Desde antes de nacer mi padre había anhelado ser presidente del país y desde que tengo uso de razón ha luchado por ello.

Cuando cumplí 17 años, finalmente lo consiguió y mi vida dió un giro inesperado de 360 grados.

Nos mudamos a Palacio Nacional, y mi vida y la de mi familia comenzó a ser pública.

Estos últimos años he aprendido a vivir con las consecuencias del sueño de papá.

No puedo quejarme, nunca me ha faltado nada. Pero también soy consiente que si los derechos que yo tengo no los tienen los demás, entonces no son derechos, son privilegios.

Referente a mí, intento vivir una vida relajada y alejada de la prensa aunque sea imposible por el trabajo de mis padres.

Acabo de graduarme de la licenciatura de Enseñanza de Lenguas en la UNAM. Aunque en el sexto semestre de la carrera me di cuenta que no era mi pasión. Sigo sin encontrarla aún.

A mi padre solo le queda 1 año en la presidencia, siempre ha recibido críticas a lo largo de su sexenio pero últimamente, cada día los medios hablan de todas las promesas de campaña que no cumplió.

Sé que mi padre ha hecho buenas cosas por el país, pero también reconozco que ha fallado en muchos aspectos.

Sin embargo, una noticia que vi hoy en los noticieros, me hizo replantearme muchas cosas.

Un grupo de jóvenes privados de su libertad por unos delincuentes, para horas después un video de ellos siendo obligados a matarse entre sí sea difundido en Internet.

¿Y mi papá sin hacer absolutamente nada? ¿Ni siquiera un comunicado al respecto?

Cuando la cena termina y sus amigos funcionarios se retiran, toco la puerta de su despacho.

—Pasa

Entro en silencio y me siento en el sofá de cuero frente a su escritorio.

Él tiene la vista fija en unos papeles cuando decido hablar.

—Papá, no te enteraste de lo de los chicos de Lagos de Moreno?

—¿Qué chicos? —hasta ahora levanta su mirada y encuentro sus ojos cansados.

—Los chicos secuestrados por narcotraficantes, hay un video circulando de ellos, es muy gráfico

—Creo que si me comentaron —es todo lo que contesta.

—¿Y no vas hacer nada? —cuestiono indignada.

—Hija, ¿sabes cuántos son secuestrados a diario?

—Eres el presidente del país, si tú no haces nada, ¿quién lo hará?

—Cecilia, no sabes como funciona la política —entre líneas me dice que no soy nadie para cuestionar sus actos.

—Se supone que eres quién debería hacer justicia

—Haces lo que puedes con lo que tienes —responde simple y yo lo miro atónita.

Mi padre siempre ha sido un ejemplo para mí, un buen hombre, sabio y con buenos ideales.

Pero justo ahora, reacciono y esa venda casi imperceptible se me cae de los ojos.

Este no era mi padre, hablaba como si no tuviera corazón.

Tal vez así fue siempre y yo hasta ahora tengo la madurez para ver la realidad.

Lo que veo ante mí es solo un político mas, de esos que solo piensan en sus propios beneficios.

—Es que como puedes no hacer nada cuando tienes el poder de hacer las cosas —exasperada, elevo la voz sin ser consciente.

—Así no funcionan las cosas —deja los papeles sobre el escritorio. —La política no funciona -

—La política debería resolver pacífica y razonablemente los conflictos entre las personas —enfatizo y corto su discurso que ya me sabía de memoria. —Y si tú no eres capaz de actuar, alguien mas debería

Mi papá me observa callado, formando una línea en sus labios analizandome. Me conoce muy bien, él me crió después de todo.

—Tú no puedes meterte en la política —declara después de un largo silencio.

—¿Por qué?

—Déjale esos asuntos a tu hermano —ordena serio.

Mi medio hermano.

Rogelio es hijo de la primer esposa de mi papá.

Es 10 años mayor que yo, por ello realmente nunca convivimos como hermanos. Además que es alguien muy ególatra y soberbio.

Papá le dejó su puesto de presidente de Morena una vez que ganó la presidencia. Partido fundado por él con buenas intenciones, pero que al final terminó siendo igual al resto.

Mi papá nunca ha querido que me involucre en la política y yo nunca lo cuestione, hasta ahora. Este hecho por primera vez despierta mi interés, eso sumado a ver a mi país exigiendo un cambio me impulsa a llevarle la contraria a mi progenitor.

Y tal vez esta decisión me lleve a descubrir mi verdadera pasión.