
Capítulo 32
— No podemos confiar en Kim, es una persona inestable y con una fuerte sed de venganza, un justiciero que si llega a descubrir todo nos traerá muchos problemas. Nos sirve obediente como perro fiel pero cuando deje de ser de utilidad habrá que eliminarlo como el perro rabioso que es. Si se descarrila o se pone de lado del Liquidador, será una pérdida para nosotros.
— No tiene forma de traicionarnos. Es leal y está entrenado para obedecer, aunque a veces haga las cosas a su manera, no deja de ser lo que necesitamos que sea. Si lo tenemos a él es porque sabemos que nadie más podrá llevar a cabo la misión. Lo han entrenado en secreto incluso para él mismo sólo para completar esta misión. Sólo él llegará al Liquidador. — Respondió Hoseok firme.
— Pero sigue siendo un inconveniente la forma en la que están operando, demasiado bien coordinados y compenetrados para el gusto de las agencias. — Inquirió.
— No se preocupe, ya he dicho que de ser necesario yo mismo lo eliminaré pero no hay que precipitarse, él es nuestra mejor opción. Lo ha odiado desde hace año y ha sido su objetivo desde el momento en que se nos unió. Sabemos que cuando muerde a su presa no la suelta hasta que la elimina, él podrá eliminarlo.
El superior directo de Jung Hoseok exhaló con pesadez mientras caminaba hacia su escritorio y le extendía una carpeta que chequeó al instante. Sus dedos se afianzaban más a medida que avanzaba la lectura y veía la información allí recopilada. Su entrecejo se arrugaba más a cada segundo. Lo miró sorprendido, negando aquello.
— E-Esto...
— Es la información que tanto has querido saber, así que ya sabes lo que hay en juego. Espero que su intimidad no interfiera cuando te toque cerrar la misión. — Se sentó a preparar un habano que encendió mientras observaba a Hoseok digerir toda la información.
— Esto significa que logre apresar o no a Jeon, matemos a ese criminal o no yo tendré que eliminar a Taehyung. ¿Es eso?
— Cabos sueltos, no podemos dejar ninguno, dejarlo vivir es correr el riesgo de que en su momento pueda descubrirlo todo. Una vez que el Liquidador desaparezca del mapa él deja de tener utilidad para nosotros. Buenos agentes tenemos varios, siempre se pueden crear o entrenar más, podemos encontrar mejores agentes que él. Aquí nadie es indispensable y eso claramente incluye a Kim e incluso a ti. Si no puedes con tu trabajo, reasignaremos a otro, no es obligatorio.
¿Matar a Taehyung? No era justo, no tenía problemas con que desaparecieran de la faz de la tierra al mentado Liquidador pero su agente no tenía culpa de ello. Estaba cumpliendo con su trabajo, sin cometer crimen o merecerlo no tenía la certeza de poder matarlo, no quería hacerlo. ¿Era esa una cadeneta infinita? Jungkook para llegar al objetivo, su agente para deshacerse de él y a su vez él para eliminar a Taehyung, de seguro tendrían alguien para eliminarlo a él también una vez que acabara con esa misión porque sabía que había mucho más de lo que conocía.
— ¡No! Yo lo haré señor, me encargaré personalmente. — Aún debía pensar, ganar tiempo.
— Bien, eso es todo. ¡Retírate!
+++
Su objetivo estaba rodeado por militares norcoreanos que tenían el control de todo. Otros delincuentes que traficando se hacían multimillonarios, peor que los mercenarios y los delincuentes número uno con licencia para delinquir. Claro, no es que en otros países fuera diferente pero era una situación que a Taehyung no dejaba de causarle repulsión.
Mantenía su control pero era evidente su frustración y Jungkook se había percatado de ello, por eso lo vigilaba, maldiciendo por tener que estar al tanto de tantas cosas de forma simultánea. Iban a realizar una operación de gran escala con solamente tres activos y Jimin detrás de los ordenadores, encargándose de la logística, alerta para lo que pudiera presentarse. No dejaba de ser un suicidio que no sabía por qué lo estaba cometiendo.
Obligación, era parte de sus tareas como pseudo títere de quienes controlaban todo el asunto. Esos que mandaban a otro hacer el trabajo sucio que ellos no se atrevían hacer.
El camión que transportaba las armas, el uranio y el plutonio estaba siendo custodiado por cuatro camionetas con cuatro soldados fuertemente armados en cada una de estas. Iban camino a la frontera con Corea del Norte y ellos tenían que interceptarlo antes de que cruzaran ya que una vez del otro lado si no podían hacer absolutamente nada.
Taehyung aún desconocía cómo fue que el convicto había logrado dar con las coordenadas exactas del cargamento pero sinceramente, eso ya no le importaba. Ahora solamente quería llevar a cabo su misión de forma clandestina y salir con vida de esta, todavía tenía muchas cuentas pendientes que saldar. Observó de reojo a Jungkook, viendo como revisaba todas las armas que se estaba colocando encima. Lo confirmaba, ese hombre tenía que haber sido entrenado pero, ¿en qué tiempo?
Por el retrovisor también controló a Namjoon, este conducía a pocos metros detrás de ellos esperando cualquier señal. Apretó fuertemente su timón intentando averiguar en qué momento él había terminado colaborando con dos psicópatas como ellos que a su criterio deberían estar tras las rejas.
La noche era su aliada junto a sus uniformes negros, salvaguardados por un chaleco antibalas que llevaban debajo. Sus gorras negras escondían sus cabellos y resaltaban ese aire fatal de masculinidad que de vez en cuando lograba que ambos se desconcertaran por fracciones de segundos.
— Diez kilómetros, tenemos quince minutos antes de que crucen la frontera. — Informó Jungkook controlando la hora. — ¿Park nos escuchas?
— Alto y claro, la comunicación es estable y los tengo ubicados con el GPS. — Respondió para ambos.
— ¿Estás listo? — Taehyung simplemente lo miró antes de pisar el acelerador. — Namjoon, adelántate a cerrar el paso y crear distracción.
— ¡Entendido! — La voz del otro convicto se escuchó y segundos después su vehículo pasaba por su lado a gran velocidad.
— ¡Deténganse! — Fue la clara orden que dio Jungkook confundiendo a todos por segundos pero rápidamente se dieron cuenta. — Se están desviando, están tomando una ruta diferente. No tenemos tiempo para elaborar un nuevo plan, tendremos que improvisar sobre la marcha.
Sus ojos se centraron en Taehyung, fuera de la operación que estaban llevando a cabo no había mediado más palabras pero no se sentían desprotegidos en presencia del otro. Se cuidaban las espaldas mutuamente sabiendo que se necesitaban por mucho que desearan deshacerse de su compañero. Los planes no llevaban sentimientos y los métodos para ejecutarlos mucho menos.
— ¿Puedes encargarte del timón? Necesito buenas maniobras evasivas, creo que esto se nos acaba de complicar como no queríamos que sucediera. De ti depende que logremos escapar.
— ¿Escapar? ¿Qué estás planeando hacer?
El agente no sabía qué estaba tramando el Liquidador en su cabeza pero por alguna razón presentía que no era una mala idea. La preocupación radicaba en otro lado porque, entrar a un lugar como al que se habían dirigido era fácil, el problema siempre era salir.
— ¿Confías en mí?
— No.
— Pues hoy aprenderás hacerlo porque no te queda de otra. — Verificó por última vez sus armas indicándole el punto donde debería dejarlo. — Si no tienes señales mía dentro de diez minuto, vete. No podremos usar explosivos donde todo es radioactivo. Con todo el uranio y plutonio que hay allí, Corea del Sur podría quedar peor que Hiroshima. Mira a tus once. — Taehyung tomó los binoculares para poder tener una mejor vista. — En esa torre debe haber un promedio de cinco hombres armados.
— Exactamente, hay cinco. Cuatro sosteniendo dos armamentos filodirigidos y otro que debe estar usando prismáticos de visión nocturna por infrarrojos. Sin embargo, son los únicos que veo a simple vista. — Añadió controlando el resto del perímetro. Abrió la puerta del vehículo sin encender ninguna luz, tomando su fusil de cerrojo. Asomó su cabeza y se encontró con la sonrisa del convicto. — Seré tu francotirador.
— Hablamos el mismo idioma. — Sonrió bajándose del automóvil, observando como Taehyung miraba hacia dos edificios, uno en proceso de demolición y otro en construcción. Gracioso contraste que mostraba como funcionaba el mundo. — Necesito que estés atento, no puedes marchar demasiado lejos.
— Sé cómo debo hacer mi trabajo, tú solo ocúpate de salvar tu trasero allá adentro, yo cubriré el resto. Todo lo que entre en mi campo de visión que comprometa tu seguridad será derrumbado. — Le dio la espalda y se alejó camuflándose sin volver a mirar atrás.
El pelinegro lo imitó y siendo que debía correr casi un kilómetro a gran velocidad, no tenía tiempo que perder. Desde el edificio en destrucción el agente lo vigiló para cuidarle la espalda aunque se le perdió en una que otra ocasión, cosa que jamás le sucedía. Una vez que lo notó cerca del lugar una desconocida sensación comenzó atormentarlo, pero no perdió la calma.
— Trae tu culo de regreso en diez minutos sino me iré sin ti, no esperaré un solo segundo más.— Advirtió fijando toda su atención en la torre de control. — Movimiento a tus tres, seis metros de distancia de ti.
— Lo tengo todo bajo control, concéntrate en tu tarea.
Según el cronómetro de agente habían pasado ocho minutos, hasta ese momento no había habido movimiento alguno. Demasiada calma nunca era buena señal después de cierto tiempo. Quedaban menos de dos minutos y no tenían el camión o señales de Jungkook.
— ¿Cuántos disparos puedes realizar en cinco segundos? — Se escuchó por fin en su comunicador.
— Para mantener la precisión de tiro desde tan larga distancia me demoro diez segundos entre uno y otro.
— Necesito que sean dos tiros. En veinte segundos tienen que estar derribados los cuatro armados. ¿Puedes? — Dos segundos sin respuestas hicieron Jungkook tensarse. — No tengo tiempo, ¿puedes hacerlo?
— Puedo. — Respondió Taehyung equilibrando un segundo fusil que traía consigo. — Sólo dame la orden.
El convicto logró escabullirse hasta el vehículo luego de derribar a seis hombres que lo custodiaban sin hacer ruido. Abrió con cuidado la puerta pero justo cuando iba a subirse un ruido amortiguado en el suelo lo hizo voltear, viendo como un hombre caía al suelo de un tiro.
— Gracias. — Murmuró volviendo a poner la vista en su objetivo.
— No te lo pedí, me podía haber encargado por mi cuenta de derribarlo sin dejarlo aquí tirado pero, sí, supongo que gracias. — Agradeció muy a su manera el pelinegro. — Ahora concéntrate, a mi señal dos disparos precisos.
Colocó la llave y justo antes de encender el motor, dio el aviso que neutralizó a los guardias de la torre. Para el momento que se había alejado lo suficiente del recinto, y todos se dieron cuenta del robo del camión, una gran explosión — adjudicada días después a una falla eléctrica — dio lugar en aquella vieja fábrica. Simplemente no podían darse el lujo de ser perseguida por todos esos militares.
— Bien hecho, Pirómano. — Felicitó Jungkook on una sonrisa mientras estacionaba el camión para hacer el cambio de transporte donde algunos hombres del pelinegro esperaban. — Nadie como tú para prenderle fuego a las cosas y hacerlas explotar.
— Lo próximo que haré explotar será tu lengua como vuelvas a llamarme así. — Los antiguos compañero de cárcel rieron bajo las miradas despectivas de los oficiales. — Oye, ¿qué tal con el oficial Kim? Sinceramente no lo soporta, si hay algo a lo que de vez en cuando me da deseos de prenderle fuego, es a él.
Guardó silencio porque no tenía una respuesta a su pregunta. Las líneas entre Taehyung y él eran difusas e inteligibles. No eran socios, amigos o cómplices, tampoco lo consideraba su enemigo aunque en ocasiones también tenía deseos de ponerle una bala en su cráneo. Eran dos personas que que por obligación unieron fuerza y también sus cuerpos. Sin embargo, también lo habían hecho dándole riendo a una adrenalina contenida que poco tenía que ver con sus asignaciones.
— Simplemente ignóralo sino perderás tu sanidad mental.
Le habló golpeando con suavidad su hombro, pasando de la mirada del castaño mientras se dirigía hacia sus hombres para agilizar el trabajo. Necesitaban salir de allí lo antes posible sin dejar rastros para entregar el cargamento en el destino acordado.
+++
Se estaba agotando el tiempo, le habían dado tres meses para completar su misión junto al Liquidador. Si bien habían logrado en ese corto tiempo cosas que no se imaginó, no habían podido entregar al hombre que necesitaban. La tensión entre ellos extrañamente se había disipado un poco. Quizás el tener que estar juntos casi las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Trabajar juntos, vivir juntos era algo que temporalmente lo hacía bajar la guardia porque no le quedaba de otra. Seguía investigándolo pero con los descubrimientos anteriores, cada vez comprendía menos. Tenía muchas dudas y poco tiempo para aclararlas.
¿Qué era esa sensación? Una mano... Ardía como fuego. Ya se había despertado pero seguía adormilado, en ese momento se daba cuenta aún sin abrir sus ojos que se había quedado dormido en el sofá mientras leía unos documentos junto a Jungkook. Producto de los largos días sin dormir y toda la actividad física realizada cayó vencido frente al agotamiento. La dura almohada era su hombro, un lugar que no creyó pudiese sentirse cómodo y seguro.
Su caricia era como un arrullo, ardía como fuego pero también como herida creada por un cristal sobre su carne. Superficial porque apenas sentía el roce de sus yemas pero fuerte, aunque no físicamente, tocaba algo más que lo estaba incomodando. Su respiración pausada sobre su rostro coqueteaba con la suya propia, sumergiéndose en recuerdos que ambas tenían, esos momentos en los que se habían mezclado.
Fueron tantas veces una mientras luchaban, trabajaban... Estaban nostálgicas, sus respiraciones deseaban volverse a mezclar como la vez en que estuvieron en la antigua casa del convicto, la última vez que tuvieron esa clase de acercamientos.
Jungkook desvió su mirada y apartó su mano cuando el cuerpo del castaño se removió. Segundos más tardes sus ojos se abrieron y fingiendo no haber sentido nada se levantó, yendo a buscar una taza de té caliente para salir al pequeño balcón.
El frío era una bendición que refrescaba sus pensamientos y relajaba su tenso cuerpo. Había comenzado a nevar, observaba los copos de nieve caer creando un fino manto blanco y sonrió. La primera nevada, su sobrino seguro debía estar sonriendo como él.
Era un momento que desde su niñez seguía atesorando como mágico. No por las leyendas, navidad o todo el romanticismo que despertaba en la sociedad. Para él era un recordatorio de muchas cosas, era la tranquilidad desconocida que tanto añoraba y nunca había experimentado en su tormentosa vida.
— Es hermoso. — Escuchó la inconfundible voz a su espalda.
Guardó silencio bebiendo de su taza, cubriéndose un poco más con su manta, procurando mirar la desolada calle que ahora emblanquecía.
— Sí que lo es — admitió — pero no sabía que existía esa palabra en tu vocabulario o que pudieras expresarla tan bien.
Sonrió fugazmente con cierta burla al escuchar al castaño agitando ligeramente su cabeza. Existían muchas palabras en su vocabulario que él no utilizaba. Mismas que describían la forma en la que él lo estaba haciendo sentir.
— Justo como dijo el escritor japonés Sōseki Natsume cuando en vez de decir te amo expresó que la luna estaba hermosa en su lugar. — Kim lo miró de soslayo poniéndolo atención a sus palabras, ya era la segunda vez que lo escuchaba hablar del mismo autor.
Ese nombre había salido a relucir en otra plática que tuvo el convicto con Namjoon mientras le decía que era su escritor favorito. Por pura curiosidad, terminó buscando algunas de sus obras y aunque el tiempo para leer era muy escaso, sí le había echado un vistazo a sus trabajos y era bueno, tenía que aceptarlo. Esa frase le resultaba familiar, quizás de alguna de sus obras más notorias que hojeó superficialmente.
— Yo solía leer también. — Comentó sintiendo la proximidad del convicto que contemplaba la nieve junto a él con otra taza de té. — De hecho, mi escritor preferido también es japonés. Osamu Dazai.
— Lo conozco, leí algunos libros suyo en prisión, hombre de ideas claras.
— "Indigno de ser humano" es mi libro predilecto, tan bueno que cuando estaba cansado, o en soledad solía leerlo y ser feliz con ello. Inclusive memoricé las oraciones de tantas veces que lo leí. Sin embargo últimamente... — Calló dejando escapar un suspiro de confusión ahora que pensaba en ello. — Lo siento.
Sus miradas se cruzaron y el pelinegro solamente se limitó a indicarle que entrara al apartamento. Fueron por más té y se sentaron en el sofá.
— Hace precisamente dos semanas volví a buscarlo para leerlo e incluso cuando leo las cosas que en su momento subrayé o marqué no entiendo por qué las había marcado. Es un libro que leí una y mil veces a lo largo de mi vida desde que mi madre me lo compró. Pero ahora aparecen frases nuevas que me llaman la atención y otras que parecieron ser importante no me transmiten nada. Oraciones que parece que nunca antes vi.
Se encogió de hombros sin saber el motivo de estar hablando de algo como eso con el convicto pero las palabras simplemente fluían. No sabía si lo entendería o no sólo quería hablar de algo que no fuese trabajo.
— Sentí como si estuviese leyendo un libro completamente nuevo, de alguna forma cambió.
Jungkook lo estudiaba tanto como lo había hecho desde aquella noche en que se le apareció en el presidio. Lo veía juguetear con su lengua y labios mientras se acariciaba la mandíbula, siempre que estaba absorto en sus pensamientos de forma profunda lo hacía. Su mirada era diferente, no había ese prejuicio u odio que siempre solía ver.
Tampoco estaba en plan de agente letal que puede acabar con el mundo y él no era el Liquidador. Estaban actuando como dos personas comunes y corrientes que no estaban hundidos en la porquería de vida que llevaban.
— ¿No será porque el corazón del lector cambió? Quizás seas tú quien es alguien nuevo e interpreta todo de diferente manera.
— ¿Yo? — ¿Por qué sonaba tan profundo?
— Así son los buenos libros, películas o historias que vemos. Si con toda la experiencia adquirida, así como las vivencias que has acumulado a través del tiempo ves algo que solías disfrutar cuando tenías diez años, lo sentirás diferente. Simple y llanamente porque has cambiado. Ese libro no cambió, estoy seguro que fuiste tú quien lo hizo. Es por eso que dije que podía ser el corazón del lector lo que cambió.
Los ojos del castaño se ensancharon durante varios segundos hasta que asintió con una sonrisa. No lo verbalizó pero le daba la razón y el contrario lo sabía. Existían e existirían siempre mil maneras diferentes de ver y apreciar la cosas. Le preguntó si quería comer algo e hizo comida para ambos por primera vez ya que era casi siempre Jungkook quien asumía esa responsabilidad en la cocina cuando tenían tiempo para ello.
Desde la sala divisaba todo con claridad, su forma de moverse y trabajar, su concentración y cada producto que utilizaba. Pues aunque no lo dijera, la extraña amabilidad que de un tiempo a la fecha el agente mostraba lo hacía pensar que algo tramaba. Solamente esperaba que con el hambre que en esos momentos tenía, no le fuera a echar estricnina a la comida porque definitivamente se la iba a comer.
Cocinó mejor de lo que se esperaba y ambos devoraron todo en silencio antes de regresar al sofá para continuar leyendo el mamotreto de papeles que tenían.
El móvil de Jungkook vibró y este se levantó para leer bajo el escrutinio de su acompañante. Sin embargo no era un mensaje, sino un video. Buscó los audífonos para poder escucharlo y sentado en su cama lo reprodujo. Al comienzo no entendía nada, no tenía significado para él, podía ver que era la grabación de una cámara de seguridad en una fiesta pero no reconocía a nadie. O al menos así fue hasta que una pareja que él muy bien conocía, hizo acto de presencia.
La mujer llevaba el cabello castaño, ondulado y peinado hacia un lado sostenido por varias hebillas pequeñas. Un elegante y largo vestido amarillo junto al hombre quien llevaba un traje de color negro que contrastaba de forma maravillosa con su compañera. Se colocaron a un costado y el convicto se percató luego de reproducir esa parte varias veces que la mujer miraba directamente en su dirección, seguramente a la cámara que grabó todo.
Un segundo video llegó y su expresión pasó del asombro a la curiosidad y de esta a la nostalgia. Sus ojos se humedecieron y las lágrimas comenzaron a caer sin poderlas contener. Sus padres, ver a sus padres caminando sonrientes, en movimiento y juntos arrugaba su corazón.
Miró la fecha del video y era del mismo día en que fue tomada aquella foto en la fueron fotografiados junto a los ministros. Los atuendos también eran idénticos y sin duda sabía que eran reales. La pregunta que reinaba ahora en su cabeza era quién y por qué le había mandado esos videos. ¿Por qué en ese momento?
— ¿Está todo bien? — La puerta de su habitación se abrió mostrando aun extrañado y preocupado Taehyung, pues esperó todo menos encontrarse al pelinegro llorando.
🧡🧡🧡
¿Han estado bien? Espero que así sea.
LORED
🧡🧡🧡
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