eso no era lo más importante.
Sostuve su libro, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba y hacía lo posible por encontrar palabras a pesar de mis labios apretándose por el repentino nerviosismo y el sonrojo llenándome las mejillas.
—No voy a dejar de joderte con que me digas qué ocurre, pero no quiero reprobar ya que me levanté temprano para esta mierda de clase.—gruñó, con su mirada en el frente y con un suspiro hastiado de por medio.—Así que tú lee la formula mientras yo preparo los materiales ¿de acuerdo?
Intenté salir de mi ensueño, en el cual comenzaba a visualizarlo con mis labios en los suyos y quitándole esa bata de laboratorio, sabiendo que esto solo me hacía ser más ridículo.
Relamí mis labios y solo asentí, para acto seguido abrir el libro y apresurarme por ponerme al corriente de la clase.
El rey de la Lista F acomodó algunos matraces y los tubos con compuestos que nuestro profesor había mencionado. Su codo chocó con el mío en más de alguna ocasión, lo cual traté de ignorar y ocultar ese nerviosismo que tomaba el control de mi ser tan fuertemente.
Cuando ya terminaba de leer los últimos detalles de la mezcla que teníamos que hacer no pude pasar por alto el escuchar ciertas risitas a nuestras espaldas.
Giré levemente por sobre mi hombro, encontrándome a los chicos de la Lista F riendo mientras miraban en nuestra dirección.
Lesnar y un chico de varios tatuajes de cuchicheaban cosas, carcajeándose incluso si yo los miraba apretando mi ceño y mi mandíbula.
Pero, justo cuando la idea de dejar de ser racional se me cruzó por la cabeza, un apretón en mi antebrazo me hizo volver a erguirme y dar vuelta hacia el castaño que me miraba directamente a los ojos.
—Ignóralos.
—Pero...
—Solo hazlo.—insistió con la misma sequedad.—No tienen importancia, Roman.
Decidí hacerle caso, volviendo a sentarme correctamente en el taburete luego de que los delgados dedos de Ambrose abandonaran mi brazo.
No pude evitar recordar lo que a él le pasó, la manera en que todavía había marcas de moretes en su cara y algunas de las heridas en sus labios todavía no sanaban. Pero en especial recordé sus brazos enredarse a mi alrededor, lo frágil que se mostró frente a mí y cómo sentí sus cálidas lágrimas mojar mi hombro.
La fragilidad que jamás creí podría llegar a ver en alguien como Dean Ambrose.
—¿Leíste todo?
—Sí. No es nada complicado.—respondí, pareciendo recobrar un poco de mi compostura.—Hicimos ese mismo experimento para una feria científica con Seth.
—Creo que lo recuerdo...
—Lo hiciste explotar al lanzarle soda de limón.
—Oh.
Dean apretó los labios chistosamente, mirándome antes de que una sonrisa casi automática se me dibujara en la boca. No pasó mucho antes de que ambos estalláramos en carcajadas.
La tensión en mi pecho se calmó un poco y sentir aquella comodidad con Dean también ayudó.
—Okay, okay. Tienes razón.—balbuceó entre risas el ojiazul.—Lo siento, fui un imbécil.
—Sigues siendo un imbécil.
—Como digas, Romie.
Rodé los ojos con una sonrisa, aunque el que me llamara de esa manera me hiciera sonrojar levemente.
—Bien, creo que puedo empezar a hacer esto.—comentó Dean.
De inmediato lo miré alarmado.
—Wow, wow. Alto ahí, Lista F.—lo detuve, justo antes de que vertiera el contenido del primer tubo de ensayo en el matraz.— ¿Estás seguro de lo que haces?
—¿Confías en mí?
Parpadee un par de veces, abriendo la boca y cerrándola hasta por fin recobrar mis palabras ante su expectante mirada.
—E-En ti sí. De lo que no me fío es de que puedas hacernos volar a todos con eso.
Ambrose sonrió.
—Si confías en mí, entonces cierra la boca.—murmuró, a la par en que comenzaba a verter delicadamente el compuesto en el matraz con suma concentración.— He estado estudiando.
Casi con fingida sorpresa y diversión exclame: —¿De verdad?
—Un idiota insistió que lo hiciera hasta volverme loco.—se encogió de hombros.—Es un buen profesor, tengo que admitirlo.
No pude evitar sonreír de lado, relamiendo mi labio inferior y apoyando mis brazos sobre el escritorio de mármol.
Por primera vez, ese latir tan rápido en mi pecho no se me hizo molesto.
Seguimos trabajando en el proyecto, en algún momento le quite los lentes a Dean cuando sugirió que la soda de limón le daría un buen aroma y más burbujas, por lo que no pudimos evitar discutir y que me encargara de seguir con las instrucciones del libro.
El resultado final no hizo estallar la escuela, pero...
—Wow, veo un buen trabajo aquí.—exclamó el señor Johnson, llegando a nuestra mesa luego de evaluar el resto de los trabajos.—Veo que se les salió un poco de control las burbujas...
—¡Fue su culpa!—gritamos al unísono.
No tardamos en mirarnos con el ceño fruncido.
—¡Te dije que me dejaras a mí!—exclamé, apuntando a la pequeña cantidad de sulfato azul que cubría la mesa.
—¡No dejabas de temblar!—gritó de vuelta, con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¡No estaba temblando!
—Oigan, oigan.
El profesor se interpuso entre ambos, poniendo sus manos sobre nuestros pechos y controlando de inmediato nuestra trifulca sin sentido.
Mentí, sí estaba temblando y Dean tuvo que hacerme a un lado para que no terminara cometiendo un error con la mezcla.
En mi defensa, que Dean me mirara sonriente mientras trabajaba y que de vez en cuando su brazo tocara el mío no era de mucha ayuda, así que lo culpaba de mis temblorosos movimientos y el corazón acelerado en mi pecho.
—Chicos, cálmense. Todo está bien.—agregó, a lo que solo respire profundamente en busca de calmarme.— Los experimentos se salen de control y eso está completamente bien. Además...—dejó de interponerse entre nosotros, para así abrazarnos a ambos por los hombros por muy confundidos que nos viéramos.—Trabajaron en equipo y no puedo estar más contento.
Una sonrisa se forzó en mis labios hasta el momento en que mis ojos se encontraron con los del rey de la Lista F. Sus labios mostraron aquella sonrisa de lado que me volvía loco y supe que estaba perdido.
Volví a sentirme nervioso, por lo que fue una suerte que nuestro maestro de química nos soltara y comenzara a anotar algo en unas hojas de papel que llevaba en sus brazos.
—De acuerdo...—murmuró para él, escribiendo rápidamente antes de alzarme la hoja de papel con mi calificación.—Espero que no vuelva a repetirse lo de llegar tarde a mi clase.
—No, señor.—respondí automáticamente.—No volverá a pasar.
—Confío en ti, Roman.—a continuación escribió en la última hoja sobre su libreta y se la entregó a Dean con una gran sonrisa en el rostro.— Es la primera A que consigues en mi clase, espero que estés orgulloso.
Ambrose abrió la boca, tomando la hoja de papel casi como a un niño al que le han dado una barra de chocolate. Se veía feliz, no podía ocultarlo por mucho que lo intentara.
—¡Lo estoy!-exclamó mirando su hoja y luego al profesor.—Gracias, señor Johnson.
El hombre de piel morena asintió, pero agregó: —Agradécele a quién sea te ha estado ayudando. Y no uses más soda de limón en la química ¿quieres?
No pude evitar sonreír ante lo último, en tanto nos disponíamos a abandonar el salón.
Ordené un par de cosas en silencio, pasando por alto el que no me encontrara solo luego de que el señor Johnson ya había salido del laboratorio.
— ¿Roman?— giré sobre mis talones, encontrándome a Dean algo cabizbajo y mirándome con cierta timidez. — ¿Crees que... podamos hablar?
Mierda.
Otra vez sentí el ansia de correr y esa sensación de agua fría en mis venas.
Otra vez estaba asustado.
Veía su rostro y recordaba la mirada que me dio en la fiesta de Halloween, la manera en que sus ojos brillaban bajo las luces de colores y la sonrisa en sus labios mientras bailábamos. La manera dulce en que sus labios tocaron los míos antes de que comenzáramos a besarnos sin que pudiera pensar en otra cosa.
Pero no. Todo eso estaba mal. Era un gran error.
— L-Lo siento, Dean.— me apresuré a decir, entrando notoriamente en pánico sin que pudiera si quiera tener la oportunidad de ocultarlo.— Tengo cosas que hacer.
— ¿Estás seguro?
Fruncí el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
Dean se mantuvo de pie frente a mí, uno de sus puños permanecía apretado sobre la mesa mientras que él relamía brevemente sus labios y volvía mirarme.
— ¿Es eso? ¿Tienes cosas que hacer o...?— apretó sus labios, como si fuera difícil continuar.— ¿O simplemente no quieres hablar conmigo?
Un nudo se formó en mi garganta y comencé a sentirme como un gran imbécil.
Sin embargo, no tenía el valor suficiente para seguir mirándole a los ojos y lo sabía.
— Piensa lo que quieras.
Idiota. Soy un gran y completo idiota.
No dije más, tampoco le di chance de decir otra cosa. Solo dejé de lado los matraz y me encaminé hacia la salida del salón luego de pasar junto a él. Cierta parte de mí dolió cuando le escuché chasquear la lengua, rasgo que siempre repetía cuando se molestaba, pero me dije a mí mismo que había tenido suficiente por hoy y necesitaba dejar mi mente descansar.
Me las arreglé para pasar desapercibido durante el día, incluso si me llevé algunos regaños de mis profesores por no tener mis libros y me la pasé ignorando los mensajes de Seth y Rusev respecto a los rumores que escuchaban por los pasillos.
Seguía sintiéndome como un cobarde, pero por sobre todo, me sentía confundido acerca de mis sentimientos por Dean.
Salí de mi última clase llevando mi mochila al hombro, sintiendo cierto alivio de que ya fuera la última y podía ir al salón del club. Teníamos que empezar la edición del anuario y ese era uno de los trabajos más extensos que la escuela nos estaba encargando. A pesar de eso, era una tarea divertida y quería pasar un poco de tiempo para distraerme de los constantes pensamientos en mi cabeza.
Caminé fuera del salón, disponiéndome a ir directo hacia el club cuando mi celular comenzó a vibrar casi por milésima vez en mi bolsillo.
Rodé los ojos para mí, y sin dejar de caminar, tomé el teléfono en mi mano y decidí prestarle atención a los miles de mensajes que Seth y Rusev habían estado mandando durante su rato libre.
second coming: Rusev, te dije que no era buena idea.
RuRu: ¡Déjame en paz, enano!
second coming: Le gritaste a la pobre chica.
RuRu: ¡Te dije que me dejaras en paz!
second coming: Solo intento ayudarte, viejo.
second coming: ¿Por qué hiciste eso?
roman emperor: ¿Por qué hizo qué?
second coming: ¡Rome!
RuRu: ¡Jefesito!
second coming: ¿Estás bien? No nos haz respondido desde hace horas.
roman emperor: Sí... Lo siento, estaba en clase hace un rato.
roman emperor: No ha sido un muy buen día.
second coming: ¿Qué ocurrió?
roman emperor: No quiero hablar de eso ahora.
roman emperor: Más importante ¿qué es lo que le pasó a Rusev?
RuRu: 😭
second coming: Vamos, grandote. Dile a Roman como jodiste todo con Lana.
RuRu: VOY AL CLUB AHORA MISMO A SACARTE LOS OJOS.
second coming: 😒
RuRu: HABLO EN SERIO.
roman emperor: Rusev.
roman emperor: Dime qué pasó.
roman emperor: Sabes que Seth no lastima ni a una mosca y no quiero un desastre en el club.
second coming: ¡OYE! 😡
RuRu: Roman tiene razón. Ahora siento lástima por ti, pulga de mar.
second coming: ¿DESDE CUANDO ESTO SE VOLVIÓ UNA CONVERSACIÓN EN MI CONTRA? ESTÁBAMOS HABLANDO DE CÓMO RUSEV LA JODIÓ.
RuRu: 😭
RuRu: Ya sé que lo hice.
RuRu: ¡PERO NO ERA MI INTENCIÓN!
roman emperor: Dime ya que hiciste, Rusev.
RuRu: Bueno...
RuRu: Intenté tomarle una foto a mi musa ¿de acuerdo?
roman emperor: De acuerdo... ¿Otra vez te escondiste en las gradas para espiarla practicar?
RuRu: No, esta vez me la topé en el camino a mi clase de matemáticas.
RuRu: Estaba tratando de abrir su casillero, se veía tan hermosa... No me resistí a intentar tomarle una foto.
second coming: ¿No crees que eso se puede mal interpretar? Parecer un acosador pervertido tal vez.
roman emperor: Lo siento, Rusev, pero Seth tiene un punto.
second coming:😊
RuRu: ¡Eso ya lo sé!
RuRu: Pero eso no es lo peor.
second coming: No, no lo es.
RuRu: CÁLLATE, MICROBIO.
second coming: 😶
RuRu: Ella me vio, tratando de tomarle la foto.
roman emperor: ¿Y? ¿Se molestó?
RuRu: Eso es lo extraño, para nada.
RuRu: De hecho, ella me sonrió y me dijo que le tomara una foto junto a su casillero que no quería abrir.
roman emperor: No lo entiendo... Eso es bueno, Rusev ;) Te dije que Lana no era una mala persona.
second coming: Tal vez no. Pero nuestro querido Búlgaro favorito no actúa bien bajo presión.
roman emperor: Oh... No me digas que...
RuRu:😭
second coming: Vi justo cuando Rusev perdió la calma y le gritó si le gustaría salir con él.
roman emperor: Rusev...
roman emperor: ¿Y qué dijo ella?
RuRu: :(
roman emperor: ¿Te dijo que no?
second coming: En realidad no le dijo nada, ya que Rusev salió corriendo en cuanto notó que le había gritado.
RuRu: Esos tarados de la Lista F se reían de mí.RuRu: Voy a partirles la cara a todos 😡
roman emperor: Okay, okay. Calmate ¿sí? Voy de camino al club y lo disc-
No pude seguir moviendo mis dedos por la pantalla cuando mi cuerpo se estrelló fuertemente con el de otra persona.
— Oh, lo siento.
Incluso si murmuré eso luego de que mi celular cayera a mis pies, no tardé en encontrarme con la mirada poco agradable de Roode.
Una risa sarcástica se escapó por sus labios, mirándome como si fuera la cosa más insignificante del lugar.
— Ten más cuidado por donde vas, pedazo de mierda.
Vaya ¿por qué no me sorprende escuchar eso?
Me dispuse a seguir mi camino como si nada hubiese pasado, pero el miembro de la Lista F no lo dejó así.
— Más vale que no te cruces más por nuestro camino, Reigns.— casi le imaginé sonreír.— Ni el maricón de tu novio ni tú.
Aquello repercutió en mis oídos, haciendo que me detuviera y girara hacia él con mi ceño frunciéndose cada vez más.
— ¿Disculpa?— pregunté, conteniendo la ira comenzando a nacer en mi interior.— ¿Cómo lo llamaste?
El moreno no dudó en sonreír, para a continuación agregar:— Dile al idiota de Ambrose que no le conviene cruzarse en mi camino, ni tampoco a ti...
Roode acercó su rostro al mío, sin borrar esa mueca desafiante tan propia en él antes de articular lo siguiente.
— Par de maricas de mierda.
No contuve la ira, alzando mi puño al instante e impactándolo contra su abdomen con toda la fuerza que pude.
La rabia me recorría el cuerpo como si mi sangre hirviera, mis nudillos estaban blancos por apretarlos y la mandíbula me dolía de apretarla tanto frente a su insulto.
Roode se encogió un poco, al igual que perdió cierto equilibrio que le hizo dar un par de pasos lejos de mí. Sin embargo, en el silencio que se había propagado en el pasillo, pude escucharle comenzar a respirar agitado antes de que alzara la cabeza para mirarme con una ira mortal llenándole la cara.
Joder.
— ¡Eres hombre muerto, Reigns!
No pude decir ni pío antes de que su puño se incrustara contra mi cara. Mi espalda chocó contra las taquillas, y mi mano voló a mi nariz, sintiendo de inmediato el líquido vital tibio llenándome los dedos.
No me quedé quieto a pesar del dolor, haciendo lo posible por mantener al furioso abusón lejos de mí aunque el coreo de "Pelea" se expandía en el grupo que se había formado a nuestro alrededor.
Conseguí estampar mi rodilla cerca de su entrepierna, a la par en que me cubría con mis antebrazos aunque mi nariz sangrara intensamente y quedara a la vista.
Lo llamó marica.
Apreté más mi mandíbula al punto que creí torcérmela, para a continuación agarrar uno de sus puños que se disponía a impactar contra mi quijada y mover mi cabeza para golpear la suya.
El mareo fue imposible de evitar, ya que la hemorragia tampoco ayudaba, pero sí hizo que Roode gruñera por el dolor y soltara un poco sus agarres sobre mí.
Otro golpe contra su mandíbula y logré tumbarlo y que su cuerpo impactara contra el cerámico del corredor.
Mi respiración seguía agitada, la adrenalina todavía viajaba por mi cuerpo y la sangre me llenaba la cara. Los rostros del grupo a nuestro alrededor no tenían interpretación, en tanto me debatía si romperle la mandíbula para que dejase de hablar mierda como esa.
Pero la sensación nauseabunda y el equilibrio me jugaban en contra, causando que me tambaleara sobre mis pies y mi espalda chocara contra los casilleros una vez más. Trataba de mantenerme consciente y recuperar un poco de aire, al mismo tiempo en que escuchaba a alguien hacerse paso entre la gente.
— ¡Esto no se ha terminado!— gritó el chico en el suelo, con sus dientes manchados de rojo y su labio con una herida sangrando.— ¡Que todos sepan que el gran rey de los fracasados es un marica! ¡Vamos, Reigns! ¡Díselo a todos!
Mi cuerpo se movió por si solo hacia el frente, dispuesto a seguir dándole una tunda por muy mal que terminara. No obstante, unos brazos me atraparon y me detuvieron de seguir adelante.
— ¡Basta ya, Roode!— gritó con seriedad el chico de cabeza rapada y chaqueta de fútbol.— ¡Lárgate ya de aquí si no quieres que te mate yo mismo!
Pero el miembro de la Lista F se carcajeó, incluso si la expresión de Randall asustaba a cualquiera que se le pusiera en frente.
— ¡Así que también estás de parte de ellos!— exclamó casi entre risas.— ¡No eres más que mierda, Orton!
Randall no se contuvo, y con simplemente pisotear su mano en el cerámico consiguió que dejase de hablar y que su voz solo saliera en alaridos de dolor.
— ¡Suéltame, hijo de puta!— gritó, tratando de quitarse la zapatilla converse de encima con su mano libre.— ¡Suéltame!
— Lárgate.
Tras escupir esa simple palabra, Orton quitó su pie fuertemente de la mano de Roode y volvió a donde estaba. Yo no podía moverme más que para oprimir una de mis manos ya manchadas de sangre contra mi nariz, quedándome estático al mirar cómo otros miembros de la Lista F se acercaban a Roode e intentaban ayudarlo a ponerse de pie.
Cuando lo consiguieron, el moreno se quitó sus manos de encima con desprecio, girando hacia mí y mirándome con la ira en su rostro a pesar del daño que sabía yo era responsable.
— Son unos cobardes.— escupió casi entre dientes, mirando a Orton brevemente.— Todos ustedes.— me apuntó con su dedo.— No vuelvas a cruzarte en mi camino, Lista A.
Luego de eso, solo se hizo camino entre la horrorizada gente que antes miraba todo como un espectáculo, dejando un silencio casi inquebrantable.
Hasta que Orton recuperó el habla y, tras tragar con fuerza y quitar esa fachada de lucha, exclamó mirándolos a todos:— ¿Por qué siguen aquí? ¡Largo! ¡No hay nada que ver!
La mayoría se alejó y siguió con su camino, más de alguno gruñó un insulto hacia Randy, pero terminaron dejándonos solos y rogando en mi interior que nada de eso llegara a oídos de la directora.
Estaba tomando el peso de mis actos y sabía que esto me metería en problemas.
Pude seguir pensando en lo mucho que la había jodido pero mis rodillas habían empezado a flaquear y me vi obligado a apoyarme de las taquillas para no desmoronarme tan violentamente en el suelo.
— ¡Wow, wow, wow! Roman, Roman.— Orton corrió en mi auxilio, colocándose en cuclillas junto a mí rápidamente y ayudándome a no perder la conciencia.— ¿Estás bien?
— Estoy...muy mareado.— logré murmurar. Mi boca tenía un sabor metálico y extraño, al igual que sentía mi nariz doliendo más y más con cada respirar que intentaba tomar.— Yo...
— Hey, hey.— repitió, dándome unos suaves golpes en las mejillas con tal de que no cerrara mis ojos. Mis párpados se sentían ya muy pesados y creí que el sueño repentino me ganaría.— No te atrevas a cerrar los ojos, quédate conmigo. Juro que le diré a Dean que venga si no.
Por alguna razón, eso me hizo sonreír.
Hice mi esfuerzo con la poca fuerza que tenía, logrando moverme un poco hasta que pude sentarme contra el casillero y apoyar mi cabeza para que el mareo pasara.
— De acuerdo, revisaré tu nariz ¿sí? Tal vez duela.
— Ya nada duele más, Orton. Adelante.— logré decir casi en un suspiro ante su advertencia.
El de cabeza rapada no dijo nada y acercó suavemente sus manos a mi cara, apoyando sus manos sobre mis mejillas y empujando lentamente mi cabeza hacia atrás. Cerré brevemente mis ojos, diciéndome a mí mismo que tenía que mantenerme consciente.
— No pareces tenerla rota.— comentó el miembro de la Lista F.— Pero sí te pegó bastante fuerte.
— Eso lo noté.
Orton soltó una risa ante mi sarcástico comentario, moví suavemente mi cabeza al frente nuevamente y oprimí mi mano nuevamente sobre mi nariz lastimada.
— No sé qué es lo que pasó.— continuó.— Pero sí le diste una buena a Roode. No muchos se han peleado con él y pueden contarlo si no es cuando salen del hospital.
— Solo le di un par de golpes.— protesté con un encoger de hombros y mi voz sonando extraña por tener mi mano sobre la nariz.
— Sí, eso se lo dejaría pasar a alguien de nuestra lista. Pero eres tú, Roman.— miré a Orton, parecía bastante serio por el asunto.— Tiene que haber dicho algo muy grave para que te molestaras así.
Pensé en decirle, incluso si eso se significaba volver a sentir la ira en mi interior y los deseos de golpear algo, pero nos vimos interrumpidos por el abrirse de una puerta justo en diagonal a nosotros.
— Tan solo me quedan dos meses para pasar a la Lista A o yo... ¡Joder! ¡Roman!— chilló el enigmático pelirrubio de chaqueta con luces casi corriendo hacia mí tras separarse del lado de su tutor.— ¿¡Qué es lo que le pasó!? ¿¡Qué es lo que le hiciste, Orton!?
— Cierra la boca, Jericho. Y mejor dame un pañuelo, ya es suficiente de sangrar o Roman perderá la consciencia.
— C-Claro.— se apresuró Chris, buscando con sus movimientos temblorosos en el bolsillo de su chaqueta.— Ten.
Randall tomó el paquete de pañuelos que Chris le había entregado, sacando rápidamente uno de ellos y dándomelo. Lo coloqué sobre la zona latiendo de dolor de inmediato, al mismo tiempo que con ello intentaba detener el sangrado.
— ¿Q-Qué es lo que pasó?— repitió Chris con preocupación en su rostro.— ¿Quién le hizo esto?
— Solo son problemas con los de la lista, yo me encargaré.— con suavidad, Randall tomó mi brazo libre y se dispuso a pasarlo por sobre sus hombros.— ¿Crees que te puedas levantar?
Me limité a asentir con la cabeza, todavía oprimiendo el pañuelo de papel contra mi nariz y dejando que él me ayudara a levantarme del suelo.
Estaba cansado de estar tanto en el suelo ese día.
Orton comenzaba a jalar de mí para que mis pies tocaran el cerámico de nuevo, pero escuché pasos acercarse y a alguien decir:— Vamos, te ayudo.
No dije nada, solo miré brevemente al tutor de Chris dándome apoyo por el otro lado de mi cuerpo y así consiguiendo que por fin me levantara. El castaño y el de cabeza rapada me ayudaron hasta que tuve el equilibrio suficiente para mantenerme de pie por mi cuenta, dejándome ir con suavidad y mirándome todavía preocupados.
— ¿Estarás bien? Se nota que es una herida fea y...
— ¡Debe doler como la mierda!— gritó Chris detrás de ellos.
El castaño rió ante el comentario de su pregunta, negando con la cabeza antes de volver a hablarme.
— Lo que dijo Chris.— sonrió.— Debe doler mucho.
— Orton dice que no me rompió la nariz.— hablé, incluso si mi voz aún sonaba extraña.— Supongo que estaré bien en un par de horas. Gracias...
— Allen.— aclaró de inmediato.— Allen Jones. Soy el tutor de Chris.
— Sí....— murmuré, tratando de recuperar un poco de mi voz.— Supe que Chris tenía un tutor.
— ¡El mejor!— chilló el pelirrubio, casi saltando sobre sus botas para abrazar al castaño de larga cabellera por el cuello.— AJ es un genio y estoy seguro que podré pasar a la Lista A gracias a él.
No pude evitar sonreír al verle tan contento, al igual que las mejillas de Allen se coloreaban un poco de rosa al intentar suprimir su gran sonrisa creciendo ante la compañía del rubio.
Por un instante pensé...
¿Acaso así nos veíamos nosotros?
— Okay, creo que es suficiente de risitas.— dijo Randall.— Debería llevar a Reigns a la enfermería antes de que...
— Eso no será necesario, señor Orton.
Los chicos se paralizaron, yo sentí que mi garganta se torcía en un nudo y una sola cosa apareció en mi cabeza.
Estaba jodido.
No pudimos decir nada ante la presencia de la directora Phoenix. La mujer de cabello rubio en un moño alto y vestido elegante nos miraba con seriedad, pero en cuanto su mirada cayó sobre mí quise volver a hundirme en el suelo.
— Señor Reigns, lo acompañaré a que lo ayuden en enfermería. Luego, lo quiero inmediatamente en mi oficina.
De nuevo, estaba totalmente e innegablemente jodido.
— Sí, directora. Lo entiendo perfectamente... No, no se volverá a repetir... Hablé con Roman...
Escuchaba sus excusas y sus tacones al caminar de un lado a otro mientras me encontraba sentado en mi cama. Mi nariz ya estaba sanando y mis nudillos dejaban de doler con los minutos que pasaba, pero el sentimiento de humillación y culpa me estaba comiendo vivo sin importar lo que hiciera.
Era obvio que lo ocurrido llegaría a oídos de la directora, y así pasó. Fui llamado a la dirección junto con Roode, el cual fue expulsado por un par de días al igual que yo. Aunque el miembro de la Lista F me mirara a punto de saltarme encima y romperme la cara aún más, eso no fue mi gran problema.
Al llegar a casa mi mamá ya hablaba con la directora sobre lo que pasó y, por primera vez en muchísimo tiempo, me sentí como un real idiota por lo que había hecho.
No pude hacer más que quedarme en mi cuarto sin decir nada, como un niño pequeño al que han castigado.
Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho? La forma en que Roode dijo esas cosas sobre Dean... Me incitó a querer romperle la mandíbula.
¡Quedarte callado! ¡Eso debiste hacer!
¿De verdad?
¡Ya no lo sé!
Gruñí para mí, cubriéndome la cara sin mis anteojos y dejando que mi cuerpo se recostara sobre la cama.
Había sido expulsado, el trabajo del anuario parecía ser un desastre, yo era un desastre...
— ¿Roman?
Me sobresalté ante la voz de mi madre, levantando mi cabeza y cuerpo al instante y levantándome de la cama casi con un tropiezo.
Ni si quiera la había escuchado terminar con su llamada o subir las escaleras hacia mi cuarto.
— M-Mamá... Te juro que yo...
La mujer de piel morena y coleta levantó su mano frente a mí, haciendo que me detuviera de inmediato y mis labios se quedaran inmovilizados de alguna palabra. Solo podía mirarla con mis ánimos por el suelo y la culpa llenando mi rostro.
— La cena está servida allá abajo.— dijo con simplicidad, casi desinteresada en tanto bajaba su mano lentamente y volvía a mirarme con sus brazos cruzados.— Baja antes de que se enfríe y discutiremos esto. Estaremos esperándote.
Pausé por un momento, parpadeando rápidamente.
— ¿Estaremos?
— Sí.— agregó una voz diferente, pero que conocía muy bien.— Aunque creo que mejor tu madre esperará abajo. Yo me quedo, emperador romano.
Mi corazón latió con fuerza y casi sentí las lágrimas picando en mis ojos.
— ¿P-Papá?
Aunque mi madre dio media vuelta sobre sus talones y abandonó mi cuarto, el hombre de cabello largo y ojos castaños no tardó en aparecer frente a mi campo visual, con una sonrisa reconfortante que logró hacerme soltar un sonido extraño al morder mi labio para no llorar.
Como un niño corrí hacia sus brazos, enredando estos a su alrededor con fuerza y apegando mi rostro a su pecho en tanto él me abrazaba de vuelta.
No lo había visto en meses desde su último llamado a servicio, y aunque me sintiera como un real imbécil por las heridas en mi cara y mis acciones que él probablemente ya conocía, su presencia reconfortaba mi corazón de una manera que nadie más podía.
— Dijiste que me extrañabas...— murmuró con algo de risa.— Pero no creí que tanto para romperme las costillas, hijo.
Reaccioné ante su comentario, dejándole ir con suavidad y sorbeteando rápidamente contra una de las mangas de mi sudadera.
— Lo siento, papá...— murmuré, teniendo que aclarar mi garganta.— Es solo que... me alegro mucho de verte.
— Yo también, Roman. Aunque volver a casa y saber que te haz peleado en la escuela no me parece una muy buena señal.
Suspiré, dejando mi mirada caer a mis pies con exasperación.
— Lo sé...— con timidez volví a alzar la cabeza.— ¿Mamá está muy molesta?
— Para nada.— exclamó, encogiéndose brevemente de hombros y moviéndose chistosamente. Hizo una pausa antes de agregar con risa.— Está furiosa.
Otra vez un suspiro exasperado, pero ya me estaba resignando a lo que me esperaba una vez que decidiera abandonar mi cuarto.
— Me lo imaginaba.— miré a mi padre rendido.— Papá, déjame explicarte que...
Tal como mi madre hizo segundos atrás, él levantó la mano haciéndome callar.
— ¿Qué? ¿¡En serio!?— protesté incrédulo y exasperado.
— Tu madre lo dijo. Hablaremos de esto en la cena.
Tenía que ser un chiste, incluso mi papá se dejaba manipular.
— Soy un desastre.— dije casi para mí.
— No, no lo eres, Rome.
— Lo soy, papá.— repliqué, sintiendo cómo mi pecho se tensaba y comenzaba a perder la calma una vez más.— No entiendo qué está pasando conmigo y... Tampoco he podido hablar con Dean sobre esto y él...
— ¿Dean?— preguntó confundido el ex soldado, haciéndome caer en que había hablado demasiado.— ¿Hablas del mismo Dean que no podías soportar hace un par de meses?
Mierda.
— Uhm... Sí... Digamos que somos...— me encogí de hombros, como si tratara de convencerme más a mí que al hombre frente a mí.— Algo así como amigos.
— ¿Algo así?
—¡La verdad es que ya no sé!
Me notaba ya harto de la situación, al menos sabía que mi padre se daba cuenta de ello. No podía ocultarle nada, y eso resultaba en mi contra a estas alturas.
— Hey, hey...— volvió a acercarse a mí, colocando su mano suavemente en mi hombro.— Está bien, Rome. Todo va a estar bien...
— Nada va a estar bien, papá. Estoy tan... confundido con todo.
Odiaba sentirme de esa manera. Sentía que estaba en un callejón sin salida del que nadie me podía salvar.
¿Por qué? Todo había empezado con el beso, ese beso que yo quería más que nada en el mundo pero temía por aceptar.
— Rome, sé que hay muchas cosas de las que quieres hablar, y estaremos para ti. Lo hablaremos abajo ¿sí?— asentí todavía cabizbajo.—Así que apresúrate.— movió sus manos, chocándolas con una sonrisa casi infantil.— No quiero que mi pizza se enfríe.
Y sin más, caminó fuera de mi cuarto por muy confundido que me quedase en mi lugar.
¿Era un chiste? Parecía que la pizza era más importante para él y tendría que enfrentarme al infierno que significaba tener a mi mamá molesta en la misma mesa durante la comida.
Bueno, supongo que me lo merecía.
No tuve más opción que soltar un suspiro y preparándome para lo peor bajar las escaleras.
El aroma a pizza recién salida del horno me recordó que no había comido más que un par de dulces que Orton me había dado para combatir el mareo antes de que me enviaran a casa, por lo que la idea de bajar se hacía medianamente atractiva.
Conocía a mi mamá, sabía que estaría decepcionada, al igual que mi papá que ya estaba consciente del desastre que el ilustre rey de la Lista A podía ser. Siempre me enseñó a resolver los problemas de la mejor manera sin llegar a la violencia, por lo que trataba de seguir su filosofía día a día.
¿Cuándo dejé de escucharlo?
Iba tan enfocado en el desastre en mi cabeza que ni escuché el momento en que golpearon la puerta hasta que vi a mi padre cruzar el camino de la sala y abrir la puerta.
Ajustaba mis lentes hasta que mi papá exclamó:—Roman, creo que un amigo tuyo quiere hablar contigo.
Fruncí el ceño, y a pesar de estar a medio camino de colocarme mis anteojos fui capaz de reconocer ese par de converse gastadas en la entrada de mi casa.
Me apresuré a bajar el resto de escaleras y pasar por el lado de mi papá.
— ¿Dean?— dije con el ceño fruncido en el castaño de mirada algo angustiada.— ¿Qué haces aquí?
— Oh, él es Dean.
Ignoré la sonrisa con la que mi papá dijo eso, manteniendo mis ojos en Ambrose.
— Uhm...— balbuceó, teniendo que aclararse la garganta.— Supe lo que pasó con Roode y quise venir a entregarte esto.
El rey de la Lista F me alzó lo que reconocí como mi celular. La pantalla se había quebrado, pero parecía seguir funcionando al iluminarse en la mano vendada del castaño.
— Randall lo encontró, pero ya te habías ido para cuando te lo iba entregar así que... me envió a mí...— se había fruncido un poco de hombros, sin embargo su cuerpo pareció tensarse al mirar al hombre de mayor estatura junto a mí.— L-Lo siento, sé que interrumpí algo importante y yo...
— No, Dean, yo...
— Con permiso.— mi padre nos interrumpió, tomando el teléfono de la mano de Dean y guardándolo en el bolsillo de su pantalón.— Yo me quedaré con esto por ahora.
Lo miré con una ceja enarcada, a lo que solo me observó en silencio por un par de segundos.
— ¿Qué?— reclamó.— Estás castigado, hijo. Te lo devolveré cuando se me venga en gana.
Gruñí algo entre dientes, negando con la cabeza gracias a la vergüenza llenándome la cara. Sin embargo, mi padre no le dio importancia y volvió su atención al chico de chaqueta gris y jeans rasgados en las rodillas.
— Así que tú eres el famoso Dean ¿no?— dijo antes de estirar su mano frente al ojiazul.— Dean Ambrose ¿verdad? Soy Wade, el papá de Roman.
Dean no dudó en estrecharla aunque, al menos lo que yo pude ver, se encontrara sumamente nervioso.
— Sí, señor.— respondió formal.— Es un placer conocerlo y lamento haberles interrumpido.
— Oh, no te preocupes, Dean.— soltó su mano con amabilidad, sosteniendo la puerta un poco más hacia atrás que antes.— De hecho, la comida está servida así que...— tras mirarme a mí y luego volver a Dean, soltó aquello que hizo a mi corazón viajar hasta mi garganta.— ¿Por qué no te quedas a cenar?
Joder, joder, joder.
Mordí mi lengua antes de decir algo, pero el corazón en mi pecho latía sin parar al ver a Ambrose quedarse estático como si no supiera qué decir.
Tal vez... él me odiaba. Tal vez había hecho esto solo porque Randall se lo pidió...
— Si no les molesta, me encantaría.
Una sonrisa algo tímida estaba en los labios de Dean, a lo que mi padre abrió la puerta con esa mueca divertida tan familiar en su casa y lo dejó pasar a la casa.
Me sentía feliz de que estuviera con nosotros, pero no podía evitar seguir nervioso con solo verle y recordar lo bien que él era besando.
¡Demonios, tengo que dejar de pensar en eso!
— ¡Más vale que se apresuren o llamaré a los gemelos para que se coman su pizza!— gritó mi mamá, llamando la atención de todos nosotros.— ¡Se está enfriando, por Dios!
Mi padre movió sus labios de una divertida manera tras silbar, para a continuación mirarnos con una mueca.
— Mejor quédense aquí un momento, calmaré a la bestia.— tras eso, se dirigió con un trotecito hacia la cocina.— ¡Cariño, pon otro lugar! ¡Tenemos invitado esta noche!
Genial, lo que menos quería. Quedarme solo con Dean.
Pero lo sabía, no lo podía evitar.
Okay... Aquí vamos.
— Dean, yo...
— ¿Me puedes decir qué mierda estabas pensando?
Me ahorré las palabras, ya que Dean había roto el silencio con sus improperios y con una mueca bastante molesta en su cara al hacerme esa pregunta.
— Supe lo que pasó con Roode, Randall me lo contó.— agregó, viéndose más serio a cada momento.— ¿Sabes lo tonto que eres?
— ¿Tonto?— fruncí el ceño también.— Hice lo que hice porque no iba a permitir que dijera eso sobre ti.
— ¡No pienses en mí! ¡Piensa en ti!
Había empezado a gritar, viéndose más exasperado que molesto. Se paseó por el poco espacio de la entrada, cubriéndose la sien con una de sus manos y masajeándola con el mismo desagrado en su expresión.
— ¿No entiendes lo preocupado que estaba?— siguió hablando.— Llego al club y me encuentro al enano tratando de calmarse porque Randy llegó diciendo que te habían mandado a dirección con tu nariz lastimada, luego nos dicen que te expulsaron. Y fue por mi culpa.
— Dean, no fue...
— ¡Lo fue!— me interrumpió en un grito.— ¡Estoy tan enojado contigo!
— ¿Me puedes decir por qué? Si estuvieras tan enojado habrías dejado de hablarme o algo, como siempre haces.
— ¡Mira quién habla!— el sarcasmo se derramaba en esa frase, y no podía hacer más que apretar mis labios algo lastimados y ver la mismísima ira reflejándose en esas iris azules.— ¡Volví a la escuela solo por ti! ¡Me has ignorado desde la fiesta, no me contaste que te han estado acosando y te peleaste por mí! ¡Estoy furioso contigo porque me estás apartando!
— Tú haces lo mismo...
— ¡Eso es cosa mía, no tuya!
No me esperé que tras ese grito sus brazos se enredaran a mi alrededor y me atrajeran con fuerza hacia él. Con mi corazón latiendo rápidamente y el calor subiéndome a la cara, no dudé en reaccionar y abrazarlo también.
— No tienes que pelearte por mí, Roman.— murmuró sobre mi hombro.— Eres más que eso.
— Dijo algo sobre ti, Dean...
— No me importa.— respondió de inmediato.— Nada de lo que ellos piensen me importa, me importas tú.
Estos sentimientos eran más fuertes que los de una simple amistad, pero ¿era capaz de aceptarlo?
Seguíamos en los brazos del otro hasta que a nuestras espaldas un aclarar de garganta nos regresó a la realidad. Casi al mismo tiempo nos separamos del agarre del otro, traté de ocultar mi sonrojo y me preocupé de acomodar los anteojos por sobre el puente de mi nariz todavía algo enrojecida.
— Lamento interrumpir, chicos.— habló mi mamá con una voz cantarina.— Pero en serio llamaré a tus primos si no vienen a comer, Romie.
Miré a Dean y luego de vuelta a mi mamá, rogando que el rojo en mis mejillas desapareciera pronto.
— Y-Ya vamos.
Luego de que Dean se presentara rápidamente a mi madre y la tensión entre nosotros se aliviara, nos encontrábamos en un placentero intercambio de anécdotas, más que nada de parte de mi padre y recibiendo patadas bajo la mesa cuando se le ocurría de hablar de mí cuando era pequeño.
Agradecía no sufrir más humillaciones que las que tenía desde ya.
También parecía que mis padres habían dejado pasar el tema de mi expulsión por la presencia de nuestro invitado, por lo que no podía evitar estar un poco aliviado mientras masticaba mi trozo de pizza apoyando mi codo sobre la mesa y mi mejilla sobre mi puño cerrado.
— Basta ya de anécdotas, querido.— interrumpió de pronto la morena.— No sabemos nada de nuestro invitado.
Tan solo moví mi mirada un poco para mirar a Dean por el rabillo de los ojos. Parecía bastante cómodo en comparación al desastre nervioso y su faceta furiosa frente a mí, por lo que fue bastante agradable mirarle en tanto masticaba mi comida y me llevaba otro trozo de pizza a la boca.
— ¿Vas en el mismo grado que Roman, Dean?— preguntó mi mamá.
— Sí, señora. Tenemos varias clases juntos aunque...— se encogió levemente de hombros.— Yo no soy tan listo como él, soy más cabeza hueca.
Vaya, qué honestidad.
Mi mamá soltó una pequeña risita.
— ¿Y qué hay de tus padres, cariño?— dijo tras beber un trago de agua.— ¿Vives con ellos?
Noté cómo Dean relamió sus labios ligeramente antes de poder responder:— No. Yo vivo solo.
— Oh ¿ellos viajan mucho?— comentó mi padre, entrando en la conversación.
— La verdad es que no...— continuó Ambrose.— Ellos murieron en un incendio hace años.
Sentí que mi interior se paralizaba a la par con la que el ambiente se volvía silencioso y mis padres se petrificaban también.
Dean... ¿había perdido a sus padres?
No pude evitar observarlo con mi ceño fruncido y la angustia reflejada en mi cara, aunque él continuara mirando a su plato como si no hubiese nada más.
— Dios... Lo siento tanto, Dean. No debí preguntar, lo lamento.— se disculpó avergonzada la morena.
— Descuide.— agregó rápidamente el castaño.— Ocurrió cuando yo tenía cuatro años, es casi un recuerdo no recurrente en mi cabeza.
Mentía.
La forma en que sonrió levemente y cómo brillaban sus ojos me lo decía.
— ¿Cómo has llegado hasta aquí entonces?
— ¡Wade!— regañó mi madre al ex soldado.
— No, no. Está bien, en serio.— interrumpió Dean, tranquilizando a mi madre y luego dirigiéndose a mi padre.— Desde ese momento pasé por algunos orfanatos hasta que una familia me adoptó a los diez años.
— ¿Y tus padres adoptivos?
Esta vez fui yo el que pregunté, por lo que Dean no dudó ni un segundo en girar hacia mí con una sonrisa casi forzada y minúscula.
Basta, odiaba esa sonrisa.
— Solo mi padre. Mamá falleció un par de años después de que me adoptaron, tenía una enfermedad respiratoria.
— Dios...— murmuró mi madre, cubriéndose la boca mientras sus ojos se aguaban.
— Nunca... tuve una "buena" relación con mi padre, mayor parte del tiempo nos la pasábamos discutiendo por todo.— dijo con un rodar de ojos de por medio.— Vive en la ciudad todavía, pero prácticamente no nos conocemos. Solo me da lo necesario para vivir hasta que empiece la universidad con la condición de que me quede lejos de su vida.
— ¿¡Qué clase de padre es ese!?— exclamó mi madre con su voz rota, a lo que mi padre no tardó en coger su mano por sobre la mesa en un intento por calmarla.
— Me culpa de lo que pasó.— continuó hablando, más hacia el suelo y a sí mismo.— Por eso donde voy la gente que aprecio desaparece, me abandona o me da la espalda.
Ese encoger de hombros me rompió el alma y quise abrazarlo ahí mismo.
Pero mi padre se encargó de aligerar la repentina tensión en el ambiente.
— Lamento mucho escuchar eso, hijo.— comenzó a decir, mirando a Dean con total empatía mientras seguía sosteniendo la mano de su esposa como apoyo.— Pero te diré lo mismo que le digo a Roman... No dejes de luchar, se nota que eres alguien fuerte.
Dean casi saltó sobre sí cuando mi mano alcanzó la suya por debajo de la mesa, la apretaba con suavidad y esperaba que no me despreciara.
No lo hizo. Sus dedos pronto se movieron hasta entrelazarlos con los míos, dejando que nuestras manos permanecieran entrelazadas sobre su muslo antes de que le contestara a mi padre.
— No dejaré de hacerlo, señor. Se lo aseguro.
— Gracias por todo, señores Reigns.— dijo Dean a mis padres cuando ya se hizo tarde.
— No hay problema, hijo. Ven cuando quieras.— respondió mi padre, golpeando su espalda con simpatía.
No esperé que cuando Dean se dispusiera a decir adiós a mi madre, esta lo abrazara con cariño y una pequeña sonrisa en el rostro.
— Eres bienvenido aquí, cielo.— murmuró, antes de que ambos se separaran y le diera una última caricia en el rostro.— Ten cuidado al ir a casa.
— Lo tendré.— le sonrió cordial.— Gracias de nuevo.
Dean se dispuso a caminar hacia la puerta de entrada, pero en cuanto nuestras miradas se encontraron sus pasos se interrumpieron y el corazón me latió con fuerza.
— Uhm... Te acompañaré afuera ¿de acuerdo?
— Claro.
Ignoré la posible mueca divertida en la cara de mis padres, acompañando a Dean hacia la entrada y así poder dejarle en la acera.
— Tus padres son muy agradables.— comentó el ojiazul mientras caminábamos lentamente por el jardín.
Sus manos estaban en el interior de su chaqueta por el frío y nuestro aliento se tornaba algo blanco mientras hablábamos bajo la estrellada noche.
— Lo son.— respondí.— Aunque mi padre es el más divertido, mamá va a matarme porque me expulsaron en cuanto vuelva adentro.
— Tal vez te lo mereces.— lo miré arqueando una ceja.— Por ser un idiota.
— ¿No querías que fuera más como tú?
— No así, Roman.
Nos detuvimos justo en la acera, nos quedamos en silencio por lo que parecía una eternidad mirándonos el uno al otro. Parecía que ninguno de nosotros pudiera romper ese silencio.
— Estoy confundido, Dean.
— Yo también lo estoy, aunque no lo creas.
— Dean.— lo interrumpí con más brusquedad de la que planeaba.— Tú...Amas a Renee.
Momento ¿eso de dónde salió?
El castaño se mantuvo serio, con sus labios en una fina línea y mirándome sin mover un músculo.
— Amas a Renee, lo sé.— continué hablando, pareciendo que ya no tenía control sobre mi boca.— Yo... Sé que esto es una estupidez sin sentido y deberíamos...
— Roman.— dejé de hablar.— Lo mío con Renee se terminó hace tiempo y, debo admitir, hay sentimientos con los que no puedo lidiar y soy un maldito desastre.
Una parte de mí dolió con ello, pero decidí ignorarla.
— Pero ese asunto es solo mío ¿de acuerdo? Creo que es mejor que hablemos de esto luego. Es tarde y tú haz recibido suficiente...
— ¿Daño físico?
— Iba a decir tundas y mierda, pero lo tuyo suena más a lo que un Lista A diría.
Rodé los ojos con una mínima risa, para a continuación volver a concentrarme en él.
— Descansa ¿sí, emperador romano?
— De acuerdo, rey de la lista F.
Tras regalarme una mueca apretando sus labios y articulando un "adiós", el castaño se encaminó por la acera sin mirar atrás.
Pero no podía quitarme la imagen de su cara sonrojada de la cabeza.
Tenía razón, comenzaba a sentirme rendido de todo lo sufrido ese día y lo que menos quería era sobrecargar más mi cerebro.
Caminé de vuelta a casa antes de congelarme con la helada, abriendo la puerta y cerrándola detrás de mí con suavidad.
Pero sufrí un mini infarto cuando al girar me encontré cara a cara con mi padre.
— ¡Joder!— exclamé sin pensar.— ¡Papá, casi me matas! ¿Qué es lo que...?
Dejé de hablar ya que me alzaba mi celular de vuelta. Indeciso moví mis manos hacia él y lo tomé con suavidad.
— Sigues castigado.— gruñó, para luego sonreír de lado y susurrar bajito cerca de mí.— Pero que tu madre crea que te quité el teléfono.
Choqué mi puño con el suyo, sonriendo y articulando un "gracias" con mis labios antes de subir las escaleras de vuelta a mi cuarto.
Mientras me encaminaba a mi habitación comencé a ver que para variar Seth y Rusev habían empezado a chismorrear por mensajes.
FeelTheGlow ha cambiado el nombre del grupo a RomanWTF?
RuRu: ¿QUÉ HACE ESTA MUJER AQUÍ?
FeelTheGlow: No vine por ti, bruto sin cerebro.
RuRu:😡
second coming: Yo la invité.
second coming: Estaba preocupada por Roman también.
RuRu: Podría haberle llamado en lugar de invitarla a NUESTRO grupo.
FeelTheGlow: Tengo tanta autoridad como tú, Búlgaro sin cerebro.
FeelTheGlow: Además, sabes que tus amenazas no me molestan, menos con ese usuario.
RuRu: TE JURO QUE TE VOY A HACER TRAGAR ESAS PALABRAS AUNQUE TE TENGA QUE CORTAR LA LENGUA.
second coming: ¡RUSEV!
RuRu: ¡TÚ TAMPOCO VENGAS A QUEJARTE! ERES EL SIGUIENTE EN MI LISTA 😡
roman emperor: ¿Por qué siempre que llego ustedes están peleando?
FeelTheGlow: Roman!! ❤
second coming: Ya era hora, nos tenías preocupados, hermano :(
second coming: ¿Estás bien? Ran dijo que tu nariz no estaba rota, pero sí sangraste un montón.
FeelTheGlow: Ran 😙❤
second coming:😒
roman emperor: Eso y me expulsaron para mi gran fortuna, pero estoy mejor. No se preocupen.
RuRu: Juro que voy a partirle la madre a Roode en cuanto lo vea.
FeelTheGlow: Alto ahí grandote! Lamento ser la voz de la razón, especialmente con un cerebro de pepinillo como el tuyo.
RuRu: 😒
FeelTheGlow: Pero con uno de nosotros fuera basta. Además, creo que Roode tuvo suficiente con la paliza que Rome le dio ¿no creen? ;)
second coming: Tengo que admitir que verle todo moreteado fue interesante, Roman :)
roman emperor: Dios...
roman emperor: No hablemos más sobre eso ¿okay?
roman emperor: Necesito ayuda en otro asunto.
second coming:???
roman emperor: Dean estuvo en mi casa.
FeelTheGlow: !!!
FeelTheGlow: QUÉ COSA!?
FeelTheGlow: DETALLES, DETALLES.
RuRu: Cállate, mujer del infierno.
FeelTheGlow: 😒
roman emperor: Vino a entregarme mi celular y justo estaba mi papá en casa...
second coming: Espera...
second coming: ¿Dices que conoció a tu familia?
roman emperor: Exacto.
FeelTheGlow: DIOOOOOOS.
FeelTheGlow: Primera cita con los suegros?😳
RuRu: TE DIJE QUE ERA MALA IDEA INCLUIR A ESTA PERRA AQUÍ.
FeelTheGlow: Vuelve a insultarme y juro que mañana te rompo la mano con la computadora de Seth.
second coming: ¡Oye! :(
roman emperor: Ya, ya, calmense.
roman emperor: Se fue a casa hace un rato.
FeelTheGlow: ¿Te dijo algo sobre el beso?
roman emperor:...
roman emperor: ¿LE DIJERON?
RuRu: Lo siento, jefesito...
second coming: La tentación era mucha... Y la verdad es que era muy obvio.
roman emperor: Les dije que no le dijeran a nadie 😡
FeelTheGlow: Calma tu caballo, emperador.
FeelTheGlow: No voy a decirle a nadie, lo sabes.
FeelTheGlow: Solo estoy preocupada por ti.
roman emperor: Supongo que tienes razón. Confio en ti, Naomi.
roman emperor: A decir verdad, de eso justamente quería hablarles.
roman emperor: Creo que... Sí me gusta Dean después de todo.
Mi cuerpo agradeció una noche tranquila de sueño luego de todo lo ocurrido, aunque la mayoría de este dolía por la pelea y aún doliera respirar por la nariz, me sentía un poco mejor y logré levantarme de la cama.
Ya vestido bajé hacia la sala, pero parecía que mi padre había salido a dejar a mi madre a su trabajo y me habían dejado un plato con tostadas listo para desayunar.
Sonreí ligeramente hacia la nota garabateada con rapidez por mi madre, a pesar de encontrarse la frase "Nos queda una conversación pendiente, Roman Joseph Reigns".
Me dispuse a comer mi desayuno cuando mi celular vibró en el bolsillo trasero de mis jeans. En cuanto lo saqué pude ver que se trataba del rey de la Lista F y mi estómago se sintió extraño.
— ¿Hola?— contesté a pesar del nerviosismo apoderándose de mí lentamente.
— Hey, emperador romano.— habló con su habitual tono divertido.— ¿Dormiste bien?
— Uhm, sí. Sí, bien.— una pequeña sonrisa se formó temblorosamente en mi boca aunque él no pudiera verla.— Me sigue doliendo el cuerpo, pero es mi represalia, supongo.
— Estoy acostumbrado a eso.— rió, para luego pausar por segundos casi eternos.— Oye, Roman... ¿Te importaría salir de tu casa un momento?
Fruncí el ceño.
— ¿Q-Qué quieres decir?
— Que abras la puerta, baboso.
Mi cuerpo se paralizó brevemente, al mismo tiempo en que me quitaba el celular de la oreja por un segundo.
No puede ser. ¿Acaso él...?
Aunque sonara increíble, caminé con la llamada todavía en proceso hacia la puerta de entrada, me detuve cuando mi mano tocó el picaporte pero tras una respiración le di la vuelta y abrí la puerta.
Aguanté un jadeo al verlo justo en el jardín, sonriendo de lado mientras seguía con su teléfono cerca de su oreja perforada.
¿Qué cara...?
Me apresuré a caminar casi a pisotones hacia él, viéndole todavía sonriente finalizar la llamada.
— ¿Por qué estás aquí? Creí que estarías en clases.
— Es lo menos que podía hacer después de lo que pasó ayer... Y lo de tu casillero, lo de la pelea...Lo de la fiesta.— dejó de hablar, causando que el corazón me subiera a la garganta por el pánico.— Sobre... nuestro beso.
Joder... Joder, joder, joder.
— Dean, escucha.— me apresuré a hablar, incluso si no pensara demasiado antes de hacerlo.— Fue mi culpa que tú me... b-besaras. Yo te llevé a la fiesta, te emborrachaste y pasó.— apreté mis labios por un momento, mirando luego hacia mis pies.— No te preocupes, no significa nada.
— Espera ¿qué?— exclamó Dean, viéndose perplejo aunque no lo entendiera en su posición.— ¿Estás loco?
— No, tú eres el loco.
— Hablo en serio, Roman.— soltó con algo de exasperación.— ¿Tú piensas que yo...? Roman, yo no estaba ebrio.
Un segundo ¿qué?
— ¿No lo estabas?— negó, como si fuese la cosa más obvia del mundo.— Pero olías a alcohol.
— Dios.— negó, todavía irritado.— ¿Haz estado en una fiesta alguna vez? Todo huele a alcohol, Reigns. Tomé solo una cerveza durante la noche.
— De todas maneras.— lo interrumpí, el pánico corría por mis venas y solo quería finalizar esta conversación.— Deberíamos solo olvidar lo que pasó.
Quería llorar, no entendía por qué.
Quería dejar de sentirme como lo hacía.
Porque sabía que todo esto era un completo error, en especial para él. No significó nada aunque yo creyera que estaba ebrio, no significó absolutamente nada.
Aunque para mí fuese la gran cosa, eso no era más que otro error catastrófico.
— ¿Por qué?— preguntó Dean, regresándome a nuestra conversación al cruzarse de brazos y encontrar mis ojos en los suyos.
— Porque está mal.
— ¿Por qué?
— ¡Deja de preguntar por qué!— grité harto.— ¡Estás actuando como un niño!
— ¡Tú eres el que está actuando como un niño aquí!— gritó de vuelta.— ¡Sé honesto, maldición!
¿Ser honesto? ¿Aunque todo estuviera mal?
— ¿Por qué es tan malo para ti, Roman?— insistió, por lo que no me vi más allá que entre la espada y la pared.
— Porque... ¿no es normal?
— ¿Normal?
— Sí, normal. Quiero decir... Tú quieres a Renee.
Dean rodó los ojos con exasperación, dejando de cruzar sus brazos y dejándolos caer a cada lado de su cuerpo.
— Eso no es el punto, Roman.
— No es bueno para tu reputación o lo que sea... Todo esto es un error y lo sabes.
Estos sentimientos eran algo nuevo para mí, llegaban a asustarme y confundirme de maneras que nunca imaginé. Sin embargo, bastaba que Dean me mirase de esa manera y tomara mis manos entre las suyas para que todo eso desapareciera y no tuviera nada más en la mente.
Solo que esos sentimientos eran por él, y que me decían lo obvio.
Lo mucho que me gustaba.
— Roman, mírame.— habló Ambrose, haciendo que levantara mi cabeza y lo encontrara sonriendo poco a poco adornando el rojo que pintaba ligeramente sus mejillas.— No entiendo muy bien qué es esto, pero definitivamente no estoy jugando contigo... Tú me gustas, Roman.
Creí que me desmayaría, pero solo fue ese pánico dejándome libre y siendo reemplazado por la calidez en mi pecho.
¿Estaba mal...? Comenzaba a creer lo contrario.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro