Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

erísimo (símb. adversidad)

[ CAPÍTULO X ]

Su llanto persistió hasta quedarse dormida, acariciaba su cabeza como si fuese la última reliquia del mundo. Su rostro tranquilo en su sueño, en su quietud encontraba consuelo, pues en esta intimidad compartida, no había palabras necesarias, solo el simple hecho de estar.

Podía decir como si un ángel durmiera en mis brazos, lucia tan serena y apacible que no recordaba el pequeño demonio que era por dentro, sin importar eso, la seguía manteniendo en mi pecho. Por comodidad hice que quedáramos acostados, no me quejaba por tener esa cercanía con ella, de alguna forma hacía que mi corazón se apaciguara, a veces latía con rapidez al recordar que tenía a Daila justamente dormida en mi.

Me moví para acomodarla mejor causando que ella se despertara.



— ¿Mmh? — murmuró aletargada buscando mi cara.


Sus ojos achinados y la acción de sus labios fruncidos me dieron un poco de ternura, se veía muy indefensa en ese estado.



— Tranquila sigue durmiendo. Ven. — susurre tomando su cabeza con cuidado para regresarla a mi tórax.



Ella se acomodó un poquito para estar más a gusto, recargue levemente mi mentón sobre su cabeza. Parecíamos dos osos cariñositos, uno pegado al otro, sentía muchas sensaciones raras dentro de mi, pero mi cuerpo no experimentaba nada, de hecho me sentía como si flotara por toda la galaxia láctea, tan confuso que pellizque mi brazo como pude para ver si no era un sueño lúcido.

Para mi suerte no fue así, la tenía conmigo, pese a lo que pasara, estaba junto a ella. La espada clavada en mi estómago no salía por completo, aún tenía mis dudas, dudas que pensaba que si no insistía jamás serían resueltas, sabía cómo era Daila, si por ella fuera inventaría un control remoto para silenciar a cualquiera que le preguntara por este estilo de situaciones. Yo seria el primero en ser silenciado.

En verdad no quería esperar más tiempo en saber, pero por otro lado quería que descansara, eran ya las 12:00am, si ella seguía dormida en mi es porque en serio esta muy cansada. Luchaba internamente en si preguntar o quedarme callado hasta que Daila decidiera hablar del tema. Opte por la segunda opción.




— Daila, —  la moví un poco. — despierta.

— ¿Ya es de día? — talló cuidadosamente sus ojos.

— No, pero hay muchas cajas de razzles esperándote abajo. — mentí. Parecía que se le iluminaron los ojos con tan solo mencionar la "r".

— Ya voy. — se despertó por completo intentando levantarse de la cama, yo la detuve.

— No irás hasta que me digas porque te encontré de esa forma en el parque. — se me quedo viendo, yo me quede viéndolos como un inepto.



Sabía bien lo que hacía, tan así que se arrastró por la cama para escapar, pensé rápido y la tomé de ambos brazos jalándola hasta que su espalda quedara pegada a mi pecho.
Ella forcejeaba con todas sus fuerzas mientras que yo rezaba porque no huyera.



— Ríndete Daila. — hablé con dificultad, todas mis fuerzas las llevaba en tenerla acorralada.

— Me quiero ir Ray, suéltame. — apenas podía hablar.

— No pienso hacerlo. — tuve que envolverla en mis brazos para que parara, sus patadas en la cama se hicieron presentes.

— Créeme que si no me sueltas gritaré. — amenazo.



Ya no soportaba seguir forcejeándola, no sabía que más hacer, estaba cansado, estresado y desesperado. Por mas insomnio que tuviera, mi cuerpo me pedía un reposo severo, Daila me volvía loco de la manera negativa.

Me vi obligado a reposarla en la cama y mantener sus muñecas lado a lado de su cuerpo, obstruyéndole cualquier movimiento, sin querer estaba arriba de ella. Si alguien nos llegaba a ver así se malinterpretaría, lo que no sabían es que era todo lo contrario.


— Ray dejame ya. — no paraba de moverse como una lombriz. Me canse de guardarme las cosas.

— Daila por una puta buena vez hazme caso, ¿que mierda te ha pasado últimamente? — exclame.

— No debería de importarte, a nadie le importa, nadie lo hace.

— Me preocupas. Me has traído como idiota pensando en ti todas los días esperando a saber en donde estas y como estabas. — afloje un poco mi agarre. — Si a nadie le importarás, yo estaría muerto, mételo en tu jodida cabeza. — Daila parecía querer volver a llorar de nuevo



Dubitativa, hizo una mueca al yo estar dándole mi discurso.



— Necesito que me creas que no te juzgaré, ya pasamos por esto una vez, y si volviera a pasar una tercera, cuarta, o hasta una décima vez estaría ahí para ti. Si no te permites ayuda, seguirás en un mismo ciclo.

— No es algo que este en tus manos, mucho menos en las mías. — susurró.

— Pondría hasta mis pies como soporte si se requiere.




Me coloqué al lado suyo, soltándola por completo. Inconscientemente, acaricie una de sus mejillas, después de algunos roces acunó su cara en mi mano. Sentía que tocaba un malvavisco bien esponjoso, eran bastante suaves. No sabía con que estaba pensando, si con la cabeza o con el retraso. Parecía tocar un punto delicado que solamente podía pasar con ella.

Pasaron máximo 5 minutos para que Daila comenzará a hablar. Al principio decía palabras al azar con toda la intención de cambiar el tema, más no lo logro. Poco a poco fue soltando todo lo que la atormentaba por expresar.



— Hubo una pelea en mi casa. — habló con los ojos cerrados disfrutando de mis caricias. — Mi padrastro discutió con mi mamá por algo muy tonto. No puedo ni recordar el porque fue, solo se que lo llevo a algo muy extremo. No se por cuánto tiempo gritaron, como yo me preocupé salí a ver qué pasaba. Mi mamá cuando me vio, gritó que ya no quería volver a verme.



Mi estómago se encogió al oír eso. Jamás creí que una mamá diría algo así; ahora, al escucharlo de Daila y saber que su propia madre lo decía, me destrozaba.



— No sabía a que se refería, me acerqué para quitarle la botella de alcohol que estaba tomando, ella simplemente  la aventó a la pared más cercana. Mi padrastro siguió gritándole y yo le grite devuelta, y pues eso lo hizo enojar mas.
Me dijo "deja de ser tan estúpida y cállate la puta boca". Me enoje, le grite para después ir a mi cuarto. Tome dinero, tu sudadera, y me escape de mi casa.

— Y fue ahí cuando llegaste al parque. — asintió. — ¿Por qué no me llamaste?

— Iba a hacerlo, pero ya era muy de noche, no quería molestar a tus papás ni a ti, ademas no pensaba volver a mi casa al día siguiente. — desvió su mirada evitando la mía.

— ¿Cuánto tiempo estuviste ahí?

— Todo el tiempo que no te hable.

— ¿Dos semanas? — exclamé no tan alto, no podía creerlo. — ¿Estuviste durmiendo en una banca por dos semanas y no tuviste la intención de mandarme mensaje?

— Cuando salí de mi casa, no me di cuenta que tenía descargado el celular. Era comprarme un cargador o sobrevivir.



Trato de hacerlo sonar como algo "chistoso", pero el tono en su voz me daba a entender lo mal que estaba. Reconocía que estaba devastada por dentro, no es una situación fácil de llevar y mucho menos de asimilar.



— ¿Estas bien? — claro que no lo estaba.

— Si, eso ya no importa, estoy bien. Es un berrinche mío nada más.

— Ven aquí.



Abrí mis brazos y, aunque ella parecía desconcertada, me preguntó el motivo de mi gesto. No respondí, simplemente aproximé su figura a la mía. Sentía una necesidad urgente de tenerla cerca, aunque no comprendía completamente el porqué. Ella requería alivio, y, aunque mi apoyo no era el que buscaba fervientemente, estaba dispuesto a brindárselo.

El calor de su cuerpo contra el mío comenzaba a ofrecer una sensación de paz, y su respiración se volvía más regular, menos agitada. En ese abrazo, las preocupaciones del mundo exterior parecían desvanecerse, como si solo existiera el presente compartido entre nosotros. A pesar de la confusión inicial, un entendimiento mutuo emergía sin necesidad de palabras.

Mientras el tiempo seguía su curso, sentí que la distancia que hubo hace semanas entre nosotros se reducía, y un sentido de conexión más profundo empezaba a formarse. Ella, todavía abrazada a mí, comenzó a relajarse, sus tensiones soltándose lentamente. Yo me aferraba a ese instante, sabiendo que la presencia y el apoyo que ofrecía podían ser justo lo que ella necesitaba para encontrar su propio equilibrio.

A medida que el tiempo pasaba, el cuarto se sumía en una penumbra calmada, solo interrumpida por el tenue resplandor de la luna que se filtraba a través de las cortinas. En la quietud, me di cuenta de lo crucial que era para ambos este instante. Aunque mi mente seguía dando vueltas con preguntas y preocupaciones, el simple hecho de estar aquí con Daila, sosteniéndola, me daba una sensación de propósito y alivio.



— Ray.

— Dime.

— ¿Puedo dormir aquí? — señaló mi pecho con su dedo índice.

— Solo cállate y duerme.


No respondió, quedándose en silencio.

Me atreví a acariciar su cabello; disfrutaba ese gesto, lo encontraba reconfortante. Sus hebras entre mis dedos tenían una textura suave y cálida. Su olor se envolvía entre mis fosas nasales, la nostalgia regreso a mi. Eso ya no interesaba, Daila estaba conmigo.

La situación con su familia "interna" parecía deplorable, no me cabía en la cabeza que persona le diría eso a sus hijos. A mamá y papá en la vida se les ocurriría decirme algo así, ahora con Daila, mucho menos probable de pensar que sucedería eso. No lo merecía.

Desde que la conozco, he observado que es una excelente nieta, siempre servicial con su familia. No podría creer que, con las mismas personas que comparten su hogar, no fueran de la misma manera con ella. Todo lo que conforma a una persona es por el cómo ha sido criada la persona desde una temprana edad, entonces Angéle no fue criada así por su madre, o eso creo suponer.

Quería ayudarla, sabía que no podía hacerlo y eso me frustraba. La he ayudado con sus problemas alimenticios y cómo se siente sentimentalmente, pero entrar al tema de su familia es algo imposible para mi, no está dentro de mis posibilidades hacerlo.

El miedo de que se repitieran los patrones me carcomía, no quería que todo volviera a ser un ciclo como lo qué pasó antes, simplemente no podía...

Cerré los ojos con fuerza, esperando que el sueño llegara por sí solo, con la esperanza de que mis pensamientos intrusivos se aquietaran de una vez por todas. Estaba siendo bastante débil, temía que el futuro fuera una copia del pasado.
No puedo permitirlo, si quería ayudar a Daila tengo que ser fuerte, por más que la fobia me atormentara, estropeándolo todo.




— Ray.

— ¿Por qué sigues despierta? Duérmete o te mando a dormir al baño. — dije sin abrir los ojos.

— ¿Puedo decirte algo? — preguntó ignorando mi comentario.

— Si.

— Eres el chico más dulce que conozco. — mi respiración comenzó a acelerarse y mi cuerpo a acalorarse. Había sido algo muy de la nada.

— En verdad traes puro sueño. — conteste. He de admitir que me puso el pecho inquieto .

— Habló en serio, — abrió sus ojos. — no conozco a nadie más que tenga tus lindos sentimientos.

— Mientes.

— Finges ser alguien frió y distante, pero solo lo haces por querer proteger a los demás a tu al rededor. Es tu forma de demostrar que los aprecias. —  expuso.




No se equivocaba, me impresionaba que sabía leerme desde la punta de mis dedos hasta analizar todos los átomos que me conformaban. No me alertaba, tenía la certeza que alguien me conocía aunque yo no revelara nada de mi vida. Daila era esa persona.

Me atreví a plantar un beso corto en su frente, el mismo impulso me hizo hacerlo. No me arrepentía, quería brindarle seguridad; con la intención de hacerle saber que podía buscar refugio en mis brazos cuando lo quisiese.
Estar así me agradaba, algo que nunca me había imaginado, sin embargo sentía que estaba anhelando tener un abrazo así por siempre.

Deseaba que el momento jamás acabara.

De repente mis ojos comenzaron a pesar y mantener la vista se me dificultaba. No tarde mucho para ver todo en negro y quedarme dormido.






Desperté repentinamente, mis ojos no veían legiblemente las cosas, parpadeé unas cuantas veces hasta darme cuenta que aún seguía oscuro. Mis brazos se sentían livianos por una extraña razón, fue hasta que Daila no estaba en la cama. Me paniquie rápidamente levantándome de la cama.

» Mierda, ¿donde esta?

Revisé cada rincón del cuarto sin hallar rastro de Daila, así que salí para buscarla. Inspeccioné la sala y la cocina, pero no había nada. Abrí la puerta principal con precaución y me aseguré de mirar; tampoco la encontré allí. Estaba a punto de salir a buscarla en la calle cuando escuché un sonido en el piso de arriba. Me resultó extraño, así que volví a cerrar la puerta y aceleré hacia mi habitación.

Entré en mi habitación y vi a Daila sentada en el borde de la cama, iluminada por la luz que provenía del baño.



— ¿A donde fuiste? — pregunto adormilada.

— Eso debería preguntarte a ti. — intente disimular mi acelerada respiración debido al susto que me pegó.

— Entre al baño porque ya me andaba. — contesto. No lo había pensado antes, que idiota.

— Bien... — no sabía que más decir, había quedado como un idiota pensando que se escaparía.

— Ya falta poco para que amanezca. — señaló la ventana de mi cuarto.


Me asomé para confirmar que era real. Caminé con calma y me senté a su lado, mientras el cielo pasaba de azul marino a tonos naranjas. Totalmente cierto.



— Cuando no puedo dormir, me siento a observar el amanecer.

— Nunca lo he intentado; solo he visto atardeceres, suelo dormir demasiado como para alcanzar un amanecer. — contestó entre pequeñas risas. — ¿Duermes poco?

— Sufro de insomnio.

— Duermes pocas horas supongo.

— 3 horas.

— Eso debe ser horrible, aunque dormiste más de lo habitual. — me mostró su celular que marcaba la hora. — Son las 6:00 am.



Creía poco posible lo "mucho" que dormí. Las únicas dos veces en las que he dormido más de lo que es de costumbre han sido cuando estoy con Daila. Como si el calor de nuestros cuerpos juntos me arrullara, actuando hasta caer rendido.



— Estaba cansado. — dije.

— Perdón. — se disculpó, negué.

— Tranquila, tú también estabas agotada. — respondí.

— Extrañaba la sensación del colchón. — cambio el tema acariciando mi cama. — Está muy suavecita, es como dormir sobre una nube.

— Muy buen colchón para un idiota que no puede pegar el ojo en la noche. — Daila rio por mi comentario.

— ¿Probaste los tés para dormir?

— He tomado hasta gotas.

— ¿Aún así?

— Si me funcionan, solo que lo suspendo en ocasiones porque no quiero acostumbrarme a tomar hipnóticos. — admití.

— Cierto, pero si termina siendo urgente, tómalas, no es muy sano que duermas una miseria de tiempo.



Me causaba algo de gracia su preocupación sobre mi bienestar, tan irónico de nuestras partes.



— Cuando no puedas dormir, podemos hacer llamada. — se recostó boca arriba.

— Si escucho tu voz tendré menos ganas de dormir.

— Eres malo. — contestó. — Habló en serio, haz hecho mucho por mi, y eso lo aprecio. Tampoco pienses que lo digo porque que te "deba" algo a cambio, lo hago porque me nace hacerlo.

— Voy a pensarlo, tampoco arruines tu horario de sueño por el mío.

— No me pesaría hacerlo.



Claramente no dejaría que hiciera eso por mi, no debería importarle, solo es una cosa estúpida.
No lo merecía.




— Deberías estar descansando, duerme. — ordene.

— Quiero ver el amanecer.

— Lo podrás ver después, ahora debes tomar reposo.

— No quiero. — reprochó.

— Prometo que lo verás en un mejor lugar. Solo si me haces caso. — Daila pareció pensarlo un poco, hasta que accedió.

— Tu ganas.


Tardo poco en quedarse dormida, y yo no pegue un ojo durante todo lo que restaba de la mañana.

Mi mente se mantenía ocupada, impaciente, llevaba mucho tiempo acostumbrado en tener siempre algo en que pensar, más últimamente deseaba que las voces de mi cabeza se silenciaran una vez por todas.

Principalmente pensaba en Daila, estaba más tranquilo al tenerla a mi lado, pero no me despreocupaba por completo. La escuela también era algo que me colmaba la paciencia, este nuevo ciclo que viene sería mi ultimo año escolar, un estrés que lo siento rozando hasta la punta de mi nariz. Solo deseo que este semestre no sea tan pesado...



— No era necesario que me acompañarás aquí. — estábamos frente la casa de los abuelos de Daila.

— No me hagas pensar que no lo es.

— ¿No confías en mi?

— Lo hago, pero conozco tus planes de volver a escabullirte. — Daila rodó los ojos.

— No lo volveré a hacer, el frío afuera es insoportable.


Suspiré.

Jamás terminaría de comprenderla.


— Me voy, asegúrate de comer sopa caliente, no vayas a resfriarte.

— Si, lo haré. — contestó con un ligero tono de enfado.

— Bien, adiós.


No contesto devuelta, por lo que me fui sin decir nada más.

Anoche había sido extraño, era todo lo que se me venía a la mente, no podía evitar pensar en lo que sucedió con ella y la situación.

Lo que si agradecía, era que la tuve conmigo anoche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro