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Capítulo 41

Una de las cosas aprendidas cuando se unió a los Cocodrilos y comenzó a andar con Jungkook, fue que no se podía confiar en nadie. Incluso antes de comenzar a descubrir todos los engaños de su agencia, Taehyung comenzó a entenderlo, a interiorizarlo. Sin embargo, también descubrió una extraña lealtad, en donde los delincuentes eran más amigos y leales que aquellos de cuellos blancos que juraban acompañarlo hasta el final, aquellos encargados de mantener en orden al país.

Era gracioso, pero los asquerosos delincuentes que tanto señalaban podían llegar a tener más códigos y conductas entrañables que aquellos que los encerraban. Se lo había repetido miles de veces antes, pero cada vez que se encontraba en una situación similar, volvía a recordar las palabras de Jungkook y las suyas propias. Tuvo que aprenderlo de la peor manera, todavía seguía sobreviviendo a los estragos que todos los engaños de la agencia tuvieron lugar en su vida.

No lo iba a maquillar, sabía que no todos eran iguales, pero confirmaba que no existía un blanco y un negro absoluto, ni siquiera un gris intermedio. Esa era tal vez la razón por la cual estaba controlando todos sus instintos para no acabar con una vida que había salvado la suya tantas veces. Necesitaba conocer todos los lados de la moneda antes de lanzarla al aire.

Desviando por segundos su mirada de los ojos de Jimin a su brazo, llevó una de sus manos a la zona cicatrizada y apretó, haciéndole sentir dolor al rubio que gritó. Porque parecía estar sanado, pero todavía dolía terriblemente en esa zona, como si se hubiera quedado sensibilizada y, frente a cualquier impacto o presión, mascullaba de dolor antes de sentir como se le adormecía por completo durante minutos.

— Younghee me comentó de tu famoso chip, llevabas uno como el mío, pero eras simplemente un agente que colaboraba estrechamente con la policía. No tenías el rango suficiente para llevar uno así.

Mencionaba Taehyung, exponiendo las cosas pensadas la noche anterior. Se reiteraba a sí mismo que esa era la única razón por la cual no mató a Jimin inmediatamente y todavía tenía dudas. Cuando fue a aquella reunión con Bogum, la misma en donde se reunió con su padre y el resto de sus aliados, Taehyung había podido echar un vistazo a la habitación casi secreta que allí había. Gracias a los besos de Bogum, él pudo ver una fotografía en donde aparecían Hyunjin, Bogum, su padre y otro joven al que no se le veía el rostro, pues estaba volteado y Hyunjin reía intentando hacerlo mirar hacia la cámara.

— Sin embargo, eres el hermano del director general del Servicio Nacional de Inteligencia de este país y también de Hyunjin. Tú, el nieto de uno de los pasados presidentes, eres hijo de Park Jiseok, eres muchas cosas, Park Jimin, pero de igual forma recibiste un chip con el cual te podían matar casi al instante si lo hubiesen colocado en una zona más vital.

Los ojos de Jimin, por alguna extraña razón, se estaban cristalizando. Quizás porque estaba irrevocablemente enamorado de Namjoon, nunca amó a alguien de ese modo, pero también quiso a Taehyung durante muchos años. Fue su primer amor y hombre, su primera vez y almacenó un sentimiento que no era simplemente platónico. Logró aceptarlo como un amigo, verlo como un amigo, mismo si a veces se perdía en sus sonrisas o sentía algo lindo en el pecho mientras lo observaba. Tal vez, porque cuando de verdad lo creyó muerto, sintió un vacío que no sabía cómo sería capaz de llenar y que, de no ser por Namjoon, no hubiera tenido la fuerza suficiente para levantarse y seguir. Lloraba porque odiaba el hecho de ser contemplado de esa forma por Taehyung, con tanto odio y dolor.

— H-Hablaré, Taehyung, te lo contaré todo. — Logró decir, pero el pelirrojo seguía cortando su suministro de aire y estaba comenzando a ver borroso. — T-Tae...

Taehyung vio como sus ojos se cerraban y su cuerpo se desplomaba. Lo contempló en el suelo, mas todo lo que hizo fue relamer sus labios, peinar su cabello con los dedos y arrastrar una silla para sentarse a esperar hasta que volviera a dar en sí.

+++

Había gritos, era su madre la que se encontraba gritando esa mañana. Escuchaba los reclamos a su padre, pero no podía saber qué era exactamente lo que le estaba reclamando. Obviamente, quedarse en su habitación era la decisión más acertada, pero Jimin decidió bajarse de su gigantesca cama y caminar despacio por una habitación igual de enorme hasta llegar a la puerta. Con pies descalzos y con sumo cuidado, el niño de ocho años abrió la puerta y caminó por el pasillo hasta la baranda de la escalera.

Allí, mirando hacia abajo, pudo notar a un niño mayor que él que permanecía parado a un lado del salón mientras su padre observaba a su madre en silencio y ella gritaba casi enloquecida. Jimin tenía un poco de miedo, cuando su padre se molestaba, podía llegar a ser muy agresivo, aunque nunca con él, nunca con su mamá. Lo vio ser malo con algunos empleados, hombres que iban y venían de la casa, también lo vio ser malo días atrás con una señora que se acercó a ellos mientras su padre y él se tomaban fotos como cada año para renovar la fotografía del salón principal.

Esa mujer, su nana, era una presencia constante en su vida, aunque nunca recibió el mismo nivel de atención que su hermano, aquel niño que ahora lo observaba en silencio. La ausencia de la nana en su hogar había sido notable durante meses, aunque en retrospectiva, le permitió compartir más momentos con sus padres. Sin embargo, si hubiera tenido la perspicacia para analizar la situación, habría notado un cambio significativo en el ambiente familiar tras la partida de su nana. Las tensiones y discusiones parecieron desvanecerse, y sus padres se mostraron más afectuosos entre sí. Aunque su madre comprendía la razón detrás de esa transformación, para Jimin, aún demasiado joven para entender, el significado escapaba a su alcance.

— Te advertí que esto sería una mala idea. Te perdoné que cometieras un error con una mujer que casi podría ser tu hija antes de que nos casáramos, he sido lo suficientemente buena como para permitir que tu bastardo viva bajo el mismo techo que mi hijo. Te lo recalqué el día de nuestra boda después de aceptar retomar nuestro compromiso, Park. Frente al mundo sería su madre, pero él no es mi hijo y definitivamente no tendrá los mismos derechos que Jimin. — Jimin miraba a su madre llorar, no le gustaba, pero no podía hacer nada para impedirlo.

— Eso lo tenemos claro, tú eres mi esposa, amor, Jimin es y siempre será mi único heredero, pero Bogum también es mi hijo. — Respondía su padre, intentando eliminar la distancia entre él y su legítima esposa.

— Perfecto, entonces haz que ella se vaya, no quiero verla a ella ni a sus hijos. ¿Es en serio, Jiseok? ¿Otro más? — Sus palabras fueron acompañadas por el llanto de un bebé. — No pienso soportar esto, sale ella o salgo yo. No me voy a convertir en la madre adoptiva de todos los hijos que pienses tener por ahí.

No fue hasta ese momento que Jimin notó que, detrás de su madre, su nana estaba de regreso en su casa después de mucho tiempo y, en sus manos, había un bebé recién nacido. A pesar de que Jimin ignoraba lo sucedido, su padre había encolerizado días atrás cuando la mujer regresó a sus vidas con un hijo que su padre había dado por perdido. Le había pagado todos los gastos para que tuviese un aborto fuera del país, pero ella había regresado meses después con un niño en brazo, exigiendo que se hiciera cargo.

Bogum estaba molesto por el regreso de su madre junto a ese niño, era evidente por la forma en que empuñaba sus manos, algo que siempre hacía cuando comenzaba a pelear con él. Sin embargo, Jimin estaba acostumbrado a eso, al mal genio de su hermano y la distancia que siempre mantenía, la competitividad frente a su padre buscando recibir siempre los elogios. No era algo que le inquietaba demasiado. Su única preocupación era su madre y esa tristeza que seguía enmasillando su rostro

— Esta será la última vez, mujer. Lo prometo, no volveré a cometer semejante desliz. — La madre de Jimin hizo caso omiso a sus palabras, sabía perfectamente que su esposo seguiría teniendo sexo con otras mujeres y estaba bien con eso siempre que no la molestase a ella, mientras pudiera vivir su vida tranquila. — Ella se irá de la casa, se mantendrá alejada de esta familia.

— Como si eso significara que no te enredarás con cualquier otra mujer que te permita o a la cual le pintes una fantasía inalcanzable, — susurró con resignación mientras dirigía su mirada hacia Jimin. Había notado su presencia y no quería extender más aquello frente a su hijo. — Me di cuenta de esa ilusión mucho antes de nuestro matrimonio, gracias al nacimiento de Bogum. Entendí que la única persona que realmente amas eres tú mismo. Amas el poder, el control, pero no a nosotros, esto es un acuerdo que pienso seguir respetando siempre y cuando cumplas tus promesas, — añadió con pesar, cerrando los ojos por un instante antes de volverse hacia la otra mujer. — Los hijos se quedan. Pueden llevar tu apellido, siempre y cuando su verdadera procedencia se mantenga en secreto. No quiero que afecte mi reputación. Por ende, no serán tus hijos biológicos, sino, adoptados. Esto será útil en caso de que alguien descubra en el futuro que no soy la madre biológica, — concluyó con firmeza, su voz resonando con una determinación que no admitía réplica.

— Como tú digas. — Hizo una vez más el intento de acariciar a su esposa, mas la señora ParK rehuyó a su tacto. — Ve a preparar a nuestro hijo para la escuela, lo llevarán pronto. Bogum regresará al internado después de despedirse de su madre. — Su esposa asintió, encaminándose hacia la planta alta en donde Jimin seguía observando.

— Vamos, tesoro, mamá va a ayudarte a preparar para ir a la escuela. — Jimin asintió, disfrutando de la caricia que su progenitora le ofrecía en la cabeza. — Mamá soportará por ti, no te dejaré solo en este nido de víboras.

Como cada vez, su mamá lo ayudó a prepararse para ir al colegio, ajustando su uniforme con cuidado y peinando su cabello con ternura. Lo acompañó hacia el vehículo que lo llevaría y, con una sonrisa que le fue devuelta, besó al menor en la frente.

Esa tarde, mientras esperaba a que lo fuesen a recoger para regresar a casa, Jimin se encontraba jugando con un grupo de niños, riendo y correteando alrededor. Emocionado, se unió a ellos en una carrera improvisada, pero tropezó y cayó de bruces sobre el césped.

Una joven que por ahí pasaba se acercó rápidamente, preocupada, ayudándolo a ponerse de pie. Con manos hábiles, anudó los cordones de sus zapatos y le dio una sonrisa tranquilizadora.

— Ten cuidado, pequeño, — le advirtió con suavidad. — Podrías lastimarte. — Jimin miró a la mujer con curiosidad, notando una sonrisa muy similar a la que le hubiese dado su propia madre.

— Gracias, — murmuró con timidez, sintiendo el calor de la gratitud llenar su pecho.

— Mi rayito de sol debe tener tu edad. — Los ojos de la mujer estaban llorosos, todavía seguía sosteniendo los zapatos de Jimin. — Es lindo ver a un niño siendo tan feliz.

La mujer le devolvió la sonrisa y, sin más se alejó, dirigiéndose hacia el asistente de su padre que recién se bajaba de un auto. Jimin la observó con fascinación, preguntándose quién era esa mujer que se preocupaba por él como si fuera su propio hijo, y se sintió reconfortado por su bondad. Sin embargo, como niño al fin, en cuanto comenzó a jugar nuevamente se olvidó completamente de ella.

Días más tarde, cuando Bogum y él estaban en la oficina de su padre, volvió a ver a esa mujer. El ambiente en la oficina de Park se volvió tenso de repente cuando el jefe de seguridad irrumpió, su rostro pálido y sudoroso, anunciando la falla en la seguridad. Bogum se tensó junto a Jimin, su mirada buscando la de su padre con preocupación mientras el hombre de negocios se esforzaba por mantener la calma.

— No pudimos detenerla, señor, — informó el jefe de seguridad, su voz temblorosa. — Lo lamentamos mucho, señor. — Había terror en la voz del hombre que se inclinaba a modo de disculpa frente al padre de Jimin — Pero parece que no está armada.

Park frunció el ceño, sus ojos oscureciéndose con preocupación mientras miraba a Jimin y a Bogum, deseando que no estuvieran presentes en ese momento crítico. No quería que esa mujer viera a Jimin, no quería que se desatara un caos delante de sus hijos.

— Está bien, déjame encargarme de esto, — espetó con firmeza, tratando de ocultar su nerviosismo. — Retiren a los niños de la oficina.

Bogum y Jimin intercambiaron miradas, confundidos por la repentina agitación. Sin decir una palabra, obedecieron y salieron de la oficina, pero no antes de que Jimin viera a la mujer tomar asiento junto a un niño que lo miraba con curiosidad desde el otro lado de la habitación.

— ¿Qué haces aquí, Kim Yoori?

La mujer que había irrumpido en la oficina miraba en todas las direcciones, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras el miedo y la angustia la consumían. Había huido de su casa con Taehyung, su pequeño rayo de esperanza. Ese día optó por irlo a recoger a la escuela y desaparecer antes de que su madre llegara a recogerlo. Había planeado hacer lo mismo con Seokjin, su hermano. No obstante, cuando llegó a la escuela de Seokjin, su padre se le había adelantado, recogiéndolo antes de que ella pudiera actuar.

En un acto egoísta y desesperado, había decidido aprovechar la oportunidad para escapar con Taehyung, prometiéndose a sí misma que encontraría la manera de liberar a Seokjin de ese infierno también.

— Park Jiseok, por favor, — suplicó Yoori, su voz temblorosa mientras sostenía a Taehyung con fuerza. — Te lo ruego, como prometiste, ayúdame. No puedo soportar más tiempo en esa casa. Tengo miedo por mí y por los niños.

Los ojos de la joven de veintidós años brillaban con lágrimas contenidas, su cuerpo temblando con la tensión acumulada de años de abuso y opresión. Sabía que no podía enfrentar sola la monstruosidad que había engullido su vida, y se aferraba a la esperanza de que Seojin cumpliera con su promesa, que le brindara la ayuda que tanto necesitaba.

— No es bueno que el niño te vea así. — Musitó Jiseok, haciendo una seña para que uno de sus hombres entrara por Taehyung. Ella se levantó súbitamente para impedirlo, pero una suave caricia en su mano le hizo confiar. — Estará bien. Jugará junto a los otros niños de mis socios. No creo que él deba ver a su hermana así, ¿verdad?

Yoori lo dudó por breves segundos, mas asintió y le regaló una sonrisa tierna a su hijo para que fuera con el otro hombre.

— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Sabes lo peligroso que es que se sepa que nos conocemos y que te estoy ayudando? Estoy saltándome muchos protocolos de la agencia, estás poniendo a tu hijo en peligro. Deberías confiar en ellos.

— Lo hago, confío, pero siguen pidiéndome paciencia. Ya Taehyung tiene ocho años y yo sigo metida en aquella casa, mis hermanos... — Calló por un momento porque seguía siendo un conflicto el actuar siempre como la hermana mayor de ambos.

No era mentira, después de todo, sí era la hermana mayor, pero también la madre de Taehyung. Por culpa del desgraciado de su padre que la violó y embarazó a su catorce años, ellos estaban sumidos en esa miserable vida. De alguna forma, Taehyung era lo único positivo dentro de todo ese sufrimiento. Quería salvarlo de su padre, necesitaba hacerlo.

Park Jiseok miró a Yoori con seriedad, su expresión sombría comenzando a aflorar.

— Yoori, entiendo tu angustia, pero no es el momento, — comentó en un tono bajo, su voz cargada de misterio. — Lo que necesitamos hacer requiere paciencia y discreción. Prometí ayudarte, pero las cosas deben hacerse de manera diferente y correcta.

— Pero no puedo seguir así, — susurró, el miedo paralizando sus pensamientos. — Necesitamos salir de esta situación cuanto antes. — Park Jiseok asintió con comprensión, pero sus ojos brillaban con determinación.

— Lo sé, Yoori. He estado vigilando de cerca cada movimiento, y sé que nuestras opciones son limitadas por el momento. No tengo el poder absoluto, dependo de mis contactos y recursos, y desafortunadamente, aún no podemos arreglarlo todo.

Una sombra de incertidumbre se cernía sobre ellos mientras Yoori luchaba con la agonía de la espera. ¿Qué tal si la ayuda llegaba demasiado tarde? Su padre era un hombre después de todo, no creía que le hiciera a Taehyung lo mismo que a ella, pero de igual forma podría lastimarlo en formas inimaginables. Quería evitar que ese sufrimiento se siguiera extendiendo hacia los menores de la familia Kim.

— ¿Qué podemos hacer entonces? — Indagaba con desesperación.

Park Jiseok se acercó a Yoori con una sonrisa encantadora en los labios, su mano acariciando suavemente su rostro para calmarla. Ella se sintió momentáneamente reconfortada por su contacto, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras él tejía su encanto manipulador a su alrededor.

— Tranquila, Yoori, — susurró Park, su voz suave y seductora. — Todo estará bien. Confía en mí.

Yoori se dejó llevar por la ilusión que Park le ofrecía, permitiendo que sus preocupaciones se desvanecieran por un instante bajo el hechizo de su afecto fingido. Desde que tenía dieciséis años, ya adentro de la agencia, Park había sido su salvación, su único apoyo en momentos de desesperación. Él le conseguía cosas para los niños, le hacía sentir como una buena madre y hermana por momentos, como una persona completa, como una mujer.

Lastimosamente, ella todavía ignoraba que detrás de sus gestos amables y su aparente preocupación, Park se había aprovechado de su dolor, su desesperación y su inocencia para estar con ella. Eran amantes clandestinos, pero ella había creído que algún día se casarían, que Park, Taehyung, Seokjin y ella serían una familia feliz.

Park inclinó su cabeza y la besó con pasión, su manipuladora astucia oculta bajo la fachada de amor y preocupación. Yoori se entregó al beso, cegada por esa falsa imagen que él le mostraba, sin darse cuenta de las sombras que acechaban detrás de su aparente bondad.

— Nuestra mejor opción es con la ayuda de la agencia, — reveló en un susurro cuando separó sus labios. — He estado vigilando sus movimientos de cerca, y sé que están trabajando en ello. No obstante, necesitamos tiempo. Ten fe, Yoori. Todo saldrá bien, pero debemos ser pacientes.

+++

La tarde se deslizaba en la mansión Park con una quietud inquietante, mientras el hombre se sumía en sus pensamientos. Sentado en su imponente escritorio de madera oscura, Jiseok observaba con atención el movimiento de su asistente, quien se preparaba para salir de la oficina y ejecutar las órdenes que él le había dado.

— Cuando todo esté listo con el director de las NIS, revisa la información que hemos recibido sobre el uranio. El precio se ha triplicado en las últimas semanas, así que nuestros socios estadounidenses y canadienses estarán deseosos de cerrar trato antes de que el precio siga aumentando. Libera un poco de plutonio y armas para nuestros socios del medio oriente, su guerra perpetua es un beneficio neto para nosotros.

Le había costado demasiado trabajo y muchos millones recuperarse de las pérdidas que le causaron los malditos Jeon. Siempre había una abeja negra en la familia y en su organización, fueron los agentes que más beneficios le dieron. Por eso le había costado tanto dar la orden de eliminarlos, sus creaciones llenaban los bolsillos de Corea del Sur, los países aliados y también los enemigos. Esto se resumía en que sus propios activos aumentaban continuamente.

El único inconveniente era que los Jeon desaparecieron del radar durante un buen tiempo y, pese a haber sacado u poco la cabeza a la superficie en los últimos meses, llegar a ellos no era tan fácil. Además, ellos todavía tenían algo de vital importancia que cambiaría el juego para siempre. Si no fueran unos malditos escurridizos, ya hubiera podido salirse con la suya.

Los avances médicos en Yoori y los descubrimientos de los Jeon, si unía esas dos cosas, tendría en su poder las almas más letales de todas. Podrían dominar el maldito mundo con una palabra y, en caso de que esto no bastara, podrían crear un ejército de personas eternamente sin depender de la tasa de natalidad del país. Las filas siempre tendría soldados leales y letales. Serían una potencia mundial que pondría en jaque al resto.

— Recuerda darle carta blanca a Moon Byulyi, — instruyó Jiseok con una mirada seria. — Necesitamos que neutralice a los Kim lo más pronto posible. Esa niñita y su obsesión nos será de ayuda. Si tenemos suerte, no tendremos que mover un solo dedo para recolectar los frutos. — Mencionó apoyando sus codos en el escritorio, uniendo los dedos de su mano para descansar brevemente su mentón en ellos.

Con un asentimiento de entendimiento, el asistente salió de la oficina, dejando a Park solo con sus pensamientos y sus preocupaciones. Era consciente de que algo estaba cambiando en Yoori, algo que no podía pasar por alto. Necesitaba mantenerla vigilada ahora más que nunca, especialmente ahora que estaba infiltrada con los Jeon. Quizás la idea de utilizarla para hacerse con la fórmula de los Jeon no había sido la estrategia más inteligente.

Decidió que era hora de actuar. Con un gesto rápido, presionó uno de los botones de su teléfono, pidiéndole a su hijo Park Jimin que fuera a su despacho. Lo cierto fue que no tuvo que esperar mucho, Jimin, quien había estado escuchando parte de la conversación a escondidas, corrió hacia la cocina cuando escuchó que el asistente saldría. De alguna manera, presintió que su padre lo llamaría y no se equivocó.

— Jimin, ¿cómo te fue en la escuela hoy? — Preguntó indicándole con la mano que tomara asiento, su tono casual, pero con una intensidad latente.

Hubo una pausa breve antes de que Jimin respondiera, hablando con cautela sobre su día en la secundaria y sus interacciones con sus amigos. Seojin asintió, aparentemente satisfecho con las respuestas de su hijo, pero sus pensamientos estaban en otra parte.

— ¿Cómo está Taehyung? — Indagó de repente, como si fuera una ocurrencia tardía. — No he tenido noticias suyas últimamente, solías venir hablando de él casi cada día.

Jimin se encogió de hombros, ya no tan ajeno a la verdadera razón detrás de las decisiones de su padre. No quería creerlo, pero estaba dándose cuenta de que cabía la posibilidad de que su padre lo hubiera estado utilizando. Desgraciadamente, no estaba lejos de la realidad, el mayor le había permitido que asistiera a una escuela pública y se mezclara con la multitud con el propósito de mantenerlo cerca de Kim Taehyung, como una forma de mantener vigilado el punto débil de Yoori.

— ¿Le has dicho quién eres realmente? Tengo entendido que no querías que en esa escuela te trataran como un chico de clase alta, cosa que me pareció bien. — Mientras menos supieran de su vida y de Jimin, más seguro sería para ambos.

— No creo que eso sea relevante para Taehyung. — Su padre lo observó en silencio y, para mantenerlo alegre, Jimin le dio una amplia sonrisa. — Me iré a estudiar, todavía tengo varias tareas que terminar. ¿Necesita algo más, padre?

— No hijo, puedes ir a hacer tus deberes. Eres mi más grande orgullo. — Mencionó acercándose a él para palmear su hombro. — Ve a estudiar, pero baja para la cena. Tus hermanos ya deberían estar aquí para entonces. — Jiseok sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero no podía permitirse ignorar las señales de advertencia que indicaban un cambio en Yoori y el extraño regreso de los Jeon. Estaba decidido a descubrir la verdad, sin importar las consecuencias.

Jimin se dejó caer pesadamente en la silla de su escritorio, su mente llena de pensamientos contradictorios. La conversación con su padre resonaba en su cabeza, y se debatía entre si debía o no revelarle a Taehyung lo que había escuchado.

El problema era que no tenía nada concreto que contarle. No entendía el verdadero propósito de su padre ni por qué estaba tan interesado en Taehyung y su familia. Se sentía como si estuviera atrapado en un laberinto de secretos y mentiras, sin saber hacia dónde dirigirse.

Además, ¿qué podía hacer un adolescente como Taehyung? Jimin se preguntaba, frustrado qué demonios podría hacer él. ¿Qué podría hacer él para ayudar en una situación tan complicada y peligrosa? ¿Era siquiera algo peligroso o él simplemente se estaba haciendo ideas absurdas?

Los Kim que él conocía no tenían nada que ofrecerle a su padre y estaban muy lejos de ser el tipo de personas con las que su padre comúnmente haría negocios. A decir verdad, su posición social los llevaba a un rincón hacia el que su padre jamás miraría. Tal vez, simplemente estaba paranoico, era la mente de un adolescente imaginándose escenarios ficticios.

Se quedó sumido en sus pensamientos, pero por alguna razón, todavía seguía sintiendo el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. ¿Debería hablar con Taehyung, arriesgarse a meterlo en un peligro del que ni siquiera entendía completamente? ¿O debería mantenerlo en la oscuridad, protegiéndolo de un mundo que ni siquiera él mismo comprendía del todo?

La indecisión lo agobiaba, y Jimin sabía que no encontraría respuestas fáciles. Pero una cosa era segura: el misterio que rodeaba a su padre y a la hermana de Taehyung estaba lejos de resolverse, y él podría estar en el centro de todo sin quererlo.

Desde ese día en adelante, Jimin se volvió el hijo que se interesaba en los negocios y los números tal cual su padre siempre había deseado. Comunicó a su familia que deseaba volverse un político y que tal vez podría comenzar por convertirse en policía. Taehyung siempre había querido ser uno, por eso se le ocurrió esa idea, pero su padre pronto la descartó. Los policías eran materia descartable, pero sí le aplaudía el querer entrar al servicio militar en cuanto terminara su carrera universitaria. De ahí, podría comenzar a ser parte de un movimiento de más alta alcurnia y se le facilitaría el camino hacia la Casa Azul.

+++

A la mañana siguiente, Jimin se dirigió a la escuela con gran prisa para ver a quien él consideraba su mejor amigo, sin embargo, no lo vio llegar. Casi se entristeció, pero al llegar al aula notó como Taehyung estaba sentado en el último pupitre, con la cabeza entre sus manos mientras dormía. Estaba dispuesto acercársele, pero la llegada del profesor no le dio tiempo. Tomó asiento en su propio asiento, mirándolo una última vez con una simulada sonrisa.

Jimin recordaba el primer día en que Taehyung había entrado a su vida como si fuera ayer. Desde el momento en que coincidieron en la misma aula de la escuela secundaria, algo en Taehyung había capturado su atención de manera inexplicable. Tal vez fue su sonrisa contagiosa o su forma despreocupada de enfrentar el mundo, pero Jimin se encontró fascinado por él desde el principio.

Cuando Taehyung estaba de buen humor, era como un rayo de sol en un día nublado, irradiando alegría y energía a su alrededor. Sin embargo, esos días eran extremadamente escasos. A veces, Taehyung parecía envuelto en una nube de melancolía, sus ojos perdidos en algún lugar lejano, y Jimin se preguntaba qué secretos guardaba detrás de su mirada sombría.

No supo exactamente cómo ni cuándo su amistad con Taehyung se transformó en algo más. Fue como si gradualmente, sin darse cuenta, sus sentimientos hacia él hubieran crecido y se hubieran arraigado en lo más profundo de su corazón. Se había enamorado de Taehyung, de su sonrisa ancha, pero apagada, de sus gestos despreocupados que él traducía en cariñosos y de su esencia única que lo hacía destacar entre la multitud, al menos para él.

Era irónico, pensaba Jimin, cómo siempre había esperado sentirse atraído por alguna de las niñas de su escuela, pero su primer amor vino disfrazado de Kim Taehyung, a pesar de que sabía que no sería correspondido. A pesar de ello, Jimin no podía evitar sentirse atraído por Taehyung como una mariposa atraída por la luz, aunque supiera que podría terminar quemándose en el proceso. No podía evitar preocuparse por él y por eso, estaba decidido a hablar con él sobre su familia, comentarle sobre sus dudas, a pesar de que todavía no sabía bien cómo explicar que todo eso lo había escuchado de su propio padre.

— Oye, odioso. — Habló Jimin sentándose sobre su mesa a la hora del receso. — ¿Por dónde llegaste esta mañana que no te vi?

— Me trajo mi hermano. — Respondió con desinterés Taehyung mirando por la ventana.

— ¿No trajiste merienda?

— Sí, pero no tengo hambre. Ya bájate de mi mesa, Jimin.

— Yo traje demasiado comida hoy, así que toma, mi mamá finalmente sacó el Kimchi enterrado en nuestro jardín desde hace semanas. El Kimbap no se ve muy bonito porque lo piqué yo mismo, pero está bueno. — Musitó poniendo sobre la mesa una bolsa de tela para terminar de sacar todo. Con un suspiro, Taehyung lo ignoró, su hermana llevaba dos días trabajando y según lo que les dijo, regresaría esa noche a la casa. — Oye...

— Te dije que no tenía hambre, tengo mi propia comida, así que gracias, pero ya puedes irte. — Jimin fingió hacer un puchero y luego chasqueó su lengua para destapar la comida, notando entonces en el cuello de Taehyung algo que le llamó la atención. Estiró su mano para tocarlo, pero el contrario agarró su muñeca con fuerza y lo empujó. — ¿Qué mierda haces? No me toques.

Park se quedó en su sitio acariciando su brazo mientras veía al contrario levantarse y alejarse con la mano en los bolsillos. Había notado un moretón y no era el primero que veía desde que lo conocía. Una que otra vez le dijo que era torpe y siempre se daba con las cosas, luego Jimin pensó que tal vez por su insoportable carácter terminaba metido en algunas peleas, pero seguía sin saber qué era lo que en realidad dejaba esas marcas en su cuello. ¿Tenía novia o novio? Podría que él pensara que esos eran golpes, pero bien podrían ser otra cosa, ¿cierto?

— ¡Taehyung! — Llamó Jimin a la salida de la escuela ese día. — Oye, ¿no vas a ir al partido de baloncesto?

— Ya no soy parte del equipo.

— ¿Desde cuándo? — Necesitaba hablar con él, pero parecía que no tendría chance de hacerlo ese día. — ¿Tampoco irás a verlo siquiera?

— Jimin, en verdad no quiero ser malo contigo, pero debes dejar de joderme y perseguirme a todos lados. Ya capté el mensaje, supongo que te gusto, pero tú a mí no, ¿de acuerdo? Así que deja de traerme comida que no te he pedido, para de entrometerte en todo lo que me ocurre. Simplemente, déjame en paz, por favor. Ahora adiós. — Fue todo lo que dijo dándole la espalda, viendo la decepción en el rostro de su compañero. Por un momento pensó en regresar y pedirle disculpa por hablarle así, pero tenía que llegar temprano a la casa, no podía perder el tiempo con Jimin.

— ¿Cómo te digo que siento que estás en peligro, aunque no sepa qué peligro es exactamente? Sé que no me quieres como yo a ti, pero no puedo evitar preocuparme por ti... — Musitó para él, antes de sentir como su hombro era tocado. — ¿Qué haces aquí, Bogum? — Indagó mirando a los alrededores, no quería que Taehyung fuese a regresar y lo vieras.

— He terminado oficialmente mi servicio militar hoy. ¿Lo olvidaste?

— Felicitaciones, pero eso no explica tu presencia en mi escuela.

— Deberías respetar a tu hermano mayor un poco más, recibirlo con cariño. ¿No eres tú quien está en contra de la violencia, los problemas familiares y lleva el lema de la paz a todos lados?

— Que me guste la paz, no significa que no pueda hacerte la guerra. Lamentablemente, crecer a tu lado fue vivir entre trincheras, peleaba o me acababas. Digamos que la decisión terminó siendo sencilla. — Bogum chasqueó la lengua y le hizo un gesto con su cabeza para indicarle que se subiera al automóvil.

— Vamos, padre quiere que cenemos todos juntos y me mandó a ser tu chofer. Si pudiera evitarte, créeme que lo haría.

— Ya me extrañaba que hubieses venido a buscarme por tu cuenta. Siempre estás en busca de complacer a nuestro padre, ¿no es así? — Bogum no le respondió, lo dejó en su lugar y entró al carro a esperarlo. — Vamos.

Esa noche fue como cualquier otra, nada memorable. Fue agradable ver a Hyunjin, este había comenzado a pasar más tiempo con su madre biológica y lo veía cada vez menos. Así que eso fue lo único bueno, ver al único hermano que a su forma lo quería. En todo momento, su cabeza había estado en Taehyung y sus ojos estudiando a su padre.

A la mañana siguiente, ignoró a Taehyung en todo momento, a pesar de observarlo de soslayo cuando este parecía no mirarlo. La mañana pasó con una quietud tensa en el aula. Taehyung, parecía sumido en sus propios pensamientos. Sus miradas se encontraron en el aire cargado de expectación, y por un momento, el mundo pareció detenerse a su alrededor.

Taehyung había pasado una noche horrible, y Jimin podía verlo reflejado en sus ojos cansados. Podía sentir el deseo de Taehyung de deshacerse de cualquier rastro de la angustia que lo había atormentado durante la noche, y Jimin deseaba desesperadamente poder ayudarlo de alguna manera. Pero las palabras de Taehyung seguían latentes en su cabeza, por lo que prefirió mantenerse distante y al margen de todo.

Sin embargo, al mediodía, algo inesperado sucedió. En un instante de impulso, Taehyung tomó una decisión que le sorprendió tanto a él como a Jimin. En el baño, cuando Jimin intentó huir para evitar un enfrentamiento debido a la conversación tensa que habían tenido la tarde anterior, Taehyung lo detuvo con una mano firme en su hombro, impidiéndole escapar.

— Jimin, espera, — dijo Taehyung con una voz suave, pero llena de determinación. — Necesito hablar contigo.

Jimin se detuvo, sorprendido por el repentino cambio de actitud de Taehyung. Miró a su amigo con cautela, preguntándose qué podría haber llevado a Taehyung a detenerlo de esa manera.

— Lo siento, — continuó Taehyung, su voz cargada de arrepentimiento. — Por lo que dije ayer. No debería haberme expresado así. Estaba enojado y frustrado, pero eso no justifica mis palabras. Te valoro mucho, Jimin.

Jimin se quedó sin palabras, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras absorbía las palabras de Taehyung. Nunca había esperado escuchar una disculpa de su amigo, por lo que se encontró conmovido por el gesto.

— No te preocupes, Taehyung, — respondió Jimin finalmente, su voz suave y comprensiva. — Entiendo que estabas pasando por un momento difícil. Estamos bien, amigo. — Estaba listo para irse, pero una vez más, el castaño se lo impidió.

Jimin quedó atónito cuando Taehyung lo besó de repente, un gesto que lo dejó sin aliento. Kim, por un momento, esperaba sentir repulsión o confusión, pero, en cambio, se vio envuelto en una oleada de emociones inesperadas. Necesitaba borrar de alguna manera todo rastro de su padre de su piel. Jimin en ese momento era un medio para un fin.

Park, ignorando todo esto y sin distanciarse, se dejó llevar por la corriente de la pasión, sucumbiendo al deseo que ardía en su pecho. Se entregaron el uno al otro en aquel baño, sin pensar en las consecuencias ni en las complicaciones que podrían surgir. A decir verdad, solamente Jimin se entregó a ciegas mientras el contrario sosegaba su rabia.

Al finalizar, el ambiente quedó cargado de tensión y arrepentimiento. Taehyung se disculpó con Jimin, como si hubiera despertado de un sueño y se diera cuenta de la magnitud de lo que habían hecho juntos. Sin darle tiempo a reaccionar, desapareció sin dejar rastro, dejando a Jimin solo con sus pensamientos turbulentos.

Esa fue la última vez que Jimin lo vio. Esperó durante días que Taehyung regresara a la escuela hasta que el profesor comunicó que el castaño no regresaría a la escuela. Fue a buscarlo a su casa, pero todo lo que encontró fueron tiras amarillas, policías y vecinos que seguían comentando de una desgracia que cayó en esa familia.

Jimin no los enfrentó directamente, pero creía que su padre tenía que ver con todo lo sucedido. La desaparición de Taehyung sirvió como una herramienta para que él se rebelara contra su familia. Creía que habían matado a Taehyung, a su padre y no sabía qué había pasado con el resto de la familia.

Cumplió con sus metas y sus planes hasta que un día le asignaron una misión junto a un sujeto que seguía vivo y estaba muy lejos de ser lo que él recordaba. Tenía que vigilar al agente Kim Taehyung, un castaño que se había ganado el apodo de desquiciado. Cuando se enteró años atrás investigando lo ocurrido que Taehyung seguía vivo, lo odió. Porque esa persona que consideró su amigo nunca sintió siquiera un cariño de amigos por él. De lo contrario, no hubiese desaparecido así sin más.

Peor fue cuando volvieron a verse y Taehyung actuó como si no lo reconociera. Le aseguró a los directores y a su padre que haría su trabajo adecuadamente, encerraría a todos los delincuentes, incluso si eso significaba encerrar a Taehyung también. Por eso, cuando su padre quiso prevenir una nueva rebelión por su parte y le implantó él mismo un chip, Jimin no se opuso demasiado. Él de él era especial, después de todo, era el hijo de una figura muy importante dentro del país.

Sin embargo, mientras trabaja junto a esos delincuentes, junto a un Taehyung que volvió a remover cosas en su interior, comenzó a tener respuesta a varias de las incógnitas que había tenido desde adolescente. Lentamente, fue descubriendo cosas que incluso a él lo engañaron. Realmente creyó que Moonbyul era la causante de todo, aunque su padre se haya hecho el de la vista gorda.

Cuando Taehyung desapareció en Dubai se sintió extremadamente culpable. Fue entonces cuando supo que Bogum era el nuevo director de la NIS. Ahí ese le cayó la forzada venda que tenía en sus ojos. Porque su hermano era un inepto que no hacía nada sin la autorización de su padre. Comprendía que hubiera logrado tener un trabajo en el departamento forense de la agencia, ¿pero ser el director? Eso era diferente. Sí, supo que él había hecho que Taehyung y Jungkook se enfrentaran en el pasado, pero eso era algo que todos en la agencia hicieron, incluyéndolo a él en el momento que fue junto con Taehyung a liberar a Jungkook.

Su renuencia a ser parte de los planes de su padre y de Bogum le costó la seguridad de Namjoon y su propio bienestar. No podía ayudarlos a todos porque estaba seguro de que lo intentarían utilizar como chivo expiatorio, por eso intentó eliminar el chip por su cuenta. De igual manera, no sirvió de mucho, eso solamente era el principio de una avalancha de sucesos que estaban por venir.

Ese fue el motivo por el cual creyó que la mejor manera de redimirse y protegerlos a todos esos que se convirtieron en su familia, proteger al hombre que amó y que actualmente amaba, era uniéndose a su padre y arrebatándole el control a Bogum. Si su padre lo apoyaba a él, si le demostraba que era de los suyos, podría protegerlos. Estaba dispuesto a sacrificarse, por Namjoon, por Taehyung.

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Taehyung estaba sentado en la silla mientras Jimin, sentado en el suelo y recostado a la pared, terminaba de contarle todo lo que sabía. Se podía notar el rostro apacible del pelirrojo que guardaba todos sus pensamientos y emociones.

— Todo lo que me contaste, Jimin, fueron cosas que siempre sospeché, — espetó Taehyung, su voz cargada de una oscuridad que helaba la sangre. — Bogum no es un hombre capaz de tejer una red tan amplia por tantos años, sabía que había alguien por encima de él. Di muchas vueltas para llegar al mismo punto, pero nunca imaginé que el titiritero detrás de todo esto fuera tu propio padre. A decir verdad, ni siquiera recuerdo que tuvieras un padre, solo una madre que había fallecido. — Jimin controlaba sus cristalizados ojos, sin saber con exactitud qué ocurriría a continuación. — Ese hijo de puta de Bogum es tu hermano. Sabías quién era todo este tiempo y no hiciste una jodida mierda. Hyunjin, el amante de Jungkook, también es tu hermano, pero no fuiste capaz de decirle nada a Jungkook, a mí.

— T-Taehyung, yo no sabía muchas cosas, era igual de ignorante que ustedes porque hubo cosas que nunca me revelaron o descubrí. No sabía de los clones, ni...

El mencionado se levantó de su silla para acercarse a un Jimin que intentó defenderse cuando Taehyung lo giró contra el suelo, sin embargo, un fuerte puño colisionó contra su rostro mientras Taehyung le colocaba unas esposas especiales

— Voy a cazar a toda tu jodida familia, — continuó Taehyung, su tono frío y despiadado. — Incluso te cazaré a ti. Ha llegado la hora de desquiciarse.

El terror se apoderó de Jimin, pero no pudo contener su súplica desesperada. — ¡Por favor, Taehyung! ¡No le digas nada de esto a Namjoon, permite que yo se lo cuente! — La súplica del rubio logró que Taehyung pensara durante algunos segundos, todavía sin creer que Namjoon, siendo tan inteligente, no hubiera descubierto nada de lo que Jimin le había dicho. Aunque quisiera dejarlo tranquilo, iba a querer defender a Jimin hasta el final. — ¡Deja a Hyunjin fuera de esto! Él es solo una víctima.

La risa siniestra de Taehyung resonó en la habitación, un eco de locura que cortaba el aire como un cuchillo afilado.

— No hay víctimas en este juego, Jimin, — respondió con frialdad. — La regla número uno es no dejar testigos. Hyunjin no se quedará tranquilo cuando Jungkook y yo estemos juntos. Nos querrá matar a todos. Yo estoy cansado de dejar cabos sueltos que regresan a mordernos el culo. Lo siento, pero todos ustedes tendrán que morir.

El aire se llenó con la sensación opresiva de la muerte inminente, mientras Taehyung proclamaba su venganza con una determinación despiadada. En ese momento, Jimin supo que estaba atrapado entre sombras y violencia, nada nuevo después de todo. Sin embargo, ahora la única ley que importaba era la ley del más fuerte y eso podría llenar un mar de sangre.

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Hola, han pasado meses y me ha costado retomar el hilo de esta historia. Como a partir de ahora pienso concentrarme más en ella siempre que tenga un tiempecito, espero que todo vuelva a fluir. Por ahora, espero que esta actualización haya servido para romper el hielo. Espero que no encuentren el capítulo demasiado aburrido, también espero darles pronto la adrenalina que caracteriza a LvsD.

LORED

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