— Tú dirás, tengo entendido que has conseguido todo lo que te solicité. — La profunda y seria voz del agente Kim resonaba en aquel autobús abandonado a las afueras de Ulsan. Su gélida mirada que ignoraba al convicto que a su lado estaba mientras que con disgusto y fastidio miraba por la ventanilla, asegurándose de que no hubiera nadie en los perímetros.

— Por mis huevos que sí. — Con autosuficiencia y tono apático respondió mirando por la otra ventanilla. — Para mí eso es pan comido, a eso me dedicaba y usted lo sabe. — Sus miradas no se cruzaban en lo absoluto, la baja temperatura hacía visible su respiración, como si sus bocas y narices humearan constantemente. — Pero pues, la pregunta no es esa. La pregunta es, ¿quién va a distribuir el armamento?

Solamente por un segundo el agente lo miró para rápidamente volver a desviar su mirada. — Por eso no te preocupes, hay gente dentro de la NIS y CIA que trabajan de manera encubierta. Eso ya está en marcha.

— Esa mercancía es de la mejor, yo me encargué de todo personalmente. Yo lo traje y yo mismo lo cuido, para eso tengo a todos los malandrines de la banda, en caso de que suceda cualquier cosa. — Echó una mirada a su alrededor y observó de soslayo a quien estaba a su lado. Silenciosamente quitó el seguro de su negra Glock 17 y la pegó a su costado. — Mantén tu latón con tapa maldito agente, que sea la última vez que intentes mangonearme delante de las personas que dirijo. No me importa que esté bajo tu supervisión, a fin de cuentas un muerto más o uno menos no me afectará en nada.

Kim Taehyung no se inmutó frente a la desafiante y amenazante actitud de quien le apuntaba. Como si no estuviera ocurriendo nada, continuó con la vista fijada a la distancia.

— ¿Quieres que lluevan balas y que me tomen respeto? Adelante, le damos, pero no me lo quites tú cabrón. A mí me importa una mierda si me muero ahora mismo. Sabes perfectamente que me necesitas. ¿A quién pondrías a conseguirte y distribuirte toda esa mierda en las calles? No creo que tus intentos de comerciantes logren avanzar en un año lo que yo te hago en una semana, sabrán mucha teoría, idiomas, tácticas, tendrán mucho entrenamiento y todo lo que quieran pero de la calle, no saben una mierda.

En su mente, Taehyung sabía que en parte tenía razón, si hubiera existido alguien más idóneo para el trabajo, sus superiores no hubiera movido un dedo para sacar a ese infeliz de la cárcel. Sin embargo, no le iba a demostrar que estaba de acuerdo con lo que decía.

— Esos intentos de comerciantes como tu les llamas, son hombres entrenados que cumplen órdenes, algo que claramente te cuesta entender. — Con su mano y mirándolo directamente a los ojos bajó el arma que le apuntaba. — El que pone las reglas aquí, soy yo. ¿Está claro?

Por un segundo Jungkook vio esos labios que ahora le hablaban fríamente y que días atrás recorrieron todo su cuerpo, esa boca que se pudo follar y que pese a la resistencia, gimió su nombre en reiteradas ocasiones. Sonrió osadamente, a sabiendas que ese sujeto parecía odiar cada vez que él sonreía, volviendo a colocar el seguro retiró su pistola.

— Claro una mierda, créete que eres quien lleva las riendas aquí. — Murmuró de forma inaudible para el rubio que enarcó una ceja. — Sí, está claro. Me imagino que tus hombres están entrenadísimos como ese  Park Jimin que no supo lidiar con una situación tensa y tuvo que ser prácticamente rescatado. No me jodas... A ver, yo quiero saber algo. – Pausó – Con respecto a lo que ocurrió la otra noche en el...

— Que te quede claro algo, la otra noche yo estaba haciendo mi trabajo y nada más. Follamos siendo visto por los criminales de esa pandilla porque en ese momento estaba cumpliendo mi deber. Sé fingir muy bien, gemidos, gritos y orgasmos para eso estoy entrenado, así que no te hagas ideas raras. — Se puso de pie bajando ligeramente la cabeza para no chocar con el techó del vehículo y poder retirarse. — ¡Mañana al amanecer frente al puerto! ¡Puntualidad convicto, puntualidad!

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