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geranio (símb. consuelo)

[ CAPÍTULO VI ]

ADVERTENCIA:
Temas tocados sobre el TCA y baja autoestima.

Este capítulo no es para ofender a nadie que tenga algún tipo de TCA, esta escrito con todo el respeto posible.

Ya había pasado rato desde que encontré cada una de las cajas de laxantes, estaban casi terminadas, no me cabía en la mente el porque tantos, quería creer que no era lo que pensaba.

— ¿Ray? — Daila hablo débilmente con sus ojos entrecerrados.

— ¿Qué haces después de cada comida. Daila? — Pregunte viéndola fijamente, ella me miro asustada.

— Nad...

— No me haces idiota, ¿Que carajos es esto? — Le mostré las cajas de laxantes y los lancé a la cama, ella los vio fijamente. — ¿Por qué siempre sales con los ojos llorosos y toda pálida?

— Ray se me bajan mucho mas defensas...

— No mientas. — Me acerque, ella se escondió entre las sábanas de su cama, no sabía que hacer, no era bueno con las palabras en este tipo de momentos. Trate de relajarme un poco para que ella al menos pudiera mirarme a la cara — Daila... — Tome una de las esquinas de la sabana y me metí para poder verla, ella estaba temblando. — si necesitas ayuda puedes recurrir a mi, nunca es tarde para pedirla.


Al escuchar mis palabras se escondió en ella misma, no sabía cómo dar apoyo ni mucho menos dar afecto, era alguien inexperto, siempre he sentido como si estuviera parado en la orilla de un mar tormentoso, sin saber cómo navegar esas aguas agitadas.

No es que carezca de empatía o deseo de ayudar, sino más bien una sensación de torpeza, como si las palabras adecuadas se me escaparan justo cuando más se necesitan.
Me esfuerzo por ofrecer un hombro en el que apoyarse, pero a veces mi falta de experiencia en esto se nota demasiado. Mis palabras pueden sonar vacías o estupidas, y aunque mi intención sea buena, sé que a veces no es suficiente.

La estuve mirando durante un pequeño lapso de tiempo, ella abrazada de sus piernas como si fuese una pequeña niña, yo decidí por fin acercarme y envolver mis brazos al rededor suyo.

Ella al sentir mi tacto se pego un poco más a mi, así que hice que los dos quedáramos acostados mientras ella estaba en mi pecho, yo trataba de persistir ese "abrazo".

Era extraña la sensación que sentía, claro jamás he estado así con alguien antes, y mucho menos para hacer sentir mejor a alguien.


— ¿Te incómoda que estemos así? — Susurre, ella negó con la cabeza.

— Me siento bien así.


Se acurrucó más en mi pecho, lo que hizo que mi estómago se sintiera raro, de repente, se me vino a la mente un recuerdo de cuando era pequeño, cuando me sentía mal, me gustaba que me acariciaran el cabello, podía durar horas así hasta conciliar el sueño, así que decidí hacer lo mismo con Daila.

Primero lo hice dudoso, más que caricias parecían leves palmadas en su cabeza, pero con el rato fui hallándole la gracia.
Ella se quedó dormida muy rápido, no sabía si irme o no, había hecho antes un tendido en la sala para no molestar y no levantar dudas, pero tampoco quería interrumpir su sueño, así que con toda la ligereza del mundo, me acerque a la lámpara que tenía en su mesa de noche, la apague y me acomode.

No supe en qué momento yo ya había conciliado ese sueño que tanto había anhelado...




Mi percepción del tiempo fue nula, se había hecho de día, no se escuchaba ningún movimiento en la casa, mire a todos lados hasta encontrarme a una Daila dormida en mi pecho, admito que me asuste un poco hasta que recordé lo qué pasó ayer.

A lo poco ella se despertó, se separó un poco a mi para estirarse, tallo sus ojos y fijó su mirada en mi, lo que hizo que se asustara.

— No pensé que fueras tan ruidosa hasta en las mañanas.

— Te quedaste a dormir conmigo. — Me miro, yo desvíe la mirada.

— Solo te lo preguntaré 1 vez y necesito que respondas con la verdad. — Devolví mi mirada a ella. — ¿Qué pasó ayer para que te desmayaras y reaccionaras así? — Tardó mucho rato en contestarme, no quitaba mi mirada de ella y ella trataba de evitarla de todas las maneras posibles.

— ¿No te alejaras a de mi?

— No creo que me des razones para hacerlo. Puedes contarme. — Ella pareció relajarse un poco, no sabía que es lo que pasaba, pero había algo que me aterraba y mucho.

— Mira... yo desde hace tiempo que no tengo buena relación con la comida, una figura familiar mía me hostigaba con comentarios referentes a mi cuerpo, son comentarios que desde ese día hasta hoy me taladran la cabeza.
— Hizo una pausa. — Perdón si estoy hablando mucho...

— Te escucho. — Soltó un suspiro y continuó.

— Primero empece a saltarme las comidas, recuerdo que primero deje de desayunar hasta hacer ayunos intermitentes, así hasta que eso se volvió de diario. Me restringía mucho con mis comidas, llegue al punto de bajar 10 kilos en un mes. Era tanta mi obsesión que comencé a vomitar, todo se convirtió en un ciclo sin fin: restricción, atracón, vomito.


Mi mente no sabía cómo procesar toda la información que me decía, me tiene jodido no poder ayudar en estos momentos, porque vamos, es una persona con la que convivo la mayor parte de mis días, y aunque no se si podría decir que ya le tenía aprecio, era alguien que no es mala persona, simplemente con ver su manera de expresarse sabes que tipo de persona es en verdad.

Estaba frustrado, necesitaba ayuda, ella no sabía cómo pedirla y yo no sabía cómo darla, pero definitivamente alguien tenía que brindarle una mano para sacarla de ese hoyo.

Estaba preocupado por lo que estuviera pasando mentalmente para llegar a tal punto, que cosas le habrán dicho, que sentirá ella después de todo este tiempo, sin duda, quería sacarla de ahí.

Nadie merece sufrir de tal manera.

Cuando termino de contarme todo lo que pasaba, dije que podía ayudar a juntar dinero para llevarla con algún psicólogo y nutricionista, ella totalmente se negó, yo seguí insistiendo pero ella solo me decía que no que no era necesario.
Por supuesto que lo era.

Así que le dije que si ella no quería buscar ayuda profesional, pues al menos yo haría el intento de poder ayudarla, Daila se lo pensó un poco hasta que acepto.

Me fui temprano a mi casa, seguía asimilando todo lo sucedido y lo que podría llegar a pasar en un futuro, pero no supongamos que podría pasar, necesito enfocarme en el presente más que nada.

Estuve unos días leyendo libros sobre los TCA, quería comprender a Daila, sabía que no podía solamente decirle "Come por favor" o "Si no comes, te hará mal" porque no es algo en lo que pueden llegar a enfocarse mientras pasan por el TCA.

Cuando me informe un poco más sobre el tema, cada mañana me levantaba más temprano de lo usual para hacerle un lunch diario, leí que para comenzar con la recuperación tenias que iniciar una dieta donde implicaba comenzar con pequeñas cantidades y frecuentes de alimentos nutritivos que se distribuyeran durante el día. Esto ayudaba a restaurar la confianza en el acto de comer y a reconstruir una relación saludable con la comida, y claro, para que el cuerpo se adaptara nuevamente a recibir alimento.

Así que, normalmente le hacía o tostadas integrales con huevo, aguacate, y acompañados con alguna fruta, o también un batido que tuviera nutrientes que le ayudarán a reforzarse, esto siempre de desayuno. Siempre en las mañanas trataba de ir también algo más temprano para tomar el desayuno afuera de la casa de su abuelo. Yo también me hacía mi lunch diario, así que
desayunaba junto a ella, quería que se sintiera acompañada al momento de comer y no sentirse obligada a comer sola.

Al inicio, duró tiempo en querer acabarse su comida, por más pequeña la cantidad que fuera, ella dejaba alimento, pero no me quejaba ni nada por el estilo, yo entendía que volver a empezar con alimentos sin expulsarlos era muy incómodo para su cuerpo.
Solo eso si, cada que yo estaba en la escuela o no pasaba la tarde con ella, le pedía que me mandara al menos un video de ella comiendo lo que le hacía de comer para ese día, ese era el trato entre ella y yo.

Aparte, ella dijo que dejaría de expulsar su comida, quería confiar que ella no lo hacía por las noches, por eso mismo siempre después de la cena, al menos me esperaba 1 hora para irme, si es que estaba con ella ese día.

Pasó 1 mes y yo seguía haciendo la misma rutina, de hecho ahora me encontraba afuera de la casa de Daila para dar rumbo a la casa de su abuelo y desayunar.

Ella no tardó en salir, me saludo y dimos nuestro mismo recorrido de siempre. Llegamos y nos sentamos en la banqueta.

— Te traje avena cocida con leche descremada, plátano en rodajas y unas nueces picadas. — Saque de la pequeña bolsa un topper con su respectivo desayuno. — Para la escuela te hice galletas integrales, le unté un poco de crema de almendras, mini zanahorias, y rollos de jamón con queso bajo en grasa. — Ella dio un pequeño bocado a su avena.

— Ray...

— ¿Mmh? — Dejó su avena y se acercó a mi para darme un abrazo, yo seguía sin acostumbrarme a su contacto físico, que no era de siempre la verdad, pero aunque fuera poco o mucho no me acostumbraba, hacia que me congelara.

— ¿Sabes que eres un muy buen mejor amigo, cierto? — Asentí levemente. — Entonces deja de siempre hacerme rollitos de jamón, ya me canso el sabor. — Me separe de ella.

— Entonces come piedras. — Solo vi como ella se cruzó de brazos mientras hacía un puchero, era una mimada. — Ya puedes comer mas alimentos, pero no confíes 100% en mi, yo creo que sería buen momento para ir con un psicólogo, Daila.

— Estoy bien, me he sentido mejor. — Tomó otro pequeño bocado de su avena.

— No puedes confiar solamente en mi, claro no es como si te estoy envenenando, pero es necesario que te chequen, hay casos en los que es necesario también recetarse medicamento.

— No tengo dinero para pagar uno Ray. Si no tengo para un nutricionista, menos para un psicólogo. — Confesó.

— Si es por dinero, yo puedo pagarte las citas con ambos. — Desde lo qué pasó ese día, hice un trato con mamá para que ella me pagara cada semana por ayudar en casa o cualquier cosa que mis padres necesitasen. Todo ese dinero que juntaba lo ahorraba para poder ayudarla en ir a un psicólogo y todo lo demás que se necesitara.

— Nadie puede llevarme...

— Puedo pedir el auto prestado. — Insistí. — No tengo ningún problema con apoyarte en todas esas cosas, mi problema es que tu no quieras aceptar mi ayuda. — Daila no dijo nada en ese momento, hasta que por fin soltó un suspiro.

— Voy a pensarlo. Pero te agradezco que seas amable conmigo, eres en verdad un ángel. — Me sonrió, yo desvíe la mirada.


Era muy común de Daila soltar ese tipo de "halagos", si se pudiera decir así. No se porque pero en cierta parte me hacía sentir mejor cuando me decía ese tipo de cosas, al menos yo sentía que mi ayuda si servía de algo.

Y, tal vez yo no podía demostrarle de esa forma mi "aprecio", pero se lo demostraba con ciertas acciones, las palabras no es casi lo mío.


— Ya el viernes son vacaciones. ¿Vas a hacer algo? — Pregunto Daila.

— No lo creo, probablemente me quede aquí mientras me desintegro todo el día en mi cama.

— Wah, que aburrido. — Rodó los ojos.

— ¿Tu harás algo?

— No lo creo, mis abuelos no tienen planeado salir, y bueno, sobre mi madre y su pareja es un no definitivo, así que me quedare aquí también.
Ya me llené.

— Come un poco más ¿si? prometo comprarte unos razzles después de la escuela. — Aunque no lo crean, era mi única forma de convencerla para que comiera un poco más.


Trataba de ser un poco más suave con mis palabras y mi modo de hablar con ella cuando se trataba de la comida, al inicio era un poco forzado, ahorita ya hasta me sale natural el hablarle delicadamente.


— Abre, ahh. — Me acercó su cuchara para que comiera lo que tenía. Abrí mi boca y comí, no se que es lo que hacía ella conmigo para que sacara mi lado "dulce".

Yo termine mi comida y espere hasta que Daila quisiera parar. Terminamos y guardamos las cosas para irnos directo a la escuela.

Le había comentado lo que pasaba a mi mamá, ella me dijo que no la dejara sola en el duelo, y que la apoyara mucho en su recuperación.
Así que mi mamá me ayudaba en hacerle notas para motivarla en su día a día y se las pegaba en cada topper.

Mi madre quería conocerla, de lo que yo le hablaba de ella parecía ya estar fascinada con Daila.

— ¡Adios Ray! — Entró a su escuela mientras se despedía con la mano en alto. Yo copié su acción.
Iba a continuar mi paso hasta que sentí que alguien más empujó por la espalda y caer encima mío.

— ¡Así te quería agarrar! — Era la voz de Emma, maldita castrosa.

— Quítate. — La empuje, rápidamente Norman se acercó a la pelos de zanahoria.

— Ten cuidado Ray. — Norman trato de que Emma se mantuviera de pie mientras que mi amiga parecía que le estaban saliendo pájaros y estrellas al rededor de su cabeza.

— Cuidado mis bolas.

— ¿Quien era ellaa? — Emma alzaba y baja sus cejas queriéndome hacer algún tipo de broma.
— Se parece a la chica de las esculturas. — Se asomó.

— Tal vez porque si es ella, sesos ausentes. — Ambos sacaron un "¡¿Que?!" de su boca.

— Pensé que no la soportabas después de lo de tu yakisoba. — Dijo Norman.

— Es mas soportable que ustedes dos.


Avance mi paso y ellos corrieron detrás mío para que les contara todo, a veces suelen ser muy metiches.

Algo si había deducido.

Prefiero la compañía de Daila.

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