Capítulo 2
El impacto de la espalda del exagente contra una de las paredes del pasillo fue sonoro, pero no tanto como sus risas. La forma en que él tiraba de esas greñas negras de Jungkook, como apretaba su cuello mientras batallaban con sus labios entre risas. Parecía que estaban en una lucha de supervivencia que se inclinaba hacia ambos lados constantemente, a pesar de que esta se disfrutaba.
Ellos constantemente estaban envueltos en ese fuego ardiente de la pasión y mucha adrenalina sin importar cuan retirados de sus obsoletas vidas de acción estuvieran. Tampoco el tiempo que compartieran juntos como pareja. Aburrimiento, esa era una palabra que no entraba en su vocabulario aunque como cualquier ser humano, hubiera momentos cotidianos en donde parecieran experimentar esto.
— Ven y tócame así, como tú solo sabes. — Musitó Taehyung cuando después de ser lanzado a la cama y comenzar a masturbarse bajo la mirada de su pareja.
Detrás de ese cabello castaño que caía hacia adelante, se escondía su ladeada sonrisa y esa mirada de depredador que el contrario tanto disfrutaba. Llevándose una mano a su alto moño recogido, Jungkook retiró la liga que lo sujetaba dejándolo caer hasta sus hombros, casi hasta su pecho tatuado. Al Taehyung morderse su labio inferior, la invitación se puntualizó, permitiéndole avanzar hacia esa cama que los cobijaba desde hacía un buen tiempo.
No importaba el momento, el lugar o el modo utilizado para volverse unos mientras eran cubiertos por el velo de la lujuria más amorosa, de la lascivia más hechizante y el deseo más profundo que los hacía soltar chispas. Se podía reiterar este hecho una y otra vez, jamás se aburrían, jamás era monótono sin importar cuán sutil o tradicional se unieran.
La forma en la que besaban sus pieles como si quisieran devorarlas y venerarlas de forma simultánea, como se poseían siempre mutuamente. Como conectaban sin necesidad de palabras o poderes, era una habilidad que ambos compartían dentro y fuera de la cama. Sin embargo, en este último sitio, el ensamblaje era simplemente maravilloso.
— ¿Es así como piensas castigarme, convicto? — Preguntaba entre risas y besos el castaño cuya cabellera estaba envuelta en el puño del hombre que él amaba. Ese que en esos momentos lo miraba a los ojos con sus labios entreabiertos controlando sus gemidos mientras se perdía en su interior. — Tan suave, tan amoroso...
— Hay muchas maneras de castigarte, yo escojo la que más se ajuste a mi preferencia en el momento que así lo quiera. — Musitó sobre sus labios, dejando su lengua salir para trazarlos con amor, pero desbordada lascivia.
— Me gusta. — Logró jadear antes de que el pelinegro pusiera espacio entre ellos, presionando su cabeza en la cama sin liberar el moño que cubría su mano. — Me tiras así dos veces más y me quedaré calvo. — Se burló el castaño con su cuello arqueado hacia atrás por el modo en que Jungkook tiró de su pelo para pegarlo a la cama.
— Si yo no he quedado así, no lo harás tú. — Con todo su peso apoyado en su brazo izquierdo, se inclinó para mordisquear los labios contrarios, siendo llevado a un beso liderado por el mayor.
En algún punto entre bromas, movimientos particularmente lentos, pero constantes y precisos. Entre palabras obscenas, jadeos, gemidos y respiraciones irregulares, el cuerpo de Taehyung se arqueó.
— Maldito seas, convicto, muévete más rápido o déjame moverme, al menos masturbarme. — Se quejó deseando derribarlo para liberarse a su antojo a pesar de que había algo exquisito en no poder hacerlo libremente sin recurrir a una pelea que en ese momento no deseaba. — Por favor.
— Un favor no interrumpe un castigo. Si quieres correrte, lo vas a hacer a este ritmo, sin tocarte. No será mi culpa si no logras llegar.
Una sonrisa divertida adornó su rostro, echando la cabeza hacia adelante apropósito para que su cabello cayera en la contraria. Encerrándolos de forma que sus respiraciones se quedaban prisioneras entre esas paredes de pelo negro. Taehyung hizo el intento por levantarse para besarlo, pero la mano que se rehusaba a soltar su cabellera lo mantuvo en su lugar, maldiciendo al menor que se reía.
Apiadándose de él, descendió a besarlo, dejando besos por todos sus lugares sensibles, centrándose específicamente en su cuello orejas y pezones. Sus movimientos, a pesar de ser una tortura para él también, no cambiaron, se mantuvieron del mismo modo hasta que todo Taehyung se tensó experimentando un corto rogamos, liberándose segundo más tarde. Solo entonces, Jungkook aceleró contra su próstata, ayudándolo a cabalgar por las réplicas su orgasmo hasta que él también llegó.
—Jeon, si tuviera un puñal en la mano en estos momentos lo usaría en ti. ¡Sal de arriba de mí! — Protestó cerrando sus ojos sobre el colchón escuchando la estridente sonrisa de aquel hombre que se aferró a su cuerpo para abrazarlo. — Quita tus manos.
— ¿Qué pasó con eso de que nunca me alejara de ti? Yo solo cumplo tus deseos y me amenazas de muerte.
— Nunca dije que te mataría, apuñalarte en una zona no vital no te matará. — Se carcajeó enredando sus piernas. — Me hizo mal lo que hiciste, pero conozco una forma para reparar el daño. — Musitaba mientras su mano recorría la silueta del convicto, llegando a su trasero, haciendo el intento por ir más allá.
— No dejé margen a una negociación, ese fue un castigo por causarme semejante susto. — Sentenció mordiendo su mandíbula antes de levantarse de la cama. — Vamos al baño para limpiarte, tenemos que ir a ver a los refugiados para darles los víveres de este mes. Ellos necesitan nuestras donaciones más de lo que tú necesitas vengarte por haberte venido tan rico conmigo haciéndote el amor lentamente. — Una almohada impactó con su pecho y esto le hizo reír. — Arriba, agente.
Luego de su ducha, se encontraron con sus hijos aguardando en la sala, o más bien, haciendo uso de esta mientras jugaban entre ellos. El lémur brincó en dirección de Jungkook mientras el castaño se inclinaba para volver a intentar con el canino los trucos que le había enseñado, dándole una golosina como recompensa.
— ¿Armas? — Preguntó Jungkook mirando como el mayor terminaba de ponerse su camiseta. Si decir mucho, este le mostró el arnés de su cintura que se escondía gracias a los anchísimos pantalones que llevaba.
— ¿Las tuyas? — Indagó lanzándole uno de los cuchillos preferidos del convicto. — Debemos pasar primero por el almacén.
— Yo pasé ayer, lo revisé todo y lo dejé preparado para hoy.
— Eres el mejor, convicto. — Musitó acercándose a él. Unieron sus frentes con una sonrisa, se besaban mientras sus manos palmeaban el trasero contrario como siempre en una perfecta sincronización. — Vamos. ¡Cooky! ¿Vienes? — El pelinegro rodó los ojos y en una respuesta positiva, el lémur brincó del hombro de Jungkook al del mayor. — Ese es nuestro bebé, vamos.
Mientras se dirigían a los refugios de niños sin hogar en Madagascar, la mano de Taehyung que llevaba las iniciales del nombre de ese hombre con quien compartía su vida, se posó sobre la contraria, esa que también llevaba sus iniciales. Una sonrisa ladeada apareció en Jungkook, mirándolo de soslayo antes de entrelazarlas y llevarlas a sus labios para un beso.
Ese era un gesto que los tranquilizaba, que les permitía saborear esa libertad y tranquilidad de la que disfrutaban. Nunca creyeron que tendrían realmente la posibilidad de vivir de ese modo, lejos de todo y todos los que construyeron sus pasados. Ellos, eran la munición de sus armas, el filo de sus cuchillos, juntos, nada más importaba y este era un hecho confirmado.
El lémur y el perro de ambos jugaban divertidos por aquellas diminutas casas en una pequeña urbanización, creada máximo cinco años atrás por la organización que se encargó de esos pequeños refugiados. Ellos se sintieron de cierta forma tocados con la causa, quisieron ayudar, eran de las pocas actividades que hacían en aquel país, sin embargo, jamás donaron dinero.
Realizaban donaciones a aquellos que verdaderamente lo necesitaban y con un registro de seguimiento para asegurarse de que se implementaban en aquello que les dijeron. Además, solían encargarse personalmente de entregarlas a los necesitados y no a través de esas instituciones u organizaciones supuestamente benéficas que solían comercializar con aquello donado. No estaban interesados en hacer más ricos a los dueños y muchos envueltos en esto aunque la mayoría de los voluntarios creyeran que estaban haciendo algo honesto, quienes estaban por detrás del manto, manejaban todo menos la honestidad.
— Thank you very much, Mister Smith. (Muchas gracias, señor Smith.) — Hablaba la rubia voluntaria y encargada de ese punto. — Your help is always welcome and appreciated, the kids love to have you around. (Su ayuda siempre es bienvenida y agradecida, a los niños les encanta tenerlos por aquí.) — Se acercó un poco más, quitando una hoja seca que había caído del árbol que les daba sombra. — Have you really thought about adopting one? (¿Realmente no ha pensado en adoptar alguno?)
— I am not the type of man who would be an ideal father; this is the most I can do to help them together with my partner. Fatherhood is not something everyone can do. (No soy el tipo de hombre que sería un padre ideal, esto es lo máximo que puedo hacer con ellos junto a mi pareja. La paternidad no es algo que todos puedan ejercer.) — Comentó mirando como la mujer se relamía sus labios mirándolo.
— Let me disagree with that, I trust you would make an excellent father. Any woman... (Permítame discrepar de eso, confío en que sería un excelente padre. Cualquier mujer...) — Musitó sonriéndole. — Or man, would like to start a family with you (U hombre, le gustaría formar una familia con usted.)
— Pssst, hey you! Two step back, stay away from him before I blow all your motherfucking brains out. (¡Oye, tú! Dos pasos atrás, mantente lejos de él antes de que te vuele todos los jodidos sesos.) — Espetó Taehyung acomodándose junto al pelinegro que se estaba alejando de la mano de la mujer que volvía a dirigirse a su hombro. — I won't repeat myself because I have been clear enough. Step the hell back, ma'am! (No lo repetiré porque he sido lo suficientemente claro. ¡Aléjese de una puñetera vez, señora!)
La mujer notó como el castaño llevaba su mano hacia su espalda por debajo de la camisa, no era ahí donde este tenía su pistola, pero así lo creyó ella. Fue suficiente para sonreírles con torpeza y, tras agradecerles a ambos por las donaciones, se alejó.
— ¿Es en serio, Kim? — Preguntó Jungkook mirándolo. — Ahora somos supuestos civiles y debemos comportarnos como tal porque las personas comunes, no andan amenazando y sacando sus pistolas cada vez que alguien mira o conversa con sus parejas.
— La vengo mirando a la distancia desde hace rato, no sé si eres o te haces el jodido imbécil cuando no lo eres, Jungkook. Esa tipa no estaba solo mirándote o hablando, te estaba coqueteando descaradamente. "A cualquier mujer u hombre le encantaría formar familia con usted". Solo le faltó decir fóllame y préñame tesoro porque esa mujer soy yo. ¡No jodas! — Exclamó cuanto terminó de hacer la mímica con la frase de aquella mujer rodando sus ojos y moviendo sus pestañas exageradamente. — Yo soy un hombre civilizado, pero mi tranquilidad termina cuando personas como ella que saben que tienes una relación conmigo, faltan el respeto e intentan obtener algo más. Me importa una mierda si más de medio mundo es igual, si lo tuyo no se toca, lo mío menos. Si no te gusta, te jodes, este es el desquiciado del que te enamoraste.
Con una mano en la cintura, Jungkook se le quedó mirando sin saber qué decirle. Solo parpadeaba mirando a su pareja mientras este le daba la espalda para dirigirse hacia los niños y despedirse de ellos. Dubitativo, pero aun así el pelinegro también fue junto a ellos para decirle adiós a esos infantes que a pesar de todo, no perdían su gran sonrisa.
— ¿Por qué me sigues mirando con esos ojos de becerro regañado? ¿Tienes complejo de búho que mira fijo, parpadea y gira la cabeza? Deja de hacer eso. — Protestó Taehyung cuando finalmente estuvieron en el auto junto a sus mascotas.
— Hoy voy a cocinar.
— Eso no me pondrá feliz.
— No lo hago por eso...
— Pero hacerte el amor ayudaría. — Le interrumpió, viendo como Jungkook una vez más se quedaba perplejo antes de unírsele a la risa.
— ¿Lo resolvemos todo cogiendo?
— ¡Claro que no! Qué cosas dice este, follamos o disparamos, peleamos, hay muchas maneras de arreglar las cosas. — Los dos se carcajeaban mientras el castaño subía los pies en el asiento. — Ya que cocinarás, prepara esa salsa de pollo picante que tan bien te quedó la última vez. Comamos pollo al estilo coreano hoy.
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— Quiero hacerlo... — Musitaba Taehyung contra el oído de su pareja cuando se fueron a la cama esa noche.
Después de ir a varios de los refugios, decidieron irse a navegar. Estuvieron en altamar algunas horas en donde incluso bucearon en las zonas seguras debido a que, en las costas de Sudáfrica, los tiburones tendían a ser mucho más agresivos y, muchas veces, debido al pequeño estrecho, también deambulaban por Madagascar. Sus habilidades, en el mar y contra algún tiburón blanco o tigre no servían de mucho.
Luego de poner sus pulmones a prueba, regresaron a su casa. Tomaron un baño, como lo había prometido el menor cocinó. El mar lo relajaba tanto que siempre salía de este agotado cuando pasaba un buen tiempo en él. Ahora, lo menos que quería Jungkook era mover algún músculo.
— Me gustaría, pero no tengo deseos de moverme, Tae. — Musitó exhalando con calma.
— Yo haré todo el trabajo por ti. — Él siempre sabía cómo obtener lo que quería y debido a este el menor sonreía divertido, viéndolo quitarse el pijama.
— Todo tuyo. — Susurró cuando los labios del castaño se acercaron a los suyos. Esa parte de sus vidas era extremadamente activa, era placentera y saciaba muchas cosas a la vez.
El placer y deseo de ambos, los mantenía en forma, les ayudaba a drenar adrenalina y tener días maravillosos. Claramente no lo hacían diariamente, pero algo cerca estaba. Después de todo, tampoco es que hicieran demasiado, estaban bastante ociosos a pesar de todas las actividades en las que se adentraban.
Cuando la lengua de Taehyung se asomó en su ano, el pelinegro no pudo hacer más que carcajearse dejando que el contrato moviera sus piernas a su antojo mientras cubría su rostro con un brazo.
— Sinceramente pensé te subirías arriba de mí. — Espetó sintiendo la preparación en su interior.
— No, ayer me dejaste deseando tomar mi turno, no puedo estar tranquilo hasta bueno saque esta dolorosa espina clavada en mis entrañas. — Dramatizó entre risas y miradas fingidamente temerosas. — Esta noche serás todo mío.
— Siempre seré todo tuyo, agente.
— Lo sé, tan mío como yo soy tuyo. — Afirmaba entrelazando sus labios.
Esa noche, Taehyung le hizo el amor a su convicto a su antojo. En algún punto, aunque este había dicho estar cansado, se le unió cuando los estribos comenzaron a perderse. Sus orgasmos fueron todo lo que necesitaron para caer rendidos en los brazos del otro hasta la mañana siguiente.
Abriendo apenas los ojos, Jungkook fue capaz de sentir los rayos de sol colándose entre las cortinas de la habitación que olvidaron cerrar la noche anterior, cayendo sobre ellos como una caricia que poco se parecía a las compartidas por ellos. Le gustaba eso, sentir el peso del hombre entre sus brazos transmitirle la calidez del cuerpo ajeno aunque no fuera la más cómoda situación.
Con sus piernas entrelazadas como era costumbre amanecer, una de sus manos comenzaba a delinear la espalda del castaño que tenía todo su cabello suelto esparcido por su cuerpo y cama. Trazando líneas y dibujos imaginarios sobre la piel suave, una piel que no quería que nadie más dañara. No deseaba que se llenara de más cicatrices o marcas, aun cuando entrenaban y se golpeaban con fuerza como si estuvieran en un combate real, procuraba no dejarle grandes heridas que pudieran dejar secuelas aunque fueran superficiales.
Ya tuvieron suficiente. Echó muy sutilmente su cabeza hacia un lado para dejar un beso en la contraria, preguntándose si había sentido algún tipo de felicidad parecida a la que sentía en ese instante junto a él. Sin el sobresalto con el que había vivido desde niño, porque ni siquiera sabía, cuál sería el día en que su padre lo despertaría de la forma menos convencional para entrenar o cuándo lo dejaría levantarse con cualquier niño de su edad.
No tuvo esa paz mientras trabajaba junto a Yoongi, no fueron sus mejores años, tenía su compañía y jamás se arrepentiría de la misma, pero no se sintió pleno o feliz. En la cárcel simplemente pasaba sus días, ni siquiera se sentía tan vivo como en ese momento. Eso era lo que significaba la vida para él, así la disfrutaba, con sus cuerpos amoldándose a la perfección y la forma en que su piel se erizaba ante el más mínimo roce, se volvía una invitación a la cual Jungkook siempre tenía problemas de rechazar.
Esa sonrisa cuadrada, el carácter tan explosivo, pero amoroso a su propia forma. Ese hombre que mataba y moriría por él del mismo modo en que el ex convicto lo haría. Su compañero, el único en quien confiaba con los ojos cerrados aunque no debiera nunca ser así. Ese era su igual, el otro lado de esa mancuerna perfecta que ambos formaban.
Taehyung era lo más valioso en su vida y, si bien no era dependiente de él, si cada uno tenía su independencia física, emocional y monetaria, decidieron estar siempre junto al otro. Era raro en esos momentos estar separados, parecía una mentira que, alguna vez, ellos no formaron parte de la vida del otro. No divisaban un futuro sin ese compañero con el que despertaban cada día. Ellos eran intocables para el mundo. Kim Taehyung era lo único, que nunca podrían tocarle, porque solo de ese modo, el mundo volvería a ver al Liquidador, una versión mucho peor que la ya vista.
Se habían perdido en el abismo que eran ellos dos juntos y la verdad, es que no planeaban que alguien lo encontrase ni siquiera si algún día no seguían al lado del otro. Preferían perderse en ellos simultáneamente toda una vida a estar sin el otro.
La verdad, era que en esa relación tan poco convencional que inició tiempo después de que el supuesto abogado Kim lo sacara de aquel presido, había sido capaz de descubrir lo mucho que disfrutaba de sentir el peso de alguien más entre sus brazos cada noche.
Cómo con una simple caricia, el castaño lograba remover su corazón de la forma más increíble, no era un monstruo sin sentimientos como llegó a creer, era solo que estos no eran despertados o dirigidos a cualquiera, solo a Kim Taehyung. Aunque los días pasaran, Kim seguía consiguiendo la misma reacción por su parte. Estaba jodidamente enamorado de ese Desquiciado, eso fue lo mejor que pudo pasarle.
— ¿Sabes que puedo sentir tu mirada aun sin voltearme a verte? — Murmuraba el mayor contra su pecho tatuado sin elevar sus párpados. — Siempre eres como un centinela alerta, como si estuvieses buscando el momento exacto para atacarme.
Su voz todavía sonaba adormilada, un poco carrasposa y más profunda de lo normal. Amaba despertar y sentir que Jungkook aún no había salido de la cama, poder oler su piel entre esas cálidas sábanas. Ocultando su sonrisa sin mucho éxito porque el menor conocía cuando sus labios temblaban tratando de ocultar una sonrisa, se volteó entre sus brazos. Alejó todo el desparramado cabello castaño, echándolo hacia atrás, recibiendo otro beso contra su sien como el que lo había despertado, solo que directamente sobre su piel y no su cabello.
—Si supieras lo perfecto que te ves cuando duermes, también querrías estar en mi lugar de centinela, mi amor. — Rebatía con diversión, sin quejarse cuando el contrario se movió para sentarse a horcajadas sobre su cuerpo, por completo despreocupado de que su cuerpo desnudo quedase nuevamente al descubierto frente a sus ojos, invitándolo de manera silenciosa a poseerlo por completo solo de la forma que el convicto podía.
Eso, solo él podía hacer con Jungkook lo que quisiera. Solo el pelinegro también podía hacer con Taehyung lo que quisiese, nadie más había sido testigo de esos momentos por parte de algunos. Del Liquidador obtuvieron un sexo salvaje y sin muchos cuidados, solo se midió un poco con Suga.
Por parte de Taehyung, no era muy diferente, a pesar de que este cuando se infiltraba o iba a alguna misión, solía fingir ser desde el más sumiso hasta el más dominante y agresivo amante. Solo Hoseok intercambió con él un sexo que casi siempre era un escape, una forma de relajarse o pasar el rato, de borrar los recuerdos de las infiltraciones.
Al final, de una forma u otra se ligaba al trabajo. Justo como la primera vez que el convicto y su agente intimaron, una obligación por parte de ambos para lograr sus objetivos, a pesar de que ninguno se imaginó que, a lo largo del camino, aparecerían esas cosas que ninguno de ellos había experimentado antes, sacudiéndoles, revolviendo sus vidas.
Llegaron las emociones acompañadas de sentimientos. Se encontraron poniendo su vida en riesgo por el otro, sin darse cuenta, se enamoraron, comenzaron a amar al contrario hasta con la última célula de sus cuerpos.
— Yo lo sé, es innecesario que me digas cuánto me amas porque me lo has demostrado hasta con tus respiraciones, con esa mirada que tus ojos me regalan, justo como en este instante. — Se inclinó para besarlo. — Por favor, no me digas que tuviste suficiente con lo de anoche, necesito mi calentamiento matutino para funcionar bien. El nocturno es para. Conciliar bien el sueño, el de la mañana para mi funcionamiento diario.
— ¿El descaro tuyo puede llegar a ser contagioso? — Taehyung lo pellizcó, ambos rieron.
Tomando su cintura, Jungkook lo forzó a cambiar de lugar, en esa continua lucha de poder que ambos disfrutaban tanto. Mordiéndose ambos sus propios labios, se quedaron observándose antes de reír. El menor le dio paso a besos que dibujaban su mandíbula y descendía por su esbelto cuello mientras permanecía ubicado entre sus piernas, sus dedos afianzándose en la cintura del contrario.
No se concentró mucho en su pecho, continuó hacia el abdomen en donde se evidenciaban los restos que confirmaban lo sucedido la noche anterior. Habían quedado exhaustos y así mismo se durmieron sin pensar más allá las cosas. Su nariz olisqueó, su lengua degustó esa amarga salinidad restante antes de morder fuertemente su ingle, dejando una hermosa sugilación que parecía un tatuaje más. No era amante a los llamados chupones, pero ese, quedó casi como un pequeño tigre. Justo como ese que tenía en frente.
La reforzó, una o dos veces, hasta que unas demandantes manos le guiaron el camino que querían que Jungkook tomase cuando se enredaron en su larga melena negra. Amaban burlarse del otro, pero existían momentos donde las burlas a veces disminuían, situaciones como esas. No tuvo que decir mucho, con ese gesto y el leve gemido que dejó escapar cuando su lengua prodigiosa alcanzaba lugares perceptibles.
Era glorioso ver esa piel erizarse, escuchar como lo nombraba, la única boca autorizada para decir su verdadero nombre porque únicamente ahí, sonaba melodioso y correcto. Grandioso escucharlo pedir más, ver como su cuerpo lo exigía sin palabras, lo conocía tan bien. Ahí pertenecía, a su Desquiciado. Amaba poseerlo por completo, tanto como amaba ser poseído por ese gatito que se convierte en tigre y deja los ronroneos para rugir con fuerza mientras le recuerda qué tan suyo es.
Es que solamente ellos eran capaces de hacerse temblar con la mirada, excitar cada uno de sus sentidos sin necesidad de tocar sus pieles. Esto era solo un paso más que a veces incluso era innecesario. Los únicos que podían hacerse temblar y vibrar de gozo, donde no hay posiciones física o superficiales como los rangos.
Taehyung miró a su convicto, asintiendo, porque no necesitaba que hablara para saber que esa mirada era de un peligroso asesino que para él solo tenía amor. Al hacer contacto visual confirmaba cuánto se veneraban y consideraban, eran iguales disparejos porque cada uno tenía su propia forma loca de amar, una que parecía diferente y luego se igualaban.
Amaba sentirse sometido al roce de esa lengua en ese instante en donde ellos eran los únicos seres existentes. Sus caderas estaban permitiendo que su miembro fuera tan profundo en la garganta de Jungkook que cuando sonó el primer timbre del teléfono apenas lo registró. No obstante, al segundo, ambos detuvieron sus movimientos, haciendo que Taehyung rápidamente fuera por ese móvil que usualmente no sonaba porque solamente él realizaba llamadas de allí. Cuando vio el nombre de su hermano reflejado en la pantalla, sintió su corazón comenzar a latir desbocadamente.
— ¿Jin, qué sucedió?
¡Lo prometido es deuda! Comencemos esta nueva aventura de la mano de Liquidador y Desquiciado antes de la fecha acordada pq estoy ansiosa. Gracias por estar aquí.
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