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「Lɪʀɪᴏs」

Min Yoongi.

—Lirios... —suspiré con una pequeña sonrisa melancólica—. Los lirios blancos son mis preferidos, y como lo sabías, siempre me los dabas cuando querías que te perdonara cuando discutíamos por querer salir del anonimato.

» Yo solo te pedía ser libres, caminar de la mano, o poder vernos sin la necesidad de escondernos, pero, siempre me decías lo mismo; que tu carrera iría en declive, que un simple contador como yo no sería bien visto al ojo público, y créeme, cada vez que lo decías, rompías un poco más mi corazón. Porque nunca fue lo que decías, sino cómo lo hacías. Hablabas despectivamente cuando se trataba de mí, decías que agradeciera que todavía seguías conmigo, y eso me dolía, me ardía en el pecho.

Y cuando quería no volver a verte, te gritaba que te largaras, aun cuando mi corazón sangraba por querer lo contrario. Verte marchar me hacía sentir vacío, te necesitaba a mi lado, y te lloraba, todas esas noches, sin excepciones.

Fui consciente de que había perdido por completo la voluntad cuando descubriste mi debilidad por los lirios, que ese era mi punto débil.

Solías combinarlos con rosas rojas porque, según tú, le daba más vida a la sala de estar; más color o un dulce aroma... y yo te creía, nunca me gustó, pero lo dejaba pasar porque quería que tú también te sintieras a gusto a mi lado.

Ahora esos lirios están marchitos, tanto como mi corazón desde que te fuiste.

Sé que dijiste que lo sentías, que no fue tu intención, que no pasaría de nuevo y todas esas mierdas. Pero... ¿si quiera pensaste en el daño que me hacías?

Escuché tu historia... una y otra... y otra vez, esperando a que dejaras de repetirla como si se tratara de un mantra.

Te vi marcharte y volver; te odié y te amé. Todo con lágrimas en mis ojos, porque sabía que luego de ella ya nada sería igual... Y me obligué a dejar de amarte, me supliqué de rodillas para dejar de hacerlo, pero volvías con lirios blancos entre tus manos, y con una cara de arrepentimiento que simplemente no podía ignorar; y te recibía en casa, abría de nuevo mi corazón a ti, un corazón que fue lentamente despedazado por tus propias manos, corazón que ahora palpita irreconocible en mis oídos, corazón que duele cada vez que pronuncias esa palabra que dice ser amor.

Me duele amarte y que digas amarme de vuelta. Porque si me amabas, ¿era necesario que fueras un cobarde y te presentaras a ojo público con ella?

Di lo que quieras, pero nunca sacarás de mi mente el hecho de que no fui yo quien estuvo a tu lado en esa rueda de prensa, ahí donde proclamaste amor eterno a primera vista, y que el bebé que estaba a punto de nacer te llenaba de alegría.

Tal vez ese era el problema... Tú siempre quisiste ser padre, y yo nunca podría dar a luz a un hijo.

Pasó tanto tiempo luego de eso, y yo nunca pude dejar de derramar lágrimas en tu nombre. Sé que fue mi culpa, que fui yo quien estuvo construyendo su vida a tu lado, y estaba tan malditamente ciego que no me di cuenta de que tú también querías construir la tuya, y sí, lo lamento, enserio lo hago, pero no puedo redimirme.

Porque yo fui primero en la maldita fila. Yo te conocía de antes, yo fui tu primera vez y tú fuiste la mía. Sé que ella no tiene la culpa, pero me duele que fuese una variable más en la ecuación de tu traición.

Podías haberme dicho desde un jodido principio, "me estoy enamorando de alguien más", pero no lo hiciste.

Y sí, es cierto lo que dices, no puedo regresar el tiempo y evitar conocerte. Y que no puedo hacer nada más que recostarme en la cama y llorar rodeado de la ropa que no te llevaste; no puedo volver a ese día y colgar las llamadas en las que me decías que todo era mejor así, que ella no significaba nada para ti y que lo hacías para que nadie sospechara de nosotros. Tampoco puedo regresar el tiempo atrás y hacerme entender que tus "te amo" eran solo para tenerme seguro a tu lado.

Eras y eres un mentiroso de mierda.

Lo que siempre vi de ti fue una fachada, una que nunca me advirtió de la realidad de la situación. Una que no me insinuó el hecho de que, en un futuro, estaría en una oscura habitación, llorando mares de tristeza en tu nombre.

Pero... ¿acaso puedo culparte cuando todavía te amo con el alma? ¿Puedo reclamarte el haberme roto el corazón cuando tú no sabías lo que era tener uno?

Ahora sé que hice mal en enamorarme de ti, y que toda la culpa fue mía. En ningún momento vi las señales, las señales gigantes que me decían que tú no eras para mí. Pero yo quería que fueses mío, solo mío.

Porque eres mío.

Todavía, cuando recuerdo el tiempo a tu lado y me cuesta respirar, mi corazón palpita y mi garganta se anuda, o mis ojos pican y mi alma duele, me tranquilizo a mí mismo diciéndome que no serás de nadie más.

Tal vez nunca sabré las razones por las cuales me hiciste eso. ¿Acaso no era más fácil decirme que no me ilusionara, que no me amarías de la misma forma y que lo nuestro sería pasajero?

Te veo, y recuerdo todo, cada momento, cada sonrisa, cada beso, cada dulce deseo. Recuerdo cuando me besabas como si, en cualquier momento, me iría de tu lado. Me suplicabas que me quedara, pero nunca me dabas razones para hacerlo. Y cuando me decidí a dejarte, me rogaste tanto que terminé creyéndote y derritiéndome en tus brazos.

Me sentía amado a tu lado, hoy me pregunto, ¿amado o utilizado? Nunca distinguí una de la otra.

Ahora, solo deseo que mi yo del pasado se diese cuenta desde un principio que no todo valía la pena a tu lado.

Y sí, Namjoon, te agradezco las sonrisas, los besos, las noches de sexo intenso y los días llenos de cariño. ¿Pero son ellos comparables a las innumerables noches de llanto? ¿Acaso esos días son mayores a los que sufrí esperando a que fuera una broma del destino o simplemente una mala noche?

Lloré, grité, te sufrí, y te vi volver. Un "perdóname" solucionaba tus problemas, un beso tuyo ahogaba los míos. No tenía voluntad a tu lado, un abrazo tuyo la resquebrajaba en segundos.

Todo mi alrededor se caía a pedazos.

Por un largo tiempo, no existió en mí el deseo de seguir si no estabas a mi lado; en cambio, existió la esperanza de que regresaras y me dijeras que tu amor era más grande que todas las dificultades que estábamos presentando.

Pero seguías sin volver y mi habitación permanecía a oscuras.

No necesité alcohol para llorarte, no necesité pesticida para matar los lirios que seguías dejando frente a mi puerta, lo que necesité fue la fuerza suficiente como para levantarme y dejar de murmurar tu nombre entre lágrimas.

Admito que hubo días en los que me torturé pensando en ella, en su largo cabello negro, en su cuerpo y en su sonrisa. Llegué a creer que si me dejaba crecer el pelo y me maquillaba un poco llegaría a ser tan lindo como ella.

El problema era que su relación era pública, y ella, mujer. Yo no podía ser ella, o siquiera como ella, claro, a menos que...

¡Ja!, pero ¿de qué me servía ser como ella, si, de todas formas, no podría ser ella?

De una u otra forma, no podría cambiar el hecho de que viví durante siete malditos años en el jodido anonimato, en una fachada de mejor amigo. Y que estuve condenado a verlos pavonearse en la misma mesa, en el mismo lugar, y en el mismo maldito edificio donde alguna vez tú y yo convivimos con tu familia y me presentaste como tú mejor amigo, cuando a ella la presentaste como el amor de tu vida.

¿Y yo qué? ¿Dónde quedaba yo?

¿Siquiera pensaste un jodido segundo en mí, o en lo que sentiría al verles en televisión nacional? Prometiste amarme hasta el fin de los tiempos, sabía que exagerabas, pero tampoco creí que mientras me prometías las estrellas, a ella la llevabas a ellas.

Traté de olvidarte, ¿sabías? Pero la almohada vacía a mi lado me recordaba a las noches en las que me quedaba hipnotizado en el suave compás de tu respiración mientras dormías.

La almohada ya no tiene tu olor, es cierto, pero cuando la veo no puedo evitar recordar los días en los que eran las únicas testigos en nuestras noches de deseo.

Sé que me estoy enterrando en el dolor de verte ir... pero ¿alguien puede juzgarme realmente? Te amo, y te amé, probablemente lo haré por la eternidad, o tal vez solo lo haré durante un par de meses más.

Y este sentimiento me aterra, porque estoy feliz, a pesar de todo. Tienes a alguien que te hace sonreír más de lo que yo lo hice. Me importa un carajo si esas sonrisas son fingidas o reales.

¿Es ella la indicada? Está bien, porque ya no me importa quién esté a tu lado.

Suena contradictorio a todo lo que he dicho, lo sé, pero lo que me importa ahora, es que ya no te tendré llamando durante toda la madrugada diciendo que soy yo a quien amas realmente. Ya no seguirás hiriendo mis sentimientos con tus estúpidas decisiones.

¿Crees que con decir "lo siento" arreglarás todo lo que hiciste, o que las pesadillas se irán con un beso tuyo? No, Namjoon. No puedes arreglar nada, aun cuando hagas méritos, todo se fue a la mierda. Tú provocaste todo esto.

¿Y sabes qué es lo peor de todo? Lo peor es que ella, ahora, está cuidando a tu hija, mientras tú estás aquí. Suplicando un perdón que no tendrás.

—Yoongi... D-deja de jugar con esto, no es divertido. Lo entendí, sí, lo prometo. Y-yo... la dejaré, anunciaremos a los cuatro vientos que tú y yo nos amamos. ¡Que lo hacemos desde hace años! Gritaré que te amo, ¡lo digo de verdad! Viviremos como siempre quisiste, con un perro y uno o d-dos gatos. No importa si me despiden, o...

—Namjoon —interrumpí—. Ahórrate esto; no te creo, ya no más.

—¡Prometo dejar a Hyejin, lo prometo, créeme! Esta vez es en serio, lo haré.

—No escuchaste nada de lo que te dije... ¿cierto?

—Para... por favor, detente.

Yo solo suspiré mientras destapaba uno de los bidones de gasolina.

Sabía que Namjoon no entendía el hecho de que yo había sufrido por su culpa, estaba más que seguro de que no había escuchado ni la cuarta parte de todo lo que le había dicho.

Estaba realmente enojado con él. Por esto, por todo. Por lo dificultoso que fue lograr sacarlo de casa, por lo jodidamente complicado que había sido el drogarlo lo suficiente como para traerlo aquí y atarlo antes de que despertara.

Estaba exhausto, no solo física, sino que también mentalmente.

Levanté el bidón y regué el líquido a su alrededor después de que sus lloriqueos se detuvieran considerablemente. Me detuve a su lado y peinando hacia atrás su cabello, le sonreí.

Él me odiaba, estaba seguro, pero no tanto como yo lo hacía para ese momento. Él estaba tan enojado como asustado y me divertía, no tanto como para reírme, pero sí como para sonreírle.

—No me mires así, cariño. Todo va a estar bien —murmuré, a él no le causó gracia mi comentario, ya que hacía todo lo posible para soltar el agarre que ejercían las cuerdas a su alrededor—. Realmente lamento que Hyejin se haya fijado en un infiel como tú... —añadí—. Ella ni siquiera tiene una mísera idea de que fue la amante de alguien... oficial o lo que sea, era la segunda en la fila. Fila que no debiste haber creado, cariño. La pusiste en medio de todo esto, en medio de tú y yo, y ella ni siquiera lo sabe. No puedo culparla de nada... es un amor de persona y, de una u otra forma, me he encariñado con la bebita...

Una lágrima rodó por mis mejillas, ni siquiera me molesté en limpiarla.

—Deja a Hyejin en paz —espetó, y no pude evitar soltar una carcajada.

—¿Que deje a quién en paz? Cariño, ¿acaso estás sordo? Todo es tu culpa, ella no lo sabía. ¿Porqué le cobraría una deuda que no le concierne? Los únicos culpables somos tú y yo. Tú por crearte un paraíso sin alejarte de mí, y yo por confiar ciegamente en ti. Merezco esto tanto como lo mereces tú.

—¡Yo no...!

—¡Cállate! No tienes cómo defenderte. Cometiste el peor error de tu vida, y ahora deberás aceptar las consecuencias y deberás morir por ello.

「2305 palabras」

Hola, vengo a reportarme. ^^

En realidad, vengo a ver si les está gustando. ¿Qué opinan; cómo llevan la lectura?

Yo amé la frase "Deberás morir por ello". La escuché en alguna parte, pero no recuerdo de dónde. En fin, besitos babosos para ustedes <33

©NazarethCerratho

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