unos palillos, por favor
[ CAPÍTULO II ]
Pasaron los días y no me había vuelto a topar con la chica, mis dos amigos me contaron que ellos tampoco la habían vuelto a ver, ¿Esto por qué? Emma quería saludarla para sacarle mas plática pero como no estaba no tuvo otro remedio, en boca cerrada no entran moscas.
Ahora mismo me encontraba en mi bicicleta yendo para la playa, últimamente la playa estaba mucho más tranquila de lo normal, así que claramente tenía que ir a aprovechar el lugar casi despoblado para leer un rato.
La ruta siempre era la misma, pasaba cercas de una casa que estaba repleta de flores, plantas y esculturas para vender, aunque también tenía un jardín que era digno de dibujar por lo pintoresco que era, no era muy grande ya que era un jardín de entrada, aun así llamaba mucho la atención. Mucho que no sentí llegar al otro lado de la calle gracias a otra bicicleta que venía saliendo de la misma dirección de la casa.
Ni siquiera me di cuenta que estaba en el piso si no fuera por un señor de la tercera edad preguntando por mi.
— Joven, joven, ¿Se encuentra usted bien? — Se acercó a mi, a decir verdad, aunque fuera ya una persona mayor, se veía muy bien conservado el señor, como si hiciera alguna actividad física en el pasado. — ¿Ves lo que te digo niña? Por no fijarte ya sacaste volando a otro muchacho — Dijo el señor hacia alguien detrás suyo, ¿Pues cuantos más a atropellado?
Me asome un poco para ver quien era quien me había arrollado antes y, mierda.
Ella.
Cuando me vio, su cara parecía que había visto a una infestación zombie, tanto así que no abría su boca para decir nada.
— Déjeme lo ayudo. — El hombre me cedió su mano para levantarme.
— Gracias.
— Y tu... — Se volteó para ver a la chica, ¿Como es que se llamaba? ¿Delia? — deja de ser tan distraída — Cada palabra que decía le daba un ligero golpe en la cabeza.
— Ay, ay — Se quejaba la chica.
— Disculpe a mi nieta, ella siempre anda en las nubes, discúlpate ahora Daila — Eso, Daila.
— Pues nunca he llegado hasta las nubes pero si he llegad... — Fue interrumpida por otro mini golpe de su abuelo. — ¡Auch! — Okey si es muy rara. — Le doy mis más sinceras disculpas por haberlo atropellado a mitad de la calle. No volverá a suceder. Ray. — Me sorprendí un poco, ella aun recordaba mi nombre.
— ¿Se conocen? — Pregunto su abuelo con curiosidad.
— Algo así... — Contesto Daila.
— Bueno, si es así invítalo a tomar el té a la casa.
— No es necesario — Comencé a negar, claro no quería verme irrespetuoso pero también no quería entrar a una casa de un desconocido, digo, si, la conozco a ella pero no somos amigos ni nada relacionado a eso.
— Sin pena hijo, pase.
— Abuelo, recordé que tenía algo pendiente, Ray puede acompañarme mejor, solo que necesitaré un poco de dinero. — Okey, ¿Qué está tramando?
— ¿Dinero? ¿Tu mamá no te ha pagado todavía? — Ella negó, mm esto se está volviendo un poco raro... — Esta bien, no te preocupes por eso mi dulce niña, ¿Cuánto ocupas?
Jamás en la vida había escuchado a alguien decirle a su hijo de esa forma, digo, claro que mamá me tiene apodos y esas cosas, pero nunca me había tocado oír ese apodo, a decir verdad, aunque fuera algo de lo más normal.
— Mm como unos 1.400 yenes.
— ¿A donde planeas ir? — Pregunto el abuelo mientras sacaba el dinero de su billetera un poco desgastada.
— Le prometí algo al muchacho de acá al lado — Me señaló, ahora que trae. El solo nos dio una mirada y sonrió.
— Está bien, gástenlo en cosas no dudosas y no vayas a llegar tarde a tu casa Daila, sabes cómo es tú madre. — Ella solo asintió.
— Muchas gracias abuelo, — Le dio un abrazo para despedirse. — ¡Te veo mañana!
— Muchas gracias por la ayuda señor— Dije
— Oh llámeme Takeshi joven Ray — Me brindo otra sonrisa, admito que se veía un hombre muy amable y de confiar.
— Está bien, señor Takeshi.
— ¡Bye abuelo!
Tomo su bicicleta, yo copié su acción, no se que diablos traía en mente esa chica.
— ¿Podrías explicarme a donde me llevas?
— Ni que te estuviera robando. — Dijo mientras se acomodaba en su bicicleta.
— Pues eso parece.
— Créeme que serías el último ser humano al que yo raptaría. — Empezó a andar hacía adelante así que yo la seguí por detrás.
— ¿Entonces si raptarías a alguien? Debo tener cuidado contigo entonces...
— Si tanta molestia te da para acompañarme a comprarte tu maldito yakisoba te puedes ir, tampoco te traigo amarrado de la bicicleta. — Paro en seco.
Con que eso era.
— ¿Contento?— Me miro — El que llegue al último tiene cara de nalgas— Dijo para avanzar lo más rápido que podía hasta dejarme atrás.
— ¡Oye!
Comencé a seguirle el paso hasta llegar a un restaurante de yakisoba que se veía un poco viejo por la estructura del lugar.
— ¡Jaaa! Eres un cara de nalgaaaas — Dijo acomodando su bicicleta afuera del restaurante.
— Sigue así o me como tu yakisoba también — Ella solo me miró indignada.
Entramos al lugar y nos sentamos en una mesa que estaba hasta casi al inicio, no tardó en llegar un mesero para atendernos y traernos nuestros pedidos
— Créeme si te digo que este es el mejor yakisoba que yo he probado — Daila comenzó a comer de su tazón.
— ¿Qué si no es así? — La reté.
— Me compras unos Razzles. — Dijo agarrando un bocado más de su yakisoba. Le di una probada a este y, dios, estaba jodidamente en lo cierto, y creo que eso se dio a notar al ver mi cara. — ¡Siii! Me debes un razzles, me debes unos razzles — Comenzó a hacer un pequeño baile con sus brazos, okey también es demasiado infantil.
— Sigue hablando o ya sabes lo que haré. — Rápidamente se quedó callada con las mejillas ruborizadas.
No tardamos mucho en acabarnos la comida, en verdad tenía que admitirlo, a comparación del yakisoba pasado, este estaba tocado por los mismísimos dioses.
No hubo mucha interacción después de eso, y claro, el único intercambio de palabras fue por parte de Daila, que intentaba sacarme plática sobre mi vida, pero no lo veía nada relativo ahorita.
Pagamos y salimos del lugar, ella me estuvo insistiendo que tenía que comprarle sus dulces esos que no paraba de pedir, así que no tuve más opción que ir a la tienda más cercana y comprárselos.
Salimos de la tienda para ir por nuestras bicicletas al establecimiento de bicis, ella estaba muy contenta por haber conseguido lo que tanto anhelaba.
— ¡Ten! Toma uno — Abrió la caja para ofrecerme.
— No tengo hambre.
— ¡Vamos! No puedes rechazar por nada del mundo un razzle ¿Acaso nunca los haz probado? — Yo negué. — Son muy ricos, el rojo es mi favorito, es como una mezcla entre caramelo y goma de mascar, prueba uno vamos. — Me rendí y tome uno, solo para probar.
— No es nada del otro mundo — Dije, ella otra vez me miro indignada.
— No te creo, tu cara dice lo contrario — Analizo toda mi cara. — Ray.
— ¿Mm? — Dije tomando ya mi bici.
— Muéstrame tú lengua.
— ¿QUÉ? — Me saco de trance sinceramente, ¿A quien se le ocurre preguntar cosas tan raras?
— Sii muéstramela.
— No.
— Mira. — Saco un poco su lengua. — ¿De que color es?
— Roja.
— ¡Noo! Es rojo Razzle, tienes que decirlo.
— No lo dire — Me subí para empezar ya a avanzar.
— Vamos Ray... — Volvió a sacar su lengua — ¿De que color es mi lengua? — bufé.
— Rojo razzle.
— ¡Sii! Ahora saca la tuya, vamos... — Saque mi lengua lo más rápido que podía solo para que ya me dejara en paz con eso.
— ¡Rojo razzle! — Se subió también a su bicicleta y comenzamos a andar.
En si, podía decirse que pasamos la tarde juntos, bueno, no era la intención de pasarla juntos, sino porque ella ya había dicho de comprarme un yakisoba, claro.
Yo solo la seguía, pude haberla dejado irse sola, porque sinceramente no me importaba lo que hiciera, pero ya era noche, y aunque no fuera una amiga mía o algo parecido, era algo peligroso que fuera sola a estas horas de la noche, y más viendo lo despistada que es, puede que de la nada salga un burro y se la lleve arrastrando con todo y bici por las calles.
Llegamos hasta una casa, era de un piso y toda de madera, tenía un mini jardín afuera, un poco más chico que el de su abuelo pero al igual tenía algunas flores adornadas con figuras de duendes, que tienen con tener figuras de duendes en los jardines.
— Bueno, esta es mi parada. — Dijo bajándose de la bicicleta. — Mm... Ray...
— ¿Mmh? — Ella parecía tener una pelea interna por lo que quería decirme.
— Ehh, quería preguntarte, si tienes algún número de celular para poder hablarte, es que en verdad me agrado pasar tiempo contigo. — Dijo sacando su celular de las manos, carajo, que hago ahora. — Se que no llevamos mucho interactuando, pero se ve que eres una persona amable.
— No me conoces por completo y ya deduces que soy una persona amable — La voltee a ver de lado para ya tomar ruta para mi casa.
— Lo deduzco porque no cualquier chico acompaña a una extraña a su casa a altas horas de la noche. — Sonrió, pensé un poco en lo que iba a hacer.
— No me hostigues con tantos mensajes y llamadas porque sino te restrinjo de todas las líneas — Tome su celular para añadirme como contacto.
— Tranquilo que como fan a mi no me tienes, táchame de la lista — Dijo para tomar mi celular y escribir su numero también. Me lo devolvió y me miro de nuevo con una sonrisa, no despegábamos los ojos del otro, yo porque tenía que analizar su rostro por si me llegaba a secuestrar, hay que prevenir.
— ¡Daila! — Se escuchó el grito de una señora con voz medió pastosa, como si estuvo tomando alcohol por horas.
— Carajo... Tengo que irme Ray. — Agarro sus cosas rápido y las metió al jardín, lo que se notaba a las 4 vientos era que su expresión cambió totalmente, parecía que había entrado en pánico, más decidí no preguntar.— Muchas gracias por pasar la tarde conmigo, espero la hayas disfrutado también, ¡Adiós! — Entró rápido a su casa.
Me quede viendo la casa unos segundos y me fui directo a la mía, sentí una sensación extraña al verla, como si las vibras de aquel lugar no fueran las más buenas, no se sentía muy hogareño que digamos.
Llegue a mi casa y subí rápido a mi cuarto pero con cuidado, ya todos estaban dormidos así que trate de hacer el menos ruido posible.
Me puse mi pijama y me acoste, trate de conciliar el sueño pero no pude, como siempre, voltee a ver mi mesa de noche y tome mi celular, lo encendí y vi que estaba el contacto de Daila ya registrado en mensajes, vi que su última conexión había sido hace 7 minutos así que decidí hacer lo siguiente.
¿El azúcar de los razzles te
quitaron el sueño?
leído 11:48
Ya bien noche y usted de metiche
Bueno, supongo que borraré tu contacto,
adiós niña razzles.
leído 11:52
OYEEE, era broma 😢
Pensé que no me mandarías mensaje
Si quieres no lo hago.
leído 11:52
Ya basta
Dime, qué pasó
Estaba aburrido y me acorde que
tenía tu número pero ni así se me va
lo aburrido.
leído 11:54
Pues es que para lo aburrido que eres
ni el payaso más payaso del mundo te
podría quitar lo pesado
Por eso mismo digo que ni tú me lo quitas.
leído 11:54
Me dices o me voy
¿Mañana irás a con tu abuelo?
Quiero comprarle unas flores a mi mamá
para adornar la casa pero no se cuales.
¿Sabes de eso?
leído 11:55
Creo que mañana si estoy disponible
Y claro, soy la florista más famosa e inteligente
de toda la ciudad
Bien, entonces te veré mañana.
Buenas noches niña razzles.
leído 11:56
Buenas noches azufre en las venas
¿Azufre en las venas?
leído 11:56
JAJAJA BAIII
¿QUEEÉ?
enviado 11:56
Aparte de todo se cree chistosita.
Al menos, mañana me servirá de distracción.
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