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único.

Desde que acabaron con la entrevista hasta que se fueron del set, Rosé no podía dejar de pensar en lo dicho por Jisoo.

"Qué buenos daddy issues, Lisa"

Es cierto que había utilizado un tono bromista, pero para Rosé fue una pequeña luz que se encendió dentro de su cabeza.

Siempre le resultó graciosa la forma en la que Lisa solía describir su tipo de hombre ideal como alguien mayor, grande y protector. Pero lo cierto es que nunca había pensado en nada más hasta que Jisoo hizo ese comentario.

¿Realmente se trataba de eso o sólo era la fantasía que se había instalado en su cabeza y las ganas que tenía Jisoo de molestar a la más joven?

No lo sabía, no lo entendía y realmente quería averiguarlo.

Habían pasado tres semanas en las que se dio cuenta que solía ver a su compañera de banda con otros ojos, se sentía demasiado atraída hacia ella y tenía una enorme necesidad de tocarla.

Al comienzo le había resultado algo extraño porque su gusto iba más hacia mujeres todo lo contrario a ella y su compañera, al menos físicamente hablando. Pero ahí estaba, babeando por Lisa.

Ahora mismo se hallaban únicamente las dos en su apartamento. Lisa había llegado con bolsas de comida y uno de sus gatos debajo del brazo. Se habían acomodado en la enorme cama de su habitación para dedicarse a ver películas toda la tarde y acariciar a Leo.

En algún momento Lisa se las había apañado para colocarse debajo del brazo de Rosé haciendo que la abrazara protectoramente, podía sentir como la chica más baja se acurrucaba en ella y sobaba su rostro contra el buzo de Led Zeppelin que llevaba.

—¿Rosie? —la llamó.

Rosé tragó saliva cuando escuchó la vocecita que solía usar al estar necesitando que la mimaran, esa que había usado tantas veces pero que hasta ahora lograba un efecto en ella.

Tragó saliva—¿sí? —su voz salió más ronca de lo que esperaba.

No escuchó nada más que las gotas de lluvia en el ventanal de la habitación y la película de fondo. Sintió la mano que tenía apoyada Lisa sobre su estómago bajar para agarrar el lacito de su sweatpant y jugar con él, Rosé sabía que quería decir algo y no hallaba la forma de hacerlo.

—puedes decirme cualquier cosa, Lis —susurró.

Sintió a Lisa moverse y cuando se dio cuenta ya estaba acostada sobre ella con el rostro apoyado en la curvatura de su cuello. Rosé empezaba a preocuparse.

Acarició su espalda y le dijo: —Lisa, ¿qué sucede?

La pelinegra suspiró—¿recuerdas lo que dijo Jisoo?— preguntó.

Claro que lo recordaba, si le era imposible sacarse el tema de la cabeza.

Rosé simplemente emitió un sonido de aprobación y Lisa continuó.

—me dejó pensando mucho— se aferró más a la rubia—y no lo sé... —silencio— creo que tiene algo de razón...

Un suave susurró fue lo único que se escuchó al decir la última oración, bajito pero lo suficientemente alto para que llegara a oídos de Rosé.

—¿quieres hablar de eso?— preguntó suavemente, como respuesta obtuvo un simple movimientos negativo de cabeza y sólo se dispuso a acariciar su cabello con delicadeza.

—creo que también me da cierto morbo— dijo Lisa logrando sorprender a Rosé.

La rubia tosió —vale, no entiendo.

Lisa se reincorporó sentándose sobre la pelvis de la rubia e hizo un puchero.

—me refiero a que, bueno... no es que me dé morbo tener esos problemas paternales— rió incómoda— quiero decir que... ¿si haz escuchado todo ese tema del daddy kink y demás?

Rosé miró a la mujer que estaba sentada sobre ella con confusión. ¿Realmente Lisa estaba hablándole de sus fetiches sexuales?

—no entiendo porqué me lo dices— fue sincera— ¿quieres que te ayude a conseguir algún hombre o qué? porque yo soy la menos indicada para eso.

Lisa negó con gracia— ay por favor, Rosé. Como si nunca hubiésemos hablando de cosas así.

La rubia se acomodó quedándo sentada con la otra mujer sobre ella.

—lo sé, pero no con esa profundidad.

—¿que me hayas dicho que te gustan las tetonas y hayas hablando de ellas de la manera más explícita posible como si fuesen la octava maravilla del mundo no es lo mismo?

Rosé miró hacía un lado analizándolo. Lisa levantó una ceja y negó, la tomó del rostro y se acercó lo suficiente para poder susurrarle.

—¿quieres ser mi daddy?

Totalmente muda quedó Rosé.

¿Que si quiero ser su daddy? si eso significa cogermela entonces sí. Pero esperen, ¿por qué me lo pediría a mí?

—¿qué?— fue lo único que respondió Rosé.

—que si quieres ser mi daddy, ya sabes. Yo siendo tu chica buena, tú siendo mi papi, yo portandome mal y tú cast—

Rosé había colocado su mano sobre la boca para callarla.

—s- sé de qué va todo eso— respondió con cierta irritación— sólo que no entiendo porqué yo.

Lisa se encogió de hombros y agarró su brazo para alejarle la mano de boca y poder responderle.

—he notado como me miras— dijo sin importancia— admito que me sorprendió porque, bueno ya sabes; te gustan mayores, bajitas y tetonas pero supongo que soy demasiado sexy y no pudiste evitarlo.

Rosé sonrió, le gustaba la seguridad con la que hablaba Lisa.

—bueno, sí. Creí que había sido más disimulada.

Lisa rió.

—tan disimulada como la vez que casi dejas baboseado el celular viendo a la chica estusiasta de kill this love.

—era imposible no mirarla, hasta Jennie dijo que no podía sacar los ojos de sus pechos ¡Jennie!— trató de defenderse. Ambas se rieron.

Lisa fue la primera en guardar silencio y le pasó los brazos por encima de los hombros.

—Entonces... ¿qué dices? te lo pido porque confío en ti para... experimentar— se acercó y dejó un suave beso en sus labios— y porque me atraes muchisimo— otro beso.

Rosé subió sus manos hacía la cadera de la pelinegra y la acarició mientras seguían besándose.

Eso era un sí definitivamente.

El beso pasó de uno calmado a otro con más deseo. Lisa se había pegado mucho más a ella enrrollado sus delgados brazos sobre el cuello de la rubia y se inclinó más hacía el cuerpo de esta, anhelaba contacto.

Rosé por su parte había envuelto sus brazos por la cintura de Lisa y la apretó, después de tanto tiempo al fin estaba besándola.

El sonido húmedo del beso se unió al de la televisión y las gotas de lluvia. Ahora siendo acompañado de un gemido que salió de lo más profundo de la garganta de Lisa al sentir una de las manos de Rosé agarrando su culo por dentro del short que llevaba y apretándolo bruscamente.

El gemido había ocasionado que Lisa separara su boca de Rosé y la rubia empezara a besar su cuello. La mano agarrando su culo la incentivó a que moviera las caderas y llevara su mano hacía el hombro de Rosé para estabilizarse.

—¿serás una buena chica para papi?

Aquello había hecho que la parte baja de Lisa se contrajera debido a la excitación y pasara su mano por el cabello rubio. La boca de la mayor no abandonó en ningún momento su cuello, seguía ahí.

Repartió besos y lamidas hasta llegar al escote de su camisa de tirantes y, antes de hacer algún otro movimiento, agarró en su puño el largo cabello de Lisa y la separó de ella.

—te pregunté algo— su voz salió firme y profunda.

Lisa tragó saliva y asintió con la cabeza mirándola fijamente a los ojos. Esos que le hicieron sentir un escalofrío por todo el cuerpo y responder debidamente.

—seré una buena chica para ti, papi.

Rosé la agarró de la cintura y la quitó de su regazo.

—arrodillate sobre la cama y sácate la ropa, no me tardo bebé— le ordenó y salió sin esperar una respuesta.

Lisa rápidamente se quitó la ropa y se arrodilló en la mitad de la cama. Sentía su humedad resbalarse por sus muslos, estaba sorprendida de que con tan poco se haya puesto así.

Siempre decía que era una persona difícil de excitar, había estado con varios hombres y mujeres y, aunque la había pasado bien, nunca se había calentado con tanta rapidez como esa vez.

Cerró los ojos y se mordió el labio pensando en lo que harían. Haberle pedido ayuda a Rosé parecía una buena idea y viendo como la había dejado con tan poco, reafirmó que eligió a la persona correcta.

Recordó como fue que se había dado cuenta que Rosé gustaba de ella, en realidad no fue tan difícil. La rubia era la persona menos disimulada del mundo, de hecho parecía un libro abierto. Esa vez estaban habían decidido salir a un bar, querían pasar el rato después de haber estado en el estudio todo el día, así que, haciéndole caso a Jennie, fueron a uno de los bares más exclusivos de Seul. La zona VIP había sido reservada para ellas y sus amigos.

Recuerda cómo era que Rosé la miraba mientras bailaba, sabía que podía llamar la atención de mucha gente cuando lo hacía y reconocía la mirada de deseo de esas personas a las que atraía y por supuesto que supo que su compañero la miraba así.

La sonrisa picara que se había instalado en su cara fue acompañada de los pasos que daba hacía la rubia, la mano extendida de Lisa invitándola a bailar fue aceptada por Rosé. Habían ido hacía la pista de baila que estaba en la zona y bailaron.

Se relamió los labios cuando el recuerdo de ella moliendose contra Rosé la invadió. Las suaves manos de la rubia tocando la piel descubierta de su cintura queriendo pegarla más a ella, luego esas mismas manos bajando a sus caderas y después a sus muslos mientras ella seguía restregando su culo en la pelvis de su amiga.

Una excelente noche.

Y ahora estaba ahí sobre la cama en cuatro totalmente desnuda y mojada esperando a esa misma amiga a la que le restregó el culo.

Esta será otra excelente noche definitivamente.

Abrió los ojos cuando sintió una mano en su cabello y se topó con la pelvis de Rosé. Sonrió al notar la forma del dildo dentro del sweatpant que tenía.

—te ves deliciosa así— la ronca voz de Rosé la hizo mirar hacia arriba— tengo una sorpresa para ti, supongo que ya te diste cuenta...

Lisa asintió.

—me hiciste caso, de momento haz sido una chica buena— prosiguió— y a las chicas buenas se les recompensa, ¿cierto?

Lisa asintió nuevamente.

—toma el regalo que papi tiene para ti, nena— dijo Rosé acariciando el cabello de Lisa.

Lisa se puso de rodillas frente a Rosé y agarró la pretina del pantalón bajándolo. Un dildo color rosa salió de golpe, estaba ajustado a unas correas al rededor de las caderas de Rosé.

Tomó el juguete en su mano y subió la vista. Los ojos de su amiga estaban totalmente oscuros y llenos de deseo. Sin quitarle la vista de encima sacó la lengua y lamió la punta del dildo, luego posó los labios al rededor y chupo, volvió a sacárselo de la boca y lamió toda la extensión.

—parece que alguien tiene mucha experiencia haciendo mamadas— la voz ronca de Rosé la hizo morder la lengua. Sintió como la tomó del cuello y se puso a su altura— al final no eres una chica tan buena, Lis.

—yo creo que papi debería corregirme— dijo Lisa.

Rosé sintió un hormigueo en la zona baja de su abdomen al escuchar ese tono de voz suave que había usado. Frunció el ceño volvieron a meterse a su papel.

—¿me estás diciendo que hacer?

Lisa tragó saliva y negó con la cabeza.

—sólo fue una sugerencia, papi...

Rosé sonrió y se enderezó. Tomó las mejillas de Lisa con una mano para que abriera la boca y con la otra tomó el dildo y lo guió hasta la cavidad.

Lisa cerró los ojos cuando sintió las embestidas en su boca. Sintió su centro contraerse y palpitar mucho más. Las estocadas que daba Rosé en su boca eran descuidadas, ahora mismo agradecía tener buenos reflejos. Abrió los ojos mirando hacia su amiga, se había subido la camisa dejando el abdomen descubierto. Gimió mirando sus abdominales y el movimiento de la pelvis.

La mano que Rosé le había puesto en la cabeza cuando empezó a embestirla ahora agarraba su cabello.

Sacó el dildo de la boca de Lisa quien se quedó con la boca entreabierta y la lengua asomándose. Soltó su cabello y le pasó la mano por la mejilla, llegando hasta su boca y metiendo ahora su pulgar, la mujer del fleco chupándolo instintivamente.

Al sacar el dedo de su boca, Lisa susurró:— cógeme papi.

Rosé gruñó y se sacó la camisa y el pantalón quedado desnuda. Lisa se acostó sobre su espalda y apretó las piernas al ver la imagen de su amiga sin nada más que el strap on encima.

Al estar arrodillada frente a ella, Rosé la tomó de las rodillas y le abrió las piernas. Se relamió los labios al ver el centro húmedo de Lisa.

—manten las piernas bien abiertas, bebé.

Lisa pasó los brazos por los hombros de Rosé cuando la vio inclinarse sobre ella. Sus labios se tocaron y comenzaron el beso más húmedo que habían tenido. Las lenguas, los labios y las mordidas participando haciéndolo aún más excitante.

Rosé empezó a mover su caderas rozando el dildo que se había apoyado en su entrepierna. El gemido que soltó Lisa al sentir sus labios vaginales y el clítoris siendo estimulados por Rosé la hizo separarse del beso y rodear con sus piernas a la rubia.

Amaba rozarse de esa forma.

Ambas se miraban mientras Rosé seguía masturbandola con el dildo. Los antebrazos de la mujer estaban apoyados a los costados de su cabeza. La brazos de Lisa habían abandonado el cuello de Rosé para pasar a su espalda y luego hasta su culo agarrándolo para pedirle que aumentara la velocidad del movimiento.

—papi, muévete más— rogó.

Rosé en un movimiento rápido las cambió de posición; ahora era ella la que estaba acostada sobre su espalda y Lisa encima de su cuerpo.

—quiero verte moliendote en mí— ordenó Rosé.

Lisa apoyó las manos en el abdomen de Rosé y se acomodó sobre el dildo empezando a moverse sobre él. La rubia miraba maravillada a la mujer moviéndose sobre ella, subió sus manos por los muslos y los apretó, recorrió todo su cuerpo hasta llegar a su pechos y los apretó, estaba tocándole todo el torso.

Los gemidos de Lisa iban incrementando, Rosé decidió sentarse aún con la mujer encima suyo la tomó del cuello.

—vas a montar a papi, ¿entendido?— posó una mano en la cadera de de Lisa y con la letra tomó el dildo. La pelinegra se apoyó en los hombros de Rosé.

Empezó a mover el juguete sobre los labios vaginales. Bajó hasta la entrada y presionó metiendo un poco la punta, pero luego lo retiró y lo subió hasta su clítoris. Lisa sentía que los ojos le ardían debido a las lágrimas que tenía, le había interrumpido el orgasmo y ahora estaba jugando con ella.

—papi, por favor— rogó.

—tú dijiste que debía corregirte...

Lisa cerró los ojos y se abrazó al cuerpo de Rosé.

—papi, te necesito dentro. Prometo portarme bien, por favor— intentó nuevamente.

Rosé volvió a posar la punta del dildo en la entrada y lo introdujo un poco. Lisa gimió.

—¿crees que lo mereces? — dijo Rosé mientras que soltaba el dildo y apoyaba en sus manos sobre el colchón, alejando el cuerpo de Lisa de ella. La pelinegra se estaba sosteniendo sobre sus rodillas y las manos las había puesto en el abdomen de Rosé. Sentía la punta del juguete dentro de su cavidad y quería llorar.

—no lo sé— respondió Lisa mirándola.

Rosé levantó una ceja y, aún en la posición en la que estaba, acercó una mano hacía la entrepierna de Lisa. Le tocó superficial mente el clítoris haciéndola gemir de nuevo.

—sólo tú sabes si te mereces las cosas, Lalisa— dijo.

Lisa se mordió el labio y bajó la vista hacía la mano que la acariciaba.

—no— trago saliva— no lo hago.

Un sonido de aprobación salió de Rosé. —¿y por qué no lo haces?— preguntó.

—porque chupe una polla que no era de papi— gimió al sentir la punta del juguete salir de ella.

—¿y qué piensas hacer al respecto?

—disculparme con papi y prometerle que seré una chica buena.

Rosé se relamió el labio y gimió. Escuchar y hablar así con Lisa se está volviendo en su cosa favorita, sacaría mucho provecho de esto.

—ya puedes montarme, bebé.

Desesperada, así se vio Lisa cuando escuchó a Rosé. Tomó el dildo en su mano guiandolo a su entrada y sin más se lo metió.

—joder, Lisa— gruñó al verla enterrarse el juguete bruscamente. Iba a preguntarle si estaba bien pero los gemidos de la mujer la interrumpieron.

Lisa acercó el cuerpo hacia el de Rosé mientras movía sus caderas frenéticamente sobre la pelvis de su amiga. La tenía abrazada por el cuello mientras gemía.

—eres una nena muy ruidosa— dijo seguido de una palmada en su culo, eso haciendo que gimiera más alto.

—me llenas tan bien— chilló Lisa.

Rosé se enderezó y abrazó la cintura de Lisa. Empezó a besarle y morderle el cuello y los hombros, sus manos acariciaron su espalda y pasaron al culo donde apretó con fuerza y la incentivó a moverse más.

—Dios, sí— gimió Lisa— mis tetas— tragó saliva.

Lisa no tuvo más necesidad de hablar porque la boca de Rosé bajó hacía sus pechos para empezar a besarlos. Sintió la legua sobre sus pezones y luego los dientes. Después como la lamía hasta la barbilla.

—eres una delicia, Lalisa— gruñó Rosé sobre sus labios— te mueves tan rico.

—¿te monto bien papi?— ahí estaba nuevamente ese tono de voz que volvía loca a Rosé.

—me montas delicioso— le dio otra nalgada.

—recordé la vez que bailamos— Lisa se había quedado quieta aún con el dildo profundamente dentro de ella. Ambas tenían la respiración agitada— estaba de espalda, ¿puedo ponerme de espaldas, papi?— preguntó con picardía. Rosé asintió. Al ponerse de espaldas apoyó sus manos sobre la cama.

—qué rico— dijo Rosé al verla inclinarse y mostrarle el dildo enterrado hasta el fondo.

Lisa empezó a moverse lento— recuerdo que te restregaba el culo en la pelvis, más o menos así.

Y en vez de moverse como lo hizo esa vez, empezó a entrar y salir. Rosé disfrutaba de la vista. Con una mano le acarició el culo, le apretaba las nalgas y luego le pegaba.

Otra vez la habitación estaba llena de los fuertes gemidos de Lisa, el televisor ya ni escuchaba y mucho menos la lluvia. Sólo eran los gemidos de Lisa y los elogios de Rosé.

De un momento a otro Lisa se hallaba recostada bocabajo con el torso apoyado en el colchón y sus manos en su culo. Rosé detrás de ella de rodillas embistiendola.

—más papi— pedía Lisa.

Rosé se echó encima de ella poniendo los brazos a los costados de su cabeza y subiendo considerablemente la velocidad de las estocadas.

El sonido de la humedad, tanto del centro de Lisa como del sudor se mezclaban con los gemidos de ambas mujeres. También el golpeteo de la pelvis de Rosé con el culo de la pelinegra.

—qué chica tan buena tomando todo lo que le ofrece papi— soltó Rosé en su oído.

Y al parecer fue el estímulo que necesitó Lisa para correrse. El gemido que salió de su garganta dio la bienvenida a un orgasmo abrazador y delicioso. Rosé se separó, sin salir de ella, pata apoyar sus manos en la espalda baja de la mujer y seguir penetrándola lentamente.

Lisa gruñó suave y llamó a Rosé con su mano indicándole que se pusiera sobre ella nuevamente. Le besó la espalda cuando estuvo pegada a su cuerpo.

—no te salgas aún, por favor— pidió Lisa.

Rosé besó su hombro y luego movió hacia un lado la cabeza de Lisa para besarle los labios. Besó su mejilla y cuello también.

Lisa gimió de gusto por los mimos y sonrió.

—¿lo saco?— preguntó suavemente Rosé. Lisa asintió y gimió al sentir el dildo deslizándose fuera de ella.

Se acomodaron en la cama para seguir besándose. Rosé estaba acostada sobre su espalda y Lisa tenía la mitad del cuerpo sobre el de su amiga. Las manos siempre haciendo alguna caricia.

—coges muy rico, con razón tienes a tantas tipas detrás tuyo— dijo Lisa cuando se separó de sus labios.

Rosé rió al escuchar el tono que usó— ¿tipas?— preguntó divertida.

Lisa se encogió de hombros— qué te puedo decir, sí me dan celos— admitió.

—ahora que estamos juntas sólo te voy a coger a ti.

—¿estamos juntas?— preguntó Lisa.

Rosé cerró los ojos y maldijo. No pensado claramente lo que había dicho.

—quise de— se vio interrumpida por un beso de Lisa.

—me gusta la idea.

Rosé sonrió y la abrazó. Lisa se abrazó al torso de su ahora novia y besó su pecho. Suspiró al sentir una de las manos de Rosé acariciándole desde la espalda hasta el culo.

—dame quince y te como— anunció Lisa haciendo reír a Rosé.

...

hi, hoy me dio por revisar mi cuenta y vi que tenía la mitad de esto en borradores así q decidí acabarlo jsjs

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