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Capítulo 12

Silencio, uno tenso y asfixiante en donde solamente el ruido de una gotera a lo lejos junto al sonido de unas ratas se escuchaban. Aquel almacén no tan alejado de la capital de Corea del Sur, Jungkook observaba al grupo de veinticuatro hombres que le habían reunido las últimas dos horas. La claridad que entraba al sitio por las diminutas ventanas en lo alto no era suficiente para evitar el modo en que casi todos tuvieron que cerrar sus ojos cuando las puertas de lugar se abrieron de par en par mostrando a un Min Yoongi junto a sus hombres que depositaban diez hombres más para el Liquidador. Amarrados de pies y manos con la soltura suficiente para permitirles la movilidad y entrada al almacén por sus propios pies.

— ¡No tenemos todo el día, arrodíllense! — Gritó Suga empujando a los sujetos prisioneros.

Las puertas volvieron a cerrarse, el miedo en algunos se escuchó en bajos jadeos. Muchos escucharon los rumores de que el Liquidador estaba de regreso en las calles. Algunos lo creyeron, otros, no tanto, no importaba cuántos años pasasen, para muchos seguiría siendo una leyenda viviente, pero las leyendas eran historias contadas y pocas veces comprobadas. Ese que aparecía un tiempo y desaparecía sin dejar rastros. Preso, muerto, jamás existió, en otro país, todo era cierto, todo era mentira, pero nadie sabía decir a ciencia cierta cuál era la verdad.

— Aquí hay treinta y cuatro hombres en cargados de puntos estratégicos en las afueras de Seúl y alrededores. Sujetos con un valioso número de hombre bajo su mando y que manejan mucha información. — Jungkook comenzó hablar como si simplemente se estuviera tomando un café, relajado en cualquier cafetería con alguna amistad. Sus ojos a pesar de la escasez de luminosidad observaba a detalle a cada individuo. — ¿Qué se ha dicho del desquiciado en los últimos meses? — Esa fue su primera pregunta. — ¿Quiénes están a cargo de Los Diamantes?

Como era de esperarse, no hubo respuesta. El silencio se extendió durante un minuto más, luego, este fue interrumpido por el impacto de los zapatos de Jungkook al tocar el concreto. Había estado sentado con sus piernas cruzadas, recostado a una silla, pero ahora, se estaba poniendo de piel. Él parecía ser la muerte personificada, alguien en constante luto externo con su vestimenta e internamente igual aunque este solo sus conocidos lo conocían, a pesar de que el Liquidador no lo mostrara.

— Debo asumir que no hay respuesta a mis preguntas o tal vez no las escucharon correctamente. — Habló mirando a los presentes antes de repetir aquellas pregunta una vez más. Suga conocía su proceder, muchos años trabajando hombro con hombro, pero incluso él se sorprendió cuando Jungkook sacó esa Glock que lo acompañaba desde que se unió a Los Cocodrilos en su adolescencia. Un cargador estándar tenía capacidad para nueve cartuchos, pero el del Liquidador contaba con quince que vació sin que su pulso le temblara disparándole todos los hombres ahí retenidos. — Quiero nombres, direcciones, respuestas. — Espetó restableciendo sus municiones, observando a los pocos que quedaban en pie.

— Y-Yo escuché... — La voz de uno se abrió entre los jadeos de miedo, las murmuraciones y súplica. — H-Hubo un cargamento perdido hace unas semanas por el que se desató una pelea. Decían que eran d-diamantes reales y le pertenecían a una organización del mismo nombre de la que no había oído hasta ese momento. El cargamento debía entregarse en... — Calló mirando entre Jungkook y Yoongi, — En una residencia importante, sé que el apellido es Do, pero eso es todo.

¿Do? El pelinegro cerró ligeramente sus ojos haciendo memoria de personas de apellido Do que contaran con una residencia importante que pudiese tener algún nexo con todo lo que estaba sucediendo. Tal vez podría estar ignorando a alguien tras bambalinas del que no tuviera información o unido a todo eso desde hacía poco tiempo, no obstante, tenía uno en mente. La primera vez que junto a Taehyung, él fue a la casa de Park Seojoon, se encontró también con Do Jihan, quien había estado incluso envuelto con la hija del presidente según la información que Hoseok le dio al castaño. El hermano de Arthur mantenía comunicación con él y era alguien que fácilmente podía estar inmiscuido en todo.

— ¿Algo más? — El sujeto únicamente dio una negación con su cabeza, deteniéndose cuando una bala impactó contra esta. Seguido de él, el resto de los hombres que quedaron en pie.

— Necesitamos hombres, Liquidador. — Mencionó Yoongi en su oído para que sus hombres no escucharan.

— Ellos no son hombres, solo cabos sueltos y yo no dejo ninguno. No son personas inocentes, al igual que yo, son asesinos que no diferencia entre a quienes matan y a quienes le perdonan la vida. Si se los entregamos a la policía, lo máximo que estarán detenidos serán meses y luego los tendremos detrás de nuestros traseros buscando venganza. Fueron traídos aquí como prisioneros, pertenecientes a otras pandillas, nos podrían traicionar en cualquier momento incluso si les damos la oportunidad de pertenecer a nuestras filas y no correré el riesgo. — Decretó guardando su arma. — ¿Tenemos a alguien en Yangcheon-gu o Yongsan-gu? Necesito tener esos territorios dominados antes de la gala.

— Tenemos algo mucho mejor que eso, dame un minuto, llamaré a Hwasa.

— Bien, comiencen a rociar... — Antes de marcar el número que se mostraba en su pantalla, Yoongi miró al interior y luego al pelinegro que simplemente salió caminando del sitio.

— ¿Volvemos a utilizar ácido?

— Volvemos a ser impecable, implacables y dirigidos por mí, lo que significa, no existe margen para los errores. No quiero rastros, todos los cuerpos deben desintegrarse en ácido fluoroantimónico.

— De todos los superácidos, ese es el más fuerte. Si bien es el disolvente más eficaz puede terminar siendo explosivo y... — Jungkook entrecerró sus ojos y Yoongi asintió haciendo silencio. — De acuerdo.

Cada puerta y ventana fue cerrado. Este ácido podía dañar incluso los materiales a su alrededor, pero la rápida disolución del agua y el reciclado bajo el suelo evitaría dañar todos los suelos y entorno. De no ser así, podrían crearse daños irreparables para todos los que estuviesen cerca, cosa que Jungkook siempre supo tener controlado y ahora, sus padres le mostraron una forma más eficaz de contrarrestar todo daño, algo que él vio en el pasado, pero olvidó durante muchos años.

Los dos se trasladaron a otro complejo de almacenes en el distrito de Yongsan en donde Jimin y Namjoon aguardaban junto a otro grupo de hombres. La cantidad de activos en un momento alertó a Jungkook, pues esto solamente significaba que la reunión que se llevaría a cabo no sería junto a alguien cualquiera, posiblemente verían al líder de ese distrito y no un enviado del mismo. La cuestión era que ese hombre contaba con dos distritos bajo su control solamente, podría ser un poco innecesario todos esos refuerzos en una reunión organizada, pero nunca se podía ser demasiado precavido. Aunque preferiría que Jimin y Namjoon estuviesen seguros en otro lado, no allí.

— Detesto las impuntualidades. — Mencionó Jungkook contemplando su reloj de pulsera, habían estado esperando durante cinco minutos. — Hyejin... — Hwasa dio un paso adelante cuando escuchó su nombre, mirando de soslayo a su jefe. — Fuiste quien organizó esta reunión, ¿cierto? — Ella asintió, con una mirada del pelinegro bastó para que uno de sus hombres sacara su pistola y presionara su cabeza. — Más te vale que todo salga según lo planeado, a la mínima sorpresa, ni siquiera mi padre podrá defenderte y me vale una mierda que él te vea como un diamante en bruto.

— Típico de los hombres, hablan demasiado y subestiman a las mujeres a su lado. — La voz alta y fuerte de otra mujer se escuchó en aquel almacén ganándose la atención de Jungkook, girándose para verla correctamente.

Junto a la recién llegada se desplegaba un gran número de féminas que la acompañaba, sus hombres, es decir, sus mujeres, no había un solo miembro masculino en sus filas, al menos no presente en esa ocasión. Era casi como si llevaran uniformes, botas y pantalones negros desajustados mientras que en la parte superior había mayor variedad manteniendo los colores más neutros. Para Jungkook, las mujeres y hombres estaban en igualdad de condiciones, eran tan capaces como cualquiera, no obstante, se sorprendía porque era la primera vez que se topaba con una organización enteramente de mujeres, siendo liderada por una como era obvio.

Acariciando levemente su nariz con el dedo pulgar derecho, Jungkook asintió haciendo que quien apuntaba a Hwasa bajara el arma. Aquellas mujeres aguardaban con gran temple a un lado del almacén, listas para lo que se avecinara. Por el otro lado, Los Cocodrilos y el resto de hombres que seguían únicamente las órdenes de Jungkook, también esperaban por alguna orden.

— Bienvenida. — Musitó el pelinegro avanzando hacia ellas seguido por el Pirómano, Suga, Hwasa y Jimin. — Liquidador, un placer. — Su saludo fue escueto, serio y sin hacer algún otro gesto que la mímica de sus labios.

— Jessi, simplemente, Jessi.— Saludó la mujer con la misma seriedad, enarcando una ceja en dirección al resto de los presentes antes de centrarse en el Liquidador. — ¿A qué debo el honor de una reunión con el Liquidador? ¿Qué deseas?

— Libertad de movimiento para mis hombres y para mí en tus territorios por el plazo de una semana a partir de hoy. Yongsan y Yangcheon debe ser una fortaleza impenetrable. Creo que tus chicas podrían colaborar también.

— Aclaremos algo, las mujeres que trabajan para mí son guerreras, no prostitutas. Si las quieres para compañía de tus hombres o diversión, la respuesta es no. No estamos aquí para calentar ese trocito de carne mal llamado polla así que busquen meterla en otra parte. No son mías, trabajan para mí como bien dije y por ende, se merecen su debido respeto. Ahora, la libertad de movimiento en mi territorio es algo negociable, pero jamás será total, eso me dejaría en una posición vulnerable y nadie se arriesgaría, al menos yo no.

— Te estás equivocando de persona, Jessi. — Mencionó Jungkook manteniéndole esa mirada impenetrable que la mencionada mantenía. — No veo a las mujeres como objeto sexual, no pediría ese uso para ellas. Con colaboración me refiero a que se unan a nuestras filas, tan activas como aquellos que para mí trabajan aunque sigan estando bajo tu mando. El sexo y la diversión quedan relegados a la última posición en mis prioridades. Estamos aquí para hacer negocio.

— ¿Qué tienes para ofrecerme a cambio? ¿De cuánto estamos hablando? — Estudiándola en silencio, el Liquidador pasó a responder.

— Dos millones y un cargamento de tres mil armas. Oferta única, tómalo o déjalo.

— Tengo un grupo de hombres en Dongjak que han estado molestando a varias de las chicas que están en entrenamiento para unirse a mi organización. Por alguna estúpida razón no he logrado poner mis manos sobre ellos y justamente ayer que los iba a capturar, desaparecieron. Los ubicas, me los entregas y acepto tu trato.

— Imposible. — La mirada de Jessica se endureció, enarcando una ceja hacia el pelinegro que le restó importancia a su evidente molestia. — Te los tengo ya ubicados, pero no podría entregártelos, están muertos. — Estirando una mano aguardó hasta que Namjoon puso en su mano un teléfono que le pasó a la líder de los Jebbies. — Son estos, supongo. Hoy mismo esos hombres han pasado a mejor vida, te mostraría sus cuerpos, pero ni siquiera eso queda ya.

— Creo que tenemos un trato, Liquidador.

+++

Sus pasos eran como el más suave viento que pasaba sin ser notado. Solo el empeine de sus pies se apoyaban sobre el mármol de aquel suelo que cubría toda esa mansión. Se infiltró con bastante facilidad, mucha tecnología, pero pocos hombres que valieran la pena luchando. Pudo derribarlos sin hacer demasiada bulla para abrirse paso al interior en donde se encontraba.

Mirando el reloj inteligente en su mano seguía la señal dejada por Jimin el día anterior en la piel de su próxima víctima mientras este almorzaba en lujoso restaurante. Do Jihan...

Estaba a punto de abrir una exuberante puerta cuando en el reflejo de los cristales a su lado pudo notar a un sujeto que se acercaba a él en aparente silencio. Cuando finalmente se abalanzó hacia Jungkook, lo hizo rodando por el suelo con un cuchillo en busca de sus piernas sin mucho éxito dado que el pelinegro volteó en su lugar pasando a hacerle frente. Le pateó su rostro, mas el guardia de seguridad se incorporó hábilmente.

De arnés en los pantalones del Liquidador, dos cuchillos salieron, adhiriéndose a sus manos con facilidad como una extensión de las mismas. No tenía deseo ni tiempo para perder con ese sujeto, por ende, todo lo que hizo fue esperar un nuevo ataque que terminó antes de iniciar. Dos puñaladas certeras, una por debajo de las costillas para que no se trabara su cuchillo y la otra, justo en el cuello.

Para el instante en que abrió la puerta que aguardaba por él, un disparo salió en su dirección casi a la misma velocidad que él lanzó su cuchillo hacia el brazo del hombre que lanzó un grito. El arma cayó al suelo y Jungkook pasó a cerrar la puerta mirando a su alrededor. Con una aplicación en su reloj, envió altas frecuencias que causaron un cese de electricidad en la mansión, asegurándose que cualquier cámara o micrófono dejara de funcionar. A su vez, hacía interferencia para cualquier micrófono analógico que pudiese estar instalado.

— Me presento, soy el Liquidador y estoy aquí para tener una muy corta charla contigo.

— ¿L-Liquidador?

— Hacemos esto de dos formas, hablas y mueres rápidamente sin sufrir dolor o te hago hablar causándote un dolor que muy pocos han experimentado, pero ninguno sobrevivido. ¿Qué deseas?

— P-Podemos hacer u-un trato. Todo lo que pido es misericordia. — En silencio, Jungkook asintió, avanzando hacia donde estaba el sujeto para sentarlo en la silla. — ¿Tenemos un trato?

— Solo si la información que me vas a dar es relevante para mí. Tengo entendido que eres socio de la organización Diamante, lavas su dinero y te embolsillas una fortuna entre efectivo o piedras preciosas como pago. Ahora, quiero saber todo con respecto a tus socios.

— Yo solo soy en ocasiones el intermediario entre ellos y Park Seojoon, nunca me he visto con el jefe, solo soy quien lleva los recados cuando no pueden encontrarse y no hablan por teléfono. — El nombre de Park Seoojon volvía a salir a colación.

Jungkook guardó silencio permitiéndole hablar, escuchando cómo poco antes de la muerte de Moon Byulyi, ellos se reunieron con ella y otras personas. En apariencia, era solo para una reorganización entre los principales lavadores de activos de los que ellos querían formar parte. Cuando ella falleció, todo se descontroló, la asociación se disipó y mucho de sus asociados hicieron limpieza en la casa. De la mano de Seojoon y contactos que este tenía gracias a sus padres, volvieron a unirse con algunas personas del gobierno, así como la organización Diamante.

A diferencia de muchas mafias, esta no se formó con personas de "la calle". Sus fundadores y socios eran solamente las altas esferas dirigentes ya fuera en Corea del Sur u otro país. Por esta razón, no solían hacer muchos negocios con otras organizaciones y mantenían un perfil tan bajo mientras existían. Por donde pasan, borran sus rastros, no buscaban reconocimiento o poder, este lo ganaban fácilmente sin tener que esforzarse. Su mayor fortaleza era justo la del Liquidador, eran fantasmas, leyendas de las que no se sabía cuánto era cierto y cuánto era mentira, para muchos, ni siquiera existían.

De hecho, Jihan sabía que los hombres que trabajaban para él cometieron un gran error, se habló demasiado de los Diamantes debido a la pérdida de ese cargamento, por lo que su cabeza ya era un objetivo andante. Ahora, asociarse con el Liquidador era su mejor salida si no quería simplemente "desaparecer" o amanecer suicidado por alguna razón estúpida como tantas personas en ese país.

— H-Hicimos un trato, Liquidador. — Habló aterrado cuando el aludido sacó su pistola.

— No hay acuerdos o misericordia, lo máximo que puedo regalarte, es una muerte indolora. — Quitó el seguro del arma e intentó disparar en el mismo instante que un disparo proveniente del exterior y que traspasó el cristal, impactó en la cabeza de Do Jihan. — Mierda... — Musitó lanzándose al suelo rápidamente para mantenerse fuera del rango de visión de quien estuviese disparando.

Ayudándose de sus antebrazos y piernas, se arrastró hasta la pared más cercana y con cuidado intentó mirar al exterior. No obstante, a simplista, no había nadie y, si hubo alguien, esa persona ya se había marchado después de terminar con su tarea, silenciar a Jihan. Nada de eso le resultó extraño, mas una cosa era seguro, él tenía que salir de allí inmediatamente. Tomando tanto el teléfono como ordenador del fallecido, corrió en dirección a la salida, evidentemente, no la principal. Lo más seguro es que estuvieran esperando a que asomara su cabeza para cortársela.

— ¿Viste algo desde el dron que teníamos sobrevolando la mansión? — Indagó Jungkook una vez que se sentó en un vehículo y se puso en marcha.

— ¿Ver qué exactamente? — Respondió Namjoon repasando las imágenes del dron en uno de los ordenadores a su lado.

— ¿Algún movimiento extraño, personas que no fueran los que cuidaban la casa o a mí? — Insistía en su pregunta mientras se aferraba al timón y fruncía su ceño recordando el disparo.

— No hubo nada raro.

— Le dispararon a Jihan mientras yo hablaba con él, alguien definitivamente estuvo cerca y es posible que me hayan visto. Con cerca quiero decir, que pudo haber disparado a largo alcance, hasta un kilómetro aproximadamente. Debe haber quedado registrado en algún sitio, haz una limpieza en todas las cámaras de los alrededores incluyendo las cajas negras.

— ¿Las cajas negras también?

— Sí, en algún lado debe aparecer alguien ligeramente sospechoso. — Después de la afirmación de Namjoon, terminó la llamada y retiró de su oído el auricular que mantenía la comunicación.

Él no tenía un destino en mente, sin embargo, se encontró estacionando a un costado del cementerio en donde había enterrado a Taehyung. Se iba a bajar, deseaba contarle todo lo hecho en ese y los últimos días desde que no lo había visitado, quería que estuvieran juntos, pero no podía ir. No hasta que él no llegase al fondo de todo lo sucedido, no hasta que no volviera a ver a Park Bogum y de él no quedasen ni los residuos de su cuerpo diluidos en ácido.

Al llegar a su residencia, Jungkook ignoró a sus padres que buscaban hablar con él, pasó de largo dirigiéndose a ese sótano donde soñó verlo y que parecía ser la última vez que lo vio tan cerca. Prefería imaginárselo recuperándose y no siendo cobardemente asesinado frente a él o soltando su mano para caer en algún río como la última vez en que pudo tocar a ese hombre que le calentaba el alma.

Ese lugar que ahora pisaba, no era su hogar. Su hogar era Taehyung, los lugares por los cuales transitaban y siempre sería así. Ese cuerpo que ya no ardería de placer cuando fuera acariciado por él, no habría sonrisas burlonas, muecas o golpes en su costilla que solamente sacaba risas de ambos. Compañeros de vida, de armas a través y contra el mundo. Testigos de sus alegrías, molestias y sufrimientos bajo tantos soles diferentes. No importaban las batallas libradas, lo mucho que dolieran las heridas físicas, el temor o la alarma constante en sus cerebros que jamás les permitía bajar la guardia por completo.

Ahora, ellos estaban en mundos diferentes, el sol que estaba supuesto a calentarlo cada día se había ido al infierno desde aquel día. La luna fría que llegó a lo alto no le permitió tampoco despedirse de Taehyung, como si incluso la naturaleza hubiese estado en contra de ambos. Todo lo que pedía era un último momento juntos, sabía que todo hombre debía morir, pero ellos dos, tenían que haber hecho eso juntos. Siempre jodidamente juntos.

Apretaba sus puños, no quería volver a sentir ese dolor que hacía sus lágrimas caer, que lo ahogaba y le incitaba a reducir el mundo a nada.

— Te extraño, maldición agente te extraño demasiado. — Soltó en un jadeo cundido de saliva mientras lloraba y perdía por completo la fuerza de sus piernas. — ¿No sería mejor si yo me fuera ahora y te alcanzara? Sé que eso no fue lo que te prometí, pero joder, este convicto se está muriendo sin ti y se siente más preso que cuando estuvo encerrado en Seodaemun hasta tu llegada.

— ¡Jungkook! — La mirada del mencionado viajó a su madre, ella estaba presa del pánico al verlo con su pistola apuntando su propia cabeza, una acción que Jungkook no había notado. Enojada, se apresuró hacia él, arrebatándole el arma, abofeteándolo. — Escúchame bien, Jeon Jungkook, eso será lo único que jamás respaldaré, no me importa lo que hagas, pero, acabar con tu vida de este modo, no es una jodida opción. De ser así... — La pistola que le había arrebatado fue lanzada nuevamente hacia él. — Mátame a mí primero y luego a tu padre, porque mientras vivamos y aún después de muertos, nosotros también tenemos una promesa que mantener, ¿Recuerdas? ¿Por siempre juntos los tres?

Por siempre juntos los tres, se había aprendido aquella frase de tantas maneras, fue usada de tantas formas que jamás lo podría olvidar. No se sentía capaz de sonreír, pero la mirada brindada a su progenitora fue suficiente para que ella se agachara y lo abrazara.

— Falta mucho para que me vaya de este mundo aún, mamá, no te preocupe. Les he hecho una promesa que pienso cumplir así sea lo último que yo haga. No tenía pensado acabar con mi vida en estos momentos.

— Muy bien, porque ahora mismo, tenemos una gala a la que asistir.

+++

— Buenas noches, señor Park, me gustaría tener una plática con usted ahora que ha culminado tan increíble gala. — El mencionado se sobresaltó en su asiento cuando la voz de Jungkook llegó a su oído.

Ni siquiera había mirado el interior de los asientos traseros de su vehículo antes de sentarse, su seguridad era impecable. No obstante, ahí estaba un pelinegro trajeado sentado justo a su lado. Por reflejo estiró su brazo en busca del arma guardada en la puerta del coche, pero sus movimientos para el halcón que tenía junto a él eran muy lentos.

El brazo derecho de Jungkook se estiró para mantenerlo en su lugar presionando el pecho ajeno, tirando a la misma vez la tira del cinturón de seguridad que todavía no se había abrochado para con este inmovilizar su cuello, sofocándolo. Con una patada inclinó el asiento delantero, provocando que el chofer golpeara su frente con el timón del auto y, con su mano izquierda, sacó la pistola bajo su saco para apuntarle al sujeto que al ver el movimiento entraba por el asiento del acompañante. Aprovechando el silenciador, disparó sin pensarlo, una clara advertencia para el sujeto que había estado forcejeando. Park Seojoon simplemente dejó de moverse a pesar de que las venas en su rostro se mostraban. Medida que se tornaba rojo por la falta de oxígeno.

— Al parecer andabas buscándome desde hace muchos años y hoy que he decidido hacerte la visita, deberías ser más amable. Mucho gusto, Jeon Jungkook, aunque prefiero que me llames Liquidador. — Apretó un poco más el cinturón. — Ahora que las presentaciones están hechas, tengamos una charla. Dime cuál es tu afiliación con Los Diamantes.

¡Buenas, bueeeenas! Hoy amanecimos, liquiciados, liquidadores y desquiciados, porque podemos, queremos y no los merecemos, tenemos la personalidad. Peligrosos, valientes y poderosos, ya pronto vamos a liquidar, ya vamos, ya vamos... ajajaj

Ay, no me hagan caso, hoy Miris amaneció un poco loquita. ¿Cómo han estado? Espero que les haya gustado este capítulo, nos vemos pronto en el próximo.

LORED

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