Capítulo 10
— ¿Qué tal? — Preguntaba Namjoon viendo como Younghee acariciaba la cabeza de su hijo inconsciente. — ¿No quiere venir a comer algo?
— No es necesario, ya mi esposo me trajo algo de comer hace un rato así que estaré bien por ahora. — La mujer lo miró algo agotada, pero todavía mostraban gran fortaleza.
Si bien todos esperaban que colapsara aquel día, hacía ya once meses cuando fueron al rescate fallido de Taehyung, ella fue la que se encargó de atender y mantener a todos lo más unidos posible. En cuanto todo estuvo despejado, los Jeon, Namjoon y Yoongi se lanzaron la búsqueda de sus cuerpos. Lo cierto es que ni siquiera pasaron cinco minutos entre la partida de las lanchas, helicópteros de la NIS y la entrada de ellos cuatro al agua. Hoseok hubiese sido de mejor ayuda, pero al igual que Jimin y Seokjin, se encontraba herido de gravedad.
Ellos en aptas condiciones físicas no hubiesen tenido problemas, pero heridos a esa magnitud, no podían perder un solo segundo. Si debían ser sinceros, a Taehyung prácticamente lo dieron por muerto, su herida en la cabeza era mortal, no obstante, los Jeon no pudieron simplemente rendirse, decidieron que harían hasta lo último y, hasta que no llegara el momento en que ni siquiera las máquinas pudieran sostenerlo en ese mundo.
Nunca se darían por vencido, ya habían experimentado cosas similares de diferentes modos, pero la esencia era que un Jeon no se rendiría. Taehyung formaba parte de esa familia, tan guerrero como ellos, estaba claro que se aferraría a la vida hasta el final. Le debían a Jungkook eso y más. A ese niño que desde su infancia luchaba y le tocó volverse un hombre adulto y que desde hacía tantos meses no abría sus ojos para nadie. No se le escuchaba su voz, no se le veía mover. Su cuerpo continuo al de su pareja, ambos monitoreados por esas máquinas que a cada sonido tensaban el corazón de todos los que no estaban sujetas a ellas.
— ¿No quiso comer? — Preguntaba Jimin terminando de servirle a su pareja en la cocina, notando como este negaba mientras se acercaba a él para abrazarlo desde atrás. — No es seguro para mí regresar a Australia. Es imposible que con el despliegue de hombres e inteligencia montada por el director de la agencia, no sepan que Hoseok y yo estamos volteados. Nos quedamos sin alguien adentro que pueda ayudarnos y, si esto sigue así, no sé cuánto más duraremos vivos.
— Vinimos para morir a este mundo, a diferentes tiempos, pero todos lo haremos tarde o temprano. Yo por ahora sigo respirando, te tengo a mi lado tan vivo como yo y, después de toda una vida, tengo una familia que quiero proteger. Todos los que estamos aquí en estos momentos, estamos juntos velando por el otro y confío en que no será demasiado fácil derribarnos.
— Al Liquidador y al Desquiciado los derribaron. Todos estábamos ahí y no pudimos hacer una mierda. ¡Taehyung está más muerto que vivo y yo no hice una mierda! — Exclamó soltando el cuchillo que estaba sosteniendo, enojado consigo mismo y, con unas ganas de llorar que lo sobrepasaban.
— Oye... — Namjoon lo volteó para sostener su rostro. Aunque el menor desviaba la mirada, forzándose a no derramar lágrimas repletas de frustración. — Sabíamos que vendrían con todo por nosotros, desplegaron un ejército como si estuvieran librando una guerra contra otro país. Perdimos una batalla, pero no la guerra, ellos aunque pegados a esas máquinas, todavía están aquí. No había nada que pudiésemos hacer para cambiarlo. Ellos no son invencibles, son dos personas como nosotros y nos necesitaron, todavía lo hacen y por eso seguimos aquí, cuidándolos. Fuiste herido, Hoseok, Jin, incluso el señor Jeon recibió una superficial herida de bala en su hombro. Tú, yo, todos, no pudimos hacer más.
— ¿Qué vamos a hacer si no despiertan?
— Esa no es una opción. — La voz de Min Yoongi resonó detrás de ellos, su rostro estaba más serio que de costumbre. Él se negaba fervientemente a que cualquiera dijera o siquiera pensara en resultados pesimistas en su presencia. Su humor no ha sido el mejor desde lo ocurrido, sus parejas fueron heridas, Jungkook, incluso Taehyung. Hacerse cargo de su organización que también se vio afectada por las bajas mientras su mente se veía alterada por su vida personal también le estaba pasando factura. No se rendía y no permitía que nadie lo hiciera, al menos no frente a él. — Pirómano, se te necesita activo.
— No me des órdenes, Suga. Ya te he dicho que midas el tono en el que te diriges a mi pareja o a mí y no estaré repitiéndolo a cada instante. No todos los días tendré la misma paciencia. — Espetó mirándolo por escasos segundos antes de centrar su mirada en un Jimin que con la mirada le decía que no se dejara provocar por Min.
No es que fuera malo, pero su carácter y forma de expresarte muchas veces creaba una fricción poco saludable entre todos, más si el tema a debatir incluía a Jungkook, sus parejas o Yongbok.
— Como sea, te estás encargando de la transacción de esta noche. Hwasa te estará esperando en tu destino.
— Yo no me siento cómodo trabajando con ella. — Habló esta vez Jimin mirando a Namjoon.
A pesar de que interactuó con ella por primera vez hacía tantos años ya, cuando sacaron a Jungkook de la prisión y este fue a buscarla por respuestas, la había visto pocas veces, hablado en menores ocasiones y, hacer tantas operaciones repentinamente con ella no se le hacía cómodo. No le gustaba como miraba a Namjoon tampoco. Nunca hizo algún comentario, demostró interés abierto o se comportó de manera indebida, no tenía razón real para ello, pero simplemente se sentía incómodo cuando ella estaba cerca.
— ¿Crees que yo sí? Estoy rodeado de personas que me he follado, ella fue mi mujer y no terminamos en los mejores términos. Sin embargo, no hay mucho que pueda hacer cuando el señor Jeon confía tanto en ella que se ha encargado de entrenarla por varios años, haciéndola su mano derecha ahora que su hijo está en cama y su mujer cuidándolo la mayor parte del tiempo. Es lo que hay, ni siquiera Seokjin está feliz con ella, pero debemos tener en cuenta que estos son negocios, trabajo y eso en estos momentos es lo más importante. Debemos fortalecernos, hemos recuperado mucho en estos meses, pero no lo suficiente.
Namjoon asintió, el líder de los Cocodrilos desapareció por donde llegó con dos platos de comida y sin decir mucho más. Jimin resopló ante esto, dejando que su pareja lo abrazara un poco más.
— ¿Quieres que vaya contigo?
— No es necesario, prefiero que continúes con el seguimiento inteligente y físico tanto de los cargamentos como nuestros nuevos socios. — El rubio asintió acercándose para darle un beso, riendo cuando sintió su trasero ser apretado con fuerza. — Extraño esto...
— Yo también, así que espero mañana tener un poco de tiempo para nosotros. — La verdad es que entre una cosa y otra, esa parte de su vida privada había disminuido, pero se mantenían bastante unidos, apoyando y acompañando a todos en lo que necesitaran. — Por cierto, sigo algo indeciso.
— ¿Con qué?
— Con tu viaje a Malasia por tanto tiempo con Seokjin. Ustedes dos solos es peligroso, necesitan mayor apoyo. Si yo pudiera ir...
— Tú por ahora no abandonarás el país y ya hablamos de eso. No quiero que volvamos a tener esta conversación, Jimin. — El nombrado rodó los ojos buscando separarse, pero una mano se ciñó en su mandíbula para mantenerlo en su lugar seguido de una pequeña mordida y beso en sus labios. — No me des una actitud innecesaria, ¿de cuerdo?
— Como diga, a ver, muévete, ya todos han comido menos yo que fui quien cocinó.
+++
Algo apretaba su brazo, el sonido de varias máquinas fue lo primero que llegó a su oído mientras se esforzaba por elevar sus párpados. Jungkook estaba confundido, perdido por varios segundos, pero rápidamente intentó incorporarse sin mucho éxito, todo dio vueltas y los sueros, junto a los otros cables pegados a él le hicieron quejarse y regresar a su posición inicial.
Fue entonces que el recuerdo de lo ocurrido comenzó a llegar a su cabeza, agitándolo a gran escala. Con torpeza comenzó a tirar de los sueros en él, lastimando su piel tratando de contener sus lágrimas. Tal vez por los meses que llevaba acostado en la misma posición no pudo incorporarse tan pronto como deseó, se sentía mareado y sus manos fallaron cuando buscaba apoyarse, sentándose.
A su lado había una cama vacía, ni siquiera estaba tendida, pero realmente eso no era importante para él. Todo en lo que podía pensar era su Kim Taehyung y por eso se apresuraba a ponerse de pie. Sus piernas fallaron, pero su padre lo sostuvo antes de caer al suelo. No quedaban daños físicos graves en su cuerpo, sus brazos y muslo recibieron impactos de balas que por suerte no dañaron grandes ligamentos.
Un solo disparo en la pierna o el brazo era suficiente para matar si no se tenía suerte y la bala impactaba en lugares peligrosos. Obviamente sus tejidos se vieron dañados, su piel, la pérdida de sangre fue muy severa, la razón principal para que Jungkook estuviese más del lado de la muerte que el vivo. Una vez más, la suerte estuvo de su lado o fue demasiado testarudo como para dejarse vencer así. En cualquiera de los casos, las balas no golpearon una arteria braquial en sus brazos o bilaterales en su ingle por muy cerca que el disparo en su muslo estuvo. No obstante, pasaron meses antes de que volviera a dar en sí. Tal vez, en una parte de su mente, Jungkook estaba renuente a regresar porque en aquel momento, vio morir al hombre que amaba.
No se trataba de cuántos disparos se recibiera, sino, el lugar donde los proyectiles expulsados por estos impactaran. El mundo no lo quería despedir aún y esto, debía ser la señal de algo. Se negó a darse por vencido, no lo haría.
— T-Taehyung... — Logró decir, sintiendo su garganta rasgarse en el proceso, la sentía demasiado seca. — ¿Dónde está Taehyung, padre?
— Despacio.
— ¿Dónde está? — Su progenitor lo cargó en cuanto intentó dar un paso más, parecía increíble que su hijo actuara casi igual a su mujer cuando se levantó de la cama después de tantos años. La diferencia fue que en su momento, él no estuvo allí para su esposa, pero ahora, podía ayudar a su hijo.
Jungkook dejó que su padre lo cargara fuera de la habitación, sorprendiéndose por la fuerza física que aún conservaba a su edad para cargarlo a él con tanta facilidad. Justo en ese momento, solo Jimin se encontraba en la casa, se emocionó cuando los vio, pero se mantuvo al margen porque sabía que lo menos que deseaba el Liquidador en ese momento, era verlo a él.
Avanzaron por aquel lugar hasta el sótano, este parecía más un hospital que su mansión, vio lo que creyó ser médicos por los atuendos que llevaban, enfermeros como mínimo. Fue entonces, que el resto dela habitación careció de importancia, siendo sentado en una silla de rueda, el castaño que no tenía la menor gota de cabello en su cabeza debido a la operación que le hicieron, luchaba por girarse.
— Bájame... — Musitó bajo, pero su padre escuchó, lo colocó en el suelo y le permitió que ayudándose por las barandas de fisioterapia que había colocado allí, diera pequeños pasos hasta su pareja con lágrimas en los ojos. — Agente...
— Convicto... — Eso fue todo lo que dijo Taehyung cuando con ayuda de su suegro Jungkook lo volvió a levantar de aquella silla para fundirlo en un abrazo.
No aceptó darse por vencido porque solo podría morir por la bala del contrario en su cabeza, fue una promesa, una que cumpliría. Si debía abandonar este mundo por la mano de alguien más, solo sería por la de su hombre, él y nadie más.
Esa respiración que contra su piel se sentía tan fuerte como un volcán, le recordaba que todo eso no era un sueño, tampoco una visión o fantasía. Esa frente presionada a la suya, esa mano fijada en su nuca y aquella que palmeaba su trasero mientras él imitaba este acto, era una realidad. Eran ellos dos en su mejor forma, esa era su mejor pista, su mejor afirmación y su mayor religión.
— Soy yo y estoy aquí, contigo. — Cerrando sus ojos se atrevió ir más allá impulsado por un anhelo y el deseo de comprobar una vez más que eran ellos dos, nadie más.
Porque se pertenecían y no existía alguien más que pudiesen hacer sentir a esos corazones casi muertos que latían solo porque uno tenía los fragmentes exactos que el otro necesitaba. Porque como bien se dijo una vez, nadie les brindaba el amor, la seguridad, la paz y los orgasmos que ellos se otorgaban sin siquiera hacer el esfuerzo.
Con parsimonia, su cabeza se inclinó logrando separar levemente sus frentes hasta llegar con trémulos labios a los del contrario, esos que tanto anheló y amaba. Besó con vehemencia los únicos que los hacía sentir y conectarse. Cada vez que estos se encontraban, ambos respiraban, a muchos les quitaban, pero ellos, sus besos le daban oxígeno, sus presencias le daban vida. Tanta vida como la que quitarían, juntos, de la mano... Liquidador y Desquiciado, la mancuerna perfecta.
Uno lo dijo años atrás y aquella frase seguía vigente para ambos... Con ellos nacieron sus vidas y estas siempre les pertenecerían, mutuamente. Ellos eran solo uno.
— Agente... — Volvía a repetir Jungkook apretándolo más contra su pecho, sintiendo que su cuerpo estaba mucho más delgado de lo que alguna vez estuvo o recordaba. — Mi amor... — Repitió con lágrimas en los ojos, elevando sus párpados para encontrarse con una sonrisa que lentamente iba desvaneciéndose. — A-Agente... — mencionó sintiendo su corazón latir desbocado, el miedo recorriéndolo a punto de hacerlo tambalearse. — ¡Taehyung! — Gritó cuando este sin más desapareció, girándose para buscarlo.
No estaba Taehyung o su padre, tampoco el personal médico, no había silla de rueda o centro de rehabilitación instalado, ni siquiera estaba en el sótano. Jungkook se encontraba ahogándose en medio de un lago lleno de cadáveres. Intentó nadar y salir a flote, necesitaba respirar, sin embargo, todo sus deseos de nadar se esfumaron en el momento en que observó a su agente hundiéndose, desangrándose en esa agua no tan clara.
— ¡Agente!— Incorporándose en su cama, intentó recuperar el aire que abandonaba sus pulmones.
Con torpeza comenzó a tirar de los sueros en él, lastimando su piel tratando de contener sus lágrimas. Tal vez por los meses que llevaba acostado en la misma posición no pudo incorporarse tan pronto como deseó, se sentía mareado y sus manos fallaron cuando buscaba apoyarse, sentándose.
A su lado había una cama vacía, ni siquiera estaba tendida, pero realmente eso no era importante para él. Todo en lo que podía pensar era su Kim Taehyung y por eso se apresuraba a ponerse de pie. Sus piernas fallaron, pero su padre lo sostuvo antes de caer al suelo.
— T-Taehyung... — Logró decir, sintiendo su garganta rasgarse en el proceso, la sentía demasiado seca. — ¿Dónde está Taehyung, padre?
— Despacio.
— ¿Dónde está? — Volvió a preguntar esta vez con un mayor miedo recorriéndolo, todo era igual que en su sueño, como intentó levantarse, como falló, la manera en la que llegó su padre, todo.
Lo único que necesitaba, era ver que este lo cargara y, cuando lo hizo, casi suspiró aliviado. Casi, porque en vez de guiarlo al exterior de la habitación, lo acostó en la cama, acto y seguido, su madre entró con gran prisa, ojos cundidos en lágrimas. Podía escuchar a todos acercándose, permanecían afuera para no incomodar, pero escucharon la anomalía en las máquinas y todos corrieron hacia la habitación a excepción de Seokjin que había salido con su hijo y varios hombres.
Desesperado buscaba un rostro familia entre todos esos, uno que compartió vida y cama con él, ese con quien intercambió alma y sentimientos incomprendidos para muchos. Lo buscó, gritó llamándolo, pero no aparecía, todo lo que veía era caras llorosas y sin gota de felicidad pese a él estar incorporándose.
— ¡Taehyung! — Gritó volviéndose a quitar los sueros que su padre le intentaba colocar. — ¡Kim! — Forcejeaba con su progenitor. — Como no me sueltes en estos momentos juro que te mataré, Jeon Haechul, te eliminaré de la faz de esta tierra. — Amenazó mirándolo directo a los ojos. — ¡Kim Taehyung! ¡Agente! — Gritaba sintiendo su voz quebrarse, empujando a su padre y poniéndose de pie nuevamente, esta vez con una precisión levemente mejor. — Los mataré a todos como no me traigan a mi Desquiciado en este momento. ¡Mataré a todos! ¡Agente!
Fue el resonar de una bofetada lo que lo hizo callar, aquello que lo obligó a centrarse y pensar con claridad. Su madre lo había golpeado mientras contenía sus propias lágrimas y se acercaba para secar las de su hijo, abrazándolo con fuerza. Era doloroso ver como se derrumbaba entre sus brazos, como por momentos parecía no ser él.
Sin cordura, ese temple mortal que no se quebrantaba, no era el Liquidador, ni siquiera estaba segura de que fuera su Jeon Jungkook, tenía en sus brazos a un Jungkookie que comenzó a desaparecer cuando ellos lo comenzaron a entrenar con cinco años. Era ese niño que pataleaba y gritaba cuando no conseguía lo que quería hasta que lo regañaban, ese era su niño, no el hombre intransigente en que se había convertido con el paso de los años.
— Necesito verlo. — Habló seriamente, no había sollozo, llanto, no caía una sola lágrima. Su mirada estaba perdida en un punto de la habitación, pero sin estar ahí realmente. — ¿Dónde está?
— Hijo... — La madre intentó hablar, abrazarlo una vez más, pero lo que había entre sus manos era solo un saco de carne, huesos y mucha ira acumulada que permanecía oculta, canalizada en esas pulsaciones que tan tranquilas parecían estar.
— Quiero verlo. — Volvió a hablar. — Ahora.
Esta vez, su padre intentó cargarlo nuevamente, sin embargo, el pelinegro negó, alejándolo. No le importaba si su cuerpo dolía y sus piernas estaban entumecidas al punto en el que el cosquilleo constante le hacía aminorar la velocidad de sus pasos. Jungkook caminó firme, pero débilmente detrás de su padre hasta el sótano de esa casa. A diferencia de su sueño, no había médicos, tampoco una silla de rueda o un castaño sonriente.
Taehyung estaba ahí, no obstante, yacía plácidamente acostado dentro de una urna metálica que mantenía su cuerpo congelado. A diferencia de él, el castaño no duró tantos meses conectado. La única razón por la que su cuerpo estaba siendo conservado era porque sus padres sabían que, si no lo veía, Jungkook jamás creería que su hombre, ahora no estaba más en ese mundo.
El señor Jeon intentó entrar, algo que fue impedido por un Jungkook que lo volvió a sacar, cerrando la puerta en su cara de manera tranquila. Con parsimonia, caminó hasta aquella urna, pasando sus dedos por el cristal que le permitía observar el interior. No lloraba, era como si estuviera en un profundo shock admirando todo. En silencio, buscó en los botones la forma de abrirla, viendo el humo frío salir al lograrlo.
— Hola, mi amor. — Se inclinó para besar esos labios sin la textura o calidez que recordaba. — Estoy aquí, este maldito convicto imbécil ha llegado tarde a despedirse, así como llegó tarde a salvarte. — Con lentitud, desconectando todo lo que había pegado a su cuerpo congelando y conservando todo desde su interior, Jungkook lo cargó en sus brazos con extrema dificultad. Pesaba el doble y él no tenía la fuerza de siempre, pero lo logró sacar, sentándose en el suelo junto a su cuerpo, acariciándolo. — No te pediré perdón, porque no merezco que me perdones. Ódiame, hazlo hasta que pueda vengar tu muerte. — Le sonrió, volviendo a unir sus labios, entrelazando sus manos tatuadas con sus iniciales. — Solo entonces te alcanzaré y ahí, podrás vengarte de mí. Ódiame hasta entonces, mientras, yo te seguiré amando. Porque eternamente solo seremos tú y yo, amor, los hijos de puta más cabrones, la mancuerna perfecta que se fracturó por mi causa. Te amo, agente...
Hola nuevamente por aquí...........,,,
¿Cómo han estado? Espero que estén bien y hayan disfrutado este capítulo.
LORED
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