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canto de las olas

[ CAPÍTULO VII ]

Las vacaciones habían iniciado, y mis preocupaciones escolares se esfumaron.
Daila era la más contenta, decía que podía ya descansar y dormir más horas en el día, estoy seguro que podría dormir un día completo sin darse cuenta y sentir que fue una siesta de 3 horas.

Ahora mismo iba en mi bicicleta a la casa de los abuelos de mi amiga, hoy teníamos planeado pasar la tarde en la playa y hacer algo similar a un "picnic" sobre la arena, como ya comenzaba la temporada de calor, pensábamos que sería buena idea, más que nada porque era la temporada donde el atardecer se ponía mucho más colorido de lo que es.

Desde la vez que interactúe por primera vez con Daila, que fue ahí mismo en la playa, había dejado de ir, así que no me desagradaba tanto la idea de ir a pasar un rato.

Abrí la reja del jardín y toque la puerta, no tardó mucho tiempo para que Daila saliera con todo y mochila. Esta vez lucia algo diferente, pues no llevaba su cabello recogido como es de costumbre, pues este estaba completamente suelto, nunca lo había visto de esa forma y jamás supuse que ella tendría su cabello ondulado.


— Si no te apuras, tendremos un lugar del culo en la playa. — dije.

— Ya voy. — rodó los ojos y fue a tomar su bicicleta.

Ambos nos montamos en estas y manejamos hasta la playa. El recorrido no era tan largo, quedaba muy cercas de hecho, así que no nos demoramos más de 10 minutos en llegar.
Si bien eran solo 10 minutos, esos malditos 10 minutos se sintieron como el infierno, todo el sol nos pegaba encima, ya sentía que mi cabeza iba a ponerse como chicharrón, y bueno, Daila parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.

Pero dentro de lo que cabe, llegamos vivos.

No había mucha gente en la playa, lo suponía por este clima horrible, por no decir otra cosa.


— ¿Me apuraste por nada? — Daila giro a verme, no sabía si el rosa de sus mejillas era por el enojo de que no había casi nadie en la playa o por apurarla bajo la exposición de las altas temperaturas del sol.

— Si hubiera habido más gente, estuvieras chillando porque no encontrábamos lugar, niña razzles.— devolví la mirada, ella solo bufo y dejó las cosas en el lugar donde hablamos por primera vez.


Aprovechamos de que al menos en donde nos establecimos había algo de sombra, Daila acomodó una manta algo grande sobre la arena junto con unos mini cojines, yo había traído varías cosas para comer en toda la tarde hasta lo que nos restase del día, y claro, los alimentos frescos los traía en un topper donde se mantuviera su temperatura, no vaya ser que se echaran a perder y nosotros nos diéramos cuenta en media masticada.

Cuando acomodamos todo, le dije que entráramos al mar, por mi parte no aguantaba sentir la piel pegajosa del calor, pero Daila no se veía muy conforme con eso, así para darle más confianza me quite la camiseta que traía y me quede en mis shorts de baño, no se en que ayudaría eso, pero pensé que sería buena idea.

Ella solo se quitó su falda de mezclilla y se dejó la blusa holgada que traía.


— ¿Vas a dejártela puesta? — Pregunte, ella solo soltó un "mjm" dándome a entender que eso haría.


No pregunte más y camine yo primero hasta el mar, ella tardó un poco hasta que minutos después llego a mi lado. Se porque no lo hacía, refiriéndome a lo de su ropa, pero no quería insistirle por ello, si ella no estaba cómoda sin la blusa puesta, no le diría nada mas, prefería que estuviera cómoda a que se sintiera obligada.

¿Me preocupaba? un poco, si, me cuesta entender que yo no podré meterme en su mente y saber lo que realmente pasa con las cosas que ella no me cuenta y son guardadas para ella misma, las emociones que no son vistas al aire y que las mantiene escondidas dentro de un gran baúl mental que está completamente oscuro en su cabeza.

Ambos entramos al mar, la brisa marina jugaba con nuestro cabello, el contacto con el agua es como una caricia revitalizante, el frío de las olas se mezclaban con el calor del sol, creando una sensación de equilibrio perfecto.

Se nos ocurrió la gran idea de hacer competencias de quien le lanzaba más agua a quien para eliminar el frío que comenzaba a sentirse por la falta de movimiento y por lo fresco del agua, y, aunque estuviera haciendo un calor del culo, el agua estaba más fría que la Antártida. Yo fui el primero en dar el primer ataque, ella me siguió hasta que ambos nos encontrábamos rotundamente mojados, tuvimos que terminar porque ya había ganador, después de casi 5 rondas de competencias de agua, me era imposible creer que ella me había ganado.

Páramos un rato, nos habíamos cansado, así que nos regresamos un poco a la orilla del mar, yo me senté sobre la arena mientras me llegaban ligeras olas de mar a mi pecho, Daila estaba flotando boca arriba mientras hablaba, yo no sabía cómo no se estaba ahogando, todavía.


— Yo digo que debería ser legal adoptar un manatí si se te llega a acercar, así el no moriría por estar depresivo porque le di afecto. — Daila estaba con una discusión interna de que quería adoptar un manatí solo porque lo había visto en la tele hace unos días.

— Si te meten a la cárcel por adoptar un manatí ilegalmente, yo no me opondría a tu sentencia.

— Y yo que pensaba que cuidaríamos juntos del manatí... — ahora que lo decía así, no me disgustaba la idea.

— Está bien, solo que tú te encargas de la comida.

— Y tu te pones por mi si nos descubre la policía. — Daila se levanto.

— Ni por una mier... — no pude terminar porque una mega ola me revolcó, ahora entendía porque se había levantado, se iba a arrepentir. Ella comenzó a burlarse, yo me levante y trate de aventarla al agua, pero ella se aferró a mi y caímos juntos.


Algo que en si me causaba ¿gracia? era que ella no se quejaba de las bromas o burlas que yo le hacía, bueno, de vez en cuando se quejaba, pero la mayoría de veces me seguía el juego, cosa que no podría hacer con Emma y no mucho con Norman. Era algo que me agradaba de pasar más tiempo con ella, yo podía ser sarcástico con Daila y ella me la regresaba hasta a veces el doble de peor.

Cuando ambos caímos, mis reflejos hicieron que la sujetara por la cintura para acercarla más a mi y así no recibiera un golpe tan fuerte, yo rápido la ayude a levantarse, sin despegarme de ella, parecía un poco incómoda, hasta que me percaté que mis manos seguían sobre su cintura y rápidamente las quite.

Cuando sentí contacto con esta, se sentía muy diminuta, no quería cuestionarme si era porque ella había vuelto a dejar la comida o expulsaba esta misma, seguramente así sea su estructura corporal, quería creer que no era lo primero que pensé, pero el cómo reaccionó me saco de trance. Podía entender que a ella le incomodó porque no soy alguien que demuestra afecto físico con ella en general, ella es la que siempre lo hace, no niego que yo sea una persona que pueda abrazar a alguien si siento la necesidad de hacerlo, solo que, me cuesta ser así con los demás, con todo el mundo, puede que hasta a veces con mi familia.

Mi única respuesta fue mi silencio y guardé cualquier pregunta que quisiese salir de mi boca.

Ninguno de los dos dijimos nada.

Se había vuelto pesado el ambiente, pues era algo obvio que ella estaba inconforme por lo qué pasó, y yo no quería hacerla sentir de esa forma, ¡pero tampoco era mi culpa! lo último que quería que pensara, o más bien, lo que menos quería que se le cruzara a la mente, era que yo quería propasarme con ella, no sabía que hacer ni mucho menos que decir, no sabía si sería lo mejor preguntarle si lo que había hecho fue algo malo, o callarme la maldita boca hasta que ella quisiera hablar.

Para romper el momento "pesado", le señale con mi cabeza el lugar donde estaban nuestras cosas para ver si ella quería regresar, ella pareció entender a lo que me refería y solo asintió una vez, caminamos a paso rápido hasta la orilla del mar debido a que el frío ya golpeaba en nuestra piel.

Llegamos a nuestro pequeño "picnic" para tomar nuestras toallas y secarnos. Ella se sentó sobre la manta algo cansada, dude en sentarme, podía estar parado y fingir que estaba viendo como pasaban las garzas y ver cómo una de ellas le cagaban la cabeza a un hombre, o fingir observar a lo lejos los grandes barcos que cruzaban por la zona, o, simplemente sentarme, así que, eso hice.
Trate de ponerme cómodo y aparentar que no había unas conchas de mar debajo de la manta que me estaban picoteando el culo, pero como era tan bueno disimulando, Daila no se percató de ello.

Gire a verla y la observé por un buen rato, ella estaba hecha bolita con su toalla debido al frío.

A veces duraba tiempo analizándola, veía aquellos moretes que aparecían en sus brazos y piernas, su piel aún lucia un poco "enferma" pero no era la misma que hace 1 mes, era obvio que se notaba cambios, tal vez no muchos, pero mantenía mi mente en paz porque veía la mínima mejora en ella. Aquellas manchas oscuras debajo de sus ojos se fueron desvaneciendo con las semanas, aún se veía un poco de la mierda, pero ya no se miraba como una muerte viviente.

Mis ojos recorrieron su cabellera medio larga, aun se lograban divisar sus ondas que estaban muy marcadas en este, vi como recuperó un poco más de brillo y sin signos de quiebre, aunque nunca había visto su cabellera suelta antes, podía notarse el desgaste que tenía su cabello en ese tiempo y lo débil que era.

— No te ataste tu cabello.

— ¿Mmh? — giro a verme. — ah, — se acomodó un poco más cercas a mi. — últimamente me he querido cuidar mas mi cabello y darle forma, también, desde tus comidas, mi cabello a mejorado un poquito, así que me sentí con la confianza de poder soltarlo al menos por hoy.— sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas, yo asentí. — Uh, cierto, — saco de su mochila una computadora. — descargue varias películas para verlas juntos, hay que escoger una.

Se acosto boca abajo mientras me mostraba que opciones de películas podíamos ver, yo saque algo de comida mientras comenzaba la película, y claro, saque una caja de razzles que había comprado para Daila.

Ella ya comía un poco más que antes sin siquiera yo pedírselo, aunque también trataba de darle comidas que le dieran un poco más de confianza y ella parecía un poco más cómoda con eso. Me hacía sentir bien cuando ella halagaba mis "dotes culinarios" por cada receta nueva que veia en internet y la intentaba, o que solamente yo mismo inventaba, con simplemente ver que ella poco a poco sacaba una sonrisa mientras comía y no muecas por ello, me llenaba de satisfacción, en verdad quería que ella mejorara.

Ya íbamos por la mitad de la película y Daila parecía estar fascinada, pues estaba más que enamorada del personaje que salió en la película titulada "mujercitas" , que claramente ella escogió. A decir verdad, me pareció mejor esta, ya había leído el libro antes y aceptaba que era muy bueno, era mejor que ver mamma mia y lo voy a seguir repitiendo.

De pronto, llegamos a la escena donde Laurie va detrás de Jo declarándole su amor, probablemente por fuera podía estar con la expresión más seria e indiferente de la vida, pero por dentro se sentía como una gran patada en los gemelos, sin duda era peor ver la escena de manera visual que escrita, ver el como el aun volteaba con esperanza cuando que Jo lo llamaba de nuevo, esperando que al final fuera aceptado y dijera un "yo también" como respuesta, me aterrorizaba.
Sin duda, por eso prefería no tener pareja.

No tenía porque identificarme o creer que esto me pudiera llegar a pasar, a cualquiera pudiera sucederle, pero, a mi no, ¿verdad?
No se ni porque le tomo la importancia a esto.

Daila parecía querer arrancar la pantalla de su computadora y meterse en ella, mientras pasaban las escenas donde ahora Laurie estaba con Amy en Francia, Daila parecía querer quemarse viva.
Yo creo que ella era mas del equipo Laurie y Jo, yo comenzaba a pensar al revés.

Cuando termino la película, bajo la pantalla de su computadora con algo de indignación, su pareja de romance fallido no había podido ser formada por más que ella quisiese.

— La peor película de terror que he visto en la vida. — tomó su cabeza con ambas manos para reposarla.

— Tampoco es mala película.

— No lo es, pero me duele que no hayan terminado juntos. — seguía en su misma posición, acostada boca abajo y recargando su cabeza. — No voy a negar que lo de Amy y Laurie era amor puro, pero, me es imposible superar lo de los otros dos.

— Jo parecía que sólo quería sentirse amada, más no querer amar. — dije, era cierto, ella no lo amo de la misma manera.

— Lo se, pero en verdad es horrible cuando te toca el papel de Laurie.


Espera... eso fue algo muy, ¿personal? parecía como si ella misma se relacionó con el papel.

Ahora que me ponía a pensar, ella ya había hablado antes sobre qué había tenido un vínculo amoroso en el pasado, claro, Laurie y Jo era todo menos una relación romántica, pero se entiende. Las dudas se iban formando en fila por mi cabeza, desde la primera y única vez que menciono eso, no tuve la intención de preguntar, tampoco es como si me importase tanto saber, pero si me daba una pizca de curiosidad a qué era lo que se refería.

Seguía sin moverse de su lugar, yo esperaba que volteara y me contara todo hasta que su boca se cansara de lo tan pericia que es, mas lo que yo esperaba que hiciera jamás pasó, se quedó completamente callada, se hizo a mostrar que ella no iba a soltar ninguna palabra, y no sabía si preguntarle le haría cambiar de opinión.

"Es horrible cuando te toca el papel de Laurie"

¿Lo ha sido antes?

Me saco de trance cuando ella ya estaba sentada a un lado mío mirándome fijamente, no sabía que era lo que ella quería así que solo fruncí el ceño como señal de confusión, más lo que me saco más de trance fue cuando tomo mi brazo y trato de levantarme. Faltaban 5 minutos para las 6:00pm, el canturrear de los pájaros sonaba por todo el lugar, el leve movimiento de la brisa que impactaba en nuestra piel, las olas del mar que iban aumentando poco a poco su intensidad, era hora del atardecer.

Daila me llevo hasta la orilla del mar y giro a ver lo que había al frente nuestro, el mar, reflejo de este show, parecía ser un lienzo detallado con cierta delicadeza, los tonos más cálidos encontrados estaban pintados ahí, era como si ver a un pintor dándole pinceladas al cielo, sin duda era el mejor espectáculo que la misma naturaleza te podía preparar.

Voltee a verla y ella ya estaba mirándome, iba a evitar su mirada sino fuera porque me brindó una de sus sonrisas, una sonrisa que fue combinada con la luz de la pintura viviente llamada como atardecer, su cabello flotando levemente por movimiento del aire, la poca arena seca que estaba pegada a su mejilla, sus ojos iluminando el cielo y su piel levemente teñida gracias a la iluminación de este, hizo que mi estómago sintiera una leve punzada y mi trasero comenzará a picarme.

Paralizado por no saber que hacer, me guío caminando hasta el mar, con pasos cuidadosos para no enterrarnos alguna concha o pisar tal vez un cangrejo, paramos hasta que el agua llegara arriba de las rodillas.


— Es como ver una conversación pintada de colores. — dijo Daila mirando al mar, yo la miré confundido, podía a veces decir cosas algo incoherentes.

— ¿A que te refieres?

— Si, es como si fuese un íntimo diálogo ancestral entre el sol y el mar, un diálogo que parece convertirse en un poema cósmico que solo los que se detienen a mirar lo pueden comprender.
Es un momento efímero, el se convierte en una canción donde puedes detenerte a ver el silencio entre colores. — en ningún momento volteó a verme mientras hablaba, yo en ningún momento aparte mi mirada sobre ella. — Dicen que hablar con el mar ayuda a tranquilizar el alma, cuando se me da la oportunidad, vengo y hablo con el a esta hora, puedo hablar por horas y todo aquello que conté se lo lleva el atardecer hasta que anochece. A veces uno necesita poder sacar todo sin la necesidad de que alguien más lo escuche.


Ella podía darle significado a cualquier cosa que se le tope en su camino, pero esto, esto era algo más íntimo, dentro de lo que cabe, pensaba igual que ella pero no de la misma manera, si, podía venir a relajarme un rato y escuchar por horas el sonido de las olas golpeando con la arena, podía leer relajado sobre la misma gran piedra, o simplemente disfrutar de mi soledad, más no hablaba con la gran masa de agua salada que siempre estaba ahí cuando venía.

No tenía duda de que la mente de Daila era un completo lago de misterios, y me daba cuenta cada vez que pasaba más tiempo con ella. Una parte de mi quería saber más, me intrigaba conocer el porque le daba razón a cualquier cosa que pasara, quisiera saber que es lo que ella piensa, ver en su mente que clase de cosas rondaban por esta, quisiera conocer un poco mejor a Daila.

La única vez que ella se abrió conmigo fue cuando entré a su baño y descubrí aquellas pastillas, desde ahí, jamás volvió a expresarse de esa manera conmigo, no la culpo, tampoco soy alguien que pueda expresar lo que siente tan fácil, dentro de mi quisiese hacerlo, pero me cuesta y mucho. Me costaba querer preguntarle qué es lo que ella platicaba cuando viene sola.

No soy de la idea de que siempre una segunda mano es mejor que una, al menos no en mi caso, podía lidiar yo mismo con mis propios problemas y líos mentales, pero se que Daila era otro caso, su TCA me preocupaba y todo lo que ella estuviese pasando, puede que yo esté pensando que todo está mejorando con ella, pero, ¿que si en realidad no es así? quería que alguien le diese esa segunda mano que ella necesitaba, aunque yo no fuese ese alguien.

No creía ser capaz, tenía miedo, temía por no saber cómo ayudarla, he estado viviendo todo este mes con esa angustia, no quería lastimarla por alguna acción o palabra que saliese de mi boca, no quería que eso me consumiera, pero, tampoco me alejaría de ella.


— Si te termina cansando contarle tus conjuros al mar, puedes decirme todo lo que no dices a mi, al menos yo te responderé si así lo quieres. — hablé por fin, ella giró a verme, podía al menos ver que mis palabras habían dado un efecto positivo en ella porque soltó una sonrisa.

— Tu eres el único con el que me siento bien, Ray.


Mi cabeza decía que era buena persona, mi intuición sabía que lo era, tal vez, no me equivoqué en seguirle la plática ese día que hablamos por primera vez...


— Mis papás preguntan mucho por ti, quieren saber quien eres y conocerte, — cambie el tema, los momentos reconfortantes me ponían nervioso y no sabía cómo actuar. — mi mamá me dijo que estás invitada mañana al sábado de cocina...

— ¿Sábado de cocina? — levantó una ceja mientras seguía su sonrisa intacta.

— Digamos que mi mamá y yo tenemos una dinámica, cada sábado hacemos un postre para pasar tiempo como "madre e hijo", o así lo llama ella.

— Vaya, si que eres hijo de mami. — río leve.

— ¿Aceptas o no? mi mamá por alguna extraña razón parece ser que ya le agradas.

— ¿Acaso le haz hablado de mi? — se acercó un poco más a mi intentando bromear, o probablemente queriéndome poner nervioso, pero es tan tonta que no le sale.

— ¿Tienes algún problema que hable de ti con mi mamá? — ahora el que se acercó fui yo, agachándome un poco para quedar a su altura y poder ver bien su cara, Daila se giró a otro lado donde no pudiera verla. — vaya, entonces seguiré hablando de ti con mi mamá si así lo quieres.
— cuando por fin se rindió, giró a verme de nuevo.

— Acepto, solo especifícame a qué hora y en donde y ahí mismo estaré mañana.

— Puedo pasar por ti mañana a tu casa, solo necesito que estes lista a las 5:00pm. — ella asintió contenta.


De repente sentí que me empujó, terminé mojado completamente de nuevo, yo la regañé y ella solo reía, por fin mi ropa estaba seca y la loca por los razzles se le ocurre mojarme, así que yo no me moleste por hacer lo mismo.

Pensando que eso la haría enojar, fue todo lo contrario cuando ella comenzó a reírse, soltaba carcajadas como loca, pero eso no me fastidió, y, por primera y rara vez, reí junto con ella.

Me sentía en paz, era algo raro, ella podía hacerme sentir de esa forma, solo ella.

No salimos del mar en todo ese rato, solo hasta que anocheció, rápidamente regresamos a la superficie por nuestras cosas, Daila estaba muy tranquila hasta que reviso las notificaciones de su celular, fue ahí que se apuró en guardar las cosas que ella había traído.


— Carajo... — susurro cuando busco algo en su mochila. — no, no no.

— ¿Pasa algo? — deje mis cosas a un lado para acercarme a ella.

— Pensé que había traído un suéter como cambio extra, me van a matar...

— Espérame. — busque entre mis cosas a ver si no traía algo extra, fue hasta que saqué un suéter gris que usaba para el colegio. — Ten.

— No es necesario, — negó con sus manos. — puedo decir que me caí a un charco de agua.

— ¿Y con la falda seca? que lista, niña razzles, póntela, no voy a mirar.

— Gracias. — miro el suéter para después verme, esperando a que me volteara, yo rápido me giré.


No tardó mucho para quitárselo y ponérselo, ya cuando lo traía puesto, me di cuenta de lo gigante que le quedaba, si de por si era un poco holgado para mi, a ella le colgaban las mangas hasta por los suelos.

Ya cuando todo estaba listo, tomamos nuestras bicis y manejamos hasta la casa de Daila porque ya la esperaban.

El regreso fue callado pero no era un silencio molesto, no sabía si decir algo o esperar hasta que ella quisiera hablar, pero como vi que estaba muy cómoda viendo el cielo, no dije nada.
El recorrido a su casa fue muy rápido, puesto que no había carros merodeando por las calles.

Cuando llegamos a su casa, Daila se asomó a lo lejos, suponía que era para ver si había gente en su casa, lo cual era así, por lo tanto dejo lo más rápido que pudo su bicicleta y regreso algo nerviosa conmigo.


— Me tengo que ir, Ray, me gusto mucho este día, gracias, oh y también gracias por el suéter, prometo dártelo mañana.

— No hay problema, no lo uso mucho,— mentía. — me lo puedes regresar luego.

— Está bien... nos vemos mañana. — se despidió de mi, yo me despedí con mi mano y comencé a caminar. — ¡Por cierto! checa tu celular cuando llegues a tu casa. — voltee de nuevo, ella señaló su celular y yo asentí.


Decidí caminar en vez de andar en mi bici, no me quedaba muy lejos así que preferí caminar un rato. Me gustaba caminar de noche, aunque a veces prefería no hacerlo porque si me daba el pendiente de que me saliera algún borracho con una botella de cristal medio rota, pero tenía fe que no pasaría eso.

Llegue a mi casa, no vi a mis padres en el piso de abajo así que supuse que estaban ya en su habitación, yo subí las escaleras para llegar a la mía, no antes de acomodar las cosas que había llevado a la playa. Deje mi mochila en la silla de mi escritorio y me tumbe a la cama, sinceramente había sido un día cansado, más no aburrido.

No me había dado cuenta que me estaba quedando dormido sino fuera por la notificación que llego de mi celular, yo cheque quien pudiera ser y me acorde que Daila me iba a mandar algo, encendí mi celular y entré a su chat.

Era todo y nada menos que una foto mía de espaldas viendo el mar, pero parecía ser tomada con una de esas cámaras digitales, efectivamente, Daila tomaba muy buenas fotos, luego recordé cuando ella había tardado en llegar al mar justo al llegar a la playa, fue justo ahí cuando la tomo.

Apague mi celular y tape mis ojos con mi antebrazo, estaba muy cansado.

Sonreí en mis adentros al pensar todo lo qué pasó el día de hoy, podía confirmar que Daila me hacía sentir más cómodo que mi propia familia.






¡Hola gente linda! espero se encuentren de la mejor manera posible.

Se que nunca escribo algo como "notas extras" al final de los capítulos, pero me había surgido una duda para ustedes y espero puedan contestarla.

¿Qué les están pareciendo los capítulos?

Me gustaría saber que es lo que ustedes piensan del fanfic y el cómo estoy desarrollando los capítulos, también me gustaría saber si les gusta cómo está estructurado el personaje de Daila, o los personajes en general que yo he creado para esta historia en específico, en que puedo mejorar, si les incomoda algo sobre mi escritura, lo que sea.

Yo estaría encantada de que me dijeran los puntos que debería de tomar mas en cuenta o en resolver sus dudas.

Bueno, era todo lo que quería decirles, además de que quería desearles un bonito fin de semana, tomen mucha agua y recuerden que son personas indispensables 💓, cuídense mucho y vivan su vida con plena paz.

¡Adiós lectores!

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